viernes

Obama mueve las fichas en un fin de año movido

En política internacional –al igual que en la vida en general, aunque esto es más discutible– conviene no creer que las casualidades existen. Durante las últimas semanas fueron corriendo en paralelo un puñado de situaciones que no podrían asociarse al azar.  Por un lado, la crisis en la frontera rusa fue generando una serie de sanciones contra el gobierno de Vladimir Putin, al que se acusa de intentar rehacer el imperio zarista. Mientras tanto, persiste el acoso al gobierno de Nicolás Maduro, que también fue sancionado por la administración de Barack Obama por lo que considera una violación de los Derechos Humanos.
En otro tablero de esta partida de ajedrez, el precio del petróleo se seguía desplomando en una operación de la que no es ajena la Casa Blanca, principal apoyo político y militar de Arabia Saudita. Es que la Organización de Países Productores de Petróleo, OPEP, fundada en 1960 a instancias del gobierno venezolano de Rómulo Betancourt, no pudo acordar una reducción en la producción del crudo ante la negativa del reino saudí. Integrada, entre otros, por venezolanos y saudíes, la OPEP cuenta entre sus miembros a países como Libia, Irak, Irán, Ecuador y Nigeria. En 1973, la organización fue clave en la crisis del petróleo que disparó los precios en boca de refinería  al doble.
A pesar de las diferencias ideológicas y económicas, durante décadas hubo marcos para el acuerdo entre un rey Abdalá bin Abdelaziz en Riad con un Saddam Hussein en Bagdad, Muhammad Khadafi en Trípoli, los ayatolás en Teherán y hasta un Hugo Chávez en Caracas. Esta vez, la negativa de Arabia Saudita a disminuir la extracción para que los precios no caigan le dio un golpe mortal a la propuesta encabezada por el presidente Nicolás Maduro. La propuesta funcionaría si todos se pliegan, si de las arenas saudíes sigue fluyendo el líquido, además de que no se evitaría la caída se reducirían aún más los precios del principal ingreso venezolano.
Como se entiende, la jugada también perjudica a Irán, Libia e Irak. Pero sucede que en estos dos últimos países hay grupos irregulares (como el EI en el caso iraquí) que venden por su cuenta y sin intervención de ningún Estado establecido. Pero este escenario golpea sobremanera a Rusia, que no integra la OPEP pero es el tercer productor mundial y obtiene del oro negro su principal ingreso, junto con el gas, también devaluado por la caída de precios.
Circula la idea de que la baja tiene como objetivo lesionar el naciente negocio del fracking, con lo cual resultaría a salvo la sospecha sobre Estados Unidos, que se coló entre los top ten productivos precisamente a través de esta nueva técnica en territorio propio.  Pero no parece un buen argumento puntual: cualquier dumping es inicialmente una pérdida para el que lo realiza, pero con suficientes espaldas, a la larga destruye a los competidores. Nadie duda del aguante que tiene quien maneje la maquinita de fabricar dólares.
Y aquí viene la otra cuestión: ayer Putin tuvo que salir a señalar que los rusos deberán soportar dos años de crisis por la debacle de la economía. El rublo se desplomó un 30% en lo que va del mes y como el mandatario explicó, la poco diversificada economía de ese país impide evitar una caída semejante porque muchos productos que se podrían elaborar en Rusia deben importarse, y en moneda dura. Para Putin, las sanciones son responsables de esta crisis en parte, y otra parte lo es el derrumbe del precio del petróleo.
La economía venezolana también sufre el embate de esta pérdida en su principal activo, que es el crudo. Hay otro país que hace fuerza por ingresar a las grandes ligas de productores y que sufre las consecuencias de otra crisis que afecta a su empresa de bandera. En Brasil arreciaron estos días las denuncias por corrupción en Petrobras que amenaza a funcionarios del gobierno, opositores y empresarios privados y además, arrastraron a la baja sus acciones a un nivel histórico, a pesar de los yacimientos marinos que multiplicaron sus reservas en los últimos años.
Tras la derrota electoral de los demócratas en la elección de medio término de noviembre pasado, el gobierno de Obama intentó quitarse de encima la resaca a las apuradas. La iniciativa de legalizar a millones de inmigrantes indocumentados fue una, rechazada por la oposición republicana. Los medios más influyentes, léase The New York Times en primer lugar, venían insistiendo en el carácter retrógrado de mantener el bloqueo económico a Cuba, mientras denunciaban operaciones encubiertas a través de la USAID para desestabilizar al gobierno de la revolución.
 La frutilla del postre parecía el informe del Senado –todavía controlado por los demócratas– sobre las bárbaras torturas cometidas por la CIA en cárceles ilegales e incluso en Guantánamo. Desde esa base en la isla de Cuba salieron seis presos con rumbo a Montevideo, en el marco de un acuerdo con el gobierno de José Mujica para encontrar dónde llevar a acusados de terrorismo nunca juzgados ni condenados por los delitos por los que estuvieron detenidos. Pero faltaba algo más.
Mujica había pedido a cambio de aceptar a los presos de Guantánamo un gesto de Obama para levantar las sanciones a Cuba, que ya llevan 53 años de vigencia. Parecía un pedido que caería en saco roto. Pero inesperadamente el miércoles, en ¿coincidencia? con el cumpleaños de Jorge Bergoglio y con la sesión en la capital entrerriana de los presidentes del Mercosur, Obama y Raúl Castro anunciaron un intercambio de presos y la apertura de negociaciones para reanudar las relaciones diplomáticas, suspendidas cuando Fidel Castro declaró que Cuba marchaba al socialismo. Por la misma fecha en que un grupo de aventureros con apoyo de la CIA intentaba una invasión a la isla en Playa Girón.
"Estos 50 años de aislamiento no han funcionado, es momento de cambiar de postura. No creo que debamos de hacer lo mismo durante otras cinco décadas y esperar un resultado distinto", dijo Obama en su discurso. Fue una de las tantas frases con las que trató de edulcorar el fracaso de este medio siglo. La política que buscaba aislar a Cuba, reconoció el inquilino de la Casa Blanca, terminó por aislar a Estados Unidos. Las últimas votaciones en la ONU para levantar el bloqueo –188 a favor de Cuba y dos a favor de Estados Unidos– son la prueba más evidente, analizó Obama.
La reunión presidencial de Paraná estalló en alegría. Era un triunfo no solo de los cubanos, que resistieron las peores presiones durante más de cinco décadas, sino de los latinoamericanos, que cada uno a su manera fueron desandando un camino sinuoso iniciado durante los años 60 por dirigencias teñidas de un anticomunismo cerril cuando no de una obsecuencia venal con los mandatos de Washington.
Pero la cumbre del Mercosur no olvidó tras este gesto arriesgado de Obama –los anticastristas antediluvianos abundan en Estados Unidos– de rechazar las sanciones que paralelamente su administración había aprobado contra Venezuela.
Para Cuba se inicia un período de expectativas favorables. La reapertura de relaciones permitirá despejar un flujo de inversiones latentes que se demoraban por las restricciones y las sanciones establecidas en el paquete de leyes que sustentan el bloqueo, y que castigan también a terceros países que negocien con la isla.
Castro aleccionó en su discurso sobre la necesidad de aprender "el arte de la convivencia" entre naciones con perspectivas y sistemas diferentes. Y le aclaró a Obama que lo principal, que es el bloqueo, no está resuelto. Y que tiene cómo sortear lo que seguramente será un rechazo del congreso republicano a levantar la cincuentenaria medida, algo sobre lo que el presidente estadounidense ya había anunciado avances.
Los demócratas, en tanto, despejan el camino hacia la posibilidad de un nuevo período demócrata, en las elecciones de 2016. Con un tercer Bush en la gatera –Jeff, ex gobernador de Florida– el camino de Hillary Clinton suena menos dificultoso Obama cumple con promesas hechas a la comunidad hispana en su campaña. No cerró Guantánamo, pero fue liberando presos. No levantó el bloqueo, pero fue quien más avanzó en ese sendero. No logro una ley de inmigración, pero facilitó la legalización.
Al mismo tiempo, libera tensiones en el agitado "patio trasero" latinoamericano en vista de los frentes abiertos en Ucrania, Siria, Irak e Irán. No conviene creer que una potencia es capaz de dar una puntada sin nudo y menos si un discurso presidencial termina con un "todos somos americanos". En castellano.

