La cumbre de Camp David tiene una dura tarea por delante. Nada menos que
consensuar alguna salida para la crisis de los más ricos en el contexto
de las elecciones en Estados Unidos, del resultado de los comicios en
Francia y del incierto proceso en Grecia. Por eso el debate en torno del
euro se produce no sólo en la península helénica sino en el resto de
las naciones en peligro de derrumbe.
En España, sin ir más lejos, la semana pasada se anunció que el gobierno
nombraría a la firma BlackRock –que regentea el financista Larry Fink–
para arreglar el agujero generado por los activos tóxicos en los bancos.
Ahora el Ministerio de Economía dio otra señal de cómo piensan
enfrentar la crisis: encomendó al banco estadounidense Goldman Sachs la
evaluación del proceso de reestructuración de la nacionalizada
BFA-Bankia, cuyas acciones cayeron en picada por estos días. GS es el
gestor de los más grandes problemas para la economía europea, ya que
disparó la deuda griega con “creatividad contable” y ahora tiene a
varios de sus hombres en los gobiernos de los principales países y del
Banco Central Europeo.
Además de su incursión en inversiones en la Argentina, como en su
momento en el grupo Clarín, GS mismo estuvo a punto de caer en
bancarrota en 2008 y la Reserva Federal le permitió cambiar su rol de
banco de inversión a banco comercial. Dos años más tarde, en abril de
2010, la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) lo acusó de fraude
con hipotecas subprime y en octubre acordó pagar una multa de 500
millones de dólares para cerrar el caso. Suficiente para decir que el
gobierno español deja el cuidado de sus ovejas a un lobo de apetito
insaciable.
En un excelente artículo de Peter Boyer y Peter Schweizer en la revista
Newsweek, se recuerda que cuando Barack Obama llegó a la Casa Blanca, en
enero de 2009, sentó a los banqueros más poderosos frente a él y les
dijo “mi gobierno es la única cosa entre ustedes y la horca”. Los
periodistas aclaran a continuación que GS había puesto un millón de
dólares para la campaña del demócrata en 2008, “más que cualquier otra
fuente privada de financiamiento”. Lo que sugiere el descontento
posterior de los votantes de Obama tras aquella frase amenazante.
Así, Newsweek resalta que los juicios por fraude financiero están en su
mínimo en 20 años en Estados Unidos, a pesar de la interminable crisis
en ambos lados del Océano. Y evalúa las razones: “Si Obama, más allá de
su retórica acalorada, hubiese querido inspirar verdadero miedo en los
corazones de los banqueros, podría haber nombrado al ex fiscal especial
Patrick Fitzgerald u otro funcionario con similar dureza como procurador
general. En cambio, eligió a Eric Holder, un ex funcionario del
Departamento de Justicia de Clinton que, después de una carrera en el
Estado, se unió al buffet en Washington de Covington & Burling, un
destacado despacho de abogados especializado en la defensa de élites.”
Covington tiene entre sus clientes, dicen Boyer y Schweizer, a JPMorgan
Chase, Citigroup, Bank of America, Wells Fargo, Deutsche Bank, y por
supuesto, Goldman Sachs. Con el Procurador trabajan otros funcionarios
que vienen de estudios de abogados relacionados con la banca.
“Un examen de Newsweek a los registros financieros de la campaña –dice
la revista– muestra que, en las semanas previas y posteriores al informe
del Senado del año pasado, varios ejecutivos de Goldman y sus familias
hicieron grandes donaciones al Victory Fund de Obama y a entidades
relacionadas, algunas de ellas por primera vez y alcanzando el tope de
35.800 dólares para donaciones individuales, aun cuando 2011 no era un
año electoral.” Y si bien no acusa a Obama de maniobra alguna, la
publicación destaca que “la frustración de la izquierda alienta el
movimiento de indignados Occupy, y enfría a la base demócrata”.
En España, en tanto, se debate por qué se desmorona Bankia y resultan
amenazados los demás bancos oriundos de ese país. Y curiosamente los
acusados son los políticos convocados a trabajar en esas instituciones
por acuerdos entre el PSOE y el Partido Popular. Entre ellos figuran su
ex presidente, Rodrigo Rato, que no sólo fue ministro y vicepresidente
del “popular” José María Aznar y luego director del FMI. Además, en el
Consejo de Administración figuraban en cantidades no tan dispares
representantes del PP y del socialismo.
Uno de los que azuza las demandas contra los políticos sospechados de
malos manejos en Bankia es José Apezarena, editor del diario El
Confidencial Digital. Lo interesante de este navarro, especialista en la
Casa Real y biógrafo del príncipe Felipe, es que publica una carta que
envió la Asociación de Inspectores de Entidades de Crédito del Banco de
España en abril de 2005 a Pedro Solbes, por entonces Vicepresidente
Segundo del Gobierno y Ministro de Economía y que los funcionarios
sacaron a relucir ahora, indignados, para mostrar que ellos sabían la
que se venía, pero nadie los quiso escuchar.
“Los inspectores del banco de España –decía la misiva- queremos
distanciarnos de la complaciente lectura de la situación económica
española que hace el actual Gobernador del Banco de España, el señor don
Jaime Caruana, y mostrar nuestra preocupación por la falta de voluntad
para adoptar medidas necesarias para hacer posible la reconducción de la
delicada situación actual hasta hacerla más sostenible y segura”.
A pesar de que en ese momento –hace siete años ya– España parecía
florecer, los inspectores bancarios sostenían que “el proceso de
aceleración del crédito bancario, originalmente circunscrito a las
entidades con menor cultura en el control de sus riesgos, se ha ido
extendiendo a las demás entidades de crédito que operan en el sistema
financiero español por efecto de la, por otro lado, saludable
competencia”. Que entonces los bancos se encaminaron a una carrera
alocada por colocar créditos sin reparar en riesgos. Y que cuando el
dinero local se acabó, fueron a por fondos del exterior, “aprovechando
las ventajas de la moneda común”, y de mecanismos como los que inflaron
la burbuja.
Luego destacan, premonitorios por demás, que las entidades estaban bien
capitalizadas, pero que ante escenarios más complicados “el número de
familias que tendrá que afrontar serias dificultades para hacer frente a
sus compromisos financieros crecerá de manera alarmante”. Es así que no
compartían “el cándido optimismo del gobernador ante la previsible
evolución de la situación económica española, y que, desde nuestro punto
de vista, y sin alarmismos injustificados, sí hay motivos suficientes
para la preocupación, especialmente si se tiene en cuenta el legado de
los seis años de mandato del señor don Jaime Caruana”.
Jaime Caruana Lacorte fue gobernador del Banco de España desde julio de
2000, y se fue a 14 meses de esta carta, en julio de 2006, designado por
Rato como consejero y director del Departamento de Mercados Monetarios y
de Capital del FMI. Tres años más tarde dejó el Fondo para ocupar el
cargo de gerente general del Banco de Pagos Internacionales, una especie
de banco central de los bancos centrales.
Ahí sigue de lo más campante.
Tiempo Argentino
Mayo 19 de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario