Threadneedle Street es una muy antigua callecita del centro de Londres
donde por más de tres siglos se asentaron las instituciones más
poderosas del Imperio Británico, lo que es como decir del mundo
desarrollado. No se sabe muy bien de dónde proviene el nombre. Calculan
los eruditos que puede tener su origen en una palabra en anglosajón
antiguo, threadn, que significa "prosperar". Otros estiman que es una
contracción de Three Needle Street, la "calle de las tres agujas". O,
quizás más probable, sea una denominación surgida de una asociación de
sastres establecida en 1347, que tenía como símbolo hilos y agujas, (que
eso quiere decir Thread Needle).
La Bolsa de Comercio mantuvo un edificio en esa calle hasta 2004. Allí
también parece ser que se cantó por primera vez "God Save the Queen", el
himno británico, en 1607. Y entre 1711 y 1850 tuvo su sede la South Sea
Company (SSC, Compañía de los Mares del Sur) protagonista de lo que
tal vez sea la primera gran burbuja financiera que explotó con negocios
hechos de este lado del mundo.
Fundada por Robert Harley, Conde de Oxford y de Mortimer y a la sazón
jefe del Partido Conservador, la SSC obtuvo el monopolio sobre el
comercio con las colonias españolas en América. Harley, hábil y con
buenas conexiones, consiguió cambiar bonos de deuda pública del Tesoro
británico por 10 millones de libras mediante la emisión de acciones a
una tasa del 6% anual sobre el capital sin límite de tiempo. Era un
negocio redondo que prometía a los inversores una renta interesante de
por vida.
Fue un boom y si bien no hubo grandes ganancias en los primeros años,
lograron convencer a los inversores de que todo marchaba viento en
popa. Así fue que en 1717 se hizo otra emisión de acciones por diez
millones de libras en bonos públicos. La burbuja fue de tal magnitud que
acciones que en enero de 1720 se podían comprar a 128 libras, en mayo
no bajaban de 550 y en junio ya estaban por los 890, a pesar de que las
relaciones con el Imperio Español no garantizaban grandes ganancias en
el comercio en sus colonias.
En agosto, cuando las acciones pasaban las 1000 libras, la tendencia
cambió repentinamente cuando se vinieron abajo varias compañías
coloniales de Holanda y Francia: de golpe los papeles se cayeron hasta
menos de 100 libras. El estallido dejó en la ruina a miembros del
gobierno y el propio Isaac Newton, el físico que descubrió las leyes de
gravitación universal, perdió 20 mil libras. “Puedo predecir el
movimiento de los cuerpos celestes con precisión, pero no la locura de
las bolsas de valores”, fue la amarga queja del genio matemático. Unos
meses después, el Parlamento decidió tomar el control de la compañía
para evitar nuevos escándalos y ordenó la detención de los directores,
acusados de fraude. En 1850 la SSC cerró sus puertas definitivamente.
Allí también, en esa histórica calle londinense, está el Banco de
Inglaterra, pomposamente conocido como la Vieja Dama de Threadneedle
Street. Nacido también en aquellos tiempos fundacionales del Imperio, el
Banco de Inglaterra surgió en 1694 y fue nacionalizado en 1946, para
ser privatizado otra vez en 1997. En la práctica fue el primer Banco
Central del mundo y pasó por todo en estos 318 años. Desde guerras hasta
períodos de corralito, como entre 1797 y 1821 (conocido como Período de
Restricción), cuando el gobierno le prohibió pagar deudas en oro.
Tanto prolegómeno intenta ser una presentación de Sir David Walker, de
72 años, designado nuevo presidente del Consejo de Administración del
banco Barclays, otro viejo integrante de la city londinense, fundado en
1690 a metros de la Vieja Dama, en el 54 de Lombard Street. Walker
remplazará en noviembre a Marcus Agius, que debió renunciar junto con la
cúpula de la entidad luego de que saliera a la luz la investigación en
los Estados Unidos y Gran Bretaña por la manipulación de las tasas de
referencia Libor. Para acallar las críticas, el Barclays acordó el pago
de multas por 290 millones de libras (454 millones de dólares). Una
forma explícita de reconocer su culpabilidad.
Walker, educado en las mejores instituciones de la isla, fue ungido
caballero de la reina en 1994. En su dilatada carrera, presidió el
Morgan Stanley International, fue subgobernador del Banco de Inglaterra
y encabezó durante el gobierno de Gordon Brown una investigación sobre
el sistema bancario británico. Para analistas usualmente esquivos al
elogio de banqueros ligados al establishment, es el hombre adecuado para
encauzar un entuerto que enchastra a todo el negocio, luego de que en
2007 estalló la burbuja de las subprimes.
Como se recordará, la luz de alarma la encendió el francés BNP Paribas
cuando suspendió los giros de capital desde tres fondos al descubrir que
cerca de un tercio de sus posiciones eran en bonos respaldados por
créditos tóxicos. No tardaron en entrar en la pendiente las entidades
hipotecarias como el Fannie Mae y Freddie Mac y como el Bear Sterns o el
Lehman Brothers, que terminó quebrando y cuya cartera quedó en gran
medida en manos del Barclays.
Esa crisis también golpeó de lleno en el Goldman Sachs, protagonista de
otra manipulación, la de la deuda griega, que terminó poniendo en riesgo
la misma existencia de la moneda común europea. Eso no es todo, el GS
(que supo ser propietario de un 18% del grupo Clarín) fue acusado de
engañar a sus clientes cuando les vendió bonos respaldados por hipotecas
basura por 1300 millones de dólares en 2006.
Apremiado por la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos
(SEC), en julio de 2010 GS accedió a solucionar el entuerto mediante el
pago de una multa, esta vez por 550 millones de dólares. En el acuerdo
GS admite haber cometido un "error" al dar "información incompleta" a
sus clientes. Nada de mala intención.
Hasta que en abril de 2011 un subcomité del Senado presidido por el
demócrata Carl Levin terminó un informe con denuncias que sostienen que
GS realizó operaciones con papeles tóxicos incluso durante la crisis,
sin haber advertido convenientemente a sus clientes del lodazal en el
que los estaban metiendo.
En base a ese dossier de 639 páginas, Levin presentó una denuncia ante
el Departamento de Justicia estadounidense para que se abriera una
investigación penal contra los directivos de Goldman Sachs.
Ayer, un escueto comunicado de las autoridades señaló que "no existe una
base viable para actuar penalmente contra Goldman Sachs o sus
empleados”. Mientras tanto, en Londres, Barclays anunciaba ganancias
por 4000 millones de libras y, tras la designación de Sir Walker, espera
salir airoso del escándalo de las tasas Libor.
"Pedimos disculpas por los problemas que han surgido en las últimas
semanas, y reconocemos que hemos decepcionado a nuestros clientes y
accionistas", admitió el actual presidente del directorio, Marcus Agius,
luego de prometer un retorno del 13% sobre el capital a sus
accionistas.
Parece que le creyeron.
Tiempo Argentino
Agosto 11 de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario