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Obama en el laberinto de Afganistán

Según Barack Obama, las fuerzas militares afganas "han obtenido progresos" desde la invasión estadounidense, hace 14 años, pero "aún no son lo suficientemente fuertes" como para garantizar la seguridad el país, por lo que lejos de dejar el territorio, como era su promesa, Estados Unidos mantendrá unos 5500 soldados incluso después de dejar su cargo, en 2017. La incursión de tropas estadounidenses en la región, que se disparó luego de los atentados a las torres gemelas del 11S de 2001, no hizo sino profundizar el caos existente y el relato del presidente es apenas un gesto de reconocimiento de errores que no cometió personalmente, pero que tampoco hizo mucho por resolver.
Por lo pronto, este mes, Afganistán fue un dolor de cabeza para Obama y tuvo que salir a dar explicaciones en más de una ocasión por lo que llamó errores. No son pocos los críticos que, donde la Casa Blanca ve equivocaciones, interpretan políticas de fondo, prácticas perversas que se desarrollan en ese rincón del planeta desde el inicio de la ocupación.
El 3 de octubre el mundo se horrorizó al conocerse la noticia de que aviones de EE UU habían atacado en Kunduz un hospital que estaba a cargo de Médicos Sin Fronteras (MSF). El ataque duró varias horas y causó la muerte de 22 personas, 10 pacientes y 12 miembros de la organización. De inmediato la ONG presentó enardecidas protestas por la barbarie demostrada en el incidente, ya que aseguran haber indicado con suficiente antelación la ubicación del edificio en GPS y además, en el techo estaba pintado el logo correspondiente.
Al principio, voceros del Pentágono hablaron de un error, luego el tema fue creciendo en los medios –MSF pidió expresamente una investigación internacional bajo los postulados de los Convenios de Ginebra, puesto que los consideró un crimen de guerra- y el propio Obama primero pidió perdón y luego anunció una pesquisa, aunque interna y sin participación foránea.
Justo un par de días más tarde se anunció en Atlanta, Georgia, la firma del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), un acuerdo de libre comercio que nuclea a 12 países de la cuenca del Asia-Pacífico, un selecto club que excluye a China –más bien fue hecho para oponérsele-, representa el 10% de la población mundial y el 40% del PBI. Que además refuerza el mercado productivo de Estados Unidos en un momento crucial por la crisis económica internacional.
El TPP fue elaborado en el secretismo más profundo durante cinco años por un equipo de no más de tres personas por país y representantes empresarios, y sólo traslucieron algunos de sus detalles luego de una filtración del sitio WikiLeaks. Es curioso, pero el anuncio de la firma no implicó la publicación de la letra chica del documento, que según la administración de Obama, se hará en los próximos 30 días. "Los abogados están trabajando ahora mismo para terminar el texto y prepararlo para su difusión", explicó el representante de la casa Blanca, Michael Froman. ¿Qué anunciaron, entonces?
Para entrar en vigencia, el TPP deberá pasar por las legislaturas de los países firmantes, que por América Latina son Chile, Perú y México. En algunos distritos será un simple trámite, pero en otros nada está garantizado, más aun cuando aparece en la agenda como una estrategia armada al margen de la población de cada uno de los socios. En el caso de Estados Unidos, los republicanos lo aprueban con las dos manos levantadas, pero ya la precandidata presidencial y ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que se opone. "Lo que sé es que a partir de hoy no estoy a favor de lo que he podido saber sobre eso", dijo en tono despectivo en una entrevista para la cadena pública PBS.
El TPP deja muchas hilachas perjudiciales para trabajadores, pymes de países menos desarrollados y hasta para los gobiernos de esas naciones, que quedarían a merced de tribunales comerciales secretos que, se descuenta, beneficiarán a las multinacionales y a los grandes inversores.
También despertó críticas porque la iniciativa tiene artículos que permiten limitar y castigar la libertad de expresión en Internet mediante la excusa de proteger los derechos de autor. Pero en el área que más polvareda levantó fue en la cuestión de los medicamentos.
Son muchas las instituciones que venían advirtiendo de los riesgos que involucra ese acuerdo para la salud ya que al incrementar el plazo de cobertura de las patentes industriales encarecerá el costo de los genéricos en tratamientos de toda índole y principalmente para los sectores más carenciados de la sociedad.
Al frente de estas protestas se había anotado precisamente MSF en un comunicado que firmó su directora, Judit Rius Sanjuan, asesora legal, a la sazón, de la campaña de Acceso de Medicamentos de la entidad en EE UU. "Médicos Sin Fronteras –dice el texto- expresa su consternación por la decisión que tomaron los países miembros del TPP de acceder a las demandas del gobierno de los Estados Unidos y de las farmacéuticas multinacionales que aumentarán el precio de medicamentos para millones de personas a través de la extensión innecesaria de monopolios y retrasando deliberadamente la baja de precios al impedir la competencia con medicamentos genéricos (…), el TPP pasará a la historia como el peor tratado para el acceso a medicamentos en países en desarrollo, que serán forzados a cambiar sus leyes para incorporar los abusivos protocolos de protección a la propiedad intelectual para las compañías farmacéuticas."
En asuntos intrincados como este, las coincidencias no suelen abundar. ¿Esto quiere decir que el ataque al hospital de Kunduz podría ser una venganza o una amenaza por el rechazo de MSF al tratado TPP? No habría elementos para asegurarlo. Es cierto que la ONG de inmediato pidió investigar un crimen de guerra. Dijo, incluso, que hasta en las guerras hay códigos, que en el caso del centro de atención en esa localidad afgana habían sido violados. Pero no habló, al menos públicamente, de que una cosa tuviera que ver con la otra. Es cierto, también que las disculpas de Obama finalmente se produjeron, pero sonaron, como ironizó algún cercano al organismo, a la actitud de ese marido golpeador que tras una paliza le regala flores a su esposa con una tarjetita que dice "no quise hacerte daño".

