sábado

Los nuevos desafíos del Mercosur

La integración no es nada fácil. Bastaría con recordar las dificultades con que se topó Simón Bolívar cuando intentó un Congreso Panamericano en Panamá para debatir la forma de organizar la unidad de las ex colonias españolas en América.
El también llamado Congreso Anfictiónico fue convocado hace hoy exactamente 188 años por el libertador venezolano. Apenas 48 horas antes de la batalla de Ayacucho, que puso fin al dominio español en el continente el 9 de diciembre de 1824. Un laborioso triunfo militar alcanzado con tropas de todos los rincones de Sudamérica –rioplatenses de ambas orillas, chilenos, peruanos y de la Gran Colombia– al mando de Antonio José de Sucre. Y que se considera la primera experiencia de integración regional, cuando todavía no se hablaba de Patria Grande.
Uno de los mayores impulsores de esa unión, sino el que más, fue el tucumano Bernardo de Monteagudo, autor del Ensayo sobre la necesidad de una federación general entre los estados hispano-americanos y plan de su organización. Fue él quien sembró la iniciativa en Bolívar. Pero no llegó a ver concretado su sueño porque caería asesinado en Lima, unas semanas más tarde, el 28 de enero de 1825.
Algunos atribuyen a este crimen el retraso y hasta la escasa asistencia de delegaciones latinoamericanas, que se encontraron en el convento de San Francisco, de Panamá, el 22 de junio de 1826. No estuvieron representados Bolivia (no llegó a elegir delegados a tiempo por disputas menores), el Río de la Plata (en guerra con el imperio del Brasil), Chile (la dirigencia desconfiaba de Bolívar) ni Paraguay (José Gaspar de Francia no había querido reunirse con el libertador tras la independencia de Bolivia y entonces no fue invitado).
Corrió mucha agua debajo de los puentes regionales desde entonces. Pero algunos de los problemas son los mismos: Paraguay otra vez quedó al margen de una convocatoria de unidad. Una que se hace en Brasil, ahora una república democrática y sin esclavos, y a la que se integra como miembro pleno Venezuela y que abre el juego para que se incorporen Bolivia y Ecuador. Cosa de ir alcanzando aquel sueño de Monteagudo, Bolívar y de tantos otros que siguieron "arando en el mar" hasta ahora.
En el caso del Paraguay de estos días, fue suspendido del club sudamericano luego del golpe contra el presidente Fernando Lugo. Pero antes, un congreso dominado por la derecha más retrógrada venía rechazando el ingreso de Venezuela alegando que Hugo Chávez no es democrático. Con lo cual demoró varios años la ampliación del Mercado Común del Sur, con todo lo que significó desde el punto de vista simbólico pero también económico. Con el país caribeño, el bloque regional suma 275 millones de habitantes, un PBI que lo ubica en el quinto lugar entre las economías del planeta y casi el 20% de las reservas probadas de petróleo en el mundo. La respuesta regional fue entonces incorporar a Venezuela en contradicción con las reglas que pedían la aprobación de las legislaturas de todos y cada uno de los países.
La escandalosa destitución de Lugo no hizo sino demostrar que el resto de las naciones habían sido rehenes de un grupo de senadores dinosáuricos que, sin embargo, son dignos representantes de una clase dirigente que nunca modificó los patrones de conducta social con los que se manejan desde la dictadura stroessnerista y antes.
No hace falta más que ver el tratamiento que le dan tanto las autoridades de facto de Paraguay como los medios –todos alineados con el golpe, obviamente– a esta nueva reunión en la que el país queda mirando "con la ñata contra el vidrio".
"Los neodictadores bolivarianos son inconmovibles en su posición ideológica: porque ellos piensan que aquí se produjo un 'golpe de Estado', creen preciso castigar a los paraguayos por 'rebeldía contumaz'", dice un editorial del ABC Color, uno de los más feroces, que alimenta un nacionalismo elemental pero, quién sabe, efectivo para rechazar esta integración regional.
"La alternativa que tiene nuestro país es que sus autoridades sigan aceptando vivir de rodillas, inclinando siempre la cerviz ante nuestros poderosos vecinos al precio de dádivas, o que alguno de los gobernantes que surja de las elecciones decida intentar encarar con firmeza la defensa de los altos intereses de la República para devolverles la dignidad manoseada por mandatarios que se proclaman nuestros 'amigos' pero que andan con el cuchillo escondido bajo el poncho", dice otro brulote en el que se resalta el "atolladero en el que arbitrariamente nos ha metido la reactualizada Triple Alianza de antaño".
El problema es que el Mercosur, nacido no casualmente por el Tratado de Asunción hace dos décadas, es la mejor herramienta para revertir el proyecto ultraliberal de aquella nefasta alianza del emperador Pedro II de Brasil, el dictador oriental Venancio Flores y el fundador de La Nación y de la historiografía oficial de los argentinos, Bartolomé Mitre, a la sazón presidente.
Los voceros del régimen paraguayo también adelantaron que rechazarán el ingreso de Bolivia y Ecuador. No ahora, que no forman parte de la mesa de decisiones, claro, sino cuando vuelvan al redil regional, luego de las elecciones de abril de 2013. Y si es que resultan comicios limpios y no ocurre el tan temido "fraude patriótico" que pronostican Lugo y los sectores de la izquierda.
Mientras tanto, los intereses internos más ligados al capital internacional concentrado siguen apostando a destruir lo que de progresista pueda aportar un Mercosur que busque el desarrollo de sus ciudadanos y no sólo de las multinacionales. Y desde la Unión europea no pierden ocasión de darles una pequeña ayudita.
"Somos fundadores del Mercosur, queremos permanecer en el Mercosur y queremos mejorar el Mercosur", había dicho el canciller paraguayo, José Félix Fernández Estigarribia, tras sugerir la "generalizada insatisfacción" en el organismo ante lo que llamó "el proteccionismo argentino".
Fuentes de la UE, que tiene en carpeta la firma de un acuerdo de libre comercio con el Mercosur, se quejaron ayer por la demanda que presentó Argentina en la OCDE contra el proteccionismo europeo. "No contribuye a crear un buen ambiente" para la negociación entre Bruselas y el Mercosur, deslizaron los europeos.
"El Mercosur como un ejercicio de integración comercial tradicional está en su fase final", declaró en tono lapidario Rubens Barbosa, quien como funcionario participó en la formación de Mercosur y ahora dirige el Consejo Superior de Comercio Exterior de la poderosa Federación de Empresarios de San Pablo.
El desafío es demostrarles a todos que se equivocan.

Tiempo Argentino
Diciembre7 de 2012

 

No hay comentarios: