sábado

El ingreso de Venezuela

El uruguayo Pepe Mujica está aguantando los pelotazos, dicho en sus términos, como si fuera un enano de kermese. Porque la política en Uruguay es así de feroz en estos tiempos. Por eso tuvo que salir por enésima vez a defender la relación con la Argentina ante el embate de la derecha, entronizada sobre todo en los partidos tradicionales, el Colorado y el Blanco, desplazados del protagonismo desde el triunfo del Frente Amplio en 2005. Para decirlo de un modo más claro: Mujica enfrenta un escenario tan hostil como el presidente paraguayo Fernando Lugo, con la sustancial diferencia de que el FA es una fuerza política con un programa progresista desde hace más de 40 años, lo que impide un golpe como el que sufrió el ex obispo hace poco más de un mes. Pero el perfil de quienes voltearon a Lugo no difiere demasiado de los que se abalanzan sobre el ex guerrillero oriental. Como que lo atacan con un concepto de soberanía que choca con cualquier intento de integración regional. Y con el mismo fervor cuestionan el ingreso de Venezuela al Mercosur para no ceder ante el mal, personificado en el presidente Hugo Chávez.
Mujica deberá ahora arreglar con Cristina Fernández el entuerto sobre el dragado del Río de la Plata en torno a la isla Martín García, un proyecto de importancia fundamental para la navegación de gran calado hacia las costas uruguayas. El tema se embarró –por usar una metáfora muy al tono– tras declaraciones del ex embajador en la Argentina, Francisco Bustillo, que deslizaban una sospecha de corrupción a favor de una empresa holandesa. Apenitas unos días antes de que este martes Venezuela ingrese formalmente al organismo de comercio regional en el encuentro presidencial de Brasil. Muy oportuno jaque a la integración aprovechada por los sectores conservadores de la prensa oriental y de los legisladores, incluidos algunos que forman parte del FA, esto hay que decirlo, para interpelar al canciller Almagro durante alrededor de 12 horas con dardos afiladísimos.
En un encuentro con la Unión de Exportadores de Uruguay, Mujica ya había lanzado una catarata de sus frases más campechanas para explicar su posición sobre su relación con nuestro país:"Cada vez que tenemos bronca y pelea con Argentina, perdemos." "¿Qué quieren que haga, pincharle el ojo (al gobierno argentino)?". "Tenemos que negociar como quien está en una palangana: moviéndose para un lado y para el otro."
Luego especificó que su objetivo es defender el trabajo de los uruguayos, muchos de ellos dependientes de las inversiones de argentinos al otro lado del río. "A alguno le va a parecer que somos giles, pero si alguien tiene otra receta que nos la den, porque parece que las relaciones fueran cuestiones de guapos, que hay que golpearse el pecho como en un mostrador. Y no se puede defender el trabajo de la gente así." Para rematar con un lapidario: "Si me tengo que tragar sapos y culebras por la gente, lo hago", que despertó las críticas más voraces entre las almas más conservadoras del Uruguay.
Almagro, que desde que en Mendoza se aprobó la suspensión de Paraguay y el ingreso de Venezuela al Mercosur viene trastabillando en su relación con los medios y ante sectores de su propia coalición más afines al vicepresidente, Danilo Astori, tuvo que hacer de tripas corazón y aguantar los trapos desde el Senado. Una confrontación que sirvió más bien para demostrar que la construcción de un proyecto común latinoamericano es algo más difícil que soplar y hacer botellas, en palabras de San Martín.
