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Las fiestas prohibidas de la DEA



En julio de 2011, la administradora de la agencia antidrogas de Estados Unidos, Michele Leonhart, anunció con toda la pompa el éxito de una misión sin precedentes entre organismos estadounidenses y mexicanos. Bajo el nombre muy adecuado de "Proyecto Delirium", durante 20 meses el operativo conjunto actuó en 13 estados norteamericanos y logró la captura de casi 2000 miembros de La Familia Michoacana, uno de los cárteles más violentos de México. Fue uno de los momentos brillantes en la carrera de la primera mujer en tan alto cargo en la DEA (Drug Enforcement Administration, administración del control de drogas) desde que la agencia fuera fundada por el presidente Richard Nixon, en 1973, poco antes del golpe en Chile. Dato adicional: le sede de la DEA está en Arlington, Virginia. Frente al Pentágono.
Fueron muchas las denuncias contra la DEA en estos años, sobre todo de países latinoamericanos. Es el caso de Bolivia, donde la agencia fue obligada a retirarse de su territorio en 2008 acusada de usar sus actividades como tapadera del espionaje político al gobierno de Evo Morales. Tiempo después, en 2011, fue detenido en Panamá el general de la policía René Sanabria, acusado de tráfico de drogas hacia Estados Unidos.
El affaire Sanabria fue un conflicto importante ya que desde los despachos gubernamentales se preguntaban cómo era posible que acusaran de narcotraficante a un hombre que había trabajado íntimamente con la DEA y protestaban por no haber informado al gobierno de las acciones que se estaban por tomar contra el policía. Consideraron entonces que todo había sido un dispositivo para golpear la credibilidad de Morales en un momento en que el mandatario reclamaba en los organismos internacionales que sacaran a la hoja de coca, de consumo ancestral para los pueblos andinos, de la lista de drogas peligrosas.
Pero nadie se llamó a engaño en La Paz: desde el mismo momento en que se conoció el operativo contra Sanabria sabían que la cosa no terminaría allí. De hecho, no pasó mucho para que ingresaran al policía en el programa de protección de testigos y le ofrecieron un acuerdo con la fiscalía –algo común en el sistema judicial estadounidense– para reducir la pena a cambio de "prender el ventilador". Morales resumió así la situación al recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba: "La DEA no lucha contra el narcotráfico, controla al narcotráfico para usarlo con fines políticos e implicar a dirigentes antiimperialistas."
Dentro de todo, el caso Sanabria es casi escolar, porque no hubo derramamiento de sangre. Diferente es la historia del héroe de la DEA Enrique Camarena Salazar, mexicano de origen, que en 1981 había logrado infiltrarse en el entonces poderoso cartel de Guadalajara. Tres años más tarde, un megaoperativo del que participaron casi 500 soldados mexicanos destruyó el Rancho Búfalo, una plantación de marihuana donde trabajaban más de 3000 personas. No costó mucho que, según los datos oficiales, el capo Miguel Ángel Félix Gallardo descubriera quién era el soplón. Policías que trabajaban para el cártel lo secuestraron a plena luz del día a principios de febrero de 1985 y el 5 de marzo su cuerpo –con señales de haber sido torturado hasta la muerte con saña animal– fue encontrado en el pueblo La Angostura, Michoacán.
La investigación judicial determinó la responsabilidad en el hecho del capo narco pero también de altos cargos policiales y hasta de un cuñado del ex presidente Luis Echeverría. Luego saldrían a la luz hechos escabrosos en torno a la muerte del ídolo de los aspirantes a entrar en la DEA. Entre los responsables reales apuntan a agentes de la CIA presuntamente implicados en el tráfico en Centroamérica. Otras versiones hablan de oscuras relaciones de otros ex presidentes mexicanos en el negocio del narcotráfico, o  de celos profesionales de otro agente que quería dirigir la central de la DEA en ese país. El asesinato de Camarena sirvió para conseguir un aumento de presupuesto. Rafael Caro Quintero, el dueño de la finca Rancho Búfalo, purgó 28 años de cárcel hasta que fue liberado en 2013 y desde entonces se esfumó. 
