viernes

Entre el Bienestar que se cae y el Buen Vivir que renace

El Congreso de los Diputados español ardía. Por un lado, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, trataba de salir lo mejor parado posible en el tradicional discurso del estado de la Nación en momentos en que su partido aparece en el centro de las denuncias por corrupción –sin olvidar del caso que atañe a la casa real y su complicado yerno- mientras la desocupación continúa en alza a pesar de las promesas de que con las políticas que dicta Bruselas todo irá mejor.  El momento de mayor tensión se produjo cuando el líder de la oposición, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, insistió en que el representante del PP debe renunciar al cargo por haber sumido a España, según su óptica, en una profunda "crisis moral". 
"¿Cree usted que se puede gobernar un país pendiente cada mañana de que al señor (Luis) Bárcenas le entre un ataque de sinceridad?", lanzó Rubalcaba, en referencia directa a las denuncias por sobresueldos pagados por particulares a miembros del Partido Popular canalizados a través del ex tesorero de la agrupación derechista. Rajoy recordó momentos no menos oscuros del PSOE tanto en el gobierno como en la oposición y desgranó un rosario de cifras que corroboran la gravedad de la situación para España y las dificultades que hay para salir del atolladero. 
Luego ofreció mejorar estos indicadores pero también propuso elaborar leyes de transparencia que eviten la repetición de casos de corrupción como el de las cuentas paralelas en el PP, que según los indicios terminaron con alrededor de 22  millones de euros depositados en Suiza en cuentas a nombre de Bárcenas, a esta altura el malo de la película.  
Pueden encontrarse curiosas similitudes entre los destinos actuales de Ecuador y España, en un giro útil para resaltar las diferencias entre el proyecto que se cuece en Europa y el que en América latina emprenden un puñado de naciones que apostaron por otro modelo que privilegia valores de defensa del ser humano antes que el de las multinacionales, como resalta el recién reelecto Rafael Correa.
La situación del PP se hizo más complicada hace exactamente cuatro años, cuando el entonces juez Baltasar Garzón abría una investigación por una presunta trama de corrupción que operaba en Madrid, Valencia y la Costa del Sol con ramificaciones en el mundo empresario ligado a integrantes de alto grado del PP. Los implicados enfrentaban cargos por blanqueo de capitales, fraude fiscal, cohecho y tráfico de influencias. Por esas cosas de la creatividad que manifiestan los sabuesos policiales en todo el mundo, la operación se llamó 'Gürtel'. Por "correa" en alemán. Es que el cabecilla de la organización era el empresario Francisco Correa.
El acusado, según se desprende de la causa, organizaba eventos públicos del PP durante la gestión de José María Aznar (1996-2004) y mediante dádivas y aportes non sanctos conseguía ventajas y favores para su grupo empresario, que incluye una decena de firmas (todas con nombre en inglés, todas dedicadas a servicios, ninguna de rubros productivos).
Garzón dejó la causa al poco tiempo declarándose incompetente, luego de haberse ganado el odio visceral de los conservadores que, a pesar de que también había investigado al PSOE cuando el caso GAL, el grupo antiterrorista acusado aplicar metodología de la guerra sucia durante el gobierno de Felipe González.  La derecha, de todas maneras, se la cobró y el año pasado fue separado de su juzgado, cuando pretendió investigar los crímenes del franquismo, y condenado a 11 años de inhabilitación.  Garzón ahora es abogado de Julián Assange, el fundador de Wikileaks refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres a la espera de que lo dejen viajar al país que le concedió el asilo político.
La investigación periodística por el caso "Gürtel" fue publicada por el diario El País y los periodistas que trabajaron en ella recibieron el Premio Ortega y Gasset de Periodismo en 2010. En junio pasado, y luego de tres años y cuatro meses entre rejas, desde donde se dice que seguía manejando sus negocios públicos y privados, Correa salió en libertad. La fianza de 200 mil euros se la pagó la madre. 
Hace unas semanas, y luego de la gaffe más importante en su historial como fue la publicación de una foto falsa de Hugo Chávez, El País volvió al periodismo con la publicación de la contabilidad paralela que llevaba el tesorero Bárcenas en la que anotó puntillosamente los pagos “por debajo de la mesa” a la plana mayor del PP desde los 90. 
Este domingo, mientras tanto, 136.079 ecuatorianos de los más de 300 mil que aún viven en España fueron a votar en las presidenciales de su país. Rafael Correa ganó allí con más del 70% de los votos. En el total general, como se sabe, obtuvo casi el 57% para la presidencia y en la Asamblea logró los dos tercios de los legisladores. 
A los 49 años Correa revalida su título y se convierte en un líder regional a tener en cuenta, con una sólida formación en economía y un carisma que lo llevó a ser una garantía de estabilidad en un país que a lo largo del siglo XX tuvo un promedio de un presidente cada dos años. Pero que desde que llegó al Palacio Carondelet, en 2006, mantiene el mismo equipo gobernante y, lo más destacado, el mismo proyecto político. Más aún, parafraseando al politólogo Atilio Borón, esta elección demuestra que el poder no desgasta, que lo que desgasta es gobernar para las minorías.
El proyecto correista se basa en el 'sumak kawsay' (buen vivir), un concepto tomado de la cosmovisión indígena de varios pueblos de la región sudamericana, que habla de relaciones más amigables con la naturaleza y considera a las personas no como una maquinaria destinada solo al trabajo o al consumo sino como un miembro de una comunidad humana dentro de la Pachamama. Esto implica un sistema que debe mantener un equilibrio con la Madre Tierra, de la que hay que tomar “solo lo necesario” para que la intervención del hombre se reduzca al mínimo. 
Correa aprendió este concepto entre los pueblos originarios, entre los que permaneció un año como voluntario luego de haberse graduado en una escuela salesiana. Fue en una misión en la provincia de Cotopaxi, en una población de extrema pobreza donde cumplió tareas como alfabetizador, ejerció sus conocimientos en economía social asesorando microemprendimientos. Y aprendió quichua. 
Su paso por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, le completó un panorama más ligado a las concepciones de la iglesia popular. De hecho, Correa se niega a hablar de “mercado laboral” para referirse a la ocupación de las personas. Por eso de que el hombre no debe convertirse en una mercancía.
En España, unos 15 mil ecuatorianos pueden perder sus viviendas por no poder pagar las hipotecas que sacaron en tiempos de vacas que parecían gordas. La mitad de ellos son atendidos por la Defensoría del Pueblo de Ecuador y varios ministerios de Estado. El presidente en persona intervino para destrabar casos complicados a través de gestiones oficiales. 
Desde 2011, miles de ecuatorianos que habían emigrado en busca de mejores horizontes vuelven a su patria. En un par de años, según cifras oficiales, más de 20% de los exiliados económicos, cerca de 100 mil, retornaron a su país. Pero además, más de 5 mil se animaron a tentar suerte en Ecuador.
Cruzaron el Atlántico porque en Europa tendrían leyes de protección que en Sudamérica se le negaban. Ahora que Rajoy concluye la obra comenzada por su antecesor de desmontar el Estado de Bienestar, la panacea es el Estado del Buen Vivir. 

