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Entre el Bienestar que se cae y el Buen Vivir que renace

El Congreso de los Diputados español ardía. Por un lado, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, trataba de salir lo mejor parado posible en el tradicional discurso del estado de la Nación en momentos en que su partido aparece en el centro de las denuncias por corrupción –sin olvidar del caso que atañe a la casa real y su complicado yerno- mientras la desocupación continúa en alza a pesar de las promesas de que con las políticas que dicta Bruselas todo irá mejor.  El momento de mayor tensión se produjo cuando el líder de la oposición, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, insistió en que el representante del PP debe renunciar al cargo por haber sumido a España, según su óptica, en una profunda "crisis moral". 
"¿Cree usted que se puede gobernar un país pendiente cada mañana de que al señor (Luis) Bárcenas le entre un ataque de sinceridad?", lanzó Rubalcaba, en referencia directa a las denuncias por sobresueldos pagados por particulares a miembros del Partido Popular canalizados a través del ex tesorero de la agrupación derechista. Rajoy recordó momentos no menos oscuros del PSOE tanto en el gobierno como en la oposición y desgranó un rosario de cifras que corroboran la gravedad de la situación para España y las dificultades que hay para salir del atolladero. 
Luego ofreció mejorar estos indicadores pero también propuso elaborar leyes de transparencia que eviten la repetición de casos de corrupción como el de las cuentas paralelas en el PP, que según los indicios terminaron con alrededor de 22  millones de euros depositados en Suiza en cuentas a nombre de Bárcenas, a esta altura el malo de la película.  
Pueden encontrarse curiosas similitudes entre los destinos actuales de Ecuador y España, en un giro útil para resaltar las diferencias entre el proyecto que se cuece en Europa y el que en América latina emprenden un puñado de naciones que apostaron por otro modelo que privilegia valores de defensa del ser humano antes que el de las multinacionales, como resalta el recién reelecto Rafael Correa.
La situación del PP se hizo más complicada hace exactamente cuatro años, cuando el entonces juez Baltasar Garzón abría una investigación por una presunta trama de corrupción que operaba en Madrid, Valencia y la Costa del Sol con ramificaciones en el mundo empresario ligado a integrantes de alto grado del PP. Los implicados enfrentaban cargos por blanqueo de capitales, fraude fiscal, cohecho y tráfico de influencias. Por esas cosas de la creatividad que manifiestan los sabuesos policiales en todo el mundo, la operación se llamó 'Gürtel'. Por "correa" en alemán. Es que el cabecilla de la organización era el empresario Francisco Correa.
El acusado, según se desprende de la causa, organizaba eventos públicos del PP durante la gestión de José María Aznar (1996-2004) y mediante dádivas y aportes non sanctos conseguía ventajas y favores para su grupo empresario, que incluye una decena de firmas (todas con nombre en inglés, todas dedicadas a servicios, ninguna de rubros productivos).
Garzón dejó la causa al poco tiempo declarándose incompetente, luego de haberse ganado el odio visceral de los conservadores que, a pesar de que también había investigado al PSOE cuando el caso GAL, el grupo antiterrorista acusado aplicar metodología de la guerra sucia durante el gobierno de Felipe González.  La derecha, de todas maneras, se la cobró y el año pasado fue separado de su juzgado, cuando pretendió investigar los crímenes del franquismo, y condenado a 11 años de inhabilitación.  Garzón ahora es abogado de Julián Assange, el fundador de Wikileaks refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres a la espera de que lo dejen viajar al país que le concedió el asilo político.
La investigación periodística por el caso "Gürtel" fue publicada por el diario El País y los periodistas que trabajaron en ella recibieron el Premio Ortega y Gasset de Periodismo en 2010. En junio pasado, y luego de tres años y cuatro meses entre rejas, desde donde se dice que seguía manejando sus negocios públicos y privados, Correa salió en libertad. La fianza de 200 mil euros se la pagó la madre. 
Hace unas semanas, y luego de la gaffe más importante en su historial como fue la publicación de una foto falsa de Hugo Chávez, El País volvió al periodismo con la publicación de la contabilidad paralela que llevaba el tesorero Bárcenas en la que anotó puntillosamente los pagos “por debajo de la mesa” a la plana mayor del PP desde los 90. 
Este domingo, mientras tanto, 136.079 ecuatorianos de los más de 300 mil que aún viven en España fueron a votar en las presidenciales de su país. Rafael Correa ganó allí con más del 70% de los votos. En el total general, como se sabe, obtuvo casi el 57% para la presidencia y en la Asamblea logró los dos tercios de los legisladores. 
A los 49 años Correa revalida su título y se convierte en un líder regional a tener en cuenta, con una sólida formación en economía y un carisma que lo llevó a ser una garantía de estabilidad en un país que a lo largo del siglo XX tuvo un promedio de un presidente cada dos años. Pero que desde que llegó al Palacio Carondelet, en 2006, mantiene el mismo equipo gobernante y, lo más destacado, el mismo proyecto político. Más aún, parafraseando al politólogo Atilio Borón, esta elección demuestra que el poder no desgasta, que lo que desgasta es gobernar para las minorías.
El proyecto correista se basa en el 'sumak kawsay' (buen vivir), un concepto tomado de la cosmovisión indígena de varios pueblos de la región sudamericana, que habla de relaciones más amigables con la naturaleza y considera a las personas no como una maquinaria destinada solo al trabajo o al consumo sino como un miembro de una comunidad humana dentro de la Pachamama. Esto implica un sistema que debe mantener un equilibrio con la Madre Tierra, de la que hay que tomar “solo lo necesario” para que la intervención del hombre se reduzca al mínimo. 
Correa aprendió este concepto entre los pueblos originarios, entre los que permaneció un año como voluntario luego de haberse graduado en una escuela salesiana. Fue en una misión en la provincia de Cotopaxi, en una población de extrema pobreza donde cumplió tareas como alfabetizador, ejerció sus conocimientos en economía social asesorando microemprendimientos. Y aprendió quichua. 
Su paso por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, le completó un panorama más ligado a las concepciones de la iglesia popular. De hecho, Correa se niega a hablar de “mercado laboral” para referirse a la ocupación de las personas. Por eso de que el hombre no debe convertirse en una mercancía.
En España, unos 15 mil ecuatorianos pueden perder sus viviendas por no poder pagar las hipotecas que sacaron en tiempos de vacas que parecían gordas. La mitad de ellos son atendidos por la Defensoría del Pueblo de Ecuador y varios ministerios de Estado. El presidente en persona intervino para destrabar casos complicados a través de gestiones oficiales. 
Desde 2011, miles de ecuatorianos que habían emigrado en busca de mejores horizontes vuelven a su patria. En un par de años, según cifras oficiales, más de 20% de los exiliados económicos, cerca de 100 mil, retornaron a su país. Pero además, más de 5 mil se animaron a tentar suerte en Ecuador.
Cruzaron el Atlántico porque en Europa tendrían leyes de protección que en Sudamérica se le negaban. Ahora que Rajoy concluye la obra comenzada por su antecesor de desmontar el Estado de Bienestar, la panacea es el Estado del Buen Vivir. 

Tiempo Argentino
Febrero 22 de 2013

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