jueves

La pelea por Pemex

Hora de consultas populares

Si algo puede decirse en estos cuatro meses desde que se anunció el plan para privatizar lo que representa un emblema de la mexicanidad, como es la petrolera estatal Pemex, es que habrá de ser una lucha sin cuartel y en todos los terrenos. Así lo había anunciado la oposición, encarnada en forma destacada por los seguidores del ex alcalde capitalino Andrés Manuel López Obrador y así se fue cumpliendo. Como lo atestigua el resultado de la consulta popular que comenzó en 27 de julio pasado y seguirá hasta fines de agosto en los principales distritos del país. El resultado de la primera ronda, en el poblado DF y otros nueve estados, fue abrumador: más del 80 % le dijo No al plan del gobierno de Felipe Calderón, que ahora cuenta con apoyo explícito del PRI.

A pesar de que no se cumplieron expectativas de una votación copiosa –en total habrán votado un millón y medio de mexicanos, el 10 % de los habilitados para hacerlo en esta instancia- es notorio que esta consulta duplicó la participación en otros referendos. Un dato auspicioso si se tiene en cuenta que desde el oficialismo nacional y los grandes medios se ninguneó la iniciativa de un modo grosero. Y que los promotores –AMLO, el PRD y sus aliados y fundamentalmente el jefe de gobierno del DF, el perredeísta Marcelo Ebrard, sufrieron todo tipo de burlas y descalificaciones del panismo y la prensa más “influyente”.

Es que la jugada de convocar a la población, si bien el plebiscito no es vinculante, de alguna manera cuestionará la decisión que el congreso se apresta a tomar acerca de lo que Calderón Hinojosa llamó Ley de Reforma Energética.

Acuerdos
A manera de precaverse ante este resultado que suena a abrumador en contra de la iniciativa privatizadora – a pesar de que hubo cerca de un 20 % de aprobación- el legendario Partido Revolucionario Institucional, que dominó el país durante casi todo el siglo XX, promovió una serie de modificaciones al proyecto del PAN que le garantizará la aprobación sobre tablas. Pero bien se sabe que un proyecto de esa envergadura necesita algo más que contar votos a favor y en contra. Necesita el consenso de la población a la decisión que se apruebe en el Parlamento, ya que afecta a una empresa que es un símbolo de antiguas luchas por la soberanía económica.

“Pondremos en marcha un plan nacional de resistencia civil pacífica contra los intentos de privatización petrolera de la paraestatal Pemex”, prometió AMLO, atrincherado desde
el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo. En esa misma tesitura respaldó la creación de un comité de intelectuales y expertos que elaboren una reforma alternativa impulsada por los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Convergencia y miembros del Frente Amplio Progresista. Pero esa salida no hizo más que generar discordias hacia adentro de la coalición opositora.

Se supone que antes de que finalice esta ronda de consultas populares se presentará una propuesta alternativa bajo el criterio ya consensuado de que el petróleo debe seguir siendo una riqueza nacional preservada por el Estado. “La izquierda mexicana está en condiciones de aportar una iniciativa sólida como resultado de un pensamiento unitario”, se ufanó Manuel Camacho, coordinador del referendo petrolero. Guadalupe Acosta Naranjo, presidente sustituto del PRD, también defendió el derecho del partido de López Obrador a presentar su propia iniciativa sobre PEMEX, pero el propio líder partidario –que insiste en caratularse como Presidente Legítimo de México- intenta calmar las disidencias y propuso apoyar el plan que elaboren los expertos del Frente Amplio Progresista invitados a los foros que se vinieron desarrollando en el Senado mexicano.

Asambleas
Por eso es que muchos analistas perciben que, si bien la voluntad popular que se refleja en la ronda de consultas podría tomarse con una anécdota, es bueno usarlas como dato de una sensación generalizada de que “algo turbio” se cocina en torno de Pemex. Por eso, se destaca, los partidos más comprometidos con el “régimen” fatigan verdaderas asambleas con expertos de toda pelambre para darle un tinte de consenso y de rigor metodológico al futuro de la petrolera.
Para una gran parte de la población, es un ejercicio aburrido y exasperante para resolver un tema que se escapa a la mayoría, ya que se trata de cuestiones leguleyas que, si bien ocultan lo principal –que es que se dejaría en manos privadas lo más sustancioso del negocio petrolero mexicano- se lo presenta como una forma de rescate de una empresa que, según los críticos, está en dificultades insalvables en poder del Estado. El viejo discurso liberal, sin dudas.

