jueves

El euro en terapia intensiva

El pronóstico de la consultora británica Centre for Economics and Business Research (CEBR) es demoledor: “El euro apenas tiene una entre cinco posibilidades de sobrevivir”. El informe, publicado a mediados de mes, cuando los líderes europeos –a pesar de las fuertes tormentas de nieve– transpiraban para calmar a los mercados con el anuncio de nuevos blindajes para superar la crisis económica, no alcanzó una gran difusión, pese al panorama que pinta sobre este nuevo cumpleaños de la moneda que nació el 1° de enero de 1999.
El documento, incluso, aporta algunos datos que mucho recuerdan un fin de año nefasto para la Argentina. “Para salvar la moneda única, el nivel de vida tendría que caer más de un 15% en las economías más débiles de la Eurozona (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), el gasto público un 10% adicional y sus respectivos gobiernos tendrían que ceder parte de su soberanía económica a Bruselas (sede comunitaria). Asimismo, la UE debería ampliar el Fondo de rescate, dotado con 750 mil millones de euros, y el PBI alemán crecer más de un 3% anual durante los próximos cuatro años para soportar el rescate de países.”
Como conclusión, el paper señala que las reducciones en los niveles de vida necesarios para que el corset monetario continúe vigente “es mayor al que el Reino Unido tuvo que enfrentar en la Segunda Guerra Mundial”. El cálculo, que figura en la última edición de Perspectivas Económicas Globales del Servicio de Perspectivas del CEBR, pone en duda la capacidad del euro para poder soportar semejante contracción.
Para el premio Nobel Joseph E. Stiglitz –que hace unos días le dijo a la presidenta Cristina Fernández que suele poner como ejemplo de lo que hay que hacer frente a la crisis la experiencia argentina–, Europa nunca respetó las pautas necesarias para que la moneda única pudiera funcionar. “Y sigue sin hacerlo”, insiste el profesor de la Univesidad de Columbia. “La eliminación de barreras legales para el movimiento de trabajadores creó un mercado laboral único, pero las diferencias lingüísticas y culturales hacen que la movilidad laboral al estilo norteamericano resulte inalcanzable”, añade el polémico ex funcionario del FMI.
“Es más, Europa no tiene manera de ayudar a aquellos países que enfrentan problemas serios”. Como ejemplo, Stiglitz pone el caso de España, con una tasa de desempleo del 20% entre los adultos y el doble entre los jóvenes. Lejos de solucionar la crisis, que elevó el déficit fiscal al 11%, la respuesta concertada de las autoridades continentales es la reducción presupuestaria, con lo que el desempleo aumentará, inevitablemente. “Conforme su economía se ralentiza, la mejora de su posición fiscal puede ser mínima”, evalúa Stiglitz. O sea, mucho costo social para tan poco beneficio.
“El euro fue un experimento interesante, pero como el casi olvidado mecanismo de tipo de cambio (MTC) que lo antecedió y se desintegró cuando los especuladores atacaron la libra británica en 1992, carece del respaldo institucional necesario para que funcione”, es la conclusión del economista estadounidense.
Alemania y Francia, los países que llevan la voz cantante dentro de la UE y tienen las llaves que conducen al euro,
coinciden en que la salida a la encrucijada pasa por la unión fiscal, lo que conlleva la pérdida de soberanía nacional. La respuesta institucional va en consonancia con esta propuesta. Y según se entusiasmó el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durão Barroso, la crisis no hace más que acelerar la creación de un súper Estado “en 10 años”. La promesa es el rescate a manos de los grandes.
“Nadie en Europa será dejado solo. Nadie en Europa será dejado caer. Europa sólo se consigue unidos”, dijo claramente la canciller alemana Angela Merkel en Bundestag. Su ministro de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, recordó a su turno otra crisis argentina, cuando el país salió de la “tablita cambiaria”. “Aquellos que apostaron su dinero frente al euro no tendrán éxito... el euro no va a fallar. El euro nos beneficia a todos y lo vamos a defender”, parafraseando al efímero ministro de la dictadura, Lorenzo Sigaut, quien en 1981 aseguró que “el que apuesta al dólar perderá”, un clásico en los pronósticos errados.
Pero al margen de estos augurios, muchos analistas se preguntan si es posible que Alemania y Francia puedan crear un súper Estado para salvar el euro. Y es ahí donde se cruzan las especulaciones con las insólitas derivaciones de una crisis a la que nadie ve fin.
Porque ahora, para salvar al euro, aparecen miradas que enfocan hacia China. Después de todo, la potencia emergente financió los desbalances fiscales de los Estados Unidos comprando bonos con sus monumentales excedentes económicos. Confían, por lo tanto, en que el gigante asiático utilice algo de sus enormes reservas para la compra de bonos de Grecia, Irlanda, Portugal o España, los que más están padeciendo la crisis económica. China dispone de casi un billón de dólares en bonos del Tesoro estadounidense y anunció que podría comprar bonos por hasta 5000 millones de euros.
Lo que ocurrirá en los próximos días quizás tenga el espíritu de un regalo de cumpleaños venido de Oriente para el euro, que nació formalmente con el primer minuto de 1999. Este 1º de enero, además, se producirá el ingreso de Letonia al selecto grupo de la Eurozona, con una celebración que servirá para hacer marketing político en torno al deseo de “pertenecer” que sigue generando la moneda común. Aunque los letones ya han expresado que no tienen interés en ese emblema, y a pesar de que la realidad indica que va a ser complicado poder sostener en el tiempo un signo monetario que hace agua por todos lados. Incluso puede pensarse que el eje de las discusiones pase en 2011 del plano económico al terreno político, y lo que esté en terapia intensiva no sea sólo la divisa comunitaria sino la unidad de los 27 países que integran la UE.
Habrá muchos argentinos para quienes todo este embrollo suene a reparación histórica, luego de años de padecer el escarnio de los “expertos” internacionales sobre las posibilidades de la sociedad para enfrentarse con su destino. Y de haber pasado la prueba de salir airosa, como registró Stigiltz.

