viernes

Daños colaterales

La aparición de 50 cadáveres en un camión frigorífico estacionado al costado de una autopista en Austria es todo un símbolo de una situación descontrolada en Europa, donde cada día miles de personas intentan ingresar al rico territorio atravesando mares, ríos y montañas a bordo de cualquier medio, incluso algunos tan peligrosos como las balsas con que atraviesan el Mediterráneo o vehículos en los que escasea el espacio y el aire. 
El hallazgo de los 50 cuerpos escandalizó hasta a los más duros de una sociedad sumergida en un caos que aparece como secuela –o daño colateral- de conflictos en otras partes del mundo en los que algunas de sus tropas no son ajenas.  No es casualidad que muchos de esos desesperados que arriesgan su vida para buscar mejores oportunidades vayan de Libia, Túnez, Siria, Etiopía y más allá.
En las últimas semanas creció en algunos decisores europeos la polémica sobre cómo denominar a esa masa humana que presiona en el paso de Calais, en el norte de Francia, o en Alemania, desde el sur de España, Italia y Grecia. Para los editores del británico The Independient, al menos, es necesario denominarlos refugiados y no simplemente inmigrantes. Porque la mayoría huye de guerras civiles o atrocidades étnicas.
Pero otros escapan de situaciones económicas y sociales que también los condenan a la muerte. ¿Cuál sería la diferencia? En este caso el debate parte de las pantallas de la CNN, donde rebotaron los pedidos del Alto Comisionado de la ONU para que tanto Estados Unidos como México y los países centroamericanos consideren a los niños que cruzan la frontera sur estadounidense como refugiados, algo a lo que la Casa Blanca se niega.
En Europa, la canciller alemana Angela Merkel –una dura entre duros- reclamó desde una cumbre de la UE y los países balcánicos acordar un "reparto justo" de los refugiados. El jefe de gobierno austríaco , Werner Faymann - quien  tampoco es un blando- pidió "espíritu de solidaridad" entre todos los países para resolver la cuestión.
Ya se había difundido la noticia de que en la carretera que va de Budapest a Viena la policía austríaca había encontrado un furgón con las puertas abiertas y adentro, medio centenar de cuerpos de personas que, por lo que parece, llevaban varios días fallecidas.
De inmediato las autoridades salieron a condenar a los traficantes de personas. Cada tanto ocurre algo parecido en la frontera estadounidense y la retahíla de cadáveres en vagones de tren que habían partido de México fueron un clásico en  épocas no tan lejanas.
Por esas regiones, la crisis inmigratoria tiene aristas diferentes pero el trasfondo no lo es tanto. Los hay que tradicionalmente buscan mejores condiciones para desarrollar una vida digna. Son los que pueblan mayoritariamente el territorio sureño, un territorio que, por otro lado, perteneció a México. Pero en los últimos años se agregaron miles que cruzan desde América Central huyendo de la violencia social y el narcotráfico en sus naciones de origen. Si no son asesinados en el norte mexicano por bandas criminales, quizás puedan ingresar escapando de la vigilancia estadounidense. Y tal vez, incluso puedan conseguir trabajo. Pero aún el presidente Barack Obama no consiguió que los republicanos le aprobaran una ley para regular la situación de más de 12 millones que, de resultar legalizados, podrían recibir un aumento en sus ingresos. Así como están no solo son carne de violencias cotidianas sino que deben tolerar sueldos que apenas permiten la sobrevivencia. Una buena razón para que algunos empresarios rechacen la idea de incorporarlos a la plantilla regular.
En los últimos meses un precandidato republicano trepó en las encuestas  avivando el fantasma de los inmigrantes, a los que carga de las peores diatribas, y prometiendo construir muros a lo largo de toda la frontera –ahora existe solo un tramo de unos 600 kilometros- y prometiendo echar a todos los ilegales. Donald Trump, que de él se trata, tuvo incidentes con representantes de la comunidad y el miércoles expulsó a un periodista hispano de una conferencia de prensa. Con ese discurso agresivo parece irle bien y es difícil que lo cambie
Al millonario excéntrico se le sumó otro aspirante republicano, Benjamín "Ben" Carson, un reconocido médico cirujano, de prodigioso currículum por haber realizado operaciones impresionantes con pulso firme y decidido. Ahora su aporte a la confusión general fue decir que no dudaría en usar drones contra los inmigrantes que intentan cruzar hacia Estados Unidos. Tras el vendaval que se le vino en contra salió a aclarar: "No dije que iba a usar aviones no tripulados contra personas, sino contra las cuevas que ellos utilizan para protegerse de las autoridades."
Es por lo menos curiosa la posición de Trump, cuya madre era una inmigrante escocesa y su padre, descendiente de alemanes. La de Carson, un neurocirujano cuya vida fue relatada en el filme Manos milagrosas -con Cuba Gooding Jr. y Kimberly Elise- tiene sus diferencias. Es negro, por lo tanto sus ancestros fueron llevados por la fuerza, y para estar peor que en su tierra original.  Pero su solución de los drones va en consonancia con un recurso aplicado extensivamente por el gobierno de Barack Obama, el primer afrodescendiente en ocupar la Casa Blanca.  En tal sentido, el Wall Street Journal publicó hace unos días que el Pentágono tiene previsto incrementar el uso de drones para misiones de vigilancia e inteligencia en todo el mundo.  Los vuelos no tripulados pasarán de los actuales 61 por día a 90 para el año 2019.
Según una fuente que el periodista Gordon Lubold  no identifica, la mayor parte de las futuras operaciones se llevarán a cabo en "zonas calientes" como el Norte de África, Ucrania, Siria, Irak y el mar de la China Meridional.
La nueva estrategia se inscribe en el marco de un replanteo de ese tipo de acciones bélicas, las preferidas del presidente Barack Obama por varias razones: en primer lugar, como se efectúan desde cómodas poltronas en una oficina implican un juego virtual y no se producen esas tan revulsivas remesas de bolsas negras con cadáveres de soldados caídos en combate, que tanto incomodaron a anteriores mandatarios, desde Vietnam a esta parte. Por otro lado, son un impresionante negocio para la industria bélica, la que más valor agregado aporta a la salud económica de Estados Unidos junto con la tecnología informática, que en este caso van de la mano.
Por ese motivo es que la filtración informativa se coló en los pliegues de un diario económico como el Wall Street Journal. Se trata de un anuncio de los proveedores de equipos hacia los inversores, para que vean los "nichos de negocios" (nunca mejor aplicado el término) que más rendirán en los próximos meses.
Hay que decir que las incursiones teledirigidas son para vigilancia y espionaje como dicen los comandantes, si, pero básicamente han demostrado ser muy útiles en la política de Obama de asesinatos selectivos.
Según revela Micah Zenko  en base a datos provistos por la New America Foundation, desde 2001 y hasta fines de 2014 Estados Unidos llevaba realizados 500 asesinatos selectivos, de los cuales el 98% fueron efectuados con drones. Resultaron eliminadas así 3674 personas, incluidos 473 civiles. En 50 de estos casos la autorización fue del presidente Bush, en el resto, 450, la firma es de Obama.
La pregunta clave es cuántos de esos homicidios fueron personas inocentes que cayeron por "error".  En diciembre de 2013 un drone masacró a 12 personas y dejó gravemente heridas a otras 11 que asistían a un casamiento en Yemen. Situaciones similares se produjeron en Afganistán.
Ante ataques que "vienen del cielo", la población civil no tiene cómo escabullirse fácilmente. Si el blanco elegido es hallado se puede plantear un debate sobre la legalidad de matar sin juicio previo, o aún de la pena de muerte. Pero miles y miles huyen de estos "daños colaterales".  Y los terminan provocando en esta Europa que no sabe qué hacer con ellos. Aunque émulos de Trump y Carson no les faltan. 