Tiempo Argentino
Diciembre 19 de 2014

Ilustró Sócrates


martes

Reencuentros regionales

En un final de año signado en buena medida por la política internacional, la presidenta Cristina Fernández participó de reuniones del más alto nivel en América Latina. Todas ellas marcadas a fuego por una suerte de renacimiento de la integración regional luego de largos meses de demoras y, en algunos casos, de desencuentros. Quizás la cumbre que más huella deje sea la de presidentes de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), celebrada en Ecuador.
Porque allí se inauguró la sede del organismo en la Mitad del Mundo, el mojón a 14 kilómetros de la ciudad de  Quito por donde pasa la coordenada ecuatoriana del planeta y que simbólicamente pretende erigirse en el centro de un nuevo ordenamiento global nacido de estas latitudes. Simbólico porque el soberbio edificio concebido por el arquitecto Diego Guayasamín –sobrino de Oswaldo, el artista plástico fallecido en 1999– ostenta en su entrada una estatua de Néstor Kirchner y lleva el nombre del ex presidente argentino, quien fue el primer secretario general de UNASUR. Es bueno recordar que la organización, nacida al calor del empuje del venezolano Hugo Chávez, fue constituida en 2008 en Brasilia, cuando Lula da Silva era presidente, pero tenía como disposición primordial que no se pudiera establecer orgánicamente hasta que no fuera aprobada por 9 de los países a través de sus parlamentos. Un objetivo que recién se cumplió en 2011. Sin embargo, ya había sido fundamental para frenar el intento golpista en Bolivia en 2008, y luego, con Kirchner en la secretaría, el conato policial contra Rafael Correa en setiembre de 2010. Incluso antes de eso había fijado una firme posición a favor de la democracia cuando ocurrió el derrocamiento de Manuel Zelaya en El Salvador en 2009.
En ese marco, y con el telón del fondo del recuerdo de las dictaduras que asolaron la región a lo largo de su vida independiente, la presidenta argentina Cristina Fernández señaló al inaugurar la sede que «este edificio representa algo más que la UNASUR, representa la historia sufriente de nuestros pueblos desde la misma fundación hace ya 200 años y de esta segunda batalla que estamos dando en este siglo XXI, que es la reindependencia económica y la reconstrucción cultural de nuestras naciones». El homenaje a Kirchner en ese emblemático lugar es también un recuerdo al líder bolivariano Hugo Chávez. Porque la empatía entre ambos dirigentes luego de la cumbre de Mar del Plata de 2005, cuando se terminó con la propuesta estadounidense del ALCA, encontró en UNASUR un cauce para desarrollar estrategias de integración más allá de lo simplemente declarativo. Este organismo, comunión de 12 naciones, fue desde su origen el resultado del esfuerzo de gobernantes que intentaban sobrepasar diferencias ideológicas y económicas con tal de acercar intereses comunes en el entendimiento de que solo la unidad podía cambiar el futuro de estas 400 millones de almas esparcidas a lo largo de más de 17 millones de kilómetros cuadrados de superficie. Seres que además hablan idiomas tan cercanos como el portugués y el castellano y tienen un origen íntimo, más allá de desavenencias e incluso batallas puntuales.
La entidad, sin embargo, desde las muertes de Kirchner y de Chávez pareció entrar en un cono de sombras. Costaba encontrar un reemplazo que motorizara al resto de los jugadores regionales y ni la colombiana Emma Mejía ni el venezolano Alí Rodríguez tuvieron ocasión de poder desplegar su voluntad integradora.
Recién en agosto pasado hubo consenso como para nombrar a Ernesto Samper, un ex presidente colombiano que desde ese momento se puso manos a la obra para el relanzamiento, que comenzó formalmente mucho antes de la inauguración de su oficina en el centro del mundo.
El propio Rafael Correa expresó su preocupación por el letargo en que había caído la integración. «En la demora está el peligro, nos hemos demorado mucho», advirtió. «Separados, será el capital trasnacional quien nos imponga las condiciones», agregó. El mandatario ecuatoriano adjudicó los retrasos en la integración a las muertes de Kirchner y Chávez, pero también dijo: «Además, sabemos que fuerzas intra y extra regionales no quieren la integración». La presencia de todos los presidentes del espacio en al menos una de las dos jornadas que se llevaron a cabo en Ecuador revela que, con todas las diferencias que pueden existir, la voluntad integradora subsiste y deberá ponerse de relieve para avanzar en la institucionalización de las distintas iniciativas.

Ciudadanos
El corolario de la VIII Cumbre Presidencial de UNASUR fue una declaración en la que se establece que la región debe ser una zona de paz, democracia y respeto de los derechos humanos. La presidenta argentina destacó que América del Sur ha podido «superar difíciles momentos en la unidad, en la discusión y la diversidad; los cimientos de este edificio (por el de UNASUR) no solo son sólidos por el hormigón, el cemento y los ladrillos, sino porque están construidos desde la historia, la convicción de paz y la unidad».
De allí que la voluntad final de este encuentro presidencial tienda a consolidar la integración tanto en lo económico como en lo social. A eso apunta el objetivo de fomentar una ciudadanía suramericana y la creación de un pasaporte de UNASUR. De este modo no solamente se podrá circular y trabajar libremente entre los países que integran el bloque sino que también será una carta de presentación ante los otros países o instituciones regionales como la Unión Europea. También se establecieron miras más precisas en torno de la puesta en marcha del Banco del Sur, otra de las ideas que alumbró Chávez y que recibió el respaldo de la Argentina desde el primer momento. Una vez concretada una institución bancaria continental para respaldar a los distintos gobiernos y para garantizar la viabilidad de los proyectos de integración física entre los países a través de líneas férreas y carreteras, la otra etapa pasa por contar una moneda común. La experiencia del euro no parece adecuada para tomar como fuente de inspiración, pero en cambio, los países del ALBA utilizan una moneda virtual que obedece a la inventiva de Chávez y de Correa. Se trata del Sucre, que utiliza el nombre de aquel mariscal que comandó las tropas de varias naciones suramericanas en la última batalla por la independencia, en Ayacucho, hace exactamente 190 años, el 9 de diciembre de 1824.
Sucre también era el nombre de la vieja moneda ecuatoriana desaparecida cuando en 2000 el gobierno neoliberal de Jamil Mahuad –asesorado por el ex ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo– decidió imponer el dólar como una forma de reacomodar la economía del país haciendo desaparecer la divisa local. La idea de Correa, economista él, fue crear una moneda virtual que pudiera usarse en el comercio zonal en lugar del dólar o el euro. De allí que SUCRE ahora signifique Sistema Unitario  de Compensación Regional. Por vía electrónica los países que la integran (Venezuela,  Ecuador, Nicaragua, Antigua y Barbuda, San Vicente, Cuba, Bolivia y Uruguay) cada 6 meses compensan el intercambio realizado de cada nación en dinero local. La diferencia se hace en los valores que se acuerden, con lo cual el recurso a la moneda fuerte se reduce al mínimo y tiende a que su reemplazo sea total.

Parlasur a la vista
Este fin de año movido para la región culmina con una nueva cumbre de presidentes del MERCOSUR, esta vez en Paraná, la capital de Entre Ríos. Será una buena ocasión para que el gobernador Sergio Uribarri  se muestre a nivel continental. El entrerriano avisó hace tiempo que se anota para las presidenciales de 2015 y este puede ser un estreno inigualable en un aspecto que comparte con los candidatos del oficialismo, como es el rol que se le asigna a la integración regional y sobre todo dentro del organismo que Argentina integra con Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela.
Semanas antes del encuentro se abrió un nuevo debate a partir de la iniciativa oficial de poner en marcha la elección de diputados para el Parlamento del Mercosur  (PARLASUR) en 2015. Creado mediante un protocolo en Ouro Preto en 2004, el PARLASUR comenzó a funcionar en mayo de 2007. El proyecto original consistía en que desde 2011 los legisladores fuesen elegidos por el voto directo de los ciudadanos. Más aún, los países consensuaron que desde este año los parlamentarios sean elegidos en elecciones simultáneas con las presidenciales. Por ahora el único país que cumplió fue Paraguay.
La polémica surgió cuando en el Congreso local se debatió la ley respectiva, para que en las elecciones del año próximo se elijan diputados al PARLASUR. La oposición puso el grito en el cielo por lo que consideró un despropósito dotar de inmunidad legislativa a los representantes argentinos que resulten electos. El argumento era que esa ley solo busca darle fueros a Cristina Fernández, que según esta versión de los hechos se presentaría a elecciones solo para esquivar las acusaciones que rondan los tribunales. Desde el oficialismo, pero también desde sectores radicales encolumnados detrás de Leopoldo Moureau, por ejemplo, salieron al cruce de lo que consideraron una maniobra para desmerecer el rol del MERCOSUR, en consonancia con lo que las derechas regionales plantearon en los recientes comicios de Brasil y Uruguay.

viernes

La CIA y el recurso del método

Russell Brand es conocido como humorista, actor, presentador televisivo y comediante. Muchos de sus comentarios de actualidad suelen viralizarse a través de Youtube. En uno de los últimos, con la cama de su habitación como fondo, desmenuza el informe del Senado de Estados Unidos sobre el uso de la tortura en la CIA. "De acuerdo con Amnesty International, programas de televisión como 24, creado por Fox, en el cual un par de tipos neoconservadores le dan glamour y justifican la idea de la tortura, ayudan a aceptar que esto es un aspecto normal del espionaje internacional".
Los datos más oscuros del informe que presentó la senadora demócrata Dianne Feinstein ya circulaban hace un tiempo. Y desde 2001, se conocían a través de la prensa alternativa, pero fueron invisibilizados por los grandes medios, que los tildaron de teorías conspirativas. Barack Obama ya había denunciado las prácticas de tortura. Pero el informe del Senado le da una sustancia que no tenían las palabras del presidente porque surge luego de cinco años de investigación y ocupan más de 6000 páginas con pruebas documentales y evidencias incontrastables. ¿Por qué se hizo el anuncio ahora? Era el Día de los Derechos Humanos y el quinto aniversario de la entrega del Nobel de la Paz a Obama. Además, en pocos días los republicanos recuperan el senado, lo que significa que lo hubieran cajoneado sin el menor reparo.
Los detalles más amarillos se difundieron masivamente. También se resaltó que esas prácticas no aportaron información eficaz ni sobre golpes de Al Qaeda ni sobre ningún otro tema sensible para la seguridad del país. "La información más precisa sobre Abu Ahmad al-Kuwaiti, el 'facilitador' cuya identificación y seguimiento condujo a hallar el refugio de Osama bin Laden y a la operación que resultó en la muerte de Osama, fue obtenida de un detenido de la CIA que aún no había sido sometido a las 'técnicas de interrogatorio mejorado' (Enhanced Interrogation Program)de la CIA; mientras que los detenidos (que sí habían sido sometidos a esos métodos) retuvieron y fabricaron información sobre Abu Ahmad al-Kuwaiti", dicen los senadores .
Pero hay otros detalles que quedaron en el tintero. Es el caso de los personajes que desarrollaron esas técnicas criminales y andan por el mundo sin muestras de sonrojo. Uno de ellos es un puertorriqueño que trabajó 31 años en la CIA –tuvo un cargo en la embajada de EE UU en Buenos Aires en tiempos de "relaciones carnales"–. Los otros son dos psicólogos que formaron una proveedora del Pentágono en esos menesteres y que si bien no llegaron a cobrar el total pactado de 180 millones de dólares, alcanzaron a llevarse 81 millones de indemnización por los "trabajitos" que hicieron hasta 2007, dos años antes de terminar el contrato. La CIA puso un millón más para protegerlos judicialmente.
El "hispano" José A Rodríguez, nacido en Puerto Rico hace 66 años, es un ejemplo de cómo actúa el organismo y quienes hacen el trabajo sucio. Con un bigotazo modelo galán mexicano de los '50, Rodríguez tuvo su primer affaire en la década del '80, en el escándalo Irán- Contras; la venta de armas al régimen iraní en tiempos de Ronald Reagan para financiar a las milicias que luchaban contra la revolución sandinista. Del '94 al '96 anduvo por Buenos Aires –tras un paso por Panamá, Dominicana, Perú y México-, y en el 2004 llegó a la cima en la división Operaciones Clandestinas de la CIA.
Un año más tarde se encargó de destruir grabaciones de interrogatorios a detenidos en cárceles de varios países donde la CIA alojaba sospechosos. El Senado pidió entonces una investigación, pero el jefe de Rodríguez dijo que la información contenida en los cassettes no era relevante, que incluso podría comprometer a los interrogadores, un argumento que defensores de presos en Guantánamo, por ejemplo, desmintieron fervorosamente. Para ellos eran evidencias que ya no podrían utilizarse en ningún juzgado.  
Para 2007, el puertorriqueño anunciaba su retiro de la organización. Como tenía tanto para dar aún, pasó a la actividad privada como asesor en Blackwater, entonces la mayor contratista de mercenarios del planeta. También encontró empleo en la National Interest Security Company de Fairfax, Virginia, luego adquirida por el gigante IBM. En 2012 cerraría el círculo con un libro, Hard Measures: How Aggressive CIA Actions After 9/11 Saved American Lives (Medidas duras: qué tan agresivas fueron las acciones que salvaron la vida de los estadounidenses después del 9/11). Allí fundamenta la tortura como elemento de investigación válido y aceptable.
James Elmer Mitchell y Bruce Jessen son dos psicólogos que formaron parte de las fuerzas armadas estadounidenses. Luego armaron Mitchell Jessen & Associates, un emprendimiento para enseñar a la CIA novedosas formas de obtener información mediante métodos que llevan a la mayor degradación humana. Tanto para la víctima como para el victimario, como se pudo observar con el tiempo.
Mitchell tiene más exposición mediática que su socio y en una entrevista con VICE News, un medio vinculado a la cadena FOX, no tuvo empacho en mostrar sus habilidades como navegante a través del río Myakka, cerca de Tampa, Florida, donde tiene una mansión con amarradero propio. Allí recibió al periodista Kaj Larsen para un especial "El arquitecto del programa de interrogatorios de la CIA".
Mitchell fue experto en explosivos y no es un secreto que fue muy ducho en el programa SERE (Survival, Evasion, Resistance, and Escape) para endurecer cuerpos y espíritus ante la tortura. Era un modelo para entrenar a los soldados estadounidenses en resistir las formas más violentas de castigo, lo que implica someterse a las más bárbaras vejaciones, aceptadas por el bien de la patria, para recibir la ciudadanía en el caso de inmigrantes o simplemente por dinero. De paso, ese entrenamiento lleva conocer los puntos débiles de un potencial enemigo.
Mitchell aparece en el video como un señor que representa los 64 años que tiene, pero con fuerte espíritu deportivo. Una especie de tío piola que dirige su kayak entre los cocodrilos y muestra algunos trofeos en una casa como las típicas de una isla del Tigre bonaerense. Con una cuidada barba blanca, se parece al Donald Sutherland que compartía secretos militares con el fiscal Garrison (Kevin Costner) en la película JFK. Pero no se le suelta la lengua. Dice que no tiene permitido hablar,que no confirma no rechaza su participación en el método aunque si, cree que la tortura es una forma de obtener información valiosa.
En los informas de la CIA, Mitchell es Grayson Swigert y su socio Hammond Dunbar. Podrían haber quedado ocultos tras esos sobrenombres, pero alguien reveló a la prensa su identidad. Esto fue hace tiempo, y en 2008 los colegios de psicólogos estadounidenses se plantearon si era ético o no participar en esos programas represivos. Finalmente ninguno de los dos "arquitectos" perdieron su licencia, aunque tampoco se sabe que atiendan a pacientes particulares.
Muchos de los datos sobre lo que sucede en las cámaras de tortura son atribuidos a las filtraciones de alguien que participó en algunas de esas sesiones y no resistió las consecuencias éticas. Estuvo, como Mitchell, frente al prisionero Abu Zubaydah, un militante de Al Qaeda. El caso Zubaydah es clave en el informe del Senado. El hombre fue encadenado a una silla semanas enteras y lo dejaron en una caja del tamaño de un ataúd durante horas. Lo tuvieron once días sin dormir y quedó reducido a un ser balbuceante sin el menor raciocinio.
Fue tal vez el que más veces pasó por el waterboarding (submarino), el método preferido de Mitchell. Los investigadores afirman que Zubaydah no dijo nada que valiera la pena. Rodríguez, de todas maneras, se sinceró a CBS: "Hicimos a algunos terroristas de Al Qaeda con sangre estadounidense en sus manos sentirse incómodos por unos días. Estoy seguro de que lo que hicimos ayudó a salvar vidas."
Ninguno de estos personajes enfrenta riesgos judiciales. Distinto es el horizonte de John Kiriakou, un ex analista de la CIA que siendo jefe de Contraterrorismo en Pakistán lideró la captura de Zubaydah en 2002. En 2007, Kiriakou confirmó a un periodista de ABC  que la CIA aplicaba métodos de tortura para obtener información. Lo procesaron por violar la Ley de Espionaje, como sucedió con Edward Snowden o el soldado Manning. En enero del año pasado, Kiriakou fue condenado a 30 meses de prisión. Todavía tiene para seis meses y medio más.
En estos días un grupo de presos de Guantánamo llegó a Montevideo, que les dio refugio luego de años de prisión, tortura y vacío legal. "Si no hubiera sido por Uruguay, hoy aún estaría en ese agujero negro en Cuba", declaró Omar Mahmud Faraj, uno de los seis.
En coincidencia, Dilma Rousseff presentó en Brasil el informe de la Comisión de la Verdad sobre crímenes de la dictadura, entre 1964 y 1985. La ley de Amnistía impide juzgar a los culpables de cientos de muertes y vejámenes. El general del ejército Nilton Cerqueira, uno responsable de aquellos delitos, se quejó de lo que considera una injusticia: "¿Yo, que cumplí la ley, soy el que violó Derechos Humanos? ¿Y los terroristas? ¿Y la terrorista que hoy preside el país?" 