Tiempo Argentino
Febrero 22 de 2013

Un nuevo Papa para el mundo del nuevo siglo

El tablero de la geopolítica en este siglo se está moviendo aceleradamente en el plano  internacional. Apurado por la reelección de Barack Obama, pero también porque la crisis europea no tiene fin. Mientras tanto, China y las potencias emergentes avanzan a paso redoblado con políticas económicas de otro cuño que no solo ponen en cuestión al neoliberalismo imperante en el norte, sino que además demuestran ser más exitosas.
En este contexto debe leerse el anuncio de Obama en su discurso del Estado de la Unión en que ofreció públicamente un acuerdo comercial amplio con Europa, de modo de ir construyendo, se desprende, el más grande y poderoso bloque comercial del planeta. Una especie de OTAN pero volcada a la economía y con un leve toque de intervencionismo estatal, si se toman en cuenta algunos ejes explícitos en el pensamiento del mandatario estadounidense.
Recursos no le faltan a ese bloque de los países ricos, por cierto. Ni humanos, ni económicos, ni tecnológicos, ni militares. Por otro lado, ¿qué otra le queda a eso que se llama difusamente Occidente?
La Unión Europea nació como una forma de que el mal llamado Viejo Continente recuperara influencia ante los Estados Unidos luego de haberse devastado durante la Segunda Guerra Mundial. Paralelamente, el Pentágono llenó el continente de tropas ante la amenaza de un avance soviético, ya sea político como militar, y forzó la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en 1949. Diez años más tarde, la orgullosa Francia de Charles de Gaulle dejaría la entidad y trataría de cortarse sola. Volvería al redil recién en 2009, de la mano de Nicolás Sarkozy. Mientras tanto tuvo que abandonar sus colonias en el norte de África, entre ellas la joya más preciada, Argelia. Aunque un país colonial nunca se va del todo.
No debe ser casualidad que Francia tuviera una actuación tan decisiva en ese continente desde entonces, como una forma de mostrar presencia en un territorio que había ocupado por añares amparada en el viejo reparto del mundo de la Conferencia de Berlín de 1885. En los últimos diez años, tropas francesas se desplegaron en reiteradas ocasiones en el Congo, Chad y Eritrea. Fue crucial el giro copernicano de Sarkozy para terminar con el régimen de Muammar Khadafi en Libia en 2011, como lo fue para deponer a Laurent Gbagbo en Costa de Marfil, quien había perdido las elecciones con Alassane Ouattara y no se quería ir. El socialista François Hollande no cambió demasiado esa postura con la intervención en Mali de estos meses.
No es un dato menor que China mantiene desde hace años una agresiva política comercial en África para la obtención de recursos primarios y la colocación de sus productos industrializados. El fenómeno preocupa en Europa, porque cada paso que los chinos dan inevitablemente se hace en detrimento de posiciones que los europeos consideran como propias, a pesar del proceso de independencia de los '60. Y lo ven como un peligro para su propia subsistencia. Las intervenciones francesas representan una respuesta desesperada por no perder influencia. Y por cierto, con apoyo de Wáshington, que ya destinó 50 millones de dólares para una inédita “ayuda militar de urgencia imprevista” a París.
Mientras tanto, la cumbre de la UE en Bruselas aprobó un presupuesto más escuálido que el anterior por primera vez desde que Francia y Alemania decidieron que debían arreglar su voluntad de poder con acuerdos comerciales mejor que a los tiros. Una señal de que la tesis neoliberal de la alemana Ángela Merkel, fuertemente apoyada por el británico David Cameron, ganó la partida contra las tímidas variantes menos ortodoxas que planteaba Hollande.
En este escenario, la renuncia del Papa también representa un barajar y dar de nuevo. Con la dimisión de Benedicto XVI se abre otro ciclo para la Iglesia Católica del que se abrió en los estertores de la guerra fría, en 1978, con la llegada al trono de Pedro del polaco Karol Wojtyla. Juan Pablo II era el primer no italiano en tres siglos y venía con el objetivo manifiesto de terminar con el comunismo primero en su patria y luego en el resto del mundo.
Logró armonizar entonces con un sindicalista opositor al poder sustentado en Varsovia vía Moscú, Lech Walesa, y juntos terminaron por crear las condiciones para que, apenas diez años más tarde, la Europa diseñada en la Segunda Guerra y el proyecto socialista que había nacido con la primera se cayeran como un castillo de naipes. Y a una Polonia “liberada” le siguió la reunificación de Alemania y esta ola neoliberal en el mundo.
Hacia adentro de la Iglesia, el alemán Joseph Ratzinger comenzaría en 1981 la tarea de "limpiar" al catolicismo institucional de la tendencia ligada a los cambios sociales, representada por los curas tercermundistas. Fue así que desde la Congregación para la Doctrina de la Fe, la continuadora de la Santa Inquisición, logró el alejamiento de los principales teóricos de la Teología de la Liberación, entre ellos el brasileño Leonardo Boff.
A la muerte de Juan Pablo II era natural que ocupara su lugar Ratzinger. Y su etapa coincidió con el destape de escándalos a granel que venían barriéndose debajo de la alfombra por décadas, como los abusos infantiles y el lavado de dinero en la banca vaticana. Pero también con el ascenso de Alemania como el verdadero árbitro y motor de la economía europea, al mando de una mujer de hierro formada en la antigua República Democrática y ella misma militante comunista, aunque posteriormente pasaría a integrar las filas de la Democracia Cristiana.
La renuncia a su trono, la primera en un cargo vitalicio en 600 años, también forma parte de esta nueva disposición del mundo, que se prepara para enfrentar nuevos desafíos, pero que ya encuentra nuevos protagonistas en el campo de juego. ¿Qué Iglesia vendrá? Los cardenales que elegirán al Papa número 266 son entre conservadores y muy conservadores. No fueron designados por Juan Pablo y Benedicto de casualidad. Tal vez su dimisión también sea una forma de que el ala más rancia del catolicismo institucional siga teniendo influencia y que Benedicto sea el gran elector en las sombras.
Pero quién sabe se cumpla eso que pedía Boff, que ya que el 52% de los fieles católicos pertenecen al tercer mundo, el próximo pontífice sea latinoamericano o africano. Los brasileños ya cantaron presente, teniendo en cuenta que son el país con mayor cantidad de católicos del mundo. Y que en el plano comercial integran el otro bloque que se disputa la hegemonía del siglo XXI, los BRICS, junto con Rusia, India, China y Sudáfrica.
Un dato curioso es que el reinado de Ratzinger también coincidió con el ascenso de esas naciones. Y que en el mismo año que llegó al trono, en 2005, el ALCA, el mercado común que pensaba Estados Unidos con América Latina fue sepultado en Mar del Plata. ¿Será que Obama admite la impotencia para convencer al resto del continente de otro ALCA y ahora propone aliarse con Europa?
Si esto es así ¿el próximo no terminaría siendo un Papa tan cercano a Washington como Juan Pablo II, que se reunía regularmente con el jefe de la CIA de Ronald Reagan, William Casey, para monitorear juntos cómo iba la caída de la Unión Soviética?

Tiempo Argentino
Febrero 15 de 2013

El socialismo avanza en Venezuela

El acto se convirtió con los años en un homenaje no sólo a la figura del Libertador venezolano sino al proceso de cambios que inició Hugo Chávez Frías cuando llegó al poder en 1999. Por eso, resaltó esta vez la ausencia del líder carismático en el 182º aniversario de la muerte de Simón Bolívar, la primera vez que falta en estos 13 años.
Ministros y funcionarios acudieron al Panteón Nacional en Caracas con una mezcla de alegría por el reciente triunfo electoral en las elecciones regionales –el primero también sin Chávez azuzando a los electores– y desazón por el momento que vivía el presidente, operado por cuarte vez de un cáncer en la zona pélvica.

El triunfo coloca al chavismo como la única fuerza en condiciones de gobernar el país pero según algunos analistas, al mismo tiempo entierra definitivamente al «puntofijismo» y despliega sobre la abrumadora mayoría del territorio venezolano el proyecto socialista, refrendado en octubre y consolidado en diciembre, mientras Chávez luchaba por su vida en una clínica de La Habana.
«Nuestra revolución bolivariana afortunadamente ha significado y significa el despertar del ideal de este grande de América, del más grande de los grandes, del gran libertador Simón Bolívar, que hemos venido a rendirle homenaje», dijo Nicolás Maduro al término del acto. Unos días antes, el propio Chávez había ungido a su canciller y vicepresidente como un virtual heredero político en caso de que no pudiera volver a ocupar el cargo tras la intervención quirúrgica. Y como la Constitución estipula que si no podía asumir el mandato que logró en octubre, se convoque a elecciones en forma inmediata, Chávez dijo que Maduro debía ser votado como si fuera su última voluntad.
Casi con un pie en la escalerilla del avión que lo trasladó nuevamente a Cuba, Chávez había dejado la certeza de que la operación era lo grave que luego se confirmó, y que esa situación ameritaba no dejar librado al azar el procedimiento de reemplazo que exige la Carta Magna que él mismo logró aprobar ni bien ingresó al Palacio de Miraflores. Una ola de estupor recorrió entonces no sólo Venezuela sino toda América Latina, que entiende el rol protagónico que encarna el venezolano como punta de lanza de un proceso de cambios en el subcontinente. Los mensajes de adhesión emocionados de todos los presidentes y las cadenas de ruegos en toda Venezuela fueron muestra suficiente de ese peso humano y político.
La designación de Maduro como su candidato no fue una sorpresa. Canciller durante los últimos 6 años, Maduro, ese apacible hombre alto y de grueso bigote que sustituyó al presidente en los últimos actos ante los organismos regionales, con 50 años recién cumplidos, es un leal chavista con sólidos antecedentes como dirigente gremial en su juventud, cuando fue chofer de ómnibus.
Parecía un «tapado» pero mostró la pasta de conductor también de procesos políticos difíciles cuando le tocó dar los primeros informes sobre la salud de Chávez y en un discurso que comenzó con lágrimas de emoción y se fue encendiendo de a poco, terminó fustigando actitudes hostiles (miserabilidades, se diría en esta tierras) de la oposición ante el estado de salud presidencial.
Maduro representa el ala más política del chavismo, en un entorno en que la gran mayoría de los gobernadores electos provienen del sector militar, como Chávez. Incluso el otro posible candidato a portar «el bastón de mariscal», Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, también pasó por la Academia Militar y participó del frustrado golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez que catapultó a la fama a Chávez.
Tal vez una señal para analistas de la oposición que ahora intentan hurgar en la interna del chavismo para resaltar diferencias y enfrentamientos que den materia para generar divisiones dentro del partido gobernante. Probado que a Chávez sólo lo puede derrotar la enfermedad, también buscan que el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) se desgaje ante la derrota de un proyecto opositor que puede lograr el triunfo.