"Lugo había aprobado el ingreso de Venezuela a Mercosur antes de que se iniciara el juicio político que culminó con la destitución de su gobierno", contó el canciller en la Cámara Alta. Pero la derecha le endilgó que el Senado paraguayo aún no había aceptado ese paso, algo que sin lugar a dudas vino demorando una decisión que ya estaba tomada desde que en 2005 en Mar del Plata los gobiernos de Néstor Kirchner, Lula da Silva y Chávez encabezaron la rebelión contra el ALCA que sepultó al sueño imperial de un mercado común desde Alaska a Tierra del Fuego.
"Es necesario quitarse el fantasma de Chávez de la cabeza, porque los regímenes políticos pasamos y los países quedan. No podemos ser tan idiotas de dejar el emporio de la energía afuera", insistió Mujica, con argumentos que suelen convencer a empresarios más afectos a ver el Mercosur exclusivamente como una posibilidad de negocios. Así, el mandatario uruguayo anotó en su cuenta de almacenero que desde 2001 el comercio con Venezuela creció a un ritmo anual del 30 por ciento. "El 20% del petróleo que consume Uruguay se lo compra a Venezuela y le vende la carne más cara que a Europa", prosiguió. Luego sentenció: "No es que Venezuela entre al Mercosur, es el Mercosur el que entra en Venezuela, porque es un país de carácter estratégico en América Latina."
En un trabajo publicado en la Rede Brasil Atual, una publicación sindical brasileña, Tadeu Breda y João Peres señalan que con Venezuela, el Mercosur es una entidad que suma 270 millones de habitantes con un PBI total de 2,8 billones de dólares. "Cuando nació el Mercosur, en 1991, el intercambio entre los cuatro países sumaba 2,3 billones de dólares, en 2011 llegó a 27,8 billones", dice el artículo.
"Para Brasil –explica André Reis da Silva, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul– Venezuela es un mercado importante porque no tiene industria. Si sumamos eso a una crisis financiera global, no hay más que beneficios a las economías más industrializadas del bloque."
"La crisis global nos obliga a conocernos más, a integrarnos más", destacó Chávez ante una delegación brasileña de la que formaba parte el asesor en Asuntos Exteriores de la Presidencia de Brasil, Marco Aurelio García, y el secretario ejecutivo del Ministerio de Desarrollo de Industria y Comercio Exterior de ese país, Alessandro Texeira.
En el cónclave, realizado este jueves en Caracas, brasileños y venezolanos trataron un primer gran paquete de negocios conjuntos a partir del ingreso pleno en el Mercosur. Ya se identificaron 230 productos que se pueden comenzar a exportar "muy pronto", señaló Chávez. "Brasil es un mercado gigantesco, la sexta economía del mundo y con el ingreso de Venezuela al Mercosur se abre un abanico de oportunidades. Es un mecanismo entre hermanos, flexible, no con un imperio", resaltó el mandatario. Por eso destacó el "júbilo" que le produce este "punto de inflexión histórico" para los sudamericanos.
En aquella publicación brasileña, Nildo Ouriques, del Departamento de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Santa Catarina, explica la entrada de Venezuela en el marco de un proceso de cambios en el bloque. "Nacido de la transición a la democracia y en medio de una ola de acuerdos de libre comercio internacionales, el Mercosur pasa de ser (en estos últimos años) una pieza de resistencia al neoliberalismo a la construcción de una utopía completa de la integración latinoamericana."
Falta ahora que ese nacionalismo de cuño retrógrado y ese patriotismo de estancia que sirve apenas para dirimir quién es más guapo se convierta en una apuesta al crecimiento junto con los vecinos. Así se fue construyendo la Europa común, esa que ahora padece las consecuencias de ese neoliberalismo a ultranza pero que supo limar diferencias de idiomas, de culturas y las heridas de varias guerras para construir una región sin fronteras. Una dificultad que los latinoamericanos no tenemos.

Tiempo Argentino
Julio 28 de 2012

La parte oscura de una sociedad

 "Me temo que un día los antropólogos y los historiadores pondrán su mirada sobre nosotros y simplemente dirán que fuimos una nación violenta, en casa y en el extranjero, que en su momento la decencia humana ganó y la violencia cesó, pero no antes de que muchos, muchos más murieron y el mundo se había hartado de nosotros." 
La frase fue lo único que atinó a decir el documentalista y escritor estadounidense Michael Moore en su página web, tras recordar que conoce bien la zona de Denver, Aurora y Littleton, en el estado de Colorado. Como que hace diez años escarbó hasta el hueso en la principal tara de la sociedad con el film donde responsabiliza al ansia armamentística estadounidense por la masacre en el Columbine High School, el caso de los dos adolescentes de 17 y 18 años que el 20 de abril de 1999 entraron con fusiles, escopetas y un revólver al colegio secundario y acribillaron a 13 personas.

Moore es una cita casi obligada para contar esta matanza en un cine donde se estrenaba la última de Batman, atestado de chicos y adultos, muchos de ellos vestidos con las ropas de los personajes. Porque Aurora, donde está el complejo de cines, está a 35 kilómetros de Columbine, apenas a media hora en coche. Ambas ciudades pertenecen al área suburbana de la capital de Colorado, Aurora a menos de 15 kilómetros, Columbine, en Littleton, a 22.
En Bowling for Columbine, Moore muestra cómo el miedo, desplegado desde los medios de comunicación, estimula la avidez de los ciudadanos estadounidenses por el uso de armas. A tal punto que se pueden comprar hasta en un supermercado.
Cuando habla de la violencia desplegada por EE UU en el exterior, también Moore sabe de lo que habla, a pesar de que no hinca el dedo en cuestiones ideológicas. Sin embargo, alberga en su web desde hace tiempo las reflexiones de Ethan McCord , un ex soldado del Bravo Company 2-16, un batallón de Infantería apostado en Bagdad protagonista de una masacre que costó la vida a dos periodistas de Reuters que circulaban por una calle de la capital iraquí con un grupo de hombres desarmados y que fueron rematados desde helicópteros estadounidenses en julio de 2007, un hecho que se difundió por Youtube y fue eje de profundos debates por la barbarie que mostraron las tropas "occidentales".
El testimonio de McCord es espeluznante: "Recuerdo vívidamente el momento en que el comandante del batallón entró en la habitación y anunció nuestras nuevas reglas de combate. ´Escuchad, nuevo SOP (Procedimiento de operación a pie) a partir de ahora, cada vez que su convoy sea atacado por un artefacto explosivo improvisado, quiero 360 grados de rotación de fuego. ¡Deben matar a todos los [censurado] en la calle!'."
Ethan McCord y otro soldado, Josh Stieber , horrorizados por las implicancias de este tipo de órdenes, y luego del ataque en helicóptero de ese 5 de abril de 2010, escribieron una carta detallando de qué venía la invasión al país árabe. Y WikiLeaks colgó el video tomado por los pilotos bajo el título Asesinato colateral . Los organismos de seguridad estadounidenses atribuyeron esa filtración y los centenares que la siguieron al joven analista Bradley Manning, actualmente juzgado por cargos que llegan hasta el de traición a la patria. McCord –es el soldado que acude a rescatar a dos niños heridos– la sacó barata. Sólo fue estigmatizado públicamente como traidor. Pero volvió a decir lo suyo en el documental Incident in New Baghdad.
La guerra de Vietnam ya había sido prolífica en este tipo de "excesos" y generó – o popularizó– una cultura de la barbarie que no parece tener fin. Puertas adentro de Estados Unidos, uno de los hechos más espantosos fue el atentado en el edificio federal Alfred P. Murrah, en el centro de Oklahoma City, que el 19 de abril de 1995 dejó un saldo de 168 muertos y más de 680 heridos. El responsable fue Timothy McVeigh, un fanático armamentístico y supremacista blanco –dos conceptos que van de la mano en aquel país–, que había sido dado de baja del Ejército por desequilibrios mentales luego de la primera invasión a Irak, durante la gestión de George Bush padre. Cuando fue detenido, McVeigh, que actuó con un par de cómplices, tenía 30 años y vestía una camiseta con la cara de Abraham Lincoln y la leyenda Sic semper tyrannis (Así a todo tirano).
McVeigh y sus socios rechazaban una ley que se debatía entonces para regular el uso de armas en su estado, algo que como buenos ciudadanos interpretaban como una intolerable intromisión del Estado en la vida privada de los estadounidenses. Según se alegó en el juicio, el joven había quedado sensibilizado por lo que se conoció como la Masacre de Waco. En una finca en esa localidad de Texas residía un grupo de una secta disidente de los adventistas, los davidianos. Se los acusaba de tener armas de uso prohibido y en un intento de requisa hubo una balacera. Durante 51 días fuerzas federales rodearon la propiedad. Adentro permanecieron hombres, mujeres y niños obedeciendo a su líder, David Koresh. El 28 de febrero de 1993 hubo un incendio que, según las autoridades, fue provocado por los propios seguidores de Koresh y, según los sobrevivientes, por la cantidad de gases que arrojaban los efectivos policiales. Como sea, murieron 86 personas, entre ellos una docena de menores.
Otro incidente con supremacistas pro armamentistas se había producido un año antes, cuando otro veterano de guerra, Randy Weaver, que fuera Boina Verde –los comandos de élite que hacían el trabajo más sucio en Vietnam–, convertido en extremista religioso y miembro de la asociación Naciones Arias, se vio envuelto en una disputa judicial con un vecino que lo denunció por posesión de armas de guerra. Los federales irrumpieron en su establecimiento de campo en Ruby Ridge, en el estado de Idaho y terminaron matando a su hijo de 13 años y a su esposa.
Las crónicas policiales registran, desde entonces, varias balaceras incomprensibles para las mayorías. Una de ellas involucra a otro uniformado, el comandante Nidal Malik Hasan, un psiquiatra de 39 años especializado en estrés postraumático, que el 6 de noviembre de 2009 mató a 13 personas e hirió a otras 32 en la base militar de Fort Hood, Texas.
En los otros casos hay una mayoría de episodios sucedidos en institutos educativos. El más recordado es el de Columbine, pero también la masacre en la Universidad Politécnica de Virginia de abril de 2007, cuando el estudiante surcoreano Cho Seung Hui asesinó a 32 estudiantes y profesores para luego suicidarse. En marzo de 2005, un alumno de secundaria de 17 años del estado de Minnesota eliminó a sus abuelos y luego fue a la escuela de Red Lake, en la reserva india de Ojibwe, para matar a cinco compañeros y dos adultos antes de quitarse la vida.
Obama prometió más seguridad, repitiendo el discurso que Moore critica. Ese que pretende que el mundo puede ser un lugar sin riesgos "si las cosas se hacen como se deben hacer".
Lo que no queda claro es si entre las medidas de seguridad está la prohibición de usar máscaras en el estreno de películas de superhéroes.