Según un trabajo elaborado por Micah Zenko, investigador en el Council on Foreign Relations, un think tank estadounidense, en Afganistán por cada soldado hay tres "contratistas", la forma legal que reciben los mercenarios que trabajan para alguna de las empresas de seguridad con las que desde el gobierno de George W. Bush se privatizaron gran parte de las guerras que encara Estados Unidos.
La principal de esas empresas es DynCorp, que pertenece desde 2010 al fondo de inversiones Cerberus Capital Management, con sede en Nueva York. Con inversiones en todas las ramas de la economía, desde automotrices como en su momento Chrysler, o inmobiliarias, también tiene intereses en la industria bélica, por supuesto, y los tuvo en alguna farmacéutica de menor volumen, como Talecris Biotherapeutics. Entre sus directivos figura el ex vicepresidente de George W Bush, James Danforth "Dan" Quayle, y su ex secretario del Tesoro, John William Snow.
El TPP garantiza mercados y negocios para inversores de toda laya, y Cerberus es uno. Cualquier oposición representa una mala nueva y un enemigo que mejor no tener. DynCorp tuvo en su historial denuncias de todo calibre por las barbaridades cometidas por su personal en Bosnia, Colombia y Afganistán (principalmente en Kunduz, por escándalos sexuales en 2009).
¿Esto relaciona a los mercenarios con el bombardeo al hospital del MSF?
¿Es la primera vez que hay "errores" como este?
No, todavía se recuerda el ataque al Hotel Palestina de Bagad que causó la muerte de dos periodistas y otro en contra las oficinas de Al Jazzera en Kabul, ambos en 2001.
¿Obama tiene algo que ver con el ataque?

No hay pruebas de nada de esto, sólo cadenas de casualidades, sospechas con cierto fundamento. En todo caso, tal vez el reflejo de que el inquilino de la Casa Blanca está en un laberinto del que no le resulta fácil escapar.

Tiempo Argentino
Octubre 16 de 2015

Ilustró Sócrates


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