viernes

Golpe al desarrollismo en Brasil

La crisis que sufre el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil no se puede entender si tener en cuenta un puñado de datos relevantes sobre el manejo de la cosa pública en el principal socio y aliado de la Argentina, tanto en la región como para enfrentar al mundo. En primer lugar, el sistema electoral fuerza la conformación de alianzas no solo para llegar al gobierno sino para mantenerse, lo que obliga , para poder ejercer el poder y llevar una agenda propia, a conformar coaliciones fuertes y duraderas. 
El otro dato relevante es que los medios son todos del establishment. No hay un solo medio en cualquier plataforma de alto impacto social que pertenezca a sectores cercanos al proyecto político del Partido de los Trabajadores brasileño, salvo algún que otro sitio web.
 La alianza de lleva más de una década con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) se explica, entonces, por la inserción territorial de la agrupación que en tiempos de la dictadura cumplió el papel de oposición tolerada, lo que garantizaba la gobernabilidad. El PT también tuvo su época de cercanía con los movimientos evangelistas para llegar por primera vez al Palacio del Planalto, la sede de la presidencia en Brasilia.  No había entonces otro modo de llegar hasta los millones de votantes que escuchaban sus radios en todos los rincones del país.  Como contrapartida, el partido creado por Lula da Silva sobre bases obreras en 1980 no pudo –o prefirió no romper con aliados- construir un mayor poder territorial al punto que hoy cuenta apenas con 63 diputados en una cámara de 513 bancas y solo 14 senadores sobre 81 escaños.  Tampoco logró que pasara la reforma política, por la obvia obstrucción de los socios legislativos.
Esa es la razón de fondo para que la jefatura de ambas cámaras recayera en dos conspicuos integrantes del PMDB, Eduardo Cunha en diputados y Renan Calheiros en senadores.
Y allí reside la mayor debilidad de Dilma Rousseff y  del PT en general en estos tiempos tormentosos que se desataron a partir de una investigación sobre corrupción en la petrolera de bandera, Petrobras.
La causa que lleva adelante un juez federal del estado de Paraná con la Policía Federal, el órgano que en Brasil cumple las funciones de brazo armado de la justicia. Y ya produjo las primeras condenas: tres directivos de empresas privadas y un funcionario de la firma estatal. El magistrado también llevó a una celda a  dirigentes políticos de partidos que integran la alianza oficialista y a presidentes de dos de las constructoras más grandes de Brasil, que figuran entre las más grandes del mundo, con intereses en varios países latinoamericanos, incluso Argentina, y en África, Odebrecht y Camargo Correa.
Lo que en estos últimos días se vive en el país vecino es una arremetida que muchos de ellos aspiran a definitiva contra Dilma y Lula de parte de los medios concentrados, como la red O Globo y el diario Folha de Sao Paulo. Lo peor del caso es que no solo despliegan un arsenal de cuestionamientos sobre la transparencia del PT y de sus integrantes y socios políticos, sino que marcan agenda sobre el rumbo que el proyecto neoliberal pretende del país y sobre el rol que la sociedad le debería asignar a cualquier gestión presidencial y a las empresas públicas.
En el caso de Petrobras, la oleada de escandaletes que los medios viene mostrando en dosis sutilmente administradas desde fines del año pasado, golpea a las puertas del líder metalúrgico, lo que eventualmente afectaría la continuidad del proyecto “petista”. Pero también amenaza con un juicio político contra la presidenta, para lo cual se viene afilando los dientes el ex candidato Aecio Neves y su partido, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que a pesar del nombre representa al conservadurismo y cuenta entre sus mascarones de proa al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, un intelectual desarrollista en los 60 que devino en neoliberal cuando ocupó la presidencia en los 90 y desplegó gran parte del recetario privatizador recomendado por los Chicago Boys.
Ahora el senador y dos veces candidato presidencial por el PSDB y ex gobernador paulista José Serra pretende que se modifique una ley clave para un verdadero plan social en ese país, la normativa que le da exclusividad a Petrobras en la explotación de las riquezas petroleras de la plataforma submarina. Busca que entren empresas multinacionales, pero fundamentalmente  cambiar el reparto de las regalías, que con la legislación vigente garantiza un alto componente para la educación y la salud populares.
El avance del proceso Petrobras, que está en manos de Sergio Moro, un juez muy cercano a la embajada de Estados Unidos, inundó de rechazo no solo a la gestión petista sino a la dirigencia política en pleno. En la picota están tanto encumbrados dirigentes del oficialismo como del PMDB, lo que incluye al propio Eduardo Cunha y hasta el ex presidente Fernando Collor de Melo, denunciado por corrupción y expulsado mediante un impeachment en 1992.
La respuesta de Cunha a la acusación de que recibió sobornos salidos del bolsillo de Petrobras fue anunciar su paso a la oposición y la amenaza de abrir la puerta para un proceso similar contra Dilma.  Una velada amenaza contra el PT o una extorsión para que ponga un límite a las investigaciones judiciales. 
Sucede que en Brasil eso de la separación de poderes también es otra característica de la organización política, pero al mismo tiempo es una trampa en la que cayó el PT -e incluso de la propia Dilma- cuando aceptaron que la vía para llegar al poder no era por las armas. El proceso político llevó, como en otros países de la región, a “comerse esos sapos” que ahora, y desde la causa que llevó a prisión al principal operador de Lula, José Dirceu -también ex guerrillero- y a altos dirigentes del PT por el llamado “mensalao”, se reporta como un error. Eso de la reforma judicial que en Argentina quiso encarar el gobierno de Cristina y no logró, aunque dejó presentado el tema en la sociedad, en Brasil casi ni se planteó.
 Como en la mayoría de los países latinoamericanos, el poder judicial es otra de las puntas de lanza del establishment y de las concepciones neoliberales. Solo basta observar la queja del veterano periodista brasileño Joaquim Palhares, director de la revista online Carta Maior, uno de los medios que hace fuerza por el PT y una de las pocas voces a favor del proyecto petista en ese país, bombardeado por la oposición mediática. "Jamás en la vida vi a jueces apareciendo en seminarios del grupo Globo o a la Policía Federal filtrando sus investigaciones a la prensa", puntualizó Palhares.
Esta semana ocurrieron dos hechos a destacar. Por un lado, la abogada Beatriz Catta Preta, presentada por los medios concentrados como “una de las mayores especialistas en delación premiada del país”, anunció que deja la defensa de sus principales clientes en esta megacausa, denominada Lava Jato por el lavadero de autos donde comenzó la investigación policial. La mujer le informó al juez Moro que ya no tendría entre sus pupilos a  Augusto Ribeiro Mendonça Neto y a Pedro José Barusco Filho, los que se suman a Julio Camargo, otro de los delatores que ella asesoró.
El sistema de delación premiada, copiado del acuerdo con la fiscalía que figura en el proceso de Estados Unidos, permite que un reo negocie la reducción de una condena en su contra si “colabora” con la justicia. Una invitación a prender el ventilador con tal de salvar el propio trasero. Con eso se llega a una verdad jurídica o apenas mediática. Lo que no implica que se está cerca de la verdad verdadera.
Al mismo tiempo el Ministerio Público de Brasil promovió –demasiado tarde- una contraofensiva sobre algunos personajes del sistema judicial. El jueves anunció un proceso disciplinario contra el fiscal que hace unos días abrió una investigación para determinar su Lula cometió el delito de tráfico de influencia cuando fomentó la participación de la constructora Odebrecht en obras en el exterior. Una de ellas es un megaproyecto en Puerto Mariel, Cuba. La defensa del líder metalúrgico hizo la presentación y el propio Lula explicó que precisamente una de las  funciones de un presidente es abrir puertas en el exterior para vender trabajo nacional y apostar al crecimiento del empresariado nacional.
El fiscal Valtan Mendes Furtado salió, como se dice en la jerga leguleya, “de pesca” en un acto diplomático del anterior gobierno. Y ya se anunció que quiere investigar los créditos que recibió esa firma de parte del Banco Nacional de Desarrollo, el famoso BNDES que tanto contribuyó desde antes de la dictadura al desarrollo de la industria brasileña.
Pegándole a la burguesía nacional, destruyendo a la empresa petrolera de bandera y desprestigiando el banco que fomenta la industria y el trabajo brasileño, se le pega debajo de la línea de flotación al proyecto desarrollista que sin cortapisas desplegó Brasil desde fines de la segunda guerra mundial como política de estado.
Se podrá discutir mucho sobre el desarrollismo como modelo de distribución y de crecimiento. Pero cuando desde la derecha buscan destruirlo uno debe preguntarse qué les molesta. Y allí estará la respuesta a estos ataques a los llamados progresismos latinoamericanos.


Julio 24 de 2015

domingo

James Cockcroft y la nueva realidad regional

Doctorado en la Universidad de Stranford, tres veces becario Fulbright y docente en varias instituciones del Norte, James Cockcroft afirma que aprendió mucho más en 1956 en las calles de Cuba, donde coincidió con la llegada del mítico Granma y fue detenido por la policía de Batista porque lo creyó un agente de la guerrilla. Ese momento dramático le sirvió para saber lo que ocurría en la isla y también para aprender el idioma y la historia de los pueblos latinoamericanos. Un derrotero que lo llevó a enfrentarse al macartismo en su propio país, del que tuvo que emigrar para no ser perseguido. Ahora vive en Canadá, recorre asiduamente la región y lleva ya escritos 50 libros, lo que le permitió mantenerse económicamente cuando los claustros universitarios se le cerraban. En su paso por Buenos Aires en el marco de la Red de Intelectuales por la Humanidad contó a este diario cómo ve las cosas en la región, a horas de que EE UU y Cuba reabran sus embajadas, tras más de medio siglo de congelamiento de relaciones.


-¿A qué atribuye este acercamiento de Obama con Cuba?
-El 17 de diciembre de 2014, un día histórico, Obama dijo que había entendido que Estados Unidos se había aislado a sí mismo en este medio siglo de bloqueo a Cuba y que era momento de comenzar una nueva etapa de relaciones amistosas. Pero a la vez implementó más sanciones a Venezuela y la declaró una amenaza a la seguridad estadounidense, eso hay que tenerlo en cuenta. De todas maneras hay que decir que las clases dominantes de EE UU se dieron cuenta de que se pierden oportunidades de comerciar con la isla y de explotar el petróleo de Cuba, que lo tiene. Obama también apeló a esta estrategia económica.
-Pero también son otros tiempos en la región, ¿no?
-Es cierto que son otros tiempos, y hubo una reacción de las bases y de los gobiernos y ya sabemos lo que pasó en la Cumbre de Panamá. Fue Martí quien tuvo una visión de que los americanos del sur debían unirse para poder responder ante los del norte. Para poder construir Nuestra América sin diferencias. Para esto es importante el papel de los movimientos sociales, gracias a los cuales a la región llegó una democracia limitada. Pero esa lucha permitió la llegada de Hugo Chávez y luego la unificación de los estados, un proceso desigual pero indetenible. De ahí con este cambio de estrategia del imperialismo del norte, que había practicado el terrorismo con miles de muertos, 3400 por lo menos, y miles de heridos y discapacitados.
-Obama tuvo mucho consenso cuando lo eligieron en 2008 como una esperanza de cambio tras varias décadas de neoliberalismo. ¿Qué pasó luego, o siempre fue un bluff?
-Siempre fue un bluff, como lo es cualquier candidato que venga de los partidos políticos. En Estados Unidos un candidato debe pasar una prueba, una investigación, por parte de la clase dominante. Alguno de esos nombres son del establishment conocido y la mayor parte no, como un comité ejecutivo no oficial. Es secreto, pero todo el mundo que estudia la historia de las elecciones en Estados Unidos se da cuenta de eso. Hay una expresión: "Hay que pasar la inspección." Significa ser aprobado como persona en quien la clase dominante puede confiar. Desde el principio muchos de nosotros nos dimos cuenta de que todos son finalmente un bluff, pero muchos apoyaron con su voto dos veces a Obama. Porque era el menor de los males. La primera vez porque creyeron el 10% de su promesas pero en la segunda... En todo caso Obama es un producto de los grandes poderes económicos, de las compañías de seguros, representa todo lo malo de liberalismo. Con la crisis de 2008 secuestró el dinero nuestro y salvó a los grandes bancos y no salvó al pueblo. Él apoya los Derechos Humanos en todo el mundo pero no los tenemos en EE UU. Obama dice que las relaciones con América Latina nunca han sido mejores pero lo dice ahora cuando sucedió la derrota en la cumbre de Panamá. Yo creo que en la segunda elección votaron a Obama como el menor de los males, sí, y también porque pensaban que podía usar su lugar para ciertas áreas de interés común como la salud, de la comunidad negra, pero todos los han criticado por su fracaso en cumplir con sus promesas de cambio. Muchos atacan a Obama por ser un presidente negro por adentro pero blanco para afuera.
-¿Por qué no hay un progresismo influyente en EE UU?
-Desde hace muchos años el partido Demócrata está secuestrado por el ala derecha. En los '50 y '60, durante la guerra fría, aún en esa época de macartismo y persecuciones, el Partido Comunista de Estados Unidos apoyó a los demócratas, pero el ala izquierda no existe más, ahora todo está bajo la mirada del neoliberalismo. Hay dos candidatos principales en las próximas elecciones que podríamos decir progresistas, que son el senador independiente de Vermont, Andrews Sanders, autoproclamado socialista, y senadora por Massachussetts Elizabeth Warren, una mujer que tiene ideas no de izquierda pero sí a la izquierda de Obama. Pero no la tienen fácil. Aparte de que es imposible pasar las primarias con un discurso progresista.
-Entre los candidatos republicanos hay dos hispanoparlantes (Ted Cruz y Marco Rubio) y la esposa de otro (Jeb Bush) es mexicana, pero ninguno representa a estos momentos de América Latina. ¿Qué pasa con la cultura en Estados Unidos?
-Están aprendiendo aceleradamente a hablar en castellano (risas). Tú sabes que los blancos serán una minoría de la población dentro de 20 años. Hay un sistema electoral de racismo y aislamiento de minorías de color por parte del resto de la sociedad-y por ley en algunos casos todavía-, sobretodo con los migrantes latinoamericanos y la comunidad árabe, sean islámicos o no. Todo ese sistema de control se fortalece con el Tea Party y la ultraderecha y con ciertos sectores conservadores en el mismo Partido Demócrata. Y esta ultraderecha no se limita al Tea Party, incluye a sectores medios y aprovecha el reclutamiento de gente pobre, de distintas comunidades, para decir tenemos negros, tenemos hispanos, somos lo bueno para el país. «
  
La trampa de la llamada "sociedad civil"
 "Hay que tener cuidado en estos momentos con un concepto que circula", advierte James Cockcroft, "como es el de 'sociedad civil'. Acuérdate de los encuentros de los más ricos del mundo en Davos y cómo reaccionaron ante una serie de protestas en las calles y luego al nacimiento de los foros sociales mundiales. Trataron de atraer a todos los movimientos sociales de la llamada sociedad civil. Sucede que en Davos se dan cuenta de que ya nadie les cree y que Davos está muerta y que ese consenso tampoco funciona en los estados donde dominan los ricos. Pero tampoco funciona el militarismo en todo el planeta ni el espionaje a cada ciudadano o gobierno como se reveló. Se dan cuenta de que crecen los movimientos sociales, que crece el Mercosur, Petrocaribe, la Celac. Y entonces decidieron detrás de escena -hay mucho escrito sobre esto- continuar apoyando a las ONG, los programas de Usaid, Free for Democracy, Ned, para penetrar, cooptar, pagar a movimientos sociales y extender toda esa ofensiva a la sociedad civil. En el caso de América Latina, el Banco Mundial dijo que hay que invertir en los pobres y eso fue una trampa para incorporar a los pobres a un sistema de producción con mano de obra barata. Ese tipo de programa mentiroso se encuentra en toda la sociedad civil. Todo se llama sociedad civil. Cuidado con esto."

"En mi país he sido declarado como un gringo antigringo"
–Usted se tuvo que exiliar a Canadá, ¿verdad?
–Nací en Estados Unidos (hace 80 años, NdR), pero como muchos estadounidenses del tiempo de la Guerra Fría tuve que escapar por la falta de libertad de expresión, del racismo y del sexismo que veía por todas partes. He sido declarado como gringo antigringo.
–¿Qué consecuencias le trajo su actitud política?
–Muchas consecuencias. Hubo dos macartismos, uno de los '50 y otro del '68, de los '70 que sigue hasta ahora. Los luchadores intelectuales y no activistas sobrevivieron a la persecución. Yo lo experimenté porque fui activista, pero logré algunas posiciones durante todos aquellos años de los '70 y '80. Logré ser miembro de una de las facultades de sociología más reconocida en todo el país, donde se llegó a enseñar a teóricos marxistas o de otras tendencias, la Rutgers University de Nueva Jersey. Éramos un puñado de profesores que sufríamos  presiones, cada año trataron de echarme y activistas de movimientos sociales me defendieron. Finalmente el abogado del sindicato de profesores me propuso aceptar un arreglo económico y renunciar para mantener mi reputación. Con otro compañero también harto de la persecución escribimos libros. Desde entonces recibí invitaciones para ser profesor visitante distinguido en facultades de EE UU y de otras del mundo, incluso América Latina y Europa. Para defenderme económicamente tuve que escribir, soy autor de 50 libros.
–¿Cómo se interesó por América Latina?
–Yo era un joven, digamos, rebelde, poeta además. Estaba de turista en Cuba, en un pequeño pueblo del Oriente, cerca de Santiago. Habían pasado unas pocas semanas de la llegada del Granma, el histórico barco donde llegaron Fidel y sus compañeros. Yo no sabía ni una palabra de español y no sabía que hubo una rebelión, ni que había estado de sitio, pero cuando vi en los periódicos fotos de jóvenes mutilados por militares y la policía me di cuenta de que algo muy grande estaba pasando. La policía de Batista me detuvo y me puso en una celda toda una noche sin explicación.
-¿Cómo fue?

-Estaba caminando por la calle cuando llegaron a secuestrarme a la cárcel local. Yo no podía defenderme en español pero me soltaron y yo seguí camino a Santiago, donde esta vez me detuvo una patrulla militar. Ellos creían que yo estaba haciendo algún tipo de espionaje para los compañeros de Fidel. Decían que habían matado a todos y que tenían que eliminar a los que quedaban en las calles. Que yo estaba para entregar mensajes a Fidel, lo que era una estupidez. Pero me salvé gracias al pueblo cubano y allí aprendí español pero también la historia de Cuba. La juventud cubana me había recibido como un amigo. Y entonces me dijeron muy secretamente "Fidel vive" y me encomendaron que llevara el mensaje a la comunidad cubana en el Bronx, en Nueva York. Recordé un teléfono y les dije "Fidel vive, la destrucción de la guerrilla es una mentira de la prensa". Me fui a México a escribir mi tesis de doctorado. Así me hice militante y me fui metiendo en las luchas populares. «

Tiempo Argentino
Julio 19 de 2015

La foto es de Tiempo Argentino


sábado

Superdomingo: una vuelta más

Mediáticamente el 5 de julio fue presentado como el «superdomingo», porque en una misma jornada coincidían en las urnas distritos que representaban, en grados bien diferentes, el 20% del electorado del país. Puede decirse que, salvo la excepción de unas PASO muy particulares como las pampeanas, los oficialismos salieron refrendados por la ciudadanía de cada distrito. Y este es precisamente un punto a destacar: extrapolar lo ocurrido este 5 de julio al plano nacional es un ejercicio bueno para especialistas en marketing político, pero no sería errado considerar que fueron elecciones con un determinante contenido local.
De hecho, si bien no logró ganar en primera vuelta, Mauricio Macri se animó a festejar y lanzar desde su búnker un bien planificado discurso de campaña presidencial, aunque con un dejo de sabor a poco por los guarismos que mostraban los centros de cómputos. Y los radicales correntinos, que con justa causa celebraron el triunfo en las legislativas locales del gobernador Ricardo Colombi, quedaron opacados ante las cámaras por Sergio Massa, que se apersonó a copar los medios nacionales atribuyéndose el éxito en una coalición de la que participó el Frente Renovador junto con el radicalismo correntino.
De allí el exintendente de Tigre se cruzó a Córdoba para mostrarse de fiesta al lado de José Manuel de la Sota, con la intención de demostrar que su propuesta alternativa a la polarización FPV-PRO está viva para las presidenciales a pesar de que las encuestas indiquen que se viene desgajando de manera acelerada. El dato mediterráneo es que De la Sota le salió con todo a Macri, de cara a las internas abiertas de agosto. Luego del debate que ambos protagonizaron en TN, la imagen del búnker cordobés representa un desafío para quienes ya habían puesto todos los huevos en la canasta del actual jefe de Gobierno porteño.
Hilando más fino, es cierto que en la Capital Federal ganó Horacio Rodríguez Larreta y que se debe ir a segunda vuelta. Algo poco novedoso, ya que desde que la Ciudad de Buenos Aires es un distrito autónomo, ningún gobernante ganó en la primera vuelta. El que más cerca estuvo fue Aníbal Ibarra, con el 49,4% de los votos en el año 2000, cuando Domingo Cavallo, que quedó segundo con el 33,3%, resignó, tras una serie de insultos, acusaciones y exabruptos, sus aspiraciones de seguir en carrera para el balotaje.
Pero hay algunos datos a tener en cuenta. A favor, que luego de 8 años de gestión, el PRO resulta imbatible en todas las comunas, incluso en los viejos bastiones peronistas del sur profundo de la ciudad. En contra, que tras unas PASO en que Rodríguez Larreta dirimió la interna con Gabriela Michetti, el oficialismo porteño perdió unos 50.000 votos. Incógnitas: como bien marcó el candidato del Frente para la Victoria (FPV) Mariano Recalde, el que quedó segundo para el balotaje, Martín Lousteau, es otra cara de una misma moneda y a nivel nacional apoya a la entente formada por radicales, macristas y sectores de la derecha encolumnados detrás de Lilita Carrió.
Con el resultado puesto, el PRO necesita algo menos de 5 puntos para mantener el poder contra 25 que debería sumar el ex ministro de Economía de Cristina Fernández. Una cifra que aparece como inalcanzable. Por lo pronto, Lousteau  tuvo que salir a aclarar que no se bajaría de la segunda vuelta, ante versiones –presiones de los medios concentrados y de dirigentes radicales– que avizoran el riesgo de competir con un socio a nivel nacional, algo incómodo de sostener en el tiempo. Y que también arrastró resquemores de la diputada Elisa Carrió, la virtual armadora de una coalición antikirchnerista que buscó adosar el poder territorial que conservan los radicales a la imagen de líder opositor que se nucleó alrededor de Macri.
En este caso habrá que ver qué hará ese casi 22% de votantes de Recalde –unas 400.000 personas–, muchos de los cuales entendieron que el PRO y el ECO, el partido armado a las apuradas para sustituir el devastado frente UNEN, son lo mismo.
Por otro lado, resta determinar qué harán los votantes que desde distintas variantes de la izquierda representan más de 7% de los electores, alrededor de 120.000 votos que difícilmente se inclinen por alguno de los dos contendientes. ¿Votará en blanco ese medio millón largo de ciudadanos, optarán por el mal menor y apoyarán a Lousteau? Mejor aún, ¿irán a votar o se abstendrán, a modo de disgusto ante esta suerte de interna abierta de la oposición? Sería una señal inédita desde la recuperación de la democracia en 1983 y fundamentalmente desde la crisis de 2001.
Esos son los peligros para Cambiemos, el sello con que el radical Ernesto Sanz y Macri disputarán en las PASO. Por eso desde los mismos centros mediáticos con que se intentó llevar a los miembros dispersos de la oposición a crear un frente común, como en Venezuela logró la derecha en torno a la Mesa de Unidad Democrática para apoyar la candidatura de Henrique Capriles, ahora respirarían más tranquilos si Lousteau diera un paso al costado.
Las denuncias sobre los fondos de su campaña, que presuntamente provendrían a través del radicalismo capitalino de negociados oscuros en la Universidad de Buenos Aires, tal vez le limaron algunos votos. Posiblemente, sus propias denuncias de las vinculaciones del macrismo con el negocio del juego hicieron lo propio en el oficialismo porteño. La búsqueda de nuevos votos con estos antecedentes puede ser una mano de brea para ambos de cara a agosto.
El caso es que Lousteau, de la nada, se coló en la segunda vuelta porteña y aspira a crecer para una próxima ronda presidencial como el líder que la UCR no tiene desde hace mucho tiempo. Y Macri no logró más que reposicionarse como un líder «municipal» tras la derrota de Miguel del Sel en Santa Fe –donde compitió contra aliados nacionales como el socialismo y el radicalismo provincial– algo que preocupa a su mentor, el ecuatoriano Jaime Durán Barba.
Córdoba va
El otro distrito donde hubo compulsa electoral fue Córdoba, el bastión del delasotismo desde 1999. Juan Schiaretti arañó el 40% para ganarle por algo más de 5 puntos al radical Oscar Aguad, que iba con el apoyo de su partido, del exintendente de la capital provincial, Luis Juez, y del PRO, la «triple alianza» al decir del actual gobernador, De la Sota, de UPC (Unión por Córdoba). Tercero quedó el representante del FPV, Eduardo Accastello, que gobernó Villa María por 3 períodos.
Como viene ocurriendo desde que el kirchnerismo incursionó en la política nacional, el peronismo cordobés es esquivo al partido a nivel federal, haciendo gala de lo que con cierta gracia los delasotistas denominan «cordobesidad». Ahora De la Sota se presenta como precandidato en las PASO para competir contra Massa en un espacio al que llamaron UNA (Unidos por una Nueva Argentina), y aprovechó también él muy ventajosamente las cámaras durante la celebración del triunfo de su elegido, quien fue secretario de Comercio e Industria de Cavallo durante el menemismo. Ni lerdo ni perezoso, De la Sota apuntó directamente a Macri, al que tildó de «mal líder político y mal gobernante», ya que perdió en Córdoba, abundó, y «tiene por delante un balotaje muy complicado» en la Capital Federal.
Lo que tanto De la Sota como Massa se encargaron de manifestar es la irritación contra una estrategia que, confiados en el supuesto viento de cola que acompañaba a Macri hasta no hace mucho, los dejó afuera de unas PASO de las que podría haber salido el Capriles salvador de la derecha vernácula. Y ahora le gritan en la cara que el nuevo escenario planteado por la decisión del PFV de nombrar como candidatos presidenciales al gobernador bonaerense Daniel Scioli con el actual secretario de la presidencia Carlos Zannini –una fórmula que acarrea en la práctica el perfil moderado y de previsibilidad que el voto independiente reclama al oficialismo nacional con el núcleo duro de las transformaciones logradas en estos 12 años– les hace dudar de sus posibilidades de destronar al kirchnerismo. Sucede que si bien el gobierno de Córdoba fue en esta década un territorio bastante hostil a la Casa Rosada, no es menos cierto que Cristina ganó en 2011 después de que perdiera su candidato provincial. Lo mismo ocurrió en la ciudad de Buenos Aires. De allí la preocupación de los sectores opositores, que reparan en que el presidente de Aerolíneas Argentinas salió tercero y quedó bastante alejado del resultado que cuatro años antes obtuvo en el mismo distrito Daniel Filmus. Pero saben que luego de las PASO porteñas fue el candidato que más creció y partiendo no solo desde el desconocimiento público sino también desde la animosidad por su gestión en la aerolínea de bandera y por su adscripción a La Cámpora. En este contexto, puede decirse que lo suyo fue un éxito y una importante apuesta al futuro en una ciudad que ni siquiera en el mayor auge del peronismo le fue afín. Salvo que se cuente aquel triunfo pasajero de un candidato menemista, Erman González, en los 90.
Fórmula en campaña
En La Rioja el triunfo del delfín del gobernador Luis Beder Herrera, Sergio Casas, fue también importante: 57,6%, sobre el candidato de la «triple alianza», Julio Martínez, con algo más del 39%. A favor del opositor habrá que anotar que es la segunda vez que se presentaba y que en la anterior sumó menos de 20% de los votos.
Hacia allí fueron Scioli, Zannini, Aníbal Fernández y Eduardo Wado de Pedro. Algunos medios cuestionaron que los popes kirchneristas hubiesen ido a festejar a La Rioja, donde Casas no llegó a los 150.000 votos cuando en CABA Recalde había logrado cerca de 400.000. Pero se sabe cómo es la alquimia electoral: el porteño era tercero en la discordia y quedaba afuera de la discusión en la segunda vuelta. El oficialismo venía de ocupar el tercer lugar en Córdoba y en Santa Fe y de ser relegado en Mendoza, tres lugares clave quizá no tanto para determinar el voto a la presidencia, aunque sí al menos para servir de aliento y publicidad a la oposición más acérrima. Por supuesto, no computa a pérdida que en Tierra del Fuego la candidata Rosana Bertone se haya alzado con una victoria peleada pero determinante en el balotaje dos semanas antes, uno de los escasos cambios de mano en los comicios provinciales hasta ahora.
En cuanto a La Pampa, conviene hacer una pequeña digresión. Esta provincia, gobernada por el peronismo desde 1983, tiene una ley electoral que obligaba a realizar internas antes de que se aprobaran las PASO a nivel nacional. La oposición eligió «a dedo» a quienes los representarán en las provinciales, de modo que el único partido que dirimió diferencias fue el peronismo. No hubo acuerdo para ir con una propuesta unificada y se impuso la lista Peronismo Pampeano, del exgobernador Carlos Verna, con el 58,14% de los votos, contra el 41,86% de Fabián Bruna por Compromiso Peronista, el sector kirchnerista.
Scioli, muy activo desde que fue ungido único presidenciable por el FPV, saludó efusivamente el triunfo de Verna y lo anotó como tropa propia, algo razonable porque se sabe que es un electorado «amigo». Lo mismo hizo con Schiaretti que, bueno es recordar, ya fue gobernador entre 2007 y 2011, en esta suerte de cambio de roles que mantiene con De la Sota. No tuvo entonces un mal diálogo con Cristina Fernández, a diferencia de su líder partidario, que trató siempre de diferenciarse y en eso basa su oferta para las PASO. Mucho menos, se descuenta, lo tendría Schiaretti con Scioli en la Rosada. Mientras tanto el exmotonauta sigue sumando a independientes y remisos para su proyecto de llegar al sillón de Rivadavia.


Revista Acción
Julio 15 de 2015


viernes

Grecia, la historia continúa



Son muchos los que comparan al primer ministro Alexis Tsipras con el ex presidente Fernando de la Rúa. Por haber cedido a todas las imposiciones de los organismos financieros internacionales y a los caprichos del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. Pero los integrantes de Syriza, la coalición de centroizquierda que ayudó a crear, lo ven más cercano a Carlos Menem, que llegó al gobierno con promesas de revolución productiva y terminó convertido en una "paloma de iglesia", porque –hablando con cierta elegancia- les enchastró la ropa a los fieles.
Probablemente los 39 miembros de Syriza que rechazan el nuevo paquete de ajustes que logró aprobar el miércoles Tsipras sean la versión helena del Grupo de los Ocho, por los diputados peronistas que nunca aceptaron las privatizaciones, integrado por el recordado Germán Abdala, Carlos Chacho Álvarez, Juan Pablo Cafiero y Darío Alessandro entre otros. Conviene recordar que, a nivel nacional, lo de esos legisladores fue un gesto de dignidad que sin embargo no impidió el remate el patrimonio público. El planteo de los rebeldes griegos va por ese camino. Con el ex titular de Finanzas, Yanis Varoufakis, a la cabeza de las protestas, porque estuvo en la línea de fuego en las conversaciones con los durísimos negociadores de la troika y pudo contarles las costillas a cada uno.
Esta praxis acelerada para un académico de fuste como Varoufakis, lo llevó a sostener que el ala recontradura del Eurogrupo, capitaneado por su archienemigo Schäuble, logró un triunfo a lo Pirro, por el general cartaginés que luego de una batalla ganada al costo de la vida de más de 4000 de sus hombres, exclamó: "Otra victoria como esta y estoy perdido."
Más allá de los análisis que puedan hacerse sobre las razones de Tsipras para aceptar ese feroz ajuste y de someterse a la humillación de hacerlo votar luego de ganar el referéndum donde pedía lo contrario, el bloque proalemán venció, pero no convenció, parafraseando el discurso de Miguel de Unamuno a un general franquista. Y ese éxito pasajero tiene destino de derrota futura para el proyecto europeísta. Logró apoyos para "pegarle al caído" pero enfrentado a socios como Francia e Italia, que pretenden morigerar los efectos de la crisis griega.
También el FMI mostró su distanciamiento del bloque germano, al insistir en que el plan que le obligan a cumplir a Atenas es inviable a menos que haya una quita al monto de la deuda. Lo mismo desliza ahora el director del Banco Central Europeo, una de las patas de la troika, Mario Draghi. Como toda respuesta, la canciller Angela Merkel secundó a su inefable ministro y dice que no ve con malos ojos alejar a Grecia, aunque sea temporalmente, del euro.
El Grexit es la solución que quiso evitar Tsipras, porque teme el costo político y social de implementar un bono – emulando los vernáculos patacones, o un pagaré como le recomendó Varoufakis - para que la economía funcione a pesar del euro. En este caso, el ejemplo que suele ponerse es el de Ecuador, que adoptó al dólar como moneda de circulación interna en el año 2000. Desde la llegada de Rafael Correa, académico también él, se especula con que su gobierno vuelva a tener una divisa local. Sin embargo el mandatario, que pateó el hormiguero en todos los rincones de la política ecuatoriana, sigue considerando como un riesgo muy fuerte para la sociedad salirse del dólar.
La moneda común europea surgió en enero de 1999, poco antes que la dolarización ecuatoriana y para la misma época en que el creador de la convertibilidad argentina, Domingo Cavallo, era asesor del gobierno de Abdalá Bucaram. Nació en medio de convulsiones en los mercados mundiales. Eran los tiempos del efecto Caipirinha en Brasil, del Vodka en Rusia, una ola que había comenzado en 1997 en Corea y Tailandia.
Con los años, esa romántica posibilidad de unificación europea pensada como colofón a siglos de guerras, se convirtió en un corset que aprieta a los países menos competitivos del sur del continente y atosiga a Francia e Italia, las dos naciones más industrializadas de la zona luego de Alemania.