Tiempo Argentino
Julio 21 de 2012

Que se jodan todos

En las últimas décadas, y de la mano de dictaduras violentas y crisis económicas igual de sanguinarias, España y Portugal se habían convertido en la meca soñada para millones de latinoamericanos y africanos que buscaban un destino mejor.
Pero la rueda dio otra voltereta y ya en diciembre pasado el primer ministro portugués, Pedro Manuel Passos Coelho, escandalizó a las mentes bien pensantes cuando en un discurso frente a docentes planteó que buscaran oportunidades en Brasil o Angola para escapar de las austeridades y el desempleo que afectan a los jóvenes mejor preparados.
La ola de indignación no se hizo esperar. Sobre todo desde que los gobiernos de Angola y Brasil respondieron que todo bien con la madre patria, pero que no necesitan educadores, al menos en forma inmediata. Con más del 36% de desocupados entre los menores de 24, Portugal tiene una de las tasas más altas de desempleo juvenil del continente. A caballo de la crisis, la tasa en esta franja etaria creció en forma alarmante desde el 9,6% que había en el 2000, y a partir de los ajustes ordenados por Bruselas tras el rescate de 78 mil millones de euros del año pasado, las perspectivas no son precisamente halagüeñas para los lusitanos.
El problema para Passos Coelho fue haber puesto en palabras una certeza que sospechaban hasta los menos avispados. De hecho, según estadísticas no oficializadas del ministerio de Relaciones Exteriores de ese país, unos 120 mil portugueses se fueron a otras tierras durante el 2011. Datos recogidos por el periodista Mario Queiroz señalan que según la Secretaría Nacional de Justicia de Brasil, “los pedidos de residencia permanente de portugueses pasaron de 276.703 a 328.856 entre diciembre de 2010 y junio de 2011, y también se concedieron visados para trabajos temporarios, estudios e investigaciones. En tanto, según cifras de 2010, Angola registró 91.900 portugueses que fijaron residencia en la que fue la mayor colonia portuguesa en África”.
Las encuestas muestran que los más ávidos por irse son jóvenes de 25 a 34, con un porcentaje mayor de mujeres. Pero como resumió João Peixoto, un investigador del Instituto Superior de Economía y Gestión (ISEG) –citado por Queiroz– para emigrar “no basta que estemos mal aquí, también es necesario que tengamos donde ir”. Y eso no siempre resulta fácil.
La crisis cala tan hondo en Portugal que el 25 de abril pasado, los protagonistas de la Revolución de los Claveles se negaron a celebrar el 38º aniversario de aquella heroica sublevación que derrocó a la dictadura más antigua de Europa en 1974, como protesta por el rumbo que viene tomando la dirigencia política desde que estalló la crisis financiera en 2008.
Esa gesta revolucionaria había sido protagonizada por una camada de jóvenes capitanes que, hartos del estancamiento al que la dictadura había sometido al país desde finales de la década del 20, se alzaron en armas para imponer la democracia. Entre las primera medidas del gobierno revolucionario del '74 estuvo la convocatoria a elecciones libres, y además se autorizó el regreso de miles de exiliados políticos –como el socialista Mario Soares, luego referente ineludible del proceso institucional, y el comunista Álvaro Cunhal– y se otorgó la independencia a las colonias esparcidas por África y algunos enclaves en Asia.
Aquellos viejos líderes militares y el propio Soares, ya retirados todos, instauraron el Día de la Libertad como recuerdo vivo de lo que querían para su patria en un acto que tradicionalmente se celebró en la Asamblea de la República. Pero esta vez decidieron no acudir en rechazo de la "dictadura de los mercados financieros" que enluta al país. El coronel Vasco Lourenço, uno de los principales líderes de aquella revuelta, leyó en la Plaza Rossio el manifiesto “Abril no desarma”, en el que sostuvo que "la línea política seguida por el actual poder político ha dejado de reflejar el régimen democrático heredero del 25 de Abril, configura otro ciclo político que está en contra de (aquellos) ideales y valores". Soares adhirió diciendo que "el gobierno actual está destruyendo el Estado de Bienestar que comenzó a construirse en 1974”.
En la misma semana en que el gobierno conservador de Mariano Rajoy anunciaba el recorte más brutal desde la instauración de la democracia en España –tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975– también la única salida que ofrece el gobierno parece ser el aeropuerto, en una vuelta de campana a lo que ocurría por estas regiones hace diez años apenas, como irónicamente aún refleja el lema de la revista Barcelona (la solución europea para los problemas argentinos).
Lo había adelantado el presidente del gobierno de Canarias Paulino Rivero, cuando aconsejó a los jóvenes que cambien “su actitud conformista” y copien el ejemplo de sus abuelos,  que “nunca tuvieron ningún obstáculo para hacer la maleta y emigrar”. En estos días, lo secundó el ministro de Educación español, José Ignacio Wert, quien en una visita al centro de formación de Mercedes Benz en Sttutgart declaró que “la fuga de cerebros” de jóvenes españoles que emigran para trabajar en países como Alemania “nunca puede considerarse un fenómeno negativo” y que “una sociedad global” no le debe tener miedo a semejante éxodo.
“Ni siquiera creo que haya que llamarlo fuga de cerebros. El hecho de que haya jóvenes con capacidad y voluntad de movilidad, que dominen idiomas extranjeros, que tengan la voluntad de salir fuera, que quieran ensanchar sus horizontes profesionales, nunca puede considerarse un fenómeno negativo”, insistió.
Estudios de un think tank perteneciente al grupo Santander indican que en el año 2011 había un millón de egresados universitarios desocupados, en un contexto en que más del 50% de los menores de 24 no encuentra empleo, con título o sin él, números que duplican la media europea. Fue así que en el primer trimestre del año optaron por el exilio 132.535 personas –27.004 españolas y 105.531 de otras nacionalidades– según las Estimaciones de la Población Actual de España difundidas por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los lugares elegidos para escapar de la crisis fueron, según estudios de consultoras privadas, México, Brasil, la Argentina, Panamá, Alemania, China, la India. Y también, por supuesto, los Estados Unidos.
Hacia allí, por ejemplo, irían los más de 700 cubanos anticastristas que llegaron a España con el gobierno del socialista José Luis Zapatero en el marco de un programa que ofrecía una salida “democrática” a disidentes del gobierno de La Habana y sus familiares que querían irse de la isla. Ahora se encuentran que los recortes también los dejan a ellos en la calle y sin siquiera los beneficios de un mínimo estado benefactor.
Otra que no manda a decir las cosas es la diputada del PP Andrea Fabra, quien fue tomada por una cámara cuando en medio del discurso de Rajoy explicando el tijeretazo gritó, desaforada, un "que se jodan", que atronó en toda España. Ella jura que no se refería a las víctimas de los temerarios recortes sino a los socialistas que abucheaban al presidente del gobierno. Pero nadie le cree.