Tiempo Argentino
Diciembre 12 de 2014

Ilustró Sócrates


Obama, un Nobel entre el humo de la metralla

"Parte de nuestro desafío es reconciliar estos dos hechos aparentemente irreconciliables: que la guerra a veces es necesaria y que la guerra es, de cierta manera, una expresión de desatino humano." La frase resonó en el soberbio edificio de la municipalidad de Oslo, la capital de Noruega. Fue hace cinco años, el 10 de diciembre de 2009, y el que hablaba era el presidente Barack Obama, que había asumido el cargo once meses antes y era todavía una promesa de cambio al punto que le estaban entregando el Premio Nobel de la Paz. Fue más claro aun ese día, como para que ahora nadie se escandalice por lo que hizo desde entonces: "Los instrumentos de la guerra tienen un papel en mantener la paz."
La administración de Obama recomenzó en estos meses una escalada belicista que, muchos creyeron, venía para clausurar un lustro atrás. La enumeración puede resultar redundante, pero los conflictos más candentes sin duda están en el Medio Oriente y Ucrania. Y los ejes para entender lo que ocurre llevan al petróleo –como siempre– y a la geopolítica. Y ambos aspectos se dan la mano en este aniversario del Nobel a Obama.
El presidente Vladimir Putin, en su discurso sobre "el estado de la Nación", avisó ayer que "Rusia no se doblegará ante las presiones de Occidente". El mismo día que un ataque en Chechenia dejaba 20 muertos y el oro negro amenazaba con nuevas bajas, el presidente insistió: "O somos soberanos, o nos disolveremos en el mundo. Y, por supuesto, otras naciones deben entenderlo también."
Cuando el mandatario frenó el ansia de Obama por derrocar al presidente sirio Bachar al Assad, los europeos tuvieron la sensación de que el viejo Oso Ruso volvía a ser una amenaza.
Cierta o no, esa imagen llenó publicaciones académicas, mesas de estrategia y la fantasmagoría popular en los últimos tres siglos, desde el zarismo. Luego el Oso fue rojo y comunista. Pero a la caída de la Unión Soviética, por unos años el plantígrado parecía apaciguado. Fue en ese marco que la Unión Europea y la OTAN, la alianza militar que encabeza Estados Unidos, fueron avanzando hacia territorios de la ex órbita socialista.
Hasta que un día, Putin avisó que los rusos querían volver a ser considerados como potencia. La crisis ucraniana tiene mucho que ver con el intento europeo de marcarle la cancha. La respuesta fue la recuperación de Crimea, un símbolo nacional para los rusos, como ayer recordó Putin. El resto es historia actual: el este de Ucrania quiere anexionarse a la Federación, mientras que el oeste está cada vez más inclinado hacia Europa.
La penúltima jugada de Kiev fue elegir a mediados de año como presidente a un empresario de la industria de la golosina, Petro Poroshenko. Esta semana, el gobierno del "Rey del chocolate", como se lo conoce, designó un nuevo Gabinete con el declarado objetivo de acercarse más a la UE. Para lo cual debió nacionalizar de urgencia a tres extranjeros. Como si fuera poco, que habían trabajado para otros gobiernos. Si se tratara de seleccionados de fútbol, la FIFA los hubiera descalificado: ningún jugador puede integrar equipos de dos nacionalidades distintas.
Natalie Jaresko es hija de ucranianos que emigraron a Estados Unidos. Hizo carrera en el Departamento de Estado tras recibirse en la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard y luego en Chicago. En la actividad privada fue miembro del staff del Western NIS Enterprise Fund y después fundó Horizon Capital, otro fondo de inversiones. Como diplomática, formó parte de la embajada estadounidense en Kiev, donde se mudó definitivamente en 1992, y apoyó con todos los recursos a la Revolución Naranja. Luego encontraría conchabo en el gobierno del luego derrocado Viktor Yushchenko. Ahora estará al frente de la cartera de Finanzas.
En Economía fue nombrado Aivaras Abromavicius. Nacido en Vilna, Lituania, el hombre está casado con una ucraniana y se autodefine como un patriota de la tierra de su esposa. Fue socio y gestor de fondos en East Capital, el más grande de Ucrania. Como quiera que sea, Jaresko y Abromavicius tienen residencia desde hace años en ese país. El caso más complicado de explicar para cualquier ley de residencia es el del nuevo titular de Salud. Aleksandr Kvitashvili nació en Georgia, donde ocupó el mismo cargo entre 2008 y 2010 con el entonces presidente Mijail Saakashvili. En su CV presenta graduación en la Universidad de Tbilisi y en la Robert Wagner de Nueva York. Los tres tuvieron que renunciar a sus anteriores ciudadanías para tomar el cargo, pero no se les exigió saber el idioma, como es de práctica en cualquier país del mundo. Es que Kvitashvili, aunque asegura amar a ese país,  no habla una palabra de ucraniano.
Mientras tanto en Estados Unidos, el gobierno anunciaba la postulación de Ashton Carter como nuevo secretario de Defensa para remplazar al republicano Chuck Hagel. Se dijo que Hagel se iba por su oposición a la estrategia de la administración demócrata sobre Irak y Afganistán. El analista Philip Giraldi, un ex CIA especializado en contraterrorismo que ahora es columnista televisivo, sostiene que Hagel –que participó en la guerra de Vietnam– "sabe lo que es la guerra" y por lo tanto no tiene como primera opción a la respuesta militar. Cosa que no ocurre "con el círculo íntimo de Obama", todos ellos académicos de hogares privilegiados cuyos "hijos no van a estar muriendo en algún agujero del infierno" y para los cuales el humo de la metralla "es una completa abstracción".
Carter, egresado también de la Escuela Kennedy de Harvard, fue socio senior en Global Technology Partners, una consultora integrada por ex oficiales del Pentágono que se dedica a asesorar en cuestiones de defensa e inversiones aeroespaciales, y tuvo contrato con Goldman Sachs, el mayor de los bancos de inversiones del mundo. En el gobierno de Bill Clinton fue secretario adjunto de Defensa.
La elección de Obama representa un mentís a su Premio Nobel, porque es volver a los representantes del aparto militar industrial que, por lógica, necesita alimentar sus ingresos mediante la guerra. Pero además es gente que aprovecha ese sistema que el uruguayo Eduardo Galeano considera uno de los mayores inventos actuales, la puerta giratoria.
"Robert McNamara encabezó la empresa Ford, donde hizo lo que pudo contra la naturaleza y contra los peatones distraídos, hasta que un giro de puerta lo lanzó a dirigir la matanza de Vietnam, durante unos cuantos años, y culminó su carrera exterminando países desde el Banco Mundial; Donald Rumsfeld fue jefe de gabinete del gobierno de los Estados Unidos, desde allí la puerta giratoria lo arrojó a una fábrica de Monsanto, la serial killer multinacional, donde legalizó venenos que habían sido prohibidos, hasta que la puerta giró nuevamente y apareció conduciendo la guerra de conquista del petróleo de Irak; Dick Cheney encabezó el Pentágono en el gobierno de Bush Padre y regaló jugosos contratos militares a su empresa Halliburton, y de ahí pasó al gobierno de Bush hijo, donde se ocupó de la demolición y la reconstrucción de Irak en beneficio de Halliburton, siempre en el centro de su generoso corazón."
Como frutilla del postre, los ministros de Relaciones Exteriores de los 28 países de la OTAN votaron el miércoles la creación de una nueva fuerza de acción rápida destinada a intervenir en Ucrania. "Es el mayor fortalecimiento de nuestra defensa común desde el fin de la Guerra Fría", reveló sin recelos el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
El petróleo, en tanto, se mantenía a la baja. En 1971 Richard Nixon dejó de lado la convertibilidad con el oro y para sostener al dólar como moneda como reserva internacional, acordó con los países árabes –especialmente Arabia Saudita– que la venta de petróleo se haga "en verdes". A cambio, garantizó protección militar y política.
Ahora, Arabia lideró el rechazo de la OPEP al planteo venezolano de reducir la producción para incrementar el precio del crudo. La mayor producción mundial, dicen los expertos, se debe a la extracción de esquistos en Estados Unidos mediante el fracking. Desde la ocupación de Irak y Libia, dos grandes productores de la OPEP, el negocio es más controlable para los grandes centros de poder. Por otro lado, el grupo Estado Islámico, que ocupó zonas de explotación en la región, lo vende a precio vil al mercado europeo, alertó el jefe del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), Alexánder Bórtnikov, en un foro en Kazajstan. La baja de precios amenaza a las economías de Venezuela y Rusia, en primer lugar. El rublo ya sufrió las consecuencias y Putin no lo ignora. En Oslo, Obama no había hablado de ese asunto, pero también esta puede ser una amenaza de males mayores.

Tiempo Argentino
Diciembre 5 de 2014
Ilustró Socrates


miércoles

Renzi, el heredero de la nueva Italia

http://www.accion.coop/wp-content/uploads/2014/11/159-34-1.jpgSi algo caracteriza a Matteo Renzi es su irrefrenable ansia de poder. Lo cual lo hace decidido, audaz y con ese toque entre irreverente e inescrupuloso que los italianos tanto valoran, aunque rechacen esta imagen que les devuelve el espejo. De otro modo no se explica que Silvio Berlusconi haya sido el gran arquitecto de la política de ese país durante más de dos décadas. Peor aún, que gracias a Renzi todavía lo siga siendo, a pesar de que la Justicia hace tiempo lo puso en la mira y le hace pagar viejas cuentas pendientes que lo dejan fuera de la carrera para ocupar cargos públicos.
La extraña alianza entre el actual presidente del Consejo de Ministros de Italia –cargo que se conoce como Primer Ministro– y el líder de la derecha había despuntado a principios de este año, cuando se reunieron para delinear aspectos de una reforma a la ley electoral que permitiera la gobernabilidad en un país tan acostumbrado a los vaivenes políticos desde el fin de la Guerra Mundial. Renzi, que era el alcalde de Florencia y acababa de ganar la secretaría del Partido Democrático, la alianza entre sectores de los tres más grandes partidos de la posguerra, el Partido Comunista Italiano (PCI), el Partido Socialista (PSI) y la democracia cristiana (PDC). Berlusconi era poco menos que un cadáver político tras las últimas condenas por fraude y el escándalo de prostitución que lo vinculó con la menor Karima el Marough, más conocida como Ruby. Fue un golpe mediático importante ya que daba en el corazón del endeble consenso que mantenía en el gobierno a Enrico Letta, también del PD. Italia sufre desde hace años una caída en la actividad económica pero sobre todo en la institucionalidad; mucho antes de que la crisis financiera se extendiera por gran parte de la Europa del sur.
Renzi, un florentino nacido en enero de 1975, creció en ese ambiente de inestabilidad política que solo un líder controvertido como Giulio Andreotti podía mantener en pie. Il divo comandó la Democracia Cristiana en el marco de una fuerte alianza para mantener fuera del poder al PCI, por entonces el partido comunista más poderoso de Occidente. Y lo logró de un modo tan efectivo como oscuro, al punto que terminó sus días acusado de relacionarse con la mafia y la CIA y sospechado por su pasividad ante el crimen de Aldo Moro en 1978.
El actual primer ministro proviene de un hogar democristiano y su tesis doctoral, cuando se recibió de abogado en la Universidad de Florencia, versó sobre Giorgio La Pira, un católico militante que fue alcalde florentino en los 60 pero que al mismo tiempo mantuvo contactos con el mundo soviético y fue un luchador  por el fin de la guerra de Vietnam.
Su primera incursión en la política fue precisamente en el Partido Popular Italiano, heredero de la DC, enfrascada en 1994 en una crisis terminal por sucesivos escándalos de corrupción de los que no fue ajeno Andreotti ni toda la dirigencia que lo acompañó. Caída la Unión Soviética y con su propia crisis de identidad en el PCI, la DC había dejado de ser funcional para detener el avance comunista. Sin un líder de la talla de Il divo, Il cavaliere, como se conoce a Berlusconi, fue la salida que encontró el establishment italiano para mantenerse en el poder real. Empresario de medios, bon vivant y desprejuiciado, encarnaba en los años de apogeo del neoliberalismo el ideal de triunfador que la sociedad italiana anhelaba como modelo. Pero tras casi 20 años de «éxitos», Berlusconi cayó en desgracia y con él creció la inestabilidad, justo cuando el resto del continente le exigía mayores ajustes y cambios económicos al país. Reformas imposibles de sostener sin un gobierno fuerte o de consenso.
Para cuando moría Andreotti, en 2013, y Berlusconi ya estaba raleado del poder por sus problemas tribunalicios, el PD ganó las elecciones llevando al frente a Pier Luigi Bersani, un boloñés con poco carisma que no logró formar gobierno a pesar de haber ganado los comicios parlamentarios y tampoco pudo promover un candidato para la presidencia del país, un cargo más bien simbólico pero que resulta a la postre fundamental para mantener la institucionalidad.
Ya por entonces Renzi se alistaba para la toma del poder. Lo consideraban los medios amigos como el Tony Blair italiano, el Berlusconi 2.0; los otros lo llamaban Il piacione, una palabra que designa a esos personajes que desesperadamente buscan agradar a todo el mundo. En una maniobra desesperada para no dejar todos los cargos vacantes, la Legislatura aprobó una medida inédita en la historia de la democracia parlamentaria de Italia: prorrogó la presidencia de Giorgio Napolitano, un ex integrante del PCI que a los 89 años puede decirse que las vio todas.

El eterno
Napolitano, que ya anunció su deseo de dejar el puesto a la brevedad, nombró sucesivamente para hacerse cargo de la papa ardiente de la jefatura de Gabinete a un tecnócrata de la Unión Europea que había hecho sus primeros pasos en la banca Goldman Sachs, Mario Monti, y luego del frustrado triunfo de Bersani, a Letta. La embestida final de Renzi se produjo en febrero de este año, cuando tras conseguir la secretaría general del PD hizo retirar el apoyo parlamentario a su correligionario. Tras su fustigado encuentro con Berlusconi y la promesa de cambios en la ley electoral, era el único que podía prometer una salida al estancamiento en que estaba la economía y ante la falta de perspectivas de solución a corto plazo. Entendió que no hay nada peor que no hacer nada pero además, a los 39 años, era el único que podía expresar el descontento de una generación  que se había criado en el desánimo y la vaciedad.
Porque el otro personaje que podría representar el cambio que la sociedad reclamaba, el cómico Beppe Grillo, se había ido ahogando en su propia salsa desde ese mismo comicio, en que despuntó como sorpresa de la antipolíitica pero no pasó de ser un representante testimonial sin respuesta a reclamos más concretos para la ciudadanía que no fuera el descontento moral por el desmanejo de la cosa pública. Renzi pertenece a la misma dirigencia y se ofrece como el medio para avanzar hacia el futuro desde otro rincón de la política. De hecho su eslogan es que llegó para cambiar Italia y no simplemente para administrarla.
Tiene razón Berlusconi cuando dice que fue el último premier elegido por el voto del pueblo. Pero al menos Renzi se dio un baño de triunfo electoral en mayo pasado, cuando en la votación para el europarlamento logró más del 40% de los sufragios, siendo el mandatario de centroizquierda más votado en el continente. Una elección que normalmente no aporta mucho fue el espaldarazo para reforzar el liderazgo del joven  impetuoso al que muchos comparan a otro gran florentino, Maquiavelo.
Envalentonado con al resultado, Renzi planteó en la cumbre europea poner fin a la era de los recortes en la región para avanzar hacia la reducción del desempleo. La exigencia de un nuevo Pacto de Estabilidad alarmó a conservadores y socialdemócratas. Hasta el francés François Hollande, que había llegado al poder con la agenda del socialismo y luego dio un giro de 180 grados, quedó descolocado al verse acorralado por izquierda. Pero claro, el PSF está entre los que más perdieron en ese fatídico 25 de mayo en que la derecha xenófoba y antieuropea cantó presente desde las urnas.
Durante lo que va del año, Renzi mantuvo una reunión mensual con Berlusconi. La obsesión de ambos es reformar las leyes políticas para garantizar un bipartidismo que permita la gobernanza. El derechista lo hace para mantener su cuota de influencia con su partido, Forza Italia. El premier, para consolidarse como el líder de los años que vienen. «Se necesita un sistema para gobernar Italia, con un ganador claro la misma noche de las elecciones», señalaron Renzi y Berlusconi.
La idea que plasmaron es que en el futuro el partido que alcance el 40% de los votos obtendrá la mayoría de escaños gracias a una «prima del vencedor» que le daría un plus de legisladores. En caso de que nadie logre esa cifra, se deberá realizar un balotaje con los dos partidos que hayan tenido más votos. Difieren acerca de si ese plus de legisladores corresponderá para la coalición más votada o para el partido en forma individual, pero la frutilla del postre es que se comprometieron a que los integrantes del actual Congreso permanezcan en sus puestos hasta 2018, lo cual tranquilizaría a los que ocupan cargos y a la vez permite a Renzi implementar las medidas que se propone para su modelo.

Plan conflictivo
El otro gran cambio de Renzi se basa en la reforma de las leyes laborales. Es un plan de flexibilización muy resistido por los sindicatos, que ya le hicieron dos paros, sumando otro el 12 de diciembre, y también dentro de la propia agrupación política que sostiene al primer ministro. Conocida como Jobs Act, en uno de sus artículos, el séptimo, propone «simplificar» los 46 tipos de contratos existentes hasta ahora mediante un «contrato indeterminado de protecciones crecientes» que según los críticos de la normativa refuerza el poder de la patronal porque la relación cambiaría según las exigencias productivas de la empresa. El otro tema en debate es la derogación del artículo 18 del Código del Trabajo (ver aparte).
A principios de noviembre gremios de base hicieron una huelga que se hizo sentir en los principales distritos italianos, ya que pararon los transportes públicos y privados y trabajadores de la educación y sanidad. Dos de las principales centrales, la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL) y la Unión Italiana del Trabajo (UIL). Entre ellos está la otrora poderosa FIOM, el gremio metalúrgico, golpeado con la ida de la Fiat. A mediados de año, la emblemática automotriz turinesa confirmó que tras la fusión con la estadounidense Chrysler deja el país para ser una compañía global con sede en Londres, registrada bajo leyes holandesas y que cotiza en la Bolsa de Nueva York. Nada que ver con Italia.

Revista Acción
Diciembre 1 de 2014

Latinoamérica, 25 años después del muro

Si hay un territorio donde la caída del Muro de Berlín impactó fuertemente fue el de América Latina y quizás con la Argentina en primer lugar. La crisis de la deuda y la hiperinflación habían dado un marco oportuno para que las oligarquías locales impulsaran modelos económicos más cercanos a sus intereses, coincidentes con los de las potencias centrales. No fue casual que para la misma época en que asumía Carlos Menem en la Casa Rosada, adelantado ante la debacle económica de la gestión de Raúl Alfonsín, surgieran otros mandatarios que se inclinaron por políticas antipopulares.
El Consenso de Washington nació en 1989, cuando el economista John Williamson estableció cuáles serían las medidas necesarias para aplicar el modelo neoliberal, el único posible según se ufanaba en un plan que apoyaban el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. En 1989 jurarían también como presidentes George Bush padre en EE.UU., Carlos Andrés Pérez en Venezuela, Jaime Paz Zamora en Bolivia, derrocarían al dictador paraguayo Alfredo Stroessner y ganaría la elección el brasileño Fernando Collor de Melo.
La hiperinflación argentina iría en paralelo con el estallido social que se conoció como Caracazo, una movida que fructificaría tres años más tarde en el intento de golpe contra Pérez que colocó a la cabeza de los reclamos a un desconocido teniente coronel Hugo Chávez, en 1992. Por entonces, el gobierno de Bush padre emprendía cruzadas como la primera guerra del Golfo Pérsico, tras la invasión de Kuwait por tropas iraquíes del gobierno de Saddam Hussein. La incursión encontró un fuerte apoyo en las Naciones Unidas. El Consejo de Seguridad aprobó una aventura que recibió, además, el respaldo de 34 países, entre los que estaba la Argentina, que envió dos fragatas para sumarse a la Operación Escudo del Desierto. El modelo neoliberal, que se fue expandiendo incluso tras la llegada del demócrata Bill Clinton al gobierno estadounidense, en 1993, levantó cientos de movilizaciones populares en todo el continente. Así, tras el Caracazo y el alzamiento de 1992 se consolidaría la imagen de líder popular de Chávez, quien desde su primera presidencia, iniciada en 1999, encabezaría el primer proyecto antineoliberal, aunque todavía en solitario. George W. Bush hijo sucedería a Clinton, y a poco de ocupar el cargo le tocaría enfrentarse con el que seguramente fue el comienzo del fin de ese corto período de auge de EE.UU. como potencia imperial global. Los atentados del 11 de setiembre de 2001, coincidentes con los últimos estertores del gobierno de Fernando de la Rúa, fueron también el comienzo del fin del neoliberalismo en América Latina. El proyecto iniciado en Argentina cuando Menem era el personaje a copiar por el resto de la región provocó un catastrófico resultado que sumiría en una crisis fenomenal a los organismos internacionales. Ni Menem ni Argentina eran ya los mejores del aula y la rebelión popular de diciembre de 2001 haría saltar por los aires el esquema cimentado en los 90.
Luego vendrían historias más conocidas. En 2003 llegaron al gobierno Néstor Kirchner y Lula de Silva y de inmediato impulsaron una nueva visión y otra respuesta a la crisis. Chávez tenía entonces compañía y en 2005 el Frente Amplio, esa construcción de izquierda nacida en 1971, destronaría el bipartidismo que por 174 años había gobernado en Uruguay. Para noviembre de ese año, cinco «rebeldes», Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, le decían «No al mercado común de Alaska a Tierra del Fuego», la frutilla del postre del Consenso de Washington. Fue el comienzo de otro período para la región.
Se fueron armando redes regionales en un contexto inédito, con un poder imperial sumido en sus enfrentamientos en otras regiones del planeta –Irak, Afganistán– y en los albores de una crisis económica que estalló en 2008 y que quizás ese rechazo en Mar del Plata ayudó a acelerar. Porque tal como entendieron los gobiernos de entonces, las potencias centrales ya no pudieron descargar sus crisis recurrentes sobre los hombros de los habitantes de estas tierras. Nacieron en este tramo histórico proyectos integradores como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una suerte de OEA sin Estados Unidos ni Canadá, pero con un papel central para Cuba, y la palabra integración dejó de ser una utopía para crecer como realidad. Barack Obama, en tanto, pasará a la historia por haber sido el primer ciudadano negro en ocupar el Salón Oval de la Casa Blanca. Llegó en representación de los demócratas con la promesa de reimpulsar el crecimiento de la todavía principal economía del mundo y de poner fin a todas las guerras que llevaba adelante Estados Unidos. Pero el mundo de Obama terminó siendo definitivamente otro. Nuevos jugadores lideran ahora una nueva multipolaridad en la que, a través de realidades como el Grupo BRICS, que nuclea a Brasil, India y Sudáfrica con China y Rusia, y avanza hacia nuevas formas de relación política y comercial. Ya no hay una sola potencia económica y tampoco alcanza con ser el gendarme mundial para lograr objetivos políticos.
La orfandad de Estados Unidos quedó reflejada en la última votación en la Asamblea de la ONU contra el embargo a Cuba: de 193 naciones miembro, 188 votaron por el levantamiento del castigo impuesto a la isla. Hubo tres abstenciones de países con poca influencia diplomática, como Palau, Islas Marshall y Micronesia, y solo dos a favor de la permanencia del embargo: Israel y el propio Estados Unidos. La situación resulta tan comprometida en términos estratégicos que un editorial del influyente The New York Times lo resumió así: «Es irónico que una política destinada a aislar a Cuba ha causado el efecto contrario y el que se ha quedado solo es Estados Unidos».

