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El Juego de los Tronos no es para cualquiera

Como en Juego de Tronos, nosotros mismos enfrentamos una situación de una complejidad política incomparable, y especialmente sentimos la imperiosa urgencia de tener que hacer algo para cambiar este desastre y empezar a hacerlo ya. Por cada segundo que pasa sin que aspiremos a democratizar los lugares donde se decide lo importante, aumenta sin cesar el enriquecimiento privado ilegítimo y el sufrimiento gratuito de la gente corriente. Democratizar es sencillamente devolver a las personas la capacidad para decidir sobre sus propias vidas, una capacidad que nos ha sido robada y debe ser restituida."
La frase corresponde a un adelanto del libro que Pablo Iglesias acaba de compilar bajo el título Ganar o morir. Lecciones políticas en Juego de Tronos, la serie que hace furor desde hace algunos años, basada en las novelas del estadounidense George R. R. Martin y que detalla las impiadosas guerras dinásticas entre las familias "principales" por el control del poder en el continente de Poniente.
Iglesias se catapultó como líder de un sector en España que reniega de los partidos que gobernaron el país desde el retorno democrático –socialistas y "populares"– a los que acusa de comandar un sistema de castas que se reparten los cargos y lucran para sus propios bolsillos a espaldas del pueblo. Con esa crítica furibunda a lo que llama el "Régimen de 1978" llegó al Parlamento europeo en mayo pasado y aspira a construir una nueva opción para alcanzar La Moncloa más temprano que tarde.
En estos días, la realidad no hizo más que corroborar los argumentos de Iglesias y del partido que pergeñó, Podemos. Es que el gobierno de Mariano Rajoy sacó a subasta el Catalunya Banc, la ex Caixa Catalunya quebrada en 2011 y a la que el estado le inyectó fondos por 12,6 mil millones de euros para que no se fuera a pique definitivamente. Con el argumento de que "nada de lo que deba ser privado quedará en manos del Estado", como dijera algún ex funcionario menemista, se sacó a la venta el paquete nacionalizado. ¿La mejor oferta? Del BBVA, que prometió 1100 millones de euros, bastante más que sus competidores inmediatos pero muy por debajo de los 2500 millones de patrimonio neto que mantiene la entidad. Con lo cual la sociedad española pierde 11,6 mil millones, el equivalente a los recortes en sanidad y educación que forzó el PP para reducir el déficit presupuestario.
El problema financiero no se reduce sólo a España, ya que por estas horas el dueño de un banco portugués fue detenido en el marco de una investigación por blanqueo de capitales. Ricardo Salgado dirigió el banco Espirito Santo –por la familia propietaria– en los últimos 22 años y aparece en medio del escándalo por el giro de fondos provenientes de la institución hacia negocios oscuros tanto en Portugal como en Estados Unidos. Para evitar una corrida, las autoridades económicas habían decretado hace diez días un corralito para sus clientes.
Ese nuevo escenario que reclama Iglesias para España es el mismo por el que los países de esta parte del mundo bregan, con suerte dispar, desde hace diez años. La creación de instancias paralelas y hasta opuestas a los organismos que desde el fin de la Segunda Guerra mundial vienen gobernando el planeta tuvo un notorio avance desde la llegada de Hugo Chávez, Lula da Silva y Néstor Kirchner al poder, a principios del milenio.
La derecha regional, que para sobrevivir no tiene otra que alinearse con los "poderes constituidos" –léase el establishment proestadounidense– intenta por todos los medios poner freno a estos avances. Lo logró en parte con la creación de la Alianza del Pacífico. Pero se le escapa con la Unasur, Celac y también con los BRICS, que tienen una pata asentada en Brasil. Un golpe fuerte contra la unidad fue el derrocamiento del paraguayo Fernando Lugo. Y otro muy poderoso, de consecuencias aún impredecibles, es la arremetida de los fondos buitres contra Argentina en tribunales neoyorquinos. Un juicio punitivo contra la rebeldía de una nación que se opone a los poderes establecidos. Con lo que despierta afinidades y simpatías muy proclives a fomentar esos nuevos escenarios de los que se hablaba.
Es interesante detectar a quiénes incomoda la posición que sostiene el gobierno argentino, sobre todo fronteras adentro. Más allá de que algunos puedan ser socios locales de los buitres, lo que les preocupa no es tanto una cuestión de plata –si esperaron una década para llegar hasta acá bien pueden aguardar otros diez años– sino de obediencia a la ley dictada por el amo. Fue claro el semanario británico The Economist al comparar a la Argentina con el uruguayo Luis Suárez. A ambos los acusan de no querer respetar las reglas. La cuestión es ¿reglas dictadas por quién y en qué contexto? De eso se trata el Juego de los Tronos.
La que fue más clara quizás haya sido la diputada Elisa Carrió. Luego de protestar ante la posibilidad de caer en default, la chaqueña despotricó contra la "malvinización" de la pelea con los holdouts. Según su óptica, la Argentina debería mostrarse sumisa a los cánones para lograr mejores condiciones, algo que la realidad desde el menemato a esta parte se demostró falso de toda falsedad.  
Se entiende que la ex radical tenga prurito en formar parte de un país al que se pueda abochornar por ser un deudor. Que incluso se avergüence de que los argentinos seamos de lo peor de la cuadra por la supuesta despreocupación de funcionarios y consejeros ante semejante catástrofe."
Pero si estos pudorosos críticos buscaran información histórica descubrirían que ningún país estuvo a salvo de crisis como la que asolaron Argentina en el 2001 –y sus consecuencias actuales– y que además, el país ni siquiera es el que más veces pasó por crisis financieras de esta magnitud.
Así lo refleja una producción de la  BBC firmada por Mark Sietz con el explícito título de "¿Cuáles son los peores deudores de la historia?" En esta lista figura en primer lugar España, con 14 defaults, seguida por Venezuela, Ecuador con 11 y, Brasil con 10. Entre los peores que la Argentina, que computa siete reestructuraciones, están Francia, Alemania, México y Chile, entre otros. Con siete "convocatorias de acreedores" figuran también Portugal, Colombia y Uruguay, mientras que Estados Unidos, Rusia y Grecia aparecen con seis, junto con el desaparecido imperio austrohúngaro.                 
Podría recordarse que a las crisis de Alemania se les suma la situación de Prusia, Hesse, Schleswig-Holstein y Westfalia, que se integraron al Reich a fines del siglo XIX. Por otro lado, Berlín  terminó de pagar las indemnizaciones de la Primera Guerra Mundial, establecidas en el tratado de Versailles, el 3 de octubre de 2010. Cierto que esa es otra historia. Pero por lo que parece, para Lilita Carrió mantiene su vigencia, porque la legisladora arremetió contra la visita del presidente ruso Vladimir Putin, a quien califica como "el más perverso de los líderes mundiales" y lo acusó de estar desarrollando "una estrategia de dominación de todo Occidente". Es que, para Carrió, "volver a cometer el error de la segunda guerra sería trágico, hoy debemos conducir a la Argentina a la paz".
Para la derecha gorila, la única explicación para la pérdida de influencia del país desde la década del 40 sería el persistente populismo peronista pero, sobre todo, haber mantenido la neutralidad  con la Alemania nazi, lo que según esta visión del mundo, hizo perder los favores del imperio, que desde entonces apoya el desarrollo del Brasil, que envió un batallón para combatir en Europa. Algo así piensa la derecha brasileña, que ya prometió en boca de dos de sus candidatos, Eduardo Campos y Aécio Neves, que en caso de ganar las elecciones de octubre romperán con el "eje Mercosur-Unasur" para acercarse a la AP.
"Podemos elegirnos a nosotros mismos como buenos al modo de Ned Stark (el Señor de Invernalia en la serie, según describe Iglesias), o como la Khaleesi (Daenerys Targaryen, la heredera de la Casa Targaryen en busca recuperar el trono perdido), podemos aspirar a que todos puedan tener una vida que merezca la pena ser vivida."
De eso se trata.

Tiempo Argentino
Julio 25 de 2014

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