Tiempo Argentino
Agosto 28 de 2015


jueves

El clima y los negocios

El desborde de los ríos en San Antonio de Areco, Arrecifes y Luján provocó un intenso debate nacional en el que hubo reparto de culpas por el drama. El hecho, sin embargo, reveló el déficit de políticas de Estado en torno a algunos de los problemas más acuciantes para la población. Una primera explicación con tintes científicos fue inscribir a estas inundaciones en el marco del cambio climático, que provoca lluvias desproporcionadas y recurrentes como las de principios de agosto –esta vez Luján se inundó dos años consecutivos– y en otras regiones sequías devastadoras. Algunos especialistas hablaron del llamado fenómeno de El Niño, que en ciclos de entre 3 y 7 años modifica la distribución de las precipitaciones en todo el planeta.Durante esos días intensos de discusión mediática aparecieron también críticas por la falta de obras de infraestructura para evitar las inundaciones y sus consecuencias. Pero también por las obras realizadas… Es decir, por emprendimientos privados en el delta del Paraná que afectan de un modo crucial el escurrimiento de las aguas en la desembocadura del río Luján, donde unas 9.200 hectáreas de humedales resultaron invadidas por barrios privados. Se reveló, asimismo, la existencia de por lo menos 90 canales clandestinos río arriba, construidos por terratenientes para que los campos más fructíferos no queden anegados ante cada tormenta.En tal sentido, la deuda pendiente con la sociedad es importante. Durante los 90 muchas de las instituciones estatales fueron reducidas o directamente eliminadas en pos de un concepto neoliberal que reclamaba sustituir lo público por supuestas soluciones privadas. El caso de las problemáticas ambientales es un ejemplo típico de por qué hay cuestiones que exigen que dependencias pertenecientes a la sociedad sean las que se encarguen de estudiar y advertir sobre los peligros que pueden desencadenar determinadas decisiones gubernamentales. Y por qué es necesario que, además, se escuche y se responda ante los requerimientos de quienes tienen el conocimiento como para determinar las políticas más adecuadas.Esto excede a nuestro país. Hace 10 años el huracán Katrina provocó una tragedia en los distritos más pobres de Nueva Orléans como no se recuerda en la historia de Estados Unidos. Lo que dejó como corolario aquel evento fue la ausencia del Estado, que no solo no tomó medidas cuando fue advertido de lo que se venía sino que luego no hizo nada para remediar la situación de las víctimas.Lo contradictorio es que hay investigadores dedicados al tema que, por otro lado, son pagados por la sociedad a través de los impuestos. En la Argentina hay expertos de fuste en el Conicet y en universidades públicas que vienen alertando no solo acerca de los fenómenos climáticos, sino también sobre la necesidad de regular la construcción de barrios privados en la zona de Tigre y controlar que los productores rurales no construyan desvíos de agua irregulares.Pero si las urgencias políticas o electorales priman en las decisiones en cada distrito porque se necesitan los recursos que proveen los emprendimientos o la producción agropecuaria; o si se aprueban proyectos urbanos del tamaño de ciudades sin contemplar el impacto que producirán en el medio ambiente; o peor aún, si se cree que «la mano invisible del mercado» puede aportar las respuestas y que no es bueno alterar el «clima de negocios», lo único que cabe esperar es dramas mayores.Es cierto que faltan obras, y se sabe que en general esas obras de infraestructura no son visibles y por lo tanto pueden no aportar a la hora de ir a las urnas. Y que muchos de los daños ambientales se generan en el contexto de extendidos sistemas de corrupción. El cambio climático existe, el fenómeno de El Niño existe, pero ¿qué se hace para prevenir o remediar sus consecuencias? Ante tamaño desafío es esencial contar con políticas de Estado dictadas sobre la base del estudio científico para que la tormenta no aparezca como una sorpresa desagradable.Revista AcciónAgosto 30 de 2015

Camino a Octubre



Es un excelente recurso que alguna vez inauguró el recordado Osvaldo Soriano y que sigue como una suerte de homenaje el analista Mario Wainfeld: imaginar algún estudioso de la Argentina proveniente de un país escandinavo que en el marco de una tesis doctoral pregunte por la realidad vernácula, tan proclive a la paradoja y la excentricidad. Los meses previos a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) le hubieran dado a ese doctorando mucho material para su tesis, por lo sorpresivo del escenario electoral.
Porque el domingo 9 de agosto comenzó en realidad la verdadera campaña para la sucesión de Cristina Fernández, que puede culminar en la elección de octubre o se puede prolongar en una eventual segunda vuelta.
Ese escandinavo imaginario podría revisar los medios más influyentes en este período y encontraría que desde la denuncia y posterior muerte del fiscal Alberto Nisman en febrero se alertaba sobre un país a punto de incendiarse con un Gobierno que llegaba sumido en la corrupción e incluso capaz de llegar al magnicidio con tal de preservar el poder. Paralelamente, insistían en que se avecinaba un fin de ciclo, que lo que venía luego del 10 de diciembre de este año –si es que no se cumplía el deseo explícito en muchos de los voceros mediáticos, de que la presidenta tuviera que irse antes de tiempo– era otro modelo de país. Porque al mismo tiempo arreciaban las presiones sobre la economía, alentada por la especulación financiera montada en un contexto internacional particularmente esquivo para los principales mercados y productos del país.
Pero mientras el caso Nisman se fue desinflando al ritmo de la revelación de cuestiones escabrosas de su actuación pública y privada y el Gobierno fue sofrenando las consecuencias del ataque especulativo, el clima político fue cambiando. Y con ese clima, el humor de los medios concentrados y de la dirigencia opositora. A medida que se fueron calmando las aguas y «el hombre de a pie» fue comprobando que las tormentas pronosticadas no se presentaban, les resultó necesario cambiar el eje del debate.
Ya lo avizoraba el verdadero diseñador de la campaña de la derecha local, el ecuatoriano Jaime Duran Barba, asesor del líder del PRO, Mauricio Macri, cuando a principios de junio le dijo al empresario Francisco De Narváez, cercano entonces al impulsor del Frente Renovador, Sergio Massa: «Cristina es imbatible, porque la economía de bolsillo solo va a mejorar». Se sabe que Duran Barba no tiene pruritos y que el jefe de Gobierno porteño es un muy buen discípulo de sus recomendaciones. Por eso no extrañó el giro de 180 grados que dio el mismo día en que se conoció el resultado del balotaje porteño. Esa vez su ladero Horacio Rodríguez Larreta había sufrido bastante hasta que le confirmaron que venció por muy poco al ex ministro de Economía del Gobierno kirchnerista, Martín Lousteau. Se lo notaba golpeado a Macri cuando salió al tablado en el búnker aquella noche. Sin embargo, a medida que tomó calor sorprendió a los presentes, que con abucheos recibieron la noticia de que ahora el PRO defendía el rol del Estado en la economía y que celebraba la estatización de Aerolíneas, YPF, la jubilación y hasta pedía votar por ley los aumentos a la Asignación Universal por Hijo, algo que en esos días ya se había aprobado pero que él ignoraba. Habló desde entonces como si su espacio político hubiera votado a favor de alguna de esas iniciativas.

