jueves

El euro en terapia intensiva

El pronóstico de la consultora británica Centre for Economics and Business Research (CEBR) es demoledor: “El euro apenas tiene una entre cinco posibilidades de sobrevivir”. El informe, publicado a mediados de mes, cuando los líderes europeos –a pesar de las fuertes tormentas de nieve– transpiraban para calmar a los mercados con el anuncio de nuevos blindajes para superar la crisis económica, no alcanzó una gran difusión, pese al panorama que pinta sobre este nuevo cumpleaños de la moneda que nació el 1° de enero de 1999.
El documento, incluso, aporta algunos datos que mucho recuerdan un fin de año nefasto para la Argentina. “Para salvar la moneda única, el nivel de vida tendría que caer más de un 15% en las economías más débiles de la Eurozona (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), el gasto público un 10% adicional y sus respectivos gobiernos tendrían que ceder parte de su soberanía económica a Bruselas (sede comunitaria). Asimismo, la UE debería ampliar el Fondo de rescate, dotado con 750 mil millones de euros, y el PBI alemán crecer más de un 3% anual durante los próximos cuatro años para soportar el rescate de países.”
Como conclusión, el paper señala que las reducciones en los niveles de vida necesarios para que el corset monetario continúe vigente “es mayor al que el Reino Unido tuvo que enfrentar en la Segunda Guerra Mundial”. El cálculo, que figura en la última edición de Perspectivas Económicas Globales del Servicio de Perspectivas del CEBR, pone en duda la capacidad del euro para poder soportar semejante contracción.
Para el premio Nobel Joseph E. Stiglitz –que hace unos días le dijo a la presidenta Cristina Fernández que suele poner como ejemplo de lo que hay que hacer frente a la crisis la experiencia argentina–, Europa nunca respetó las pautas necesarias para que la moneda única pudiera funcionar. “Y sigue sin hacerlo”, insiste el profesor de la Univesidad de Columbia. “La eliminación de barreras legales para el movimiento de trabajadores creó un mercado laboral único, pero las diferencias lingüísticas y culturales hacen que la movilidad laboral al estilo norteamericano resulte inalcanzable”, añade el polémico ex funcionario del FMI.
“Es más, Europa no tiene manera de ayudar a aquellos países que enfrentan problemas serios”. Como ejemplo, Stiglitz pone el caso de España, con una tasa de desempleo del 20% entre los adultos y el doble entre los jóvenes. Lejos de solucionar la crisis, que elevó el déficit fiscal al 11%, la respuesta concertada de las autoridades continentales es la reducción presupuestaria, con lo que el desempleo aumentará, inevitablemente. “Conforme su economía se ralentiza, la mejora de su posición fiscal puede ser mínima”, evalúa Stiglitz. O sea, mucho costo social para tan poco beneficio.
“El euro fue un experimento interesante, pero como el casi olvidado mecanismo de tipo de cambio (MTC) que lo antecedió y se desintegró cuando los especuladores atacaron la libra británica en 1992, carece del respaldo institucional necesario para que funcione”, es la conclusión del economista estadounidense.
Alemania y Francia, los países que llevan la voz cantante dentro de la UE y tienen las llaves que conducen al euro,
coinciden en que la salida a la encrucijada pasa por la unión fiscal, lo que conlleva la pérdida de soberanía nacional. La respuesta institucional va en consonancia con esta propuesta. Y según se entusiasmó el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durão Barroso, la crisis no hace más que acelerar la creación de un súper Estado “en 10 años”. La promesa es el rescate a manos de los grandes.
“Nadie en Europa será dejado solo. Nadie en Europa será dejado caer. Europa sólo se consigue unidos”, dijo claramente la canciller alemana Angela Merkel en Bundestag. Su ministro de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, recordó a su turno otra crisis argentina, cuando el país salió de la “tablita cambiaria”. “Aquellos que apostaron su dinero frente al euro no tendrán éxito... el euro no va a fallar. El euro nos beneficia a todos y lo vamos a defender”, parafraseando al efímero ministro de la dictadura, Lorenzo Sigaut, quien en 1981 aseguró que “el que apuesta al dólar perderá”, un clásico en los pronósticos errados.
Pero al margen de estos augurios, muchos analistas se preguntan si es posible que Alemania y Francia puedan crear un súper Estado para salvar el euro. Y es ahí donde se cruzan las especulaciones con las insólitas derivaciones de una crisis a la que nadie ve fin.
Porque ahora, para salvar al euro, aparecen miradas que enfocan hacia China. Después de todo, la potencia emergente financió los desbalances fiscales de los Estados Unidos comprando bonos con sus monumentales excedentes económicos. Confían, por lo tanto, en que el gigante asiático utilice algo de sus enormes reservas para la compra de bonos de Grecia, Irlanda, Portugal o España, los que más están padeciendo la crisis económica. China dispone de casi un billón de dólares en bonos del Tesoro estadounidense y anunció que podría comprar bonos por hasta 5000 millones de euros.
Lo que ocurrirá en los próximos días quizás tenga el espíritu de un regalo de cumpleaños venido de Oriente para el euro, que nació formalmente con el primer minuto de 1999. Este 1º de enero, además, se producirá el ingreso de Letonia al selecto grupo de la Eurozona, con una celebración que servirá para hacer marketing político en torno al deseo de “pertenecer” que sigue generando la moneda común. Aunque los letones ya han expresado que no tienen interés en ese emblema, y a pesar de que la realidad indica que va a ser complicado poder sostener en el tiempo un signo monetario que hace agua por todos lados. Incluso puede pensarse que el eje de las discusiones pase en 2011 del plano económico al terreno político, y lo que esté en terapia intensiva no sea sólo la divisa comunitaria sino la unidad de los 27 países que integran la UE.
Habrá muchos argentinos para quienes todo este embrollo suene a reparación histórica, luego de años de padecer el escarnio de los “expertos” internacionales sobre las posibilidades de la sociedad para enfrentarse con su destino. Y de haber pasado la prueba de salir airosa, como registró Stigiltz.