Tiempo Argentino
Julio 14 de 2012

Los buenos vecinos

Si nuestros vecinos no están bien, tampoco nosotros podemos estar bien: es un interés nuestro que todos los demás países tengan un desarrollo económico positivo, en caso contrario no podremos mantener nuestra prosperidad.” Aunque esa oración parece desmentir sus antecedentes, fue pronunciada por la canciller alemana Angela Merkel después de un encuentro bilateral con el presidente del Consejo de Ministros italiano, Mario Monti.
Los analistas hicieron dos lecturas de esa clara y sencilla admonición: fue dicha en defensa propia, en momentos en que la jefa del gobierno germano es acusada de haber cedido en la última cumbre de la UE a las presiones de los pobres del sur, España, Italia, Portugal, Grecia (los famosos PIGS, como los bautizó hace algunos años el staff de analistas de Goldman Sachs). Al mismo tiempo, intenta dar señales a los mercados de que no bloqueará el camino que pretende, aunque todavía tímidamente, el francés François Hollande.
Como sea, ese párrafo dicho casi al descuido por Merkel viene a cuento para reflejar algunas diferencias que en estos momentos críticos está padeciendo el Mercosur y las amenazas que se ciernen sobre la integración regional en Sudamérica desde que el Congreso paraguayo destituyó al presidente Fernando Lugo.
Hacía casi seis años que un puñadito de senadores estaba impidiendo el ingreso de Venezuela al Mercosur, con lo cual bloqueaba el crecimiento del organismo regional hacia la cuarta economía del subcontinente y amenazaba cualquier otra perspectiva de ampliar la base al resto de los países que forman la Unasur.
La suspensión de Paraguay y el ingreso de Venezuela provocaron un cimbronazo esperable pero que nadie se atreve aún a dimensionar. Porque era claro que las autoridades de facto en Asunción iban a duplicar la apuesta. Lo piden las circunstancias políticas de Federico Franco, que aunó el apoyo de los colorados a sus correligionarios liberales para expulsar a Lugo, pero no cuenta ni siquiera puertas adentro de su partido con la mayoría que podría convertirlo en un líder. Pero además, el golpe y la respuesta regional azuzaron en la oligarquía paraguaya y los medios concentrados de comunicación –que, por supuesto, son afines– una andanada de nacionalismo exacerbado que tiene su fundamento en la historia del país y en el comportamiento de sus socios en el momento más dramático de su historia común. Una herida abierta y aún no subsanada con la debida reparación de los vecinos.
Pero suena falso que la derecha recurra al heroísmo del pueblo paraguayo contra la Triple Infamia de 1865, encarnada fundamentalmente por Bartolomé Mitre y el Emperador brasileño Pedro II, para justificar su deseo de irse de un Mercosur en el que se sienten amenazados. No sólo por la Venezuela boliviariana de Hugo Chávez sino por los posibles miembros del club regional, como la Bolivia de Evo Morales o el Ecuador de Rafael Correa, a quienes sienten que deberían ponerles las mismas excusas para impedirles el ingreso. Esto es, son gobiernos populistas, los medios los acusan de totalitarios y muestran tendencias izquierdistas. En el fondo, la ex guerrillera Dilma Rousseff seguramente despierta las mismas inquinas en los senadores del país guaraní. Ni que hablar del ex tupamaro José “Pepe” Mujica. Sobre Cristina también tienen qué decir.
El presidente uruguayo, por otro lado, también debió soportar el embate de la derecha, tanto la mediática y la de los partidos tradicionales como la que tiene dentro del Frente Amplio. Así, el vicepresidente Danilo Astori salió a atacar el ingreso venezolano por el lado del formalismo leguleyo, un flanco que todos reconocen como débil en el ingreso venezolano. “Fue una decisión política”, dijo Mujica. Y pidió fusionar al Mercosur con la Unasur, con lo cual se lograba el viejo anhelo de ampliar la membresía de un organismo que puede dar respuestas en tiempos de crisis pero necesita consolidar la idea de integración.
Como un movimiento orquestado al unísono, el ex embajador de Brasil en Washington y actual presidente del Consejo de Comercio Exterior de la Federación de las Industrias del Estado de San Pablo (FIESP), Rubens Barbosa, salió a decir que la Argentina será responsable “del fin del Mercosur” por sus políticas de protección de la industria local. Barbosa no perdió oportunidad de cuestionar también el ingreso de Venezuela y ya que estaba criticó la renacionalización de YPF. Una muestra de que a río revuelto son varios los pescadores que están agazapados para lograr ventaja.
Mientras crece el enfrentamiento entre el nuevo gobierno paraguayo con Venezuela, el ex presidente Álvaro Uribe presentaba la “coalición de convergencia al Puro Centro Democrático”, una plataforma política para agrupar a la oposición al gobierno de Juan Manuel Santos. Como se recordará, fue Néstor Kirchner el que logró como secretario de la Unasur enfriar el conato bélico entre Colombia y Venezuela que armó Uribe un par de semanas antes de entregar el poder, con el objetivo claro de ensuciarle la cancha y condicionarle la gestión a su sucesor y heredero político. Santos, desde entonces, demostró la voluntad de asociarse con sus vecinos y lo dijo sin tapujos, porque en tiempos de crisis políticas es lo más sensato.
Ahora la amenaza viene de Asunción, y si bien no existe posibilidad de llegar a las armas con Venezuela, es un puñal clavado en el corazón de América del Sur que las oligarquías asociadas a los centros de poder mundial se solazan en revolver en todos los rincones. Porque saben que para permanecer como clase dominante deben apostar al individualismo de cuño neoliberal, alimentando el nacionalismo más retrógrado.
Aunque parezca mentira, vendría bien aprovechar las palabras de Merkel, a quien no se puede acusar de izquierdista precisamente, pero que sabe cuál es el negocio más conveniente para su país a largo plazo. Y el negocio, sin dudas, es integrarse porque parafraseando a Perón, ningún país puede desarrollarse en un continente que no se desarrolla.

Tiempo Argentino
Julio 7 de 2012