lunes

Un siglo de una guerra sin fin


http://www.accion.coop/wp-content/uploads/2014/06/149-4.jpgLas fechas para dar como inicio de la Primera Guerra Mundial pueden ser imprecisas: tal vez el 28 de junio de 1914, cuando el archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del imperio austro-húngaro, fue asesinado en la ciudad bosnia de Sarajevo a manos de un integrante de un grupo nacionalista serbio. O cuando Austria-Hungría le declaró la guerra a Serbia, el 28 de julio. O quizás cuando, luego de varias escaladas bélicas, Inglaterra hizo lo propio contra Alemania, el 4 de agosto. Algunos historiadores amplían el panorama y entienden que la llamada Gran Guerra, en realidad, fue la ruptura de un precario equilibrio conseguido tras la guerra franco-prusiana de 1871 y del mal resuelto reparto del mundo establecido entre las potencias imperiales en la conferencia de Berlín, en 1884. Incluso hay quienes retrotraen los antecedentes a resquemores crecientes desde el Congreso de Viena, que trazó nuevas esferas de influencia en Europa tras la derrota de Napoleón, en 1814.
Más difícil se hace ponerle fecha de finalización, porque hay coincidencia absoluta en que la Segunda Guerra fue una nueva batalla de esta perenne disputa para dirimir en los campos de batalla la preponderancia económica, política y militar entre las potencias centrales. Incluso se puede aventurar que episodios mundiales recientes –como la situación en Oriente Medio, en Ucrania y en las regiones de África que fueron colonias francesas, al igual que antes en Libia y en los países árabes del norte del Sahara– dan cuenta de que la Gran Guerra no terminó. Mal que le pese a quienes pronosticaban el fin de la Historia.
Así lo entiende Juan Manuel Karg, licenciado en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (CCC). «La situación en Ucrania y la interpretación sobre lo que sucede en Siria vuelven a poner en consideración una disputa por la hegemonía mundial entre grandes potencias», adelanta Karg. «El progresivo declive de Estados Unidos en su papel de “hegemón” mundial provocó la emergencia de nuevos polos de poder: hablamos principalmente de China y Rusia, quienes junto con Brasil, India y Sudáfrica crearon el grupo BRICS».
Si de lo que se trata es de recordar el inicio de la Primera Guerra, para entonces Estados Unidos era seguramente el país más poderoso de la Tierra en términos económicos, pero practicaba una política de aislacionismo de los problemas europeos. Más bien estaba interesado en la expansión y consolidación de sus intereses en América Latina y el Pacífico, a través de sus primeras incursiones en Hawai y Filipinas.
El mapa en 1914 era bien diferente del actual y hasta puede decirse que esa bárbara contienda que dejó al menos 20 millones de muertos y millones de mutilados al mismo tiempo fue la tumba de varios imperios que quedaron para los libros de Historia. Pero también dejó a la intemperie otras situaciones que no se terminaron de resolver aún y muestran semejanzas que en el mejor de los casos resultan preocupantes.
Es bueno recordar, con Gabriela Nacht, historiadora y miembro del Departamento de Historia del CCC, que «la paz armada de los primeros años del siglo XX se basó en un delicado sistema de alianzas que, más que evitar la confrontación, llevó a la carrera armamentista y, finalmente, a la Gran Guerra. Fundamentalmente, por un lado, se encontraban Francia, Gran Bretaña y Rusia (la Triple Entente), y enfrente, las potencias centrales, Alemania y Austria-Hungría. Pero otros países también estaban implicados. Todos tenían entre sí tensiones territoriales e intereses en pugna en territorios europeos colonizados o zonas comercialmente estratégicas. Era como una fila de dominó: volteada la primera, todas caerían sucesivamente».
La primera fue, claro, el homicidio del archiduque de Austria. Un nativo de Sarajevo, la ciudad donde se encendió aquella «mecha», el director Emir Kusturica, lejos de considerar el ataque de Gavrilo Princip como un acto terrorista lo califica de «tiranicidio», sin medias tintas. «El tiro que mató a Francisco Fernando tiene también su dimensión social y fue, de hecho, el inicio de la liberación de los pueblos que vivían en la esclavitud en Bosnia-Herzegovina», señaló el director de Underground y Gato negro gato blanco, dos joyas del cine universal.

Siria. El derrumbe del Imperio Otomano generó nuevos escenarios de disputa. (Khatib/AFP/Dachary)
Pero básicamente, esa fue una guerra por los mercados y por las colonias. Con un capitalismo en su período de más crudo expansionismo de la mano de una nueva etapa de la Revolución Industrial, con avances impresionantes en la tecnología; la «locomotora» alemana competía con la todavía poderosa industria británica. Eso sin dejar de lado resquemores nacionalistas que se mantenían latentes desde siglos. «Francia guardaba resentimiento contra Alemania por su derrota en la guerra franco-prusiana y añoraba las provincias perdidas de Alsacia y Lorena. Los alemanes, a su vez, veían con disgusto el desequilibrio entre su poder marítimo y colonial y el del Imperio Británico», sostiene Enrique Manson, docente e historiador del Instituto de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego. Alemania –en rigor de verdad, el II Reich– era fuerte en el continente, pero Gran Bretaña era la dueña de los mares. Era un equilibrio que no podía durar mucho.
A la hora de ponerle cifras a la cuestión, Nacht acota que «para 1909 el Imperio Británico controlaba el 20% de la superficie y el 23% de la población mundiales». Por otro lado, los otros dos grandes imperios multinacionales, el zarista y el otomano, eran poderosos sólo en cuanto a extensión y a una cierta capacidad bélica basada en el número de soldados que podían disponer prontamente en un campo de batalla, pero a nivel de desarrollo social e industrial estaban poco menos que en la Edad Media. Sin embargo, en sus áreas de influencia se llevarían a cabo transformaciones que cambiarían el sentido del siglo XX y todavía representan un foco de tensiones permanentes».
Baste decir que la excusa para la guerra surgió en un territorio en disputa –los Balcanes– que hasta no hacía mucho había pertenecido a los turcos y que había sido motivo de anteriores guerras con Rusia, que reivindicaba la defensa de la población eslava, y con la casa real de los Habsburgo; cristianos ortodoxos unos y católicos los otros, en oposición a musulmanes. Además, todo el Oriente Medio –que incluye a la actual Siria y, por supuesto, a Israel y Palestina– había estado en manos del Imperio Otomano desde al menos 1520. Muchos de los problemas actuales no se habían manifestado por entonces.
El desmembramiento de la Sublime Puerta de Estambul –como se denominaba a la sede del gobierno otomano y que devino en sinónimo del imperio– llevó consigo a la creación de la Turquía moderna, pero también implicó la pérdida de territorios y, en el camino, el exterminio de buena parte de la población armenia desde 1915. Como colofón, dejó a la deriva a regiones de población mayoritariamente árabe que aún no se habían planteado la creación de un estado nacional. Es el caso de los pobladores de Palestina, que comenzaban a recibir las primeras oleadas de judíos de la diáspora que buscaban su lugar en el marco de las persecuciones que se hacían más frecuentes en el centro de Europa.
En Rusia, la implosión de Imperio zarista en medio de una guerra devastadora que se consumía a generaciones enteras de habitantes pobres –que eran, obviamente, los que integraban la tropa– generó las condiciones para la toma del poder por los bolcheviques, en octubre de 1917. La firma de la paz con los imperios centrales implicó la cesión de territorios en el oeste, y en primera fila de Ucrania. Fue la cesión temporal que facilitó la creación del estado soviético.
En 1917, Estados Unidos recién entraba en la guerra del lado de sus aliados «naturales»: Gran Bretaña y Francia. Recuerda Enrique Manson que no fue esa la única «incorporación» al teatro de operaciones desde el inicio de la conflagración. «Movidos por causas diversas o por la influencia de las potencias dominantes, al bando de Berlín y Viena se sumaron Turquía y Bulgaria, y a los “aliados”, Bélgica, Japón, Grecia, Rumania, naturalmente Serbia, y Portugal. Italia, aliada en tiempos de paz de Austria-Hungría y Alemania, terminó luchando junto con ingleses y franceses».

Máquinas para la muerte
La Gran Guerra se caracterizó por la utilización de la tecnología más sofisticada conocida hasta entonces. Desde aparatos bélicos, como los tanques y los aviones, hasta gases mortales. Nada se ahorró para crear verdaderos infiernos en cada batalla. Sin embargo, otra de las características es que se trató de una guerra de posiciones. Los ingenios destructores resultaban tan precisos que la antigua guerra en los campos de batalla ya no era provechosa. Con fusiles de alcance de hasta 2.000 metros, las tropas debían establecerse en trincheras. Algunos de los hitos más importantes y recordados, como las batalles de Verdún (ver aparte), Marne o Somme, resultaron en meses de prolongado estacionamiento, sólo quebrado por algún milagroso avance, o en tendales de víctimas hoy día impensables. En ese escaso margen de maniobra, y sin la posibilidad de medicamentos –la penicilina y otros antobióticos aún no se habían descubierto–, los heridos que morían por infecciones y gangrenas que poco después serían curables se contaron por millones. Pero además se produjeron arsenales químicos –como los que ahora se obligó a destruir al gobierno sirio– que llevaron los confines éticos en la guerra a niveles desconocidos por la civilización europea dentro de su propio territorio.
Nacht agrega que, además, «fue la primera guerra de masas, porque movilizó material y efectivamente a naciones enteras, y la desmovilización posterior se llevó a cabo en cada país a través de fuertes conflictos sociales. Quedó trazado, también, un nuevo mapa europeo: como producto de la desintegración de los imperios centrales, del zarismo y del otomano, se crearon los estados de Yugoslavia, Checoslovaquia (hoy también diluidas), Polonia, Austria, Hungría, Letonia, Estonia, Lituania y Finlandia. Las potencias vencedoras se repartieron los viejos dominios asiáticos de los turcos».
Ucrania. El centro de Europa vuelve a sufrir las consecuencias de enfrentamientos ancestrales por el dominio de la región. (Supinsky/AFP/Dachary)
Pero hay un detalle no menor que apenas 20 años más tarde culminaría en la segunda etapa de esa brutal contienda, con una furia criminal aún más sofisticada, cuando las tropas nazis atacaron Polonia en 1939. «La paz firmada en Versalles en junio de 1919 haría recaer toda la responsabilidad de la Primera Guerra en los vencidos, generando un desequilibrio que hizo ineficiente a la Sociedad de las Naciones (primer antecedente de la ONU) y que llevaría, crisis económica mediante, a la Segunda Guerra Mundial», señala Nacht.

Nacionalismos en alza
La Gran Guerra también generó transformaciones sociales. Porque la Europa de entonces estaba efectivamente recorrida por un fantasma, el de la revolución socialista, que desde la creación del soviet ruso hizo temer a la dirigencia europea que los privilegios que no se perdían en los campos de batalla se podrían perder en manos de sus propios trabajadores. En efecto, el nacimiento de la Unión Soviética aceleró la firma de la paz mucho más que el ingreso del refresco que implicó el arsenal y los ejércitos que desplegó Estados Unidos.
No hay que olvidar que los sentimientos nacionalistas que se iban consolidando en el territorio europeo desde fines del siglo XIX, cuando se hacía evidente que las casas reales más antiguas del continente ya no estaban en condiciones de dar respuesta a la situación, pronto degeneraron en climas fascistas y en el surgimiento de las más bestiales xenofobias, encarnadas en muy poco tiempo en el nazismo alemán y el fascismo italiano, con reminiscencias en sectores xenófobos de Francia y los países nórdicos.
El resultado de las últimas elecciones para la Eurocámara hace temer a muchos analistas un déjà vu de aquellos momentos trágicos, esta vez con un continente militarmente copado por la OTAN, que obedece a los dictados del Pentágono, pero económicamente sometidos a la potencia industrial del continente, Alemania. La unidad europea, fruto del entendimiento entre franceses y germanos en torno de las riquezas que los enfrentaban desde la Revolución Industrial, el carbón y el acero de Alsacia y Lorena, devino en un fuerte crecimiento de los alemanes y en menor medida de los galos. Pero las leyes de la economía, a través de Bruselas, se establecen con mano de hierro desde Berlín.
Para Gabriela Nacht, el gran ganador de la Primera Guerra fue Estados Unidos, «el único de los países vencedores cuyo territorio no se vio afectado por la guerra, y que pudo aprovechar el espacio dejado por las potencias debilitadas». Es precisamente en la década del 20 que los capitales estadounidenses se derraman por todo el planeta, señala la historiadora del CCC. Allí sentaría los primeros pilares de su hegemonía mundial, que se consolidaría tras derrotar a Alemania y Japón dos décadas más tarde. «Sólo el fortalecimiento de la Unión Soviética significaría un contrapeso en el siglo XX, además de la contención de los conflictos territoriales en el este europeo».
Pero la desintegración de la URSS en 1991 volvería a poner sobre la agenda la cuestión nacional. «Yugoslavia estalló en todos los pedazos que la integraban forzadamente. Y esos pedazos sacaron a relucir enemistades mortales y seculares. Menos cruenta fue la división entre checos y eslovacos», apunta Manson. La Unión Europea, junto con la OTAN, tuvo un papel preponderante en el desmembramiento del país creado en 1918 en los Balcanes y desarrollado como un socialismo autónomo con el liderazgo del mariscal Tito desde los años 40. También lo tienen ahora con el acelerado «corrimiento» de la frontera europea más cerca de Moscú, mediante la incorporación de Polonia y los países bálticos al escudo de misiles desperdigados a voluntad de Estados Unidos por la organización atlántica.
«Frente a este escenario –entiende Karg– Estados Unidos negocia en secreto un tratado de libre comercio con la UE, llamado TAFTA (Trans-Atlantic Free Trade Agreement). El dato no es menor: un acuerdo entre ambos en este tema representaría una asociación de más del 40% del PBI mundial, junto con un tercio de los intercambios comerciales mundiales». El objetivo que parece evidente es crear un contrapeso a los emergentes que se nuclean en los BRICS, que representan al 40% de la población, y que en un contexto de crisis muestran economías en crecimiento».
La piedra en el zapato de esta jugada en el tablero estratégico es que en varias naciones de Europa la población cada día da más muestras de rechazo al plan pergeñado en los escritorios de Bruselas, Washington o Berlín. Fundamentalmente porque no les sirve para resolver los problemas de la vida cotidiana, en medio de una crisis interminable. Lo demostraron al apoyar en algunos distritos a euroescépticos por derecha y xenófobos, como la francesa Marine Le Pen, los británicos del partido UKP, los ultras dinamarqueses y, en menor medida, el holandés Geert Wilders, pero también al votar a contestatarios por izquierda como los griegos de Syriza o los españoles de Podemos.
Karg recuerda una frase reciente del ex canciller alemán, Helmut Schmidt, uno de los más fuertes impulsores de la unidad continental durante su gestión, entre los 60 y los 80, al analizar este panorama en el contexto de los desafíos que se le presentan al proyecto europeísta: «El riesgo de que la situación se agrave como en agosto de 1914 crece día a día».

Entrevista Patricio Geli, historiador
DESDE LA INDIA A MALVINAS

http://www.accion.coop/wp-content/uploads/2014/06/149-6-RECUADRO.jpgEs historiador y profesor de Problemas del Mundo Contemporáneo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, pero principalmente es un entusiasta investigador sobre los cambios que produjo aquel conflicto bélico iniciado en 1914.
–¿Por qué dice que fue la primera guerra realmente mundial?
–Nosotros, como país de inmigración, conocemos el escenario europeo, donde efectivamente hubo grandes matanzas. Pero no se repara en la cantidad de muertos en Asia o en África. Se decía que habían muerto unas 10 millones de personas, pero la cifra llega al doble si sumamos las otras regiones. En India, los ingleses vaciaron poblaciones enteras para llevar tropas a lugares donde sentían amenazadas sus posiciones. Un historiador africano me decía en un congreso: «Estuve paseando por Alemania y Francia y me he puesto a admirar los cementerios y pensaba qué suerte que tienen los europeos que tienen dónde enterrar a sus muertos en la guerra. En África, la gente moría y allí quedaba. Nosotros no podemos reconstruir la cantidad de muertos que hubo, porque no tenemos registros escritos. Los que hay son de los europeos, que, como son racistas, no nos toman en cuenta».
–Qué dato impresionante.
–Él me contaba que lo que saben de aquella época es por tradición oral. En las colonias francesas, por ejemplo, se coaccionaba a la población en un retorno de la esclavitud para ir a la guerra y los llevaban de 40 grados a 20 bajo cero en las trincheras. Eso despertó el racismo de los alemanes, que consideraban que franceses y británicos faltaban al fair play porque llevaban a combatir a razas inferiores. Por eso se puede decir que desde los campos de Somme (la batalla donde murieron más de un millón de soldados) y el genocidio armenio, uno puede llegar hasta Auschwitz e Hiroshima. Pero hubo otras consecuencias asociadas.
–¿Cómo cuáles?
–Se desarrolla una epidemia de gripe española propagada por las tropas de Estados Unidos, pero que se extendió muy rápidamente y que hace estragos hasta en China. Se supone que murieron unas 17 millones de personas a raíz de esto.
–¿Cómo afectó a Argentina?
–Económicamente, porque el país dependía del comercio exterior, pero además había una presencia importante de alemanes. Los ingleses destacaban barcos en la entrada del Río de la Plata para vigilar qué salía del país. No querían que los granos fueran a Alemania.
–Pero el país se mantuvo neutral.
–Hay que decir que Hipólito Yrigoyen defendió muy dignamente la neutralidad a pesar de las presiones que se daban desde la prensa y la oposición, que eran aliadófilos. Pero hubo una batalla importante en Malvinas.
–¿Cómo fue eso?
–Inglaterra tenía los mares controlados con su flota. Los alemanes no podían burlar ese bloqueo, pero un pequeño convoy logró salir y hubo un enfrentamiento frente a la Isla Coronel, en Chile, que sigue al sur de Malvinas, entre el archipiélago y las Georgia. Ganaron los británicos, que tenían mejores cañones y destruyeron a esa avanzada alemana.

Revista Acción
Julio 1 de 2014

viernes

Griesa, entre Watergate y las Brujas de Salem

Los argumentos del juez Thomas Poole Griesa para aceptar el planteo de los fondos buitre contra Argentina resulta irritante y denigra cualquier soberanía, como bien resaltó el gobierno argentino repetidamente. Mucho peor cae a los espíritus nacionales la seca respuesta de la Corte denegando tomar cartas en un asunto que, por lo que dejan en claro con su silencio, entienden que está muy bien resuelto en la primera instancia.
Ya en su primer dictamen, de 2012, Griesa protestaba contra "los más altos funcionarios argentinos que han continuado haciendo declaraciones inflamatorias sobre que las sentencias del Tribunal no serán obedecidas. (… y además) han declarado que Argentina podría pagar a los bonistas que entraron en el canje pero no pondrá un dólar para los que tienen los bonos originales (holdouts). La presidenta Cristina Kirchner hizo declaraciones en tal sentido."
En aquel momento, Griesa involucró al entonces ministro Lorenzino. Pero ahora agregó nuevos discursos de la mandataria argentina y del nuevo titular de la cartera económica para denostar al gobierno y asegurar que no les cree, que Argentina sólo quiere esquivar sus deudas desde hace diez años y que no le da confianza de que lo hará en el futuro. "Habría sido mejor si ella no se hubiese referido a una extorsión. Eso habría ayudado", señaló sobre uno de los últimos discursos de Cristina.
Más allá de la forma en que un simple juez de condado se refiere al gobierno democráticamente elegido de un país independiente, es bueno hurgar un poco en la concepción del mundo que traslucen los fallos de Griesa y la posición de la Corte. Porque tal vez eso sirva para entender la idea que la sociedad de Estados Unidos se hace del mundo y de su propio lugar en él. Una concepción que nace desde sus orígenes, cuando los primeros "peregrinos" desembarcaron del mítico Mayflower en la Bahía de Massachusetts, en 1620. Un dato no menor es que se trataba de un contingente de puritanos, un movimiento religioso surgido en Gran Bretaña que rechazaba tanto a la Iglesia católica como a la anglicana que había "inventado" Enrique VIII. Y que huían de la persecución a que eran sometidos en su patria de origen.
Muchas de estas cuestiones suelen ser ventiladas por Hollywood en series y dibujos animados, al punto que casi forman parte de la formación de generaciones enteras de niños latinoamericanos. El caso es que esos primeros pobladores se fueron dispersando a lo largo de la costa para conformar la llamada Nueva Inglaterra. Hay dos acontecimientos posteriores que marcarían en el futuro del "ser americano" (o, mejor dicho, estadounidense). Uno es el Día de Acción de Gracias, el otro es el llamado Motín del Té o, en inglés, Tea Party. Un tercero forma parte, en cambio, del inventario de los grupos más progresistas, como son los juicios por bujería popularizados con la obra de teatro de Arthur Miller Las Brujas de Salem.
No había pasado un año de la llegada de los colonos cuando según la leyenda compartieron la primera cosecha en tierras americanas con los indígenas wampanoag  que, bueno es decir, los habían ayudado generosamente ni bien los vieron llegar. Los wampanoags vivían en comunidad y tenían una economía basada en la distribución de la tierra y los bienes. Desde ese 21 de noviembre de 1621 se celebra el día de Acción de Gracias. Con los años, nuevas camadas de emigrantes fueron desplazando a los pueblos originarios y en 1675 el cacique Metacomet organizó un ejército de wampanoags junto con los pueblos narragansett, nipmuc y pennacook, y atacó los establecimientos de los invasores. Los blancos lo llamaban Rey Felipe y tras derrotarlo fue ejecutado el 12 de agosto de 1676. Su cabeza quedó expuesta sobre una pica, y su mujer y sus hijos acabaron sus días como esclavos en las Antillas.
Poco más tarde, en 1692, se registraron los procesos por delitos de brujería en los condados de Essex, Suffolk y Middlesex, en Massachusetts. No importa tanto la verdad histórica como el enfoque que le dio Miller –quien fue acusado de comunista en el marco de las persecuciones del inefable Joseph Mc Carthy– en su magistral obra de teatro. La caza de brujas macartista forma parte también del "ser estadounidense", tanto en su extremismo como por el rasgo de paranoia que revela. En Las brujas de Salem –por el distrito donde se inició la oleada– Miller cuenta de modo dramático cómo las declaraciones de un grupo de jovencitas influyen en la culpabilización de ciudadanos altamente morales al punto de llevarlos al cadalso.
Otro hecho constitutivo de esa nación es el motín registrado en diciembre de 1773 en la Nueva Inglaterra en rechazo al pago de un impuesto a la importación de té. Tea Party quedó como sinónimo de lucha por las libertades –de hecho, de este movimiento crecieron las primeras luchas por la independencia de Estados Unidos– pero también de un modo de interpretar la realidad. Los grupos Tea Party surgidos en los primeros años de este siglo se inscriben en esta actitud: en términos groseros, recelan de los poderes centrales, del pago de impuestos y de la intromisión de las instituciones en la vida de los ciudadanos. Son individualistas extremos, y con esos argumentos rechazan la ley de salud de Obama y tildan de inmoral cualquier ayuda a los desposeídos.
La idea de que Estados Unidos es un pueblo elegido y que eso habilita para intervenir de un modo correctivo y salvador en cualquier parte del mundo corre paralela y justifica la política de expansión territorial en detrimento de los pueblos originarios primero y del resto del planeta posteriormente. Siempre con su plan sobre lo que una democracia debe ser.
Una democracia representada por un sistema institucional que, como dijera al debatir la Constitución uno de los "padres fundadores", James Madison, tiene a la justicia como control último de posibles abusos de las muchedumbres. La moral media exige que un hombre temeroso de Dios como piden los puritanos, respete las leyes, cumpla los contratos y trabaje de sol a sol, porque no hay nada que discipline tanto como un esfuerzo colosal.
Cualquier desviación a este mandato es moralmente condenable, y especialmente por los medios de comunicación masivos, tan conservadores de las costumbres ellos. En este contexto, una persona que reciba una asignación es un vago sin remedio y el gobierno que la otorgue, un demagogo cercano a la autocracia. Madison pensaba justamente en la defensa de los intereses particulares cuando promovía una justicia independiente de los poderes electos. A través de la Constitución estadounidense, el detalle se expandió y se introduciría en la Argentina, donde los constituyentes de 1853 identificaban en Juan Manuel de Rosas al populismo que el legislador estadounidense recomendaba evitar.
Griesa fue designado por el entonces presidente Richard Milhous Nixon el 15 de junio de 1972 en un tribunal que se estrenaba con él. Tras la aprobación del Senado tomó el cargo el 30 de junio. Entre esos días, el 17 de junio, se produciría un hecho llamado a cambiar la historia moderna de Estados Unidos: cinco hombres caían detenidos por haber ingresado ilegalmente en la sede central del Partido Demócrata en el edificio Watergate de Washington. Estaban espiando para el gobierno de Nixon, quien terminaría renunciando en agosto de 1974. Las acusaciones contra el mandatario republicano no fueron tanto por entorpecer a la justicia, como figuraba en el pedido de juicio político. La peor imputación era por haberle mentido a la ciudadanía. Bill Clinton casi corre la misma suerte hasta que se dio cuenta de que era preferible reconocer "relaciones inapropiadas" con una pasante que admitir que había engañado a la población.
Griesa demostró en los dictámenes contra Argentina que le disgusta el gobierno de Cristina Fernández. Porque los briefs de prensa que le llegan la presentan como una populista cercana a otros mandatarios regionales que están en la mira de Estados Unidos, como los de Venezuela actual y el pasado. Es un conservador y, como juez estadounidense, se sabe intocable. Desde allí emitió su fallo. La Corte lo avala porque también piensa igual: las deudas se deben pagar, no importan otras consideraciones que no sean el papel escrito. Las leyes están para vigilar los intereses de los que tienen en contra de los que quieren arrebatárselos, Madison dixit.
Estas son buenas razones –y mucho más exquisitas– como para castigar a un díscolo gobierno latinoamericano. Como lo son para "purificar" con armas o finanzas al resto del mundo.

Tiempo Argentino
Junio 27 de 2014
Como siempre, el reconocimiento a Sócrates por la ilustración

Churchill y George W. Bush salen de copas por Asia

Según cuenta la leyenda, luego de una noche de libaciones por demás excesivas, el secretario para las Colonias de Gran Bretaña "dibujó" una frontera entre Jordania y Arabia Saudita bastante sinuosa que se parecía bastante a un capricho. Era marzo de 1921, el imperio otomano acababa de derrumbarse en la Primera Guerra Mundial –de cuyo inicio se cumple en días un siglo– y quedaban a la deriva millones de habitantes diseminados en millones de kilómetros cuadrados de superficie con riquezas que el mundo capitalista ya necesitaba con desesperación. Pero además, dos dinastías árabes reclamaban su cuota en el reparto luego de haber hecho su aporte para la caída del régimen turco.
El hombre luego sería uno de los líderes más importantes en el combate contra el nazismo y se haría famoso con su habano siempre a mano. Winston Churchill, incluso llegó a ganar el premio Nobel de 1953 en Literatura por sus memorias sobre la Segunda Guerra. La línea se conoce como "El hipo de Churchill" pero según estudiosos de la cuestión como el español Miguel Máiquez, no se trató de una resaca del dos veces primer ministro británico sino de una necesidad geopolítica.
El imperio británico se caracterizó durante su intervención en Asia y Medio Oriente de aplicar criterios geopolíticos o de control poblacional para diseñar países y fronteras. Ya lo había hecho en América latina a la caída del imperio español y en el centro de Europa tras la debacle de Napoleón. Es así que en Afganistán dibujó otra frontera en 1893 conocida como la Línea Durand, un borde artificial de 2640 kilómetros de largo que dividió regiones sin el menor criterio nacional o étnico entre la tierra de los pashtunes y Paquistán. Lo que generó condiciones para que las tensiones entre los distintos pueblos fuesen permanentes.
Otro bebedor –en este caso tuvo que hacer tratamiento curativo– impulsó un nuevo diseño para lo que alguna vez su secretaria de Estado, Condoleeza Rice llamó el Medio Oriente Ampliado (MOA). George W. Bush, que de él se trata, generó leyes que quitaron a los estadounidenses muchas de los derechos individuales de que se enorgullecía esa sociedad. Los escándalos por el espionaje universal no son sino una consecuencia directa de los atentados a las Torres Gemelas y de las Actas Patrióticas de Bush. También lo es el proyecto estratégico que Rice comentó casi como al pasar en el año 2006 y que se cumple a rajatabla, por más que el sucesor de Bush, Barack Obama, haya llegado al poder con la promesa de acabar con las guerras.
Recuerda el ya mencionado Máiquez –quien fue durante más de siete años redactor jefe y editor en el diario español 20 Minutos y en el canadiense El Popular– que "el acuerdo Sykes-Picot fue un pacto secreto entre Gran Bretaña y Francia, con el consentimiento de la Rusia aún presoviética, para el reparto de las posesiones del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial. Se firmó en mayo de 1916 y estipulaba que –a pesar de las promesas realizadas a los árabes a cambio de su levantamiento contra los turcos– Siria, Irak, Líbano y Palestina se dividirían en áreas administradas por británicos y franceses." Sobre esta base es que Churchill, laudando a duras penas entre las dinastías Saud y Faisal pero por sobre todo defendiendo los intereses de la corona británica, trazó las líneas que crearon Irak, Jordania y Palestina.
¿Qué se proponían los estrategas de Bush? Según el francés Thierry Meyssan, fundador de la Red Voltaire, un canal de información independiente creado en 1994, el MOA es un "nuevo concepto geográfico (que) designa a los Estados que van desde los pozos de petróleo del Sahara Occidental a los oleoductos de Paquistán, excepto los países del 'Eje del Mal' e Israel que ya está democratizado". La creación obedecía a la inventiva de un programa del Departamento de Estado, MEPI (por la siglas en inglés de Iniciativa para la Asociación en Medio Oriente) para apoyar a diferentes ONG que trabajan en la región de Medio Oriente y el Norte de África (MENA por sus siglas en inglés). Una de las más fervientes propulsoras de esta ideas era Elizabeth "Liz" Cheney, la hija del entonces vicepresidente Dick Cheney.
En las últimas semanas la “novedad” informativa volvió a Irak, con la aparición del grupo yihadista ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria en inglés) como un actor primordial no sólo en la guerra civil de Siria sino ahora también en Irak, al punto que amenazan al poder central en Bagdad. ¿Se le escapó la tortuga Obama, que llegó a la Casa Blanca prometiendo retirar las tropas de Irak y Afganistán?
Un filósofo nacido en Alemania, que se refugió en Estados Unidos en 1938 y falleció en 1973, Leo Strauss, no tan conocido en estos lares pero que ejerce una influencia decisiva en los ultraconservadores estadounidenses, puede ser la explicación para entender en parte lo que está ocurriendo.
Strauss sostenía, dicen quienes mejor conocen su pensamiento, que "la verdad es peligrosa y destructiva para la sociedad. Desde el principio de los tiempos los hombres han elaborado mentiras para poder vivir con tranquilidad (…) entre ellas, la religión, la esperanza en el más allá, la vida eterna, el castigo a los malos y el premio a los buenos…" Como corolario de esta doctrina se puede afirmar sin ánimo de parecer chabacano, que "la verdad verdadera es insoportable para la mayoría".  Strauss tiene acólitos que, como él, si bien alcanzaron sitiales de relevancia, gustan de mantener en segundo plano sus verdaderas intenciones. Uno de ellos es Paul Wolfowitz, quien fuera titular del Banco Mundial y subsecretario de Defensa con George W. y por lo tanto es una figura clave en el plan MOA.
¿En qué consiste ese proyecto? El mapa ya circulaba en 2006, cuando Rice lo dio a conocer. Contempla la partición de Irak en una región chiíta y una sunnita y la creación del estado de Kurdistán, con una zona actualmente bajo jurisdicción iraquí, otra turca y la restante siria. Una forma de pagar la promesa comprometida por EE UU para el apoyo en el derrocamiento de Saddam Hussein. También se crearían nuevos estados en la región de Afganistán y de la península arábiga. Desde el punto de vista geopolítico este nuevo reparto de tierras es más conveniente para el dominio de Estados Unidos. Pero también, dicen los conocedores, puede ser fuente de futuros conflictos. Algo que el propio Strauss no hubiera desestimado, ya que era partidario del "caos constructor". 
Y lo que ocurre en la región en estos días tiene mucho de caos, aunque no se sabe cuánto de constructor. Descartada o muy sofrenada una respuesta bélica de Estados Unidos tras el retiro de las tropas, la variante de dejar que las cosas ocurran –aunque con una pequeña intervención de los organismos de inteligencia, a través de las relaciones bajo cuerda con Al Qaeda, ISIS, Boko Haram y otros– sería la más conveniente. Porque fuerza un nuevo diseño del mundo pero se cuida de decirlo con todas las letras, por eso de que la verdad es insoportable.
El miércoles, el ex vicepresidente Cheney, activo belicista que "factura" a través de empresas constructoras en esas regiones como Halliburton, anunció el lanzamiento de una ONG que dirigirá su hija Liz, la Alianza para una América Fuerte. El proyecto, sostuvieron en un artículo a The Wall Street Journal "es apoyado por ciudadanos que se dedican a la tarea difícil pero necesaria de preservar la libertad y restaurar la fuerza y el poder norteamericanos a raíz de los fallos de seguridad nacional del gobierno de Obama", al que acusan de haber puesto "a Estados Unidos en el camino del declive".
"El horror de Estados Unidos es repugnante", decía en un mail a sus padres el sargento Bowe Bergdahl, quien estuvo más de cinco años en manos de las talibanes en Afganistán y fue intercambiado por detenidos que estaban el Guantánamo por el presidente hace unos días. "Se supone que debíamos ganarnos los corazones de los afganos, simpatizar con ellos. Estas personas necesitan ayuda, sin embargo lo que reciben es al país más vanidoso del mundo, diciéndoles que no son nada, que son estúpidos, que no tienen idea de cómo vivir. Nos burlamos de ellos delante de sus caras, nos reímos porque no comprenden que los estamos insultando. No nos importa cuando los oímos hablar entre ellos acerca de la ejecución de sus hijos en plena calle, atropellados por nuestros camiones", agregó.
El soldado, que tenía 23 años cuando desapareció en terreno dominado por talibanes, parece que descubrió la verdad y por eso aún no lo presentaron públicamente. Esos mismos sectores que denostan a Obama lo acusan a Bergdahl de traidor.
Churchill y George W. también conocen la verdad y eligen salir de copas, quizás para hacerla tolerable.

Tiempo Argentino
Junio 20 de 2014
Ilustró Sócrates

lunes

Otro pequeño paso hacia la democracia en Colombia

Es hora de respirar tranquilo. Para Juan Manuel Santos, porque el triunfo le deja las manos libres para concretar una vieja aspiración de los colombianos: terminar con décadas de matanzas y de inestabilidad política. Es que un acuerdo de paz con los grupos guerrilleros –hace unos días se anunció la apertura de negociaciones con el ELN, que se sumarán así a un proceso que ya desarrollan las FARC en La Habana- permite pensar en un horizonte verdaderamente más democrático para Colombia.  Entender que la lucha armada no era un capricho de rebeldes le permitió a Santos –un notorio hombre de la derecha– comprender que el país, así como estaba, no podía seguir.  A menos que se profundizara la guerra civil con las consecuencias que ya se conocen. 
No puede haber democracia cuando una parte sustancial del territorio no está bajo el control del estado central. Tampoco puede hablarse de democracia cuando un sector importante de la población no acepta que el poder se reparta entre las pocas manos de siempre. Y negociar con los grupos insurgentes es hablar de nuevas reglas de juego, no solo de la incorporación de milicianos a la arena política.
El desafío para Santos es grande. Deberá frenar a los extremistas de derecha que siempre apostaron por la continuidad del conflicto. Las FARC y el ELN, a su vez, no olvidan que se juegan la vida en el intento, porque la historia les demuestra que la visibilidad pública los puede convertir en blancos móviles.
El continente también respira tranquilo. Más allá de la posición política de cada gobierno, todos saben que un triunfo del uribismo hubiese significado el riesgo de extender el conflicto hacia los vecinos, Venezuela y Ecuador en primer lugar. Muchos colombianos habrán elegido a Santos con un broche en la nariz, como el mal menor. Pero estos pequeños pasos hacen camino hacia un futuro promisorio para los latinoamericanos.
Tiempo Argentino
Junio 16 de 2014

domingo

Antonio Tajani, vicepresidente de la UE: "Europa no puede ganar el partido sin industria"



Antonio Tajani es uno de los fundadores de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, y ocupa el segundo escalón en el Partido Popular Europeo, la derecha institucional del continente, ganadora de las europarlamentarias en mayo pasado. Con dos décadas de periodismo a cuestas, este romano de 60 años es también oficial de la aeronáutica italiana y experto en defensa aérea. Por esas cosas del destino, su mayor desarrollo político trasacendió sobre todo en los organismos de integración regionales, donde luego de varios puestos relevantes ahora es Vicepresidente de la Comisión Europea, segundo cargo ejecutivo más importante de la UE. También es Comisario (ministro) de Industria y Emprendimiento. En ese rol promueve la lucha contra la crisis europea defendiendo al industrialismo. Desde esa trinchera que por ahora pinta desigual, se reunió con Cristina Fernández en Chile, cuando asumió Michelle Bachelet. Y el viernes estuvo en Buenos Aires como parte de una gira junto con empresarios europeos. En un par de encuentros con periodistas –uno de ellos en exclusiva con Tiempo Argentino– dejó  algunas definiciones muy ilustrativas para entender la realidad europea actual y comprender mejor qué se cuece en el mundo de estos días (ver aparte). 
Tajani explicó la importancia de los acuerdos alcanzados con Repsol por la renacionalización de YPF para destrabar futuros convenios comerciales con los europeos. Acompañado por una nutrida delegación de representantes pymes del Viejo Continente, el vice de la UE consideró que esa era una señal suficiente como para decir que “Repsol es el pasado y Mercosur el futuro”.  Lo mismo indicó al referirse al encuentro con la mandataria argentina, que en gran medida abrió la puerta a este tramo de la visita. “Que hayamos estado hablando una hora en Chile ya fue una señal de que hay otros tiempos en la relación”.  Para ilustrar esa traba para el entendimiento mutuo, italiano al fin, Tajani recurrió a un ejemplo extraído de las cuestiones de pareja. “Es como cuando hay un amor con problemas”
–¿Cómo una infidelidad?– quiso saber Tiempo Argentino.
–Es un pequeño problema, es solamente infidelidad, aunque en este caso no hubo cambio de novia. La respuesta ahora es que el amor crece. Yo soy optimista. Y esta que vino conmigo no es una misión colonizadora, me parece importante llegar con empresas para hacer política industrial.
–¿Cómo ve las negociaciones de la UE con Mercosur?
–Esperamos que los países hagan su propuesta, ese para nosotros no es un problema, estamos esperando la decisión de ellos. 
–Sin embargo el tema de la agroindustria viene complicando la firma de un acuerdo. 
–América Latina es una realidad que no podemos dejarles solamente a las inversiones chinas. Nosotros queremos el acuerdo, pero el problema ahora no está en nosotros. 
–¿El título sería que la pelota está del lado de Mercosur?
–No hay pelotas, digamos que se está respetando el proceso interno de cada uno. El objetivo es arreglar con Mercosur.
–¿Y el megacuerdo que la UE está elaborando con Estados Unidos? (Es un tratado de libre comercio, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión o TTIP por su siglas en inglés, que unirá en un mercado común a países que suman el 45% del Producto mundial, el 40% de las exportaciones y cerca del 12% de la población).  
–Yo creo que está bastante bien, estamos hablando para eliminar algunos problemas pero se puede firmar en el 2015. 
–¿Qué puede cambiar a raíz de las parlamentarias europeas?
–Creo que nada.
–Es que avanzaron grupos políticos que no se muestran interesados en seguir en la unión.
–Pero hay una mayoría del Parlamento europeo que está a favor. Hay mayoría a nivel técnico que va a permitir avanzar. El tratado en Estados Unidos es muy importante para nosotros, hay un objetivo político pero claro, hay problemas.
–¿No preocupa en otro sentido el avance de grupos euroescépticos?
–Creo que es una reacción a la crisis, pienso que Europa ha cometido errores cuando trabajó mucho en contra del déficit sin trabajar con la misma fuerza a favor del crecimiento. Ahora hay una política industrial aprobada en marzo a favor de nuevas estrategias para el crecimiento, como destinar el 20% del PBI antes del final del 2020 que llegue a la economía real, lo que es un mensaje importante. Hay dos pilares (en el llamado plan Europa 2020), uno es reducir la deuda pública y el otro es el crecimiento. Si el crecimiento no es bastante fuerte los ciudadanos se enfadan.
–¿Pero la industria no resultará afectada con el acuerdo con Estados Unidos, siendo que ellos quieren fomentar su propia industria?
–Nosotros trabajamos por el derecho de las empresas europeas. Hay algunos problemas en ese sentido y en eso estamos trabajando. Nosotros defendemos las industrias, no es un regalo que hacemos a Estados Unidos. Es un acuerdo, cuando te casas con una mujer tú no haces todo lo que ella pide ¿no? (risas)
–¿Cómo piensa actuar la dirigencia acerca del crecimiento de los grupos xenófobos?
–Es preocupante, claro. También lo veo como una reacción ante la crisis, porque no creo que los europeos sean particularmente xenófobos. Pero hay un problema en el sur de Europa de inmigración ilegal que sube muchísimo. De todas maneras, ganó el Partido Popular Europeo, que es mi partido. Creo que hay una mayoría fuerte de populares y socialistas que va a poner en esquinas a los euroescépticos, pero si no hay respuestas a favor de los ciudadanos, si no hay respuestas a favor del crecimiento, hay un peligro. En Europa hay una crisis y no podemos ganar el partido sin industria. Por eso es importante actuar a favor de las pymes y del crecimiento, por eso también estamos aquí.
–¿En Ucrania, no cometieron también un error?
–Ucrania es un problema muy complicado, lo he dicho también al interior de la Comisión. Atención, Ucrania no es blanco y negro, es una realidad muy complicada. Los rusos cometen errores pero no podemos cerrar la puerta a los rusos, porque hay muchísimas empresas europeas que trabajan en Rusia, está el gas ruso, está el petróleo ruso. Pero también es importante comprender que hay mayoría rusa en algunas regiones de Ucrania. Crimea no es Ucrania, fue un regalo de Kruschev le hizo a Ucrania. Comprender bien eso es importante. Europa es amiga de Estados Unidos, pero Europa no es Estados Unidos.
–¿Pero el avance de Europa no generó todo este entuerto?
–No creo, había un problema de democracia. Rusia cometió errores, pero es importante no cometerlos desde la otra parte. Yo creo que intentamos siempre buscar soluciones también con los rusos. Nosotros estamos muy cerquita de los rusos eh, los intereses europeos no son los mismos intereses de los Estados Unidos.   «


Frases picantes de un hombre clave
La América Latina es una realidad que no podemos dejarle solamente a las inversiones chinas.
En Europa hay una crisis y no podemos ganar el partido sin industria.
El peligro para nosotros es sobre todo la deslocalización de las empresas.
Europa cometió errores: trabajó mucho en contra del déficit sin trabajar con la misma fuerza a favor del crecimiento.
Si el crecimiento no es bastante fuerte, los ciudadanos se enfadan.
No podemos cerrar la puerta a los rusos, porque hay muchísimas empresas europeas que trabajan en Rusia, está el gas ruso, está el petróleo ruso…
Crimea no es Ucrania, fue un regalo de (el ex líder de la Unión Soviética Nikita) Kruschev a Ucrania.
Nosotros estamos muy cerquita de los rusos eh, los intereses europeos no son los mismos intereses de los Estados Unidos.