Tiempo Argentino
Diciembre 26 de 2010

sábado

Mensajes xenófobos

Estamos construyendo una ciudadanía del Mercosur. Ese sentimiento de que somos el Mercosur es un sentimiento que se está formando y que debe consolidarse”, dijo el actual canciller brasileño Celso Amorim. Fue en la Cumbre del Mercosur de Foz de Iguazú, donde los representantes de los países miembro del experimento de integración regional más profundo que se haya hecho en esta parte del mundo desde la independencia mantuvieron la última reunión del año. Un año que fue muy fructífero en eso de lo que hablaba Amorim, de construir ciudadanía, más allá del alcance económico de esta propuesta de mercado común que ya cumplió 20 años.
Porque las cuestiones económicas entre los países pueden agotarse en debates arancelarios o de intercambio de mercancías. Pero una verdadera integración implica ir avanzando en la construcción de una nacionalidad común, una identidad que nuclee a los pueblos que decidieron, reconocieron, impulsaron, la idea de que no hay otro destino para cada uno que no sea la unidad de todos.
Para los medios tradicionales de los mismos países, hubo en ese encuentro un pedido especial de la presidenta argentina para incorporar una condena concreta a la xenofobia. Condena que, según esa visión, tendría como objetivo el desgaste de la figura del alcalde porteño, Mauricio Macri, que sin dudas, con su discurso de fuerte tono racista arrimó combustible en estos días calientes en Villa Soldati.
Como se recordará, el jefe comunal despotricó, al igual que muchos vecinos de la zona, contra la “inmigración descontrolada”. Y agregó, desprejuiciadamente, que todos los días “llegan 100 o 200 personas nuevas a la ciudad que no sabemos quiénes son, de la mano del narcotráfico y la delincuencia”.
Mirada simple y pequeña si las hay sobre un tema que debería alarmar a las mentes bien pensantes, incluso desde el punto de vista de políticos que se ofrecen como alternativa de recambio para las presidenciales de 2011. Porque más allá de que en gruesas capas de la población porteña –e incluso del resto del país– el mensaje xenófobo suele granjear más simpatías de las que se sospecha, ya no hay espacio para gobernar en la región por fuera del marco que ya impuso el Mercosur, la Unasur y los organismos que vayan surgiendo en el futuro. Como lo han reconocido incluso mandatarios de la derecha como el chileno Sebastián Piñera y el colombiano Juan Manuel Santos.
Construir una identidad común en la Cuenca del Plata significa, lisa y llanamente, construir ciudadanía con paraguayos, uruguayos, venezolanos y a un plazo no demasiado largo y más temprano que tarde, con bolivianos, peruanos, ecuatorianos y chilenos.
Por eso fue importante que en esa misma Cumbre se fueran desplegando las otras herramientas de construcción común, como los planes de educación, de libre circulación de personas, de protección laboral, y aunque parezca anecdótico, la creación de una historieta para niños fomentando la integración. Algo que no surgió porque el gobierno argentino entró en conflicto repentinamente con un sector de la población que mira con desconfianza y desprecio a los hermanos de la tierra.
El discurso xenófobo –que en Buenos Aires, y por recomendación de su asesor ecuatoriano Jaime Duran Barba, Macri puso en circulación para ganar adhesiones en su construcción política– se está extendiendo en todo el mundo de una manera que preocupa a organismos y militantes comprometidos con los Derechos Humanos y civiles. Y curiosamente, en todos los países donde hay desbordes de este talante, hay un componente de pobreza, exclusión, acusaciones de narcotráfico, intolerancia… y hasta barrabravas violentos. Lo peor es que también hay políticos dispuestos a aceptar el convite retrógrado con tal de seducir a multitudes que, en medio de crisis económicas de diverso calibre, ven en el diferente a un competidor por las migajas que se caen de la mesa de los poderosos.
El presidente estadounidense Barack Obama, por ejemplo, debió enfrentar, desde que decidió iniciar su camino hacia la Casa Blanca, a sectores racistas no solo de su país sino incluso desde las filas de su propio partido. Hace cosa de un año, el líder de la mayoría demócrata en el Senado estadounidense, Harry Reid, había catalogado a Obama como un afroestadounidense que “no habla dialecto de negro” que es exitoso porque tiene la “piel clara”, lo que levantó protestas hasta de legisladores republicanos.
Obama no pudo aún conseguir la aprobación de una ley inmigratoria que beneficie a los millones de hispanos que cruzan la frontera en busca de mejores horizontes. Tampoco una iniciativa que recibe el acrónimo de Dream (sueño), en obvia referencia a esa utopía que siguen trabajadores de todo el continente que quieren un futuro mejor para ellos y sus hijos. El Dream Act (Development, Relief and Education for Alien Minors Act, en español Acta de Fomento para el Progreso, Alivio y Educación para Menores Extranjeros) es un proyecto bipartidista que permitiría que los hijos de indocumentados estudien en institutos estadounidenses y reciban la ciudadanía a cambio de buenas calificaciones, algo que por ahora sólo logran haciendo dos años de servicio militar. Ambas leyes están frenadas en el Capitolio por un fuerte lobby antiinmigratorio.
El Parlamento Europeo, hace unos días, advirtió en su informe anual sobre el “creciente” aumento de violaciones de derechos fundamentales en Europa, y especialmente citó casos racistas y xenófobos sobre los que reclamó sanciones y procedimientos de infracción contra Estados miembro que los permitan.
El presidente galo, Nicolas Sarkozy, marcha a la cabeza en los reclamos, luego de la expulsión masiva de gitanos que inició en julio y que lo hizo trepar en las encuestas. Para no ser menos, Marine Le Pen, hija y segura sucesora del líder de Frente Nacional ultraderechista francés, Jean-Marie Le Pen, también hizo su aporte al murmullo racial, cuando comparó la ocupación nazi con las plegarias que los musulmanes desarrollan en las calles de Francia. Pero la mujer, de 42 años, no deja de crecer en los sondeos y ya está en el 14% para las presidenciales de 2012. Su no menos polémico padre había llegado el 10% en 2007.
En Rusia, que no pertenece a la Unión Europea, miles de hinchas mostraron su violencia frente al Kremlin al grito de “Rusia para los rusos”. Fue tal el clima que las autoridades decidieron acordonar la plaza para evitar mayores incidentes. “Los actos que buscan animar el odio racial, nacional o religioso son especialmente peligrosos” y “amenazan la estabilidad del Estado, pontificó el presidente Dimitri Medvédev.
“Nazismo bajo los muros del Kremlin”, tituló Novye Izvestia, opositor al gobierno. “La subcultura de los hinchas es xenófoba por naturaleza. Y hay que abordar seriamente ese problema, pero ni las autoridades del fútbol ni la fuerzas del orden quieren hacerlo”, señaló el Vedomosti, preocupado por la actuación de los barrabravas, de cara al mundial de 2018, que se llevará a cabo en Rusia. Los revoltosos rendían homenaje a un simpatizante del Spartak de Moscú muerto en un enfrentamiento con un hincha del Cáucaso, de religión musulmana.
Declaraciones como las de Marine Le Pen, el propio Sarkozy, Reid –el líder demócrata por Nevada– Mauricio Macri y muchos vecinos de Villa Soldati que se expresaron con total impunidad ante las cámaras contra otros miembros del género humano, merecieron el repudio de esa otra parte de la población que aspira a una vida en democracia y el respeto por el prójimo. Pero en Bolivia hubiesen merecido sanciones más contundentes de acuerdo a la Ley contra el Racismo y toda forma de discriminación, sancionada en octubre pasado. Por efecto de esa normativa, los medios que emitan mensajes de contenido xenófobo pueden ser multados e incluso se les puede quitar la licencia.
Pero claro, Bolivia no integra aún el Mercosur y esa ley fue criticada por las organizaciones que nuclean a los propietarios de medios como atentatoria de la libertad de prensa. Y fue votada por indios en el gobierno del país con más población indígena de América.

Tiempo Argentino
18 de diciembre 2010

La inquietud del Gran Hermano

El 22 de enero de 1984, los Angeles Raiders le dieron una paliza fenomenal a los Washington Redskins en el Super Bowl XVIII, con un récord de 38 a 9 en la final por el trofeo de la NFL, la liga nacional de fútbol americano. Pero ese día figura en los anales de la comunicación por otro hecho relevante: en el descanso del tercer tiempo, mientras millones de televidentes apuraban una cerveza antes del último tramo del encuentro, un corto emitido por esa única vez impactó de un modo tan contundente que se convirtió en una de los 50 más importantes en la historia de la publicidad mundial.
Realizado por Ridley Scott, que venía de filmar la no menos impactante Blade Runner y otro ya clásico, Alien el octavo pasajero, el filme que emitieron en horario central se inspiraba en la alegoría futurista de George Orwell, 1984. El director británico haría más recientemente Gladiador y la última versión de Robin
Hood, y no suele recordar en su curriculum aquella pieza. Una lástima, porque es una joya visual.
En un minuto exacto, la película muestra a una joven con una maza que corre entre una multitud de personajes grises que, subyugados por una enorme pantalla, contemplan el discurso del Gran Hermano. La mujer, la única con vestimenta fuera de la convención apagada del entorno –ropa deportiva roja y blanca– lanza la primitiva herramienta sobre la pantalla, que estalla en mil pedazos. Al texto final del anuncio (puede verse en ), es también un clásico: “Apple Computer presentará Macintosh. Y usted verá por qué 1984 no será como 1984”.
La computadora personal ya era un artefacto conocido en la mayoría de las sociedades desarrolladas para esa época, de la mano de IBM. Pero era un instrumento sólo para iniciados. Lo que hizo Apple fue aplicar un desarrollo de Xerox, la interfase gráfica, y un mouse, lo que acercó la sofisticada tecnología al nivel de cualquier usuario. Como la chica que rompía la dependencia de tiranías mediáticas con algo tan simple como una maza, el aparato desarrollado por Steve Jobs y Steve Wozniak rompió definitivamente con el pasado y aportó las herramientas para una nueva revolución industrial.
Para diciembre de 1990, el inglés Tim Berners-Lee y el belga Robert Cailliau, del CERN, el laboratorio de física ubicado en Suiza, completaron el círculo de este cambio, cuando crearon un lenguaje estandarizado (el hipertexto) que permite conectar a computadoras lejanas utilizando la plataforma de la red militar desarrollada por los Estados Unidos en la Guerra Fría. La World Wide Web (la triple w) se fue constituyendo desde su presentación oficial, en 1993, en la mayor base de datos y de comunicaciones en la historia de la humanidad.
Desde entonces, algunos términos comenzaron a ser cotidianos, aun para gente que no está conectada a Internet y ni siquiera sabe manejar una computadora. Palabras como virtual, en contraposición a real, o hardware, complementario de software. Los cibernautas –otra palabrita reciente– mostraron desde sus comienzos una inventiva deslumbrante y, al estar en contacto con colegas y compinches de todo el planeta, potenciaron su perspicacia y una nueva forma de compartir información, inquietudes, programas y curiosidades.
También fueron compartiendo producciones artísticas y poniendo en cuestión incluso el derecho de propiedad intelectual (copyright) como opuesto al copyleft, el derecho a compartir libremente el fruto de la creación humana. A veces lo hicieron voluntariamente, otras, de un modo que linda con la ilegalidad, como es el caso de los hackers.
Todo este desarrollo coincidió, como no podía ser de otro modo, con un enorme crecimiento de las transacciones comerciales a través de la red de redes. Al punto de que en la actualidad, según la organización Internet World Stats, hay un total de cerca de 2000 millones de internautas (casi un 30% de la población mundial) y de acuerdo a la consultora Everis, se comercia en forma electrónica la friolera de 502.100 millones de dólares a nivel global.
Como ejemplo baste decir que, a la manera del tradicional Viernes Negro estadounidense, donde los negocios “reales” hacen sus ofertas de fin de año, el 29 de noviembre fue el Cyber Monday (Ciber lunes), para operaciones “virtuales”. En un día hubo transacciones por 1028 millones de dólares, lo que representa un crecimiento de 16% con respecto a lo obtenido el año pasado, reveló la consultora comScore.
Sobre esa base hay que entender el fenómeno de esta ciberguerra desatada en torno a WikiLeaks y el ahora detenido Julian Assange.
Porque Bradley Manning, el soldado acusado de haber puesto en circulación el monumental archivo de la Guerra de Irak y Afganistán, cumple por estos días 23 años. Es decir que nació con la Web. Y muchos de los integrantes de ese misterioso grupo Anonymous, que lanzó el plan de venganza contra los sitios que bloquean a WikiLeaks y sus fuentes de ingresos, no son mucho más grandes que el muchacho que está en prisión en Virginia y enfrenta un juicio que lo podría dejar 52 años entre rejas.
Es curioso que el escándalo mediático en torno a la difusión de documentos secretos se desatara con la catarata de cables diplomáticos y no cuando salieron a la luz los papeles secretos de las dos guerras que mantienen los Estados Unidos en Asia. Porque se trata de charlas de chismosas de barrio, en contraposición con las anteriores filtraciones, que prueban múltiples violaciones a los más elementales Derechos Humanos cometidos por tropas que ocupan Irak y Afganistán. A pesar de lo cual, desató una cacería sobre el mensajero y sus sponsors que repentinamente sacó de foco a los autores de aquellas tropelías.
Esta batalla en Internet, en efecto, representa una lucha por espacios que hasta ahora los países más desarrollados no habían declarado por el control de la información que circula por la red de redes. Y que comenzó con planteos de empresas productoras de discos y cine por el tráfico de copias de música y películas, costumbre que amenaza a algunas de las industrias que más facturan.
Por eso estos ciberataques los fogonean hackers y programadores, pero los pueden llevar adelante simples ciudadanos con una herramienta sencilla y hogareña como es el programita LOIC (Low Orbit Ion Cannon) para embestir contra sitios oficiales y de empresas que acorralan a Assange y cortan sus fuentes de ingresos.
“Las intenciones de Anonymous están muy claras –dice una proclama del grupo que encabeza la protesta por WikiLeaks–. Somos un pueblo en campaña por la libertad. Las intenciones de Anonymous residen en cambiar la forma en que los gobiernos del mundo y la gente en general ven en la actualidad la libertad de expresión en Internet.”
La guerra estaba declarada desde hace tiempo. Desde el momento en que esta tecnología se puso a mano de cualquier ciudadano. Y sin dudas el caso WikiLeaks habrá de cambiar las formas en que se difunden internamente archivos clave para la seguridad nacional. Lo que también amenaza la libertad de información, teniendo en cuenta que el nudo central de la red pasa por los Estados Unidos.
Pero en todo caso ya nació una generación que sabe que, más temprano que tarde, tiene en sus manos una fabulosa herramienta con la que combatir. Con la efectividad de la maza en el aviso de Ridley Scott.
Lo que no es fácil de percibir aún es cuáles serán las consecuencias.

Tiempo Argentino
11 de diciembre 2010

La prisa de El País

Mientras El País de España se solazaba en varias tapas con la última catarata que derramó WikiLeaks, pasó inadvertido el cambio del control empresario del diario que representó como ninguno el modelo democrático en la península tras la muerte del dictador Francisco Franco. Como que desde ayer ofrece parte de su paquete accionario en la Bolsa de Nueva York y en unos días lo hará en la de Madrid, algo inédito en su historia.
Como se sabe, luego de un acuerdo reservado con Julian Assange, el matutino madrileño participó en el selecto club de los medios que pudieron hurgar en los cables originales y analizar con el gobierno de los EE UU qué dar a conocer y qué no de esa tanda de información de la diplomacia estadounidense. Ese grupo exquisito está conformado por The New York Times, el británico The Guardian, el francés Le Monde y la alemana Der Spiegel.
La propietaria del periódico español, Prisa (Promotora de Informaciones SA), enfrenta deudas cercanas a los 5 mil millones de euros, luego de haberse expandido en los ’90 a 22 países para convertirse en el multimedios más grande de “habla española y portuguesa”, como se promociona. A partir de su nave insignia, El País ostenta algunas marcas líderes como Santillana, Alfaguara, Aguilar, y no piensa detenerse. No por nada aspira a aprovechar todas las ventajas que puede ofrecer “un mercado global de más de 700 millones de personas”, como asegura.
Ya había anunciado a fines de abril que se había desprendido de algunas de sus subsidiarias e incluso del edificio donde tiene su redacción, en pleno centro de Madrid. También que había llegado a un acuerdo con un grupo inversor estadounidense que haría un aporte sustancial para calmar a los bancos acreedores, a cambio de quedarse con la mayoría de las acciones.
Milagrosamente pues, los archivos de WikiLeaks le cayeron como anillo al dedo para que esta nueva etapa empresaria cuente con los mejores auspicios. Es que el nivel de exposición mediática que encontró durante la última semana, y sobre todo el hecho de haber sido uno de los cinco “elegidos” de Assange, lo convierten en una joya difícil de resistir para un inversor medianamente despierto.
Tal vez en este contexto se comprenda mejor por qué gran parte de las últimas portadas de El País hicieran hincapié en lo que piensa Washington sobre los gobiernos latinoamericanos y en especial el argentino, donde Prisa tiene intereses concretos, y por lo tanto le caben las generales de la Ley… de Medios.
No se sabe por qué los “elegidos” decidieron el domingo para lanzar el vendaval WikiLeaks. Pero también en forma oportuna, un día antes, Prisa anunciaba la conformación del nuevo Consejo de Administración, donde se refleja el cambio en el equilibrio económico interno. El flamante mandamás, el fondo de inversiones Liberty Acquisition Holdings, aporta 650 millones de euros y, por una compleja ingeniería financiera, se disuelve en Prisa para vender luego el 70% del paquete en la Bolsa, con lo que en teoría el control del grupo seguiría en manos de la familia Polanco, fundadora del diario.
Lo interesante es ver quiénes son los nuevos consejeros. Las estrellas son, dinero mediante, los titulares del fondo Liberty, los archimillonarios Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin. Nacido en París el primero, a los 49 años se jacta de no tener vivienda propia y de residir en hoteles porque es más práctico. Pero atesora 2mil millones de dólares en activos y obras de arte. Londinense, su socio es un hombre de negocios que gusta de los deportes de riesgo, no bebe, no fuma y piensa que Prisa es un excelente negocio, pero “si dentro de un año existe la necesidad urgente de vender” no tendría dudas en hacerlo.
Los expertos dicen que el verdadero alma mater de Liberty, enigmático conglomerado de inversores con sede en el paraíso fiscal estadounidense de Delaware es Paul B. Guenther, un afiliado al Partido Demócrata con fuerte llegada –y aportes de campaña– a Hillary Clinton, relacionado además con The New York Times.
Entre los nuevos integrantes del Consejo de Administración, , aparece nada menos que el ex presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León. Llegado al poder en 1994, luego del asesinato del candidato natural del PRI, Luis Donaldo Colosio, Zedillo es conocido como un tecnócrata de fuerte impronta neoliberal.
Durante su gestión se produjo el Efecto Tequila, crisis que calmó luego de recibir millonarios créditos de los EE UU y un cambio en los paradigmas de la economía mexicana. No se le pueden achacar todos los errores de su partido en 70 años, pero el hecho es que fue el último “cartucho” del PRI y dejó el poder en 2000 en manos del ex Coca-Cola Vicente Fox. La incorporación de Zedillo a Prisa podría explicarse, según los analistas, en su amistad con el ex presidente de gobierno español Felipe González.
Otro destacado miembro de la nueva cúpula es Alain Minc. En la web corporativa lo mencionan como un escritor francés que presidió el Consejo de Vigilancia de Le Monde, otro de los “elegidos” wiki. Prisa tiene un 15% del diario francés, ingreso que facilitó precisamente Minc, y aspira a más, según se desprende del plan de negocios presentado hace un par de meses. Minc fue condenado a pagar una importante multa en noviembre de 2001 por un tribunal de París, tras haber sido encontrado culpable de plagiar una biografía novelada del filósofo holandés Baruch Spinoza.
También son consejeros Harry Sloan, con fuertes inversiones en el negocio mediático de Europa, aunque nacido en los Estados Unidos, donde llegó a ser vicepresidente de la Metro Goldwyn Mayer hasta el año pasado. Emmanuel Roman, otro destacado en la nueva Prisa, fue directivo durante 18 años en Goldman Sachs, la banca inversora que en la Argentina tiene parte de las acciones del Grupo Clarín. Junto con ellos estará otro banquero, el mexicano Juan Arena, quien fuera presidente de Bankinter, el sexto en importancia en España, que pertenece al Santander, y en marzo pasado fue condenado a devolver a algunos clientes las pérdidas generadas por su recomendación de invertir en el quebrado Lehman Brothers.
“El consejo se completa con Ignacio Polanco, Juan Luis Cebrián, Matías Cortés, Diego Hidalgo, Gregorio Marañón, Agnès Noguera, Borja Pérez Arauna y Manuel Polanco”, dice la información oficial.
Según declaró Ignacio Polanco, el presidente de Prisa, “las diferencias en nacionalidad, formación y antigüedad en el Consejo permiten al nuevo órgano de gobierno valorar las condiciones más adecuadas para dirigir a Prisa hacia la internacionalización, pluralidad y globalidad que los mercados requieren”.
El impacto de WikiLeaks seguramente le dará la razón en esta etapa de oferta neoyorquina, porque en todo el mundo se habló de El País. Y el diario se encargó durante toda esta semanita de mostrarles a sus inversores cómo se posiciona en la región.

Tiempo Argentino
Diciembre 4 de 2010

viernes

Una visita guiada a la página web de los pequeños espías

Con juegos online, puzzles, trivias, y lecciones de encriptado y desencriptado de información se acercan a alumnos y docentes de todas las edades a la agencia de espionaje estadounidense.

El ingreso al reservado staff de la principal agencia de espías del planeta, la CIA, se manejó tradicionalmente por carriles más bien recónditos. Como corresponde a una organización que tiene como función proteger los intereses del imperio en el exterior. La sagacidad de los seleccionadores, en todo caso, permitió detectar a los candidatos cuando comenzaban a destacarse en alguna actividad social o política y llevarlos para su coleto con diferentes tipos de dádivas, la contratación directa o incluso la amenaza. La novedad, desde que se popularizó el uso de la web –al fin y al cabo un invento militar estadounidense– es que la CIA intenta reclutar para sus filas a los niños, con tentaciones que están de acuerdo a la edad de los pequeños aspirantes.
Así, hay oferta de juegos y rompecabezas (se trata de puzzles, no de violencia física, al menos en esta instancia) hasta clases de encriptación y desencriptación de mensajes. Visita. Además, por si hiciera falta alguna promesa adicional para los indecisos, existe una visita virtual al museo de armas no convencionales tipo James Bond y se muestran los agentes encubiertos del mundo animal: palomas mensajeras y perros adiestrados para detectar todo tipo de explosivos, venenos, drogas y los mayores etcéteras. Perros de policía secreta, por supuesto.
Es bueno destacar que la agencia hace una invitación cabal a formar parte de la cruzada que desarrollan “muchos analistas, doctores, científicos, abogados o bibliotecarios que tienen como función principal ayudar a los líderes americanos a tomar siempre la decisión correcta y a trabajar por la seguridad de la nación americana”.
Menú. Una recorrida por la página en cuestión (www.cia.gov) permite observar sobre el menú ubicado en el costado izquierdo una opción que dice Kid‘s Page. Una vez desplegado, el menú expone sus distintas versiones, para párvulos de hasta 5º grado, para la franja de 6º a 12º grado, para padres y docentes, un sector de juegos, links para ingresar en otras páginas para niños del resto de las agencias de espionaje de Estados Unidos, y toda esa gama de promociones normales en cualquier web comercial. Lo más sustancioso, de todas maneras, está en el recorrido por cada uno de los sectores hasta ahora descriptos.
Conviene munirse entonces de un diccionario inglés para los que se le animan al idioma de Maxwell Smart, o recurrir a alguien con algo de conocimiento para los menos avezados. No serán defraudados. Seguridad. “Seguramente has oído de la Agencia Central de Inteligencia”, les dice a los menorcitos, para explicar luego a qué se dedican los espías: “La gente de la CIA hace un importante trabajo. Ellos ayudan a mantener seguro a nuestro país. Dan información a nuestros líderes para que puedan tomar buenas decisiones. Y ellos sienten orgullo por su importante trabajo”. “Mira nuestras páginas y nos conocerás. Si miras con detenimiento, te puedes convertir en un experto en la CIA. Y también tenemos algunas historias cómicas y juegos para ti.” En este sector es que se cuentan historias de los héroes de la división K-9 (se pronuncia kei nains, o sea, caninos).
Entre ellos destacan Arno, Bonja, Ogden y tantos otros que parecen haber cubierto la cuota de patriotismo necesaria como pasar a la fama cibernética. En ese mismo apartado para menores de 5º grado se destaca también la historia de Aerial, una paloma descendiente, asegura, de un palomo bávaro que en la década del ’40 intervino tomando fotos aéreas luego de la creación de la agencia. Secundarios. “Si estás en la escuela secundaria y ya has pensado en una carrera en la CIA –dice la sección para alumnos de hasta 12º grado–, concéntrate en mejorar tus destrezas comunicacionales”. Aclara que se refiere a destrezas en la escritura y en lo oral, con más detalle en el uso de idiomas extranjeros.
Más específicos, teniendo en cuenta que se refieren a estudiantes secundarios, la CIA detalla la forma de acercarse a las oficinas para plegarse a la patriada imperial. Navegando las opciones de este tramo se puede recorrer el museo de la CIA donde pululan armas que envidiaría Bond, por lo menos, y que demuestran que probablemente el creador del superagente 86 se quedó corto en imaginar artilugios bélicos. Entre ellos destaca el UUV (Vehículo Subacuático No Tripulado, en su traducción castellana) que es una especie de bagre mecánico que cuenta con todo tipo de elementos para espiar, sabotear y destruir al enemigo; también se pueden observar microcámaras y minipistolas a granel y también palomas artificiales que cumplen el mismo objetivo.
Teachers. Es bastante jugosa también el área destinada a docentes y padres. Acá se ofrecen, por ejemplo, elementos para armar distintas clases de espionaje para alumnos de diferentes edades. Así, por ejemplo, se puede hacer una clase livianita que explique a los educandos la utilidad de la inteligencia en la guerra (aunque suene a oxímoron, como diría Groucho Marx), con detalles de incidentes resueltos por espías a lo largo de la historia norteamericana. Como para sopesar el talante de la propuesta de CIA Kid’s, es bueno recorrer una clase algo más sesuda, que se propone enseñar a recoger y analizar información.
Clase magistral. “Para comenzar la lección –explica el texto– el profesor repartirá fotocopias del Ciclo de Inteligencia”. Se trata de un material en que se explica en términos sencillos los cinco pasos necesarios en el proceso para culminar un buen trabajo de espionaje:
Planificación y Dirección, Colección, Tratamiento, Análisis y Producción, y Diseminación. “Después –continúa la instrucción– el profesor debería pedir a estudiantes escoger a un padre o el abuelo que ellos pueden entrevistar antes de la siguiente clase y escribir tres párrafos que comparan la vida corriente cotidiana del estudiante con la vida de su sujeto en la misma edad. Para decidir qué preguntas pedir para ver las diferencias de la vida del estudiante con la de su entrevistado en el mismo punto, el profesor debería dividir la clase en pequeños grupos. Los estudiantes pueden constituir una lista de preguntas para juntar la mejor información. Después de unos minutos, cada grupo debería compartir sus mejores preguntas con la clase”.
Parientes. Además de las preguntas que los estudiantes elaboran, insiste el manual docente de CIA para niños, “el profesor puede proveer a los estudiantes de algunas preguntas de entrevista para lograr un mejor objetivo”. En la siguiente clase, el profesor debería dividir nuevamente la clase en pequeños grupos y hacer que los estudiantes comparen sus conclusiones entre ellos y luego confeccionar un informe de grupos para toda la clase. “Pida a estudiantes hablar del proceso de información creciente y del análisis de los datos –recomienda la agencia–. ¿Qué habrían hecho ellos de manera diferente? ¿Lo que deberían haber preguntado, o qué preguntas adicionales faltaron? ¿Qué han aprendido ellos sobre sus vidas cotidianas contra su sujeto?”
Códigos. También hay lecciones de encriptado y desencriptado y acerca de la importancia de que la comunicación sea exacta, para no equivocar la decisión en función de un mensaje mal transmitido por cualquier causa. Este tramo puede estar acompañado por juegos que se agregan en la misma página, donde se pueden armar mensajes en clave o detectar la clave con que podrían haber sido confeccionados distintos mensajes. Luego de tan sustanciosas lecciones, entonces, el navegante web puede descansar algo sumergiéndose en el área de juegos, Allí se puede encontrar desde rompecabezas para armar el logo de la CIA en dos opciones, easy o hard, o analizar fotos aéreas de una ciudad.
En necesario reconocer acá que resulta muy interesante el planteo, que consiste en deducir a qué hora del día corresponde la toma fotográfica, a qué mes del año, a que profesión pueden pertenecer los diferentes personajes que aparecen. También se puede ver otro juego en que se deben descubrir imágenes encubiertas en otras fotos cotidianas de una ciudad cualquiera. Es similar al Juego de las 7 diferencias”, con la particularidad de que cada escena describe una situación de espionaje o una posible amenaza. En definitiva, los niños pueden recorrer estas bonitas páginas para divertirse y probar su interés en servir a la bandera de las barras y las estrellas. Y a los no tan chicos a jugar a ser espías por un rato. Si es que no los intranquiliza el antecedente de lo que es y lo que representa la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.

