sábado

El empleo del tiempo

Hace once años el francés Laurent Cantet estrenaba la película El empleo del tiempo. Cuenta el caso real de un hombre que perdió su trabajo y durante un par de años no se atrevió a confesarles a los suyos que estaba desocupado, hasta que no le quedó más remedio que enfrentar la realidad. Ese día asesinó a toda su familia.
Hace unos días la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dio cifras alarmantes sobre el desempleo juvenil en todo el mundo. También advirtió sobre las consecuencias sociales que producirá entre los menores de 24 años una prolongada falta de trabajo que –como se sabe por estas regiones– dejará heridas irrecuperables entre los menores que no encuentren una ocupación digna durante los primeros pasos de su inserción en el sistema económico formal.
De hecho, la OIT habló taxativamente de una generación perdida, sobre todo en Irlanda, Grecia y España. En estos dos últimos países hay más jóvenes sin trabajo que ocupados. Hay más chicos que no tienen en qué emplear su tiempo y, sin llegar a los extremos del protagonista del film francés, también pueden emprender soluciones desesperadas.
“Se sabe que si no se comienza bien en el mercado laboral, si transcurre mucho tiempo antes de conseguir el primer empleo, esto influirá en el tipo de trabajo y en los ingresos por el resto de la vida”, sostuvo José Salazar Xirinachs, director del Sector Empleo de la OIT.
Para el costarricense, en el caso concreto de España aparece un grave problema estructural tras el estallido de la burbuja de la construcción, que fue un polo de atracción para nativos y especialmente emigrantes durante bastante tiempo, pero de pronto dejó a todo el mundo como quien dice colgado del pincel. Salazar no olvida el rasgo emotivo y menciona el caso de una “gran cantidad de descorazonados” que perdió toda esperanza “y han dejado de buscar trabajo, por lo que no entran en la estadística”. Aun así, la cifra de jóvenes hispanos sin ocupación alcanza casi al 52 por ciento.
En todo el mundo el nivel llega a un 12,7%, lo que representa 75 millones de personas (poco menos que el doble de la población argentina), unos 4 millones más que en 2007. Aun en el hipotético caso de que el impulso del francés François Hollande alcance para revertir la tendencia a la austeridad que le imprime la alemana Angela Merkel a Europa y se genere crecimiento, la OIT evalúa que  el problema del desempleo juvenil persistirá un largo rato por lo que se llama técnicamente “efecto rezago”.
El secretario general del organismo, el chileno Juan Somavía, caló un poco más cerca del hueso cuando reclamó a los líderes políticos mirar más lejos de sus narices y darse cuenta de que  “están jugando con fuego”, porque apuestan a todo o nada por sus concepciones ortodoxas sin percibir la amenaza de una explosión de violencia social.
Pero hay otras variables a un estallido tipo 19-20 de diciembre argentino, como tal vez piense la cúpula de la OIT –que no se caracteriza precisamente por ser de izquierda– y es el clima que también nuestro país vivió en esos años de apogeo del neoliberalismo más despiadado: el crecimiento de la inseguridad en las calles, que los gobiernos más conservadores pretenden solucionar con políticas de mano dura o tolerancia cero desplegadas sobre todo en las espaldas de esa franja de jóvenes que no tiene en qué emplear su tiempo y no recibe ningún tipo de alicientes para intentar otros caminos.
