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Churchill y George W. Bush salen de copas por Asia

Según cuenta la leyenda, luego de una noche de libaciones por demás excesivas, el secretario para las Colonias de Gran Bretaña "dibujó" una frontera entre Jordania y Arabia Saudita bastante sinuosa que se parecía bastante a un capricho. Era marzo de 1921, el imperio otomano acababa de derrumbarse en la Primera Guerra Mundial –de cuyo inicio se cumple en días un siglo– y quedaban a la deriva millones de habitantes diseminados en millones de kilómetros cuadrados de superficie con riquezas que el mundo capitalista ya necesitaba con desesperación. Pero además, dos dinastías árabes reclamaban su cuota en el reparto luego de haber hecho su aporte para la caída del régimen turco.
El hombre luego sería uno de los líderes más importantes en el combate contra el nazismo y se haría famoso con su habano siempre a mano. Winston Churchill, incluso llegó a ganar el premio Nobel de 1953 en Literatura por sus memorias sobre la Segunda Guerra. La línea se conoce como "El hipo de Churchill" pero según estudiosos de la cuestión como el español Miguel Máiquez, no se trató de una resaca del dos veces primer ministro británico sino de una necesidad geopolítica.
El imperio británico se caracterizó durante su intervención en Asia y Medio Oriente de aplicar criterios geopolíticos o de control poblacional para diseñar países y fronteras. Ya lo había hecho en América latina a la caída del imperio español y en el centro de Europa tras la debacle de Napoleón. Es así que en Afganistán dibujó otra frontera en 1893 conocida como la Línea Durand, un borde artificial de 2640 kilómetros de largo que dividió regiones sin el menor criterio nacional o étnico entre la tierra de los pashtunes y Paquistán. Lo que generó condiciones para que las tensiones entre los distintos pueblos fuesen permanentes.
Otro bebedor –en este caso tuvo que hacer tratamiento curativo– impulsó un nuevo diseño para lo que alguna vez su secretaria de Estado, Condoleeza Rice llamó el Medio Oriente Ampliado (MOA). George W. Bush, que de él se trata, generó leyes que quitaron a los estadounidenses muchas de los derechos individuales de que se enorgullecía esa sociedad. Los escándalos por el espionaje universal no son sino una consecuencia directa de los atentados a las Torres Gemelas y de las Actas Patrióticas de Bush. También lo es el proyecto estratégico que Rice comentó casi como al pasar en el año 2006 y que se cumple a rajatabla, por más que el sucesor de Bush, Barack Obama, haya llegado al poder con la promesa de acabar con las guerras.
Recuerda el ya mencionado Máiquez –quien fue durante más de siete años redactor jefe y editor en el diario español 20 Minutos y en el canadiense El Popular– que "el acuerdo Sykes-Picot fue un pacto secreto entre Gran Bretaña y Francia, con el consentimiento de la Rusia aún presoviética, para el reparto de las posesiones del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial. Se firmó en mayo de 1916 y estipulaba que –a pesar de las promesas realizadas a los árabes a cambio de su levantamiento contra los turcos– Siria, Irak, Líbano y Palestina se dividirían en áreas administradas por británicos y franceses." Sobre esta base es que Churchill, laudando a duras penas entre las dinastías Saud y Faisal pero por sobre todo defendiendo los intereses de la corona británica, trazó las líneas que crearon Irak, Jordania y Palestina.
¿Qué se proponían los estrategas de Bush? Según el francés Thierry Meyssan, fundador de la Red Voltaire, un canal de información independiente creado en 1994, el MOA es un "nuevo concepto geográfico (que) designa a los Estados que van desde los pozos de petróleo del Sahara Occidental a los oleoductos de Paquistán, excepto los países del 'Eje del Mal' e Israel que ya está democratizado". La creación obedecía a la inventiva de un programa del Departamento de Estado, MEPI (por la siglas en inglés de Iniciativa para la Asociación en Medio Oriente) para apoyar a diferentes ONG que trabajan en la región de Medio Oriente y el Norte de África (MENA por sus siglas en inglés). Una de las más fervientes propulsoras de esta ideas era Elizabeth "Liz" Cheney, la hija del entonces vicepresidente Dick Cheney.
En las últimas semanas la “novedad” informativa volvió a Irak, con la aparición del grupo yihadista ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria en inglés) como un actor primordial no sólo en la guerra civil de Siria sino ahora también en Irak, al punto que amenazan al poder central en Bagdad. ¿Se le escapó la tortuga Obama, que llegó a la Casa Blanca prometiendo retirar las tropas de Irak y Afganistán?
Un filósofo nacido en Alemania, que se refugió en Estados Unidos en 1938 y falleció en 1973, Leo Strauss, no tan conocido en estos lares pero que ejerce una influencia decisiva en los ultraconservadores estadounidenses, puede ser la explicación para entender en parte lo que está ocurriendo.
Strauss sostenía, dicen quienes mejor conocen su pensamiento, que "la verdad es peligrosa y destructiva para la sociedad. Desde el principio de los tiempos los hombres han elaborado mentiras para poder vivir con tranquilidad (…) entre ellas, la religión, la esperanza en el más allá, la vida eterna, el castigo a los malos y el premio a los buenos…" Como corolario de esta doctrina se puede afirmar sin ánimo de parecer chabacano, que "la verdad verdadera es insoportable para la mayoría".  Strauss tiene acólitos que, como él, si bien alcanzaron sitiales de relevancia, gustan de mantener en segundo plano sus verdaderas intenciones. Uno de ellos es Paul Wolfowitz, quien fuera titular del Banco Mundial y subsecretario de Defensa con George W. y por lo tanto es una figura clave en el plan MOA.
¿En qué consiste ese proyecto? El mapa ya circulaba en 2006, cuando Rice lo dio a conocer. Contempla la partición de Irak en una región chiíta y una sunnita y la creación del estado de Kurdistán, con una zona actualmente bajo jurisdicción iraquí, otra turca y la restante siria. Una forma de pagar la promesa comprometida por EE UU para el apoyo en el derrocamiento de Saddam Hussein. También se crearían nuevos estados en la región de Afganistán y de la península arábiga. Desde el punto de vista geopolítico este nuevo reparto de tierras es más conveniente para el dominio de Estados Unidos. Pero también, dicen los conocedores, puede ser fuente de futuros conflictos. Algo que el propio Strauss no hubiera desestimado, ya que era partidario del "caos constructor". 
Y lo que ocurre en la región en estos días tiene mucho de caos, aunque no se sabe cuánto de constructor. Descartada o muy sofrenada una respuesta bélica de Estados Unidos tras el retiro de las tropas, la variante de dejar que las cosas ocurran –aunque con una pequeña intervención de los organismos de inteligencia, a través de las relaciones bajo cuerda con Al Qaeda, ISIS, Boko Haram y otros– sería la más conveniente. Porque fuerza un nuevo diseño del mundo pero se cuida de decirlo con todas las letras, por eso de que la verdad es insoportable.
El miércoles, el ex vicepresidente Cheney, activo belicista que "factura" a través de empresas constructoras en esas regiones como Halliburton, anunció el lanzamiento de una ONG que dirigirá su hija Liz, la Alianza para una América Fuerte. El proyecto, sostuvieron en un artículo a The Wall Street Journal "es apoyado por ciudadanos que se dedican a la tarea difícil pero necesaria de preservar la libertad y restaurar la fuerza y el poder norteamericanos a raíz de los fallos de seguridad nacional del gobierno de Obama", al que acusan de haber puesto "a Estados Unidos en el camino del declive".
"El horror de Estados Unidos es repugnante", decía en un mail a sus padres el sargento Bowe Bergdahl, quien estuvo más de cinco años en manos de las talibanes en Afganistán y fue intercambiado por detenidos que estaban el Guantánamo por el presidente hace unos días. "Se supone que debíamos ganarnos los corazones de los afganos, simpatizar con ellos. Estas personas necesitan ayuda, sin embargo lo que reciben es al país más vanidoso del mundo, diciéndoles que no son nada, que son estúpidos, que no tienen idea de cómo vivir. Nos burlamos de ellos delante de sus caras, nos reímos porque no comprenden que los estamos insultando. No nos importa cuando los oímos hablar entre ellos acerca de la ejecución de sus hijos en plena calle, atropellados por nuestros camiones", agregó.
El soldado, que tenía 23 años cuando desapareció en terreno dominado por talibanes, parece que descubrió la verdad y por eso aún no lo presentaron públicamente. Esos mismos sectores que denostan a Obama lo acusan a Bergdahl de traidor.
Churchill y George W. también conocen la verdad y eligen salir de copas, quizás para hacerla tolerable.

Tiempo Argentino
Junio 20 de 2014
Ilustró Sócrates

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