Tiempo Argentino
Diciembre 26 de 2010

sábado

Mensajes xenófobos

Estamos construyendo una ciudadanía del Mercosur. Ese sentimiento de que somos el Mercosur es un sentimiento que se está formando y que debe consolidarse”, dijo el actual canciller brasileño Celso Amorim. Fue en la Cumbre del Mercosur de Foz de Iguazú, donde los representantes de los países miembro del experimento de integración regional más profundo que se haya hecho en esta parte del mundo desde la independencia mantuvieron la última reunión del año. Un año que fue muy fructífero en eso de lo que hablaba Amorim, de construir ciudadanía, más allá del alcance económico de esta propuesta de mercado común que ya cumplió 20 años.
Porque las cuestiones económicas entre los países pueden agotarse en debates arancelarios o de intercambio de mercancías. Pero una verdadera integración implica ir avanzando en la construcción de una nacionalidad común, una identidad que nuclee a los pueblos que decidieron, reconocieron, impulsaron, la idea de que no hay otro destino para cada uno que no sea la unidad de todos.
Para los medios tradicionales de los mismos países, hubo en ese encuentro un pedido especial de la presidenta argentina para incorporar una condena concreta a la xenofobia. Condena que, según esa visión, tendría como objetivo el desgaste de la figura del alcalde porteño, Mauricio Macri, que sin dudas, con su discurso de fuerte tono racista arrimó combustible en estos días calientes en Villa Soldati.
Como se recordará, el jefe comunal despotricó, al igual que muchos vecinos de la zona, contra la “inmigración descontrolada”. Y agregó, desprejuiciadamente, que todos los días “llegan 100 o 200 personas nuevas a la ciudad que no sabemos quiénes son, de la mano del narcotráfico y la delincuencia”.
Mirada simple y pequeña si las hay sobre un tema que debería alarmar a las mentes bien pensantes, incluso desde el punto de vista de políticos que se ofrecen como alternativa de recambio para las presidenciales de 2011. Porque más allá de que en gruesas capas de la población porteña –e incluso del resto del país– el mensaje xenófobo suele granjear más simpatías de las que se sospecha, ya no hay espacio para gobernar en la región por fuera del marco que ya impuso el Mercosur, la Unasur y los organismos que vayan surgiendo en el futuro. Como lo han reconocido incluso mandatarios de la derecha como el chileno Sebastián Piñera y el colombiano Juan Manuel Santos.
Construir una identidad común en la Cuenca del Plata significa, lisa y llanamente, construir ciudadanía con paraguayos, uruguayos, venezolanos y a un plazo no demasiado largo y más temprano que tarde, con bolivianos, peruanos, ecuatorianos y chilenos.
Por eso fue importante que en esa misma Cumbre se fueran desplegando las otras herramientas de construcción común, como los planes de educación, de libre circulación de personas, de protección laboral, y aunque parezca anecdótico, la creación de una historieta para niños fomentando la integración. Algo que no surgió porque el gobierno argentino entró en conflicto repentinamente con un sector de la población que mira con desconfianza y desprecio a los hermanos de la tierra.
El discurso xenófobo –que en Buenos Aires, y por recomendación de su asesor ecuatoriano Jaime Duran Barba, Macri puso en circulación para ganar adhesiones en su construcción política– se está extendiendo en todo el mundo de una manera que preocupa a organismos y militantes comprometidos con los Derechos Humanos y civiles. Y curiosamente, en todos los países donde hay desbordes de este talante, hay un componente de pobreza, exclusión, acusaciones de narcotráfico, intolerancia… y hasta barrabravas violentos. Lo peor es que también hay políticos dispuestos a aceptar el convite retrógrado con tal de seducir a multitudes que, en medio de crisis económicas de diverso calibre, ven en el diferente a un competidor por las migajas que se caen de la mesa de los poderosos.