En Gran Bretaña, otro país atravesado por la crisis económica y las soluciones “austeras”,  diversos estudios ponen su atención en lo que llaman Neets, cerca de un millón de británicos menores de 24 que no se inscriben en programa de educación, empleo o entrenamiento (not in education, employment or training programs) porque piensan que no vale la pena. “Es una generación que está perdida y no aparece en el radar”, acota Betty Campbell –de Leap, una ONG de la isla– en un reporte de McClatchy Newspapers, un holding periodístico estadounidense.
La OIT, el organismo de Naciones Unidas para el ámbito laboral con sede en Ginebra, Suiza,  destaca que ese 12,7% de desempleo juvenil mundial registrado el año pasado treparía al 13,7% si se tuviese en cuenta a los “ninis”, la versión en castellano para los Neets. Los ninis son, a nivel global, esos jóvenes que ni trabajan ni estudian. Una multitud  de unos 6 millones de seres humanos que ya no tiene como opción de vida buscar trabajo. Quizás porque encontraron modos más eficaces y redituables de ganarse la vida sin tener que adecuarse a salarios de miseria y condiciones inhumanas para permanecer dentro del sistema.
Mubin Haq, de otra ONG, Trust for London,  recuerda en aquel artículo de la publicación estadounidense,  los incidentes que el año pasado se registraron en la capital británica a raíz del homicidio de un joven negro nacido en los barrios con menos posibilidades del otrora orgulloso imperio. “Muchas de las personas que participaron de la revuelta son negros o pertenecen a minorías de comunidades muy pobres que simplemente no tienen conexiones para poder insertarse en el mercado laboral.” Y eso que en términos estrictamente económicos, el presupuesto estatal es más grande para las prestaciones de desempleo que para la educación a chicos de 16 a 19 años.
Pero sucede que el sector de la educación es uno de los que primero sufre cuando los gobiernos europeos hablan de ajustes. De allí que los estudiantes españoles y canadienses hayan mostrado su descontento contra políticas que apuntan a dejarlos sin una herramienta que podría dar un rumbo para su futuro.
Del otro lado del globo terráqueo, los records de desempleados en Europa contrastan visiblemente con los niveles que se registran en América Latina. Brasil muestra un porcentaje de desocupación del 6%, Uruguay del 6,2%,  Chile de 6,6% y Argentina de 7,1 por ciento. Más aun, el gobierno de Dilma Rousseff analiza flexibilizar la concesión de visados a extranjeros porque Brasil necesita cerca de 2 millones de profesionales calificados en todos los sectores industriales y no los encuentra dentro de sus fronteras.
En Uruguay las autoridades también se hicieron cargo de la falta de trabajadores preparados para este desafío de crecimiento y abrieron búsquedas en todas sus embajadas de gente con experiencia en gremios clave como soldadores, torneros y matriceros. En primer lugar, obviamente, intentan repatriar a esos cientos de miles de orientales que se tuvieron que ir del “paisito” ante la falta de expectativas.
Un problema que notaron tanto las autoridades como los empresarios ávidos de conchabar personal para los nuevos emprendimientos, sobre todo en la construcción, es que los jóvenes necesitan aprender, no solamente cuestiones elementales de la tarea cotidiana, sino una nueva cultura del trabajo. “Vienen de generaciones de desempleados que se dedicaban a cartonear o a otros menesteres non sanctos”, arguyó ante este escriba un funcionario del gobierno de José Mujica. Algunos, agregó, no vieron trabajar nunca a sus padres ni a sus abuelos. Son hijos de una generación perdida.
Ese es el verdadero riesgo al que se enfrenta Europa.