Giros
Habrá que reconocer que como estrategia mediática funcionó, porque ya no se habló del pobre desempeño del PRO en esa jornada, ni de que venía maltrecho de Santa Fe y Córdoba, sino del sorpresivo giro de Macri. En simultáneo, fue creciendo la figura de Massa, que había sufrido su propio calvario cuando muchos de los líderes del conurbano que se habían pasado a sus filas volvieron al kirchnerismo porque olfatearon algo que Duran Barba necesitaba ver en las encuestas: que los aires soplaban para un nuevo apoyo al Gobierno.
El nuevo escenario era de un cómodo triunfo del gobernador bonaerense Daniel Scioli. En la provincia, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández parecía también acercarse a un holgado triunfo en la interna con Julián Domínguez. Hasta que una semana antes de las PASO se conoció la denuncia de un condenado por el triple crimen de General Rodríguez, que involucró a Fernández en el brutal asesinato ligado al tráfico de efedrina, que se había producido exactamente 7 años antes, un tema que nunca había aparecido en el juicio oral y público y que golpeó de lleno en el Gobierno. Casi tanto como lo había hecho a principios de año la denuncia de Nisman y la aparición de su cuerpo sin vida horas antes de ir a declarar en el Congreso.
En ese marco, y en un fin de semana con inundaciones en varios distritos, los argentinos fueron a cumplir con una obligación ciudadana que tiene la particularidad de representar una encuesta real y verdadera. En las PASO se define quiénes siguen y quienes quedan en el camino. No significa que en la instancia final se vayan a repetir los guarismos fundamentales, pero muestran la tendencia y abren la perspectiva de otros enfoques de campaña.
Por lo pronto estas PASO abrieron las puertas a una renovación en la política que no se daba desde que despuntó el kirchnerismo, hace 12 años. Los que algunas vez «cruzaron el charco» para irse con Massa y volvieron al redil –esos que el ex intendente de Tigre llamó «amigos del campeón»– fueron castigados en sus propias comarcas. Le ocurrió al intendente de Merlo, Raúl Otacehé, y al que fuera el brazo derecho de Massa, Darío Giustozzi, en Almirante Brown, entre otros. En muchos de estos casos, los que ganaron pertenecen a La Cámpora, que revalida así su inserción política con lauros territoriales, a los que suma la candidatura a diputado por Santa Cruz de Máximo Kirchner, el hijo de los dos últimos presidentes.
Otro dato es que políticamente podría decirse que desaparecen protagonistas de estos años de la política y de la batalla mediática. La UCR, que se adosó a la candidatura de Macri, quedó invisibilizada a nivel federal. Y Elisa Carrió, habitué de los programas televisivos en los que amplifican sus frecuentes denuncias, sumó todavía menos. Otro dato saliente: un referente tradicional del trotskismo como Jorge Altamira perdió su interna a manos de una joven promesa mendocina, Nicolás del Caño.
Por otro lado, Massa consolida su liderazgo en un sector de la población que comparte su enfoque sobre el endurecimiento de las leyes penales, su caballito de batalla. A nivel económico, Massa se rodeó de un equipo que tuvo participación en el Gobierno de Néstor Kirchner, acaudillado por el exministro Roberto Lavagna. Es claro en su caso el intento de reflotar la alianza con que comenzó este proceso, allá por 2003, porque entre sus espadas cuenta también con el empresario José Ignacio de Mendiguren, que fuera titular de Producción durante la gestión de Eduardo Duhalde y luego comandó la Unión Industrial Argentina.
Las PASO alentaron una campaña que venía cayendo en picada según las encuestas como la del Frente Renovador. Y aquí viene un punto interesante para analizar por el imaginario amigo escandinavo. Las principales plumas de los medios dominantes venían presionando sin tapujos a una alianza entre Macri y Massa para derrotar al kirchnerismo. Ante la deserción en las filas massistas, pusieron el foco en Macri. Pero el mismo día en que pareció que Macri perdía en la ciudad, redoblaron sus críticas a una oposición que, al decir del mismo periodista que hizo la entrevista con el reo condenado por el triple crimen, «no sirve para nada» porque no fue capaz de encontrar un Henrique Capriles nativo para ponerle fin al ciclo.
El problema es que según este análisis, más del 60% de la población está contra el Gobierno. Pero suman a sectores de la derecha peronista con la izquierda trotskista o la centroizquierda encolumnada detrás de Margarita Stolbizer, tres sectores que no irían juntos a un comicio. Entonces, ¿será cierto que Massa venía perdiendo apoyo, o era el deseo de los estrategas que forzaban su renuncia para sumarle puntos a Macri?.
El caso es que ni bien se conoció el resultado de la primaria, tanto Massa como Macri dieron señales de que quieren, ahora sí, elaborar planes en conjunto si es que alguno de los dos logra entrar a un balotaje con Scioli (ver recuadro). El alcalde porteño, incluso, reforzó su nueva imagen en el discurso pronunciado al fin de la elección. Dijo, esta vez sin recibir abucheos, que había aprendido de radicales, de peronistas, de maestros, de científicos, de sindicalistas, y que por eso ahora valoraba tanto el rol del Estado.
Scioli exhibe en su favor los 12 años de fidelidad y consecuencia con el Gobierno. La dupla con Carlos Zannini representa una fusión razonable para los que piden más kirchnerismo y quienes pretenden continuidad con moderación. Massa ofrece volver al tiempo dorado del crecimiento a tasas chinas –entre 2003 y 2008– y un encendido mensaje penalista. Macri busca contener a los votantes del radicalismo que aceptaron ir a la interna en Cambiemos y a la vez seducir a peronistas antikirchneristas que lo vean como el hombre para derrotar al oficialismo.
De aquí a octubre se irán develando incógnitas. ¿Se sumarán los votos de Elisa Carrió y Sanz a Macri? ¿Irán los de Domínguez a Aníbal Fernández? ¿Se cumplirá la teoría del voto útil, es decir que los que quieren un determinado modelo de país votarán aun con un broche en la nariz al que aliente la esperanza de llevar hacia ese sendero? ¿Les creerán a los antiK que ahora dicen que sostendrán parte de lo que hizo el Gobierno?