El presidente estadounidense Barack Obama, por ejemplo, debió enfrentar, desde que decidió iniciar su camino hacia la Casa Blanca, a sectores racistas no solo de su país sino incluso desde las filas de su propio partido. Hace cosa de un año, el líder de la mayoría demócrata en el Senado estadounidense, Harry Reid, había catalogado a Obama como un afroestadounidense que “no habla dialecto de negro” que es exitoso porque tiene la “piel clara”, lo que levantó protestas hasta de legisladores republicanos.
Obama no pudo aún conseguir la aprobación de una ley inmigratoria que beneficie a los millones de hispanos que cruzan la frontera en busca de mejores horizontes. Tampoco una iniciativa que recibe el acrónimo de Dream (sueño), en obvia referencia a esa utopía que siguen trabajadores de todo el continente que quieren un futuro mejor para ellos y sus hijos. El Dream Act (Development, Relief and Education for Alien Minors Act, en español Acta de Fomento para el Progreso, Alivio y Educación para Menores Extranjeros) es un proyecto bipartidista que permitiría que los hijos de indocumentados estudien en institutos estadounidenses y reciban la ciudadanía a cambio de buenas calificaciones, algo que por ahora sólo logran haciendo dos años de servicio militar. Ambas leyes están frenadas en el Capitolio por un fuerte lobby antiinmigratorio.
El Parlamento Europeo, hace unos días, advirtió en su informe anual sobre el “creciente” aumento de violaciones de derechos fundamentales en Europa, y especialmente citó casos racistas y xenófobos sobre los que reclamó sanciones y procedimientos de infracción contra Estados miembro que los permitan.
El presidente galo, Nicolas Sarkozy, marcha a la cabeza en los reclamos, luego de la expulsión masiva de gitanos que inició en julio y que lo hizo trepar en las encuestas. Para no ser menos, Marine Le Pen, hija y segura sucesora del líder de Frente Nacional ultraderechista francés, Jean-Marie Le Pen, también hizo su aporte al murmullo racial, cuando comparó la ocupación nazi con las plegarias que los musulmanes desarrollan en las calles de Francia. Pero la mujer, de 42 años, no deja de crecer en los sondeos y ya está en el 14% para las presidenciales de 2012. Su no menos polémico padre había llegado el 10% en 2007.
En Rusia, que no pertenece a la Unión Europea, miles de hinchas mostraron su violencia frente al Kremlin al grito de “Rusia para los rusos”. Fue tal el clima que las autoridades decidieron acordonar la plaza para evitar mayores incidentes. “Los actos que buscan animar el odio racial, nacional o religioso son especialmente peligrosos” y “amenazan la estabilidad del Estado, pontificó el presidente Dimitri Medvédev.
“Nazismo bajo los muros del Kremlin”, tituló Novye Izvestia, opositor al gobierno. “La subcultura de los hinchas es xenófoba por naturaleza. Y hay que abordar seriamente ese problema, pero ni las autoridades del fútbol ni la fuerzas del orden quieren hacerlo”, señaló el Vedomosti, preocupado por la actuación de los barrabravas, de cara al mundial de 2018, que se llevará a cabo en Rusia. Los revoltosos rendían homenaje a un simpatizante del Spartak de Moscú muerto en un enfrentamiento con un hincha del Cáucaso, de religión musulmana.
Declaraciones como las de Marine Le Pen, el propio Sarkozy, Reid –el líder demócrata por Nevada– Mauricio Macri y muchos vecinos de Villa Soldati que se expresaron con total impunidad ante las cámaras contra otros miembros del género humano, merecieron el repudio de esa otra parte de la población que aspira a una vida en democracia y el respeto por el prójimo. Pero en Bolivia hubiesen merecido sanciones más contundentes de acuerdo a la Ley contra el Racismo y toda forma de discriminación, sancionada en octubre pasado. Por efecto de esa normativa, los medios que emitan mensajes de contenido xenófobo pueden ser multados e incluso se les puede quitar la licencia.
Pero claro, Bolivia no integra aún el Mercosur y esa ley fue criticada por las organizaciones que nuclean a los propietarios de medios como atentatoria de la libertad de prensa. Y fue votada por indios en el gobierno del país con más población indígena de América.

Tiempo Argentino
18 de diciembre 2010

La inquietud del Gran Hermano

El 22 de enero de 1984, los Angeles Raiders le dieron una paliza fenomenal a los Washington Redskins en el Super Bowl XVIII, con un récord de 38 a 9 en la final por el trofeo de la NFL, la liga nacional de fútbol americano. Pero ese día figura en los anales de la comunicación por otro hecho relevante: en el descanso del tercer tiempo, mientras millones de televidentes apuraban una cerveza antes del último tramo del encuentro, un corto emitido por esa única vez impactó de un modo tan contundente que se convirtió en una de los 50 más importantes en la historia de la publicidad mundial.
Realizado por Ridley Scott, que venía de filmar la no menos impactante Blade Runner y otro ya clásico, Alien el octavo pasajero, el filme que emitieron en horario central se inspiraba en la alegoría futurista de George Orwell, 1984. El director británico haría más recientemente Gladiador y la última versión de Robin
Hood, y no suele recordar en su curriculum aquella pieza. Una lástima, porque es una joya visual.
En un minuto exacto, la película muestra a una joven con una maza que corre entre una multitud de personajes grises que, subyugados por una enorme pantalla, contemplan el discurso del Gran Hermano. La mujer, la única con vestimenta fuera de la convención apagada del entorno –ropa deportiva roja y blanca– lanza la primitiva herramienta sobre la pantalla, que estalla en mil pedazos. Al texto final del anuncio (puede verse en ), es también un clásico: “Apple Computer presentará Macintosh. Y usted verá por qué 1984 no será como 1984”.
La computadora personal ya era un artefacto conocido en la mayoría de las sociedades desarrolladas para esa época, de la mano de IBM. Pero era un instrumento sólo para iniciados. Lo que hizo Apple fue aplicar un desarrollo de Xerox, la interfase gráfica, y un mouse, lo que acercó la sofisticada tecnología al nivel de cualquier usuario. Como la chica que rompía la dependencia de tiranías mediáticas con algo tan simple como una maza, el aparato desarrollado por Steve Jobs y Steve Wozniak rompió definitivamente con el pasado y aportó las herramientas para una nueva revolución industrial.
Para diciembre de 1990, el inglés Tim Berners-Lee y el belga Robert Cailliau, del CERN, el laboratorio de física ubicado en Suiza, completaron el círculo de este cambio, cuando crearon un lenguaje estandarizado (el hipertexto) que permite conectar a computadoras lejanas utilizando la plataforma de la red militar desarrollada por los Estados Unidos en la Guerra Fría. La World Wide Web (la triple w) se fue constituyendo desde su presentación oficial, en 1993, en la mayor base de datos y de comunicaciones en la historia de la humanidad.
Desde entonces, algunos términos comenzaron a ser cotidianos, aun para gente que no está conectada a Internet y ni siquiera sabe manejar una computadora. Palabras como virtual, en contraposición a real, o hardware, complementario de software. Los cibernautas –otra palabrita reciente– mostraron desde sus comienzos una inventiva deslumbrante y, al estar en contacto con colegas y compinches de todo el planeta, potenciaron su perspicacia y una nueva forma de compartir información, inquietudes, programas y curiosidades.
También fueron compartiendo producciones artísticas y poniendo en cuestión incluso el derecho de propiedad intelectual (copyright) como opuesto al copyleft, el derecho a compartir libremente el fruto de la creación humana. A veces lo hicieron voluntariamente, otras, de un modo que linda con la ilegalidad, como es el caso de los hackers.