Tiempo Argentino
Mayo 26 de 2012

Los conocidos de siempre

La cumbre de Camp David tiene una dura tarea por delante. Nada menos que consensuar alguna salida para la crisis de los más ricos en el contexto de las elecciones en Estados Unidos, del resultado de los comicios en Francia y del incierto proceso en Grecia. Por eso el debate en torno del euro se produce no sólo en la península helénica sino en el resto de las naciones en peligro de derrumbe.
En España, sin ir más lejos, la semana pasada se anunció que el gobierno nombraría a la firma BlackRock –que regentea el financista Larry Fink– para arreglar el agujero generado por los activos tóxicos en los bancos. Ahora el Ministerio de Economía dio otra señal de cómo piensan enfrentar la crisis: encomendó al banco estadounidense Goldman Sachs la evaluación del proceso de reestructuración de la nacionalizada BFA-Bankia, cuyas acciones cayeron en picada por estos días. GS es el gestor de los más grandes problemas para la economía europea, ya que disparó la deuda griega con “creatividad contable” y ahora tiene a varios de sus hombres en los gobiernos de los principales países y del Banco Central Europeo.
Además de su incursión en inversiones en la Argentina, como en su momento en el grupo Clarín, GS mismo estuvo a punto de caer en bancarrota en 2008 y la Reserva Federal le permitió cambiar su rol de banco de inversión a banco comercial. Dos años más tarde, en abril de 2010, la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) lo acusó de fraude con hipotecas subprime y en octubre acordó pagar una multa de 500 millones de dólares para cerrar el caso. Suficiente para decir que el gobierno español deja el cuidado de sus ovejas a un lobo de apetito insaciable.
En un excelente artículo de Peter Boyer y Peter Schweizer en la revista Newsweek, se recuerda que cuando Barack Obama llegó a la Casa Blanca, en enero de 2009, sentó a los banqueros más poderosos frente a él y les dijo “mi gobierno es la única cosa entre ustedes y la horca”. Los periodistas aclaran a continuación que GS había puesto un millón de dólares para la campaña del demócrata en 2008, “más que cualquier otra fuente privada de financiamiento”. Lo que sugiere el descontento posterior de los votantes de Obama tras aquella frase amenazante.
Así, Newsweek resalta que los juicios por fraude financiero están en su mínimo en 20 años en Estados Unidos, a pesar de la interminable crisis en ambos lados del Océano. Y evalúa las razones: “Si Obama, más allá de su retórica acalorada, hubiese querido inspirar verdadero miedo en los corazones de los banqueros, podría haber nombrado al ex fiscal especial Patrick Fitzgerald u otro funcionario con similar dureza como procurador general. En cambio, eligió a Eric Holder, un ex funcionario del Departamento de Justicia de Clinton que, después de una carrera en el Estado, se unió al buffet en Washington de Covington & Burling, un destacado despacho de abogados especializado en la defensa de élites.” Covington tiene entre sus clientes, dicen Boyer y Schweizer, a JPMorgan Chase, Citigroup, Bank of America, Wells Fargo, Deutsche Bank, y por supuesto, Goldman Sachs. Con el Procurador trabajan otros funcionarios que vienen de estudios de abogados relacionados con la banca. 
“Un examen de Newsweek a los registros financieros de la campaña –dice la revista– muestra que, en las semanas previas y posteriores al informe del Senado del año pasado, varios ejecutivos de Goldman y sus familias hicieron grandes donaciones al Victory Fund de Obama y a entidades relacionadas, algunas de ellas por primera vez y alcanzando el tope de 35.800 dólares para donaciones individuales, aun cuando 2011 no era un año electoral.” Y si bien no acusa a Obama de maniobra alguna, la publicación destaca que “la frustración de la izquierda alienta el movimiento de indignados Occupy, y enfría a la base demócrata”.
En España, en tanto, se debate por qué se desmorona Bankia y resultan amenazados los demás bancos oriundos de ese país. Y curiosamente los acusados son los políticos convocados a trabajar en esas instituciones por acuerdos entre el PSOE y el Partido Popular. Entre ellos figuran su ex presidente, Rodrigo Rato, que no sólo fue ministro y vicepresidente del “popular” José María Aznar y luego director del FMI. Además, en el Consejo de Administración figuraban en cantidades no tan dispares representantes del PP y del socialismo.
Uno de los que azuza las demandas contra los políticos sospechados de malos manejos en Bankia es José Apezarena, editor del diario El Confidencial Digital. Lo interesante de este navarro, especialista en la Casa Real y biógrafo del príncipe Felipe, es que publica una carta que envió la Asociación de Inspectores de Entidades de Crédito del Banco de España en abril de 2005 a Pedro Solbes, por entonces Vicepresidente Segundo del Gobierno y Ministro de Economía y que los funcionarios sacaron a relucir ahora, indignados, para mostrar que ellos sabían la que se venía, pero nadie los quiso escuchar. 
“Los inspectores del banco de España –decía la misiva- queremos distanciarnos de la complaciente lectura de la situación económica española que hace el actual Gobernador del Banco de España, el señor don Jaime Caruana, y mostrar nuestra preocupación por la falta de voluntad para adoptar medidas necesarias para hacer posible la reconducción de la delicada situación actual hasta hacerla más sostenible y segura”.
A pesar de que en ese momento –hace siete años ya– España parecía florecer, los inspectores bancarios sostenían que “el proceso de aceleración del crédito bancario, originalmente circunscrito a las entidades con menor cultura en el control de sus riesgos, se ha ido extendiendo a las demás entidades de crédito que operan en el sistema financiero español por efecto de la, por otro lado, saludable competencia”. Que entonces los bancos se encaminaron a una carrera alocada por colocar créditos sin reparar en riesgos. Y que cuando el dinero local se acabó, fueron a por fondos del exterior, “aprovechando las ventajas de la moneda común”, y de mecanismos como los que inflaron la burbuja.
Luego destacan, premonitorios por demás, que las entidades estaban bien capitalizadas, pero que ante escenarios más complicados “el número de familias que tendrá que afrontar serias dificultades para hacer frente a sus compromisos financieros crecerá de manera alarmante”. Es así que no compartían “el cándido optimismo del gobernador ante la previsible evolución de la situación económica española, y que, desde nuestro punto de vista, y sin alarmismos injustificados, sí hay motivos suficientes para la preocupación, especialmente si se tiene en cuenta el legado de los seis años de mandato del señor don Jaime Caruana”.
Jaime Caruana Lacorte fue gobernador del Banco de España desde julio de 2000, y se fue a 14 meses de esta carta, en julio de 2006, designado por Rato como consejero y director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI. Tres años más tarde dejó el Fondo para ocupar el cargo de gerente general del Banco de Pagos Internacionales, una especie de banco central de los bancos centrales.
Ahí sigue de lo más campante.

