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Otro pequeño paso hacia la democracia en Colombia

Es hora de respirar tranquilo. Para Juan Manuel Santos, porque el triunfo le deja las manos libres para concretar una vieja aspiración de los colombianos: terminar con décadas de matanzas y de inestabilidad política. Es que un acuerdo de paz con los grupos guerrilleros –hace unos días se anunció la apertura de negociaciones con el ELN, que se sumarán así a un proceso que ya desarrollan las FARC en La Habana- permite pensar en un horizonte verdaderamente más democrático para Colombia.  Entender que la lucha armada no era un capricho de rebeldes le permitió a Santos –un notorio hombre de la derecha– comprender que el país, así como estaba, no podía seguir.  A menos que se profundizara la guerra civil con las consecuencias que ya se conocen. 
No puede haber democracia cuando una parte sustancial del territorio no está bajo el control del estado central. Tampoco puede hablarse de democracia cuando un sector importante de la población no acepta que el poder se reparta entre las pocas manos de siempre. Y negociar con los grupos insurgentes es hablar de nuevas reglas de juego, no solo de la incorporación de milicianos a la arena política.
El desafío para Santos es grande. Deberá frenar a los extremistas de derecha que siempre apostaron por la continuidad del conflicto. Las FARC y el ELN, a su vez, no olvidan que se juegan la vida en el intento, porque la historia les demuestra que la visibilidad pública los puede convertir en blancos móviles.
El continente también respira tranquilo. Más allá de la posición política de cada gobierno, todos saben que un triunfo del uribismo hubiese significado el riesgo de extender el conflicto hacia los vecinos, Venezuela y Ecuador en primer lugar. Muchos colombianos habrán elegido a Santos con un broche en la nariz, como el mal menor. Pero estos pequeños pasos hacen camino hacia un futuro promisorio para los latinoamericanos.
Tiempo Argentino
Junio 16 de 2014

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