La delgada línea Durand
“¿De qué forma un pequeño país como Afganistán -una cabra entre leones, un grano de trigo entre dos ruedas de molino-, puede permanecer sin ser reducido a polvo?”, se preguntó alguna vez Abdul Rheman Khan, quien fundó la dinastía Barakzai en 1880 y a regañadientes tuvo que aceptar la partición de su reino, en 1893. El dilema continúa a pesar de aquella delgada línea que dibujó sir Henry Mortimer Durand para fragmentar un territorio refractario al expansionismo europeo.
La línea Durand, 2400 kilómetros de frontera artificial, no consiguió en más de un siglo separar a la población originaria, en su absoluta mayoría pashtunes. De origen ario y lengua persa, profesan el islamismo en su rama sunnita. Se calcula que hay unos 20 millones a ambos lados de ese trazo imaginario entre Afganistán y Pakistán. Son nómades y mantienen tradiciones milenarias, por eso adhirieron al movimiento talibán e ignoran minuciosamente ese extenso límite político.
La situación “se está deteriorando” porque el terrorismo “expandió su fortaleza e influencia”, advirtió hace algunas semanas el general David Petraeus. Con la pompa del caso, entonces, el presidente Barack Obama logró implicar a la Otan en una nueva ofensiva sobre territorios donde florecen, dijo, Osama Bin Laden y Al-Qaeda.
Los países de la alianza anunciaron el envío de más tropas para “combatir el flagelo”. Hablaron de Afganistán, pero aludían también a Pakistán, otro espacio recortado por los británicos luego de la Segunda Guerra mundial, a expensas de la India.
Nicholas Shmidle, un estudioso estadounidense que vivió entre 2006 y 2007 en Pakistán, tiene en imprenta un libro sobre sus experiencias. En un adelanto para la revista Foreign Policy sugestivamente titulado “Guía de Pakistán para idiotas”, reconoce lo poco que pudo entender de esa compleja situación en dos años. Igualmente explica: “los Pashtun son una nación que comprende cualquier lugar donde los Pashtun puedan vivir”. Y admite que luchan en defensa propia contra quienes pretenden someterlos, como lo han hecho por siglos. Tal vez por eso la CNN abrió una oficina en Islamabad, ante los que se prevén tiempos difíciles en países donde abundan ojivas nucleares e inestabilidad política.
Alberto López Girondo
Para Acción, abril 2009
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