Un periodista estadounidense, Gary Webb, quien ganó el Premio Pulitzer por sus investigaciones, fue encontrado muerto el 17 de diciembre de 2004. Había publicado artículos en el Mercury News donde detallaba la operación mediante la cual traficantes de drogas nicaragüenses vendieron crack en Los Ángeles para financiar a los contras con el apoyo de la CIA y la DEA. Webb –que reveló la información en Dark Alliance : The CIA, the Contras, and the Crack Cocaine Explosion (Alianza oscura: la CIA, los contras y la explosión del crack)– sabía que era vigilado por organismos gubernamentales, coinciden amigos y colegas. Se estaba por mudar de su casa, según contó Alex Jones en su programa de radio poco tiempo después. Lo cual llamó la atención porque el informe oficial dice que Webb se suicidó. Solo que de más de un balazo y en la cara. Cuando esperaba a la empresa mudadora, que fue la que alertó a la policía.
Las fuentes de Webb poco a poco sacaron el caso a la luz y en sendas entrevistas radiales con Jones, Cele Castillo, otro latino que ocupó el alto puesto en la DEA, desnudó la cruda realidad de la agencia. "Yo no soy ese tipo de individuos que proviene de la izquierda o de la derecha sino que vengo de una familia muy patriótica, muy patriótica, y todos los miembros brindamos servicios al país. Y cuando entré en la DEA pensé que exponiendo mi vida podía hacer algo distinto", le dijo al locutor y documentalista. Luego contó que en seis años en Centroamérica se dio cuenta de que dormían con el enemigo, "estábamos involucrados en el tráfico de drogas y cuando traté de exponer todo el asunto me dijeron:´ Nadie va a querer escucharte. Hacemos esto desde hace años y nadie va a pararnos jamás¨”.
Leonhart entró en la DEA a finales de los 80 y fue designada por el presidente George W., Bush para ocupar el máximo cargo en la agencia en 2008, aunque recibió la aprobación del senado dos años más tarde, ya con Barack Obama en la Casa Blanca. El periodista Phillip Smith había detallado los cuestionamientos contra la mujer, que incluye seis investigaciones abiertas, entre ellas "la masacre de civiles en Honduras, el uso de datos de la NSA para espiar a prácticamente todos los estadounidenses, la sistemática fabricación de pruebas y el controvertido uso de informantes confidenciales para abrir investigaciones”.
Leonhart, sin embargo, tuvo que dar la cara en el Senado por las fiestas sexuales de las que participaron durante años los agentes de la DEA en Colombia. Los conocedores del entramado legislativo estadounidense recuerdan que si bien la ley que creó a la agencia le otorga el control parlamentario, nunca se indagó en el Capitolio sobre qué hace y cómo, no sólo en Estados Unidos sino en el resto del mundo, a pesar de las denuncias mediáticas. Pero la moral sexual es otra cosa.
Tras la publicación del escándalo sexual, el Comité de Vigilancia de la Cámara Alta criticó que Leonhart –que solamente suspendió a siete agentes por unos días– fuera incapaz de imponer disciplina. "El castigo equivale a unas vacaciones pagadas", se indignaron.
No era la primera vez que ocurrían este tipo de festejos. Agentes del servicio secreto encargados de velar por la seguridad de Obama en la Cumbre de las Américas que se desarrolló en Cartagena en abril de 2012 también se habían prendido en festejos con prostitutas. Trece agentes recibieron sanciones y perdieron parte de sus sueldos temporariamente.
El general Petraeus, que comandara las tropas estadounidenses en Irak y Afganistán, tuvo que renunciar a la dirección de la CIA el 9 de noviembre de 2012 luego de que se difundiera que tuvo una aventura extramatrimonial con su biógrafa Paula Broadwell. Nunca debió responder por la situación en que quedó esa parte del mundo, donde los muertos se acumulan cotidianamente desde las invasiones de 2001 y 2003. En Estados Unidos cualquier error o demasía encuentra justificación y olvido, por una falta contra la moral puritana, en cambio, alguien debe pagar algún costo.  

Tiempo Argentino
Abril 24 de 2015

Ilustró Sócrates 

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