martes

Sobre la muerte de Kirchner: El cincel de la historia

Murió en su ley. Con las botas puestas. Porque no había nacido para ser viejo. No se cuidaba, era como un chico grande. Creía que iba a ser eterno. Tenía la enfermedad del poder. No todas estas frases fueron dichas por admiradores del ex presidente con la garganta estrujada de dolor. No todas fueron dichas por enemigos que vivaron a la muerte, pero todas, de algún modo, reflejan las primeras horas de estupor por la noticia de que Néstor Kirchner había dejado de existir a las 9,15 del 27 de octubre de 2010.
Todas, de algún modo, proyectaron el perfil de quien acababa de irse de este mundo, pero –como el modelo de país que comenzó a delinear desde que asumió el poder–, este es un trazo aún provisorio. A partir de ahora, cuando su vida física concluyó definitivamente, comenzará a construirse el rasgo definitivo de quien protagonizó los últimos siete años de la lucha política argentina.
Poco agregará a ese dibujo precario que Néstor Carlos Kirchner Ostoic nació el mismo día que José de San Martín, 25 de febrero, pero de 1950, centenario de la muerte del Libertador. En la inhóspita Río Gallegos, de padre de origen suizo alemán y madre chilena de familia croata. Que, ya militante político, coincidió con otra integrante de la Juventud Peronista, Cristina Fernández, en la facultad de Derecho de la Universidad de La Plata.
Él tenía 25 años, ella 23, y muy pocos meses después de casaron con la marcha peronista de fondo, para instalarse –tiempos difíciles– en Santa Cruz, ya abogados. Desde entonces consolidaron, a lo largo de 35 años, una sólida pareja con la que construyeron una familia y un espacio político de una firmeza que no cuenta con tantos antecedentes en el mundo.
Esa fortaleza permitió que con muy poco, casi nada, Néstor ganara la intendencia de la capital santacruceña en 1987. Fue desde esa debilidad que edificó su plataforma para ganar la gobernación cuatro años más tarde. Paralelamente, Cristina era elegida diputada provincial, con lo que iniciaría un camino que la llevaría luego al Senado de la Nación.
Kirchner fue dos veces gobernador y también con muy poco, casi nada, llegó a la presidencia para suceder a Eduardo Duhalde, cuando todavía faltaban algunos meses para completar el período de Fernando de la Rúa.
Dicen los encuestadores que esa vez, segundo de Carlos Menem por centésimas, pero ganador por huida del riojano, quedó relegado en votos no tanto porque no lo quisieran como porque no lo conocían. Cristina se había ganado un espacio en los medios como hábil polemista y ácida antimenemista. Kirchner aparecía como «el Chirolita de Duhalde» y, con más mordacidad, bajo las polleras de su esposa.
La gestión desde la Casa Rosada fue mostrando un rostro diferente a medida que iba desplegando su proyecto político. No importa en estas líneas tanto lo que hizo sino el cómo lo hizo, porque los hechos trascendentes de su presidencia siempre estuvieron marcados por ese toque de fervor, de riesgo, de audacia que lo caracterizó hasta el final. Desde esa primera imagen de su frente ensangrentada por una cámara de fotos inoportuna cuando se arrojaba sobre la multitud, el mismo 25 de mayo de 2003.
Al principio, los medios y la clase a la que representan, acompañaron esas muestras de empuje y vitalidad. Y apoyaron –bien que a regañadientes– el cambio en la Corte Suprema, las primeras medidas para estabilizar la economía, la negociación por la deuda externa, el acercamiento a los países latinoamericanos.
Pero luego, discretamente, el vigor empezó a ser interpretado como crispación, la insistencia como empecinamiento, los éxitos económicos como un viento de cola favorable, y de hombre dominado por los compromisos políticos viró en autoritario hegemónico.
Kirchner fue mostrando entonces que había nacido para la guerra. «Si querés cambiar algo, tenés que enfrentarte a los poderosos. No se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos», parafraseaba al creador de su partido.
Desde ese momento, su sistema de alianzas se fue modificando. Y los enemigos fueron dibujando al otro Kirchner: en su intento de limar sus logros, fueron fortaleciendo su camino hacia certezas desempolvadas de aquellos setentas casi olvidados.
Muchos, entonces, se alejaron, temerosos de una vuelta a un pasado al que temían; pero otros se fueron acercando, esperanzados en que algo se podía construir desde aquellas derrotas, incluso sin ser peronistas y sin haber creído demasiado en él.
El momento del quiebre fue, claro, la crisis de 2008 por la resolución 125, cuando ya había dejado el cargo en manos de Cristina. Y el cierre irreversible con el primer Kirchner fue un año más tarde, cuando por muy poco perdió en las legislativas.
Desde ese momento, a Néstor se lo encontró en la urdimbre política del día a día para remontar la cuesta, pero sin renunciar a lo conquistado. Pudiendo pactar con los medios y el establishment para permanecer, se la jugó por enfrentarlos, por seguir poniendo sangre y vena a su apuesta por un futuro diferente.
No habían pasado dos horas de la noticia de su muerte cuando esos medios a los que había combatido comenzaron a enviar sus mensajes solapados de venganza. Y en Wall Street, donde ni siquiera intentan la elegancia, fueron contundentes: las acciones y los bonos argentinos subieron su valor porque ahora perciben tiempos de cambio y «la oposición es más amistosa con los mercados», según declaró un analista al Financial Times.
A esa misma hora, otros descubrieron con pavor que era una enorme pérdida. Que no era simplemente la muerte de un ex presidente. Que no lo votaron ni lo hubiesen votado, pero que queda un hueco y un interrogante intranquilizador.
Quién sabe quién fue el Néstor Kirchner de carne y hueso, ese que desoyó los consejos de cuidarse cuando su cuerpo abundaba en señales de que no podía más. Aunque ahora, con esos retazos de su paso por este mundo, y cuando en la Plaza de Mayo todavía resuenan las voces de una muchedumbre dolorida pero firme, comienza la construcción de ese otro perfil.
El que talla el cincel de la historia.


Revista Acción
1 Noviembre 2010

jueves

El gran paradigma nacional

El 1 de enero de 1869, tropas brasileñas al mando del coronel Hermes Fonseca ocuparon y saquearon Asunción, capital de la República del Paraguay. El mariscal Francisco Solano López hacía tiempo que estaba en el frente de batalla, comandando ejércitos que, en el más completo aislamiento, se enfrentaban a efectivos de tres naciones sudamericanas. Faltaba poco para el fin de la guerra de la Triple Infamia, como la llamaron los historiadores revisionistas.