Todo este desarrollo coincidió, como no podía ser de otro modo, con un enorme crecimiento de las transacciones comerciales a través de la red de redes. Al punto de que en la actualidad, según la organización Internet World Stats, hay un total de cerca de 2000 millones de internautas (casi un 30% de la población mundial) y de acuerdo a la consultora Everis, se comercia en forma electrónica la friolera de 502.100 millones de dólares a nivel global.
Como ejemplo baste decir que, a la manera del tradicional Viernes Negro estadounidense, donde los negocios “reales” hacen sus ofertas de fin de año, el 29 de noviembre fue el Cyber Monday (Ciber lunes), para operaciones “virtuales”. En un día hubo transacciones por 1028 millones de dólares, lo que representa un crecimiento de 16% con respecto a lo obtenido el año pasado, reveló la consultora comScore.
Sobre esa base hay que entender el fenómeno de esta ciberguerra desatada en torno a WikiLeaks y el ahora detenido Julian Assange.
Porque Bradley Manning, el soldado acusado de haber puesto en circulación el monumental archivo de la Guerra de Irak y Afganistán, cumple por estos días 23 años. Es decir que nació con la Web. Y muchos de los integrantes de ese misterioso grupo Anonymous, que lanzó el plan de venganza contra los sitios que bloquean a WikiLeaks y sus fuentes de ingresos, no son mucho más grandes que el muchacho que está en prisión en Virginia y enfrenta un juicio que lo podría dejar 52 años entre rejas.
Es curioso que el escándalo mediático en torno a la difusión de documentos secretos se desatara con la catarata de cables diplomáticos y no cuando salieron a la luz los papeles secretos de las dos guerras que mantienen los Estados Unidos en Asia. Porque se trata de charlas de chismosas de barrio, en contraposición con las anteriores filtraciones, que prueban múltiples violaciones a los más elementales Derechos Humanos cometidos por tropas que ocupan Irak y Afganistán. A pesar de lo cual, desató una cacería sobre el mensajero y sus sponsors que repentinamente sacó de foco a los autores de aquellas tropelías.
Esta batalla en Internet, en efecto, representa una lucha por espacios que hasta ahora los países más desarrollados no habían declarado por el control de la información que circula por la red de redes. Y que comenzó con planteos de empresas productoras de discos y cine por el tráfico de copias de música y películas, costumbre que amenaza a algunas de las industrias que más facturan.
Por eso estos ciberataques los fogonean hackers y programadores, pero los pueden llevar adelante simples ciudadanos con una herramienta sencilla y hogareña como es el programita LOIC (Low Orbit Ion Cannon) para embestir contra sitios oficiales y de empresas que acorralan a Assange y cortan sus fuentes de ingresos.
“Las intenciones de Anonymous están muy claras –dice una proclama del grupo que encabeza la protesta por WikiLeaks–. Somos un pueblo en campaña por la libertad. Las intenciones de Anonymous residen en cambiar la forma en que los gobiernos del mundo y la gente en general ven en la actualidad la libertad de expresión en Internet.”
La guerra estaba declarada desde hace tiempo. Desde el momento en que esta tecnología se puso a mano de cualquier ciudadano. Y sin dudas el caso WikiLeaks habrá de cambiar las formas en que se difunden internamente archivos clave para la seguridad nacional. Lo que también amenaza la libertad de información, teniendo en cuenta que el nudo central de la red pasa por los Estados Unidos.
Pero en todo caso ya nació una generación que sabe que, más temprano que tarde, tiene en sus manos una fabulosa herramienta con la que combatir. Con la efectividad de la maza en el aviso de Ridley Scott.
Lo que no es fácil de percibir aún es cuáles serán las consecuencias.

Tiempo Argentino
11 de diciembre 2010

La prisa de El País

Mientras El País de España se solazaba en varias tapas con la última catarata que derramó WikiLeaks, pasó inadvertido el cambio del control empresario del diario que representó como ninguno el modelo democrático en la península tras la muerte del dictador Francisco Franco. Como que desde ayer ofrece parte de su paquete accionario en la Bolsa de Nueva York y en unos días lo hará en la de Madrid, algo inédito en su historia.
Como se sabe, luego de un acuerdo reservado con Julian Assange, el matutino madrileño participó en el selecto club de los medios que pudieron hurgar en los cables originales y analizar con el gobierno de los EE UU qué dar a conocer y qué no de esa tanda de información de la diplomacia estadounidense. Ese grupo exquisito está conformado por The New York Times, el británico The Guardian, el francés Le Monde y la alemana Der Spiegel.
La propietaria del periódico español, Prisa (Promotora de Informaciones SA), enfrenta deudas cercanas a los 5 mil millones de euros, luego de haberse expandido en los ’90 a 22 países para convertirse en el multimedios más grande de “habla española y portuguesa”, como se promociona. A partir de su nave insignia, El País ostenta algunas marcas líderes como Santillana, Alfaguara, Aguilar, y no piensa detenerse. No por nada aspira a aprovechar todas las ventajas que puede ofrecer “un mercado global de más de 700 millones de personas”, como asegura.
Ya había anunciado a fines de abril que se había desprendido de algunas de sus subsidiarias e incluso del edificio donde tiene su redacción, en pleno centro de Madrid. También que había llegado a un acuerdo con un grupo inversor estadounidense que haría un aporte sustancial para calmar a los bancos acreedores, a cambio de quedarse con la mayoría de las acciones.
Milagrosamente pues, los archivos de WikiLeaks le cayeron como anillo al dedo para que esta nueva etapa empresaria cuente con los mejores auspicios. Es que el nivel de exposición mediática que encontró durante la última semana, y sobre todo el hecho de haber sido uno de los cinco “elegidos” de Assange, lo convierten en una joya difícil de resistir para un inversor medianamente despierto.
Tal vez en este contexto se comprenda mejor por qué gran parte de las últimas portadas de El País hicieran hincapié en lo que piensa Washington sobre los gobiernos latinoamericanos y en especial el argentino, donde Prisa tiene intereses concretos, y por lo tanto le caben las generales de la Ley… de Medios.
No se sabe por qué los “elegidos” decidieron el domingo para lanzar el vendaval WikiLeaks. Pero también en forma oportuna, un día antes, Prisa anunciaba la conformación del nuevo Consejo de Administración, donde se refleja el cambio en el equilibrio económico interno. El flamante mandamás, el fondo de inversiones Liberty Acquisition Holdings, aporta 650 millones de euros y, por una compleja ingeniería financiera, se disuelve en Prisa para vender luego el 70% del paquete en la Bolsa, con lo que en teoría el control del grupo seguiría en manos de la familia Polanco, fundadora del diario.
Lo interesante es ver quiénes son los nuevos consejeros. Las estrellas son, dinero mediante, los titulares del fondo Liberty, los archimillonarios Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin. Nacido en París el primero, a los 49 años se jacta de no tener vivienda propia y de residir en hoteles porque es más práctico. Pero atesora 2mil millones de dólares en activos y obras de arte. Londinense, su socio es un hombre de negocios que gusta de los deportes de riesgo, no bebe, no fuma y piensa que Prisa es un excelente negocio, pero “si dentro de un año existe la necesidad urgente de vender” no tendría dudas en hacerlo.
