El economista de raíz republicana Ben Bernanke se va hoy de la Reserva
Federal (FED) tras ocho años al frente del banco central de Estados
Unidos, donde había sido designado por George W. Bush. Cuando el
presidente Barack Obama propuso para sucederlo a Janet Yellen, dijo que
era la persona indicada para "promover máximo empleo, precios estables y
un sistema financiero sólido" desde el máximo organismo monetario de
ese país. La primera tarea de Yellen, una economista de 67 años, será
hacerse cargo de la bomba de tiempo que le deja Bernanke, que este
miércoles volvió a reducir el estímulo financiero en otros 10 mil
millones de dólares. Lo cual aceleró una crisis para los países
emergentes que se había esbozado en diciembre pasado, cuando "rebanó"
los primeros 10 mil millones en la compra de bonos del Tesoro.
El dato generó alarma en varias naciones que sufrieron el rebote de esas
medidas. Entre ellos está Argentina, es cierto, pero también Turquía,
India, Sudáfrica, Indonesia. Y para desmentir tajantemente a quienes
sostienen que el país está fuera del mundo, el cimbronazo monetario
incluye en diferentes grados a Brasil, Perú y Chile. Y no por contagio
de torpezas vernáculas, como reconoce Daniel Marx en una columna en el
diario La Nación, sino porque se trata de una crisis global que ahora
involucra a los países que venían creciendo más fuertemente en esta
década.
Según dicen en mentideros de la vieja Europa, este principio de
estampida comenzó con un mensaje inequívoco de William "Bill" Gross, que
funge de gurú financiero internacional desde su fondo Pimco. "Turquía y
Sudáfrica han reprobado el examen de las monedas, no esperes a ver
quién es el próximo. Salí del riesgo, movete a los Treasuries (el bono
del Tesoro estadounidense)", tuiteó el hombre.
Eduardo Antón, analista de fondos en Inversis Banco, intentó explicar la
situación al diario económico Cinco Días, de España, uno de los lugares
donde la estampida causó temores. "Los mercados emergentes y sobre todo
sus divisas son muy dependientes de los flujos extranjeros", consideró,
eso explica que a raíz de la retirada de estímulos de la FED "muchos
flujos que se encontraban en mercados emergentes hayan sido repatriados a
EE UU".
Otro analista difícil de catalogar como populista, José Luis Martínez
Campuzano, de la central española del banco Citi, apuntó que "el
escenario de inflación en alza, menor crecimiento y enorme presión para
estrechar el déficit corriente está siendo más común en las economías
emergentes de lo deseado". En esa misma línea, Pablo González López, de
la también ibérica Abaco Capital, calcula que las monedas de los
emergentes "van a seguir flojas por lo menos hasta que Estados Unidos
deje de retirar dinero".
La novedad de esta nueva corrida internacional es que el anuncio de
Bernanke –un regalo envenenado aunque sin dudas no casual– se produjo
casi en simultáneo con el discurso del Estado de la Unión de Obama. Un
interesante mensaje que fue duramente cuestionado desde sectores
republicanos, como no podía ser de otra manera, pero también desde la
mayoría de los medios estadounidenses.
En poco más de una hora, Obama desgranó sus aspiraciones para el tramo
final de su mandato. La oposición sueña con convertir al paso del
demócrata por la Casa Blanca en un anodino amago de cambios del primer
mandatario negro en la historia de ese país nacido en el esclavismo.
Cosa de que tarde mucho en aparecer otro afroamericano con expectativas.
Fue en ese contexto de bloqueo sistemático de los republicanos que el
presidente prometió gobernar, si fuera necesario, por decreto. A la
mejor manera de presidentes acusados de autoritarios en esta parte del
mundo. "Los Estados Unidos no se detienen y yo tampoco lo haré", amenazó
ante el Capitolio.