Revista Acción
Agosto 15 de 2015

La foto es de Acción

viernes

Es el poder, Tsipras

Desde el 5 de julio pasado, cuando los griegos fueron a las urnas y mayoritariamente rechazaron los planes de ajuste que pretendían imponer los representantes del ala más dura de la troika, pasaron apenas 45 días, pero parece que hubiesen sido añares. En este lapso, tanto la imagen de Alexis Tsipras como de la coalición Syriza, que lo llevó al poder en enero pasado, se fueron diluyendo ante el resto del mundo.
El primer ministro heleno pasó de ser la esperanza de cambio en una Eurozona que no aceptaba otra salida para la crisis económica que no fuera la de ponerle fin a lo que queda de Estado de Bienestar, a convertirse en un enigma difícil de descifrar. ¿Traicionó sus principios apenas dos días después del reférendum o la mejor opción para defender a los griegos  en vista de que la cuna de la democracia occidental, como dice, es un enano luchando contra un gigante como Alemania? ¿Qué busca con la renuncia y el llamado a elecciones anticipadas, volver al gobierno con nuevo sustento electoral, aún a riesgo de destruir la agrupación que pacientemente ayudó a conformar en oposición a los partidos del ajuste?
El detonante de esta crisis, que ahora repercute al interior de Syriza y que preanuncia la ruptura del ala izquierda, fue la firma del Tercer Memorando de Entendimiento con la Eurozona. Allí se vio con mucha mayor claridad en qué consistía el renunciamiento de Tsipras tras conocerse el resultado de la consulta popular. Todo era peor de lo que parecía, y para colmo, la novedad se reveló al mismo tiempo que se informó que una empresa alemana se quedaría con 14 aeropuertos griegos. No es que una estación aérea sea el mayor símbolo del orgullo nacional, pero en un contexto de depresión y caída en picada de una economía puede ser la señal de que cada vez queda menos por defender. Y eso repercutió claramente en Syriza.
Alguien que conoce muy bien los entresijos de estos dramáticos meses,  que fue parte de su gabinete como titular del área económica, Yanis Varoufakis, detalló ayer parte de los temas ríspidos que se fueron discutiendo desde que, junto con Tsipras, se hicieron cargo de los negocios públicos, a principios de año.
En su página web, el economista señala que lo acusaron los grandes medios de no haber tenido un plan alternativo ante la eventualidad de que, como ocurrió, los alemanes, y sobre todo su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, no dieran su brazo a torcer. También le decían, indicó, que los organismos financieros del continente no sabían qué se traían entre manos en el gobierno griego.
Varoufakis detalla planes presentados en mayo y junio, que implicarían una mejora de la economía para hacerse cargo de enfrentar la voluminosa deuda pública. Y agrega: "La verdad es que ellos sabían perfectamente lo que nos proponíamos, pero nunca prestaron atención a nuestras propuestas". Y se pregunta si es que esas propuestas no tenían ningún valor o, dice, "nuestras propuestas hacían difícil para ellos admitir que la verdadera razón por la que se negaron a aceptar nuestras sensatas iniciativas era que sólo se preocupaban por humillar a nuestro gobierno y descarrilar las negociaciones?"
Varoufakis reconoció desde que presentó la renuncia, ni bien se supo el resultado del referéndum, que tal vez pecaron de ingenuos al intentar sostener planes de contingencia contra una muralla de dirigentes que no pensaban aceptar ninguna otra salida que no fuera el recorte presupuestario y de beneficios sociales para la mayoría de la población.
Tal vez esa sea la esencia de la actual tragedia griega: la lucha de los militantes de Syriza fue ideológica, pero al menos en esta etapa de Europa –y especialmente dentro de la Eurozona- la ideología ha muerto. Lo único que prima son las razones de Estado.
Y esas razones implican que la batuta para arreglar los desaguisados económicos de cualquier de los países miembros la tienen los alemanes. No sólo los miembros del gobierno, sino la mayoría abrumadora de la población que considera que los griegos, los italianos y los españoles, los europeos del sur, básicamente son poco afectos al trabajo, desordenados, dados a la molicie, y por eso están en crisis. Una crisis, reflejan los medios masivos pero no desmiente la población, arrastra a toda la región hacia situaciones límite. "Hay que ponerle fin a esta situación", repiten al unísono. "Hay que disciplinarlos", agregan insidiosos.
Esa es una forma simplista de entender esta crisis y en general del momento que vive la Unión Europea, errada a juicio de este columnista.
Otra forma es hacer un pequeño relevamiento de lo que está ocurriendo fuera de las fronteras continentales. El superdólar está arrastrando a la mayoría de las monedas fuertes a una guerra en la que salvo Estados Unidos, todos por ahora tienen mucho que perder. El euro tiene como sostén de su valor las cuentas claras y precisas y sin déficit importantes entre sus socios, así quedó establecido desde su origen. China está sufriendo en carne propia esta guerra de monedas y por eso devaluó el yuan y permitió una baja en el valor de las acciones –una forma leve de desinflar la burbuja- en la bolsa de Shangái.
Paralelamente, el gobierno de Barack Obama está apurando los acuerdos de libre comercio denominados TTIP, por las siglas en inglés de Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones. Se trata de un ALCA para los países más desarrollados, como lo es el conjunto de la UE, que haga de contrapeso para el crecimiento de China, Rusia y Brasil y el resto de las naciones que integran el BRICS.
Como en todo tratado entre países que necesitan ser pares para que no estallen las diferencias, ambos contendientes están tratando de igualarse. Cuando se creó el NAFTA en América del Norte, México era una oferta de mano de obra barata para las empresas estadounidenses y eso facilitó las cosas. Pero Europa, por ahora y a pesar de todo lo perdido en estos años, en general ofrece muchos más beneficios a sus trabajadores de los que pueden disfrutar los estadounidenses. ¿Alguien podría creer que la administración de los demócratas subiría beneficios a los propios para empardar? Basta con ver que Obama apenas logró pasar una copia ajada de su plan de Salud, al que los republicanos prometen destruir si ganan en 2017. Lo más "sensato" para todos, entonces, es igualar para abajo. Porque, además, está la competencia de la industria china, que con esta devaluación y un régimen de flotación más flexible se hace más difícil de contrarrestar.
Por otro lado, Alemania y sus socios menores de Europa muestran una actitud que parece de dureza por las formas, pero que en el fondo refleja una gran debilidad. Si como dicen los gurúes neoliberales –en Argentina era un discurso habitual durante la convertibilidad- un país tiene que "seducir" a los inversores para que apuesten por hacer negocios en ese territorio, europeos y estadounidenses se están peleando por seducir a los verdaderos dueños del mundo, que son los dueños del capital. Esos que vienen trasladando –deslocalizando se dice en aquellos sitios- empresas desde ambos distritos hacia regiones que ofrecen más ventajas, en el Oriente y especialmente en China.
En este contexto, el debate que plantea Varoufakis se torna inocente por un lado, pero estéril en lo profundo. Todos saben que los griegos de Syriza tienen razón, el caso es que de lo que se trata es de otra cosa. Y en ese juego no hay lugar ni para románticos ni para debates teóricos. "Es el poder, estúpido", parece haber entendido Tsipras, y pegó el portazo. El tema es qué espera poder hacer si logra incrementar sustancialmente el respaldo en el futuro comicio.