Mesa tambaleante

Es que la situación en que quedó la Mesa de Unidad Democrática (MUD), conformada en 2008 con el propósito de superar a Chávez en las urnas, no es halagüeña. Lo reconoció Henrique Capriles, el derrotado en las presidenciales que, sin embargo, pudo retener la gobernación de Miranda en diciembre, convirtiéndose en el único opositor neto que gobierna un estado. «Vienen tiempos duros para la oposición», señaló ese día el juvenil representante de MUD. Porque hay que decir que en las regionales, esa coalición pretendía mantener los 8 estados que computaba a su favor, algunos de ellos gobernados por ex chavistas.
Por otro lado, el PSUV ganó en bastiones hasta entonces reacios, como el estado petrolero de Zulia, Carabobo, Nueva Esparta y Táchira. «El avance del chavismo refleja un avance ostensible e irrefutable del plan del socialismo del siglo XXI de Chávez, quien además fue el ganador de las presidenciales de hace apenas dos meses», le dijo a la agencia Efe, contundente, el analista y consultor político Alberto Aranguibel, quien además integra el equipo de propaganda del oficialismo. «Toca reconocerle también al chavismo un triunfo cualitativo, como es el avance del socialismo como proyecto de país y esto destaca en una nación donde el apoyo al socialismo nunca pasó del 6% del electorado durante el puntofijismo», abundó el especialista, recordando el período previo a la llegada de Chávez al poder, que consistió en la alternancia consensuada entre la Democracia Cristiana (Copei) y Acción Democrática (AD), que se repartió el poder desde la caída de Marcos Pérez Jiménez en 1958. El politólogo Nicmer Evans, profesor de Ciencia Política de la Universidad Central de Venezuela (UCV), también citado por Efe, afirma que Venezuela «efectivamente enterró al puntofijismo, con la estocada definitiva en Zulia, Táchira y Nueva Esparta, cuyos gobernadores están vinculados con o son parte de estos dos partidos (AD y Copei)».

Problemas de la oposición

Elides Rojas, jefe de redacción del diario venezolano El Universal, al que no se puede tildar de oficialista, escribió en un artículo reproducido en Buenos Aires por La Nación, que la MUD fue estructurada alrededor de más de 30 partidos políticos con el objetivo de derrotar al oficialismo por la vía electoral y «desplazar a Hugo Chávez» de la presidencia. Se proponía, insistió, «rescatar los principios fundamentales de la democracia y encaminar a la Nación definitivamente hacia el desarrollo» con un programa a largo plazo. «Muy bien, en principio –destaca Rojas– Pero enfrenta un problema muy serio. No gana elecciones».
«Producto de las repetidas derrotas, ahora la oposición enfrenta otra crisis que obliga a los partidos a revisar la organización, sus proyectos, sus propuestas y hasta sus liderazgos ante un partido oficialista cada vez más fuerte y con todos los poderes públicos en las manos de Chávez. Una lucha en desventaja que hasta ahora presenta frutos sólo en el ámbito de la imagen», lamenta el columnista.
Cualquiera diría que Capriles, luego de derrotar al ex vicepresidente Elías Jaua por casi 50.000 votos de diferencia en Miranda, debiera ser el candidato natural para ejercer el liderazgo de la oposición, en vista de que es el único opositor neto que ganó al chavismo. «Yo me siento feliz y contento por nuestro pueblo de Miranda. Los mirandinos estamos de fiesta, pero hay otros estados en que no logramos el objetivo. Nuestros líderes perdieron un juego, pero no son menos líderes hoy de lo que eran ayer. Ese sueño que tenemos lo vamos a alcanzar, este es un momento difícil, pero en cada momento difícil siempre surgen las oportunidades», enfatizó Capriles, juntando nuevamente a una tropa diezmada por la derrota.
El panorama en su propio distrito, sin embargo, no es tan promisorio como pareciera mostrar un análisis a vuelo de pájaro. En primer lugar, deberá enfrentar por primera vez una legislatura con mayoría del PSUV. En segundo lugar, como recuerda la periodista Luisana Colomine, docente en la Universidad Bolivariana de Venezuela, su techo político se estanca y tiende a la baja. En las regionales de 2008, por ejmplo, Capriles obtuvo 583.795 votos contra 506.753 de Diosdado Cabello. En diciembre pasado, fue reelecto gobernador con 582.305 votos, es decir, 1.490 votos menos que en 2008. «Desde esta perspectiva la oferta socialista representada en Elías Jaua, no puede considerarse perdedora, pues registró 534.937 sufragios, es decir, un incremento de 28.184 votos con relación a 2008», sintetiza Colomine. Cierto es que a diferencia de las elecciones de octubre, donde la asistencia a las urnas de la ciudadanos trepó al 80%, esta vez el presentismo no superó por mucho el 50%.
Pero aún así se explica que la desazón en estos momentos de Venezuela no envuelve solamente al oficialismo por Chávez, sino tal vez mucho más a la oposición, que se topa con un proyecto que está vivito y coleando y da señales contundentes de que tiene futuro.


Revista Acción
Enero 1 de 2013

La pelea de fondo de Obama

Cuando Barack Obama fue reelecto, en noviembre pasado, pensó que ese era el momento para implantar de una buena vez una de sus propuestas más ambiciosas. No por nada había hecho campaña promoviendo una modificación en las cargas tributarias para que las clases más bajas de la sociedad paguen menos y que, en cambio, los ricos hagan mayores aportes de sus abultados bolsillos para solventar los gastos del presupuesto. Y los estadounidenses se habían inclinado por darle otra oportunidad en las urnas.

Poco más de un mes más tarde, estaba a las puertas del llamado «abismo fiscal», que comprometía los pagos en todos los niveles de la administración central si no se llegaba a un acuerdo para extender el déficit autorizado al gobierno. Pero nada fue como se imaginaba el presidente demócrata: los republicanos –mayoría en la Cámara Baja– se negaban a apoyar un aumento en las obligaciones tributarias y, en cambio, exigían reducir prestaciones estatales. Como para demostrarle que, mas allá de lo que dijeron las urnas, no aceptarían transgredir sus sagrados principios de defensa a ultranza de los intereses de los poderosos.
De nada valieron los argumentos de uno de los hombres más ricos del país, el inversor Warren Buffett, que protestó amablemente porque él, con todos sus miles de millones, pagaba menos impuestos que su secretaria, que vive de un sueldo. De nada valieron tampoco las argumentaciones que desde los sectores pacifistas recuerdan que mucho del déficit presupuestario se explica en los gastos militares y el resto en el apoyo a los bancos en problemas desde el inicio de la crisis económica durante la administración de George W. Bush.
Fue así que, en un fin de año de película de suspenso, se refrendó nuevamente la influencia de un oscuro hombre originario de Massachusetts, descendiente de suecos, inflexible en sus ideas, que en 1985, y cuando todavía no había cumplido 30 años, logró imponer un mítico juramento que los republicanos asumen como un credo.
Se trata de Grover Glenn Norquist, un notable activista nacido en 1956, fundador de una ONG, American for Tax Reform (Estadounidenses a favor de una reforma fiscal), egresado de Harvard, quien, como en unas nuevas tablas de Moisés, escribió los dos mandamientos neoliberales para sostener en el Capitolio la idea de Ronald Reagan de que sólo incentivando con menores impuestos a los más emprendedores se puede refundar el «sueño americano». Algo que la realidad se encargó de impugnar en estos años, pero que, como todo juramento –y sobre todo en un país con fuertes raíces puritanas–, no resulta fácil de romper sin sufrir el escarnio público.

Por escrito

Apenas 60 palabras (en lengua inglesa) le bastaron al joven Norquist para comprometer a los republicanos que llegan a algún cargo electivo o son designados en la función pública. «Primer punto: me opongo a cualquier iniciativa que apunte a un alza marginal de los impuestos sobre los ingresos tanto para las personas como para las empresas. Segundo punto: estoy en contra de todos los recortes netos o eliminaciones de las deducciones o créditos fiscales, a menos que sean totalmente compensados por una baja de impuestos», dice el mandamiento neoliberal. Hay un agregado para los legisladores, que reza: «Me opondré y votaré en contra de todos y cada uno de los esfuerzos para aumentar los impuestos».
Este «duólogo» tiene tanta fuerza convocante que sólo 16 de los 234 republicanos de la Cámara de Representantes y 6 senadores de 45 no refrendaron el documento.
Norquist representa el ala más implacable de una tendencia que tiene fuertes raíces históricas como es el rechazo al gobierno central y al pago de impuestos. Una tradición que suele recibir el nombre de «libertaria», pero que, sin lugar a dudas, es de un individualismo conservador feroz. El sector más violento sería el de Timothy McVeigh, autor del atentado de Oklahoma que en 1995 dejó un saldo de 168 muertos en un edificio federal de aquella ciudad estadounidense. Norquist, por su parte, alguna vez declaró que su utopía era volver al Estados Unidos anterior a Teddy Roosevelt. Este tío de Franklin Delano era republicano y presidió su país entre 1901 y 1908. Entre sus «logros» estuvo la «independencia» de Panamá de Colombia para apropiarse del canal que se estaba construyendo. Antes había participado en forma personal en la guerra contra España que devino en la independencia tutelada de Cuba, en 1898. Se lo conoce de este lado de la frontera por su política del Big Stick, el «Gran Garrote», contra quienes se opusieran a la voluntad imperialista de Washington. Pero puertas adentro, la derecha –entre ellos, Norquist– lo tilda de filosocialista porque impulsó una política antimonopólica que llevó, entre otras cosas, a la partición de la petrolera Standard Oil en 37 compañías independientes en las barbas del mismísimo John Davison Rockefeller, en 1911.
Norquist –socio de varios «clubes» selectos, como la Asociación Nacional del Rifle, esa que propone combatir las masacres colectivas en las escuelas armando a los maestros– no tiene pelos en la lengua. «Yo no estoy a favor de abolir el gobierno, sólo quiero reducir su tamaño hasta que podemos ahogarlo en la bañera», explicó alguna vez. En una reunión en Florida abundó: «Los grupos del Tea Party deberían servir como la armadura que protege a los republicanos recién elegidos» de las presiones para subir los impuestos.
El Tea Party (literalmente Partido del Té) es un movimiento político que también se define por una vuelta a los orígenes filosófico-constitucionales de los Estados Unidos. Pero va un poco más atrás y hace referencia al movimiento anticolonialista de finales del siglo XVIII que alcanzó su máxima expresión en el Motín del té de Boston o («Boston Tea Party», en inglés), que explotó cuando en Gran Bretaña se aprobó un aumento en el impuesto al té. De estas protestas nacería luego la independencia de la corona, nada menos.
Hay un discurso de la campaña de Obama que ilustra una posición más progresista en temas impositivos. Cuando dijo que nadie podía pensar que se hace rico sólo por sus propias habilidades. «Alguien construyó las carreteras y los puentes donde se transporta la mercadería, o las escuelas donde se educa la gente», deslizó, y fue tergiversado convenientemente por los medios más ultras, esos que lo califican de socialista por decir algo como eso.
La derecha más acérrima piensa que, en cambio, la iniciativa privada es el exclusivo motor del crecimiento de un país y que cuanto más dinero disponible tengan las personas «despiertas» para crear nuevos emprendimientos, más oportunidades generarán en beneficio del resto de los ciudadanos. Sobre esta base es que, incluso del otro lado del Atlántico (ver aparte), los ricos franceses se quieren mudar a Bélgica para aportar menos. Pero no trasladan el centro de sus negocios, porque saben que donde menos se paga también hay menos ocasión de hacer dinero.
Cuando se cumplía el último plazo para que la administración central no cayera en un bache fiscal que obligaría a clausurar muchos servicios esenciales, Obama sentó a los líderes republicanos para exigirles una ampliación presupuestaria sobre la base de la creación de impuestos a los ingresos superiores a 250.000 dólares anuales. Caso contrario, el costo recaería sobre los que menos tienen y castigaría nuevamente a la clase media y los trabajadores. De un modo directo con mayores pagos y de un modo indirecto con una recesión que echaría por tierra la escasa recuperación económica de este año.

Cuentas claras

Lo dijo claramente y los republicanos también le respondieron con claridad. Nones si no se aplican recortes sociales; entre ellos, los planes de salud que Obama impulsó con la reforma a la ley sanitaria, el único gran logro tal vez de su primera gestión.
En 2011, el Congreso había postergado una solución del déficit fiscal –que alcanza el billón de dólares al año– hasta después de la elección presidencial, con la esperanza de que se registrara un cambio de tendencia. Con el resultado puesto, volvieron a la mesa de negociaciones. Pero luego de duras batallas incluso mediáticas, Obama apenas consiguió que le aceptaran incrementos a partir de los ingresos anuales mayores a 400.000 dólares y una suba en la tasa de sólo cinco puntos para las herencias superiores a los 5 millones de dólares. Pero al mismo tiempo se sacan reducciones impositivas para familias de ingresos medios, lo que eleva los pagos en este sector en unos 1.000 dólares más al año.
El convenio, además, posterga por dos meses los recortes en los servicios de salud y asistencia a los pobres, así como en los gastos de defensa. También se prorrogan los subsidios de desempleo por un año a por lo menos dos millones de desocupados.
Pero este statu quo es sólo para atravesar el «abismo» del comienzo de este año. Luego vendrá la pelea de fondo por un acuerdo definitivo. Norquist ya probó quién es el más fuerte. Falta ver si Obama va por más.


Revista Acción
Enero 15 de 2013

Fortaleza sudamericana: entrevista a Pablo Celi de la Torre

Hace poco más de un año el ecuatoriano Pablo Celi de la Torre llegó a Buenos Aires, una ciudad en la que dice sentirse particularmente a gusto, para ocupar el cargo de subdirector del Centro de Estudios Estratégicos del Consejo de Defensa Suramericano. Una suma importante de títulos académicos –sociólogo, politólogo, doctor en Filosofía, doctor en Ciencias Políticas Internacionales, investigador y autor de estudios y publicaciones sobre relaciones internacionales, seguridad y políticas de defensa– y el ejercicio de la docencia en universidades e institutos de formación de fuerzas armadas revelan que Celi de la Torre es un experto en el tema de seguridad regional. Y su designación llegó cuando los países latinoamericanos comenzaron a pensar en diseñar políticas comunes que impidan llegar a instancias bélicas entre naciones hermanas, y eviten caer en la repetición de escenarios como los de los 70, cuando para los uniformados el principal enemigo estaba fronteras adentro. Regían entonces políticas pergeñadas desde la Escuela de las Américas a la medida de las necesidades estratégicas del Pentágono, que provocaron un divorcio entre las fuerzas armadas y los pueblos, muy difícil de revertir.
Lo primero que aclara el funcionario regional desde su despacho en la Casa Patria Grande Presidente Néstor Kirchner es que no hablará, por cuestiones inherentes a su cargo, de situaciones particulares de cada país ni de los gobiernos. Lo segundo, que no están sentando las bases para la creación de una OTAS, una Organización del Atlántico Sur, similar a la que Estados Unidos y Europa mantienen en el norte, pero sin participación de las potencias imperiales.
–¿Cuál es el principal objetivo del Consejo de Defensa?
–Partimos del aprovechamiento compartido de recursos donde hay asimetrías nacionales. Un caso importante, un proyecto que ya está aprobado por Unasur y en proceso de ejecución, es la construcción del primer avión de entrenamiento, que se va a realizar en Argentina con la participación de todos los países de la Unasur, lo que sería un primer ejemplo de cooperación en la industria militar. Sobre esto hay otro ejemplo que son los ejercicios Unasur. Ya no sólo se hacen ejercicios militares con EE.UU. como en el pasado, binacionales. Hoy hay un ejercicio militar conjunto de Unasur, con participación de todas las fuerzas armadas de la región a nivel de planificación estratégica. Esto nos da la medida de que en el corto tiempo de existencia del Consejo de Defensa se han tomado medidas muy realistas, muy verificables y que, de hecho, van creando también mucha confianza. En el pasado proclamábamos un discurso unitario del continente entero, pero todas las fuerzas armadas funcionaban con hipótesis de conflicto bilaterales, es decir, de uno con su vecino y viceversa. En este momento, el objetivo es que las fuerzas armadas tengan una planificación estratégica, una concepción doctrinaria, un sistema de capacitación, un sistema de relacionamiento en función de los principios políticos a los que los países están arribando.
–¿Cuál es la concepción doctrinaria?
–Es un concepto que incluye desde la determinación de cuáles son los intereses comunes de la región en el campo de la seguridad, cuáles son los escenarios en los que se inserta la región, hasta cómo definir, por ejemplo, qué entendemos por seguridad regional, un primer concepto básico. Y hasta dónde llega la región desde el punto de vista de la seguridad, cómo pensamos a Suramérica.
–¿Hasta dónde llega en términos físicos o en términos estratégicos?
–Las fronteras de una región dependen de cómo la región se inserta en los procesos mundiales. La idea es partir de un concepto estratégico de inserción global, superando lo que fue una reiterada visión de Suramérica privilegiadamente vinculada con Norteamérica, para llegar a una Suramérica inserta en el contexto de las relaciones globales desde el punto de vista productivo, desde el punto de vista comercial, tecnológico, con el tema de la seguridad y la defensa respondiendo a la misma lógica de inserción global. Lo que significa también que los países puedan aproximar sus visiones para tener actuaciones conjuntas con un libreto común en organismos como Naciones Unidas, en otras instancias en la región o en el hemisferio. Este es un primer concepto duro, el concepto de seguridad regional.
Un segundo concepto fundamental es cómo la defensa apoya la seguridad. La defensa no es autónoma. Las estructuras de defensa están ligadas con el uso y la organización del aparato militar. No pueden tener autonomía, deben estar subordinadas a una visión de la seguridad, a un concepto de la seguridad. Esto es, cómo las estructuras militares de estos países se insertan en una visión regional de Suramérica; todo esto ligado con que podamos determinar en conjunto cuáles son los riesgos, cuáles son las amenazas, cuáles son los espacios de oportunidad que nosotros encontramos en el plano de la seguridad internacional. Este es un tema muy importante, porque esta definición es la que va a marcar en última instancia la orientación de las políticas de seguridad. Aquí los países están haciendo un esfuerzo muy significativo para poder aproximar sus definiciones. Hasta hoy cada país define sus riesgos y sus amenazas. El objetivo es poder identificar cuáles son comunes y, por tanto, cuál puede ser la base para una acción compartida para esto que llamamos una seguridad cooperativa.
–¿Cómo se implementa la seguridad cooperativa?
–Unasur es un proceso que tiene sus fases, que van progresivamente de lo que constituye el acuerdo respecto de un conjunto de medidas de confianza hacia la construcción de una institucionalidad más sistémica de cooperación. La conformación del Consejo de Defensa Suramericano es la expresión institucional de un proceso de transformaciones muy profundas en las relaciones entre los países de la región. No existe una estructura institucional precedente; es más, había una ausencia de espacio institucional para estructurar una cooperación interestatal en estos ámbitos. La propia aparición del Consejo de Defensa Suramericano es una muestra de confianza, una muestra de que hemos avanzado en las relaciones interestatales. Los países ya no ven la seguridad regional desde la hipótesis de conflictos bilaterales, desde esa vieja noción de entenderla como requisitos de fuerza, proyecciones unilaterales de las fuerzas de los países, desde la hipótesis de amenaza o de la disuasión agresiva, sino más bien desde el principio de la cooperación.
–El hecho de cooperar implica en sí un cambio radical de la perspectiva de quién es el enemigo del que uno tiene que defenderse.
–El Consejo de Defensa Suramericano no es una alianza militar, no es un sistema de seguridad o de defensa de acción colectiva. La misión del Consejo de Defensa no es la predeterminación de enemigos, la predeterminación de conflictos, las hipótesis de guerra, las hipótesis de agresión; no es partir de esta hipótesis negativa sino partir de un acompañamiento positivo a los procesos de integración regional. ¿Qué significa esto? Que las estructuras de seguridad y defensa deben acompañar los procesos de consolidación de la cooperación en el campo económico, en el campo político, en el campo social y, por lo tanto, ¿de qué tienen que ocuparse la seguridad y la defensa? Del acompañamiento y el cuidado de los recursos sociales, naturales y estratégicos. El concepto, entonces, de seguridad y defensa va más allá del ámbito exclusivamente militar. Esto es lo que ha permitido que el Consejo de Defensa sea un espacio de diálogo, de intercomunicación de políticas de defensa nacionales. No existe hoy una política de defensa regional, existen políticas de defensa nacionales y un espacio de cooperación entre ellas. En esta perspectiva y con el objetivo de aproximar estas políticas, de encontrar sus puntos de acuerdo, el Consejo adoptó la decisión de crear un Centro de Estudios Estratégicos como un espacio donde los países puedan concurrir con representaciones oficiales para trabajar instrumentos analíticos, instrumentos metodológicos, propuestas conceptuales, propuestas doctrinarias, hacia lo que sería la configuración de un pensamiento estratégico compartido.
–¿Los integrantes del Centro de Estudios del Consejo de Defensa son militares, son civiles, forman parte de la burocracia en alguna de las áreas afines de los países?
–El Centro tiene una estructura de trabajo permanente integrada por delegados de cada país. Estos delegados pueden ser civiles o militares y están designados por el ministro de Defensa de cada nación. La intención es que, ya sean civiles o militares, tengan experiencia en seguridad, en defensa, en políticas de defensa, una formación académica o institucional que los familiarice con este tipo de temas. Estos delegados forman un equipo de trabajo permanente que ejecuta las demandas del Consejo de Defensa.
–¿Cómo funciona?
–Hay un manual de funcionamiento del Centro de Estudios Estratégicos con tres áreas de trabajo. La primera tiene que ver con definiciones de política y defensa, la segunda es el área que se refiere a la institucionalidad de la defensa, el Ministerio de Defensa, las Fuerzas Armadas, una tercer área son los estudios prospectivos. Por ejemplo, el Centro va a realizar estudios sobre Suramérica 2025, es decir, sobre la perspectiva de los recursos estratégicos de la región en ese horizonte. Además de estas tres áreas de trabajo, el Centro ha asumido algunas funciones adicionales; una de ellas es ser la instancia técnica para la ejecución del Registro Suramericano de Gastos en Defensa. La idea es no solamente tener un registro sino una lectura de esos datos desde la perspectiva de la integración. Un registro que, por ejemplo, toma el gasto militar en relación con el PIB, en relación con los presupuestos estatales, en relación con el número de efectivos de las fuerzas armadas, en relación con la población. Una serie de variables que van integrando una lectura del gasto en defensa que además va a formar parte de una base de datos regionales. Lo valioso es que se sustenta en el presupuesto oficial y ejecutable. Y que se basa en una metodología compartida, de tal manera que todos los países informan con las mismas categorías, lo cual hace que sea homologable y comparable la información. Es, sin duda, la primera y la mayor experiencia a nivel mundial de una región que presenta en conjunto la información de gasto militar. 


