viernes

Una visita guiada a la página web de los pequeños espías

Con juegos online, puzzles, trivias, y lecciones de encriptado y desencriptado de información se acercan a alumnos y docentes de todas las edades a la agencia de espionaje estadounidense.

El ingreso al reservado staff de la principal agencia de espías del planeta, la CIA, se manejó tradicionalmente por carriles más bien recónditos. Como corresponde a una organización que tiene como función proteger los intereses del imperio en el exterior. La sagacidad de los seleccionadores, en todo caso, permitió detectar a los candidatos cuando comenzaban a destacarse en alguna actividad social o política y llevarlos para su coleto con diferentes tipos de dádivas, la contratación directa o incluso la amenaza. La novedad, desde que se popularizó el uso de la web –al fin y al cabo un invento militar estadounidense– es que la CIA intenta reclutar para sus filas a los niños, con tentaciones que están de acuerdo a la edad de los pequeños aspirantes.
Así, hay oferta de juegos y rompecabezas (se trata de puzzles, no de violencia física, al menos en esta instancia) hasta clases de encriptación y desencriptación de mensajes. Visita. Además, por si hiciera falta alguna promesa adicional para los indecisos, existe una visita virtual al museo de armas no convencionales tipo James Bond y se muestran los agentes encubiertos del mundo animal: palomas mensajeras y perros adiestrados para detectar todo tipo de explosivos, venenos, drogas y los mayores etcéteras. Perros de policía secreta, por supuesto.
Es bueno destacar que la agencia hace una invitación cabal a formar parte de la cruzada que desarrollan “muchos analistas, doctores, científicos, abogados o bibliotecarios que tienen como función principal ayudar a los líderes americanos a tomar siempre la decisión correcta y a trabajar por la seguridad de la nación americana”.
Menú. Una recorrida por la página en cuestión (www.cia.gov) permite observar sobre el menú ubicado en el costado izquierdo una opción que dice Kid‘s Page. Una vez desplegado, el menú expone sus distintas versiones, para párvulos de hasta 5º grado, para la franja de 6º a 12º grado, para padres y docentes, un sector de juegos, links para ingresar en otras páginas para niños del resto de las agencias de espionaje de Estados Unidos, y toda esa gama de promociones normales en cualquier web comercial. Lo más sustancioso, de todas maneras, está en el recorrido por cada uno de los sectores hasta ahora descriptos.
Conviene munirse entonces de un diccionario inglés para los que se le animan al idioma de Maxwell Smart, o recurrir a alguien con algo de conocimiento para los menos avezados. No serán defraudados. Seguridad. “Seguramente has oído de la Agencia Central de Inteligencia”, les dice a los menorcitos, para explicar luego a qué se dedican los espías: “La gente de la CIA hace un importante trabajo. Ellos ayudan a mantener seguro a nuestro país. Dan información a nuestros líderes para que puedan tomar buenas decisiones. Y ellos sienten orgullo por su importante trabajo”. “Mira nuestras páginas y nos conocerás. Si miras con detenimiento, te puedes convertir en un experto en la CIA. Y también tenemos algunas historias cómicas y juegos para ti.” En este sector es que se cuentan historias de los héroes de la división K-9 (se pronuncia kei nains, o sea, caninos).
Entre ellos destacan Arno, Bonja, Ogden y tantos otros que parecen haber cubierto la cuota de patriotismo necesaria como pasar a la fama cibernética. En ese mismo apartado para menores de 5º grado se destaca también la historia de Aerial, una paloma descendiente, asegura, de un palomo bávaro que en la década del ’40 intervino tomando fotos aéreas luego de la creación de la agencia. Secundarios. “Si estás en la escuela secundaria y ya has pensado en una carrera en la CIA –dice la sección para alumnos de hasta 12º grado–, concéntrate en mejorar tus destrezas comunicacionales”. Aclara que se refiere a destrezas en la escritura y en lo oral, con más detalle en el uso de idiomas extranjeros.
Más específicos, teniendo en cuenta que se refieren a estudiantes secundarios, la CIA detalla la forma de acercarse a las oficinas para plegarse a la patriada imperial. Navegando las opciones de este tramo se puede recorrer el museo de la CIA donde pululan armas que envidiaría Bond, por lo menos, y que demuestran que probablemente el creador del superagente 86 se quedó corto en imaginar artilugios bélicos. Entre ellos destaca el UUV (Vehículo Subacuático No Tripulado, en su traducción castellana) que es una especie de bagre mecánico que cuenta con todo tipo de elementos para espiar, sabotear y destruir al enemigo; también se pueden observar microcámaras y minipistolas a granel y también palomas artificiales que cumplen el mismo objetivo.
Teachers. Es bastante jugosa también el área destinada a docentes y padres. Acá se ofrecen, por ejemplo, elementos para armar distintas clases de espionaje para alumnos de diferentes edades. Así, por ejemplo, se puede hacer una clase livianita que explique a los educandos la utilidad de la inteligencia en la guerra (aunque suene a oxímoron, como diría Groucho Marx), con detalles de incidentes resueltos por espías a lo largo de la historia norteamericana. Como para sopesar el talante de la propuesta de CIA Kid’s, es bueno recorrer una clase algo más sesuda, que se propone enseñar a recoger y analizar información.
Clase magistral. “Para comenzar la lección –explica el texto– el profesor repartirá fotocopias del Ciclo de Inteligencia”. Se trata de un material en que se explica en términos sencillos los cinco pasos necesarios en el proceso para culminar un buen trabajo de espionaje:
Planificación y Dirección, Colección, Tratamiento, Análisis y Producción, y Diseminación. “Después –continúa la instrucción– el profesor debería pedir a estudiantes escoger a un padre o el abuelo que ellos pueden entrevistar antes de la siguiente clase y escribir tres párrafos que comparan la vida corriente cotidiana del estudiante con la vida de su sujeto en la misma edad. Para decidir qué preguntas pedir para ver las diferencias de la vida del estudiante con la de su entrevistado en el mismo punto, el profesor debería dividir la clase en pequeños grupos. Los estudiantes pueden constituir una lista de preguntas para juntar la mejor información. Después de unos minutos, cada grupo debería compartir sus mejores preguntas con la clase”.
Parientes. Además de las preguntas que los estudiantes elaboran, insiste el manual docente de CIA para niños, “el profesor puede proveer a los estudiantes de algunas preguntas de entrevista para lograr un mejor objetivo”. En la siguiente clase, el profesor debería dividir nuevamente la clase en pequeños grupos y hacer que los estudiantes comparen sus conclusiones entre ellos y luego confeccionar un informe de grupos para toda la clase. “Pida a estudiantes hablar del proceso de información creciente y del análisis de los datos –recomienda la agencia–. ¿Qué habrían hecho ellos de manera diferente? ¿Lo que deberían haber preguntado, o qué preguntas adicionales faltaron? ¿Qué han aprendido ellos sobre sus vidas cotidianas contra su sujeto?”
Códigos. También hay lecciones de encriptado y desencriptado y acerca de la importancia de que la comunicación sea exacta, para no equivocar la decisión en función de un mensaje mal transmitido por cualquier causa. Este tramo puede estar acompañado por juegos que se agregan en la misma página, donde se pueden armar mensajes en clave o detectar la clave con que podrían haber sido confeccionados distintos mensajes. Luego de tan sustanciosas lecciones, entonces, el navegante web puede descansar algo sumergiéndose en el área de juegos, Allí se puede encontrar desde rompecabezas para armar el logo de la CIA en dos opciones, easy o hard, o analizar fotos aéreas de una ciudad.
En necesario reconocer acá que resulta muy interesante el planteo, que consiste en deducir a qué hora del día corresponde la toma fotográfica, a qué mes del año, a que profesión pueden pertenecer los diferentes personajes que aparecen. También se puede ver otro juego en que se deben descubrir imágenes encubiertas en otras fotos cotidianas de una ciudad cualquiera. Es similar al Juego de las 7 diferencias”, con la particularidad de que cada escena describe una situación de espionaje o una posible amenaza. En definitiva, los niños pueden recorrer estas bonitas páginas para divertirse y probar su interés en servir a la bandera de las barras y las estrellas. Y a los no tan chicos a jugar a ser espías por un rato. Si es que no los intranquiliza el antecedente de lo que es y lo que representa la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.

martes

Sobre la muerte de Kirchner: El cincel de la historia

Murió en su ley. Con las botas puestas. Porque no había nacido para ser viejo. No se cuidaba, era como un chico grande. Creía que iba a ser eterno. Tenía la enfermedad del poder. No todas estas frases fueron dichas por admiradores del ex presidente con la garganta estrujada de dolor. No todas fueron dichas por enemigos que vivaron a la muerte, pero todas, de algún modo, reflejan las primeras horas de estupor por la noticia de que Néstor Kirchner había dejado de existir a las 9,15 del 27 de octubre de 2010.
Todas, de algún modo, proyectaron el perfil de quien acababa de irse de este mundo, pero –como el modelo de país que comenzó a delinear desde que asumió el poder–, este es un trazo aún provisorio. A partir de ahora, cuando su vida física concluyó definitivamente, comenzará a construirse el rasgo definitivo de quien protagonizó los últimos siete años de la lucha política argentina.
Poco agregará a ese dibujo precario que Néstor Carlos Kirchner Ostoic nació el mismo día que José de San Martín, 25 de febrero, pero de 1950, centenario de la muerte del Libertador. En la inhóspita Río Gallegos, de padre de origen suizo alemán y madre chilena de familia croata. Que, ya militante político, coincidió con otra integrante de la Juventud Peronista, Cristina Fernández, en la facultad de Derecho de la Universidad de La Plata.
Él tenía 25 años, ella 23, y muy pocos meses después de casaron con la marcha peronista de fondo, para instalarse –tiempos difíciles– en Santa Cruz, ya abogados. Desde entonces consolidaron, a lo largo de 35 años, una sólida pareja con la que construyeron una familia y un espacio político de una firmeza que no cuenta con tantos antecedentes en el mundo.
Esa fortaleza permitió que con muy poco, casi nada, Néstor ganara la intendencia de la capital santacruceña en 1987. Fue desde esa debilidad que edificó su plataforma para ganar la gobernación cuatro años más tarde. Paralelamente, Cristina era elegida diputada provincial, con lo que iniciaría un camino que la llevaría luego al Senado de la Nación.
Kirchner fue dos veces gobernador y también con muy poco, casi nada, llegó a la presidencia para suceder a Eduardo Duhalde, cuando todavía faltaban algunos meses para completar el período de Fernando de la Rúa.
Dicen los encuestadores que esa vez, segundo de Carlos Menem por centésimas, pero ganador por huida del riojano, quedó relegado en votos no tanto porque no lo quisieran como porque no lo conocían. Cristina se había ganado un espacio en los medios como hábil polemista y ácida antimenemista. Kirchner aparecía como «el Chirolita de Duhalde» y, con más mordacidad, bajo las polleras de su esposa.
La gestión desde la Casa Rosada fue mostrando un rostro diferente a medida que iba desplegando su proyecto político. No importa en estas líneas tanto lo que hizo sino el cómo lo hizo, porque los hechos trascendentes de su presidencia siempre estuvieron marcados por ese toque de fervor, de riesgo, de audacia que lo caracterizó hasta el final. Desde esa primera imagen de su frente ensangrentada por una cámara de fotos inoportuna cuando se arrojaba sobre la multitud, el mismo 25 de mayo de 2003.
Al principio, los medios y la clase a la que representan, acompañaron esas muestras de empuje y vitalidad. Y apoyaron –bien que a regañadientes– el cambio en la Corte Suprema, las primeras medidas para estabilizar la economía, la negociación por la deuda externa, el acercamiento a los países latinoamericanos.
Pero luego, discretamente, el vigor empezó a ser interpretado como crispación, la insistencia como empecinamiento, los éxitos económicos como un viento de cola favorable, y de hombre dominado por los compromisos políticos viró en autoritario hegemónico.
Kirchner fue mostrando entonces que había nacido para la guerra. «Si querés cambiar algo, tenés que enfrentarte a los poderosos. No se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos», parafraseaba al creador de su partido.
Desde ese momento, su sistema de alianzas se fue modificando. Y los enemigos fueron dibujando al otro Kirchner: en su intento de limar sus logros, fueron fortaleciendo su camino hacia certezas desempolvadas de aquellos setentas casi olvidados.
Muchos, entonces, se alejaron, temerosos de una vuelta a un pasado al que temían; pero otros se fueron acercando, esperanzados en que algo se podía construir desde aquellas derrotas, incluso sin ser peronistas y sin haber creído demasiado en él.
El momento del quiebre fue, claro, la crisis de 2008 por la resolución 125, cuando ya había dejado el cargo en manos de Cristina. Y el cierre irreversible con el primer Kirchner fue un año más tarde, cuando por muy poco perdió en las legislativas.
Desde ese momento, a Néstor se lo encontró en la urdimbre política del día a día para remontar la cuesta, pero sin renunciar a lo conquistado. Pudiendo pactar con los medios y el establishment para permanecer, se la jugó por enfrentarlos, por seguir poniendo sangre y vena a su apuesta por un futuro diferente.
No habían pasado dos horas de la noticia de su muerte cuando esos medios a los que había combatido comenzaron a enviar sus mensajes solapados de venganza. Y en Wall Street, donde ni siquiera intentan la elegancia, fueron contundentes: las acciones y los bonos argentinos subieron su valor porque ahora perciben tiempos de cambio y «la oposición es más amistosa con los mercados», según declaró un analista al Financial Times.
A esa misma hora, otros descubrieron con pavor que era una enorme pérdida. Que no era simplemente la muerte de un ex presidente. Que no lo votaron ni lo hubiesen votado, pero que queda un hueco y un interrogante intranquilizador.
Quién sabe quién fue el Néstor Kirchner de carne y hueso, ese que desoyó los consejos de cuidarse cuando su cuerpo abundaba en señales de que no podía más. Aunque ahora, con esos retazos de su paso por este mundo, y cuando en la Plaza de Mayo todavía resuenan las voces de una muchedumbre dolorida pero firme, comienza la construcción de ese otro perfil.
El que talla el cincel de la historia.


Revista Acción
1 Noviembre 2010