Tiempo Argentino
Agosto 21 de 2015

Ilustró, como siempre, Sócrates



domingo

Carlos Abalo: "El Estado chino tiene los mecanismos para controlar la burbuja"


Es de esos referentes que es bueno tener a mano. Por experiencia, por conocimientos, y porque tiene  na mirada crítica pero absolutamente comprensible de la economía para el ciudadano común. Carlos Abalo, economista, periodista, dice que su vida estuvo atravesada por el peronismo desde que vio los tranvías cargados de obreros que iban a plaza de Mayo aquel lejano 17 de octubre de 1945. "Yo tenía diez años y quise ver qué pasaba", recuerda ahora, a los 80, con una sonrisa cómplice. Esa "diablura" infantil le trajo problemas familiares y no por ser una travesura precisamente. Con el tiempo, también padecería los rigores de la política nacional: trabajó en El Cronista Comercial y fue muy cercano al desaparecido director Rafael Perrota. Exiliado en México, dio clases en la UNAM y a su vuelta al país, fue jefe de Economía y prosecretario de redacción de la revista El Periodista. Esta vez, la convocatoria fue para hablar de la crisis financiera y del impacto y las razones de la devaluación de la moneda china.


"Cuando en los años '90 se terminó el socialismo y cayo la URSS, tuvimos el capitalismo global y la vuelta a la plena hegemonía de EE UU", dice en la redacción de Tiempo Argentino. "Eso marcó la Convertibilidad y el menemismo a nivel local, pero en el plano internacional empezó la emergencia de China, lo que llevó a la ampliación del radio de acción del capitalismo con un efecto de arrastre sobre los mercados emergentes que cambió el mercado mundial."
-¿Cómo considera que se origina la actual crisis en China?
 -Hay una fórmula para entenderla. El capital acumula a una velocidad mayor de lo que pueden acumular los trabajadores en ingresos. Permanentemente el ingreso de los trabajadores no va a poder comprar todo lo que acumulan los capitalistas y transforman en mercancía. Frente a eso se trata de colocar inversiones en otras cosas, y dentro de lo legal está la inversión financiera, atada al capital productivo porque los bancos prestan a los consumidores o al capital productivo y como ambos están en recesión, resulta que no pueden cobrar. Esta es la crisis financiera. Cuando más capital se derive hacia los bancos o hacia la realización financiera, más grande va a ser la burbuja. Esto se presenta en el 2007-2008 como una crisis del capitalismo.
-¿Una crisis más?
 -Sí, pero de una magnitud más grande que las de los 30, porque aquella fue la crisis del capitalismo nacional. Todas las economías producían en sus naciones y hubo una sobreacumulación de capital productivo. No se resolvió tras la Primera Guerra porque ninguna economía podía saltar al capital planetario, es decir al capital mundial, algo que recién haría Estados Unidos al terminar la Segunda Guerra.
-¿Cómo afecta esto a China?
-Cae la demanda de los productos chinos en Europa y se registra una caída del crecimiento chino, que pasó del 10% al 7 por ciento. China tiene un capitalismo estatal, pero al mismo tiempo desarrolla un capitalismo privado controlado por el Estado. Esta restricción de las exportaciones que alimenta el proceso de crecimiento se frenó con la crisis europea, entonces China tuvo que empezar a crecer para adentro.
 -¿En el 2008 se planteó eso?
-No se vio con claridad hasta hace dos o tres años. Pero además ocurre otra cosa: en China crecen los salarios y como el consumo estuvo muy restringido durante mucho tiempo, la población tiene una capacidad de ahorro del 50 por ciento. Una acotación al margen, en China, a pesar de ser políticamente un régimen dirigido por el partido comunista, nunca hubo una revolución comunista, sino una revolución campesina que resolvió los problemas nacionales. Entonces, con semejante volumen de ahorro, los chinos empezaron a comprar acciones y como el país crecía al 7,5% hubo una revalorización descomunal. Uno compraba una acción y valía 20 o 30% más un año después. Empezaron a tomar créditos para tomar acciones y se produjo una burbuja.
-Fue lo que estalló en Shanghái hace algo más de un mes.
