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Los dioses están cabreros



En una carta que leyó uno de sus abogados, el soldado Bradley Manning pidió el perdón presidencial para no tener que pasar 35 años de su vida en prisión por las filtraciones publicadas por WikiLeaks hace tres años. "Las decisiones que tomé en 2010 surgieron de mi preocupación por mi país y el mundo. Desde los trágicos sucesos del 11 de septiembre, nuestro país ha estado en guerra. Inicialmente estuve de acuerdo y me ofrecí voluntariamente para ayudar a defender al país. Hasta que llegué a Irak, leí informes militares secretos a diario, y comencé a cuestionar el contenido moral de lo que hacíamos", dice el joven condenado el miércoles por un tribunal militar.
"En ese momento me di cuenta de que al enfrentar el riesgo presentado por el enemigo nos olvidamos de nuestra humanidad. Elegimos de manera deliberada la devaluación de la vida de los seres humanos en Irak y Afganistán. Al luchar contra aquellos que percibimos como enemigos, a veces matamos a civiles inocentes. Y toda vez que matamos a civiles inocentes, en lugar de asumir responsabilidad por nuestra conducta, elegimos escondernos detrás del velo de la seguridad nacional y la información clasificada para eludir cualquier tipo de responsabilidad públicamente", dice en otro tramo de la misiva que, circunspecto, fue desgranando David Coombs, según tradujo Silvia Arana en Rebelión.
"En nuestro objetivo de matar al enemigo, debatimos internamente la definición de tortura. Mantenemos a personas en Guantánamo durante años y sin el debido proceso. Toleramos inexplicablemente la tortura y las ejecuciones sumarias realizadas por el gobierno iraquí", prosigue el joven en un encendido mensaje en que finaliza pidiendo perdón a quien podría haber dañado con las relevaciones que lanzaron a la fama al sitio WikiLeaks tanto como a su creador, Julian Assange.
Alexa O'Brien, una de las periodistas que estuvo en la audiencia judicial, transcribió la declaración final de Manning ante los jueces militares. Allí el analista que se horrorizó con lo que hacían las tropas de su país en Irak cuenta cómo fue el origen de su náusea. Supo que en circunstancias muy poco claras habían sido asesinados por "fuego amigo" dos periodistas de la agencia Reuters: "Busqué en Google el suceso por fecha y ubicación general", desmenuzó el joven. "Hallé numerosos relatos sobre los dos empleados de Reuters que murieron durante el ataque con armas aéreas. Otro relato explicaba que Reuters había solicitado una copia del video aludiendo al Acta de Libertad de Información (FOIA, según sus siglas en inglés). Reuters quería observar el video para tratar de entender lo que había sucedido y mejorar las normas de seguridad en zonas de combate. Un vocero de Reuters habría dicho que el material podría evitar la repetición de la tragedia y creía que había una necesidad imperiosa de que se diera a conocer el video." Manning lo encontró y mostró el horror. No era una equivocación, habían sido masacrados con total crueldad y una sensación de impunidad que abruma. "Era muy claro para mí que la tragedia ocurrió porque el equipo de ataque aéreo identificó erróneamente a los empleados de Reuters como una amenaza potencial, cuando en realidad la gente en el camión estaba simplemente tratando de ayudar a los heridos".
El video y los cables posteriores filtrados por el muchacho, que hoy tiene 25 años, recorrieron el mundo y generaron un gran debate, tal que aceleraron la retirada de tropas que había prometido el presidente Barack Obama. También hicieron subir el prestigio de los diarios que habían acordado la publicación con el sitio de Assange. De allí el reclamo de Chris Hedges, ganador de un Pulitzer y corresponsal de guerra de vasta experiencia en temas de Medio Oriente, quien caratula como una de las mayores vergüenzas del periodismo "la cobardía de los periódicos The New York Times, El País, Der Spiegel y Le Monde, que usaron grandes cantidades de material filtrado por Manning y luego le dieron la espalda cruelmente".
"El rescate de los restos de honor que puedan quedar de nuestra profesión –abunda Hedges– estuvo a cargo de un puñado de periodistas independientes, a menudo marginalizados y de otros pocos individuos y grupos –incluyendo la mencionada O'Brien– y a Glenn Greenwald, Nathan Fuller, Kevin Gosztola, La Red de Apoyo a Bradley Manning, al activista político Kevin Zeese y el dibujante que hizo sketches en el tribunal, Clark Stoeckley, además de The Guardian, que también había publicado los documentos de WikiLeaks."
Greenwald fue el destinatario de la otra gran filtración de la época, la que hizo otro "arrepentido" estadounidense, Edward Snowden. Vive en Río de Janeiro y es el compañero de David Miranda, el brasileño demorado el domingo por la policía londinense, que además le quitó los archivos que llevaba en sus dispositivos electrónicos para Greenwald. Ayer los abogados de Miranda solicitaron a la Suprema Corte británica una orden de amparo para impedir que las autoridades "inspeccionen, copien o compartan" los datos confiscados durante el interrogatorio en el aeropuerto de Heathrow.
Lo que está en debate desde hace demasiado tiempo es el derecho a la información. Los últimos escándalos en la prensa internacional se relacionan con la forma en que se obtiene esa información y hasta qué punto los ciudadanos tienen derecho a saber. No es casual que en estos días también volviera al candelero el caso del espionaje realizado por medios del magnate Rupert Murdoch en connivencia con agentes de Scotland Yard para hurgar hechos noticiables en la intimidad de personajes de la política y la farándula.
El martes, cuatro periodistas del Daily Mirror y el The Sun fueron formalmente procesados bajo el cargo de haber sobornado a funcionarios policiales. También resultaron acusados nueve personas, sumando un policía y cuatro guardias penitenciarios. Greig Box Turnbull, del Mirror, y Graham Dudman, John Troup y Vince Soodin del Sun aparecen en el centro de las denuncias por haber pagado a agentes policiales para que pincharan teléfonos de celebridades y consiguieran datos de presos de alto perfil a cambio de dinero. Una modalidad que llevó al cierre del News of the World y al escarnio público de los altos mandos de News Corp, el grupo mediático del australiano Murdoch. El total de los implicados hasta ahora suma a 30 personas.
El otro australiano inmerso en el debate, Assange, espera en la embajada ecuatoriana en Londres el salvoconducto para asilarse en el país sudamericano. Snowden, el otro perseguido de estos tiempos, logró destrabar su situación en Rusia, pero nadie sabe por cuánto tiempo podrá permanecer en Moscú sin que tenga que buscar un refugio más seguro.
Es curioso que las recriminaciones que los halcones de Washington le hacen a ambos estén calcadas de la misma matriz. El Pentágono, a través de la fiscalía, presentó a Manning como "un narcisista y un traidor". Un ex director de la CIA y la NSA, el general Michael Hayden, definió a Snowden como "un perturbado y narcisista".
Acotación 1: Una de las características de ese síndrome que sin ser una enfermedad, como el propio propagador de esta chicana tuvo que reconocer –conviene recordar que el publicista en cuestión es de profesión médico– se divulgó estos días es precisamente el narcisismo.
Acotación 2: Hubris, hibris o más puntillosamente hybris, es una palabra griega que no tiene equivalente. Es lo más parecido para aquella cultura milenaria de lo que luego el cristianismo introduciría en Europa con el concepto del pecado. Suele traducírselo como "desmesura" porque los atenienses adoraban eso de "todo en su medida y armoniosamente". Pero algo más parecido a lo que un griego hubiera querido significar con el término sería decir que el hybris (pronunciar la y como la ü alemana en Müller) es una falta contra los dioses. Uno podría asimilar el uso de la acusación de "narcisismo" a la intención de los personajes en cuestión de ir contra la corriente. Algo que a algunos dioses –del establishment, de los valores culturales en vigencia, de los medios– incomoda en grado sumo.
En el caso de Manning, Chase Madar, un abogado de derechos civiles de Nueva York, considera que el joven idealista –que ayer reveló su deseo de convertirse mujer– es un chivo expiatorio muy conveniente para "lidiar con el desastre militar humillante", como el que dejó Irak y Afganistán. "Las élites políticas –agrega Madar– no pueden encontrar a nadie que culpar de su fracaso", salvo al soldado.
Pero también con Manning, Assange y Snowden se quiere castigar cualquier otro intento de desafiar el designio de los dioses. Del mercado, de la vigilancia o de la guerra.

Tiempo Argentino
Agosto 23 de 2013

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