Tiempo Argentino
Junio 15 de 2014

viernes

Colombia va a las urnas con el ruido de fondo de la guerra

Que este domingo se juega la posibilidad de alcanzar una paz duradera en Colombia no es un secreto para nadie. Ni para el presidente Juan Manuel Santos, que representa el ala más acuerdista dentro del establishment colombiano, ni del lado de Óscar Iván Zuluaga, el uribista que espera desplazar al mandatario en la segunda vuelta y echar tierra sobre el diálogo que se desarrolla en La Habana.
Tanto es así que luego del triunfo en primera vuelta con un discurso deliberadamente "antipacifista", Zuluaga ahora dice que no es cierto que fomente la guerra eterna. Sólo que pretende imponer condiciones muy duras a la guerrilla para integrarse a la vida política. Un discurso que no da garantías para resolver una disputa que ya lleva 50 años en la tierra de García Márquez, como la propia cúpula de las FARC se encargó de señalar: "No quieren la paz, quieren que nos sometamos."
El cambio de perspectiva del uribismo obedece no tanto a un enfoque diferente como a la necesidad de sacarse de encima el brulote de que no quiere la paz, algo que parece haberse registrado en las últimas encuestas. Por eso Santos duplica la oferta y anunció el inicio de conversaciones también como el ELN, la otra fuerza irregular que controla parte del territorio colombiano.
Los acuerdos de paz son un trabajoso proceso para poner fin a un conflicto bélico que en 50 años costó más de 220 mil muertos, 25 mil personas desaparecidas y casi cinco millones desplazados, según informes del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) de Colombia. Como toda guerra civil, más allá del precio en vidas humanas y bienes materiales, están las secuelas para una sociedad que quiera encaminarse a la reconciliación. Aquí es donde aparecen los aspectos más miserables de esta cuestión, como es quiénes son los que lograron ventaja en estos años y por lo tanto perderían si el país alcanzara normas de convivencia civilizadas. O sea, quiénes perderían con la paz.
Zuluaga es el delfín del ex presidente Álvaro Uribe, uno de los más interesados en una respuesta militar sin concesiones. Como se recordará, Uribe fue un fuerte defensor de la mano dura contra la guerrilla y sostuvo a rajatabla  el llamado Plan Colombia, un acuerdo firmado en 1999 por su antecesor Andrés Pastrana con Bill Clinton para militarizar el país siguiendo los planes estratégicos del Pentágono.
El argumento político para presentar este modelo de ocupación territorial consentida fue la lucha contra los grupos guerrilleros y el narcotráfico. Era un reconocimiento de que el Ejército formal de Colombia no era capaz de derrotar a los insurgentes, de allí que esta ronda de negociaciones que abrió Santos –bueno es recordar que también fue delfín de Uribe, pero luego cambió de postura– haya sido boicoteada por los vestigios de uribismo que circulan entre los pliegues de la burocracia estatal y de seguridad colombiana.
Con la consolidación de las instituciones regionales como Unasur y Celac, la alianza EE UU-Colombia se convirtió en un hueso duro de roer para el resto de las naciones, que rechazan la permanencia en el continente de tropas foráneas y sobre todo de bases con la mayor tecnología que permiten vigilar "y castigar" en muy poco tiempo cualquier movimiento en alguno de los países de la región. Pero también permiten controlar los recursos, un tema que se debatió en Buenos Aires en estos días en un foro de la Unasur.
Como parte de los convenios del Plan Colombia, Estados Unidos se comprometía a aportar 3500 millones de dólares y el gobierno sudamericano otros 4000 millones. En 2007 se firmó una suerte de Plan Colombia II, que implicó luego el asentamiento de siete bases militares en territorio de ese país. Estudios recientes del estadounidense Adam Isacson – integrante de WOLA (Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, en castellano) y uno de los mayores expertos en temas de defensa, relaciones cívico-militares y asistencia estadounidense hacia la región– señalan que el aporte de Estados Unidos para este proyecto se redujo, por los recortes presupuestarios en el norte, a 400 millones de dólares anuales. De todas maneras, el aparato militar colombiano suma la friolera de casi 500 mil hombres para un continente que desde el encuentro de la Unasur en Bariloche de 2009 se define como zona de paz. ¿Serían necesario tantos el día de mañana?
Otros que perderían con la pacificación son los terratenientes surgidos del abandono de tierras por parte de campesinos corridos por la violencia o directamente amenazados en un contexto de "todo vale". Por eso uno de los puntos más ríspidos de los acuerdos ya logrados en La Habana fue el de la tierra. Y es sin dudas uno de los más resistidos por la oligarquía bélica.
En cuanto al combate del narcotráfico, también en este aspecto hubo acuerdos en el diálogo en Cuba y si existen acusaciones de vínculos con los productores instalados en la selva, lo cierto es que las FARC se comprometieron a romper todo tipo de relación ni bien se seque la tinta con que se firme el documento final de la paz. De todas maneras, según el grupo Colectivo contra el imperialismo, nunca desde que comenzó el Plan Colombia "se persiguió a las grandes empresas transnacionales que trafican los componentes químicos como el permanganato de potasio", un compuesto básico elemental para producir cocaína.
Otra cuestión en danza es la participación política de los guerrilleros. La historia de Colombia es particularmente clara sobre lo que ocurrió en otros tiempos con los milicianos que intentaron reincorporarse a la vida civil: fueron eliminados sin misericordia. Unión Patriótica en los 80 sufrió la baja de dos candidatos presidenciales, decenas de legisladores y unos 4000 militantes. Marcha Patriótica, otra agrupación de izquierda, denunció que una treintena de integrantes fueron asesinados desde la fundación del partido, en 2012. En este caso, es claro que quienes debieran analizar ventajas y desventajas son los milicianos.
Pero incluso si los guerrilleros se insertaran institucionalmente, también deberían hurgar en la historia para decidir los pasos a seguir. Que les cuente el alcalde de Bogotá, el ex miembro del M19 que fue destituido por "desprivatizar" el servicio de recolección de residuos de la capital colombiana. Gustavo Petro se metió con otro de los fabulosos negocios que se reparten los oligarcas colombianos.
La basura es una manera muy eficaz para hacer fortuna en todo el mundo, que fructifica en manos de corporaciones mafiosas de aceitados contactos con el Estado. En Italia, sin ir más lejos, menos de 200 familias controlan la mitad de la gestión de los residuos urbanos en el sur de Italia y gran parte de Albania Bulgaria y Esolovaquia.
En el caso de Colombia, uno de los principales afectados por la decisión de Petro fue William Vélez Sierra, un hombre que amasó su riqueza recostado en el poder y al que se vincula con grupos paramilitares. De hecho quienes lo denunciaron son líderes de grupos fascistas creados para combatir a la guerrilla con armas poco amigables con las convenciones de Ginebra, como Fredy Rendón Herrera, alias El Alemán, Salvatore Mancuso y Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias Monoleche.
En el negocio no está solo la recolección de la bolsita familiar anudada en la puerta de cada casa. Está fundamentalmente en el reciclado de material aprovechable en las ciudades y el retiro de contaminantes industriales. Y los Uribe, una familia donde cada uno de sus integrantes tiene al menos alguna denuncia por sus relaciones con el tráfico de drogas o los grupos paramilitares, no se quisieron perder esa veta.
Todavía es recordada la batalla de dos hijos del ex presidente, Tomas y Jerónimo, contra al menos 70 mil familias de cartoneros a los que desplazaron cuando formaron la empresa Residuos Ecoeficiencia SA. "Un grupo de recicladores llevaba cinco años haciendo la recolección de basura en las zonas francas, pero en un mes llega una empresa a hacer ese trabajo, y a las 40 personas que trabajaban les dicen que no vuelvan. Así nos damos cuenta directa de que es la empresa de los hijos del presidente", se quejó entonces Nora Padilla, miembro de la Asociación de Recicladores de Bogotá.
Y si, la cercanía con el poder de los muchachos –laboriosos emprendedores, según los describe el padre– les abrió puertas. Lo mismo le ocurrió a Vélez Sierra. Dos más de las posibles "viudas" que dejaría un acuerdo de paz.
Este contexto se entiende que para los sectores más progresistas de esa sociedad, Santos sea la mejor opción. Será derechista, tendrá un pasado indefendible por los métodos que usó para combatir a la guerrilla cuando ministro de Defensa de Uribe. Pero es lo mejor que hay para cambiar la historia de Colombia por la vía civilizada.  

Tiempo Argentino
Junio 13 de 2014

Ilustró Sócrates

Europa debate cómo tratar al Oso Ruso

Horas antes de la ceremonia de celebración del 70º aniversario del Desembarco en Normandía, representantes de Estados Unidos y la Unión Europea se vieron en la obligación de amenazar al gobierno de Vladimir Putin por lo que catalogan como "actos de agresión" de Rusia en Ucrania. Moscú se apuró a decir que la declaración, en la que además amenazan con más sanciones, es "cínica". El encuentro del grupo G-7, que burlonamente podría denominarse G-8 menos 1, sirvió para mostrar los dientes de cara al encuentro que no podrán evitar hoy en París para recordar la invasión a territorio galo, el inicio de la recuperación de territorios que habían caído en manos del nazismo en la Segunda Guerra Mundial.
Luego de la caída de la Unión Soviética, es la primera vez que los mandatarios de los países que participaron de la contienda llegan al encuentro con un cuchillo bajo el poncho. Y esa es precisamente la novedad desde que la Guerra Fría comenzó a ser recuerdo. Más de dos siglos después de haberse acuñado el término "Oso Ruso" para alarmar a la población europea atribuyéndole a Rusia unas peligrosas ansias de dominio sobre el resto del continente, Putin se convirtió en el nuevo cuco de medios y dirigencias europeas. Y si fuera por el estado en que se encuentran las relaciones –al menos en el plano visible– Barack Obama, François Hollande, David Cameron y Angela Merkel hubieran debido esquivar el festejo a Putin. Principalmente porque desnuda sus propias contradicciones.
Y ese es justamente un detalle importante para entender por qué, luego de todo lo que se vienen diciendo y de las continuas amenazas de represalias bajo la batuta de Washington, se dan la mano protocolarmente en Normandía como si nada ocurriera.
Es que no haber invitado a Putin luego de que en esa guerra, que se desarrolló en las regiones donde ahora se juegan en gran parte los destinos europeos, hubiese sido una declaración de hostilidades. La última gran guerra unió más por espanto que por cariño a Stalin con Roosevelt, De Gaulle y Churchill. Pero las mayores bajas estuvieron en campos de batalla de la ex URSS –se calcula que hubo allí 20 millones de muertos– y en menor medida en Francia, donde por otro lado gobernaba el régimen pro nazi de Vichy. Salvo los bombardeos a Londres con cohetes V2, Gran Bretaña no padeció ataques en sus territorios. Estados Unidos directamente no sintió el olor a pólvora dentro de sus fronteras.
La OTAN, desde 1991 en adelante, avanzó hacia la frontera de la Federación Rusa con un escudo de misiles en Polonia y los países bálticos y amenazaba con extenderse a Ucrania, otra razón de queja para los rusos. En estas jugadas de ajedrez, el encuentro del G-7, que debió haberse realizado en Sochi, donde se hicieron los juegos olímpicos de invierno, pasó a Bruselas. No era el momento y mucho menos el lugar de mostrarse amigos, cuando en Crimea la situación se ponía cada vez más tensa.
Es así que Rusia, que se había sumado ininterrumpidamente hace 17 años al G-7+1, fue deliberadamente excluida ahora como forma de mostrar el disgusto por su reacción a los acontecimientos en Kiev. "Que les aproveche", dijo despectivamente Putin cuando le preguntaron sobre esa fiesta a la que no fue invitado.
El primer ministro Dmitri Medvedev, en tanto, replicó un documento del G-7 que apoya "operaciones moderadas para el restablecimiento de la ley y el orden" de Kiev en el este del país. "Los llamados siete se refieren a las `acciones moderadas` del Ejército ucraniano sobre su propio pueblo: esto es un cinismo que apenas se puede superar", dijo. Y bastante de razón tiene, ya que entre las tropas que se envían a las regiones pro-rusas hay un alto componente de mercenarios que según las denuncias tienen bastante poco apego a los Derechos Humanos.
La postura anti-rusa de Obama, por otro lado, para algunos suena a impostada, luego de que el año pasado tuvo que recular en su intento de intervención en Siria. Pero dentro de Estados Unidos son muchas las voces que se van sumando en contra del perfil que le está imprimiendo a la relación con Rusia. En uno de los sitios donde se difunden estas críticas, washingtonblog, se anota un detalle a tener en cuenta: "Dick Cheney ha dominado la política de EE UU hacia Rusia durante décadas, y Obama está siguiendo el libro de estrategias de Cheney". Maik Withey, un analista que publica en Information Clearing House, señala a otro estratega de esta política de condena al "Oso Ruso", el ex asesor del presidente Jimmy Carter, el conocido Zbigniew Brzezinski, quien viene repitiendo desde hace décadas que "la cuestión que la comunidad internacional enfrenta ahora es cómo responder a una Rusia que se involucra en el uso flagrante de la fuerza con mayores objetivos imperiales: reintegrar el antiguo espacio soviético bajo control del Kremlin y cortar el acceso occidental al Mar Caspio y a Asia Central".
Cheney había comenzado su carrera en la administración pública con el gobierno de Gerald Ford, el que sucedió al renunciante Richard Nixon. Luego fue secretario de Defensa con Bush padre y más tarde vicepresidente de Bush hijo. Entre una y otra gestión, y como para no quedarse de brazos cruzados, consiguió empleo en Halliburton, una de las proveedoras de servicios para la industria petrolera más grandes del mundo. Cuando Cheney –uno de los halcones republicanos– volvió a tareas gubernamentales, recibió una indemnización de 36 millones de dólares. Pero siguió percibiendo compensaciones por casi 400 mil dólares, aun cuando era vicepresidente. Los millonarios contratos que consiguió Halliburton tras la invasión a Irak seguramente lo justifican.
La "doctrina Cheney" tiene dos pilares, por un lado la Guerra preventiva, que popularizó George W Bush, y por el otro lo que se llamó la estrategia "del lado oscuro". Esto es, de las operaciones encubiertas de inteligencia hechas de tal modo que si algo falla, el presidente pueda decir sin ponerse colorado que no sabía nada de lo que estaba ocurriendo.
El caso Brzezinski es algo más profundo, ya que el ex asesor presidencial es uno de los teóricos en estrategia política más reputados del mundo. Él mismo se considera un discípulo de Henry Kissinger. Ambos comparten una visión y están atravesados por un sentimiento similar sobre lo que debería ser el centro de Europa. Kissinger, nativo de Alemania, tuvo que huir del nazismo con sus padres. Los Brzezinski, huyeron de Polonia y se refugiaron en Canadá. Zbigniew haría carrera posteriormente en Estados Unidos. Cheney y Brzezinski creen en la política de equilibrio de las potencias que pergeñó en el siglo XIX el conde austríaco Klemens  von Metternich y la estrategia de la contención que elaboró el estadounidense George Frost Kennan en 1946. En tal sentido, Cheney va un paso más allá y desarrolló la idea del ataque preventivo que popularizó luego George W. Bush. En cualquiera de estos contextos, Rusia es presentada como un enemigo a contener. Un temible Oso a punto de atacar.
Sin embargo, hay algunas particularidades en este análisis. En principio, Putin cuestiona la forma en que la Unión Europea forzó un acuerdo con el gobierno de Viktor Yanukovich y luego lo destituyó –violando acuerdos previos– cuando no pudo avanzar con su propuesta originaria.
Por otro lado, una estrategia de contención a lo Metternich debería implicar el compromiso de los socios europeos hacia un fin común.
Ocurre que la celebración de Normandía servirá de excusa para que Merkel y Putin busquen limar asperezas en torno de la provisión de gas ruso antes de que llegue el invierno boreal. Con Hollande, Putin tiene pendientes contratos para la compra de buques de guerra tipo Mistral por unos 1200 millones de euros. Ni qué decir las críticas que recibió Hollande, que se justifica en que la crisis no permite lirismos.
Mientras tanto, Putin firmó con las autoridades chinas un convenio para proveer de gas durante 30 años al gigante asiático a partir de 2018. El contrato implica un monto de 400 mil millones de dólares, pero en monedas locales. La "desdolarización" del mundo también es una forma de lucha, y de las más contundentes.

Tiempo Argentino
Junio 6 de 2014
Con el placer de compartir la ilustración de Sócrates