martes

Buena Vista para los emergentes

Keith Fitz-Gerald no puede considerarse un novato en el manejo de dinero. Como Jefe de Inversiones de Money Morning, tal vez el sitio más importante de noticias sobre mercados globales, lleva años dando consejos a pequeños y medianos inversores sobre nichos donde sacar mejor tajada de algún excedente de capital que queme en los bolsillos. Tampoco Mark Mobius es un imberbe en cuestiones de sacarle el jugo a fondos de inversión. En su último envío, el martes pasado, Fitz-Gerald se pregunta “¿Por qué Mark Mobius apuesta millones a estos acrónimos?”, y pasa a explicar que Joseph Mark Mobius –un hombre apacible que ya pasó los 75 años y lleva más de 40 como gestor de fondos y uno de los líderes en su metier– apuesta a las economías emergentes.
El secreto de Mobius es poner las fichas a las siglas que los analistas económicos están inventando. Desde el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) que en 2003 bautizó Jim O’Neill, de Goldman Sachs, hasta uno de los últimos, TIMBIS (Turquía, India, México, Brasil e Indonesia).
Es curiosa la proliferación de acrónimos para facilitar la memorización de especuladores que muy probablemente no sepan la diferencia entre Eslovenia y Eslovaquia. Como esos alumnos de secundaria que aprenden el coseno de un triángulo rectángulo con ese tipo de recursos, los gurúes de centros de estudios y think tanks internacionales se devanan los sesos para encontrar el modo de englobar a naciones unidas por un destino que consideran común. Como hicieron con los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) que mantienen en vilo al euro, lo mismo intentan con un puñado de naciones que a pesar de la crisis, o precisamente por ella, están creciendo más que los países centrales y prometen ser las potencias de las próximas décadas.
En un artículo publicado el domingo pasado en el diario Perfil se nombran algunos de estos juegos de iniciales. A los BRIC (BRICS cuando se le suma Sudáfrica, o incluso BRICMS si además se le agrega México) incorporaron los CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía, y Sudáfrica). Otro bloque, MAVINS, está integrado por México, Australia, Vietnam, Indonesia, Nigeria y Sudáfrica, mientras que los EAGLEs (águilas, son Emerging and Growth Leading Economies, o sea, economías emergentes que lideran el crecimiento global). Según los analistas del banco BBVA, son China, India, Rusia, Brasil, México, Corea del Sur, Indonesia, Egipto, Taiwán y Turquía.
CEMENT, resalta la nota de Perfil, son los Países de Economías Emergentes Excluidos de la Nueva Terminología (Countries in Emerging Markets Excluded by New Terminology, en inglés). Una humorada de un investigador de Ashmore Investment Management para los BRICS (ladrillos), que necesitan indefectiblemente del cemento para una construcción.
El final de la nota resume la idea de que “en ninguna de estas siglas aparece la Argentina”. Algo que ya adelantaba el título: “Grupos de países emergentes, exclusivos clubes a los que la Argentina no ingresa”, porque, destaca la bajada, “la economía argentina es considerada fronteriza, sin liderazgo mundial”.
Es cierto que en las siglas que destaca el bisemanario de Fontevechia no figura Argentina. Pero es porque no se tomaron el trabajo de incluir a otro en el que sí reparan los inversores: VISTA. Que incluye a Vietnam, Indonesia, Sudáfrica, Turquía y Argentina. Algo que sí hicieron Mobius y el estratega de Money Morning. Eric Dutram, analista en “ETF Database” (http://etfdb.com/), otro reducto para quienes quieren encontrar dónde invertir, también levantó la mirada y en un trabajo que tituló “Olviden a BRIC, miren a VISTA, naciones con mejores oportunidades”, reseña el por qué de la propuesta.
“Una de las mayores historias en el mundo de las inversiones en los últimos años fue el crecimiento de los mercados emergentes. Estas naciones (por VISTA) continúan creciendo a un ritmo impresionante y se encuentran en una posición mucho mejor desde una perspectiva fiscal que sus contrapartes de mercado desarrolladas”, indica Dutram.
Más adelante detalla que “el bloque de la VISTA es un grupo de nuevos mercados, no al mismo nivel de tamaño de India o China, pero que van a crecer rápidamente en los próximos años”. Y abunda en que “estas naciones tienen una creciente fuerza de trabajo joven, estabilidad política y aumento de los niveles de consumo”.
Fitz- Gerald dice a su turno que “por primera vez en la historia moderna, los mercados emergentes ya no son completamente dependientes de las economías occidentales ni de su demanda. A riesgo de sonar como un disco roto, esto les da una gama sin precedentes de opciones independientes de la ciénaga política, financiera y económica en que se han convertido los mercados desarrollados.”
Y agrega algo más interesante: “Esta no es la clase de cosas que se pueden encontrar en los medios de comunicación masivos, pero cada una de esas naciones están avanzando más rápido de lo que casi todo el mundo espera.”
Hace un par de meses, en un artículo publicado por NTT Communications (de la compañía de comunicaciones Nippon Telegraph and Telephone Corporation, www.ntt.com) se reporteaba al economista japonés que trabajó en el equipo del BRICs Research Institute, que descubrió el potencial de VISTA. La nota se tituló “Quien controla a los mercados emergentes controla el mundo”.
Takashi Kadokura cuenta que esas naciones a las que hizo pertenecer a la Argentina mostraron “desde el 2000 un crecimiento rápido y ahora están atrayendo la atención de todo el mundo como mercados emergentes”. Kadokura tiene como objetivo encontrar salidas al estancamiento nipón, mira para este lado del planeta y descubre que nuestro país, por ejemplo, ofrece productos de la tierra y necesita tecnología, algo que Japón puede ofrecer con beneficio.
Hace 25 años, el gobierno de Raúl Alfonsín intentó el camino inverso y convocó a un especialista de fuste como el japonés Saburo Okita para que colaborara en la búsqueda de opciones para reactivar la economía argentina. El Informe Okita puso énfasis en la competitividad de la industria, en la expansión de las exportaciones y en incrementar el rol del Estado como orientador del desarrollo. Todo lo contrario de lo que se hizo entre 1989 y 2003.
Ahora, 25 años más tarde, Kadokura redescubre el potencial de Argentina y considera que a corto plazo los países del VISTA pueden estar afectados por la recesión global “pero de mediano a largo plazo, son zonas importantes y cruciales”, y reclama que las autoridades japonesas se acerquen a estas costas lo antes posible.
“Argentina es un país que tendrá un papel importante (en el futuro). Junto con Brasil, con el Mercosur de fondo, se espera tenga (aún) más crecimiento. Para el gobierno japonés, un gran tema para abordar es el de crear una buena relación con estos dos países sudamericanos.”
Ya en 2007, Paresh Upadhyaya, director Global de Putnam Investments, otra agencia de inversiones, de Boston, sostenía que “VISTA es un acrónimo muy pegadizo y muy bien puede significar que estamos empezando a entrar en una segunda ola (de potencialidades) en este grupo de países pequeños de mercados emergentes”.
Más allá de si Argentina necesita de este tipo de inversiones especulativas y de si estas naciones tienen algo que ver entre sí, lo cierto es que desde hace tiempo es tomada en cuenta en un bloque de países emergentes. Sólo hay que levantar un poco la VISTA y sacarse las anteojeras para percibirlo.

Tiempo Argentino
Diciembre 25 de 2011

sábado

Delitos menores

Jacques Chirac tiene 79 años y, según informes periciales presentados por sus defensores, padece “severos problemas de memoria” y comete “importantes errores de juicio y razonamiento”. Razón suficiente para que la justicia francesa –que lo encontró culpable de una serie de delitos que se traducen en malversación de fondos públicos para financiar a militantes de su partido– no lo mande a prisión.
El tema de los ñoquis, que no es otra cosa, en términos rioplatenses, el acto de corrupción que se le achaca al conservador Chirac, ameritó en Francia un debate que se zanjó blanqueando la forma de financiar la política mediante aportes estatales. Hasta entonces, era práctica común recurrir a subterfugios presupuestarios para que el puntero político tuviera un ingreso que le permita vivir mientras se dedica a la militancia. De otro modo, la política se convierte en un lujo para millonarios que se ganan el sustento por otros medios, alegan los defensores de estas prácticas. Alguno de los ministros de los que Dilma Rousseff tuvo que desprenderse está acusado de haber desviado fondos para financiar a partidos aliados del gobernante PT.
El caso de Chirac, de todas maneras, se convirtió en un fallo emblemático que seguramente manchará su legado histórico y sobre todo a la dirigencia francesa, poco acostumbrada a pasar por los tribunales, desde el sonado caso del colaboracionista Henri-Phillipe Petain, condenado al fin de la guerra por traición a la patria.
Los abogados de Chirac no pudieron salvarlo del oprobio, pero demoraron la condena bastante, ya que la denuncia inicial había sido radicada en 1992. Y eso que hasta los fiscales terminaron por aceptar el criterio de que ya había pasado suficiente tiempo para llevar al ex mandatario al estrado. “Si lo condenan estarán diciendo que Francia estuvo dirigida durante 12 años por un oscuro cajero inescrupuloso”, chicaneó el abogado Georges Kiejman a los jueces. Pero de todas maneras Chirac la sacó barata.
La corona española, mientras tanto, padece su propio escandalete, tras la explosión del caso Urdangarin, el yerno del rey Juan Carlos, implicado en una trama para desviar fondos de dos comunidades españolas, aunque no para militantes sino para su propio bolsillo. Iñaki Urdangarin, esposo de la princesa Cristina, fue estrella del handball profesional, bronce olímpico en Atlanta 1996 y Sydney 2000, y ahora duque consorte de Palma de Mallorca.
Fue separado de los actos oficiales de la familia real el martes, cuando el caso atronaba los medios de información, ante una sociedad española especialmente erizada por una crisis económica que elevó a niveles insostenibles el índice de desocupación e implica reducciones presupuestarias y ajustes en todos los estamentos.
Primero se dijo que la maniobra de Urdangarin, que conseguía aportes del Ayuntamiento de Valencia y del gobierno de las Islas Baleares a través de Instituto Nóos, entidad sin fines de lucro que presidió entre 2004 y 2006, había desviado 5,8 millones de euros. Pero ayer trascendió que la suma podría ser mayor a 17 millones. Y que la participación de la infanta Cristina no fue la de simple esposa que ignora las actividades de su marido corrupto, sino que la consultora inmobiliaria Aizoon, pertenece en un 50% al ex deportista y la otra mitad a su real esposa. Y que desde allí también se llegaron a emitir facturas falsas para disfrazar el giro de millones del erario público al paraíso fiscal de Belice.
Como consecuencia del affaire, además de apartar el yerno díscolo de la foto familiar, Juan Carlos de Borbón decidió blanquear los gastos de la monarquía a través de la página web real.
En la península, al mismo tiempo, se ventila el caso Gürtel, una trama urdida por el empresario Francisco Correa (Gürtel en alemán) por la cual obtenían fondos estatales derivados luego a negocios privados. Que se acrecentaban esquivando prohibiciones edilicias para erigir emprendimientos inmobiliarios. A cambio, aparece un ex presidente de la comunidad valenciana, Francisco Camps, del PP, acusado –y con pruebas bastante contundentes, de haber comprado trajes de unos 12 mil euros pagados generosamente por la organización de Correa. El abogado del Camps llegó a justificar los regalos en que su defendido era bastante “racanillo” (pijotero) para comprase algo de calidad por sí mismo.
El presidente alemán, Christian Wulff, también está en el candelero desde que se conoció su políticamente incómoda relación con el empresario Egon Geerkens. Según parece, Geerkens le había prestado 500 mil euros al mandatario cuando era gobernante de Baja Sajonia. Al asumir la presidencia, Wulff “olvidó” mencionar ese detalle, lo que lo pone en la mira de los ciudadanos que buscan relaciones más cristalinas en el poder. El empresario salió en defensa del demócrata-cristiano y explicó que el dinero era para la compra de una nueva vivienda, sin ponerse colorado: “Todo el mundo sabe que los divorcios son caros, y Christian necesitaba rearmar su vida.”
Casos que bordean lo insólito se producen en todas partes, por lo que se ve. Como le pasó al presidente de los Estados Unidos, que por poco no termina enchastrado por el que fuera gobernador de Illinois, Rod Blagojevich, condenado hace unos meses por haber intentado “subastar” al mejor postor la banca que dejaba vacante Barack Obama en el Senado cuando asumió la presidencia, en 2009.
Si bien se trata de corrupción, es de un tipo bien diferente la que se revela en el informe dado a conocer en Holanda, donde se muestra que unos 800 religiosos de la Iglesia Católica de ese país habrían cometido entre 10 mil y 20 mil abusos sexuales a menores internados en colegios, orfanatos y seminarios.
Al igual que la enorme mayoría de aquellos niños holandeses, Miguel Montes Neiro también tiene un origen pobre. Y la suerte lo acompañó poco en su vida. Cayó por primera vez preso en 1966, a los 16, pero se desbarrancó definitivamente diez años más tarde, estando en el servicio militar de aquella España que salía de la feroz dictadura franquista e intentaba la vida en democracia con el recién coronado Juan Carlos de Borbón.
Montes Neiro fue acusado del robo de un fusil, que luego apareció. Irritado, arrojó el uniforme en un rincón y decidió desertar. Capturado al poco tiempo, entró en prisión en octubre de 1976, y desde entonces fue acumulando días tras las rejas y delitos sobre delitos (robo, fraude, hurto, evasión, medio Código Civil, en fin). Aunque nunca hizo correr sangre ni utilizó violencia, por esas cuestiones leguleyas que sólo se aplican a los que no pueden pagar bufetes más renombrados, se le sumaron todas las sentencias.
Montes Neiro es el decano de los presos españoles: lleva 16.822 días en prisión, y los pocos momentos de libertad fueron esos 1400 días que sumó al cabo de cinco escapes y un par de veces que consiguió una condicional, hasta que se le cruzaron unas joyas ajenas en el camino. Pudiendo haber salido en 1998, debería quedarse hasta 2021 tras las rejas. Ahora el gobierno socialista lo indultó y podrá volver con su familia.
Si es que en medio no se encuentra con alguna encrucijada de esas que los encumbrados no suelen padecer.

Tiempo Argentino
Diciembre 17 de 2011

Las islas y el continente

Los ingleses siempre se salen con la suya, como bien sabemos los argentinos, que no logramos sentar a sus representantes en la mesa de negociaciones por Malvinas a pesar de los reclamos en Naciones Unidas.
El primer ministro David Cameron ya había avisado que no pensaba firmar ningún acuerdo paneuropeo que implicara poner en riesgo a la principal joya de la corona británica: Londres, que comparte con Wall Street el privilegio de ser las dos mayores plazas financieras internacionales. La cocina donde se adoban los negociados especulativos más importantes del planeta.
Por más que la canciller alemana Angela Merkel diga que el acuerdo alcanzado en Bruselas la deja satisfecha y que el francés Nicolas Sarkozy sostenga que el documento de consenso recoge las exigencias planteadas en la previa por ambas naciones, la tercera economía más grande del continente fuera del acuerdo debilita bastante la propuesta de rigidez presupuestaria y la señal que se quería dar a los mercados ante la crisis, con lo que el Reino Unido se aísla del resto de la comunidad. No por nada el poeta Novalis dijo que cada inglés es una isla.
En una conferencia de prensa al amanecer tras un día agitado, el primer ministro insistió en que había hecho lo correcto para Gran Bretaña. De vuelta a su país, encontró una mayoría de adhesiones a su decisión. De acuerdo con sondeos del grupo conservativehome.com, el 76% de casi 2000 encuestados piensa que la cumbre fue una oportunidad histórica de establecer nuevas relaciones con el continente y el 57% apoyó que no se firmase ningún acuerdo para rescatar al euro. Más aun, opinan que lo mejor sería favorecer la ruptura de la moneda única. Lo que podría preocupar a la coalición gobernante es que el 84% declaró su interés en que se haga un referéndum para reformar el Tratado de Lisboa que incluya cambios sustanciales en la relación entre los distintos países de la región. Algo que, como ya se vio con la tímida intentona del premier griego, no entra en los cánones de la actual dirigencia europea.
Las voces favorables al conservador provinieron en primer lugar de su aliado liberal-demócrata, Nicholas Clegg. “Las demandas de salvaguardas que hizo el Reino Unido eran modestas y razonables. Lo que queríamos era asegurar que se mantenía un terreno de juego justo en los servicios financieros y el mercado único en su conjunto, lo que hubiera permitido tomar medidas de regulación de su sistema bancario más duras aún”, argumentó el viceprimer ministro.
Pero los más entusiastas del veto cameronista fueron los llamados euroescépticos. Un diputado conservador, por ejemplo, pidió mostrar un “espíritu bulldog” y directamente romper con la Unión Europea. Para Douglas Carswell, “Gran Bretaña se dirige ahora hacia una relación de tipo suizo con la zona euro.” Es decir, una neutralidad aséptica.
Desde el otro rincón, los hermanos Milliband, que se disputan con fiereza el control del Partido Liberal, no fueron tibios en la crítica. “El Reino Unido saltó a un bote con Hungría (que pidió plazo para firmar el acuerdo) al lado de un superpetrolero de 25 naciones”, ironizó David, ministro de Relaciones Exteriores de Gordon Brown. “La actuación de Cameron refleja debilidad”, señaló Ed, actual líder laborista. “¿Por qué no construyó alianzas antes de la cumbre?”
El senador lib-dem Lord Oakeshott, en tanto, acusó a Cameron de socavar la influencia de Gran Bretaña en Europa y poner los intereses de la city financiera por encima de la economía en general. “Es un día negro para nosotros. Ahora quedamos en la sala de espera mientras los demás toman las decisiones fundamentales en otro lado”, dijo.
Más allá de estas divergencias internas, hay que reconocer que por algo el ex presidente francés Charles De Gaulle desconfiaba de los anglos, como despectivamente solía llamar a británicos y estadounidenses. Y por algo también, mientras fue gobierno, se negó a que Gran Bretaña ingresara en el entonces Mercado Común Europeo, en un tiempo en que el viejo general también había retirado sus tropas de la OTAN. Porque De Gaulle, con perspicacia, veía a los británicos como lo que nunca dejaron de ser: aliados, socios irrefutables de Washington en sus apetencias imperiales.
Detalles también al margen, recién cuando De Gaulle dejó el poder, a pocos meses del emblemático Mayo Francés de 1968, el Reino Unido pudo entrar en la comunidad de naciones europeas, que todavía integraban seis miembros. El ingreso formal se produciría en 1973.
Pero siempre franceses y alemanes se mostraron desconfiados de los dirigentes de las islas, que dieron otra muestra de aislacionismo cuando se negaron a abandonar su moneda histórica, la libra esterlina, al nacer el euro. Podrían sintetizarse los argumentos de entonces en que “todavía lo tenemos que pensar, no están dadas las condiciones, el país no está preparado”. Y cada tanto suelen hacer un test para determinar la conveniencia de adherir a la moneda común. Que hasta ahora siempre dio negativo.
El rechazo a cambiar el Tratado de Lisboa tiene mucho que ver con un repudio al nuevo liderazgo de París y Berlín, el plan Merkozy, como sarcásticamente se lo llama. Una coalición en la que los ingleses tienen mucho más que perder en las actuales condiciones, ya que los ajustes presupuestarios también están en la agenda de Cameron. Sin embargo, con una moneda propia y manteniendo las actuales reglas, los conservadores quizás esperen que la city, en lugar de responderles con el bolsillo, lo haga con el corazón, una esperanza que en la historia del capitalismo nunca se cumplió.
Pero quién sabe, también Londres tema que si se abre esa Carta Magna pocos días después de que los países latinoamericanos y del Caribe dieron su adhesión al reclamo argentino sobre las islas del Atlántico sur se elimine la cláusula que en Lisboa reconoció a las “Falkland” como territorio británico de ultramar. Y los tiempos no están para correr esos riesgos.