Tiempo Argentino
Mayo 19 de 2012

Alguien para barrer la basura

Podría pensarse que el discurso de ayer de Barack Obama en Seattle tenía olor a campaña por su reelección. Después de todo, cualquier estratega le diría que hoy día “paga” decir que el mundo no anda bien por Europa y que Europa no anda bien porque no encaró la crisis a tiempo, como hizo él cuando llegó a la presidencia  en enero de 2009. Y sin embargo, no hace falta rascar demasiado para entender que aparte de un buen golpe publicitario de cara a noviembre, lo que el inquilino de la Casa Blanca quiso decir es que se necesitaba llamar a alguien que fuera capaz de solucionar los problemas de la banca sin derramamiento de sangre. Y las autoridades españolas finalmente lo escucharon y desde ayer el señor Arréglalo (Mister Fix it) será el personaje que entre bambalinas guiará el rescate de los activos tóxicos en los bancos de la Madre Patria.
La historia es así: cuando estalló la burbuja financiera en los Estados Unidos, George W. Bush estaba terminando su mandato y armó un esquema de salvataje para las entidades de crédito en problemas, entre ellos los semioficiales Fannie Mae y Freddie Mac, por casi medio billón de dólares. Obama reforzó esta medida con una estrategia consistente en liberar a los bancos de sus activos tóxicos –las hipotecas que no podían ser pagadas ni de casualidad y cuyas propiedades se desvalorizaron de tal manera que no había esperanza de recuperar el capital invertido– para que no cerraran las puertas como había hecho Lehman Brothers. El monto puesto en juego superó los 750 mil millones de dólares destinados a comprar los “activos heredados” de la burbuja inmobiliaria.
Por esa época comenzaba a tallar nuevamente en Wall Street un personaje de aquellos: Larry Fink. El hombre había sido uno de los inventores, desde el First Boston (FB), del esquema de los bonos con respaldo hipotecario (mortgage-backed security), la urdimbre a la que se responsabiliza de haber dado origen a la crisis financiera. Para la época en que estalló la burbuja, hacía tiempo que Fink era persona no grata en Wall Street. Un mal asesoramiento hizo perder a clientes del banco más de 100 millones de dólares y cargó en su espalda con el sanbenito de no haber previsto los riesgos de las inversiones que había recomendado. Así que de un día para otro terminó en la calle y –dijo en una entrevista con Vanity Fair de hace dos años– aprendió a tomar en cuenta el factor riesgo en un negocio de muñeca tan fina como el de las inversiones.
De modo que para 1988 juntó un par de cabezas –y sobre todo de bolsillos– y armó el entramado que terminó siendo BlackRock, la gestora de activos más grande del planeta, que administra fondos por más de tres billones de dólares, más que el PBI de España e Italia juntos y cerca del de Alemania. Con inversiones en la mayoría de las grandes empresas del mundo, incluidos los bancos españoles en crisis y las empresas Repsol, Telefónica e Iberdrola.
Con Obama, BlackRock gestionó y liquidó de forma ordenada 22 mil millones de “basura” que había acumulado el Bear Stearns y frente a este éxito el gobierno le encargó también limpiar la aseguradora AIG y las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac. Con lo que el hombre –un simpatizante de los demócratas de toda la vida, como se gusta definir, que viaja en tren a su granja de once hectáreas en New Salem y en su residencia de Upper East Side, la zona más ostentosa de Nueva York, al que casi no se le conoce la cara– puede darse el gusto de burlarse de quienes lo expulsaron en forma humillante del FB. También podría ufanarse de tener virtualmente el futuro del sistema capitalista en sus manos.