Obama insistió, como lo viene haciendo desde que llegó a Washington en
2009, que su objetivo es la creación de empleo y la lucha contra la
desigualdad. Por eso se atrevió, como hace añares nadie hacía en ese
país, a sugerir a los empresarios que aumentaran los salarios para los
trabajadores y dio el puntapié inicial al elevar a un mínimo de 10,10
dólares la hora para los futuros contratos con el Estado federal, que
actualmente están en 7,25.
Algunas de las frases que desgranó Obama son ilustrativas: "Tenemos la
tasa de desempleo más baja en cinco años. Producimos más petróleo en
casa que el que compramos en el exterior. Nuestro déficit se ha reducido
a más de la mitad. Estados Unidos es el lugar número uno para invertir y
está mejor colocado para el siglo XXI que cualquier otra nación en la
Tierra." La más relevante a oídos "progres" podría ser, con todo: "Hoy,
tras cuatro años de crecimiento económico, los beneficios empresariales y
los precios de las acciones casi nunca han sido tan altos, y los de
arriba nunca han estado mejor. Pero los salarios casi no se han movido."
Las críticas apuntaron a que Obama confunde igualdad de ingresos con
"igualdad de oportunidades". Y créase o no, republicanos extremos como
la cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen o Cathy McMorris Rodgers
señalaron que el partido tiene planes para remediar esa falencia. Aunque
no fueron muy específicas en cómo piensan acortar la brecha, aseguraron
tener "un plan que se enfoca en primer lugar en los empleos sin la
necesidad de gastar más, sin subsidios del gobierno y sin regulaciones".
Como otra cara de la misma moneda, valga la frase, el emblema de la
industria italiana, Fiat, anunció que culmina el proceso de fusión por
adquisición con la automotriz estadounidense Chrysler. Para los
italianos la noticia tiene algunas vertientes desagradables, porque
desaparece un emblema tradicional desde la creación del emporio
automotriz, en 1899, diseminado ahora dentro de la sigla FCA. Para
colmo, la matriz legal se mudará a Holanda y la sede fiscal a Gran
Bretaña. Es como esa sensación de vacío que muchos argentinos sintieron
cuando YPF se esfumó en Respol tras la compra de la mayoría del paquete
accionario por la compañía española, en 1999.
Esa fusión, que implica la compra total de Chrysler por la Fiat, tiene
sin embargo otras variantes. Porque se trata de dos empresas que
recibieron fuertes apoyos estatales a lo largo de su historia para
mantenerse a flote. Los últimos antecedentes en Italia datan de hace
justo cuatro años, cuando el titular de la automotriz, Sergio
Marchionne, pulseaba con las autoridades italianas para lograr subsidios
bajo la amenaza de cerrar su planta en Sicilia, donde trabajaban 1400.
Un año antes, Marchionne, el mismo que el miércoles anunció el acuerdo
con Chrysler, buscaba ayuda para que no corrieran "peligro 60 mil
empleos" italianos.
La Chrysler tiene un historial más complicado, ya que estuvo al borde de
la quiebra al menos dos veces y en ambos casos fue rescatada mediante
ayuda gubernamental. La primera fue en 1979, cuando Jimmy Carter ocupaba
el Salón Oval. Fue en los tiempos en que el ingeniero Lee Iaccoca tomó
el control de una empresa que se iba al garete y fue en persona al
Congreso para que le dieran "una manito". Logró algún éxito parcial que
le dio fama y prestigio personal.
Pero la empresa nunca se recuperó del todo y la más chica de las tres
hermanas de Detroit selló una alianza con Daimler Benz en 1998 que duró
hasta 2007. Otra vez el gobierno federal acudió en su ayuda para que no
cerrara. Pero ni Washington pudo evitar que la firma se acogiera a la
ley de quiebras, en abril de 2009. Esa vez, fue el propio Obama el que
anunció la alianza con la Fiat como una tabla de salvación para el
atribulado gigante automotor.
"Me complace anunciar hoy que Chrysler y Fiat formaron una asociación
que tiene una alta posibilidad de éxito", auguró entonces Obama. En ese
sentido, las palabras del martes del presidente apuntan a lo mismo que
en aquella ocasión: defender el trabajo genuino de los estadounidenses y
aumentar el ingreso de los trabajadores.