Tiempo Argentino
Diciembre 10 de 2011

Refundaciones

"Si Europa no cambia rápido, la historia del mundo se escribirá sin ella.” Frase premonitoria del presidente francés Nicolás Sarkozy el jueves, tres días antes del encuentro clave con la canciller alemana Angela Merkel. Franceses y alemanes están intentando diseñar un nuevo modelo para la Unión Europea al que, de alguna manera, quieren sumar a Gran Bretaña. El problema es que se proponen sostener a rajatabla su máxima creación, la moneda común, contra viento y marea.
Merkel abundó ayer ante el Parlamento de su país (Bundestag) en una línea que habla de unidad continental tanto como de refundación, palabra clave en estas circunstancias en que para salvar al euro, los dos países más poderosos pretenden reforzar el corset legal en torno de los balances fiscales y las cuentas públicas de los miembros del selecto club continental.
“Debemos dar pasos hacia la unidad fiscal, para expresar nuestra convicción de que sabemos que las políticas de nuestros países deben estar más coordinadas para tener una moneda común y estable”, deslizó Merkel. Pero luego fue más lejos en un aspecto si se quiere filosófico de la cuestión, que marca el momento que se vive en el Viejo Mundo. Porque tras rechazar de manera tajante los eurobonos y criticar duramente el manejo de las finanzas que llevaron adelante algunos gobiernos nacionales, dijo sin inmutarse: “La política falló durante años.”
Merkel fue todavía más clarita que Sarkozy sobre el planteo que piensa poner sobre la mesa en la reunión clave de los líderes europeos del próximo viernes: reforma de los tratados para lograr la unión fiscal del bloque y fijar límites más estrictos al endeudamiento en los países del euro. Pero se vio obligada a destacar específicamente que la propuesta de los alemanes intenta evitar una “división” entre los integrantes de la comunidad continental. Merkel sabe que todavía hay resquemores entre los socios principales. (Es bueno recordar que desde la unificación alemana, en 1871, este es el período más largo, 66 años, sin guerras entre ambos países). Y que las sospechas contra la voracidad germana se extienden a los más chicos.
Por eso la líder demócrata cristiana agregó que “ la línea alemana es clara pero no tiene nada que ver con miedo y ansias que se pueden sentir sobre el hecho de que Alemania quiera dominar. Esto es absurdo”. Como para tranquilizar espíritus, prometió “más disciplina, más solidaridad, más responsabilidad con las personas, un gobierno económico real. Esa es nuestra visión para el futuro de la Eurozona y la reforma futura de los tratados.”
Sugestivamente, uno de los mayores grupos industriales germanos, y un verdadero símbolo del capitalismo centroeuropeo, ThyssenKrupp, anunciaba el cierre del ejercicio 2010/2011 con graves pérdidas de 1783 millones de euros (2404 millones de dólares) que atribuyó a la situación en los Estados Unidos.
ThyssenKrupp nació casi con el euro, en 1999, como resultado de la fusión de los dos colosos siderúrgicos, Thyssen y Krupp. Los Krupp, viejos fabricantes de armas relacionados con todos los gobiernos alemanes, tuvieron protagonismo en todas las guerras europeas hasta 1945, y se diversificaron luego de la caída del nazismo.
Los Thyssen-Bornemisza muestran un derrotero similar, aunque aseguran que sólo uno de la familia apoyó a Hitler en 1939. María del Carmen Rosario Soledad Cervera y Fernández de la Guerra, baronesa viuda Thyssen-Bornemisza, tiene en España todo un historial de culebrones que no viene mucho al caso para la nota. Sólo es una excusa para articular con los datos de desocupados en ese territorio, que alcanzaron un nuevo récord de 4.420.462 millones en la última medición. La explosiva situación, que heredará el derechista Mariano Rajoy –un político que no tendrá empacho en darle las riendas de la economía a un tecnócrata– ya produjo un cambio de 180 grados en el tránsito de individuos en busca de mejores horizontes.
Según datos de la Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración hispana, en el tercer trimestre de 2011 el número de ecuatorianos, colombianos, peruanos, cubanos y argentinos, cinco de las principales nacionalidades de extranjeros residentes en España, se ha reducido ostensiblemente. De acuerdo con el relevamiento “Extranjeros residentes en España. Principales resultados”, hay 3234 ecuatorianos, 1751 colombianos y 1511 peruanos que decidieron volverse a su terruño en busca, curiosamente, de mejores horizontes.
De este lado del Atlántico, mientras tanto, los líderes de 33 países se juntaban en Caracas para dar la puntada final a la llamada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una organización llamada a constituirse en el principal foro de discusión y debate de todos los países del continente. Sin la participación de los Estados Unidos y Canadá. Como escribió el periodista estadounidense Jim Wyss en McClatchy Newspapers, “el hemisferio organizó una fiesta pero no todos están invitados”. Y precisamente los excluidos son los países que tradicionalmente se sostuvieron en el otro gran foro continental, la OEA, tildado con razón como simple vocero de la potencia dominante.
“Necesitamos algo nuevo, algo nuestro, y tenemos mucha esperanza en que este nuevo foro probablemente pueda remplazar incluso a la OEA”, idealizó el ecuatoriano Rafael Correa, poniendo un toque radical a esta creación que impulsa con tanto vigor el venezolano Hugo Chávez.
Esto de suplantar a la OEA, que seguramente está en la mente de muchos de los dirigentes que acudieron a la capital bolivariana, no fue dicho tan explícitamente, sin embargo. Pero figura como uno de los temores que arrastran los grupos más ligados a Washington en la América del sur del Río Bravo. Y si bien el secretario general de ese organismo, José Miguel Insulza, elogió la creación del nuevo grupo y expresó que la CELAC “seguramente se constituirá en un eficiente mecanismo de coordinación y concertación política regional”, el malestar en Washington es evidente.
“La idea de que es posible crear una organización simplemente para ser anti-norteamericano no es viable durante un período sostenido de tiempo”, declaró Dan Restrepo, asesor principal del presidente Barack Obama para América Latina, al cronista de McClatchy. Otros, como Dennis Jett, ex embajador de los EE UU en Perú y profesor en la Penn State University, fueron más prepotentes. “Esta organización probablemente va a durar el tiempo que Chávez esté dispuesto a financiar”, dijo Jett. “Y no estoy seguro de cuánto tiempo más puede hacer eso”, finalizó.
América Latina y el Caribe tuvieron un crecimiento económico de más del 5% en 2010, y los gobiernos, más allá de los enfoques ideológicos de cada uno, buscan fortalecer la integración y el comercio regional para fomentar las industrias locales y reducir las importaciones extracontinentales.
“En Caracas va a nacer un nuevo organismo. Esto es algo histórico en verdad”, dijo un Chávez bastante recuperado.” Hemos sido la periferia del mundo durante siglos, nos han impuesto lo que el norte le dio la gana de imponernos. Llegó la hora del sur, llegó la hora del nosotros”, enfatizó.
Llegó la hora de refundar Latinoamérica, en pocas palabras.

Tiempo Argentino
Diciembre 2 de 2011

Diez años pasan rápido

En la mira de los especuladores, Italia tuvo que pagar unas tasas de interés fuera del límite de lo razonable para colocar bonos por poco más de 12 mil millones de dólares. Duro estreno del gobierno tecnócrata de Mario Monti, quien hasta hace unos días era la promesa de consolidación de la esquiva realidad económica que dejó el inefable Silvio Berlusconi.
Para poner esta aseveración en números, Italia tuvo que pagar un promedio de 7,814% para conseguir 2000 millones de euros en bonos a dos años, casi el doble de los 4,628% que debió pagar en la anterior subasta, el 26 de octubre.
Por los otros 8000 millones de euros que emitió ayer, pagarán a seis meses el 6,504%, que también duplica una colocación anterior, de 3,535%. El rendimiento de los bonos italianos a diez años subió a 7,30%, una cifra que está por encima del margen de 7% que se considera el tope de sustentabilidad, en vista de lo que se vivió en los momentos previos a los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal. Estos números incluso podrían ser mayores si no fuera porque el Banco Central Europeo salió a comprar deuda italiana en el mercado secundario, según revela la agencia Bloomberg de fuentes reservadas.
Pero los mercados especulativos no solo afilan sus dientes sobre Italia. Portugal padece un nuevo embate sobre sus devaluados papeles y la prima de riesgo país trepó por encima de los 1000 puntos básicos (curiosamente muy similar a la que la Argentina de 2001 padecía hace una década). Las agencias de evaluación habían bajado la calificación de su deuda a cuasi basura, ahora las obligaciones lusitanas a diez años en el mercado secundario cotizan al 12,3% de interés. En el caso de los títulos portugueses a dos años, la prima pasó del 16,2%.
Por las obligaciones a cinco años, los inversores se plantaban en el 15,4%. También Bélgica apareció en el ojo de la tormenta, y los papeles belgas para el término de diez años superaban por primera vez los 350 puntos básicos (3,5%) sobre la deuda alemana.
El índice país en esos territorios es el diferencial por sobre lo que pagan los inversores por el bono alemán. Y precisamente estos títulos, medida de todas las cosas en el mundo económico financiero de la Europa de estos tiempos, están mostrando también señales de que ya no son el refugio que supieron ser hasta no hace mucho. Así, el Euro-Bund-Future –instrumento de referencia– cayó un 0,53%, hasta los 134,33 puntos, y el rendimiento a diez años volvió a subir hasta 2,235 %. Es más, el miércoles Berlín sólo pudo colocar el 62% de los papeles que sacó a oferta pública, lo que expresa para los analistas del Commerzbank el miedo de los inversores a la solidez que pueda mostrar la primera potencia europea cuando todos alrededor –incluido su principal socio, Francia– están en zona crítica.
El nivel de descrédito sobre la consistencia europea llevó a que el presidente de la Comisión Europea (CE), el portugués José Manuel Durão Barroso, volviera a lanzar un pedido desesperado a las naciones más poderosas del continente para que den muestras indubitables de que apoyarán al euro “sin reservas” en este momento “preocupante” para la Unión Europea. Desde Estoril, Durão Barroso consideró que el reto de la zona euro es ver si “hay la solidaridad necesaria para sustentar una moneda única”.
Por ahora, la solución que aceptarían los alemanes pasa por modificar el Tratado de Lisboa, el documento que oficia de Carta Magna para el bloque regional. No se sabe mucho de los detalles de lo que pretenden Nicolás Sarkozy y fundamentalmente Angela Merkel, pero todo indica que irá en la línea de las modificaciones que debieron aceptar españoles e italianos, que incluyeron una cláusula para que el desborde fiscal sea un delito de lesa constitución. En el caso de la UE, además del compromiso económico, cada país debería aceptar la intervención de los organismos supranacionales para comandar los barcos que caigan en avería financiera a “buen puerto”.
Habría que mencionar que no sólo el ataque especulativo se ensaña con los países del euro, ya que las agencias también devaluaron los bonos húngaros, ante la protesta del gobierno magyar, que desplegó buenas razones para considerarlo un ataque meramente especulativo: Hungría, en la UE pero con moneda propia, subió su nivel de endeudamiento hasta el 82% del PBI, similar al de Francia y Alemania, contra el 180 % de Grecia y el 120 % de Italia. Hay que señalar que, además, no se pueden dar el lujo de devaluar porque eso significaría abandonar el euro. O sea, Hungría no está peor, pero la califican peor.
Ante esta situación, algunos especialistas europeos ya hablan de que se está produciendo una verdadera fuga de capitales. Hacia América Latina, en forma de financiación de proyectos mineros o industriales. O en busca de menos riesgo bancario, aunque parezca extraño.
“América Latina es uno de los nuevos centros de poder en el mundo”, se encargó de registrar el ministro alemán del Exterior, Guido Westerwelle, durante una conferencia en una cumbre a la que asistieron representantes latinoamericanos. “Europa tiene que reformular su postura” sobre esa región del mundo, destacó el alemán.
“Una Europa en crisis y una América Latina emergente tienen buenos motivos para reenamorarse”, replicó la Secretaria General de la Unasur, María Emma Mejía. La diplomática colombiana, quien sucedió al ex presidente Néstor Kirchner al frente de la institución regional, abundó luego en detalles sobre los recursos que tiene la región.
“En una época de crisis como esta podemos decir que hoy somos parte de la solución y no parte del problema, como nos ocurría antes”, añadió Mejía, quien destacó además que América Latina vive un “renacimiento político, económico y cultural sin precedentes”.
Hace unos días, en un encuentro informal, el analista internacional Carlos Escudé recordaba con ironía el grave error que suelen cometer los evaluadores de riesgo internacionales. Porque, insitía, “durante el siglo XX cualquiera que apostó a mantener sus riquezas en Europa padeció una infinidad de crisis económicas pero básicamente lo perdió todo en dos cruentas guerras mundiales”. Cierto que América Latina es un territorio de paz sin conflictos entre los países y con una uniformidad destacable que permite que casi 600 millones de personas esparcidas en 21 millones de kilómetros cuadrados puedan hablar prácticamente un mismo idioma.
Pero, como recuerda elípticamente Emma Mejía, el continente siempre ha padecido en mayor medida las crisis europeas. Sin embargo, ahora, por alguna inédita alquimia, los países centrales no han podido trasladar sus desbarajustes y sufren las consecuencias de sus errores en carne propia.
La medida del riesgo es sobre bonos a una década. ¿Quién hubiera apostado a este presente de América Latina y principalmente de la Argentina hace diez años? ¿Quién se atrevería a apostar por el futuro de Europa hacia 2021?

Tiempo Argentino
Noviembre 26 de 2011

Jugada democrática

La última sorpresa griega fue el intento de referéndum anunciado por Georgios Papandreu que, ante las nada diplomáticas presiones de franceses y alemanes, tuvo que retirar de la escena. “Teníamos tres alternativas: la primera era catastrófica, convocar elecciones; la otra era el referéndum, y la tercera solución era lograr un consenso más amplio para sacar adelante el plan de salvamento”, explicó en una nerviosa jornada en que terminó por pedir un voto de confianza ante el revuelo de su anuncio. “El referéndum no era un fin en sí mismo. El fracaso a la hora de aprobar el rescate hubiera supuesto nuestra salida del euro. Pero si hay consenso no hace falta un referéndum”, se explayó.
Los aprietes del francés Nicolas Sarkozy y de la alemana Angela Merkel fueron feroces pero ponían sobre el tapete la cuestión de fondo que se dirime en la Eurozona. Las reglas de juego las dictan Francia y Alemania, mal que les pese a sus socios regionales. Y entre ellas no figura que uno de sus países miembros decida cortarse solo y decidir si un acuerdo como el alcanzado a los tirones para reducir la deuda a la mitad a cambio de ajustes brutales –y que compromete el futuro de un par de generaciones– debe ser o no sometido a la voluntad popular.
Porque ¿qué ocurriría de triunfar el rechazo, como se puede prever sin ser ducho en sondeos preelectorales? ¿Qué salida podría ofrecer Atenas que no fuera abandonar el euro y forzar una quita aún mayor o directamente ir a un default total? Esa posibilidad no cabe en los cálculos de los dirigentes paneuropeos, porque cualquier abandono sería un golpe mortal para la moneda común y seguramente la extremaunción para la economía continental.
Bueno es recordar ahora que la crisis se ensañó sobre todo en países que ya venían algo escorados en 2008 y que terminaron de darles la razón a los gurúes que, ante la primera señal de que el sistema financiero comenzaba a mostrar grietas, anotó con un acrónimo despiadado la inicial de las primeras posibles víctimas. Portugal, Italia (al principio era Irlanda), Grecia y España (Spain) da como resultado Pigs (cerdos, en inglés).
Así se sienten los ciudadanos de esas naciones, que reclaman soluciones a una situación que se traduce en la pérdida de beneficios sociales, baja de salarios, desocupación, inestabilidad y desesperación y que terminaron convertidos en espectadores de medidas que no aceptarían jamás por las buenas.
En el caso de Grecia, una decena de huelgas generales sirvieron para mostrar mucha fuerza pero poca efectividad práctica. En España, salvo el movimiento 15-M, que no se plantea opciones de política electoral, todo parece centrado en esperar el resultado de las elecciones del 20 de noviembre, con el prácticamente seguro triunfo del derechista Partido Popular, que cortará allá donde el Socialismo Obrero Español no se atrevió aun a hincar las tijeras. Que a esa altura ya no será tanto.
Italia ve tambalearse nuevamente al gobierno de Silvio Berlusconi. Pero a lo largo de su carrera política Il Cavaliere atravesó tantos trances en contra que para él no pasaría de ser otro embate contra su persona. Sólo que esta vez los planes de austeridad que le exige la Unión Europea no vienen solos sino que incluyen la instalación de un equipo de inspectores del FMI en territorio italiano para vigilar de cerca que se cumplan las promesas de reducir el presupuesto. Portugal, que en junio cambió gobierno, no por eso dejó de adecuarse al Diktat de Bruselas.
El embate final, sin embargo, es en la cuna de la democracia, el territorio donde el tercer Papandreu que llega a primer ministro (su abuelo lo fue en los ’60, su padre en los ’90), luchó por meses como gato entre la leña para darle largas al asunto y conseguir en tanto una quita del 50% en la deuda.
Hasta que anunció un referéndum que hizo temblar a Merkel y Sarkozy, y tiró un escalón más abajo todas las bolsas. Sucede que a la solución democrática no le fue muy bien para respaldar las decisiones del sistema de gobernanza común. Dinamarca y Suecia, por ejemplo, forman parte de la Unión Europea pero rechazaron en sendas consultas populares adherir a la moneda común, en 2002 y 2003. El año pasado, los islandeses también votaron en contra de los acuerdos de su gobierno para reparar las pérdidas sufridas por los bancos británicos y holandeses con el derrumbe de su sistema financiero de 2008.
Pero el antecedente más dramático se produjo en 2005, cuando se estaban dando las puntadas finales para la aprobación de la Constitución de la Unión Europea, el corpus legal que debía institucionalizar a la comunidad de naciones.
Algunos miembros de la UE aprobaron el texto en el Parlamento, pero otros decidieron someter la Constitución a una consulta popular, como para darle mayor entidad democrática. El problema fue que Holanda y Francia la rechazaron abrumadoramente. Para no arriesgarse a otro fracaso, la dirigencia comunitaria apostó a un documento que contuviera las mismas prerrogativas y características de una Ley de Leyes, pero sin el problemita de que pudiera ser denegado. Fue así que se elaboró el Tratado de Lisboa, finalmente aprobado por representantes de la población a través de cada uno de los congresos sin pasar por el veredicto de las urnas.
El Tratado de Lisboa fue firmado por los representantes de todos los miembros de la UE en diciembre de 2007 en la capital portuguesa. De la Constitución ya nadie habla fuera de las academias de estudio o los libros escolares.
Destino de olvido tendrá también el proyecto de referéndum de Papandreu. No así los acuerdos económicos que la UE obliga a cumplir sin la posibilidad de salirse del juego ni de debatir en un comicio.

Tiempo Argentino
Noviembre 5 de 2011

Caminos equivocados

Al principio, las palabras del presidente francés, Nicolas Sarkozy, fueron todo elogios para el acuerdo alcanzado luego de durísimas negociaciones que terminaron con una quita del 50% a la deuda griega, sumada a un incremento en el fondo financiero de equilibrio y una recapitalización a los bancos en riesgos en el continente.
“De no haberlo hecho, no sólo Europa, sino todo el mundo hubiera ido hacia la catástrofe”, dijo Sarkozy a un programa de la televisión gala en horario central. El mandatario afirmó luego que las naciones de la Eurozona ya pagaron “las consecuencias de esa crisis en los últimos meses”. Pero justificó el costo del rescate con una alegoría hogareña. La UE, aseguró, se ha visto ante un “problema moral: Europa es una familia (...) y si cuando un miembro tiene problemas se le deja caer, ¿qué mensaje se envía?”, se preguntó.
Pero a continuación descargó culpas hacia la dirigencia de principios de siglo, cuando el país helénico dejó de lado el drama e ingresó al mundo del euro. “Fue un error haber dejado entrar a Grecia, porque entró con cifras que eran falsas”, descargó el francés.
La jugosa entrevista también sacó a relucir el papel de las agencias de calificación en el proceso de aumento de la burbuja que terminó en una explosión en cadena en los países desarrollados que todavía no se sabe cuándo terminará. “El problema no son las agencias de calificaciones, sino nosotros, que gastamos demasiado”, añadió el inquilino del Elíseo.
Extraña defensa de las calificadoras, cuando desde hace meses los gobiernos europeos están despotricando contra esas instituciones que en las últimas décadas vienen cumpliendo un rol determinante en la circulación de inversiones alrededor del mundo.
Pero también en la profundización de las crisis, como curiosamente advertían en mayo de 2010 el propio Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel, cuando las principales de este selecto club de evaluadoras, Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch, descargaban su artillería contra la debilidad de la economía griega para hacerse cargo de sus deudas.
“La decisión de las agencias de rebajar la calificación de Grecia nos lleva a considerar el rol de esas consultoras en la transmisión de las crisis”, deploraron los líderes en una carta conjunta al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
No por casualidad estas agencias son las mismas que desde fines de septiembre vienen bajando regularmente las deudas estatales y de privados de España e Italia, los dos países que siguen en la lista de las naciones más comprometidas con el pago de la deuda y la posibilidad de caer en default.
No se necesitaba que Sarkozy lo dijera en la tevé francesa. Que Grecia estaba floja de papeles como para entrar en la zona euro se sabía desde hace tiempo. Al punto que en febrero de 2010 una investigación del diario estadounidense The New York Times había revelado que Atenas pudo birlar los estándares de la rígida disciplina económica de la Eurozona mediante un entramado de ingeniería financiera armado por los bancos de inversión Goldman Sachs y JP Morgan, con el beneplácito del gobierno del entonces primer ministro conservador Konstantin Karamanlis. Juntos elaboraron la estrategia para dibujar descaradamente los datos de la economía, cuestión de ocultar el monto de la deuda real.
Con la base de los números artificiales y el guiño cómplice y favorable de las calificadoras, los inversores de todo el mundo no dudaron en fondearse con los “ultraconvenientes” bonos helénicos. El diario explicaba entonces algunos de los subterfugios para esquivar los controles legales.
*Goldman Sachs –el banco de inversiones que tiene un porcentaje de acciones del Grupo Clarín en la Argentina– colocaba bonos de deuda griega y entregaba al gobierno contratos de derivados, para reducir el impacto de las fluctuaciones en el tipo de cambio.
*Atenas emitía además deuda en monedas distintas al euro, y se contrataban seguros con los bancos de inversión. Pero según el diario neoyorquino, el secreto del éxito de esta maniobra fue que alteraba artificialmente el tipo de cambio al que se firmaban los contratos, con lo que en la práctica recibía más dinero del que nominalmente figuraba como deuda emitida.
De este detalle nada dijo Sarkozy en la entrevista, y es extraño que no le haya llegado un brief de prensa en aquel momento. O pasa que tiene compromisos con Goldman Sachs que se lo impiden.
Porque es bueno recordar que en mayo pasado, Sarkozy tuvo una gravitación determinante para la elección del italiano Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo, la entidad que regula el flujo de moneda entre los miembros de la Eurozona, en remplazo del francés Jean-Claude Trichet. Draghi es “un hombre de calidad” para el puesto, alentó Sarkozy tras una reunión con Silvio Berlusconi.
El dato es que Draghi, un ortodoxo neoliberal, fue vicepresidente para Europa del Goldman Sachs ente enero de 2002 y enero de 2006. O sea que el primer mandatario galo apoyó a uno de los hombres que participaron desde su modesto lugar para construir ese enorme dibujo financiero que terminó por poner en riesgo la totalidad del sistema armado en torno de una moneda común y al que ahora criticó ante una millonaria audiencia.
Para el Nobel de Economía Paul Krugman, el problema del euro fue, no tanto el diseño de una moneda creada para cumplir los sueños hegemónicos de Alemania, como que incorporó a socios menores de un modo demasiado apresurado.
“La élite de la política europea debe cargar con la responsabilidad: ella empujó con firmeza hacia la moneda única, desatendiendo advertencias que señalaban que exactamente este tipo de cosas (la crisis) podían suceder”, escribió el galardonado economista.
La otra parte de los acuerdos que permitieron salvar la ropa en Grecia –por el momento– es que los otros países al borde del abismo, como España e Italia, profundicen sus recortes presupuestarios. Increíblemente, porque es la política que ya fracasó en Grecia desde que se publicara aquel informe del New York Times.
Y los resultados se encaminan hacia el mismo rumbo. España ya tiene una tasa récord de 5 millones de desocupados y no hay visos de que recupere en el corto plazo. En Italia, mientras tanto, la UE pidió concretar “los compromisos que ha asumido, y que lo haga siguiendo un calendario claro”. Entre esos compromisos, que las autoridades paneuropeas piden acelerar de una buena vez, hay una que con el argumento de que incrementarán la competitividad y liberalizarán la economía, obliga a una profunda reforma del mercado laboral que contenga “una nueva reglamentación de los despidos por motivos económicos en los contratos de empleo de tiempo indeterminado”. Esto es que, además de contemplar para un despido una “justa causa o un motivo justificado”, el nuevo estatuto deberá incorporar una cláusula que permite hacerlo por razones de índole económica.
El camino seguido por las élites europeas entonces es más de lo ya conocido en otras épocas de la Argentina: ajuste, flexibilización laboral, baja de la calificación de la deuda, default.
Lo increíble es que vuelvan a insistir en ese camino tan trillado como errado.

Tiempo Argentino
Octubre 29 de 2011

Los límites de la guerra

No sabemos cómo murió. Y hay que investigarlo”, se plantó el portavoz del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Naciones Unidas, Rupert Colville, después de que los funcionarios del área observaran por tevé esos últimos minutos en la vida del ex hombre fuerte de Libia, Muammar Khadafi. Colville añadió que todo les había resultado “muy intranquilizador”.
Amnistía Internacional también pidió una investigación seria e imparcial sobre la muerte del raïs, contrastando las imágenes que quedaron grabadas en los celulares de algunos de los milicianos que estuvieron en el refugio donde fue capturado Khadafi con la versión oficial que dieron las autoridades del Consejo Nacional de Transición, que se erigió en protagonista de los alzamientos contra el régimen de Trípoli.
Más allá de las certezas de que el coronel fue ejecutado sumariamente, quizás por algún exacerbado opositor, el que aparece como jefe del CNT, Mustafá Abdel Jalil, dio una lacónica explicación sobre el operativo en Sirte. “Hemos estado esperando este momento por mucho tiempo.”
Las últimas imágenes conocidas muestran el cuerpo sin vida de Khadafi, torso desnudo y ensangrentado, echado sobre un colchón en el piso del freezer de un centro comercial en Misurata. Se dijo que permanecerá allí hasta que inspectores de los organismos internacionales hagan su revisión y den el visto bueno –o eventualmente fustiguen– las acciones de los milicianos y de los nuevos jefes del gobierno provisorio.
Mientras tanto, desde todos los rincones del planeta, aparecen voces de beneplácito por la eliminación del hombre que gobernó durante 42 años en el país norafricano. Y otras que cuestionan severamente la política emprendida por la OTAN y los Estados Unidos de invadir países considerados enemigos y deshacerse de personajes molestos sin reparar en leyes y normativas internacionales en vigencia.
En los Estados Unidos se anotaron prolijamente esas divergencias. El que lo explica es Ben Feller, de la agencia Ap: “La doctrina del presidente Barack Obama para encarar a los enemigos de los Estados Unidos acaba de superar otra prueba con la muerte del dictador libio Muammar Khadafi y, para él, es otra convalidación de su política en materia de seguridad internacional.”
El mensaje para la sociedad sería que Washington, desde que está en el gobierno el primer presidente interétnico, puede hacer este tipo de operativos militares a un costo político, por lo que se está percibiendo, muy beneficioso. Lo que a esta altura conforma una doctrina, definida en términos de un “estilo Obama”, que consistiría lisa y llanamente en “despachar enemigos sin embarcar a los Estados Unidos en una guerra”. Cualquiera podría haberlo dicho más alto, pero no más claro. El vicepresidente Joe Biden fue todavía más preciso: “Es una receta más de cómo encarar al mundo a medida que avanzamos más allá de lo hecho anteriormente.”
Por esa razón, se especula, Obama se presentó triunfal en los jardines de la Casa Blanca para informar sobre la muerte de Khadafi, en un año donde ya se sacó de encima a Osama bin Laden y a otros dos líderes de Al Qaeda sin despeinarse.
En un sistema presidencialista tan acotado como el de los Estados Unidos, donde las relaciones exteriores son prácticamente el único ámbito en el que el Ejecutivo puede tomar decisiones sin encontrarse con la férrea oposición parlamentaria, estos son los únicos momentos de disfrute de Obama.
En coincidencia con el compañero de fórmula del demócrata, Aaron Miller, quien fuera asesor de política internacional de media docena de secretarios de Estado, subrayó la importancia si se quiere económica de la doctrina Obama, que implica una “inversión relativamente de bajo costo para los Estados Unidos”.
El habitualmente bien informado analista Leslie Gelb, del influyente Council on Foreign Relations (CFR), teme en cambio que a largo plazo esta estrategia repercuta en forma negativa sobre la continuidad del mandatario en 2012. “La gente va a empezar a debatir si debemos o no estar jugando este papel en la eliminación de los dictadores, y pronto se dará cuenta de que esta política está llena de contradicciones.” Como que por ejemplo, la dinastía saudita es también una dictadura “¿Vamos a entrar y ayudar a acabar con ellos?”, se pregunta insidiosamente Gelb.
“Yo diría la primera lección que aprendimos en Libia es que la OTAN funciona, que rápidamente podemos concretar una estrategia real y efectiva para apoyar, en este caso, las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, terció el comandante supremo aliado de las tropas de la organización atlántica en Libia, el almirante estadounidense James Stavridis, un personaje con un gran futuro dentro en el sistema de defensa de los Estados Unidos.
Más allá de críticas puntuales a la colaboración que recibió de algunos países que forman la OTAN, que no estuvieron de acuerdo con la intervención y por lo que desliza Stavridis lo hicieron notar, el marino –apasionado de Facebook y Twitter– destacó que “la OTAN tiene un papel que desempeñar en el mundo, ese tipo de papel para el bien, y creo que seguiremos haciéndolo”.
Pero la crisis económica no perdona y los mismos que adhieren a la política exterior de Obama, que incluso suena a más radical de lo que prometen los Tea Party, sospechan que a menos que cambien algunas variables en el bolsillo de los estadounidenses, el presidente se las verá difíciles para continuar en el Salon Oval por otro período.
Por lo pronto, a un día de la muerte de Khadafi, los republicanos le bloquearon la “primera pieza” en el andamiaje preparado para el plan de creación de empleo por casi medio billón de dólares anunciado hace unas semanas.
La cosa es así: como la oposición es reacia a darle la firma, los demócratas decidieron enviar el proyecto en partes. Ayer debía aprobarse un primer tramo de 35 mil millones para que los estados más castigados por la crisis contraten maestros, policías y bomberos que habían despedido meses atrás. Pero ni ese tramo pasó el veredicto del Capitolio.
El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, fue lapidario al explicar el rechazo: “El presidente quiere poner impuestos permanentes a unos 300 mil propietarios de negocios en los Estados Unidos para luego usar ese dinero en rescatar a ciudades y estados que no pueden pagar sus cuentas.”
En Europa, donde los mandatarios aplaudieron a manos rojas este desenlace en Libia, tampoco están mejor y las agencias calificadoras son las que cumplen el rol de los malos de la película. Ahora, la vieja y conocida Standard & Poor´s dijo que si todo se sigue desbarrancando, la deuda de Italia podría perder dos grados y la de Francia caería uno.
Pero además, franceses y alemanes muestran cada vez más abiertamente sus desacuerdos entre ellos y con el resto de los países de la Eurozona para encontrar una salida a la debacle generalizada.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, que esperaba recuperar protagonismo con su decidida participación en el operativo en Libia y el nacimiento de su hija con Carla Bruni, tampoco tiene mucho para mostrar ante un electorado que parece inclinarse cada vez más a votar un sucesor socialista.
En España, el país más castigado por la crisis después de Grecia, el oficialismo espera refrendar en las urnas alguna recuperación luego de que los separatistas de ETA anunciaran el fin de la lucha armada.
En la guerra y el amor, dicen, todo vale. Pero para algunas batallas hay límites.

Tiempo Argentino
Octubre 22 de 2011

Preparativos bélicos

Habrá terminado la carrera política del ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez por un molesto exabrupto? ¿Será su repentina y urgente caída, como algunos arriesgan, un indicio de que se avecinan tiempos difíciles para el Frente Amplio, de cara a la renovación presidencial en 2014? ¿O es que Vázquez es el representante de otras épocas para la izquierda latinoamericana que ya no tienen lugar en los tiempos que corren hoy día en el continente?
Estas y otras preguntas comenzaron a circular en ambas márgenes del Plata luego de que el primer presidente de la coalición que las fuerzas progresistas uruguayas pacientemente fueron construyendo desde el verano de 1971, removiera las habitualmente tranquilas aguas que circulan entre ambos territorios.
El incidente, como se recordará, ocurrió durante un encuentro en el Colegio Monte VI, de Luis Cavia y Santiago Vázquez, en Montevideo.
Era una charla sobre “el arte de gobernar” para un puñado de alumnos y egresados de esa prestigiosa institución. Al ciclo habían asistido en distintas oportunidades Jorge Battle, Luis Alberto Lacalle y dirigentes políticos de pelambre tan diversa como Pedro Bordaberry y Eleuterio Fernández Huidobro, hijo de dictador cívico-militar uno, ex tupamaro el otro.
No había razones para negarse a asistir a la conferencia, habrá pensado Vázquez cuando recibió la invitación.
Poco importaba que la escuela fuera una institución de carácter religioso. La esposa de Tabaré, María Auxiliadora Delgado San Martín, es, después de todo, una ferviente católica, al punto de haber insistido para representar a su país como primera dama en las exequias del Papa Juan Pablo II, en representación de su marido, a semanas de que el FA tomara el gobierno por primera vez en su historia, destronando al tradicional bipartidismo uruguayo. Tampoco pareció relevante que fuera el único colegio ligado abiertamente al Opus Dei.
Es más, cuentan algunos de los asistentes a la charla, que se lo veía tranquilo y despreocupado a Vázquez. “El clima se prestó para entrar en confianza, hacer chistes y tener un diálogo ameno, por lo que Tabaré se sintió descontracturado”, señaló Augusto Dell’Ava a un portal montevideano.
El hombre quería explicarse lo inexplicable, por eso señaló que en el momento culminante de la exposición –que como no podía ser de otro modo– estaba siendo grabada por algún celular, Tabaré no midió sus palabras. Sonaría extraño que un político no tenga la certeza de que siempre alguien en algún lugar está registrando lo que ocurre por un medio electrónico. Así son las cosas en estos días. Pero cada tanto aparece una inconveniencia que sorprende al público ávido de sincericidios.
El caso es que Tabaré cometió su gran error de la noche, como analizaba Manrique Salvarrey, oriental de Treinta y Tres, con un rico historial en las luchas políticas de su patria que se espera decida publicar algún día. Porque mencionar aquellos momentos críticos del corte del puente internacional en Gualeguaychú y decir que su gobierno tomó como hipótesis de conflicto una posible guerra con la Argentina es una desmesura entendible en el marco de los protocolos del buen gobierno al uso en las escuelas del Opus Dei.
Pero señalar que llamó a la ex secretaria de Estado Condoleeza Rice para que le avisara al presidente George W. Bush de que si las cosas se complicaban le iba a pedir ayuda, es demasiado.
Para ponerlo más claro: que un gobernante de izquierda aceptara haberle pedido a principios de 2007, año y pico después del No al Alca de Mar del Plata, unas palabras de apoyo, es políticamente suicida. Aunque George W. dijera simplemente que Uruguay es amigo y socio de los Estados Unidos, cosa que en esta orilla entendieran que había espaldas para aguantar cualquier presión sobre la pastera Botnia. No en ese momento.
Como tampoco podía ser de otro modo, al otro día el tosco video con las palabras rasposas pero contundentes de Tabaré circuló por la Web y los canales de televisión se engolosinaron con una nueva escalada verbal de un oriental contra los “occidentales”.
Todos recordaron el antológico “los argentinos son una manga de ladrones, del primero al último” de Jorge Batlle. Pero incluyeron malamente a un José Mujica haciendo pullas sobre la “porteñada” que año a año invade Punta del Este, más algunas perlitas del actual presidente sobre características destacadas de peronistas, radicales y dirigentes rurales.
Mujica es el mismo que estableció una relación de profunda amistad con la presidenta Cristina Fernández al punto de haber firmado una serie de acuerdos de relevancia hace un par de meses que los grandes medios ningunearon con titulares del tipo: “Cristina y Mujica hablaron de un Mundial y de un tren binacional” (Clarín del 3 de agosto). Cuando habían dado la puntada final para poner en marcha la conexión ferroviaria entre los dos países por sobre el dique de Salto Grande luego de tres décadas. Y se habían puesto de acuerdo para organizar un campeonato mundial en conjunto.
Con cierta ironía se dice que los más grandes artistas argentinos suelen ser uruguayos, al igual que los jugadores, que pasan de inmediato a la categoría de “rioplatenses”. Pero claro, está ese pequeño problema cada vez que juegan once con la blanquiceleste contra once con la celeste plena sobre el verde césped. Y allí, por un par de horas, no hay amistad que valga.
¿Qué mejor muestra de hermandad que organizar en conjunto un campeonato mundial? Y más para el Bicentenario uruguayo. Mujica acostumbra decir que la Argentina es el único país donde los uruguayos no se sienten extranjeros. Uruguay, también, es el único país donde los argentinos no se sienten extranjeros. Y al que siempre se vuelve.
En cuanto a eso de porteñada… a quien escribe, recorriendo la tradicional feria de Tristán Narvaja, en Montevideo, le tocó observar la división que hacía un vendedor callejero en las cajas de cartón reforzadas con cinta de plástico donde exhibía discos de vinilo al público comprador: Clásico, Tango, Folklore, Porteñada. En este insólito rubro incluía “long plays” de Palito Ortega, de Sandro, de Violeta Rivas.
Pero el problema no es la porteñada, ni el despropósito de Tabaré, sino la posición que reflejan las palabras del ex mandatario y el espíritu de gran parte del establishment en las dos orillas. Porque en una frase inoportuna resurgió el relato de enfrentamientos imposibles, de guerritas ridículas, parafraseando al humorista Santiago Varela, entre países que –como recuerda Mujica– fueron paridos por el mismo vientre.
Este tipo de enfrentamientos suelen resaltarse también con Brasil, otro socio en el Mercosur y la Unasur, por disputas comerciales. Son controversias que, más que peleas reales y definitivas, evidencian la voluntad de quienes cuentan la historia de que la región no sea más que un rosario de naciones mezquinas, desconfiadas, individualistas, que no pueden caminar juntas. Lo contrario de lo que se viene construyendo en estos años, a pesar del freno que en su momento significó el conflicto por las pasteras.
Un conflicto que trabajosamente argentinos y uruguayos fueron echando al olvido porque, entre otras aberraciones, hubiese sido una guerra por intereses ajenos.

