sábado

Caminos equivocados

Al principio, las palabras del presidente francés, Nicolas Sarkozy, fueron todo elogios para el acuerdo alcanzado luego de durísimas negociaciones que terminaron con una quita del 50% a la deuda griega, sumada a un incremento en el fondo financiero de equilibrio y una recapitalización a los bancos en riesgos en el continente.
“De no haberlo hecho, no sólo Europa, sino todo el mundo hubiera ido hacia la catástrofe”, dijo Sarkozy a un programa de la televisión gala en horario central. El mandatario afirmó luego que las naciones de la Eurozona ya pagaron “las consecuencias de esa crisis en los últimos meses”. Pero justificó el costo del rescate con una alegoría hogareña. La UE, aseguró, se ha visto ante un “problema moral: Europa es una familia (...) y si cuando un miembro tiene problemas se le deja caer, ¿qué mensaje se envía?”, se preguntó.
Pero a continuación descargó culpas hacia la dirigencia de principios de siglo, cuando el país helénico dejó de lado el drama e ingresó al mundo del euro. “Fue un error haber dejado entrar a Grecia, porque entró con cifras que eran falsas”, descargó el francés.
La jugosa entrevista también sacó a relucir el papel de las agencias de calificación en el proceso de aumento de la burbuja que terminó en una explosión en cadena en los países desarrollados que todavía no se sabe cuándo terminará. “El problema no son las agencias de calificaciones, sino nosotros, que gastamos demasiado”, añadió el inquilino del Elíseo.
Extraña defensa de las calificadoras, cuando desde hace meses los gobiernos europeos están despotricando contra esas instituciones que en las últimas décadas vienen cumpliendo un rol determinante en la circulación de inversiones alrededor del mundo.
Pero también en la profundización de las crisis, como curiosamente advertían en mayo de 2010 el propio Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel, cuando las principales de este selecto club de evaluadoras, Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch, descargaban su artillería contra la debilidad de la economía griega para hacerse cargo de sus deudas.
“La decisión de las agencias de rebajar la calificación de Grecia nos lleva a considerar el rol de esas consultoras en la transmisión de las crisis”, deploraron los líderes en una carta conjunta al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
No por casualidad estas agencias son las mismas que desde fines de septiembre vienen bajando regularmente las deudas estatales y de privados de España e Italia, los dos países que siguen en la lista de las naciones más comprometidas con el pago de la deuda y la posibilidad de caer en default.
No se necesitaba que Sarkozy lo dijera en la tevé francesa. Que Grecia estaba floja de papeles como para entrar en la zona euro se sabía desde hace tiempo. Al punto que en febrero de 2010 una investigación del diario estadounidense The New York Times había revelado que Atenas pudo birlar los estándares de la rígida disciplina económica de la Eurozona mediante un entramado de ingeniería financiera armado por los bancos de inversión Goldman Sachs y JP Morgan, con el beneplácito del gobierno del entonces primer ministro conservador Konstantin Karamanlis. Juntos elaboraron la estrategia para dibujar descaradamente los datos de la economía, cuestión de ocultar el monto de la deuda real.
Con la base de los números artificiales y el guiño cómplice y favorable de las calificadoras, los inversores de todo el mundo no dudaron en fondearse con los “ultraconvenientes” bonos helénicos. El diario explicaba entonces algunos de los subterfugios para esquivar los controles legales.
*Goldman Sachs –el banco de inversiones que tiene un porcentaje de acciones del Grupo Clarín en la Argentina– colocaba bonos de deuda griega y entregaba al gobierno contratos de derivados, para reducir el impacto de las fluctuaciones en el tipo de cambio.
*Atenas emitía además deuda en monedas distintas al euro, y se contrataban seguros con los bancos de inversión. Pero según el diario neoyorquino, el secreto del éxito de esta maniobra fue que alteraba artificialmente el tipo de cambio al que se firmaban los contratos, con lo que en la práctica recibía más dinero del que nominalmente figuraba como deuda emitida.
De este detalle nada dijo Sarkozy en la entrevista, y es extraño que no le haya llegado un brief de prensa en aquel momento. O pasa que tiene compromisos con Goldman Sachs que se lo impiden.
Porque es bueno recordar que en mayo pasado, Sarkozy tuvo una gravitación determinante para la elección del italiano Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo, la entidad que regula el flujo de moneda entre los miembros de la Eurozona, en remplazo del francés Jean-Claude Trichet. Draghi es “un hombre de calidad” para el puesto, alentó Sarkozy tras una reunión con Silvio Berlusconi.
El dato es que Draghi, un ortodoxo neoliberal, fue vicepresidente para Europa del Goldman Sachs ente enero de 2002 y enero de 2006. O sea que el primer mandatario galo apoyó a uno de los hombres que participaron desde su modesto lugar para construir ese enorme dibujo financiero que terminó por poner en riesgo la totalidad del sistema armado en torno de una moneda común y al que ahora criticó ante una millonaria audiencia.
Para el Nobel de Economía Paul Krugman, el problema del euro fue, no tanto el diseño de una moneda creada para cumplir los sueños hegemónicos de Alemania, como que incorporó a socios menores de un modo demasiado apresurado.
“La élite de la política europea debe cargar con la responsabilidad: ella empujó con firmeza hacia la moneda única, desatendiendo advertencias que señalaban que exactamente este tipo de cosas (la crisis) podían suceder”, escribió el galardonado economista.
La otra parte de los acuerdos que permitieron salvar la ropa en Grecia –por el momento– es que los otros países al borde del abismo, como España e Italia, profundicen sus recortes presupuestarios. Increíblemente, porque es la política que ya fracasó en Grecia desde que se publicara aquel informe del New York Times.
Y los resultados se encaminan hacia el mismo rumbo. España ya tiene una tasa récord de 5 millones de desocupados y no hay visos de que recupere en el corto plazo. En Italia, mientras tanto, la UE pidió concretar “los compromisos que ha asumido, y que lo haga siguiendo un calendario claro”. Entre esos compromisos, que las autoridades paneuropeas piden acelerar de una buena vez, hay una que con el argumento de que incrementarán la competitividad y liberalizarán la economía, obliga a una profunda reforma del mercado laboral que contenga “una nueva reglamentación de los despidos por motivos económicos en los contratos de empleo de tiempo indeterminado”. Esto es que, además de contemplar para un despido una “justa causa o un motivo justificado”, el nuevo estatuto deberá incorporar una cláusula que permite hacerlo por razones de índole económica.
El camino seguido por las élites europeas entonces es más de lo ya conocido en otras épocas de la Argentina: ajuste, flexibilización laboral, baja de la calificación de la deuda, default.
Lo increíble es que vuelvan a insistir en ese camino tan trillado como errado.

