sábado

Las casualidades y la ofensiva por Venezuela


 

Las casualidades, en política, no suelen ocurrir. Tampoco en la prensa. El jueves, alguien que conoce muy bien de estos entresijos consideró como "una deformación muy vergonzosa" a ciertos manejos del periodismo. "Los que estamos de este lado utilizamos a los periodistas para que digan cosas que nosotros pensamos y no queremos decir, y el periodismo estimula esa práctica, en lugar de despreciarla", abundó este personaje que alguna vez sufrió el acoso de ciertos medios locales porque se negaba a dar "exclusivas" y sólo hablaba en conferencias de prensa colectivas.
Luego de afirmar que él nunca había caído en este tipo de operaciones, propuso hablar de lo principal y no de lo secundario. Marcelo Bielsa, que de él se trata, se quejaba porque un medio vasco había difundido la grabación que alguien tomó en el vestuario de una fuerte crítica a sus jugadores, luego de una derrota del Athletic Bilbao. Y lo fundamental era, claro, que el equipo no estaba jugando bien.
En estas horas en Venezuela se juega buena parte del futuro, no sólo de los venezolanos, sino de los latinoamericanos en su conjunto. Y cunden las operaciones de prensa de un modo tan escandaloso que desde este lado cuesta entender el límite, no tanto de las empresas, que después de todo tienen intereses comerciales e ideológicos, como de los periodistas. Y surge la misma pregunta que se hace el ex DT de la Selección Nacional: ¿Cómo es que se naturalizaron algunas prácticas que finalmente resultan obscenas?
Porque el dato concreto es que Hugo Chávez va por una nueva reelección y no hay ninguna encuesta seria que diga que va a perder estrepitosamente. Cierto es que en algunos casos el margen entre uno y otro candidato roza el error técnico de todo sondeo, lo que implicaría que –de cumplirse con esos pronósticos– por primera vez desde que llegó al Palacio Miraflores, en 1999, podría tener una elección reñida. Porque también por primera vez la oposición logró unirse para dar batalla a las transformaciones emprendidas por el militar bolivariano en estos años. Lo demás es hojarasca mediática que sirve para vender, sin dudas, pero también para preparar el camino tendiente a desconocer a un Chávez triunfador.
Chávez es amigo de la Argentina y lo fue de un modo muy profundo de Néstor Kirchner, al punto que lo acompañó hasta su última morada, en Río Gallegos. Fue, también, el motor de una serie de transformaciones en su país que luego cruzaron fronteras cuando Kirchner y Lula de Silva llegaron al poder en 2003. El impulso inicial de Chávez terminó de fructificar en Unasur y la CELAC, los organismos regionales que lograron unir a los gobiernos de toda Latinoamérica –sin Estados Unidos y Canadá– en aras de un proyecto común, más allá de las diferencias ideológicas que van de un Rafael Correa a un Sebastián Piñera, sin ahondar demasiado.
De allí la importancia que tiene el resultado de este domingo. Un triunfo de la derecha puede poner en peligro muchas de las conquistas que tuvieron su mayor expresión en Mar del Plata en 2005 con el fin del ALCA y continuaron en la lucha a favor de la democracia en los intentos destitucionistas en Bolivia y Ecuador, y que se opusieron tenazmente a los golpes en Honduras y Paraguay. Que el presidente paraguayo de facto no vaya a la Cumbre Iberoamericana de Cádiz por exigencia del resto de los países de la región es un dato que refleja la importancia que tomaron estos organismos.
Pero es cierto que, como le pasa al equipo de Bielsa, aún haya debilidades y aparecen derrotas increíbles, como con Zelaya y Lugo.  Es cierto también que esa preocupación de muchos latinoamericanos en estas horas refleja precisamente esas carencias. Lo que se puede perder mañana muestra lo que aún falta. Sobre todo en las mentes de los mejor predispuestos a aceptar el desafío de construir ese mundo mejor  al que aspiran estas sociedades y que –como muestran las cifras incontrastables de la economía– ponen a la región a la cabeza del crecimiento mundial por hacer lo contrario de lo que pide el establishment internacional. Mentes que sufren el embate cada vez más enfurecido de los medios concentrados de todo el continente.
Prueba de ello es el modo acelerado con que Chávez pasó, de ser un excéntrico propenso a las bravuconadas, a aparecer como un enfermo terminal y finalmente un cuco dispuesto a todo con tal de conservar el poder. Es el mismo tipo de manipulación –salvo diferencias mínimas– que padecen todos los gobiernos progresistas, incluso el argentino.
Una revisión de los temas más importantes para la prensa continental en estos días corrobora una serie de casualidades por demás sospechosas. En Brasil, que el domingo enfrenta elecciones municipales, el tema dominante es el último tramo del juicio por corrupción más grave que enfrentan dirigentes del PT. Se trata del mensalao, una causa abierta por presunta compra de voluntades de aliados menores del oficialismo en el Parlamento para aprobar las leyes que enviaba Lula. El principal acusado es el entonces jefe de la Casa Civil, José Dirceu (un histórico del PT, en los '60 miembro de grupos armados, preso político y luego exiliado en Cuba en la dictadura militar) y el ex titular del PT,  José Genoino. Dos de los diez magistrados de la Corte y el juez instructor consideraron culpable a Dirceu, quien hasta ahora cuenta sólo con el voto favorable del juez revisor. Recién después de los comicios se van a expedir los demás magistrados.
En Colombia, el vicepresidente Angelino Garzón salió a desactivar otra operación mediático-política. Habida cuenta de que el presidente Juan Manuel Santos tuvo que ser intervenido de un cáncer, y a pesar de que recibió un tipo de anestesia que le permite seguir gobernando desde la cama del hospital, en el Congreso, y con apoyo de sectores cercanos al belicoso ex presidente Álvaro Uribe, intentaron forzar a un examen médico a Garzón. La ley colombiana prevé que el vice deba mostrar su ficha de salud por cualquier eventualidad, pero el dirigente gremial la desestimó por considerarla una invitación al golpe. "Yo fui elegido para defender la democracia, la Constitución y las instituciones. Estas no pueden ponerse en peligro por el interés de algunas personas", se ofuscó.
En Cuba, el cuco mayor desde hace más de medio siglo comenzaba el juicio al español Ángel Carromero, un oscuro militante del PP que protagonizó un accidente de tránsito en el que murió el disidente Oswaldo Payá (ver aparte). El gobierno de Raúl Castro fue acusado de haber eliminado a un opositor hasta que el propio Carromero y otro tripulante del auto, un sueco, certificaron que no hubo ningún atentado, que había sido un accidente como tantos que ocurren en el mundo. La desmentida en los medios no tuvo el mismo espacio que la acusación. Cuando lo tuvo.
Mientras los medios locales destacan la sublevación de gendarmes y prefectos y la desaparición momentánea de un testigo clave en el juicio por el asesinato del militante del PO, no pierden ocasión de apostar al triunfo en Venezuela de Henrique Capriles, un joven empresario que saltó a la fama en 2002, con el efímero golpe contra Chávez que apoyaron George Bush y el español José María Aznar, también del PP. Esa vez, Capriles y un grupo de opositores al chavismo fueron a la Embajada de Cuba en Caracas y protagonizaron actos de vandalismo penados por la justicia.
Ese mismo personaje es el que ahora promete progresismo y no alejarse de los organismos creados en estos años. Entre ellos seguramente habla del Mercosur. Paradojas de la política, si ganara Capriles, seguramente el Senado paraguayo apoyaría, entonces sí, el ingreso de Venezuela el Mercosur.
Pero sería un precio demasiado oneroso para arreglar el entuerto.

Tiempo Argentino
Octubre 6 de 2012

No hay comentarios: