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Putin y Obama en el barro de Siria

Dicen que "el que avisa no es traidor". Vladimir Putin podría esgrimir este argumento para justificar que el ataque aéreo en territorio sirio ordenado el miércoles no debería haber sorprendido a nadie. Lo venía avisando desde unos días antes y, por lo que traslucieron los rostros del presidente ruso y de Barack Obama en su encuentro del lunes pasado, se lo dijo al mandatario estadounidense en el cara a cara que mantuvieron en Nueva York.
La andanada de críticas que despertó la incursión rusa, que según su versión de los hechos se descargó sobre objetivos de Estado Islámico y grupos opositores a Bashar al Assad, no se hizo esperar. En primer lugar desde los medios, que denunciaron que se había bombardeado sobre población civil.  Desde el gobierno de Obama señalan con insistencia en que no queda claro hacia adónde apunta la metralla de Moscú, dejando la sospecha de que incluso solo se descargó la metralla contra grupos opositores indiscriminadamente.
El presidente ruso detalló que fue de un "ataque preventivo", una respuesta a tono con el concepto aplicado por el ex presidente George W. Bush luego del 11S, y salió luego a explicar que se trató de una veintena de incursiones contra un centro de mando yihadista y un puñado de depósitos de municiones. De paso, se vio en la obligación de desmentir la información que circulaba a esa altura en los centros del poder mundial. "Las primeras versiones sobre bajas civiles se produjeron antes de que despegaran nuestros jets".
Más allá de la veracidad de denuncias y desmentidas, era de esperarse que cualquier ataque ruso iba a despertar críticas de toda calaña. Desde que comenzó la llamada Primavera Árabe, la región se convirtió en un hervidero. Como corolario, se produjeron cambios irreversibles en medio de una inestabilidad ya crónica, azuzada por la intervención directa o indirecta de las potencias europeas y organismos vinculados a los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
De allí que lo que para algunos fue la esperanza de extender procesos democráticos en países que venían padeciendo dictaduras por décadas, terminó en la destrucción de instituciones políticas, sociales y políticas y su secuela de miles de muertos en guerras civiles. En ese marco agencias occidentales financiaron el crecimiento de grupos opositores a los regímenes que finalmente fueron destituidos. Pero en el caso concreto de Estado Islámico (EI),  Isis o Daesh, según la denominación que se prefiera para los yihadistas, se fueron sumando sectores más radicalizados de la sociedad en esa aventura salvaje y demencial.
En su discurso en la Asamblea General de la ONU, primero en diez años, Putin reclamó una amplia coalición para "afrontar los problemas que enfrentamos todos, de acuerdo con la ley internacional". Recordó, en esa ocasión, que hace 70 años una alianza había dejado de lado contradicciones mayores que las actuales –eran los tiempos de FD Roosevelt y Stalin, por poner dos ejemplos- para unirse para derrotar a Adolf Hitler. Comparó en el estrado de la ONU a los nazis con los grupos islamistas radicalizados en su "odio contra la Humanidad", y destacó que "los países musulmanes tienen que jugar un papel clave en la coalición, más aún porque el EI no sólo representa una amenaza directa contra ellos, sino que además ataca a una de las mayores religiones del mundo por sus métodos sangrientos".
Luego agregó: "En lugar del triunfo de la democracia y el progreso, hemos conseguido violencia, pobreza y desastre social. Y nadie se preocupa por los Derechos Humanos, incluyendo el derecho a la vida". 
Putin ya había establecido contacto con las autoridades de Irak e Irán para, junto con representantes del gobierno sirio, crear un centro de información en Bagdad para analizar la situación. Las potencias europeas están tratando de encontrar canales de diálogo para resolver la cuestión por la vía diplomática. Se miran en el espejo del acuerdo nuclear con Irán de los cinco miembros del Consejo Permanente de Seguridad de la ONU más Alemania. Consultados por la agencia The Associated Press, fuentes europeas revelaron que buscan una mesa en la que ingresen además de Gran Bretaña, Francia y Alemania, Rusia, China, Irán, Arabia Saudita y Turquía. Normalmente Estados Unidos es reacio a aceptar esas vías políticas cuando no puede mantener las riendas de la negociación, como parece ser el caso.
Por lo pronto, el secretario de Estado John Kerry se reunió de urgencia el miércoles con el canciller Sergei Lavrov en una oficina de la ONU. Al término del encuentro dijeron que habían acordado coordinar las acciones entre los jefes militares. Kerry y Lavrov, dicen quienes los conocen, tienen una "buena vibra" y hablan sin tapujos entre ellos. Pero de allí a que planteen en público el alcance de sus controversias hay un trecho muy largo.
Lo que divide profundamente a Estados Unidos y sus aliados de Rusia y Siria –y es un dato público- es que todos plantean como salida para la guerra civil en ese país establecer un gobierno de transición. Solo que para los "occidentales" ese régimen debería ser con Al Assad afuera del gobierno  mientras que para los rusos, el actual mandatario debe ser garantía de cualquier acuerdo futuro. Y adentro.
No sería fácil para Putin "traicionar" a un socio de años, cuya familia mantiene lazos con Moscú desde la época de la Guerra Fría a través del padre del presidente, Hafez al Assad, quien gobernó hasta su muerte en el año 2000. En 1971 se construyó la base militar de Tartus, que es la única de la época soviética que Rusia mantiene fuera de su territorio, en el Mediterráneo. La otra gran base, desde la cual controla el mar Negro, es la de Sebastopol, en Crimea, la península que recuperó el año pasado tras al derrocamiento de Viktor Yanukovich.
En todo caso, si algo le podrían criticar a Putin sus más cercanos es no haber decidido la incursión mucho antes, cuando era obvio que las fuerzas occidentales no iban a cejar en su intento de sacar del poder a Al Assad y que para ello habían apoyado a grupos opositores con armas, entrenamiento y dinero. Para entonces, avanzado el año 2011, Putin ya le había dicho a Obama que no pensaba dejar en la cuneta a Al Assad y mucho menos abandonar su base militar.
Juntos acordaron en 2013 el desmantelamiento del arsenal químico de Al Assad, que había sido acusado de utilizar ese tipo de armamento prohibido contra sus enemigos. El gobernante también está acusado de llevar a cabo una matanza de opositores. En tal sentido, la Justicia de Francia abrió en estos días un proceso por "crímenes de guerra" contra el gobernante. La fiscalía de París analizó miles de fotografías de unas 11 mil víctimas de asesinatos y torturas entre 2011 y 2013, destacaron los medios galos.
Es cierto que el riesgo de los bombardeos rusos es que la situación se desmadre, de allí la preocupación de Kerry. Buscaba con Lavrov  algún tipo de conexión para que, en primer lugar, no se terminen atacando entre los intervinientes, que no sería exactamente "fuego amigo" pero tampoco son dos sectores enfrentados militarmente. El peligro de atacar población civil también es alto. Pero si es por eso, este martes sin ir más lejos más de 130 civiles perdieron la vida en el distrito yemenita de Taez cuando aviones de la coalición que lidera Arabia Saudita lanzaron su cargamento mortal contra los invitados a un casamiento, según confirmaron autoridades de Yemen.
No es la primera vez que sucede en la región, con protagonistas diversos. Nada garantiza que algo así no ocurra en Siria para embarrar aún más esa cancha de por sí difícil. 


Tiempo Argentino
Octubre 2 de 2015

Ilustró Sócrates


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