Hay quienes, sin embargo, vieron en estas sesiones parlamentarias “uno de los acontecimientos políticos más trascendentes de las últimas décadas”. Apuntan, en tal sentido, como el columnista Alberto Carrillo Armenta, que “no se discutió así el Tratado de Libre Comercio, no se ha discutido así ninguno de los grandes problemas nacionales”. Y eso que afectaban de un modo similar a los mexicanos, podría agregarse.

Para los que pretenden continuar con una Pemex estatal, abundan los ejemplos de desaciertos en la entrega del patrimonio público al capital privado. El propio AMLO se encargó de detallar los desaguisados que se cometieron con la privatización de Certimex, “que solo provocó el incremento en los precios de los fertilizantes”. O la de Telmex, “cuyo resultado fue que una persona se convirtió en la más rica del mundo pero las tarifas telefónicas son las más altas del planeta”. Para rematar, declaró en una gira a Michoacán: “No hay beneficios para el pueblo, las privatizaciones solo son saqueo y corrupción”.

El periodista Luis Gubidxa Guerrero agrega algunas perlas en esta discusión donde las cifras suelen ser manipuladas según el gusto de los beneficiarios. “Pemex es la empresa más rentable del país, pues deja ganancias multimillonarias ¿Por qué, entonces, está casi arruinada?”. Y se responde sin hesitar: “Porque los últimos gobiernos la han saqueado mediante impuestos estratosféricos provocándole una "quiebra" ficticia. Así de simple”.

Es que, de acuerdo a estadísticas oficiales, la petrolera aporta gran parte de los ingresos que recibe el estado por todo concepto. Es, dicen los estudios más serios, el gran proveedor de impuestos para un estado que no logra -ni intenta cobrar- lo que en otros países permite sustentar el aparato del gobierno.

“Es como si a una señora que invirtió hipotéticamente $200 para ganar $3000, le quitaran casi todos sus ingresos, dejándole apenas lo suficiente para sobrevivir”, dice Guerrero. Historia conocida en todo el continente desde épocas inmemoriales, pero que proliferaron sobre todo durante los trágicos 90.

De todas maneras, la izquierda aún no logró dar forma a un proyecto alternativo y tampoco decidió qué camino será más conveniente en esta etapa: si el de asistir con su presencia y legalizar la votación en el Senado, que se descuenta favorable a alguna forma más o menos encubierta de privatización; o el de la movilización que prometió AMLO, “con 200 mil brigadistas en las calles de toda la república proclamando la voluntad de que Pemex sea para todos”.

Precios por las nubes
El precio de la “canasta básica” mexicana se incrementó entre enero de 2007 y julio de 2008 en 39% . Una forma drástica de medir las consecuencias de la política económica de Felipe Calderón desde que está en el gobierno, ya que en ese período el aumento en el salario mínimo no superó el 8 %. Hace 15 años, indican estudios privados, una “canasta básica” podía comprarse con dos salarios mínimos. Al asumir Calderón -en diciembre de 2006-, se necesitaban 4.6 salarios mínimos para poder sostenerla. En mayo pasado fueron necesarios 5.24 salarios mínimos y la proyección es aún peor.

Los 33 principales analistas económicos de instituciones financieras privadas hablan de una mayor inflación en México, de un incremento en las tasas de interés y un peso fortalecido en una economía con bajo crecimiento, según la encuesta que el Banco de México realiza mensualmente.
Para el cierre del año los analistas anticipan una inflación general de 5.07% -la mayor en años- con un aumento de los precios registrados oficialmente en julio del 0.49%.

La inflación se verá reflejada en un aumento paralelo de las tasas de interés de corto plazo, que podrían llegar a 8.13% a fines de año. Una cifra elevada si se la compara con Estados Unidos, por lo que se estima que habrá un aumento en el flujo de capitales y una apreciación del peso en relación con el dólar que atentará contra la competitividad económica de México, bastante dañada por el comercio libre con el vecino del norte.

La encuesta de la entidad central azteca corrige el cálculo sobre el crecimiento económico, que bajaría de 2.63% a 2.55% para 2008, con lo que también se reduce la expectativa de creación de empleos en forma considerable.

A.L.G.
(Publicado en Acción Nº 1008)
Segunda quincena agosto 2008

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