lunes

Los mascheranos y el país de mierda

Ganar es una contingencia del juego, se sabe. Y en las duras es cuando sale a relucir el talento pero básicamente el temple, el coraje, la sangre de un grupo humano. Al mismo tiempo salen a relucir miserias. Por algo dicen por ahí que uno juega al fútbol tal y como es en la vida. Eso demostraron los muchachos que disputaron el Mundial de Brasil. Cuál es el coraje, el temple y el talento que les corre por las venas.
Muchos apostaron a que Argentina no llegaba a la final y trataron de demoler el trabajo del entrenador. Un ultraK como gustan de llamar a los que se paran de este lado. (¿No existen simpatizantes solamente K?)
En fin, que entre las miserias quisiera anotar un diálogo que Jorge Lanata escribió en su columna semanal. “Es exactamente lo contrario a lo que somos, me decía Marcelo Longobardi en la radio (…) ¿Es Mascherano lo que somos o lo que queremos ser? ¿El reguero de pólvora de chistes, el centimil, las miles de menciones a Mascherano en las redes sociales evocan una necesidad, o la melancólica ausencia de lo que no seremos jamás? (…) ¿Estaremos, colectivamente, intuyendo el futuro? ¿Podremos pensar alguna vez en una Argentina de bajo perfil, con trabajo y compromiso, sin grietas y tan normal como Mascherano?”.
Los lectores de Página/ 12 de toda la vida recordarán que no fue sino hasta varios años después de que Lanata dejó la dirección –indignado, según decía, porque se había vendido a Clarín- que el diario comenzó a salir los lunes. Lanata despreciaba el deporte y en especial el fútbol, salir los lunes implicaba tener que cubrir el deporte preferido de los argentinos.
Si hubiera sido amante del fútbol, si alguna vez hubiera ido a una cancha -sobre todo de las categorías menores- hubiera encontrado a miles de mascheranos en la B, la C y la D que se cargan el equipo al hombro regularmente en canchas imposibles ante un público fervoroso y empecinado.
Sucede que los lanatas y longobardis machacan con que este es un país de mierda. Y como no se explican por qué miles de argentinos salen a las calles a celebrar lo que logró este grupo de muchachos, hurgan en el caso individual, no en la expresión colectiva que representan. No quieren perder protagonismo y no toleran que los Mascherano que hay en cada rincón del país –y son millones, en profesiones menos visibles que el fútbol-  demuestren que este no es un país de mierda. En todo caso, es un país con demasiada gente de mierda. Pero eso es otra cosa.

Tiempo Argentino
Julio 14 de 2014

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