Revista Acción
Enero 1 de 2013

La reina argentina

La asunción de Máxima Zorreguieta al trono de Holanda reaviva un debate que de este lado del mundo suena extemporáneo, el de la monarquía. Es que en un tiempo signado por una crisis sin final, sobre todo en Europa, la realeza aparece fuertemente cuestionada en los países donde aún persisten testas coronadas.
Como se repitió hasta el hartazgo en los medios conservadores, que celebraron a la primera reina nacida en estas tierras con una mezcla de nacionalismo chabacano y orgullo tilingo, Máxima será la reina consorte de Guillermo de Orange-Nassau, luego de la abdicación de la reina Beatriz, que cumplió 75 años.
No es la primera vez que un monarca «renuncia» en la historia de los Países Bajos, pero esta vez sorprendió incluso a la casa reinante en España, que salió a aclarar que no veía la necesidad de que Juan Carlos de Borbón debiera abdicar a favor del príncipe Felipe. El rey español, que también cumplió 75 años, tiene sobradas razones para dar un paso al costado, luego de los últimos escándalos que envuelven no sólo a su figura –matanza de elefantes y amante alemana– sino a toda la familia real a raíz de la investigación en el llamado «caso Urdangarín», el yerno real acusado de corrupción junto con el secretario de su esposa, la infanta Cristina.
Los británicos también suelen cuestionarse de tanto en tanto la continuidad de una tradición real envuelta en escándalos con relativa regularidad. Ni siquiera los Orange-Nassau están al margen de controversias; de hecho, el padre de Guillermo, el aristócrata germano Nicolás de Amsberg, fue miembro de las Juventudes Hitlerianas y de la Wehrmacht, lo que en su momento generó olas de indignación en la población holandesa, que fue víctima del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Como se sabe, Máxima es hija de un alto funcionario de la dictadura argentina que no asistió al casamiento de su hija a pedido del gobierno holandés de entonces. Tampoco viajará a la coronación.

Revista Acción
Febrero 15 de 2013

Tangos al otro lado de la Cordillera

Es increíble cómo un video tomado por un turista que no llega a los 20 segundos pudo levantar semejante polvareda y sobre todo poner de manifiesto  el clima que aún subyace en una sociedad como la chilena, una de las que más padeció la ola represiva en los '70 de la mano de Pinochet y la escuela de Chicago y que sin embargo es la que menos logró alejarse de aquellos paradigmas. Como se sabe, un grupo de grumetes de la Armada entrenaba en el balneario de Viña del Mar al canto acompasado de "argentinos mataré, bolivianos fusilaré, peruanos degollaré".  
El gobierno chileno se apuró a calificar al hecho de vergonzoso y a exigirle a la cúpula de los marinos una pronta explicación y castigo por el contenido que trasuntaba la consigna –los medios lo tildaron de xenófobo cuando en realidad debería llamárselo genocida– pero sobre todo porque cae en un momento en que Chile se ve envuelto en una situación explosiva en lo interior por un conflicto con la comunidad mapuche que no tiene miras de disminuir y unas relaciones con sus vecinos, principalmente Bolivia y Perú, que atraviesan coyunturas difíciles. En ambos casos como consecuencia de viejas diferencias limítrofes que tampoco son de fácil resolución.
Pero también está complicada la situación política del empresario Sebastián Piñera, de fuertes vínculos incluso familiares con algunos de los mayores exponentes del pinochetismo, como que su hermano José Manuel fue ministro de Trabajo y Previsión Social del dictador y es considerado el padre del sistema de jubilaciones privadas. A la caída vertical de su imagen tras las masivas marchas estudiantiles en reclamo de una sustancial modificación de un régimen educativo hijo de aquella concepción neoliberal del mundo, se suma un escenario económico poco alentador.
Las últimas cifras indican que el superávit comercial del país, una de las claves del crecimiento desde aquellos funestos años, continúa en baja y sin perspectivas de que las ventas puedan equiparar a las importaciones en un corto plazo. La novedad es que el PBI de Perú, por primera vez en décadas, supera al chileno, toda una afrenta en estos tiempos. Para colmo, la ex presidenta Michelle Bachelet sigue cómoda al frente de las encuestas para suceder al mandatario conservador y nadie en su sector está en condiciones siquiera de opacar a la figura de la socialista.
Hace unos días Santiago fue escenario de la Cumbre de la CELAC, esa organización panamericana sin presencia de Estados Unidos y Canadá que nuclea a todos los países sin distingos de pelambre ideológica. Allí Piñera creyó oportuno resaltar esas diferencias, en un áspero discurso con que le trasmitió la presidencia pro tempore al cubano Raúl Castro.
Un poco porque Piñera, que se doctoró en Harvard en aquellos difíciles '70 (se cuenta que su primer día de clases fue justo el 11 de septiembre de 1973, y que su profesor Kenneth Arrow, premio Nobel de Economía, fue el que le dio la novedad) y otro poco porque la derecha chilena, que pudo poner al fin a uno de los suyos en el Palacio de la Moneda por las vías democráticas en 2010, no tiene otra que plegarse a lo que resulta una política de Estado: navegar entre dos opciones. Por un lado, mantiene las leyes esenciales que le dan estabilidad a la economía al precio de mantener un status quo regresivo que los estudiantes se encargaron de poner sobre el tapete. Porque los reclamos que le estallaron a Piñera no difieren de los que durante 20 años la Concertación, la alianza que agrupa al centro izquierda, tampoco escuchó.
La otra pata de ese Estado represivo y para pocos que persiste en el país trasandino es la ley antiterrorista con que suelen ser juzgados miembros de la comunidad mapuche que en la Patagonia chilena reclaman por sus tierras y sus derechos. Un grupo de ellos llegó a estar 87 días en huelga de hambre sin que al gobierno se le moviera un pelo. El ataque incendiario a una familia de agricultores  cerca de Temuco acrecentó la virulencia verbal contra la comunidad y hubo amenazas tanto entre allegados al gobierno como a los colonos. Llegaron a hablar de la existencia de grupos terroristas entrenados por las FARC, una denuncia que no se sostiene con ningún hecho de la realidad pero sirve para encender ánimos temerosos por el incremento del conflicto y la respuesta oficial. De hecho, la zona está virtualmente militarizada para prevenir enfrentamientos. El diario derechista El Mercurio señaló que además hay reuniones semanales entre miembros de las fuerzas de seguridad y la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) para estudiar la cuestión día a día.
La bravuconada de los grumetes consiguió soliviantar a bolivianos y peruanos. El reclamo de una salida al mar de Bolivia ya es histórico y los escasos avances que hubo sobre todo desde que Evo Morales está en el gobierno se redujeron aun más por la posición de la derecha chilena, que no quiere oír hablar de ceder algo que considera de su soberanía, aunque fue arrebatado en una contienda trinacional en 1879 que la historia demuestra hasta el hartazgo que fue amañada por capitales británicos ligados a la explotación del salitre y el guano.
La última novedad había sido una confusa declaración de Piñera en que se entendía que Chile podía otorgar un trecho de su territorio sin cesión de soberanía. Pero que de alguna manera violaba acuerdos con Perú, que por esas cuestiones de las guerras a nombre de otro, en este caso de empresas británicas de fines del siglo XIX, obligan a que cualquier cambio fronterizo deba ser acordado por ambas partes. Sin embargo, hay otra pastilla difícil de digerir para los peruanos, porque aquellas palabras del chileno dejaban abierta la interpretación de que parte de esa lonja de tierra para Bolivia podía terminar siendo dentro de las actuales fronteras peruanas. Es que en La Haya, Santiago y Lima intentan dirimir por las buenas un tramo de no mucho más de 37 mil kilómetros cuadrados en el mar pero que podría arrastrar algo de superficie terrestre.
Más allá de esos devaneos que mezclan maliciosamente el concepto territorial con la idea de soberanía, pero que no se ocupa del bienestar de los pueblos como objetivo primordial de las élites gobernantes, por estos días mujeres aborígenes del Perú, Bolivia y Chile participarán del Primer Parlamento Nacional de la Mujer Aymara 2013,  que se llevará a cabo en la  ciudad peruana de Puno. Allí debatirán derechos de la mujer, identidad cultural, educación intercultural, igualdad de oportunidades.
En el sur, se desarrollará un encuentro similar dentro de la comunidad mapuche, que incluye nacidos en Chile y en Argentina. La jornada cultural Wiño traule tuiñ –Volvemos a encontrarnos– busca generar espacios de discusión y debate acerca de la identidad, la lucha y proyección del pueblo mapuche a ambos lados de la cordillera.
Los militares chilenos, como se recuerda, apoyaron a los ingleses cuando la insensata guerra emprendida por los dictadores argentinos para la recuperación de las Islas Malvinas. Movida iniciada cuatro años después de que las tropas de los dos  países, que alguna vez compartieron bandera para luchar por la independencia a las órdenes de San Martín y O'Higgins, estuvieron a punto de enfrentarse por el fallo sobre el canal de Beagle.
Entre Argentina y Chile, desde el retorno a la democracia de este lado de los Andes, fueron limando asperezas y construyendo confianza. Raúl Alfonsín había dado una muestra de racionalidad al someter a referéndum el Tratado del Beagle. Carlos Menem se acercó más, cuando en 1990 la Concertación derrotó a Pinochet y cerró el último litigio, el de la Laguna del Desierto. Ya con Néstor Kirchner en el poder, se puso en marcha la Fuerza de Paz Conjunta Cruz del Sur, con militares de las dos naciones, que además completan cursos de cooperación y perfeccionamiento en las respectivas Escuelas de Guerra.
Resultaría impensable plantear un endurecimiento de relaciones por un grupo de jóvenes incentivados por algún oficial con rémoras pinochetistas en un mundo que ya cambió. Lo que termina de marcar esta contradicción es un cartelito sobre una columna de iluminación en la costanera de Viña del Mar al final de ese controvertido video. Allí se invita a un espectáculo de tango en el Cien Club de esa ciudad chilena.
"Después de Argentina, respetando a Japón, somos el país con más tradición tanguera. En pleno siglo XX, Valparaíso y Viña del Mar fueron cuna de grandes orquestas y cultores del tango en general", explicó hace un tiempo Raúl Carreño Varas, académico de la Universidad de Playa Ancha, quien hizo su tesis de Magister en Arte sobre la música del Río de la Plata.
Como suele decirse, para bailar tango y hacer la guerra se necesitan dos. Sectores de la derecha chilena, como en los viejos dancings, están cabeceando a ver si alguno acepta pelea. Adentro o afuera del país.