Revista Acción
Noviembre 15 de 2014

viernes

El real problema que se esconde en Ferguson

La absolución de Darren Wilson, el policía blanco que el 9 de agosto mató en Ferguson, Missouri, a un adolescente negro, Michael Brown, despertó las iras de la población afrodescendiente en todo Estados Unidos, pero también una polémica de largo alcance que llega hasta el primer mandatario no blanco en la historia del país.
Los medios masivos alcanzaron audiencias impresionantes cuando mostraban las imágenes de saqueos, destrucción de propiedad privada e incendios en varios distritos. El fuego, lo sabe cualquier estudioso de la imagen en movimiento, siempre captura la curiosidad popular. Pero como nunca antes, las redes sociales explotaron al ritmo de las calles, y entre el martes y el miércoles pasados hubo 580 mil tuits citando a Ferguson, según registró Topsy, un sitio que analiza y computa el tráfico en la red. Sólo el hashtag #BlackLivesMatter (las vidas negras importan) tuvo 72 mil menciones en un día.
El primer y más obvio debate sobre el caso rondó en torno de la violencia racial de la policía tanto como de las instituciones judiciales, que en este caso habrían decidido no cuestionar la actitud de Wilson de vaciar el cargador de su pistola sobre un muchacho desarmado. En el primer reportaje que el uniformado dio luego de conocerse el fallo del jurado –que bueno es recordar, al igual que el fiscal alega no haber encontrado razones para elevar el homicidio a juicio a pesar de que la declaración de Wilson se contradice con la de algunos testigos y de que en todo caso la verdad de lo ocurrido se podría haber ventilado en un tribunal público– dice que actuó a conciencia y que volvería a hacer las cosas como las hizo.
Cierto que tras la decisión judicial no hubiera sido conveniente mostrar dudas, ya que seguramente deberá enfrentar un juicio federal como instancia superior. Pero no son pocos los que cuestionan la oportunidad y la forma en que se presentó ante la cadena ABC News. Porque no hizo más que irritar a una sociedad lo suficientemente sensible entonces como para escuchar las declaraciones sin que les sonaran ofensivas.
Elias Isquith, un joven periodista estadounidense que suele publicar en The Atlantic, hizo un análisis quizás algo maquiavélico como reconoce, pero que cuadra perfectamente en cómo se difundieron las noticias. Da por sentado que hubo una conspiración, "pero no para proteger a Wilson de ser sometido a juicio", acota Isquith, sino para "organizar el anuncio de la exoneración del modo más provocativo posible". ¿Para qué? Pues para "manipular al público y a la prensa en el sentido de olvidar la real historia de Ferguson y desviarla hacia la moralidad de los incidentes posteriores".  Isquith apunta para su argumentación que el jurado se expidió fuera de la fecha inicialmente establecida, que el fiscal fue estirando el anuncio durante todo el día y que cada tanto se deslizaba un trascendido favorable al policía. "Todo lo que querían era mejorar la maltrecha imagen de la estructura de poder en Ferguson, no para hacer parecer a las cosas bien, sino para hacer que los manifestantes parezcan peor. Es una estrategia probada, como Rick Perlstein ha documentado, y que ayudó en su momento al presidente Richard Nixon." En Nixonland, Perlestein define la estrategia del mandatario del Watergate para abortar los levantamientos antirraciales de fines de los '60 en el sur de Estados Unidos mediante la manipulación del resentimiento social como arma política.
El otro punto importante en el debate es el de las diferencias sociales y de oportunidades entre negros y blancos y de cómo la pobreza termina siendo un elemento criminalizador para el establishment y los medios más conservadores. Sin embargo hay otro aspecto que sectores liberales estadounidenses –en el buen sentido de la palabra– se encargaron de destacar en estos días.
Paul Craig Roberts es un viejo invitado de esta columna. El hombre fue subsecretario del Tesoro durante la administración de Ronald Reagan y uno de los máximos predicadores de las llamadas Reaganomics, de triste recuerdo. Pero es un liberal consecuente cuando se habla de derechos civiles. Así es que en su sitio web publicó con cierta nostalgia: "Puedo recordar los tiempos en que la policía en Estados Unidos era confiable. Ellos se mantenían a sí mismos bajo control y veían a su papel como útil a ciudadanos e investigadores de delitos. Se encargaban de no presentar cargos contra personas inocentes y de matar ciudadanos sin causa. Esos policías dejarían sus vidas con tal de no cometer un error en el uso de su poder."
Pero todo cambió tras el 11 de septiembre de 2001, o incluso algo antes, señala Roberts. "La policía fue militarizada (…) está enseñada para considerar al público, especialmente a cualquier sospechoso o infractor de tránsito, como una amenaza potencial a la policía. La nueva regla que se les enseña es aplicar violencia al sospechoso o delincuente con el fin de proteger al agente y para interrogarlo sólo luego de asegurarse de que todavía están vivos después de haber sido golpeado, electrocutado (NdR: con una pistola Traser) o baleados."
Roberts se alarma de que la policía actual haya sido preparada, no para investigar crímenes, a la usanza de los viejos detectives de novelas de suspenso diría uno, sino para "protegerse a sí mismos de un público inclinado al crimen, ya sea negro como blanco".
John Whitehead es un abogado y criminalista que hace 32 años fundó el Instituto Rutherford, para la investigación y defensa de las libertades civiles y los Derechos Humanos. Rutherford, aclara en su página de Internet, por un sacerdote escocés que consideraba que ni siquiera un rey podría estar por sobre las leyes. Whitehead comienza su último artículo sobre el caso Ferguson con una frase de un ex oficial de policía y profesor de criminología, Thomas Nolan, nostálgico también de otros tiempos. "Si usted viste a un agente policial como soldado, lo pone sobre vehículos militares y le da armas militares, ellos adoptarán una mentalidad guerrera. Nosotros luchamos contra enemigos, y los enemigos son el pueblo que vive en nuestras ciudades, particularmente la gente de color."
Este clima bien pudiera haber influido en el agente Wilson, quien en su declaración ante el Gran Jurado describió el momento crucial en que comenzó a disparar: "Me atacó y yo disparé pero el arma no funcionó (…) Presioné por tercera vez y disparó (…) Brown me miró con su cara más agresiva, la única forma en que puedo describirlo es que parecía un demonio de lo enfadado que estaba." Luego apretó el gatillo varias veces más, recordó.
Whitehead, montado sobre la certeza que le dejaron las imágenes de policías pertrechados de combate durante la represión de los incidentes en Ferguson, afirma que el debate sobre el racismo es una "efectiva arma de propaganda usada por el gobierno y los medios para distraernos sobre el problema real". ¿Cuál es el verdadero problema?
Tras un recuento sobre el rol del aparato militar industrial en esta era y dentro del propio territorio de Estados Unidos, Whitehead considera que "Ferguson es importante porque nos brinda un anticipo de lo que está por venir. Es una señal de alarma, por así decirlo, para alertar sobre cómo seremos tratados si no intentamos cautelosamente cambiar a la policía estatal. Y no importa si somos negros o blancos, ricos o pobres, republicanos o demócratas. A los ojos del estado corporativo, somos todos enemigos."
La conclusión es para preocupar no sólo a los estadounidenses, pero a ellos en primer lugar. "Desde que cayeron las Torres Gemelas, el pueblo estadounidense ha sido tratado como a  combatientes enemigos, y puede ser espiado, seguido, escaneado, cacheado, buscado, sometido a todo tipo de intrusiones, intimidado, invadido, asaltado, maltratado, censurado, silenciado, baleado, encerrado, y se les niega el debido proceso."
Esto no ocurre sólo puertas adentro y hace unos días el gobierno de Estados Unidos tuvo que comparecer ante el Comité de la ONU contra la Tortura en Ginebra a raíz de múltiples denuncias de abusos y maltratos a prisioneros, migrantes y minorías étnicas.
Una delegación integrada por una treintena de funcionarios estadounidenses tuvo que responder un cuestionario del organismo elaborado en base a las inquietudes de grupos de defensores de las libertades civiles de todo el mundo, y también de Estados Unidos. Era la primera vez que funcionarios de Barack Obama iban a Ginebra a responder por acciones reñidas con los Derechos Humanos. La Casa Blanca admitió haber "cruzado la línea", bastante más de lo que hicieron sus antecesores. Pero tradicionalmente Washington no suele pagar por las faltas que comete. 