Tiempo Argentino
Octubre 29 de 2011

Los límites de la guerra

No sabemos cómo murió. Y hay que investigarlo”, se plantó el portavoz del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Naciones Unidas, Rupert Colville, después de que los funcionarios del área observaran por tevé esos últimos minutos en la vida del ex hombre fuerte de Libia, Muammar Khadafi. Colville añadió que todo les había resultado “muy intranquilizador”.
Amnistía Internacional también pidió una investigación seria e imparcial sobre la muerte del raïs, contrastando las imágenes que quedaron grabadas en los celulares de algunos de los milicianos que estuvieron en el refugio donde fue capturado Khadafi con la versión oficial que dieron las autoridades del Consejo Nacional de Transición, que se erigió en protagonista de los alzamientos contra el régimen de Trípoli.
Más allá de las certezas de que el coronel fue ejecutado sumariamente, quizás por algún exacerbado opositor, el que aparece como jefe del CNT, Mustafá Abdel Jalil, dio una lacónica explicación sobre el operativo en Sirte. “Hemos estado esperando este momento por mucho tiempo.”
Las últimas imágenes conocidas muestran el cuerpo sin vida de Khadafi, torso desnudo y ensangrentado, echado sobre un colchón en el piso del freezer de un centro comercial en Misurata. Se dijo que permanecerá allí hasta que inspectores de los organismos internacionales hagan su revisión y den el visto bueno –o eventualmente fustiguen– las acciones de los milicianos y de los nuevos jefes del gobierno provisorio.
Mientras tanto, desde todos los rincones del planeta, aparecen voces de beneplácito por la eliminación del hombre que gobernó durante 42 años en el país norafricano. Y otras que cuestionan severamente la política emprendida por la OTAN y los Estados Unidos de invadir países considerados enemigos y deshacerse de personajes molestos sin reparar en leyes y normativas internacionales en vigencia.
En los Estados Unidos se anotaron prolijamente esas divergencias. El que lo explica es Ben Feller, de la agencia Ap: “La doctrina del presidente Barack Obama para encarar a los enemigos de los Estados Unidos acaba de superar otra prueba con la muerte del dictador libio Muammar Khadafi y, para él, es otra convalidación de su política en materia de seguridad internacional.”
El mensaje para la sociedad sería que Washington, desde que está en el gobierno el primer presidente interétnico, puede hacer este tipo de operativos militares a un costo político, por lo que se está percibiendo, muy beneficioso. Lo que a esta altura conforma una doctrina, definida en términos de un “estilo Obama”, que consistiría lisa y llanamente en “despachar enemigos sin embarcar a los Estados Unidos en una guerra”. Cualquiera podría haberlo dicho más alto, pero no más claro. El vicepresidente Joe Biden fue todavía más preciso: “Es una receta más de cómo encarar al mundo a medida que avanzamos más allá de lo hecho anteriormente.”
Por esa razón, se especula, Obama se presentó triunfal en los jardines de la Casa Blanca para informar sobre la muerte de Khadafi, en un año donde ya se sacó de encima a Osama bin Laden y a otros dos líderes de Al Qaeda sin despeinarse.
En un sistema presidencialista tan acotado como el de los Estados Unidos, donde las relaciones exteriores son prácticamente el único ámbito en el que el Ejecutivo puede tomar decisiones sin encontrarse con la férrea oposición parlamentaria, estos son los únicos momentos de disfrute de Obama.
En coincidencia con el compañero de fórmula del demócrata, Aaron Miller, quien fuera asesor de política internacional de media docena de secretarios de Estado, subrayó la importancia si se quiere económica de la doctrina Obama, que implica una “inversión relativamente de bajo costo para los Estados Unidos”.