O mejor dicho, en manos del equipo que consiguió armar en estos 23 años de BlackRock. Porque el secreto de Fink y de la empresa que regentea tiene mucho que ver con el mayor de sus fracasos, que fue la incapacidad de prever variables que llevaron a la ruina a muchos clientes del FB. Fink tiene en BlackRock 5000 computadoras rodando las 24 horas al día, supervisadas por un equipo de ingenieros, matemáticos, analistas y programadores de lo mejor que el dinero puede comprar. Aplicando un programa exclusivo bautizado como Aladdin, realiza continuos tests de estrés para medir la forma en que reaccionan los diferentes productos financieros ante variables inesperadas.
Los cráneos de BR generan alrededor de 200 millones de cálculos cada semana. Las computadoras simulan cada cambio imaginable en las tasas de interés, en los mercados financieros y en las condiciones políticas particulares de cada uno de ellos para calcular el rendimiento de cientos de miles de títulos en numerosos escenarios de la crisis mundial. Todo esto para terminar reconociendo ante una pregunta del canal económico Bloomberg que “a los mercados les gustan los gobiernos totalitarios”.
Como sea, Fink logró administrar exitosamente los activos tóxicos en los Estados Unidos. Básicamente, convirtió en dinero contante y sonante papeles acumulados en los bancos sin que la economía se fuera al demonio. Dicen los mejor informados que el Aladdin cuesta unos 54 millones de dólares al año. Poca cosa si se tienen en cuenta los resultados. Pero además, BlakcRock recomienda inversiones, de modo que se ubica de los dos lados del mostrador, algo que para muchos cánones de ética profesional no está demasiado bien visto.
Sin embargo, no es cuestión hacer demasiadas olas cuando, como sucede en España, el agua está por tapar al sistema financiero en su conjunto. Así fue que el gobierno de Mariano Rajoy recurrió a BlackRock para que le arregle los problemas con los ladrillos envenenados que guardan sus bancos. En el caso de Bankia, el banco rescatado esta semana y el cuarto más grande del país, le llevaría unos 10 mil millones de euros al fisco, lo mismo que recorta en los presupuestos de salud y educación.
Según el Banco de España, el total de préstamos ligados al sector inmobiliario llegaría a los 310 mil millones de euros, de los cuales alrededor 184 mil millones entran en la categoría de incobrables. Sería el monto con el que se crearía un banco malo gestionado por BlackRock.
Pablo Pardo, corresponsal en Washington del diario El Mundo –cercano al Partido Popular de Rajoy– compara a Fink con el Señor Lobo, el personaje que Harvey Keitel interpretaba en Pulp Fiction, de Quentin Tarantino. Lobo era un “Limpiador”, un solucionador de problemas que aparece, por ejemplo, para lavar el interior de un auto en el que John Travolta “le voló la cabeza de un tiro a un adolescente por error”.
“Esta semana –escribe Pardo– el ministro de Economía y Competitividad (…) Luis de Guindos, ha empezado a negociar con el Señor Lobo de la economía mundial. Afortunadamente, este Señor Lobo es más amable e inteligente que el de la ficción. Pero su tarea es más dura que el de Pulp Fiction: debe que limpiar toda la porquería que tienen muchas cajas de ahorros españolas (y algunos bancos) después de haberse disparado ellos solitos en la cabeza durante los años de la ‘burbuja’.”