Ahora espera que, a raíz de la amenaza de gobernar por decreto, el
Congreso deje de trabarle propuestas de crecimiento. Habrá que ver cómo
atraviesa este período de turbulencia que le deja Bernanke en los países
emergentes y que todavía no se sabe cómo repercutirá en Estados Unidos.
Habrá que ver, también, si el matrimonio Fiat-Chrysler sobrevive tras
estos casi cinco años de noviazgo.
es volvió a reducir el estímulo financiero en otros 10 mil
millones de dólares. Lo cual aceleró una crisis para los países
emergentes que se había esbozado en diciembre pasado, cuando "rebanó"
los primeros 10 mil millones en la compra de bonos del Tesoro.
Tiempo Argentino
Enero 31 de 2014
viernes
El regalito que dejó Bernanke
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Contra el monopolio de las oportunidades
Cuando al economista alemán Klaus Martin Schwab se le ocurrió la idea de
crear un ámbito para que los más ricos se juntaran con las dirigencias
políticas a debatir el futuro del mundo, tenía bien en claro a qué
apuntaba. Quería fomentar en Europa las prácticas de administración
empresarias que, según las usinas neoliberales del viejo continente,
explicaban el crecimiento de Estados Unidos desde el fin de la segunda
Guerra Mundial. A 43 años del primer encuentro en la ciudad suiza de
Davos puede decirse que Schwab hace tiempo que está en el pináculo de la
gloria.
De los 444 ejecutivos de empresas europeas con que abrió lo que entonces se llamaba Simposio de Administración de Europa, pasó a más de 2500 invitados. De una cumbre que apenas logró financiar con apoyo de la Comisión Europea y las asociaciones industriales del continente, pasó a cobrar no menos de 55 mil dólares para asistir a un cónclave con los más poderosos del mundo. Los socios permanentes, que son, por supuesto, los grupos económicos más poderosos del planeta, tienen que aportar una cuota anual de 108 mil euros. Eso sí, para figurar en este selecto apartado del Foro de Davos, hay que facturar más de 5 mil millones de dólares anuales.
Puede decirse que el apogeo de Davos fue a poco de la caída de la Unión Soviética, cuando el neoliberalismo aparecía como la única opción económica para la humanidad. Finalmente, las ideas de Schwab se habían impuesto y no extraña que en este clima, el argentino Carlos Menem y el mexicano Carlos Salinas de Gortari estuviesen entre los invitados estrella. Eran los paladines de ese modelo que prometía quedarse para siempre. Con desregulación, privatizaciones y flexibilización laboral como panaceas para el crecimiento de las naciones. También Fernando de la Rúa sería convidado de lujo, pero más que nada para alentarlo a que no abandonara ese modelo que ya se estaba desgajando en el país.
Pero con el nuevo siglo las cosas ya no son como eran y el Foro de Davos, antes socio en el éxito, está en el centro de las críticas por su responsabilidad en la catástrofe que se esparce sobre el mundo desde el estallido de la burbuja financiera, en 2008. La organización no gubernamental Oxfam, con base en Londres pero sedes en 17 países, lanzó la primera piedra, con un informe lapidario sobre el resultado de esas políticas en los últimos 30 años. El dato que más circuló en los medios, por el impacto emocional, es que 85 señores tienen más fortuna que 3570 millones de seres humanos, la mitad de la población mundial. Lo que no se difundió tanto son las recomendaciones que la gente de Oxfam le hace a los supermillonarios.
Les dice, por ejemplo, que habida cuenta de que en estas tres décadas se incrementó la desigualdad en los países más desarrollados, y que ese desnivel está relacionado directamente con la evasión y la elusión fiscal –les computa 18,5 billones de dólares en cuevas fiscales– hagan algo urgente para resolver la cuestión antes de que todo estalle en mil pedazos, palabras más, palabras menos. La frase exacta es "si la desigualdad económica extrema no se controla, sus consecuencias podrán ser irreversibles, dando lugar a un monopolio de oportunidades por parte de los más ricos, cuyos hijos reclamarán los tipos impositivos más bajos, la mejor educación y la mejor atención sanitaria".
El mecanismo para que el mundo sea como es hoy, para la ONG británica, se fue dando con la "apropiación de los procesos políticos y democráticos por parte de las élites económicas". El subtítulo del dossier lo dice con toda contundencia: "Secuestro democrático y desigualdad económica". Esto es, los ricos se las ingeniaron para la construcción de un sentido común proclive a las ideas que benefician a los sectores empresariales. Entre ellas pueden citarse el apoyo mediático a la baja de impuestos a los que más tienen, o a la disminución del presupuesto estatal en áreas clave como la salud o la educación. Una forma suprema de suicidio colectivo que mucho circuló por estas tierras en los 90, y que crece en intensidad en la Europa de estos días como remedio para la crisis económica.
Otro que se sumó a los reclamos hacia los poderosos del planeta fue el Papa Francisco, con un pedido de que "la riqueza esté al servicio de la humanidad, no para gobernarla". El argentino se mantuvo ausente del encuentro pero quería fijar posición desde Roma. Como viene ocurriendo desde 2003 en adelante, no hay representantes del gobierno nacional en Davos. El único nativo que acudió a la cita es el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri. Como el encuentro es para "policy makers" (hacedores de política), el lord mayor porteño fue como gobernador del distrito donde tienen su residencia muchos de los más ricos del país. También podía asistir como uno de ellos, aunque las empresas familiares no están a su cargo y no las puede acreditar como fortuna personal exclusiva. Como sea, le caben las recomendaciones tanto papales como académicas para mejorar la situación de los ciudadanos, al menos, de su patria.
Tal vez no venga muy a cuento, pero los medios concentrados se encargaron de mostrar sus críticas a la ausencia de la presidenta en la ciudad suiza. Desde considerar que esa inasistencia es peligrosa para el país como el lamento macrista de que Davos "es un lugar en donde tenemos que estar", cosa de no quedar al margen de los que mandan en el mundo. Ese viejo discurso de que no hay que aislarse del mundo.
Más allá de creerse que resulta más conveniente codearse con los ricos y no viajar a La Habana para la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), algo que la historia argentina demuestra como falso, Macri señaló que el encuentro en Europa es como "una ocasión para reflexionar sobre las causas de la crisis económica". ¿Si fuera presidente, iría a Cuba como harán el resto de los presidentes de la región?
Curiosamente –o quizás no– entre las primeras cuestiones que surgieron en Davos está el tema educativo. Así fue que en el 44 Foro Económico Mundial se cuestionó la utilidad de la educación superior, y apareció el consabido discurso de si el gasto en esa área debe ser visto como una inversión o un derroche. El argumento de los popes de Davos es que cerca de 285 mil graduados universitarios estadounidenses no tienen más remedio que trabajar por un salario mínimo y que por lo tanto no vale la pena perder tiempo y dinero en una carrera universitaria. El dato es que la mitad de los graduados estadounidenses termina sus estudios con una deuda media de 30 mil dólares.
"Hace 30 ó 40 años se contrataba a gente graduada a la que se formaba, y ahora se contrata a gente con seis o siete años de experiencia. No tiene nada que ver", señaló Sean Rush, presidente de la ONG Junior Achievement Worldwide. Según el cofundador de Codeacademy, Zach Sims, en algunas licenciaturas "lo que se enseña es irrelevante, porque va desacompasado” con la realidad.
"Claro que vale la pena estudiar –terció Ángel Gurría, secretario general de la OCDE–. Para aquellos que tienen el diploma, la posibilidad de perder el trabajo estadísticamente es mucho menor". Pero el más perspicaz fue el italiano Gianpiero Petriglieri, profesor asociado en la escuela de negocios Insead, radicada en Francia. "Tal vez un título universitario no ofrece la garantía que solía (… pero) lo único que te da una garantía es nacer rico."
La cuestión de la educación, esencial para cualquier proyecto tendiente a disminuir la desigualdad, no se refiere tanto al por estos días desprestigiado igualitarismo. Se trata, más bien, de que todos tengan en el punto de partida de sus vidas oportunidades equivalentes. Es decir, que Antonia, la hija de Mauricio, no salga a la cancha con semejante ventaja en relación con la hija del cartonero que pasa ahora por la esquina. Cosa de corroborar si los que están en la cúpula de la pirámide tienen méritos, como exigiría una verdadera aristocracia (el gobierno de los mejores), o son solo una banda de arribistas que no dejan crecer a nadie para continuar en la cima, como asegura el saber popular y se desprende del informe de Oxfam.
Tiempo Argentino
Enero 24 de 2014
De los 444 ejecutivos de empresas europeas con que abrió lo que entonces se llamaba Simposio de Administración de Europa, pasó a más de 2500 invitados. De una cumbre que apenas logró financiar con apoyo de la Comisión Europea y las asociaciones industriales del continente, pasó a cobrar no menos de 55 mil dólares para asistir a un cónclave con los más poderosos del mundo. Los socios permanentes, que son, por supuesto, los grupos económicos más poderosos del planeta, tienen que aportar una cuota anual de 108 mil euros. Eso sí, para figurar en este selecto apartado del Foro de Davos, hay que facturar más de 5 mil millones de dólares anuales.
Puede decirse que el apogeo de Davos fue a poco de la caída de la Unión Soviética, cuando el neoliberalismo aparecía como la única opción económica para la humanidad. Finalmente, las ideas de Schwab se habían impuesto y no extraña que en este clima, el argentino Carlos Menem y el mexicano Carlos Salinas de Gortari estuviesen entre los invitados estrella. Eran los paladines de ese modelo que prometía quedarse para siempre. Con desregulación, privatizaciones y flexibilización laboral como panaceas para el crecimiento de las naciones. También Fernando de la Rúa sería convidado de lujo, pero más que nada para alentarlo a que no abandonara ese modelo que ya se estaba desgajando en el país.
Pero con el nuevo siglo las cosas ya no son como eran y el Foro de Davos, antes socio en el éxito, está en el centro de las críticas por su responsabilidad en la catástrofe que se esparce sobre el mundo desde el estallido de la burbuja financiera, en 2008. La organización no gubernamental Oxfam, con base en Londres pero sedes en 17 países, lanzó la primera piedra, con un informe lapidario sobre el resultado de esas políticas en los últimos 30 años. El dato que más circuló en los medios, por el impacto emocional, es que 85 señores tienen más fortuna que 3570 millones de seres humanos, la mitad de la población mundial. Lo que no se difundió tanto son las recomendaciones que la gente de Oxfam le hace a los supermillonarios.
Les dice, por ejemplo, que habida cuenta de que en estas tres décadas se incrementó la desigualdad en los países más desarrollados, y que ese desnivel está relacionado directamente con la evasión y la elusión fiscal –les computa 18,5 billones de dólares en cuevas fiscales– hagan algo urgente para resolver la cuestión antes de que todo estalle en mil pedazos, palabras más, palabras menos. La frase exacta es "si la desigualdad económica extrema no se controla, sus consecuencias podrán ser irreversibles, dando lugar a un monopolio de oportunidades por parte de los más ricos, cuyos hijos reclamarán los tipos impositivos más bajos, la mejor educación y la mejor atención sanitaria".
El mecanismo para que el mundo sea como es hoy, para la ONG británica, se fue dando con la "apropiación de los procesos políticos y democráticos por parte de las élites económicas". El subtítulo del dossier lo dice con toda contundencia: "Secuestro democrático y desigualdad económica". Esto es, los ricos se las ingeniaron para la construcción de un sentido común proclive a las ideas que benefician a los sectores empresariales. Entre ellas pueden citarse el apoyo mediático a la baja de impuestos a los que más tienen, o a la disminución del presupuesto estatal en áreas clave como la salud o la educación. Una forma suprema de suicidio colectivo que mucho circuló por estas tierras en los 90, y que crece en intensidad en la Europa de estos días como remedio para la crisis económica.
Otro que se sumó a los reclamos hacia los poderosos del planeta fue el Papa Francisco, con un pedido de que "la riqueza esté al servicio de la humanidad, no para gobernarla". El argentino se mantuvo ausente del encuentro pero quería fijar posición desde Roma. Como viene ocurriendo desde 2003 en adelante, no hay representantes del gobierno nacional en Davos. El único nativo que acudió a la cita es el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri. Como el encuentro es para "policy makers" (hacedores de política), el lord mayor porteño fue como gobernador del distrito donde tienen su residencia muchos de los más ricos del país. También podía asistir como uno de ellos, aunque las empresas familiares no están a su cargo y no las puede acreditar como fortuna personal exclusiva. Como sea, le caben las recomendaciones tanto papales como académicas para mejorar la situación de los ciudadanos, al menos, de su patria.
Tal vez no venga muy a cuento, pero los medios concentrados se encargaron de mostrar sus críticas a la ausencia de la presidenta en la ciudad suiza. Desde considerar que esa inasistencia es peligrosa para el país como el lamento macrista de que Davos "es un lugar en donde tenemos que estar", cosa de no quedar al margen de los que mandan en el mundo. Ese viejo discurso de que no hay que aislarse del mundo.
Más allá de creerse que resulta más conveniente codearse con los ricos y no viajar a La Habana para la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), algo que la historia argentina demuestra como falso, Macri señaló que el encuentro en Europa es como "una ocasión para reflexionar sobre las causas de la crisis económica". ¿Si fuera presidente, iría a Cuba como harán el resto de los presidentes de la región?
Curiosamente –o quizás no– entre las primeras cuestiones que surgieron en Davos está el tema educativo. Así fue que en el 44 Foro Económico Mundial se cuestionó la utilidad de la educación superior, y apareció el consabido discurso de si el gasto en esa área debe ser visto como una inversión o un derroche. El argumento de los popes de Davos es que cerca de 285 mil graduados universitarios estadounidenses no tienen más remedio que trabajar por un salario mínimo y que por lo tanto no vale la pena perder tiempo y dinero en una carrera universitaria. El dato es que la mitad de los graduados estadounidenses termina sus estudios con una deuda media de 30 mil dólares.
"Hace 30 ó 40 años se contrataba a gente graduada a la que se formaba, y ahora se contrata a gente con seis o siete años de experiencia. No tiene nada que ver", señaló Sean Rush, presidente de la ONG Junior Achievement Worldwide. Según el cofundador de Codeacademy, Zach Sims, en algunas licenciaturas "lo que se enseña es irrelevante, porque va desacompasado” con la realidad.
"Claro que vale la pena estudiar –terció Ángel Gurría, secretario general de la OCDE–. Para aquellos que tienen el diploma, la posibilidad de perder el trabajo estadísticamente es mucho menor". Pero el más perspicaz fue el italiano Gianpiero Petriglieri, profesor asociado en la escuela de negocios Insead, radicada en Francia. "Tal vez un título universitario no ofrece la garantía que solía (… pero) lo único que te da una garantía es nacer rico."
La cuestión de la educación, esencial para cualquier proyecto tendiente a disminuir la desigualdad, no se refiere tanto al por estos días desprestigiado igualitarismo. Se trata, más bien, de que todos tengan en el punto de partida de sus vidas oportunidades equivalentes. Es decir, que Antonia, la hija de Mauricio, no salga a la cancha con semejante ventaja en relación con la hija del cartonero que pasa ahora por la esquina. Cosa de corroborar si los que están en la cúpula de la pirámide tienen méritos, como exigiría una verdadera aristocracia (el gobierno de los mejores), o son solo una banda de arribistas que no dejan crecer a nadie para continuar en la cima, como asegura el saber popular y se desprende del informe de Oxfam.
Tiempo Argentino
Enero 24 de 2014
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