El habitualmente bien informado analista Leslie Gelb, del influyente Council on Foreign Relations (CFR), teme en cambio que a largo plazo esta estrategia repercuta en forma negativa sobre la continuidad del mandatario en 2012. “La gente va a empezar a debatir si debemos o no estar jugando este papel en la eliminación de los dictadores, y pronto se dará cuenta de que esta política está llena de contradicciones.” Como que por ejemplo, la dinastía saudita es también una dictadura “¿Vamos a entrar y ayudar a acabar con ellos?”, se pregunta insidiosamente Gelb.
“Yo diría la primera lección que aprendimos en Libia es que la OTAN funciona, que rápidamente podemos concretar una estrategia real y efectiva para apoyar, en este caso, las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, terció el comandante supremo aliado de las tropas de la organización atlántica en Libia, el almirante estadounidense James Stavridis, un personaje con un gran futuro dentro en el sistema de defensa de los Estados Unidos.
Más allá de críticas puntuales a la colaboración que recibió de algunos países que forman la OTAN, que no estuvieron de acuerdo con la intervención y por lo que desliza Stavridis lo hicieron notar, el marino –apasionado de Facebook y Twitter– destacó que “la OTAN tiene un papel que desempeñar en el mundo, ese tipo de papel para el bien, y creo que seguiremos haciéndolo”.
Pero la crisis económica no perdona y los mismos que adhieren a la política exterior de Obama, que incluso suena a más radical de lo que prometen los Tea Party, sospechan que a menos que cambien algunas variables en el bolsillo de los estadounidenses, el presidente se las verá difíciles para continuar en el Salon Oval por otro período.
Por lo pronto, a un día de la muerte de Khadafi, los republicanos le bloquearon la “primera pieza” en el andamiaje preparado para el plan de creación de empleo por casi medio billón de dólares anunciado hace unas semanas.
La cosa es así: como la oposición es reacia a darle la firma, los demócratas decidieron enviar el proyecto en partes. Ayer debía aprobarse un primer tramo de 35 mil millones para que los estados más castigados por la crisis contraten maestros, policías y bomberos que habían despedido meses atrás. Pero ni ese tramo pasó el veredicto del Capitolio.
El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, fue lapidario al explicar el rechazo: “El presidente quiere poner impuestos permanentes a unos 300 mil propietarios de negocios en los Estados Unidos para luego usar ese dinero en rescatar a ciudades y estados que no pueden pagar sus cuentas.”
En Europa, donde los mandatarios aplaudieron a manos rojas este desenlace en Libia, tampoco están mejor y las agencias calificadoras son las que cumplen el rol de los malos de la película. Ahora, la vieja y conocida Standard & Poor´s dijo que si todo se sigue desbarrancando, la deuda de Italia podría perder dos grados y la de Francia caería uno.
Pero además, franceses y alemanes muestran cada vez más abiertamente sus desacuerdos entre ellos y con el resto de los países de la Eurozona para encontrar una salida a la debacle generalizada.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, que esperaba recuperar protagonismo con su decidida participación en el operativo en Libia y el nacimiento de su hija con Carla Bruni, tampoco tiene mucho para mostrar ante un electorado que parece inclinarse cada vez más a votar un sucesor socialista.
En España, el país más castigado por la crisis después de Grecia, el oficialismo espera refrendar en las urnas alguna recuperación luego de que los separatistas de ETA anunciaran el fin de la lucha armada.
En la guerra y el amor, dicen, todo vale. Pero para algunas batallas hay límites.

Tiempo Argentino
Octubre 22 de 2011

Preparativos bélicos

Habrá terminado la carrera política del ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez por un molesto exabrupto? ¿Será su repentina y urgente caída, como algunos arriesgan, un indicio de que se avecinan tiempos difíciles para el Frente Amplio, de cara a la renovación presidencial en 2014? ¿O es que Vázquez es el representante de otras épocas para la izquierda latinoamericana que ya no tienen lugar en los tiempos que corren hoy día en el continente?
Estas y otras preguntas comenzaron a circular en ambas márgenes del Plata luego de que el primer presidente de la coalición que las fuerzas progresistas uruguayas pacientemente fueron construyendo desde el verano de 1971, removiera las habitualmente tranquilas aguas que circulan entre ambos territorios.
El incidente, como se recordará, ocurrió durante un encuentro en el Colegio Monte VI, de Luis Cavia y Santiago Vázquez, en Montevideo.
Era una charla sobre “el arte de gobernar” para un puñado de alumnos y egresados de esa prestigiosa institución. Al ciclo habían asistido en distintas oportunidades Jorge Battle, Luis Alberto Lacalle y dirigentes políticos de pelambre tan diversa como Pedro Bordaberry y Eleuterio Fernández Huidobro, hijo de dictador cívico-militar uno, ex tupamaro el otro.
No había razones para negarse a asistir a la conferencia, habrá pensado Vázquez cuando recibió la invitación.
Poco importaba que la escuela fuera una institución de carácter religioso. La esposa de Tabaré, María Auxiliadora Delgado San Martín, es, después de todo, una ferviente católica, al punto de haber insistido para representar a su país como primera dama en las exequias del Papa Juan Pablo II, en representación de su marido, a semanas de que el FA tomara el gobierno por primera vez en su historia, destronando al tradicional bipartidismo uruguayo. Tampoco pareció relevante que fuera el único colegio ligado abiertamente al Opus Dei.
Es más, cuentan algunos de los asistentes a la charla, que se lo veía tranquilo y despreocupado a Vázquez. “El clima se prestó para entrar en confianza, hacer chistes y tener un diálogo ameno, por lo que Tabaré se sintió descontracturado”, señaló Augusto Dell’Ava a un portal montevideano.
El hombre quería explicarse lo inexplicable, por eso señaló que en el momento culminante de la exposición –que como no podía ser de otro modo– estaba siendo grabada por algún celular, Tabaré no midió sus palabras. Sonaría extraño que un político no tenga la certeza de que siempre alguien en algún lugar está registrando lo que ocurre por un medio electrónico. Así son las cosas en estos días. Pero cada tanto aparece una inconveniencia que sorprende al público ávido de sincericidios.
El caso es que Tabaré cometió su gran error de la noche, como analizaba Manrique Salvarrey, oriental de Treinta y Tres, con un rico historial en las luchas políticas de su patria que se espera decida publicar algún día. Porque mencionar aquellos momentos críticos del corte del puente internacional en Gualeguaychú y decir que su gobierno tomó como hipótesis de conflicto una posible guerra con la Argentina es una desmesura entendible en el marco de los protocolos del buen gobierno al uso en las escuelas del Opus Dei.
Pero señalar que llamó a la ex secretaria de Estado Condoleeza Rice para que le avisara al presidente George W. Bush de que si las cosas se complicaban le iba a pedir ayuda, es demasiado.