Tiempo Argentino
Mayo 12 de 2012

El camino de la Argentina

"La Argentina es irresponsable, está renacionalizando sus industrias, tiene un discurso populista, así que les tiene que ir muy mal, sin importar lo que los estudios indiquen”, ironiza Paul Krugman en el articulito que publicó el jueves en el The New York Times. Luego destaca cómo la cobertura de la prensa sobre el país es casi siempre negativa –como resaltó ayer la presidenta Cristina Fernández– y desliza que la razón última sería que acá no se hacen las cosas como la ortodoxia económica indica.
El autor ganó el premio Nobel de Economía en 2008, de manera que algo sabe. Normalmente sus columnas son reproducidas, mediante acuerdos con el diario estadounidense, por Clarín y La Nación en estas costas y por El País en España. Pero al cierre de esta edición, todavía no habían registrado el texto de su columnista estrella.
El autor de este articulito interpela desde el mismo nombre de su blog, The conscience of a liberal (La conciencia de un liberal) pero también desde el título de la columna en cuestión: Down Argentina Way. Que podría traducirse como “El camino de la Argentina” y que, evidentemente, refiere a una vieja película de los 40 con el mismo título, protagonizada por Betty Grable y Don Ameche, que fuera el lanzamiento internacional de la exuberante luso brasileña Carmen Miranda.
El poco recordado film de la Twentieth Century Fox cuenta la historia de una típica chica estadounidense (Grable), que viene de vacaciones a la Argentina y se enamora de un rico criador de caballos de carrera (Ameche). La versión subtitulada se llamó Serenata Tropical y en uno de sus temas musicales definía a la Argentina como una tierra donde “hay rumbas y tangos”, y se disfruta de buenos vinos a la luz de la luna y perfumados por orquídeas. Que también los guionistas tienen lo suyo...
El recuerdo de Krugman viene a cuento porque en su columna cita un trabajo de un colega, Matthew Yglesias, quien escribe en el sitio de economía y finanzas www.slate.com, propiedad de The Washintgon Post. Yglesias estuvo de Luna de Miel en la Argentina y tuvo oportunidad de conocer una realidad que los informes que recibe usualmente no le contaban. Y lo escribió en un artículo que tituló “El euro está matando al sur de Europa”, donde compara la devaluación argentina con la situación de España, en primer lugar.
Más allá de algunas citas sin el debido rigor histórico –como haría un desprevenido guionista de Hollywood–, Yglesias señala algunas similitudes entre España y la Argentina. Como que en algún momento de su historia decidieron “tercerizar la gestión macroeconómica”. Los argentinos mediante la Convertibilidad con el dólar, los hispanos integrándose al euro, “técnicamente un proyecto de unión con todos los países miembros (de la Eurozona) que universalmente fue entendido como el camino para que países como España, Italia y Portugal se introduzcan en el estilo de gestión macroeconómica de Alemania”. 
El resultado es conocido: la crisis de 2001 probó que algo andaba mal con la ecuación del uno a uno y el sueño neoliberal. En Europa “la adopción de políticas macroeconómicas de Francfort y Berlín no le da a España los fundamentos de Alemania, sólo le endosa políticas diseñadas para Alemania”, pero que no la ayudan a evitar la catástrofe.
En estos días se dio a conocer un manifiesto elaborado por un centenar de intelectuales y políticos europeos para la reconstrucción del continente, en una debacle de imprevisibles consecuencias que la mayoría de los dirigentes aún se niegan a ver. El documento resalta lo mejor de Europa, a la que considera la “cuna de los Derechos Humanos”, y el refugio donde “quienes huyen de la violencia y la persecución pueden sentirse seguros”. Sin decirlo claramente, el manifiesto se opone a esa otra Europa terrible siempre latente, tentada de despertar su peor condición xenófoba en una antesala hacia lo peor del género humano, que hasta hace menos de dos décadas se esparció, sin andar demasiado, en los Balcanes.
Este manifiesto, que firman desde el líder del Mayo francés Daniel Cohn-Bendit y los cineastas Wim Wenders y Doris Dörrie hasta el Premio Nobel de Literatura Imre Kertesz y el filósofo Jürgen Habermas, representa el deseo de gente de la cultura de Europa que temen una vuelta a cierto pasado ominoso y están convencidos de que aún los europeos tienen algo grande para darle al mundo. Pero que, al mismo tiempo, perciben el modo en que van perdiendo influencia ante otras potencias que emergen apresuradamente.
España, sin ir más lejos, en un par de semanas se desayunó con esa mala noticia. Porque tras las amenazas de tono imperial de los primeros días luego del anuncio de la recuperación de YPF, viró a un discurso más negociador cuando Bolivia nacionalizó una empresa de electricidad.
El mundo ya no es lo que era. Ahora tallan otros actores, como señala Krugman, quien coloca a nuestro país muy juntito de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Aunque los que anotan cifras y hacen evaluaciones lo quieran ocultar.  “¿Por qué la Argentina sigue siendo desacreditada?”, se pregunta el Nobel nacido en Albany, Nueva York, para caer en la cuenta de que “de hecho, sabemos muy bien por qué, pero eso no habla bien del estado de los reportes económicos”.


Tiempo Argentino
Mayo 5 de 2012