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Dilma en un equilibrio peligroso


En Brasil se las llama "pedaladas", literalmente pedaleo. En este lado del mundo ese procedimiento podría ser traducido como "bicicleteada". El sistema guarda ciertas similitudes con el que había sido aplicado alguna vez por el entonces zar de la economía local Domingo Cavallo, y en su interpretación más extrema se lo conoce como "contabilidad creativa". La versión más delictiva podría estar representada por el ejemplo de algunos grupos económicos que maquillaron cuentas con el propósito de obtener fondos frescos, aunque luego esos aportes terminaron esfumándose en el aire, como hizo la firma de energía Enron en los '90, que quebró dejando colgados a accionistas, inversores y miles de trabajadores en todo el mundo.

El caso que implica a la gestión de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, según el Tribunal de Cuentas de la Unión –un organismo de control administrativo de la Legislatura integrado por dos tercios de representantes elegidos por el congreso y el resto por el Poder Ejecutivo– sería una "grave ofensa" contra la ley de responsabilidad fiscal ya que, explicó el relator del TCU, Augusto Nardes, el gobierno retrasó pagos para programas sociales a los bancos públicos, con el objetivo de dibujar un déficit menor en el presupuesto de 2014. De paso, esa institución estatal desliza la sospecha de que el dinero se hubiera utilizado para fines más oscuros. El guante lo recoge el Tribunal Superior Electoral, que se propone investigar cómo se pagó parte de la campaña del oficialismo, con lo que les deja la puerta abierta a los opositores más extremos, que ven la oportunidad de, en caso de poder demostrar esas irregularidades, anular las elecciones que le dieron un segundo mandato a la primera mujer en llegar al Planalto en la historia de Brasil.
La cifra de esta presunta maniobra fue estimada por el TCU en el equivalente a 27.300 millones de dólares. La "pedalada" habría permitido reducir el déficit en las cuentas públicas en 1795 millones, indica el informe de 1400 páginas ¿Es dinero que se llevó la presidenta, lo utilizaron sus correligionarios del PT para provecho personal? Nada de eso, la falla consistió, de acuerdo a la presentación, en que el gobierno aplicó una medida que en la práctica le habría permitido obtener un "crédito oculto" de los bancos estatales sin el permiso del legislativo, algo que la ley no permite, violando ostensiblemente las disposiciones fiscales.
¿El gobierno niega totalmente la información que envió al tribunal? No, la oficina de prensa de la Presidencia respondió que "los órganos técnicos y jurídicos del gobierno tienen plena convicción de que hay motivos legales para el rechazo" del dictamen del TCU –es decir, para negar las acusaciones–, y agrega que el organismo sancionó maliciosamente al gobierno por las medidas que tomó en su momento para  financiar "programas sociales como la Bolsa Familia y Mi Casa, Mi Vida". Y añade que lo que busca ahora el TSE, con este argumento, es convertirse en una suerte de "casación electoral", o sea, de ponerse como tribunal de alzada para anular la voluntad del pueblo expresada en las urnas.
La decisión del TCU es, para los grupos más golpistas dentro del sistema político brasileño, la frutilla del postre para iniciar finalmente un impeachment contra la mandataria y de paso sacarse de encima al vicepresidente Michel Temer, del PMDB, aliado del PT desde hace una docena de años. Acá es donde se juega un ajedrez de alto riesgo, porque el tercero en la línea sucesoria, el jefe de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, también del PMDB, es el principal sostén del juicio político, a pesar de estar obligado políticamente a defender a su gobierno. Sin embargo Cunha aparece comprometido con los presuntos sobornos en la petrolera Petrobras, al punto que las autoridades suizas corroboraron al procurador general de Brasil, Rodrigo Junot, que el dirigente político tiene cuentas por 2,4 millones de dólares a buen resguardo en bancos helvéticos. De modo que si el partido de Fernando Henrique Cardoso, el PSDB, que perdió en octubre pasado con su candidato Aecio Neves, quiere dar un golpe perfecto, no tiene más que forzar la renuncia de Cunha y "limpiar" a la fórmula triunfante en 2014.
Así se entiende que Cunha, más reflexivo que hace unos meses, cuando fue ungido titular de la Cámara Baja, ahora dice que aceptará el ingreso del dictamen del TCU que recomienda no aceptar la rendición de cuentas de 2014 por las irregularidades que detectó. Pero que el tratamiento no será antes de 2016: entre nos, cuando las aguas se calmen... Tanto para Dilma como para él, por supuesto.
El caso es lo suficientemente espinoso como para espantar a los sectores "biempensantes" de la sociedad. Es cierto que puede entenderse como un dibujo presupuestario, pero no constituiría un delito en la medida en que el dinero no desapareció. Sucede que por más que los entretelones del hecho sean poco cercanos al hombre común de cualquier esquina brasileña, los medios lo presentan de tal manera que suena a un escándalo similar al de la petrolera estatal. Los "malpensantes", incluso, que reprueban los planes sociales puestos en marcha por el gobierno de Lula da Silva desde 2003, pueden ver en este desliz una buena ocasión para echar por tierra con este resabio del "populismo" que permitiría, de paso, reducir el presupuesto. Empero, por enésima vez la oposición no dio quórum para debatir los recortes que Dilma envió al Congreso para cumplir con las medidas que le pide su ministro de Finanzas Joaquim Levy. Sabiendo que bloquear los recortes impide la gobernabilidad, tal como la entendió Dilma en esta gestión. Avatares de este momento en el principal socio de la Argentina.
Hurgando en los archivos de O Globo, la periodista Marlen Couto encontró que no es la primera vez que el TCU encontró irregularidades en cuentas de un presidente. El antecedente que aparece es de 1937, cuando el tribunal de la época que rechazó las cuentas del presidente Getulio Vargas en el presupuesto de 1936, por pagos cuestionados por cuenta del Tesoro y del Banco de Brasil. Esto fue en abril, en noviembre, y en un clima de inestabilidad creciente en que el dictamen del TCU era una cuestión menor, Vargas clausuró el congreso y dictó una nueva Constitución que le permitió gobernar hasta 1945, cuando fue destituido.
En ese lapso, construyó el denominado Estado Novo con el que consolidó un gobierno de corte populista-nacionalista, amplió derechos ciudadanos y a los trabajadores, y creó, entre otras cosas, Petrobras. La misma empresa que ahora aparece en el centro de las críticas contra el gobierno del PT, que "corrió el arco" del varguismo hasta donde llegó.
Vargas, reelegido en 1951, se suicidó el 24 de agosto de 1954. En su carta póstuma escribió:
"Más de una vez las fuerzas y los intereses contra el pueblo se coordinaron y se desencadenaron sobre mí. No me acusan, me insultan; no me combaten, difaman de mí; y no me dan el derecho a defenderme. Necesitan apagar mi voz e impedir mi acción, para que no continúe defendiendo, como siempre defendí, al pueblo y principalmente a los humildes (…) La campaña subterránea de los grupos internacionales se alió con grupos nacionales contra el régimen de garantía del trabajo. (…) Quise crear la libertad nacional en la potencialización de nuestras riquezas a través de Petrobras, mal comienza esta a funcionar cuando la ola de agitación crece. Eletrobras fue obstaculizada hasta el desespero. No quieren que el pueblo sea independiente (…)”.

Nada indica que Dilma tendrá ese mismo final, pero las presiones parecen ir en el mismo camino. La cuestión será si puede mantener el equilibrio. 

Tiempo Argentino
Octubre 9 de 2015

Ilustró Sócrates


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