Para ponerlo más claro: que un gobernante de izquierda aceptara haberle pedido a principios de 2007, año y pico después del No al Alca de Mar del Plata, unas palabras de apoyo, es políticamente suicida. Aunque George W. dijera simplemente que Uruguay es amigo y socio de los Estados Unidos, cosa que en esta orilla entendieran que había espaldas para aguantar cualquier presión sobre la pastera Botnia. No en ese momento.
Como tampoco podía ser de otro modo, al otro día el tosco video con las palabras rasposas pero contundentes de Tabaré circuló por la Web y los canales de televisión se engolosinaron con una nueva escalada verbal de un oriental contra los “occidentales”.
Todos recordaron el antológico “los argentinos son una manga de ladrones, del primero al último” de Jorge Batlle. Pero incluyeron malamente a un José Mujica haciendo pullas sobre la “porteñada” que año a año invade Punta del Este, más algunas perlitas del actual presidente sobre características destacadas de peronistas, radicales y dirigentes rurales.
Mujica es el mismo que estableció una relación de profunda amistad con la presidenta Cristina Fernández al punto de haber firmado una serie de acuerdos de relevancia hace un par de meses que los grandes medios ningunearon con titulares del tipo: “Cristina y Mujica hablaron de un Mundial y de un tren binacional” (Clarín del 3 de agosto). Cuando habían dado la puntada final para poner en marcha la conexión ferroviaria entre los dos países por sobre el dique de Salto Grande luego de tres décadas. Y se habían puesto de acuerdo para organizar un campeonato mundial en conjunto.
Con cierta ironía se dice que los más grandes artistas argentinos suelen ser uruguayos, al igual que los jugadores, que pasan de inmediato a la categoría de “rioplatenses”. Pero claro, está ese pequeño problema cada vez que juegan once con la blanquiceleste contra once con la celeste plena sobre el verde césped. Y allí, por un par de horas, no hay amistad que valga.
¿Qué mejor muestra de hermandad que organizar en conjunto un campeonato mundial? Y más para el Bicentenario uruguayo. Mujica acostumbra decir que la Argentina es el único país donde los uruguayos no se sienten extranjeros. Uruguay, también, es el único país donde los argentinos no se sienten extranjeros. Y al que siempre se vuelve.
En cuanto a eso de porteñada… a quien escribe, recorriendo la tradicional feria de Tristán Narvaja, en Montevideo, le tocó observar la división que hacía un vendedor callejero en las cajas de cartón reforzadas con cinta de plástico donde exhibía discos de vinilo al público comprador: Clásico, Tango, Folklore, Porteñada. En este insólito rubro incluía “long plays” de Palito Ortega, de Sandro, de Violeta Rivas.
Pero el problema no es la porteñada, ni el despropósito de Tabaré, sino la posición que reflejan las palabras del ex mandatario y el espíritu de gran parte del establishment en las dos orillas. Porque en una frase inoportuna resurgió el relato de enfrentamientos imposibles, de guerritas ridículas, parafraseando al humorista Santiago Varela, entre países que –como recuerda Mujica– fueron paridos por el mismo vientre.
Este tipo de enfrentamientos suelen resaltarse también con Brasil, otro socio en el Mercosur y la Unasur, por disputas comerciales. Son controversias que, más que peleas reales y definitivas, evidencian la voluntad de quienes cuentan la historia de que la región no sea más que un rosario de naciones mezquinas, desconfiadas, individualistas, que no pueden caminar juntas. Lo contrario de lo que se viene construyendo en estos años, a pesar del freno que en su momento significó el conflicto por las pasteras.
Un conflicto que trabajosamente argentinos y uruguayos fueron echando al olvido porque, entre otras aberraciones, hubiese sido una guerra por intereses ajenos.

Tiempo Argentino
Octubre 15 de 2011

El Nobel, un premio controvertido

El premio Nobel de la Paz se entrega desde 1901 a quienes hayan hecho alguna contribución para el fin a las guerras y la destrucción entre los seres humanos. Enrevesada forma de entender su aporte a la conservación de la especie del inventor de la dinamita, el sueco Alfred Nobel. Como sea, el galardón de este año fue para tres mujeres. Una de ellas, la más joven, porque participa en movimientos contra la tiranía que asuela su país desde que ella nació. Las otras dos, porque al igual que Lisístrata, el personaje de la comedia de Aristófanes, utilizaron su sexo para poner fin a una guerra. Mejor dicho, decidieron dejar de utilizarlo hasta que los hombres no pusieran fin a una guerra civil que había dejado un saldo de no menos de 200 mil muertos al cabo de casi 15 años.
Pero como nada es tan transparente como nuestras mentes sencillas quisieran, en el caso de Ellen Johnson Sirleaf, de 72 años, el premio levantó sospechas. Porque es la presidenta de Liberia, ese país africano creado por Estados Unidos en 1847 para reenviar a los esclavos libertos en un extemporáneo viaje a sus orígenes. Y el martes hay elecciones en las que podría ser reelecta. A la oposición, le sonó a una pequeña ayudita noruega.
La presidenta es conocida en el mundillo internacional como La Dama de Hierro. Un poco por sus convicciones, y otro por su formación de economista en Harvard y sus antecedentes como directiva del Citibank en Nairobi y en el Banco Mundial. Estuvo dos veces exiliada por los vaivenes de la política liberiana y en uno de sus regresos trabajó para Charles Taylor, pero se fue del gobierno a tiempo como para no quedar pegada en los delitos de lesa humanidad por los que el tirano es juzgado en la Corte de La Haya.
Su colega en la premiatura, Leymah Roberta Gbowee, de 39 años, es la activista que puso en marcha la protesta tipo Lisístrata que consiguió terminar con la segunda guerra civil liberiana, en 2003, y que mucho ayudó a que Johnson Sirleaf llegara al poder, en 2006.
La propuesta de huelga sexual había sido lanzada en 2002 y logró que mujeres de todas las etnias y confesiones tomaran parte de las negociaciones de paz. Se ignora si para unirse hicieron el juramento que proponía la comedia griega (“No tendré relaciones con mi esposo o amante aunque venga en condiciones lamentables”). Pero al menos en esa cuestión, el país parece haberse encaminado hacia una convivencia civilizada. Es en el aspecto económico y político donde la gestión de la Dama de Hierro parece no haber rendido los mismos frutos.
La tercera galardonada por el Comité noruego es la yemení Tawakkul Karman, nacida en 1979, titular del grupo de Derechos Humanos Mujeres Periodistas sin Cadenas y una de las activistas más destacadas contra el régimen de Ali Abduláh Saléh. El premio, como ella misma se encargó de destacar, es a la llamada Primavera Árabe, la ola de levantamientos iniciada a fines del año pasado en Túnez y que se extendió por el norte de África hasta Yemen poco más tarde.
Desde que se creó este premio en particular, los debates en torno de los galardonados no cesan de desplegar ríos de tinta. Porque ya en 1906 lo recibió el presidente estadounidense Theodore Roosevelt, “Por su exitosa labor de mediación para finalizar la Guerra Ruso-Japonesa”, dijo entonces el considerando. Ese Roosevelt es el mismo que estableció la política del Gran Garrote, para manejar las relaciones exteriores de su país con el resto de los países del continente y sobre todo de las naciones del Caribe.
En 1919 lo ganó el también presidente Woodrow Wilson por su impulso a la creación de la Sociedad de Naciones, el antecedente más directo de las Naciones Unidas, de la que sin embargo su país nunca formó parte. Es el mismo Wilson que en 1914 ordenó invadir México para sacar del poder a Victoriano Huerta y poner a Venustiano Carranza, en 1915 ocupó Haití, y un año más tarde hizo lo propio en República Dominicana.
Luego de la Gran Guerra, entre 1926 y 1931, fueron recibiendo el Nobel los funcionarios de todas las naciones que establecieron las condiciones para la paz tras la derrota de Alemania. Entre otros, se llevaron uno el canciller francés Aristide Briand y otro el secretario de Estado de EE UU, Frank Billings Kellogg, propulsores del Pacto Briand-Kellogg, que comprometía a no recurrir a la guerra para resolver los conflictos entre las naciones firmantes. No está de más recordar que poquitos años después, Adolf Hitler llegaría al poder en una Alemania devastada por los pagos de las indemnizaciones de guerra y se desataría la Segunda Guerra Mundial.
Como luego de la batalla lo que queda por hacer es reparar los daños, en 1953 recibió el galardón el general estadounidense George Catlett Marshall, quien fuera jefe del Estado Mayor de las tropas que derrotaron al Eje y luego promovió el famoso Plan Marshall, para la reconstrucción de Europa.
Hubo otros premios polémicos, como el que le dieron al ex secretario de Estado Henry Kissinger en 1973, por la firma de los acuerdos de paz de EE UU con Vietnam. Lo compartió con el general Le Duc Tho, que se negó a recibirlo porque dijo que la paz aún no había llegado a su país. Y era cierto.
Pero también es verdad que en muchos casos, el Nobel fue un gesto simbólico que sirvió para alentar a quienes luchaban frente a los abusos y las violaciones de los Derechos Humanos. Como el que en 1980 se le entregó al argentino Adolfo Pérez Esquivel, por su lucha contra la dictadura militar.
Otro argentino había recibido la distinción, en 1936. Fue el canciller Carlos Saavedra Lamas, que tuvo una activa participación en el armisticio que puso punto final a una guerra entre Paraguay y Bolivia desatada por la avidez de las empresas petroleras que causó heridas muy difíciles de reparar entre dos pueblos hermanos.
Otros estadounidenses fueron condecorados en estos 110 años. Como el ex presidente Jimmy Carter, en 2002, “por sus décadas de esfuerzo incansable para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, y promover la democracia y los Derechos Humanos, así como el desarrollo económico y social”. O el ex vicepresidente Al Gore, en 2007, “por sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el cambio climático provocado por el hombre, y para sentar las bases de las medidas”.
Pero el más controvertido sin dudas es el que en 2009, recién asumido, recibió Barack Obama. “Sólo muy rara vez una persona tiene el mismo alcance que Obama ha tenido al capturar la atención del mundo y brindarle a su pueblo la esperanza de un futuro mejor”, explicó entonces el Comité. Fue un Nobel al anhelo de que un mandatario estadounidense pudiera efectivamente contribuir a la paz mundial, en vista de que ocupan físicamente gran parte del planeta.
Sin embargo, cuando se cumplen diez años de la invasión a Afganistán, y cuando aún no hizo honor a su promesa de clausurar la cárcel de Guantánamo, Obama no considera lesivo para la paz internacional ordenar asesinatos selectivos en cualquier parte del mundo, como ocurrió hace unos días, cuando fueron muertos dos ciudadanos de Estados Unidos, miembros de la red Al Qaeda. Eliminados sin juicio previo en Yemen, la patria donde Tawakkul Karman clama por libertades, gobernada por uno de los más fieles aliados de Estados Unidos.

Tiempo Argentino
Octubre 8 de 2011

Los confines del desarrollismo

El desarrollismo fue una teoría económica muy en boga en los años ’60 en este rincón del mundo. Era un intento de revertir el atraso de buena parte de los países del continente y de insertarlos en la senda del crecimiento con una fuerte presencia del Estado. Fueron exponentes el presidente argentino Arturo Frondizi y el brasileño Juscelino Kubitschek, pero detrás hubo una lista enorme de estudiosos de la talla de Julio H. G. Olivera y Raúl Prebisch entre los vernáculos, junto con Celso Furtado y Fernando Henrique Cardoso entre los brasileños.
Personaje clave en los cambios de tendencia fue Cardoso, que cuando asumió el poder, en 1995, tiempos de neoliberalismo brutal, recomendó que olvidaran lo que había escrito 30 años antes.
Pero las políticas económicas de esa década desembocaron en la crisis de 2001, y la ortodoxia económica, impuesta a sangre y fuego durante la retahíla de dictaduras de los ’70, chocaron con la cruda realidad de pueblos indignados de tanto ajuste y miseria.
Es así que de un modo categórico a partir de 2003, cuando FHC le calzó la banda presidencial a Lula da Silva y en Buenos Aires Néstor Kirchner jugueteaba con su bastón de mando, se comenzó a desplegar una nueva forma de resolver las inequidades y fomentar el crecimiento de los países.
No fue casualidad que esa nueva forma de ver las cosas se fuera expandiendo al calor de una serie de gobiernos que algunos llaman progresistas y otros prefieren incluir en aquel viejo tronco sesentista para catalogarlos como neodesarrollistas. Las diferencias entre la nueva versión y el original son importantes, pero se mantienen algunas de aquellas características y para muchos sectores de izquierda el grado de aproximación al neodesarrollismo suele servir para medir qué tan revolucionario es un gobierno o cuánto de reformista mantiene en sus entrañas. Y en casos extremos como Venezuela o Bolivia, el análisis pasa por afirmar que Hugo Chávez o Evo Morales fluctúan entre movidas revolucionarias y aplicaciones desarrollistas.
Por estos días el término se utilizó con bastante asiduidad para dar cuenta de la represión policial a una marcha de indígenas de la Amazonía boliviana que se oponen a la construcción de la ruta que cruza el Territorio Indígena y Parque Natural Isiboro Sécure (TIPNIS), donde viven unas 64 comunidades de moxenos, yuracaré y chimanes que subsisten de la agricultura, la caza y la pesca y no tienen la menor intención de que su hábitat se destruya con el paso de la civilización.
La ruta es un viejo proyecto de unir por tierra el Atlántico con el Pacífico. En el año 2000, siendo Cardoso presidente, los mandatarios sudamericanos coordinaron la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). Todos empapados de neoliberalismo y cultores del Consenso de Washington. Bolivia, por ejemplo, tenía como representante al general Hugo Banzer, otrora dictador, ahora surgido de elecciones.
Los actuales presidentes consideran a la IIRSA importante para la integración física. Y Evo Morales llegó a aplaudir la idea de unir geográficamente Brasil, Bolivia, Chile y Perú en un camino bioceánico.
El problema es que en el caso concreto de TIPNIS, las comunidades autóctonas alegan que no fueron consultadas como manda la legislación surgida con la creación del Estado Plurinacional. Que el proyecto no respeta siquiera los postulados de la Madre Tierra, uno de los ejes del gobierno de Evo, ni el concepto indígena del Buen Vivir, que propone una existencia en armonía con el ecosistema.
Para el gobierno, en cambio, han sido influenciados por ONG ligadas a la Embajada de Estados Unidos que aprovechan la situación para limar el proceso de cambio más formidable en esa Nación. Que corren por izquierda para terminar haciendo el caldo gordo a la derecha, como ya ocurrió tantas veces en el pasado boliviano.
De algo así se quejaba en marzo pasado el ecuatoriano Rafael Correa cuando la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) lo denunció como genocida por amenazar el hábitat de los pueblos tagaeri y los taromenane con la explotación petrolera en sus territorios. Correa y la CONAIE están enfrentados desde hace por lo menos tres años también por proyectos de desarrollo de la minería y de manejo del agua.
Dilma Rousseff también tuvo su cuota amazónica ni bien asumió el poder, a principios de este año. Fue en marzo, cuando organizaciones de pobladores entregaron casi medio millón de firmas pidiendo cancelar la construcción de la gigantesca represa Belo Monte, en el Amazonas. “Traerá mal a nuestros pueblos y nuestros bosques en el río Xingú”, señaló entonces el líder indígena Raoni, vestido a la usanza ancestral (plumas, la cara en negro y rojo y su labio inferior estirado por una gran semilla) . Raoni compartió palcos con el británico Sting en defensa de la Amazonía.
En junio de 2009, 33 personas fueron bárbaramente asesinadas y otras 200 resultaron heridas cuando la policía peruana despejó un bloqueo organizado por las comunidades indígenas awajún y wampís, en un tramo de la carretera que conduce a la ciudad de Bagua, en el departamento de Amazonas. Los nativos llevaban más de 50 días de bloqueo en la ruta para protestar por un decreto del entonces presidente Alan García relacionado con el uso de la tierra y los recursos naturales que, decían, era una amenaza para su subsistencia y sus derechos sobre tierras ancestrales.
Después de 43 meses de corte de ruta en el camino que une Gualeguaychú con Fray Bentos, una Asamblea popular decidió en junio del año pasado levantar el bloqueo contra la construcción de una pastera en el lado oriental del río Uruguay. Habían clausurado el acceso al puente internacional por el que pasa buena parte de la mercadería del Mercosur. En una zona con acceso por la Ruta 14, que con aportes de IIRSA completa su doble vía hasta Paso de los Libres, en Corrientes.
Fueron más de tres años en que desde ambas orillas exigían poner fin a semejante “escándalo” mediante la represión. El gobierno de Kirchner enfrentó fuertes roces con el uruguayo Tabaré Vázquez, pero se negó a ceder a las presiones.
No era el Amazonas ni poblaciones indígenas, pero también reclamaban por el Medio Ambiente. Y en todos los casos, se trató del duro enfrentamiento entre la explotación de recursos y la creación de puestos de trabajo y oportunidades con la defensa del entorno.
No hay crecimiento sin intervención sobre la naturaleza. El caso es cómo hacer para que la agresión sea amigable con la humanidad.

Tiempo Argentino
Octubre 1 de 2011