 -Exactamente. Lo que pasa es que el estado tiene un mecanismo de control de la burbuja, de la expansión monetaria y de la absorción correspondiente que no tiene agujeros, por la característica que hablamos del sistema. Probablemente a medida que avance esto no va a ser así, pero todavía la controlan.
 -¿Cómo juega en esto la devaluación del yuan?
-Es que la crisis, además, responde a la dinámica del capitalismo global propia de esta época, y esta empujada por EE UU con el superdólar como una amenaza. Al ver restringida la capacidad de exportación combinada con un requerimiento de capital interno más intenso, se produce un desbalance entre la liquidez interna y la menor cantidad de divisas que ingresan. Tienen menos entradas de dólares y a la vez hay una aceleración controlada de la liquidez. Esto los obliga a tener que recuperar en la medida de lo posible más exportaciones a pesar de que China ya está orientada hacia adentro.
 -¿Cómo se da la influencia del superdólar?
-A través del superdólar, EEUU está castigando a los emergentes que pueden ser el complemento de China: Rusia, Argentina, Brasil, Venezuela, y van a terminar enfrentándose con China. Porque en esta economía de base más amplia, si no hay una regulación desde arriba del poder dominante, se termina la hegemonía de ese poder dominante que hoy es EEUU, que siempre ha frenado al que avanzaba.
-Pero hay también una cuestión de geopolítica, con los tratados con Europa y la cuenca del Pacífico.
 -Cuanto más se abra el comercio internacional, como EEUU está en la cumbre de la productividad y de la competencia, ellos ganan siempre. La crisis no sólo es una manifestación de la burbuja financiera y de las crisis clásicas. Esta crisis clásica empezó a ser empujada por EEUU con una amenaza de que van a subir las tasas de interés. Porque EEUU puede emitir dólares, divisa de reserva, y China todavía no lo puede hacer.
 -Pero el yuan también aspira a ser moneda internacional.
-Esto fatalmente va a ser así porque al producir ese cambio interno y tener ese excedente de capital, China va a salir afuera como gran exportador de capital. De hecho ya lo está haciendo y por eso el renminbi va a ser una moneda internacional de libre flotación. El problema es cuándo porque en medio de la recesión y una situación en que se deteriora la capacidad de exportar de China y todavía internamente no se puso a la paridad, esto hoy la perjudica. Por eso el gobierno insiste en que todavía no están preparados.
 -EEUU está forzando al máximo el enfrentamiento. ¿No puede pasarse a un enfrentamiento bélico?
-Es que China tiene toda la paciencia del mundo. Por eso le dijeron al FMI: "Noooo, nosotros todavía no estamos a la altura de Estados Unidos." Y un capitalismo ampliado es una perspectiva que políticamente sólo se sostiene con paz.
-¿Por qué no con guerra?
-Porque se vuelve para atrás, a los capitalismos nacionales. En la guerra, EE UU derrotó a Alemania y a las demás potencias y gracias a eso terminó con los capitalismos nacionales y empezó el capitalismo global. Lo vemos ahora, pero empezó ahí. El Plan Marshall es eso.
 -Pero la principal industria de EEUU es la industria bélica.
-Para China no es tiempo de hablar de una posible confrontación, aunque cada vez es menos vulnerable. De cualquier manera, si la economía china no tuviera algún límite se convertiría en la principal economía mundial y volvería a ser el centro del mundo junto con la cuenca del Pacífico. Porque Europa está sometida a otro tipo de crisis.
 -¿Cómo es esa crisis en particular?
 -La capacidad de recuperación de Alemania al fin de la guerra fue descomunal. Las fuerzas de ocupación hacen que Alemania pueda tener otra vez una moneda propia, le dan crédito y usan como reservas las tenencias de divisas de los particulares con la garantía de que con el Marshall no iba a haber devaluación.
 -¿El euro no fue una forma de competir con la hegemonía del dólar?
-En los '90, Alemania logra una zona propia con el euro. Pero como son países de distinta productividad es una suerte de marco para todos. Como Alemania ha ido concentrando todas las ramas duras de la economía y de la más alta tecnología, en realidad el resto de Europa es una periferia de Alemania, con una moneda común. Alemania es la economía más dinámica de Europa, pero está subordinada a la hegemonía política de EE UU.

