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Los límites de la crisis española



La bandera con la frase "No tienen límites" era una síntesis del espíritu de la convocatoria a las multitudinarias marchas con las que los españoles llenaron las calles de las principales ciudades del país en el Día de los Trabajadores. Habían sido convocadas por sindicatos, partidos de izquierda y movimientos sociales para protestar contra los ajustes perpetuos a los que es sometida la población desde el estallido de la crisis económica. No tienen límite quiere decir que nadie sabe hasta dónde se van a hincar las tijeras en los presupuestos públicos. Lo que también significa que nadie sabe cuándo la población va a poder respirar con cierto alivio.
Las últimas cifras, que anotan 6,2 millones de desocupados, más de un 27% en total, con un escandaloso 57% entre los jóvenes, más la disminución anunciada en el PBI del 1,3% para este año, desalientan cualquier análisis optimista para los españoles.
Los dirigentes sindicales reclamaron este 1º de Mayo un pacto social y económico para encontrar salidas consensuadas entre todos los actores políticos. Los gremialistas aspiran a que sentados a una mesa común aparezcan medidas más "humanas" para que España salga de la crisis. Una suerte de Pacto de La Moncloa II con un perfil social.
El gobierno del PP, sin embargo, se mantiene en sus trece y aplica cada día más de esa misma medicina que el neoliberalismo considera indispensable digerir, a pesar del mal gusto que pueda tener. El vicesecretario general del PP, Esteban González Pons, fue el que lanzó la advertencia más cruda: "No volveremos a aplicar sus políticas (por la oposición socialista y los gremios) porque arruinaron España." Pero tampoco en el PSOE hubo demasiadas voces a favor de algún tipo de acuerdo.
Mientras tanto, las señales de la caída son cada vez más dramáticas. Se estima que unas 400 mil familias perdieron su vivienda por no poder pagar las hipotecas, sin por eso haber dejado de ser deudores por la particular normativa que rige a los préstamos bancarios en España. Se calcula, además, que otros dos millones de personas –muchas de ellas seguramente también deudores desahuciados– lo han perdido todo en un "corralito español" que perjudicó a pequeños depositantes de un sistema de ahorro conocido como "preferentes".
Ese "producto financiero" (así se llama) consistía en participaciones en emisiones de deuda sin un plazo definido. El banco prometía una rentabilidad según sus resultados y, por ejemplo, la Caja Madrid y Banesto llegaron a ofrecer rentabilidades cercanas al 7% durante los cinco años previos a la crisis. El problema surgió luego del estallido de la burbuja inmobiliaria. Ahí los ahorristas descubrieron que no había ninguna garantía de cobro. En 2011 representaban 30 mil millones de euros, pero ahora nadie sabe cuánto podrían valer esos papeles, que algunas entidades canjearon por acciones a cambio de pérdidas de hasta un 70% del valor de emisión.
Pero hay otro rasgo que involucra al hombre de a pie, como se suele decir. Un artículo del sitio The Huffington Post, el prestigioso medio virtual que desde hace algunos meses tiene una versión editada en España, revela los pormenores de un nuevo negocio surgido en estos días, el del "robo" de residuos domiciliarios. Según el THP, los "piratas de la basura" son grupos organizados "que se dedican a coger desperdicios de los contenedores. Aunque a menudo sus camiones rebosan bolsas de basura, lo que realmente les interesa son el papel y el cartón que pueden contener o que están depositados en los iglús de reciclaje."
Las quejas contra esta modalidad de ingreso vienen de la policía, que vigila la recolección oficial e incluso la tarea de los cartoneros autorizados. "Ocasionan destrozos en los contenedores y se llevan tanta carga que las empresas legales están siendo las grandes perjudicadas", dice la Unión de Policía Municipal de Madrid. Según el sindicato, cada camión puede llevar hasta 4 mil kilos de papel y cartón que, a un precio de 103 euros por tonelada, puede representar hasta 800 euros al día a razón de dos viajes por noche.
Paralelamente, se extienden en todo el país modalidades de pago donde no entra en juego el dinero, copiadas algunas de los clubes de trueque que pulularon por estas tierras en 2001. Elena Box, de la agencia alemana dpa, retrata una escena en el mercado en Mataelpino, pueblo de la Sierra Norte de Madrid, donde la moneda de cambio son las "moras". "En mayo cumplirá un año, y ya cuenta con más de 400 usuarios repartidos entre una decena de municipios de la comarca, donde además de particulares han comenzado a unirse varios establecimientos", dice la corresponsal.
En síntesis, la mora es una moneda complementaria que sirve para tasar productos que una persona quiera comprar u ofrecer. "El objetivo es generar comunidades más cohesionadas", dice uno de los organizadores de la movida a la cronista. Las ofertas, desde hortalizas y alimentos o vestimentas elaborados en forma casera hasta reparación de bicicletas o cuidado de niños, todo cabe en este mercado informal al que se puede acceder desde la web . En otras regiones, a este tipo de intercambio en que el euro oficial no corre, reciben otras denominaciones, pero todos son instrumentos similares para combatir la crisis. Son boniatos o bivs en Madrid, en Bilbao gitas, en Sevilla jaras o pumas, y en Cataluña ecos. "La moneda social más veterana es el zoquito de Jerez de la Frontera, que nació hace ya seis años y sigue sumando socios", dice Box.
"Son todos formas de pago de la economía social", dice a Tiempo Argentino Pere Rusiñol, uno de los editores de la revista Alternativa Económica, a la que viene a presentar en Buenos Aires en el marco de un primer acercamiento para crecer también de este lado del océano. El medio nace desde un proyecto similar que desde 1980 se distribuye en Francia a través de una cooperativa de periodistas especializados y trabajadores gráficos, Alternatives économiques, más conocida como Alter éco. La revista francesa, para tener una idea –de un nivel de profundidad y seriedad académica comparable a la muy británica y liberal The Economist–, tiene 80 mil suscriptores y vende en quioscos otros 40 mil ejemplares mensuales.
La versión hispana también intenta ser un referente económico pero desde la otra vereda, esa que normalmente no se ve en los escaparates vernáculos. Es decir, la vereda que por acá se llama heterodoxa o neokeynesiana. Una visión que tampoco en España es habitual, con lo que el pensamiento único neoliberal mantiene preponderancia en los partidos políticos e incluso en su masa militante. A pesar ello, Rusiñol mantiene esperanzas ya que observa cambios en la forma de pensar la crisis por parte de la gente del común.
Mientras tanto, en el gobierno, cuando se habla de crisis prefieren asociarla a Venezuela. Una forma de minimizar lo que ocurre fronteras adentro, como pareció indicar el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación José Manuel García-Margallo al ofrecer a España como mediador entre el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el líder de la oposición, Henrique Capriles, para "ayudar a rebajar la tensión política en un país muy dividido tras las elecciones del pasado 14 de abril". Sería bueno recordar que España se negó a aceptar al principio el resultado de los comicios.
García-Margallo admitió ante la OEA  que "la antigua relación asimétrica ahora es de simetría. Ahora es Europa la que tiene problemas económicos y ya no es tan estable políticamente, como algunos recientes resultados electorales demuestran." Pero fiel a una estrategia que durante los '90 permitió insertar a capitales de ese país en los vericuetos de la economía regional como nunca antes en la historia desde la independencia, y en vista de que tanto Estados Unidos como la Unión Europea no demoran el reconocimiento a Maduro, el canciller también se ofreció a ser un puente entre Caracas y el resto del mundo "civilizado".
"Nuestra vocación nos obliga a ser los embajadores de América en Europa", recalcó. La cuestión es qué América intenta fomentar García-Margallo desde esa España que representa.

Tiempo Argentino
Mayo 3 de 2013

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