Tiempo Argentino
Febrero 8 de 2013

jueves

Un bloque a la medida de Washington

Cuando en abril de 2011, poco antes de entregar el gobierno, Alan García logró cristalizar la Alianza del Pacífico (AP), muchos creyeron ver en esta iniciativa del peruano una zancadilla a su sucesor, Ollanta Humala. Porque el bloque que nacía, conformado por Chile, Perú, Colombia y México, nacía de la unión de gobiernos teñidos de una notoria impronta neoliberal. Andando el tiempo, la AP se dio el gusto en la última Cumbre Iberoamericana de Cádiz –escuálida por la ausencia de tres mandatarios del Mercosur como Cristina Fernández, José Mujica y Hugo Chávez, pero también por la suspensión de Paraguay tras el golpe contra Fernando Lugo– de mostrar sus credenciales al mundo y de incluir, como miembro observador, precisamente a España, que ante la crisis terminal de su modelo económico busca alternativas hasta debajo de las piedras y ahora mira de otro modo a América Latina.
De este modo, la AP fue la cara visible de un modelo de integración regional, en detrimento del Mercosur, que sólo mantuvo presencia con la brasileña Dilma Rousseff, tratada con algodones por los españoles porque, de paso, y a sabiendas del rol que Brasil está alcanzando entre las potencias económicas, también le podría servir para superar su encerrona.
Estos actos protocolares desnudaron, así, una crisis subterránea en la región que hasta no hace mucho se jactaba de haber construido, más allá de las diferencias, un organismo como Unasur que podría cobijar todas las tendencias de los países sudamericanos hacia un destino común, que no podría ser otro, se suponía, que sumarse a la sociedad comercial representada por Mercosur.
Pero sucede que el mercado común nacido en Asunción en 1991 representa una visión del mundo relacionada con un parque industrial bastante desarrollado pero fundamentalmente una producción agropecuaria de gran importancia para el mundo.


Dos miradas
La dificultad para juntar los dos océanos, como sugieren conocedores del tema, entre ellos, el argentino Alberto Sosa, miembro del Instituto Argentino de Geopolítica (IADEG), se basa en que el eje del Pacífico tiene una mayor producción de minerales y se ubica como punto clave en el área de mayor crecimiento de las últimas décadas y es llamado a convertirse en el centro económico mundial para el resto del siglo. O sea que hay dos miradas diferentes sobre cómo insertarse en los mercados internacionales.
De hecho, la AP representa a países que tienen tratados de libre comercio entre ellos, con Estados Unidos y también con la mayoría de las naciones del mundo. Chile es el caso más paradigmático, pero México y Colombia no le van en zaga. De allí la posibilidad más concreta de avanzar hacia otras políticas de integración, como la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.
Más puntualmente, Chile y Colombia son fuertes en los servicios y energía, México es un importante centro regional de producción con acceso directo a la economía mas grande del mundo, y Perú ostenta niveles récord de crecimiento económico y alto nivel de producción de materias primas.
Los números fríos dicen que los 4 países tienen 205 millones de habitantes, reúnen el 35% del PBI de Latinoamérica y exportan más de la mitad de bienes de toda la región. Si se lo computara como un solo país, representaría la novena economía del planeta, con pautas similares en cuanto al rol que debe tener el Estado. Por otro lado, para integrar la AP se requiere la plena vigencia del Estado de derecho, de la democracia y del orden constitucional.
Porque todos sostienen a rajatabla una economía de libre mercado y un sistema de multipartidismo que, por ejemplo, llevó a que esos países morigeraran el castigo de Unasur a la dirigencia paraguaya por el golpe contra Lugo como así también a mantener en el último encuentro de ministros de Defensa continentales en Punta del Este las posiciones más cercanas a lo que pretende el Pentágono para su patio trasero.
No por nada la mitad de los miembros del grupo tienen una fuerte injerencia de tropas de EE.UU. en planes armados con la excusa del combate al narcotráfico, como el plan Colombia y el plan Mérida. O sea, son territorio de libre tránsito también para uniformados con la bandera de las barras y estrellas en el brazo izquierdo. Y el Paraguay de hoy no está demasiado alejado de esa «amistad» con los uniformados estadounidenses.

Cabeza de puente

A diferencia de lo que ocurría en el mundo hispanohablante en la edad de oro del Consenso de Washington, Piñera dijo que «hoy día América Latina puede ser una plataforma para proyectarse al mundo del Asia Pacífico». Y luego se ofreció como puente para el mercado español hacia los países asiáticos.
Es que el bloque se propone firmar un tratado de libre comercio con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), una alianza de 10 países de «la otra orilla» entre los que se cuentan Indonesia, Tailandia, Vietnam y Singapur.
En Cádiz, todo un símbolo, Piñera, el peruano Humala, el colombiano Juan Manuel Santos y el mexicano Felipe Calderón firmaron una declaración conjunta en la que aseguran, entre otras cosas, que durante el 2013 reducirán los aranceles internos en un 90% y que ya no habrá que tener visa para que los ciudadanos viajen de un país a otro.
«Nuestra meta es lograr que a comienzos del próximo año más del 90% de los bienes puedan circular libremente sin ningún arancel entre nuestros países», abundó Piñera.
La cita sirvió también para dar la bienvenida oficial a 5 países que se incorporaron como observadores: España, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Uruguay. Costa Rica y Panamá continúan con su estatus inicial de candidatos a miembros plenos en cualquier momento.
Mientras tanto, de este lado de los Andes, todavía resuenan los ecos de la renuncia de Samuel Pinheiro Guimarães, alto representante del Mercosur, que pegó un portazo antes de la cumbre de Mendoza donde se formalizó la suspensión de Paraguay y el ingreso de Venezuela. El brasileño alegó entonces falta de apoyo para sus proyectos de integración que denominó «Mercosur x 9», que incluían, entre otras cosas, la convocatoria a Bolivia, Ecuador, Guyana y Surinam.
Guimarães, un diplomático de carrera en Itamaraty con un bagaje de experiencia y vocación integradora que lo ubica como uno de los propulsores de Mercosur desde sus orígenes, percibía que el eje Argentina-Brasil estaba perdiendo la partida en el armado de la unidad regional tras la muerte de Néstor Kirchner y el recambio de Lula da Silva por Dilma Rousseff en Brasil. Pero por lo que se ve, su sonoro alejamiento no logró despabilar a la «alianza atlántica» sudamericana.