Latinoamérica es el garante alimentario

"Si China se transformara en un centro del capitalismo mundial, quedándose en el capitalismo, la posibilidad de expansión del desarrollo económico sería mucho más grande. Y nuestros países necesitan de esa expansión para crecer. Hay dos países entre los emergentes que pueden tener un papel más "empujador" de China: Brasil y Rusia. Por otro lado, la seguridad alimentaria de China somos Argentina y Brasil. El Mercosur es la manera ideal de responder a la demanda agroalimentaria de China, porque esa demanda se completa con Argentina y Brasil, pero esto arrastra a los demás sobre todo porque la demanda de China no es solo de agroalimentos sino de minerales, de petróleo. Porque China tiene poca agua o mejor dicho no le alcanza para todos. Para atender y resolver el problema de sus  alimentos necesita de la región", dice Abalo.
-¿Su problema es el agua?
 -Su problema es el agua
 -¿Por qué, por los cultivos?
-Están haciendo obras al respecto, pero son 1300 millones de habitantes. Y para todo lo que tienen que hacer el agua es una limitación, este es el problema central. Pero China apuesta al futuro y se prepara para la tercera revolución industrial y para la transferencia de mano de obra: sacar a obreros de las fábricas y transformarlos en obreros de la tecla.


Tiempo Argentino
Agosto 16 de 2015

La foto es de Soledad Quiroga para Tiempo Argentino