Mucho se escribió sobre las razones y los objetivos reales de esa confrontación. Viene a cuento ahora desmenuzar algunos detalles de esos meses finales, por su fuerte vinculación con la situación que se vive en estos tiempos en relación con la prensa y la empresa productora del papel de diario argentina.
Porque cuando se desató esa terrible guerra, en 1865, el primer jefe militar de aquella nefasta alianza fue el entonces presidente Bartolomé Mitre. Hasta que en una sumatoria de contradicciones dentro de la conducción tripartita y rebeliones en el interior argentino en rechazo a la masacre contra un país hermano –uno de ellos, Felipe Varela, ya había lanzado su Proclama a los Pueblos Americanos–, en 1967 Mitre volvió a Buenos Aires y dejó la comandancia en manos de Luis Alves de Lima e Silva, el duque de Caxias. Un año más tarde, “Bartolo” terminaría su mandato presidencial pero no se retiraría de la vida política, ni mucho menos.
A principios de enero de 1870, Solano López emprendió su última campaña, seguido por un puñado de soldados fieles, muchos de ellos casi niños. En busca de un milagro que le permitiera dar un vuelco a la desigual contienda, el 29 de diciembre de 1869 había cruzado el paso del Aguaray Guazú y atravesado la cordillera de Mbaracayú, una zona hoy limítrofe con Brasil, desde donde pensaba tomar por detrás a las guarniciones imperiales.
Mitre ya había conseguido el dinero para montar el proyecto que le permitiría dotar de contenido ideológico a la clase dominante que quería representar. Una clase nacida de la Revolución de Mayo que con esta guerra fratricida abandonaba definitivamente la utopía regionalista plasmada en el Plan de Operaciones.
El primer número del diario de Mitre vio la luz el 4 de enero de 1870, con mil ejemplares y una consigna que perdura hasta hoy, en la página de editoriales. “La Nación será tribuna de doctrina.”
No mentía. Nunca se propuso como un medio periodístico para defender la verdad, sino como un canal donde expresar un dogma, un paradigma. Librecambista, sin industria, ligado al capital extranjero, para pocos, como el que se estaba imponiendo en las selvas paraguayas.
El 16 de enero de 1870, Solano López cruzó el Río Ygatimí y se instaló en el cuartel general de Aquidabán-nigüí, donde el 25 de febrero entregó la Medalla de Amambay a los bravos paraguayos que con “abnegación ejemplar y patriótica actitud cruzaron dos veces la sierra de Mbaracayú”. Una semana más tarde, el 1 de marzo, un cabo brasileño lo atravesó con una lanza en la batalla de Cerro Corá.
Con él murió no sólo su patria –tal cual dijo en su último aliento–, sino un proyecto de desarrollo diferente al que imponían británicos y sus agentes locales a sangre y fuego. Unos meses después, el 4 de junio, enfermo de tisis y carente de apoyo, Varela moría cerca de Copiapó, en Chile, donde ahora un puñado de mineros cuenta las horas para volver a ver la luz del sol.
El proyecto de Mitre, sin embargo, seguiría creciendo a paso firme. Y a su biografía de Belgrano, le agregó luego la de San Martín “y de la independencia sudamericana”. Con este corpus historiográfico construyó el Gran Paradigma Nacional. Que implicó, además, la creación no de una sino de cuatro naciones. Con límites precisos e infranqueables donde quedarían enterrados, por décadas, intentos integradores como los que soñaron Artigas, Dorrego, y hasta la República Farropilla de 1835 en Rio Grande do Sul, bendecida por Alberdi, o la quimera sarmientina de Argirópolis.
El epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn basó su estudio de las revoluciones científicas en el análisis de los grandes cambios en el paradigma con que la ciencia da cuenta de los fenómenos que ocurren en el mundo. Y en uno de sus libros muestra de qué modo hacia el siglo XV el paradigma astronómico de Ptolomeo era ya un engendro de arreglos y “parches” pergeñados para explicar los nuevos descubrimientos que iban permitiendo la observación y la aplicación de aparatos ópticos.
Hasta que Copérnico dio un giro sustancial a la forma de pararse para interpretar los datos. Si en lugar de tomar a la Tierra como centro del universo se considera al Sol en esa posición, los movimientos celestes se pueden explicar de manera mucho más sencilla y razonable, corroboró el matemático polaco. Pero debió pasar bastante tiempo hasta que esta concepción del mundo se impusiera al sistema de Ptolomeo. También debió enfrentar una violenta resistencia, como lo comprobaron en carne propia Galileo y muchos otros.
Una oposición similar encuentran los que se ubican en la vereda de enfrente de Clarín y La Nación. Y se entienden las razones. No sólo hay enormes intereses económicos y políticos en juego. Hay dos paradigmas enfrentados. Dos paradigmas que vienen en pugna a lo largo de la Historia argentina y continental desde hace más de 200 años. De mucho antes que la disputa entre Moreno y Saavedra en el Buenos Aires de 1810. Se sugirió desde las páginas de Tiempo Argentino que la entrega de la empresa de Papel Prensa fue un negocio creado para beneficiar a tres diarios porteños, que por eso silenciaron delitos de lesa humanidad que cometían las fuerzas armadas a nombre de un paradigma occidental y cristiano. Esta interpretación supone que la avidez fue el motor fundamental de esos diarios para el silencio. Pero esa no es la única interpretación.
¿A quién otro que no fuera al diario de los Mitre, la “tribuna de doctrina”, le iban a entregar el control del papel de diario y por tanto de la información? ¿Quién otro le iba a garantizar al establishment la “defensa del ser nacional” como quienes lo habían diseñado un siglo antes? Después de todo, esos son los mismos que apoyaron fraudes patrióticos, golpes de estado, o genocidios como el de Roca contra los indios, para no profundizar más. ¿Podría haber mejor candidato para cubrir las espaldas de los militares asesinos? ¿Será casualidad que en 1982 los últimos desarrollistas fueron expulsados del Gran Diario Argentino? Más aun, ¿qué otro remedio tienen, quienes necesitan que Clarín sea el centro del Universo, que defenderlo como un último bastión?
Y sí, ellos son último bastión del mitrismo. Reformado, retocado, remendado como una expresión caduca del ser argentino, del ser latinoamericano. Un paradigma que ya no puede dar cuenta ni de las nuevas instituciones regionales ni de viejas teorías económicas que sólo conducen a la injusticia social y la violencia, como lo probó 2001.
Que la entrega de Papel Prensa se hizo sobre el genocidio de 30 mil personas no es un dato que vaya a alarmar a los mitristas. ¿Cuántos cayeron en el Paraguay de Solano López? Si La Nación se fundó para interpretar, traducir, disimular, ocultar, el genocidio de 300 mil, quizás un millón de paraguayos, los crímenes de la dictadura no deben haberles parecido tantos.
Es bueno recordar aquí las razones que Thomas Kuhn ofrece para entender por qué un paradigma científico se impone sobre otro. Una, ya fue dicha, es que es más sencillo. Pero además, el universo heliocéntrico es más armonioso que las siete esferas concéntricas sobre las que terminaron descansando los cuerpos celestes ptolomeicos.
Es un universo más elegante, más bello. Como el país que podemos construir entre todos cuando la verdad circula sin ataduras.

Tiempo Argentino
26 Setiembre 2010

El pequeño Sarkó ilustrado

Las muestras de xenofobia de Sarkozy no deberían sorprender a nadie que recordara las promesas de mano dura y orden surgidas cuando ocurrieron los levantamientos en los suburbios de París, hace justo cinco años.