El neogolpismo
Guimarães denunció luego ante la prensa (ver recuadro) el «neogolpismo» en Sudamérica, «impulsado por las clases tradicionales hegemónicas que, ante la victoria (electoral) de candidatos progresistas, construyen una teoría según la cual (estos presidentes) fueron elegidos pero no gobiernan democráticamente, hacen políticas populistas, están en contra de la libertad de prensa».
Como para sopesar esto que se dice, conviene tomar en cuenta un artículo del vocero del «latinoamericanismo» proestadounidense afincado en Miami, Andrés Oppenheimer. El periodista nacido en Argentina describió en el Miami Herald a la Alianza del Pacífico como una muy auspiciosa entidad para la defensa del mercado libre y la democracia. «Los 4 miembros del nuevo bloque (…) tienen ante sí una oportunidad de oro. Sigo siendo respetuosamente escéptico sobre la Alianza del Pacífico, pero mucho menos que con respecto a los otros bloques comerciales y políticos que han surgido recientemente en la región, porque arranca con bases más concretas». Si él lo dice.


Revista Acción
Diciembre 1 de 2012

sábado

Una foto y la película del absolutismo

El ensañamiento de los medios del establishment mundial y principalmente de los españoles con el presidente venezolano parece no tener límite. Y a la gravísima pifia de El País con una foto de un hombre entubado que no era Hugo Chávez –digna de estar entre las peores infamias en la historia del periodismo, que además se originó en una chanza de un italiano, Tommasso Debenedetti, que no imaginó hasta dónde podía llegar su desafío a la racionalidad de sus colegas– se sumó una carta insultante contra el hombre que comanda los destinos de Venezuela desde 1999 y que se atribuyó a su ex esposa Nancy Iriarte. Pero que había sido escrita por un periodista opositor un año antes.
Todavía se recuerda por estas costas alguna otra carta apócrifa adjudicada en junio de 1978 al jugador holandés Rudolfo Kroll, en la que el capitán del seleccionado que disputó la final del mundial de fútbol con Argentina hablaba loas sobre la dictadura de Videla. Es que la asistencia del equipo naranja al certamen había sido fuertemente cuestionada en su país por las violaciones a los Derechos Humanos que los militares habían desplegado desde el golpe.
La editorial Atlántida de los Vigil, responsable de aquel desatino, es la misma que apenas tres años después publicó una foto del líder radical Ricardo Balbín entubado en el sanatorio donde moriría unos días más tarde, en setiembre de 1981. La foto era verdadera, pero el caso despertó indignación porque era una notoria violación de límites éticos sobre qué cosa es noticiable y cuál no en un estado de derecho.
Fue así que la familia del político platense planteó una demanda que la Corte Suprema falló en su favor en 1984. Pero la cuestión no se laudó en el imaginario popular y hace algunos meses la viuda de Jorge Luis Borges le confesaba al conductor de un programa matutino de radio Mitre que el enorme escritor argentino, al saberse víctima de una enfermedad terminal, a principios de 1986 eligió ir a morir a Ginebra, donde había estudiado en su lejana juventud "porque había quedado muy impresionado con la foto de Balbín y temía que le hicieran lo mismo a él". Ni María Kodama ni su interlocutor Chiche Gelblung continuaron con el tema. Que podía ser espinoso porque el periodista había estado al frente de la revista en cuestión y es un defensor de un estilo de ese periodismo siempre en el abismo de lo brutal que lo llevó más de una vez a los tribunales.
Pero lo de El País tiene otras connotaciones. Porque es el medio que representó la transición a la democracia en la España posfranquista pero terminó siendo el baluarte en la lucha de la oligarquía conservadora por mantener su status quo interno y abrirse a una supremacía en el exterior que hace agua por todos lados a raíz de la crisis económica que le estalló en 2008. Una crisis que pone en el tapete los acuerdos de La Moncloa al punto que Cataluña ya plantea directamente la independencia del poder central y por tanto la ruptura de la unidad en torno de la realeza española. Una familia monárquica que por estas horas está más enfrascada en ver la forma de zafar de una investigación sobre un caso de corrupción que involucra al esposo y a un secretario de la infanta Cristina pero que salpica al palacio de la Zarzuela en su conjunto, incluida la bella presunta amante alemana de Juan Carlos I.
La ansiedad del El País –similar a la del monárquico ABC y el "popular" El Mundo– se inscribe en el deseo manifiesto de ver al que despectivamente titula de "caudillo" sudamericano fuera de circulación. Porque lo sabe una pieza clave en la lucha contra el proyecto neoliberal en América Latina. Chávez logró ofuscar de tal modo al mismísimo rey Borbón que le hizo perder la compostura en una célebre cumbre donde el monarca le dijo su ya famosa "¿Por qué no te callas?". Cosa curiosa que los medios callan: ese es el mismo rey puesto a dedo por otro caudillo, aunque en su caso "por la gracia de Dios", como Francisco Franco, coronado a la muerte del dictador que se lanzó contra la República española para restaurar el poder a los Borbones, en 1975.
Juan Carlos, por otro lado, desde su llegada al trono y sobre todo desde el Tejerazo de febrero de 1981 viene impulsando de un modo más o menos sutil la restauración de una suerte de absolutismo en el mundo hispanohablante que a 200 años de la Asamblea del Año XIII resulta poco menos que risible, pero que tiene fuertes lazos con las derechas locales que por la vía de las urnas van perdiendo influencia luego del cambio de aires en la región de este siglo.
No sería la primera vez que los Borbones intentan restaurar el absolutismo. Ya lo había hecho en 1814 Fernando VII, cuando volvió al trono luego de la caída de Napoleón con el apoyo de las Juntas de Gobierno surgidas en todo el territorio imperial. Decisión contra natura dos años después de que en Cádiz se dictara la primera Constitución Española, conocida como La Pepa, que reconocía cosas tan elementales como la soberanía nacional de los ciudadanos (y no la de un rey sobre sus súbditos), la monarquía parlamentaria y la división de poderes.
Desoyendo los consejos de hombres más duchos en eso de leer los tiempos que corrían, Fernando VII intentó reconstruir el Imperio español y el absolutismo por la vía de la fuerza y se enfrascó en la lucha contra los liberales en territorio español y abrió frentes de batalla en el continente americano para voltear a gobiernos populares surgidos durante su detención a manos de las tropas francesas. El resultado es conocido y Chávez es un emergente bicentenario de esa resistencia a un proyecto que en los 90 pareció que podía obtener nuevos resultados a la vista de la expansión de los capitales españoles en la región.
Por estos días la reina holandesa, Beatriz, abdicó a favor de su hijo Guillermo, lo que ubica a la argentina Máxima Zorreguieta a las puertas de convertirse en la primera reina nacida en estas pampas. La situación despertó especulaciones en España, ya que Beatriz deja la corona porque cumplió 75 años y piensa que debe dar paso a generaciones más jóvenes.
Hace unas semanas Juan Carlos también cumplió 75 años. Pero La Zarzuela desmintió que hubiera pensado en abdicar en su hijo Felipe, su sucesor natural de acuerdo al protocolo.
Felipe ostenta por ahora el titulo de Príncipe de Asturias. Pero como su madre es Sofía Margarita Victoria Federica, de la casa de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, princesa de Grecia y Dinamarca, Felipe podría terminar coronado como rey de dos penínsulas sumidas en lo peor de la crisis mundial: el país ibérico y el helénico. A pesar de que Grecia desde 1974, y luego de un referéndum, es una república que no reconoce títulos nobiliarios. Y de que el sello dorado  lo conserva su tío, Constantino II, llamado aún hoy rey de Grecia, príncipe de Dinamarca y duque de Esparta.
La historia de Guillermo Alejandro Nicolás Jorge Fernando, príncipe de Orange-Nassau e hidalgo de los Amsberg, tiene también sus bemoles.  Es el hijo mayor de Beatriz y del fallecido aristócrata alemán Klaus-Georg Wilhelm Otto Friedrich Gerd von Amsberg, conocido como el príncipe Claus. Hombre que levantó polvareda cuando se casó con Beatriz, en 1966, por su pasado como miembro de las Juventudes Hitlerianas y de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial. Guillermo, a la vez, es el primer varón Orange-Nassau desde Guillermo III en 1890. Y también despertó polémicas cuando se casó con la hija del ex secretario de Agricultura del dictador Videla, Jorge Zorreguieta. Hombre de ingreso restringido en Holanda por un pasado que todavía lo condena.

Tiempo Argentino
Febrero 1 de 2013