Los expertos dicen que el verdadero alma mater de Liberty, enigmático conglomerado de inversores con sede en el paraíso fiscal estadounidense de Delaware es Paul B. Guenther, un afiliado al Partido Demócrata con fuerte llegada –y aportes de campaña– a Hillary Clinton, relacionado además con The New York Times.
Entre los nuevos integrantes del Consejo de Administración, , aparece nada menos que el ex presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León. Llegado al poder en 1994, luego del asesinato del candidato natural del PRI, Luis Donaldo Colosio, Zedillo es conocido como un tecnócrata de fuerte impronta neoliberal.
Durante su gestión se produjo el Efecto Tequila, crisis que calmó luego de recibir millonarios créditos de los EE UU y un cambio en los paradigmas de la economía mexicana. No se le pueden achacar todos los errores de su partido en 70 años, pero el hecho es que fue el último “cartucho” del PRI y dejó el poder en 2000 en manos del ex Coca-Cola Vicente Fox. La incorporación de Zedillo a Prisa podría explicarse, según los analistas, en su amistad con el ex presidente de gobierno español Felipe González.
Otro destacado miembro de la nueva cúpula es Alain Minc. En la web corporativa lo mencionan como un escritor francés que presidió el Consejo de Vigilancia de Le Monde, otro de los “elegidos” wiki. Prisa tiene un 15% del diario francés, ingreso que facilitó precisamente Minc, y aspira a más, según se desprende del plan de negocios presentado hace un par de meses. Minc fue condenado a pagar una importante multa en noviembre de 2001 por un tribunal de París, tras haber sido encontrado culpable de plagiar una biografía novelada del filósofo holandés Baruch Spinoza.
También son consejeros Harry Sloan, con fuertes inversiones en el negocio mediático de Europa, aunque nacido en los Estados Unidos, donde llegó a ser vicepresidente de la Metro Goldwyn Mayer hasta el año pasado. Emmanuel Roman, otro destacado en la nueva Prisa, fue directivo durante 18 años en Goldman Sachs, la banca inversora que en la Argentina tiene parte de las acciones del Grupo Clarín. Junto con ellos estará otro banquero, el mexicano Juan Arena, quien fuera presidente de Bankinter, el sexto en importancia en España, que pertenece al Santander, y en marzo pasado fue condenado a devolver a algunos clientes las pérdidas generadas por su recomendación de invertir en el quebrado Lehman Brothers.
“El consejo se completa con Ignacio Polanco, Juan Luis Cebrián, Matías Cortés, Diego Hidalgo, Gregorio Marañón, Agnès Noguera, Borja Pérez Arauna y Manuel Polanco”, dice la información oficial.
Según declaró Ignacio Polanco, el presidente de Prisa, “las diferencias en nacionalidad, formación y antigüedad en el Consejo permiten al nuevo órgano de gobierno valorar las condiciones más adecuadas para dirigir a Prisa hacia la internacionalización, pluralidad y globalidad que los mercados requieren”.
El impacto de WikiLeaks seguramente le dará la razón en esta etapa de oferta neoyorquina, porque en todo el mundo se habló de El País. Y el diario se encargó durante toda esta semanita de mostrarles a sus inversores cómo se posiciona en la región.

Tiempo Argentino
Diciembre 4 de 2010