Tiempo Argentino
Octubre 15 de 2011

El Nobel, un premio controvertido

El premio Nobel de la Paz se entrega desde 1901 a quienes hayan hecho alguna contribución para el fin a las guerras y la destrucción entre los seres humanos. Enrevesada forma de entender su aporte a la conservación de la especie del inventor de la dinamita, el sueco Alfred Nobel. Como sea, el galardón de este año fue para tres mujeres. Una de ellas, la más joven, porque participa en movimientos contra la tiranía que asuela su país desde que ella nació. Las otras dos, porque al igual que Lisístrata, el personaje de la comedia de Aristófanes, utilizaron su sexo para poner fin a una guerra. Mejor dicho, decidieron dejar de utilizarlo hasta que los hombres no pusieran fin a una guerra civil que había dejado un saldo de no menos de 200 mil muertos al cabo de casi 15 años.
Pero como nada es tan transparente como nuestras mentes sencillas quisieran, en el caso de Ellen Johnson Sirleaf, de 72 años, el premio levantó sospechas. Porque es la presidenta de Liberia, ese país africano creado por Estados Unidos en 1847 para reenviar a los esclavos libertos en un extemporáneo viaje a sus orígenes. Y el martes hay elecciones en las que podría ser reelecta. A la oposición, le sonó a una pequeña ayudita noruega.
La presidenta es conocida en el mundillo internacional como La Dama de Hierro. Un poco por sus convicciones, y otro por su formación de economista en Harvard y sus antecedentes como directiva del Citibank en Nairobi y en el Banco Mundial. Estuvo dos veces exiliada por los vaivenes de la política liberiana y en uno de sus regresos trabajó para Charles Taylor, pero se fue del gobierno a tiempo como para no quedar pegada en los delitos de lesa humanidad por los que el tirano es juzgado en la Corte de La Haya.
Su colega en la premiatura, Leymah Roberta Gbowee, de 39 años, es la activista que puso en marcha la protesta tipo Lisístrata que consiguió terminar con la segunda guerra civil liberiana, en 2003, y que mucho ayudó a que Johnson Sirleaf llegara al poder, en 2006.
La propuesta de huelga sexual había sido lanzada en 2002 y logró que mujeres de todas las etnias y confesiones tomaran parte de las negociaciones de paz. Se ignora si para unirse hicieron el juramento que proponía la comedia griega (“No tendré relaciones con mi esposo o amante aunque venga en condiciones lamentables”). Pero al menos en esa cuestión, el país parece haberse encaminado hacia una convivencia civilizada. Es en el aspecto económico y político donde la gestión de la Dama de Hierro parece no haber rendido los mismos frutos.
La tercera galardonada por el Comité noruego es la yemení Tawakkul Karman, nacida en 1979, titular del grupo de Derechos Humanos Mujeres Periodistas sin Cadenas y una de las activistas más destacadas contra el régimen de Ali Abduláh Saléh. El premio, como ella misma se encargó de destacar, es a la llamada Primavera Árabe, la ola de levantamientos iniciada a fines del año pasado en Túnez y que se extendió por el norte de África hasta Yemen poco más tarde.
Desde que se creó este premio en particular, los debates en torno de los galardonados no cesan de desplegar ríos de tinta. Porque ya en 1906 lo recibió el presidente estadounidense Theodore Roosevelt, “Por su exitosa labor de mediación para finalizar la Guerra Ruso-Japonesa”, dijo entonces el considerando. Ese Roosevelt es el mismo que estableció la política del Gran Garrote, para manejar las relaciones exteriores de su país con el resto de los países del continente y sobre todo de las naciones del Caribe.
En 1919 lo ganó el también presidente Woodrow Wilson por su impulso a la creación de la Sociedad de Naciones, el antecedente más directo de las Naciones Unidas, de la que sin embargo su país nunca formó parte. Es el mismo Wilson que en 1914 ordenó invadir México para sacar del poder a Victoriano Huerta y poner a Venustiano Carranza, en 1915 ocupó Haití, y un año más tarde hizo lo propio en República Dominicana.
Luego de la Gran Guerra, entre 1926 y 1931, fueron recibiendo el Nobel los funcionarios de todas las naciones que establecieron las condiciones para la paz tras la derrota de Alemania. Entre otros, se llevaron uno el canciller francés Aristide Briand y otro el secretario de Estado de EE UU, Frank Billings Kellogg, propulsores del Pacto Briand-Kellogg, que comprometía a no recurrir a la guerra para resolver los conflictos entre las naciones firmantes. No está de más recordar que poquitos años después, Adolf Hitler llegaría al poder en una Alemania devastada por los pagos de las indemnizaciones de guerra y se desataría la Segunda Guerra Mundial.
Como luego de la batalla lo que queda por hacer es reparar los daños, en 1953 recibió el galardón el general estadounidense George Catlett Marshall, quien fuera jefe del Estado Mayor de las tropas que derrotaron al Eje y luego promovió el famoso Plan Marshall, para la reconstrucción de Europa.
Hubo otros premios polémicos, como el que le dieron al ex secretario de Estado Henry Kissinger en 1973, por la firma de los acuerdos de paz de EE UU con Vietnam. Lo compartió con el general Le Duc Tho, que se negó a recibirlo porque dijo que la paz aún no había llegado a su país. Y era cierto.
Pero también es verdad que en muchos casos, el Nobel fue un gesto simbólico que sirvió para alentar a quienes luchaban frente a los abusos y las violaciones de los Derechos Humanos. Como el que en 1980 se le entregó al argentino Adolfo Pérez Esquivel, por su lucha contra la dictadura militar.
Otro argentino había recibido la distinción, en 1936. Fue el canciller Carlos Saavedra Lamas, que tuvo una activa participación en el armisticio que puso punto final a una guerra entre Paraguay y Bolivia desatada por la avidez de las empresas petroleras que causó heridas muy difíciles de reparar entre dos pueblos hermanos.
Otros estadounidenses fueron condecorados en estos 110 años. Como el ex presidente Jimmy Carter, en 2002, “por sus décadas de esfuerzo incansable para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, y promover la democracia y los Derechos Humanos, así como el desarrollo económico y social”. O el ex vicepresidente Al Gore, en 2007, “por sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el cambio climático provocado por el hombre, y para sentar las bases de las medidas”.
Pero el más controvertido sin dudas es el que en 2009, recién asumido, recibió Barack Obama. “Sólo muy rara vez una persona tiene el mismo alcance que Obama ha tenido al capturar la atención del mundo y brindarle a su pueblo la esperanza de un futuro mejor”, explicó entonces el Comité. Fue un Nobel al anhelo de que un mandatario estadounidense pudiera efectivamente contribuir a la paz mundial, en vista de que ocupan físicamente gran parte del planeta.
Sin embargo, cuando se cumplen diez años de la invasión a Afganistán, y cuando aún no hizo honor a su promesa de clausurar la cárcel de Guantánamo, Obama no considera lesivo para la paz internacional ordenar asesinatos selectivos en cualquier parte del mundo, como ocurrió hace unos días, cuando fueron muertos dos ciudadanos de Estados Unidos, miembros de la red Al Qaeda. Eliminados sin juicio previo en Yemen, la patria donde Tawakkul Karman clama por libertades, gobernada por uno de los más fieles aliados de Estados Unidos.

Tiempo Argentino
Octubre 8 de 2011

Los confines del desarrollismo

El desarrollismo fue una teoría económica muy en boga en los años ’60 en este rincón del mundo. Era un intento de revertir el atraso de buena parte de los países del continente y de insertarlos en la senda del crecimiento con una fuerte presencia del Estado. Fueron exponentes el presidente argentino Arturo Frondizi y el brasileño Juscelino Kubitschek, pero detrás hubo una lista enorme de estudiosos de la talla de Julio H. G. Olivera y Raúl Prebisch entre los vernáculos, junto con Celso Furtado y Fernando Henrique Cardoso entre los brasileños.
Personaje clave en los cambios de tendencia fue Cardoso, que cuando asumió el poder, en 1995, tiempos de neoliberalismo brutal, recomendó que olvidaran lo que había escrito 30 años antes.
Pero las políticas económicas de esa década desembocaron en la crisis de 2001, y la ortodoxia económica, impuesta a sangre y fuego durante la retahíla de dictaduras de los ’70, chocaron con la cruda realidad de pueblos indignados de tanto ajuste y miseria.
Es así que de un modo categórico a partir de 2003, cuando FHC le calzó la banda presidencial a Lula da Silva y en Buenos Aires Néstor Kirchner jugueteaba con su bastón de mando, se comenzó a desplegar una nueva forma de resolver las inequidades y fomentar el crecimiento de los países.
No fue casualidad que esa nueva forma de ver las cosas se fuera expandiendo al calor de una serie de gobiernos que algunos llaman progresistas y otros prefieren incluir en aquel viejo tronco sesentista para catalogarlos como neodesarrollistas. Las diferencias entre la nueva versión y el original son importantes, pero se mantienen algunas de aquellas características y para muchos sectores de izquierda el grado de aproximación al neodesarrollismo suele servir para medir qué tan revolucionario es un gobierno o cuánto de reformista mantiene en sus entrañas. Y en casos extremos como Venezuela o Bolivia, el análisis pasa por afirmar que Hugo Chávez o Evo Morales fluctúan entre movidas revolucionarias y aplicaciones desarrollistas.
Por estos días el término se utilizó con bastante asiduidad para dar cuenta de la represión policial a una marcha de indígenas de la Amazonía boliviana que se oponen a la construcción de la ruta que cruza el Territorio Indígena y Parque Natural Isiboro Sécure (TIPNIS), donde viven unas 64 comunidades de moxenos, yuracaré y chimanes que subsisten de la agricultura, la caza y la pesca y no tienen la menor intención de que su hábitat se destruya con el paso de la civilización.
La ruta es un viejo proyecto de unir por tierra el Atlántico con el Pacífico. En el año 2000, siendo Cardoso presidente, los mandatarios sudamericanos coordinaron la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). Todos empapados de neoliberalismo y cultores del Consenso de Washington. Bolivia, por ejemplo, tenía como representante al general Hugo Banzer, otrora dictador, ahora surgido de elecciones.
Los actuales presidentes consideran a la IIRSA importante para la integración física. Y Evo Morales llegó a aplaudir la idea de unir geográficamente Brasil, Bolivia, Chile y Perú en un camino bioceánico.
El problema es que en el caso concreto de TIPNIS, las comunidades autóctonas alegan que no fueron consultadas como manda la legislación surgida con la creación del Estado Plurinacional. Que el proyecto no respeta siquiera los postulados de la Madre Tierra, uno de los ejes del gobierno de Evo, ni el concepto indígena del Buen Vivir, que propone una existencia en armonía con el ecosistema.
Para el gobierno, en cambio, han sido influenciados por ONG ligadas a la Embajada de Estados Unidos que aprovechan la situación para limar el proceso de cambio más formidable en esa Nación. Que corren por izquierda para terminar haciendo el caldo gordo a la derecha, como ya ocurrió tantas veces en el pasado boliviano.
De algo así se quejaba en marzo pasado el ecuatoriano Rafael Correa cuando la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) lo denunció como genocida por amenazar el hábitat de los pueblos tagaeri y los taromenane con la explotación petrolera en sus territorios. Correa y la CONAIE están enfrentados desde hace por lo menos tres años también por proyectos de desarrollo de la minería y de manejo del agua.
Dilma Rousseff también tuvo su cuota amazónica ni bien asumió el poder, a principios de este año. Fue en marzo, cuando organizaciones de pobladores entregaron casi medio millón de firmas pidiendo cancelar la construcción de la gigantesca represa Belo Monte, en el Amazonas. “Traerá mal a nuestros pueblos y nuestros bosques en el río Xingú”, señaló entonces el líder indígena Raoni, vestido a la usanza ancestral (plumas, la cara en negro y rojo y su labio inferior estirado por una gran semilla) . Raoni compartió palcos con el británico Sting en defensa de la Amazonía.
En junio de 2009, 33 personas fueron bárbaramente asesinadas y otras 200 resultaron heridas cuando la policía peruana despejó un bloqueo organizado por las comunidades indígenas awajún y wampís, en un tramo de la carretera que conduce a la ciudad de Bagua, en el departamento de Amazonas. Los nativos llevaban más de 50 días de bloqueo en la ruta para protestar por un decreto del entonces presidente Alan García relacionado con el uso de la tierra y los recursos naturales que, decían, era una amenaza para su subsistencia y sus derechos sobre tierras ancestrales.
Después de 43 meses de corte de ruta en el camino que une Gualeguaychú con Fray Bentos, una Asamblea popular decidió en junio del año pasado levantar el bloqueo contra la construcción de una pastera en el lado oriental del río Uruguay. Habían clausurado el acceso al puente internacional por el que pasa buena parte de la mercadería del Mercosur. En una zona con acceso por la Ruta 14, que con aportes de IIRSA completa su doble vía hasta Paso de los Libres, en Corrientes.
Fueron más de tres años en que desde ambas orillas exigían poner fin a semejante “escándalo” mediante la represión. El gobierno de Kirchner enfrentó fuertes roces con el uruguayo Tabaré Vázquez, pero se negó a ceder a las presiones.
No era el Amazonas ni poblaciones indígenas, pero también reclamaban por el Medio Ambiente. Y en todos los casos, se trató del duro enfrentamiento entre la explotación de recursos y la creación de puestos de trabajo y oportunidades con la defensa del entorno.
No hay crecimiento sin intervención sobre la naturaleza. El caso es cómo hacer para que la agresión sea amigable con la humanidad.

Tiempo Argentino
Octubre 1 de 2011

Clubes selectos

Robert Bruce Zoellick nació en el estado de Illinois hace 58 años, en una familia de raigambre germánica. En 2007, George W. Bush lo designó como presidente del Banco Mundial (BM), por eso del reparto de poderes que deviene en que el FMI debe quedar al mando de un europeo y el BM de un estadounidense. Como muchos en el ambiente financiero-político de los principales países desarrollados, Zoellick mostraba en su curriculum su paso por el banco de inversión Goldman Sachs, uno de los grandes protagonistas de la crisis económica que por ese mismo año comenzaba a despuntar en el horizonte.
El hombre, con una estampa a la que no le sentaría otra profesión que no fuera la de burócrata de algún organismo internacional, se graduó de especialista en Historia en uno de los más tradicionales institutos de Pennsylvania, el Swarthmore College, en 1975, y luego pasó por Harvard para obtener un máster en Política Pública. Desde entonces también tiene una membresía en Phi Beta Kappa, una “sociedad de honor” que nació al mismo tiempo que los Estados Unidos, en diciembre de 1776, en una taberna de Virginia.
A la manera de las asociaciones masónicas tan en boga por esos tiempos, era una especie de club secreto de iniciados en las artes liberales. Fueron graduados PBK (por las siglas griegas para Philosophia Biou Kyberneté, algo así como “la filosofía gobierna la vida”) entre otros George Bush padre, la ex secretaria de Estado Condoleeza Rice y Ben Bernanke, titular de la Reserva Federal, el banco central de los EE UU.
Zoellick conoció a la mayoría de los funcionarios que colaboraron con Bush Jr en el año 2000, cuando en plena campaña presidencial, y sabedor de que no estaba en condiciones de responder a ninguna cuestión sobre política internacional, el candidato republicano convocó a un grupo de expertos para que le armara una agenda de cara a las entrevistas periodísticas. El grupo, menos secreto que el PBK, fue denominado The Vulcans (Los Vulcanos) por una estatua al dios romano del fuego y la metalurgia que siempre había subyugado a Condoleeza Rice en su Alabama natal.
Fiel a las cofradías a las que adhirió, Zoellick ahora despotrica contra la nueva influencia que van ganando las naciones emergentes en estos momentos críticos para los países centrales. Y lo hizo desde uno de los foros globales que por estos días se reúnen en Washington, donde respondió ácidamente a una oferta de los países que integran el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), las naciones que según un informe elaborado en 2001 por Jim O´Neil, de Goldman Sachs (cuándo no) están llamados a ser las potencias económicas de mitad del siglo XXI.
Los BRICS se mostraron decididos a ayudar a la recuperación de la economía de los países centrales, incluso con la compra de bonos de la deuda. “El mejor papel para los BRICS es concentrarse en lo que necesitan hacer en casa para atravesar los actuales peligros financieros y avanzar hacia un crecimiento a largo plazo”, se ofendió el presidente del BM.
“Veo a diario historias sobre soluciones milagrosas”, postuló en teleconferencia con varios periodistas antes de la asamblea anual del BM y del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“En lo que a mí me atañe, estoy intentando todo lo que puedo para que los políticos se enfrenten a la realidad. La zona euro tendrá que enfrentar los problemas de la zona euro”, sentenció. El comercio “sur-sur”, aprovechó para cuestionar, “tampoco es la solución para los emergentes y pobres”.
Su colega del FMI, Christine Lagarde, no fue más amable con los países en desarrollo. Y en el caso particular de la Argentina, si bien aplaudió el crecimiento de estos años, no perdió oportunidad de recomendar que vuelva a las raíces que el organismo a su cargo sostiene desde su fundación, en 1945.
Es que esta crisis, que en principio puso en debate la efectividad y pertinencia de las políticas económicas ortodoxas, también dejó al descubierto la endeblez de los fundamentos que hoy día intentan sostener la gobernanza mundial.
Algo ha pasado en el mundo para que ahora ya no resulten indiscutibles los cimientos de la economía establecidos en el Consenso de Washington, sin ir más lejos. Por eso un pequeño grupete de países a los que en los centros del poder se habían acostumbrado a ver por sobre los hombros, se permiten discutir y hasta prometer ayuda para una solución amigable de los problemas de los más grandes.
Así de insolentes deben de haber sonado las palabras de la presidenta argentina Cristina Fernández cuando en la Asamblea de Naciones Unidas planteó la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad, ese directorio integrado por cinco miembros permanentes y otros diez rotativos.
Al igual que los organismos de crédito, la ONU expresa el mundo surgido en 1945, con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Por eso se atribuyó el derecho de nominar a cinco países de primera categoría –EEUU, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China– que tienen derechos especiales y otros, que son el resto, que deben acompañar o protestar en silencio. Porque con que uno solo de los “regentes” rechace una decisión, pierde vigencia, aún cuando todos los demás muestren una unanimidad férrea.
Cristina señaló específicamente la necesidad de fomentar un mundo “más plural”, para lo cual es necesario “democratizar organismos políticos como la ONU y fundamentalmente el Consejo de Seguridad”.
Minutos antes, la brasileña Dilma Rousseff había abierto la Asamblea proponiendo también cambios en esquema de poder internacional. “El destino del mundo está en las manos de todos. O trabajamos mancomunadamente o todos saldremos perdedores”, argumentó. Después agregó que todos los países “tienen el derecho de participar en las soluciones” y recalcó que el Consejo de Seguridad debería reflejar “la realidad contemporánea” e incluir “a los estados en desarrollo”. Como colofón, Rousseff aventuró que “Brasil está preparado para asumir su responsabilidad como miembro permanente”.
La diferencia con la posición de la Argentina es abismal. Y Cristina Fernández la expresó con claridad: “No compartimos la necesidad de ampliar la cantidad de miembros permanentes, creemos necesario eliminar la categoría de miembro permanente y también eliminar el derecho a veto que impide que el Consejo de Seguridad cumpla la función que tuvo cuando fue creado en un mundo bipolar”. El de la Guerra Fría que desde la posguerra y hasta la caída de la Unión Soviética fue la excusa para mantener un status quo evidentemente injusto.
La Argentina sabe muy bien lo que significa ese orden internacional, desde que uno de los países con derecho a veto mantiene una parte del territorio como colonia y ni siquiera se siente obligado a responder al mandato de las demás naciones, que piden sentarse a hablar de soberanía.
Los argentinos también conocen la otra trama de los sistemas de gobierno globales, como una de las víctimas más relevantes del FMI y de los experimentos neoliberales del neoliberalismo. A eso apuntó la presidenta cuando reiteró “la necesidad de que los organismos multilaterales de crédito trabajen muy fuerte en una regulación del movimiento de capitales a nivel global y para evitar la especulación financiera”.
El planteo argentino podría ser, parafraseando a Groucho Marx, “no queremos pertenecer a un club que no acepte que todos somos iguales”.

