sábado

La derecha chilena envuelta en sus miserias



Que la derecha chilena está que arde no es ninguna novedad. Y que por ahora no tiene cómo enfrentar al que parece un indetenible regreso de Michelle Bachelet al Palacio de La Moneda tampoco. Pero las últimas movidas en la coalición conservadora que gobernó el país desde 2010 expusieron a la luz pública miserias que arrastran los sucesores del pinochetismo desde que el dictador debiera alejarse del poder luego de la consulta popular que llevó al retorno a la democracia, en 1990. Una democracia que, de la mano de los estudiantes que salieron a protestar en las calles desde 2011 puede que esta vez, y cuando se cumplan 40 años del golpe contra Salvador Allende, cambie los parámetros que le fijó el pinochetismo.
Todo indica que en noviembre se habrán de enfrentar Bachelet, en representación de la Concertación de centroizquierda que se mantuvo en el poder por 20 años. Los conservadores, de ser aprobada por uno de los partidos más importantes de ese sector, llevarían de candidata por Evelyn Matthei, ex ministro de Trabajo del actual mandatario, el empresario Sebastián Piñera. Un tercer candidato con aspiraciones, Marco Enriquez-Ominami, se introdujo como una cuña en este bipartidismo amañado por la dictadura hace cuatro años y va a reincidir. Todos ellos están ligados a ese pasado que todavía atormenta al país trasandino desde aquel 11 de setiembre de 1973 cuando se interrumpió el proceso popular que aplicó por primera vez en la región el plan económico de la llamada Escuela de Chicago mediante una de las dictaduras más criminales del cono sur. La primera experiencia neoliberal de la mano de homicidios masivos, nada menos.
Enríquez-Ominami también cumplió cuatro décadas hace algo más de un mes. Es hijo de uno de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez, y de la periodista Manuela Gumucio. El líder guerrillero fue asesinado en 1974 y la madre de Marco partió con el pequeño al exilio en Francia. Al cabo de algunos años la mujer  rehizo su vida junto al dirigente socialista Carlos Ominami. Marco adosó el apellido de su padre de crianza como un reconocimiento a la influencia que tuvo en su vida.
Bachelet es hija del general de aeronáutica Alberto Bachelet, un militar constitucionalista detenido por la dictadura y acusado de traición a la patria que murió a raíz de las torturas sufridas en la prisión, también en 1974. Michelle fue detenida un año más tarde y se exilió luego en la entonces República Democrática Alemana.
Matthei es hija, a su vez, del también aeronauta Fernando Matthei, compañero de armas y amigo de Bachelet. El hombre era agregado aeronáutico en las embajadas de Chile en Gran Bretaña y Suecia, con sede en Londres, cuando el golpe contra la democracia. En octubre de 1973 asume como jefe de la Misión Aérea de Chile en Londres pero dos meses más tarde es designado como director de la Academia de Guerra Aérea. Allí funcionó uno de los campos de concentración del pinochetismo y allí estuvo detenido Bachelet. Matthei sería puesto al mando de la Fuerza Aérea Chilena en 1978. Reconoció que colaboró con los británicos, con los que tenía relación previa, durante la Guerra de Malvinas y cuando Pinochet fue detenido en Londres a pedido del entonces juez Baltasar Garzón, en 1998, llamó a boicotear a empresas británicas y españolas. Ni la ex presidente ni la viuda del fallecido militar acusan a Matthei directamente, pero el caso siempre flota en el ambiente al punto que es uno de los riesgos que partidarios de la derecha ven en la campaña para competir por la presidencia.
Pero la hija del polémico comandante  de la FACH (sigla sugestiva si las hay) tiene otras cuentas más graves en su propio historial como para esclarecer en las elecciones de noviembre. Evelyn Matthei junto con Piñera y Andrés Allamand integraban un grupo de jóvenes promesas dentro de la derechista Renovación Nacional en esos primeros tiempos de la nueva republica, a principios de los 90. Eran la "patrulla juvenil" del conservadurismo. Todavía Pinochet tenía poder, porque había dejado la presidencia el 11 de marzo de ese año pero continuaba siendo comandante del Ejército y senador vitalicio de acuerdo a los términos de la constitución que había diseñado para mantener las "conquistas" logradas en su gestión de 17 años.
Hasta la aciaga noche del 23 de agosto de 1992, cuando en medio de un programa periodístico por Megavisión, A eso de…, el dueño del canal dejó a todo el mundo boquiabierto al poner sobre una mesa un pequeño grabador donde se escuchaba una conversación telefónica de Piñera con un allegado al conductor de ese mismo programa con quien arreglaba descaradamente la forma de destrozar públicamente a Matthei. A esa altura la mujer se disputaba la posibilidad de ser candidata a la presidencia del '93 con el empresario y la querían mostrar como dubitativa e inpexperta.
"La gracia es que trate elegantemente de dejarla como una cabrita chica ¿cierto? despistada, que está dando palos de ciego, sin ninguna solidez, ¿me entendís tú o no?", le decía Piñera a su amigo, Pedro Pablo Díaz, directivo de la Coca-Cola, para que le transmitiera a Jorge Andrés Richards, a quien llamaba "El Pelao".
Ricardo Claro, el dueño de Megavisión, también pertenecía a la derecha y con esa movida sepultó las expectativas de su sector para suceder a Patricio Aylwin.  El escándalo, conocido como Piñeragate o Kiotazo, por la marca del aparatito que reprodujo la pinchadura telefónica, llevaría al alejamiento de Piñera y Matthei de la RN, donde Allamand continuó haciendo carrera.
Piñera se quedó con la sangre en el ojo y con el tiempo logró revertir el bochorno. La trama, revelada por el  escritor y periodista Ascanio Cavallo en La historia culta de la transición, demuestra que Evelyn no era para nada una víctima inocente de un feroz contendiente político, sino una mujer capaz de similares bajezas con tal de llegar al poder. Porque la intercepción de la comunicación del actual presidente con su amigo gerente había sido hecha por un oscuro capitán que ejercíacomo comandante de la Cuarta Compañía de Guerra Electrónica del Regimiento de Telecomunicaciones Nº 9 Soberanía, en las alturas precordilleranas de Peñalolén, cerca de la capital chilena. Y Pinochet no era ajeno a la maniobra.
Dentro de la Unión Demócrata Independiente (UDI),  Matthei y Pîñera mantuvieron distancia luego de que se conociera la operación de la hija del general y que, según el empresario, incluyó el secuestro extorsivo de uno de sus hijos. Conocida como "bocasucia" e impulsiva, la mujer hizo carrera legislativa siempre con un tono agresivo, como para desmentir eso de "cabrita" sin convicciones. Y un par de años más tarde se encargó de enlodar de un modo impiadoso al otro "patrullero juvenil". Fue cuando en enero de 1995 avaló públicamente a un ex ministro de Pinochet, Francisco Javier Cuadra, quien había señalado en una entrevista que había "parlamentarios y otras personas que ejercen funciones públicas que consumen drogas".  Matthei aportó a un testigo que no solo corroboró esas temerarias acusaciones sino que entre ellos nombró a Allamand, que nunca pudo recuperarse del todo de esa etiqueta nefasta.
Allí puede estar la explicación de por qué se bajó prematuramente de la nominación cuando el ganador de la primaria por la derecha, Pablo Longueiras, renunció por un súbito ataque de depresión. Longueiras tuvo que dejar trizas en su camino a la candidatura dentro de la UDI, por eso extrañó su repentino bajón emocional. Un dato es que aparecía implicado en una denuncia por manipulación de los datos del censo de 2012, si se quiere un delito menor teniendo en cuenta que sólo se trató del ocultamiento de errores para mostrarlo como un éxito del que era ministro de Economía. Allamand había salido segundo por poco y hubiera sido el remplazante ideal para no "remover las olas" en la derecha.  Pero no quiso.
A todo esto, Matthei ya había hecho las paces con Piñera y fue su ministro de Trabajo y el presidente parece haberle retribuido el favor. Hay quienes dicen que en realidad apuesta al desgaste de todos sus posibles contrincantes sabiendo que no hay forma de ganar, cosa de volver triunfal en 2017. Laurence Golborne, que había ganado puntos con el rescate de los 33 mineros en 2010, ya tuvo que dar un paso al costado cuando resultó inculpado en una demanda contra Cencosud  por cláusulas contractuales abusivas con sus clientes impuestas unilateralmente cuando era gerente general de la propietaria de la cadena Jumbo. Y por no haber declarado bienes en el exterior.
En la Alianza por Chile, falta que la RN acepte formalmente la candidatura de Matthei. Una carta anónima que hizo circular uno de sus miembros recordando su sombrío pasado generó bastante revuelo estos días. Un pedido de procesamiento contra su padre por el caso Bachelet podría complicar aún más su campaña. Habrá que ver si de todas maneras apuestan por ella y deciden aceptar como argumento que nunca perdió una elección.

Tiempo Argentino
Julio 27 de 2013

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