Tiempo Argentino
Noviembre 28 de 2014

Ilustró Sócrates

Alzate, alumno dilecto de Petraeus en contrainsurgencia

El general Rubén Darío Alzate, a los 55 años, tiene un historial que puede llenar de orgullo a sus pares. Estudioso, decidido, hizo cursos de liderazgo y de contrainsurgencia en la academia de Fort Leavenworth, en Kansas, y el Army War College (AWC), de Pensilvania. En un país tan íntimamente ligado a Estados Unidos, la carrera de Alzate (nombre simbólico si los hay para un general latinoamericano) puede decirse brillante. Para lo cual necesita, claro, olvidar que se trata de la misma nación que para obtener beneficios leoninos con la construcción del Canal Interoceánico, inaugurado hace justo un siglo, forzó la independencia de la provincia de Panamá.
Como parte de los acuerdos Torrijos-Carter, en 1999 el canal pasó a manos del gobierno panameño. Para la misma fecha, Bill Clinton y Andrés Pastrana firmaban el Plan Colombia, con el objetivo de "terminar con el conflicto armado y crear una zona antinarcótica".  Diez años más tarde, Barack Obama firmaba otro acuerdo con Álvaro Uribe que, ante el cierre de la base de Manta en Ecuador, otorgaba a las tropas estadounidenses prácticamente el control total de siete bases militares desde las que se puede vigilar todo el subcontinente y enviar aviones de guerra a cualquier rincón en pocas horas. El contrato era incluso más leonino que el del viejo Theodore Roosevelt en 1903 y la Corte suspendió su vigencia en 2010.
Los acuerdos que se suelen considerar en todo nuevo "contrato" hablan de los pactos militares previos desde 1952, tras la Segunda Guerra, y no olvidan cuestiones económicas ni el cada vez más creciente combate al tráfico de drogas. Casi la misma edad tiene la guerrilla en ese país.
 El desafío de Juan Manuel Santos de pacificar a Colombia colisionó desde el principio con quien fuera su mentor, Uribe. Convencido de que la paz es el mejor negocio, Santos fue quien más avanzó en negociaciones con los grupos insurgentes y quien más garantiza el cumplimiento de los documentos que se firmen. En este marco desarrolló su carrera el general Alzate.
Como se dijo, es un hombre muy preparado para la guerra y con mejor instrucción aun para trabajar sobre poblaciones civiles en conflictos armados internos. Según recordaba Joshua Goodman, de la agencia AP, Alzate hizo su tesis en el AWC sobre el modo de actuar en escenarios de insurgencia. Para lo cual se basó en textos de Mao Tse Tung y de un intelectual francés, David Galula. Goodman destaca que el alto oficial recibió la insignia de general de manos de otro de esos militares estudiosos, el estadounidense David Petraeus.
Eran los tiempos de crecimiento profesional de ese hijo de un holandés emigrado a Nueva York, quien alcanzaría su zenit y también su caída en la era Obama. Petraeus formó parte de un grupo de oficiales de élite y sólida ilustración que desde la guerra de Bosnia en adelante el Pentágono desplegó en Oriente Medio y Afganistán. Integraba este selecto club otro general de cuatro estrellas y alcance mediático, Stanley McChrystal.
Hay una historia interesante que involucra a este dúo en maniobras y manipulaciones de grueso calibre que en gran medida explican el fracaso de Estados Unidos en sus últimas incursiones armadas. Todo comienza con el almirante William Fallon, designado durante la gestión de George W. Bush comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos para las guerras de Irak y Afganistán.
En marzo de 2008 la revista Esquire publicó el artículo "El Hombre entre la Guerra y la Paz" donde el autor, que mantuvo un contacto muy estrecho con el militar, lo describe como contrario a la estrategia de imponer medidas más duras contra Teherán por su plan nuclear. Fallon tuvo que renunciar y su lugar fue ocupado por Petraeus.
Meses más tarde, otro "top", Stanley McChrystal, se hacía cargo de ambos frentes de batalla. Era el inicio de la administración Obama y todo apuntaba a que el nuevo mandatario iba a cumplir con su promesa de que las tropas volvieran a casa.
 En junio de 2010 la nota de tapa de la revista Rolling Stone (RS) causaba estupor en la Casa Blanca. En un extenso artículo firmado por Michael Mahon Hastings, McChrystal se despachaba con todo tipo de críticas y brulotes contra el gabinete demócrata y ridiculizaba especialmente al vicepresidente Joe Biden. Convocado de urgencia a Washington, tuvo que dimitir.
Muchos entendieron que no había sido inocente al aceptar la entrevista, como tampoco habían creído en la ingenuidad de Fallon dos años antes. Eran sin dudas señales del descontento por cómo se estaban llevando a cabo las acciones en los dos países asiáticos, invadidos luego de los atentados a las Torres Gemelas.
Petraeus popularizó desde las arenas de Irak la que tal vez haya sido su contribución más importante a la estrategia militar estadounidense. Su doctrina de contrainsurgencia, basada en los mismos textos de las guerrillas en Vietnam y Malasia pero con signo inverso, buscaba captar a las poblaciones locales con políticas de seducción más que la sola aplicación de la violencia. Fue como una Biblia que convenció a la dirigencia política de que había una forma de que iraquíes y afganos amaran a los estadounidenses. Y además, que se amaran entre sí, sin diferencias entre talibanes, moderados, chiítas y sunnitas.
"Petraeus casi redefinió el concepto de guerra en un nuevo manual de su autoría (Counterinsurgency Field Manual) que puso en práctica en Irak. Su idea principal era que los Estados Unidos no podían salirse de la guerra. Tenían que proteger y ganarse a la población, vivir entre ellos, para que un gobierno estable y competente pudiera prosperar. El nuevo soldado, según él, debía ser un trabajador social, un planificador físico, un antropólogo y un psicólogo", lo definió Hastings en RS.
Catalogado no sólo como intelectual sino también deportista y de costumbres austeras, Petraeus llevó su experiencia a la CIA, donde fue nombrado director en abril de 2011. Fue su cuarto de hora: el mundo le sonreía y parecía girar según sus predicciones. Daba para confiar en que al dejar Irak y Afganistán las tropas estadounidenses dejarían dos sociedades estables y agradecidas. Si todo hubieses seguido así, Petraeus estaba destinado a ser el nuevo Dwight Eisenhower que le pronosticaban los asesores de imagen. Pero ese soldado adusto y frugal tenía una debilidad. Y cuando en noviembre de 2012 se publicó que mantenía una relación extramatrimonial con una mujer que estaba escribiendo un libro sobre su vida, que para colmo, también era casada, su final quedó echado. Estas horas de violencia en la región prueban que ni siquiera su plan estratégico era lo que hizo creer.
Hastings murió en un accidente automovilístico en junio de 2013 en Los Ángeles, a la edad de 33 años. Poco antes había dejado otro hallazgo, también en la RS, cuando escribió que desde una unidad militar estadounidense se habían puesto en marcha operaciones de inteligencia y manipulación psicológica para conseguir dinero y apoyo político destinado a las guerras asiáticas. Las víctimas habrían sido, según Hastings, desde el senador republicano John McCain hasta el propio jefe de las fuerzas armadas, Mike Mullen. Uno de los mandos de esas operaciones citados en la revista, el teniente coronel Michael Holmes, explica su tarea como "acciones psicológicas aplicadas a la cabeza de la gente para conseguir que el enemigo se comporte como nosotros queremos que se comporte".
El domingo pasado. Alzate, actualmente jefe de la Fuerza de Tarea Conjunta, un grupo de élite contrainsurgente conocido como Titán,  junto con un cabo primero y una abogada que trabaja en esa institución navegaban en bote, vestidos de civil  por el río Atrato. El botero les avisó que estaban cruzando un área de conflicto, pero el general lo hizo seguir. Un poco más adelante fueron detenidos por efectivos de las FARC.
Pudo pasar cualquier cosa, pero los guerrilleros simplemente dejaron ir al botero y se llevaron a los demás. El primero en hablar del secuestro de un general fue el solicito Uribe. Santos confirmó la noticia más tarde, pero agregaba algo que pone las cosas en perspectiva. "Mindefensa y Cdte Gral: quiero que me expliquen por qué BG Alzate rompió todos los protocolos de seguridad y estaba de civil en zona roja", tuiteó el presidente, para anunciar luego que suspendía el diálogo de paz en La Habana.
Todo indica que los tres "retenidos" serán liberados en breve y las negociaciones continuarán. Y sí, el alumno dilecto de Petraeus  y sus jefes deberán dar explicaciones. El caso se parece demasiado a una operación "para que el enemigo se comporte como nosotros queremos que se comporte". Por suerte las FARC no pisaron el palito.

Tiempo Argentino
Noviembre 21 de 2014

Ilustró Sócrates


México y las flores del mal



Hace un par de años, en una charla en el Instituto Argentino de Estudios Geopolíticos (IADEG), Leopoldo González Aguayo, cientista político y docente en el Centro de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de México, contaba la añeja relación de las fuerzas militares y la dirigencia política de su país con el comercio de droga. Específicamente, ironizaba, en un país que aún lamenta estar tan lejos de Dios como cerca de la principal potencia global, "eso también se lo debemos a los Estados Unidos".
La explicación no tiene desperdicio. Cuando el gobierno de Franklin Delano Roosevelt –que había hecho del aislacionismo en la segunda guerra una bandera, percibió que le iba a resultar imposible mantenerse al margen– evaluó medidas para volver a los campos de batalla. En toda guerra es imprescindible contar con tecnología y una industria poderosa detrás. Pero entonces también se precisaba suficiente y segura provisión de morfina para aliviar los dolores de los soldados heridos o mutilados en combate.
Fue entonces que, recordaba González Aguayo, "Washington le pidió al gobierno mexicano el abastecimiento de la droga, lo que nuestra dirigencia cumplió con esmero, al igual que el Ejército mexicano. Fue así que se estimuló el cultivo masivo de amapolas en el país, esencialmente para producir opio en cantidades industriales." De ese modo se abandonaron cultivos de frutales, legumbres y hortalizas por uno más rentable.
Hay académicos que rechazan esta versión de la historia porque no han encontrado documentación que la verifique. Lo que no es de extrañar ya que se trató de acuerdos secretos. Revelarlos antes hubiese implicado reconocer que EE UU planeaba entrar en guerra. Reconocerlos después, su rol en el desarrollo de un negocio ominoso que cuesta miles de vidas de la forma más violenta y que incluso subyace entre las causas más profundas en la desaparición de los 43 estudiantes del Colegio de Ayotzinapa, un caso que arrastra a la dirigencia política mexicana en pleno a una crisis que bien pudiera ser terminal.
¿Por qué se habría impuesto el proyecto de adormideras el sur del Río Bravo? La primera razón es que las tradicionales regiones asiáticas –el triángulo dorado de Birmania, Laos y Tailandia– habían sido invadidas por Japón. Los "negacionistas" de aquel espaldarazo a una verdadera fiebre por el cultivo de amapolas –de cuyo bulbo se extrae no solo la morfina y la heroína– sostienen que las zonas elegidas en México no son mejores que otras dentro de Estados Unidos.
Sucede que Washington necesitaba garantizarse, además de la morfina, fronteras seguras. En la primera guerra Alemania propuso ayudar al México de la Revolución a recuperar el territorio que le habían birlado medio siglo antes abriendo un frente en el sur estadounidense.
El caso es que abruptamente quedaron miles de hectáreas aptas y productivas sin mercado legal. Ahí es donde comenzaron a tallar las virtudes empresariales de los sectores más dinámicos de otro triángulo dorado, el de Sinaloa, Durango y Chihuahua. "Constituye lo más granado de nuestro emprendedor y exitoso empresariado", ironizaba González Aguayo.
Para esos años, las principales drogas eran la marihuana y posteriormente la cocaína. México era productor de la primera y Colombia se fue haciendo fuerte en nuevas cepas de coca desarrolladas especialmente para cultivarse en la selva. En poco tiempo, los carteles colombianos se convirtieron en verdaderas multinacionales que vendían una cocaína de primera en los principales mercados del mundo. Estados Unidos en primerísimo lugar, y luego Europa. Para ello contaron con la ayuda inestimable de la CIA y la DEA, de fundación más reciente, para cuando el control de drogas se había convertido en una estrategia destinada a la ocupación, con Richard Nixon. Conviene no olvidar el papel de estos organismos en los '80 en la financiación de los Contras en Nicaragua por medio de negocios ilícitos, como la venta de armas a Irán y la comercialización y el peaje para el tráfico de drogas hacia el país del norte, como reveló oportunamente el periodista Carl Bernstein, uno de los investigadores del escándalo de Watergate.
Tras el homicidio de Pablo Escobar Gaviria y el desmembramiento de los cárteles colombianos, comenzaron a destacar los mexicanos, que ingresan la mercadería producida en Colombia o incluso en Perú por la frontera. El 90% de la cocaína que sale de Colombia, atraviesa América Central y sigue ese camino. Pero también venden producción propia: marihuana, heroína y compuestos de diseño, como la metanfetamina. Se supone que el 70% del tráfico de drogas ilegales que entran en Estados Unidos lo hace desde las zonas calientes de Chihuahua, Sonora o Tamaulipas.
Fue así que prosperaron los carteles de Sinaloa, Michoacán, y se hicieron famosos personajes como el Chapo Guzmán y los hermanos Beltrán Leyva. Precisamente un desprendimiento de esta última organización criminal, Guerreros Unidos, mantiene una vieja disputa con los Rojos por el control del negocio en el estado de Guerrero.
Según cifras que recopiló el periodista Gustavo Castillo García en el diario La Jornada: "En Guerrero se produce más de 60% de la amapola y goma de opio de México. Estadísticas de la Organización de Naciones Unidas refieren que en el país, desde 2008, se duplicó el número de hectáreas de este cultivo ilícito, al pasar de 6900 hectáreas a 15 mil, y aumentar la producción de 150 toneladas a más de 325."
En Guerrero permanece sosteniendo su historia de luchas populares, el Colegio Normal Rural de Ayotzinapa. Es uno de las tantas escuelas fundadas en los años 20 para alfabetizar a los campesinos: ese instituto forma maestros rurales con conciencia de su papel en la sociedad. Allí se formaron Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas, miembros luego del grupo Partido de los Pobres en la década del sesenta, ambos tempranamente muertos.
Con estos antecedentes, los distintos gobiernos estaduales o nacionales no vieron conveniente cerrar la escuela, pero en concreto la asfixian financieramente. Es así que los reclamos estudiantiles son moneda corriente entre el distrito de Tixtla y en Chilpancingo, la capital de Guerrero. El 12 de diciembre de 2011 en una de esas manifestaciones la policía reprimió mató a dos de alumnos.
El 26 de septiembre pasado, un grupo de muchachos iban a Iguala también con ánimo de reclamo. Las circunstancias posteriores van saliendo a la luz de a poco. El alcalde José Luis Abarca Velázquez tenía vinculaciones con Guerreros Unidos a través de su esposa. Al parecer, no quería protestas en su municipio, Iguala, y pidió impedir la posible manifestación. Los chicos habían tomado tres ómnibus para trasladarse y fueron detenidos por agentes policiales, quienes los habrían entregado a sicarios del cartel. Al día de hoy 43 siguen desaparecidos y según la fiscalía general de México, fueron asesinados y quemados hasta la disolución en polvo en los fondos de un basural, porque los Guerreros los creyeron miembros de los Rojos.
Los padres de los jóvenes solo confían en el Equipo Argentino de Antropología Forense para identificar los restos hallados. Pero la crisis política arrastra a toda la dirigencia: al PRI en el gobierno central, porque demoró una investigación seria; al PRD, el partido de izquierda fundado por Cuauhtémoc Cárdenas que era la esperanza de cambio, porque tanto el gobernador de Guerrero como el alcalde ganaron con el apoyo de esa agrupación. Las policías, porque se reveló que hasta sus salario suelen ser pagados por los narcos. El Ejército esta vez estuvo casi al margen. Buena la habían llevado en el período del Felipe Calderón en el gobierno, cuando las acciones militares no hicieron más que incrementa a límites demenciales el número y la violencia de las respuestas criminales. Por eso también calla el PAN.
Desde La Habana, los negociadores de paz de las FARC recordaron que Colombia también "ha estado sometida a estas prácticas de intolerancia y barbarie, impuestas por concepciones de defensa diseñadas por la estrategia dominadora de los Estados Unidos".
Las cifras globales no desmienten al grupo guerrillero más viejo de América Latina. Los principales productores de droga del mundo son Colombia, México y Afganistán. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), el negocio representa cerca del 1,5% del PBI mundial, unos 683 mil millones de dólares en 2013, y el 7% de las exportaciones mundiales.
Cómo será que hace un mes la oficina estadística de la Unión Europea, Eurostat, reveló que el PBI de los 28 países de la comunidad es un 2,3% más grande si se le suman los beneficios de la prostitución y del tráfico de drogas. La ONU también alerta que en 2014 las hectáreas cultivadas con amapola en Afganistán crecieron un 7% y que la producción de opio aumentó un 17 por ciento.
Conviene recordar que Estados Unidos mantiene desde 1999 el Plan Colombia, con un enorme despliegue de bases y de militares para supuestamente combatir el narcotráfico. El Plan Mérida, en México, cumple funciones similares desde 2008. Afganistán fue invadido por tropas estadounidenses y de la OTAN en 2001. 

Tiempo Argentino
Noviembre 14 de 2014

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