Tiempo Argentino
Setiembre 24 de 2011

La balsa de piedra

Iberoamérica es un vocablo con el que en su momento los países de la península ibérica buscaron marcar le cancha al resto de sus socios europeos sobre la pertenencia cultural de esos pueblos del otro lado del océano, alguna vez colonizados desde el extremo pobre del Viejo Continente. Para oponerse al más amplio de Latinoamérica que pretendían los franceses para abarcar a los territorios francoparlantes, o Hispanoamérica, que deja afuera nada menos que a Brasil, con una población que es casi el 40% del resto del continente.
Si bien el concepto tiene un tinte colonial –ya que después de todo es la expresión del europeo de una determinada región que cruzó el océano para apropiarse de tierras y haciendas que pertenecían a los pueblos originarios– no deja de ser bastante claro para definir la pertenencia de esos casi 600 millones de habitantes que hablan dos lenguas hermanas en una región del mundo que se extiende sobre cerquita de 20 millones de kilómetros cuadrados.
Por estos días el mundo sufre los temores de la orgullosa Europa a un estallido terminal en la crisis griega que acabe de una vez con el sueño de una moneda común y de un conglomerado de naciones atadas a un destino común. Y recibe con desconfianza la oferta de ayuda de los BRICS, los países que se erigen en la vanguardia del siglo XXI.
Pero Europa también mira con recelo una crisis en el mundo árabe que no termina de cristalizar entre una primavera democrática o los estertores del “antiguo régimen” que no acaban de irse, y por las dudas cruza el Mediterráneo para ocupar Libia como lo hizo en Costa de Marfil no hace tanto. Y teme por lo que pueda ocurrir en Medio Oriente luego del pedido de reconocimiento del Estado palestino, un tema que preocupa no sólo a Israel sino a su aliado más firme, Estados Unidos, que a pesar de todo habla de buscar una salida pacífica a un conflicto que parece irresoluble.
Si es que las casualidades existen, todo este panorama coincide con el desarrollo del IV Congreso Iberoamericano de Cultura en la ciudad de Mar del Plata. Un encuentro en el que se habla, claro, de cultura y de Iberoamérica. Pero fundamentalmente, de política y de economía en el sentido más exquisito de esos términos.
Por esta razón, el secretario de Cultura argentino, Jorge Coscia, aclaró en su discurso de inauguración que “es imposible pensar la cultura sin la política y a la política sin el pueblo”. El funcionario destacó luego en su discurso que “no hay países más grandes o más chicos, porque no hay pueblos mejores ni peores”.
María Emma Mejía Vélez, secretaria general de Unasur, resaltó a continuación que “somos una unión que nació con pronóstico reservado, pero que a tres años y cuatro meses de su llegada puede reconocer una serie de victorias”, entre las que destacó la coordinación de estrategias comunes en defensa y alfabetización, en temas económicos y, aunque no lo mencionó explícitamente, en el diseño de un camino común.
“En una crisis que no sólo es económica y que abarca lo ético y lo moral, sabemos que estamos capacitados para convertirnos en una brújula”, aseguró Mejía Vélez. La colombiana había dicho unos días antes que los países iberoamericanos tuvieron “mayor imaginación y audacia en la toma de medidas”, que los desarrollados para enfrentar la crisis. Ellos “necesitan mucho más que sacar un comunicado, los bloques que representan ensayaron casi todo, pasaron leyes muy duras para los ciudadanos en los congresos, y no sirvieron. En cambio, nuestros países que integran el G-20 y el BRICS tuvimos mayor imaginación y audacia en la toma de medidas, por lo aprendido de las décadas del ’80 y ’90.”
Alguna vez en la península ibérica floreció una formidable cultura. Eran tiempos de dominación árabe, pero con un impresionante desarrollo del universo judío. Cuando convivieron el árabe Averroes junto con el judío Maimónides, por mencionar sólo a los filósofos más conocidos de la época. Pero eso fue antes de que unos y otros fueran desplazados por los cristianos de Al Andalus, como se llamaba ese territorio peninsular, y que viajaran cada vez más a Occidente para ocupar el nuevo continente.
A cuatro años del “¿Por qué no te callas?” del rey Juan Carlos de Borbón al presidente venezolano Hugo Chávez, en una Cumbre Iberoamericana en Chile, y a seis de otra en la misma ciudad de Mar del Plata, donde se le puso punto final a las aspiraciones de George W. Bush de implantar el libre comercio de Alaska a Tierra del Fuego, mucha agua corrió debajo de los puentes.
Porque quién sabe si en estos dos desplantes no está el origen de la crisis económica que hace exactamente tres años se desató con todo su vigor a partir de la quiebra del banco Lehman Brothers. ¿De qué modo?
Se conoce desde la escuela secundaria que el capitalismo engendra crisis cíclicas, en las que los períodos de bonanza devienen en épocas de derrumbes a todo nivel. Europa y Estados Unidos se habían acostumbrado demasiado a una relativa estabilidad. A la sensación de que habían encontrado la fórmula para burlar los tiempos de vacas flacas que contradecían la teoría económica. Un método que consistía en “exportar” la crisis a través de mecanismos financieros o la atadura a directivas de los organismos de gobernanza económica mundial.
Sin embargo, desde que un puñado de presidentes iberoamericanos decidió seguir hablando y decirle No al Alca para construir un destino común, la crisis estalla en su lugar de origen. Y ahora los ciclos recesivos no les resultan tan fáciles de trasladar a los mercados emergentes.
Curiosamente fue en Mar del Plata, alguna vez emblema de la oligarquía argentina, y luego, del ascenso social que produjo el peronismo. Cuando un simple obrero podía darse el lujo de veranear donde lo hacía el ricachón de la otra cuadra.
No debe ser casual que Europa, en medio de la desesperación, se encierre en medidas cada vez más estrechas que llevan a la destrucción de puestos de trabajo pero sobre todo de esperanzas, al punto que desde el FMI avizoran una generación perdida por primera vez en décadas, sin que medien guerras ni enfrentamientos internos.
En 1986 –el mismo año en que Portugal y España ingresaban a la Unión Europea– el genial portugués José Saramago publicó una inquietante novela, que se tradujo como La balsa de piedra. Inquietante porque cuenta las vicisitudes de un grupo de ibéricos de ambos lados de la difusa frontera hispano-portuguesa que comparten el momento en que, intempestivamente, la península se desprende del resto de Europa y comienza a navegar como una enorme balsa hacia el poniente. Y en su navegar se acerca cada vez más al continente americano. Son 583.254 km² que llevan a 52.353.914 de personas con rumbo incierto, pero en todo caso fuera de Europa.
Al cabo de un cuarto de siglo, el notable escritor aparece como un adelantado y, de releerlo, los ibéricos –atosigados por una crisis que los tiene como primeros en la lista de los futuros quebrados– podrían reflexionar con más detalle en el hondo significado de la alegoría saramaguiana. Escuchar más el latido de la tierra y en lugar del “por qué no te callas” ensayar un “dime cómo hacer para navegar juntos”.
Porque nos guste o no reconocerlo, todos estamos en la misma balsa.

Tiempo Argentino
Setiembre 17 de 2011

Besos democráticos

Casi a la misma hora en que el Congreso de los Diputados daba en Madrid las últimas puntadas para aprobar masivamente una reforma a la Constitución española intentando calmar la histeria de “los mercados”, unos 500 jóvenes chilenos practicaban una original protesta en la Plaza de Armas de Santiago dentro de su plan de lucha para modificar el sistema educativo del país trasandino: “La Besatón Mundial por la Educación”.
Entre beso y beso, los jóvenes buscan llamar la atención de la sociedad y poner fin a un modelo instaurado a sangre y fuego desde 1973 en una de las más brutales dictaduras que padeció el continente. Los representantes políticos españoles pretenden, en cambio, dar señales a los volátiles sistemas financieros de que harán buena letra por obligación –cuando no por convicción– cosa de que el modelo económico construido por los europeos no se termine de desmoronar.
Es interesante desmenuzar estos momentos decisivos y cómo responden las dirigencias políticas y el grueso de la sociedad en cada caso, porque el sistema educativo chileno es apenas un aspecto de un modelo experimental pergeñado en la escuela de Chicago por el Nobel de Economía Milton Friedman y sus acólitos. Pero un aspecto fundamental, ya que el neoliberalismo más crudo necesita para sustentarse de un alto nivel de desigualdad. O más claramente, de una escasa zanahoria delante de un largo palo que pocos puedan alcanzar, cosa de que los que lleguen terminen valorando en un grado tan superlativo el esfuerzo empleado que luego no quieran suavizar el camino de los que vienen detrás.
Una educación igualitaria es la base para una sociedad más democrática. Pero un régimen igualitario precisa de un Estado que se encargue de reducir las diferencias a la hora de la partida, para que todos puedan tener acceso a las condiciones más justas durante la carrera. Generaciones acostumbradas al rigor de hipotecar su futuro pagando una educación privada se comportarán mayoritariamente con criterios regresivos. “Si yo todavía no terminé con mi hipoteca, no veo razones para que otros no paguen también”, sería el pensamiento inconsciente.
Algo parecido sucede con el sistema de salud estadounidense, hijo de la misma escuela del rigor individualista neoliberal, donde también será necesaria una hipoteca sólo para mantenerse sano. Por eso despertó semejantes críticas en los ámbitos conservadores la ley que impulsó Barack Obama. Una ley que terminó siendo escuálida en relación con la propuesta original, pero suficiente como para granjearse la enemistad eterna de grupos como los Tea Party, que de ganar en las próximas elecciones ya adelantaron que buscarán el modo de tirarla abajo.
Con timideces como esa de Obama se construyó el modelo democrático chileno, que durante 20 años comandó la Concertación, la misma coalición centroizquierdista que pudo vencer la continuidad del dictador Augusto Pinochet pero que desde entonces muy poco cambió del esquema amañado, a través de la Constitución, que el militar dejó como presente griego que garantizaría estabilidad por muchos años a costa de justicia social. Una Constitución, esto hay que decirlo, elaborada sin bases democráticas porque la sociedad no pudo expresarse con total libertad. Y que, por otro lado, bloquea la realización de un plebiscito que podría terminar con los debates en torno de la educación. “Sabia” medida para que los pueblos no cambien las reglas que benefician a los poderosos.
Por eso, el reclamo de los estudiantes es como un puñal hondamente clavado en el sistema político chileno, porque apunta a uno de los pilares del modelo neoliberal y, además, plantea una consulta popular que representaría una profundización democrática que la dictadura se había cuidado de obturar. No es casual que para votar en Chile sea necesario inscribirse y por desidia o desinterés en que las elecciones vayan a cambiar la vida de nadie, hay 4 millones de jóvenes que no sufragan. Son esos mismos que, sin embargo, tienen capacidad pensante, de movilización y también para besarse en los espacios públicos, para escándalo de dictadores que se remueven en sus tumbas.
En España, los jóvenes indignados llenaron plazas y paseos públicos en vísperas de los comicios autonómicos de mayo, que ganaron los conservadores del Partido Popular. Pero la crisis económica –nacida de hipotecas, aunque de propiedades inmobiliarias y no para pagarse los estudios– no se detuvo. Fue así que el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aceptó la tesis paneuropea de imponer ajustes cada vez más severos, y como última escapatoria, llamó a elecciones para una fecha clave como es el 20 de noviembre.
Ese día, en 1975, moría el dictador Francisco Franco, que también se fue de este mundo dejando las bases para una democracia tutelada, quiéranlo admitir o no los españoles. Porque en lugar de una república, a la que había destruido con su golpe en 1936, dejó una monarquía y designó al rey Juan Carlos de Borbón. Un rey que abrió el juego para la Constitución de 1978, y los acuerdos de gobernabilidad que permitieron una alternancia como Dios manda desde esa época. Y que llevaron a un crecimiento importante de su economía, hasta que estalló la burbuja financiera y los ladrillos se fueron al demonio.
Los argentinos sabemos de “mercados” nerviosos, recortes brutales y propuestas de déficit cero. Sin embargo, en la España de estos días se intentan las mismas soluciones que llevaron al fracaso a Cavallo y De la Rúa. De eso se trata la reforma constitucional que a las apuradas votaron los diputados y ahora deberán aprobar los senadores hispanos. De dar señales de estabilidad a especuladores preocupados mediante la garantía de un artículo que limita el déficit fiscal. Una creación desde lo conceptual perfecta. Pero que no puede funcionar a menos que la aplique una dictadura.
Para decirlo en términos sencillos: hay leyes normativas y otras de carácter explicativo. Una ley normativa es aquella que penaliza o prohíbe algún acto contra la convivencia en sociedad, como robar o matar. Es una ley que obliga.
Una ley explicativa sería la de gravitación universal. Da cuenta de ciertas relaciones matemáticas y permite predecir ciertas reacciones de los objetos inanimados bajo determinadas condiciones. Pero a nadie se le ocurriría pensar que antes de que una manzana impactara en la cabeza de Newton los objetos no se caían. O que derogando la ley de gravedad dejarían de hacerlo.
Sin embargo, hay quienes creen que una ley económica como las de Friedman o las que dicta el Banco Central Europeo pueden aplicarse a una sociedad humana. Más bien, sólo hay dos formas en que la ley que socialistas y conservadores acordaron en Madrid pueda prosperar: con un Franco o un Pinochet, o con una dictadura mediática de pensamiento único como la que gobernó las mentes de la mayoría de chilenos y españoles por décadas.
Por eso en Chile la dirigencia política sigue defendiendo el paradigma privatista pero rechaza una consulta popular. Por eso en España apuran la aprobación parlamentaria del corset presupuestario pero ni quieren oír de plebiscitos.
No sea cosa de que se demuestre que otro mundo es posible. A puro beso.

Tiempo Argentino
Setiembre 3 de 2011