Muchos comentarios circularon en estos días sobre la explícita humillación con que Berlín somete a Grecia. Un poco en castigo al gobierno de Tsipras porque desafió al Eurogrupo con un referéndum sobre nuevos ajustes. Y otro poco porque pretende disciplinar a los ciudadanos de otros distritos que pretendan salidas democráticas como la que intentó Atenas. Apuntan a Syriza para pegarle a Podemos en España.
El propio Varoufakis se encargó de aclarar cómo son las cosas. Dijo que en sus cinco meses de gestión conoció qué es el poder. Que cada vez que le explicaba a Wolfgang Schäuble las consecuencias de los recortes que pedía, el alemán le decía que si, que era cierto, pero que lo iban a tener que hacer igual, les gustara o no.
El germano, además, dijo que los planes económicos habían sido aprobados por anteriores gobiernos y que no podían cambiar las reglas cada vez que hay elecciones en alguno de los 19 países.
-Si es así entonces quizás tendríamos que dejar de tener elecciones- le comentó irónicamente el economista.
-Sí, esa sería una buena idea, pero muy dificultosa de poner en práctica, así que firme sobre la línea punteada o salgase del euro- dice Varoufakis que le insinuó Schäuble.
Si de nada vale una elección en los temas que pesan, y si los gobiernos apenas son administradores de lo ya establecido, poco queda del sentido profundo de la democracia. Mucho menos sentido tiene que Tsipras piense que a pesar de haberlo entregado todo aún le queda un resquicio por donde poder hacer algo fuera del libreto.
Un proceso de integración regional como el europeo tuvo como objetivo la construcción de un estado supranacional. Era federal, la suma de sus partes. La foto de hoy muestra a los alemanes saliéndose con la suya luego de dos terribles guerras perdidas, empeñados en la construcción de un supraestado unitario que pretende sojuzgar a todos los países de la Eurozona a través del control de la moneda, un fluido vital en toda sociedad capitalista.
Es lo que marcan los críticos del brutal castigo a Syriza. Que un verdadero federalismo no puede tener como solución que uno de sus miembros sufra la expulsión, aunque sea temporal. Como en aquellos juegos infantiles en los que, curiosamente, los que perdían tenían que ir "al Berlín".
Vaya un ejemplo de la época del menemismo. Funcionarios del ministerio de Economía de aquellos años comentaban que uno de los problemas de la convertibilidad era que algunas provincias no eran "viables". Esto es, que no tenían economías adecuadas para funcionar con eficiencia en un esquema de paridad con el dólar. Anotaban en esta lista a Catamarca, Formosa, el Chaco y La Rioja, entre otras. Este mismo concepto se escucha de economistas ortodoxos en relación con Grecia. Por eso la quieren echar del euro. Pero hablando sensatamente, la posibilidad de que con semejantes recortes pueda tener superávit presupuestario para algún día pagar su deuda es prácticamente nula.
Una pregunta clave si se habla de federalismo y de integración: ¿Cómo soluciona un país solidario los problemas en alguno de sus distritos? En Argentina hay una ley de coparticipación federal mediante la cual las provincias más productivas, como Buenos Aires, aportan para un pozo común que distribuye de acuerdo a un esquema de fomento a las otras. En Estados Unidos sucede algo similar. A ningún ocupante de la Casa Blanca se le ocurriría expulsar del dólar a un estado con déficit. Pueden quebrar y refinanciar sus deudas pero no quedar afuera de la Unión. Es como si en 1861 hubieran aceptado la secesión de los estados del sur. Hubieran evitado la guerra civil, pero tendrían la mitad del territorio.

Merkel y Schäuble ganaron a lo Pirro, ya se dijo. Por ahora Tsipras recibe los cascotazos y luce una imagen desgajada. Pero quién sabe cómo será el próximo capítulo de esta novela. Quien crea que la historia llegó a su fin, no tiene la menor idea del devenir.

Tiempo Argentino
Julio 17 de 2015

Ilustró Sócrates