No hay suficiente trabajo ni viviendas para regularizar la situación de todos los inmigrantes indocumentados. Por lo tanto, haré que los acompañen de regreso a sus países.” La frase salió de la boca de Nicolas Sarkozy, pero no en el marco del enfrentamiento con la Unión Europea por la expulsión de gitanos. Fue en junio de 2006, cuando era ministro del Interior de Jacques Chirac.
“No aceptaré a los clandestinos y haré que los envíen de vuelta a sus países”, prometió entonces, cuando ya estaba de lleno en la candidatura para llegar al Palacio del Elíseo. Y con muy poco más como propuesta, ganaría un año después, con el 53% de los votos.
Las posteriores muestras de xenofobia de Sarkozy no deberían sorprender a nadie que recordara esos compromisos de mano dura y orden surgidos en un momento crucial para la Francia del siglo XXI, como lo fueron los levantamientos en los suburbios empobrecidos y el rechazo a la Constitución europea, hace justo cinco años. Más si se registra la forma en que resolvió ambas cuestiones este pequeño hijo de un aristócrata húngaro exiliado de la persecución nazi.
Sarkó, como se lo conoce en su tierra, desde muy joven mostró dos virtudes que lo llevaron a los más altos cargos dirigenciales: la voluntad de poder y la grandilocuencia. Virtudes ambas que lo muestran como un hiperactivo y poco escrupuloso líder de la derecha democrática de Europa.
Protegido de Chirac, entonces líder de la Unión por un Movimiento Popular (UMP ), Sarkozy fue ministro de Presupuesto y vocero del premier Edouard Balladur. Fruto de su inexperiencia o de una mala evaluación política, en 1995 apoyó la candidatura de Balladur a la presidencia, pero el elegido resultó Chirac, que pasó a considerarlo un traidor sin moral.
Como en política nada es para siempre, en 2002 volvió al calor del poder, para el segundo mandato de Chirac, esta vez como ministro del Interior y posteriormente titular de la cartera de Economía, Finanzas e Industria. En ambos lugares mostró su hilacha de inflexible libremercadista.
Hasta que en 2005, dos hechos relacionados y casi simultáneos pusieron nuevamente a Sarkozy en las marquesinas, esta vez como protagonista destacado. En el referéndum del 29 de mayo de ese año la ciudadanía rechazó la Constitución de la Unión Europea y el 27 de octubre estallaron las graves revueltas en los banlieues parisinos.
Los franceses rechazaron un proyecto constitucional que ponía en negro sobre blanco algunas de las reglas básicas del neoliberalismo, entre ellas la baja en los beneficios sociales y laborales. Unos días más tarde, también los holandeses se mostraron contrarios a la Carta Magna continental y a los dirigentes paneuropeos les temblaron las piernas.
En este contexto, Chirac modificó el gabinete y llamó al moderado aristócrata Dominique de Villepin como premier. Para equilibrar la balanza, convocó a Sarkozy al Ministerio del Interior. Eran dos rivales implacables en busca de la sucesión y no se dieron tregua. Pero el pulcro y atildado Villepin no estaba hecho para disputar batallas como las que se le presentaban, y al día de hoy debe enfrentar cargos en la justicia por zancadillas que le tendió su impiadoso antagonista.
“Minucias” aparte, Sarkó comenzó a tejer alianzas con la derecha europea (la alemana Angela Merkel y el entonces presidente de gobierno español José María Aznar, entre otros) para sacar a la Unión Europea del atolladero legal.
Hasta que dos jóvenes musulmanes de origen africano murieron mientras escapaban de la policía en Clichy-sous-Bois, una comuna pobre al este de París, y durante varios días, literalmente, ardió Francia.
Lejos de poner paños fríos a la situación, el ministro Sarkozy prometió solucionar la cuestión “aunque sea a golpe de manguera”. Así, tildó a los jóvenes de racaille (gentuza) y agregó que iba a “limpiarlos con Karcher” (una conocida marca de aspiradoras francesa). Lo que exasperó aun más a multitudes indignadas por la desocupación y la falta de oportunidades.
Sin embargo, los sondeos demostraron que con ese perverso expediente, Sarkozy podía soñar con algo más grande. Así fue que en julio de 2006 envió una segunda ley “relativa a la inmigración y a la integración”, según la denominación oficial, que complementa la dureza de la de 2003.
Fue por estos meses que su situación matrimonial mostró signos de crisis terminal. La estocada final fue la foto de su esposa, Cécilia, en la tapa de Paris Match, muy de romance con Richard Attias, ejecutivo de una agencia de comunicación responsable de acontecimientos como el Foro de Davos. En su descargo podría decirse que ni Cécilia María Sara Isabel Ciganer Albéniz, nieta del músico español Isaac Albéniz, ni el propio Sarkozy, se habían caracterizado por respetar los votos maritales.
Al mismo tiempo, los principales líderes de la UE fueron pergeñando una salida a la demorada ley fundamental. Y la respuesta ostenta el sello del francés: el Tratado de Lisboa, aprobado por los representantes de cada país y votado en los parlamentos, tiene fuerza de ley y obliga a los estados miembros en los mismos términos que la fallida Constitución, pero sin que los habitantes del continente –y sobre todo los más rebeldes, como los franceses, holandeses o irlandeses– hubieran podido expresarse.
El tratado, sobre todo, institucionalizó las metas que lograr y elevó a la categoría de institución supranacional las leyes de mercado y el neoliberalismo. Desde la independencia del Banco Central hasta un juramento solemne por la libertad de competencia y de circulación de capitales.
Con ese perfil, Sarkozy llegó a la presidencia. La frutilla del postre fue su romance con la cantante y modelo italiana Carla Bruni, hija del compositor Alberto Bruni-Tedeschi. La prensa del corazón dijo que fue un flechazo, que el jefe de gobierno es un picaflor incorregible. Los analistas políticos la vieron como una estrategia para no poner a un flamante jefe de gobierno en la categoría de cornudo. Pero la pareja subsiste, a pesar de los dolores de cabeza mutuos de estas últimas semanas.
El Tratado de Lisboa entró en vigencia el 1 de diciembre de 2009 y, a poco de andar, estalló la crisis en Grecia y España. ¿Casualidades? Sarkozy y Merkel apelaron a recetas neoliberales. Recortes en los planes de salud y aumento en la edad jubilatoria, lo de siempre.
El francés, fiel a sus antecedentes, inició la expulsión de gitanos, primer paso en una escalada que incomoda a sus aliados allende las fronteras. Pero por eso de que quien avisa no es traidor, nadie puede decir que el exiguo presidente galo –1,65 m con tacos– haya sido una sorpresa para la orgullosa Francia y la no menos arrogante Europa.

Tiempo Argentino
18 Setiembre 2010

Las madres de Obama

Si es verdad que una imagen vale por mil palabras, también lo es que algunas imágenes muestran mucho más de lo que los ojos dejan ver.

En la foto que ilustra esta página aparece la familia de sangre de Barack Hussein Obama II, el 44º presidente de los Estados Unidos. Y fue obtenida mediante una gestión del Centro de Estudios Americanos. Era la mejor manera, coincidieron los responsables del número 17 de la publicación Multiculturalismo: e pluribus unum, para reflejar en tapa la tarea que habían emprendido: un análisis sobre el proceso cultural estadounidense y sus consecuencias al sur del Río Bravo, con especialistas de todo el continente.
No hace falta ser muy ducho para darse cuenta de que es una “de entre casa”. Como la que cualquier hijo de vecino sacaría en una fiesta íntima. Y efectivamente, corresponde al casamiento de la media hermana de Barack, Maya Soetoro (es la mujer que abraza el actual presidente) con el canadiense de ascendencia china Konrad Ng (el tercero desde la derecha). Fue tomada en Hawaii en 2003 y acompañan a los casales las hijas de Obama (Sasha y Malia), su abuela Madelyn Lee Dunham, los padres del novio, el medio cuñado presidencial y la ahora primera dama de los Estados Unidos, Michelle.
Esta toma personal, cedida por Maya Soetoro Ng y Konrad Ng a la ONG dirigida por Luis María Savino, es llamativa por lo que muestra, pero también por la ausencia de quien la hizo posible: Stanley Ann Dunham, la madre del primer mandatario estadounidense, que había muerto de cáncer ocho años antes.
La mujer, con un doctorado en antropología, había nacido en plena guerra, en 1942, en Wichita, Kansas. El abuelo materno de Obama, un trabajador curtido en la adversidad, dejó bien en claro que esperaba un varón, por eso no tuvo empacho en bautizarla con su propio nombre, aunque ella a partir del secundario se hizo llamar Anna. El caso es que ni bien estalló la guerra, don Stanley Armour Dunham se alistó en el Ejército y partió para Europa. La madre, que aparece en silla de ruedas en la foto en cuestión, fue a trabajar en una planta de la Boeing, donde armaban los bombarderos B-29.
Al fin de la contienda, y luego de varias mudanzas, los Dunham se instalaron en Honolulu. El archipiélago acababa de convertirse en el 50º estado de la Unión y la joven Anna, influida por la época, estaba interesada en las culturas no occidentales. De modo que fue a estudiar antropología a la Universidad local. Allí, en una clase de idioma ruso, esta mujer blanca conoció a un joven alumno negro, Barack Obama I, nacido en Kenia. Dos años más tarde, en 1961, cuando ella tenía 18, nacía el pequeño Barack II. Pero la pareja no prosperó. Entre otras cosas porque el economista inició el retorno a su patria, donde según dicen las malas lenguas, el hombre tenía otra esposa. Hasta allí no llegaba la amplitud cultural de la mujer, a pesar del flower power y la moral hippie y pacifista de los sesenta.
Anna volvió entonces a sus estudios universitarios en Hawaii, donde trabó relación con el indonesio Lolo Soetoro. Se mudó a Yakarta, y en 1967 nació Maya. Cuenta la leyenda familiar que en la capital indonesia los Soetoro-Dunham vivieron en una casa sin luz eléctrica y sin pavimento en las calles. Más allá de la anécdota, se terminaron separando, y Anna volvió a quedar sola y con hijos. Lo que no impidió que hiciera una maestría en antropología indonesia y se convirtiera en investigadora del desarrollo rural en ese país asiático.
Con apoyo de un banco indonesio, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y de la Fundación Ford –entidades no del todo bien vistas en el resto del mundo– promovió el microcrédito entre los sectores más pobres de la sociedad, principalmente mujeres. Hasta que en 1992 le detectaron cáncer de útero y ovario, y regresó a HawaiI, con su madre, Madelyn.
Barack II vio por última vez a su padre cuando tenía diez años. Barack I murió en 1983. A mediados de 1995, el inquieto hijo mestizo del economista keniano, ya recibido en Harvard y haciendo sus primeros pasos en algunas ONG de corte liberal de Chicago, publicó Sueños de mi padre, el libro autobiográfico en que cuenta sus primeros años de vida. Meses más tarde, en noviembre, moriría Stanley Anna Dunham.
La carrera política de Obama fue creciendo a partir de ese año. Fueron duros sus inicios, por tratarse de un hombre que no era del todo negro, pero que para los cánones conservadores tampoco es blanco. Y que por mestizo, es también un marginal. Lo demás es la historia conocida de su ascenso hasta la Casa Blanca.
Cuando consiguió aprobar la Ley de Salud, en la ceremonia de firma estuvo rodeado de las principales espadas demócratas junto con un niño negro al que muchos confundieron con el actor Gary Coleman, el pequeño Arnold de la serie Blanco y Negro de finales de los ’70. Se trataba, en realidad, de Marcelas Owens, un chico de diez años que había perdido a la madre cuando tenía siete porque el servicio de salud no la había atendido por falta de dinero.
“Esta ley es un homenaje a mi madre, que peleaba contra las compañías de seguros mientras moría de cáncer”, dijo entonces el mandatario. La Ley de Salud era una vieja reclamación de los sectores progresistas de los Estados Unidos. En la película Sicko, de Michael Moore, se ve claramente por qué. Un sistema en que la salud es mercancía más allá de los valores humanos, es útil para disciplinar a la sociedad. Modificar esa ley no sólo significa poner límites a un formidable negocio. Es también dejar abierta la posibilidad de que la población de menores recursos pueda escapar de esta nueva esclavitud, que consiste en saber que para tener un servicio de salud hay que sacrificar cualquier lucha reivindicativa de otros derechos esenciales.
Obama declaró alguna vez que había escrito su primer libro para cubrir la ausencia de su padre en su niñez. Pero que cuando murió su madre se había dado cuenta de que debería haber escrito otro muy distinto, pensado por ella.
Otras madres estuvieron presentes en el discurso que el presidente estadounidense dio el jueves en la ONU. Madres comprometidas en otras luchas contra genocidas entrenados por expertos del país de Obama.
Podría interpretarse que este homenaje tardío a las Madres de Plaza de Mayo se inscribe en un momento muy particular de la campaña electoral de noviembre, donde según los sondeos, el Tea Party amenaza con llenar el Capitolio de ultraconservadores que seguramente no harán más que poner trabas en el último tramo de la gestión demócrata. Y que entonces, Obama saca a relucir esas promesas de cambio que lo llevaron al gobierno hace dos años. Entre las cuales, la defensa de los Derechos Humanos en todo el mundo fue sin dudas la principal, al punto que recibió un Premio Nobel de la Paz antes de haberse ganado el mérito.
Pero también podría ser que, después de todo, se mantuviera esa fuerte presencia de aquella foto del casamiento de su media hermana. La de Stlaney Ann Dunham, contribuyendo con su rebeldía juvenil a esa alianza de razas y genes que son un reflejo de los Estados Unidos de hoy, mal que le pese a la derecha más retrógrada de ese país. Y que ese espíritu finalmente florezca en el actual ocupante de la Casa Blanca.

Tiempo Argentino
25 setiembre 2010

Economías de guerra

A menos de dos meses de las elecciones legislativas, el presidente Barack Obama parece haber tomado conciencia de que, si no patea el hormiguero, las va a tener difíciles con los republicanos en noviembre.

"La guerra es padre de todos, el rey de todos”, decía Heráclito de Éfeso, según la mejor traducción de una de las pocas frases que se conservan de aquel misterioso filósofo presocrático que, a casi 25 siglos de su muerte, todavía cautiva a los jóvenes estudiantes de periodismo.
A menos de dos meses de las elecciones legislativas, el presidente Barack Obama parece haber tomado conciencia de que, si no patea el hormiguero, las va a tener difíciles con los republicanos, que vienen montándose en un discurso sinuoso y muy inclinado a la derecha, pero contundente detrás de errores, inconsistencias y limitaciones de su gestión.
Por supuesto que siempre es más fácil ser opositor, porque desde la vereda de enfrente basta contar costillas ajenas para encontrar audiencia. No por eso deben minimizarse gruesas fallas de los demócratas en esta primera parte del mandato de un presidente no blanco en la historia estadounidense. Porque justamente el principal déficit, de cara a la ciudadanía, pasa por la cuestión económica.
Tiene razón Obama en culpar a su antecesor George W. Bush y a los republicanos en general por la formación de la crisis y sus consecuencias actuales. Pero en política no basta con tener razón. También se necesita que los votantes estén de acuerdo con esa versión de los hechos.
Ese es uno de los motivos para que el inquilino de la Casa Blanca se haya puesto la ropa de candidato, y con la camisa arremangada (como correspondía al ámbito) diera un discurso de corte populista en Milwaukee, ante trabajadores y sindicalistas sorprendidos.
El Premio Nobel Paul Krugman, en su habitual columna para The New York Times y un sinfín de diarios internacionales, comentó entonces que este momento político podría ser asimilado al año 1938 de Franklin Roosevelt. Para el economista, el presidente Obama repitió el error que ya había cometido Roosevelt en 1937, “cuando retiró demasiado pronto los estímulos fiscales”. Y recalcó que en 2009 el gobierno federal alentó el crecimiento para salir de la crisis, pero que al dejar de lado demasiado pronto esa política, el país volvió a estancarse ni bien los actores económicos notaron que el viento de Washington dejaba de soplar. Por lo tanto, aplaudió este regreso a las fuentes keynesianas.
En aquel 1938, también de año de elecciones legislativas, habían prosperado cuestionamientos contra el New Deal y se generó un consenso importante como para sostener medidas en sentido contrario, a pesar de que ese acuerdo social había sacado a la Nación de una crisis terminal. Algunos biógrafos de Roosevelt –el único presidente reelecto cuatro veces en la historia de ese país– señalan que la decisión de volver a los estímulos económicos se basó en la evaluación de que la guerra europea era inminente. Y la guerra, padre de todas las cosas, fue “un arrebato de gasto gubernamental financiado con déficit, a una escala que en otras circunstancias jamás se habría aprobado. En el transcurso de la guerra, el gobierno federal pidió prestada una cantidad equivalente a aproximadamente el doble del valor de PBI en 1940”, explica Krugman.
No lo dice el Nobel, por políticamente incorrecto, pero también la economía de guerra había logrado terminar con la depresión y el estancamiento en la Alemania nazi, en el Japón, en Italia y en general en el resto de Europa, que encontró en la salida militar la forma de activar las economías sin sentir las culpas por los déficits presupuestarios y las críticas de los teóricos monetaristas.
Por estos días, Obama anunció un plan de construcción de infraestructuras ferroviarias y viales por 50 mil millones de dólares, un programa de incentivos fiscales por 100 mil millones a empresas que inviertan en investigación y desarrollo, otra tanda de beneficios impositivos para compañías que lo hagan en nuevos equipamientos y recortes en beneficios a los más ricos.
La semana estuvo cruzada por la amenaza de un cazador de spots televisivos, Terry Jones, el pastor radical de Florida que prometió quemar ejemplares del libro sagrado musulmán como un provocativo homenaje a las víctimas de los atentados a las Torres Gemelas, de los que hoy se cumplen 9 años. Jones se convirtió, con ese gesto amenazante, en la expresión pública de miles y miles de fanáticos en los Estados Unidos que manifestaron su rechazo a la construcción de una mezquita cerca del Ground Zero, el hueco que dejaron los edificios destruidos ese 11-S. Que alimentan el deseo de un combate final contra el Islam.
Luego de una alarma internacional por las presumibles repercusiones y dramáticas respuestas ante la incendiaria manifestación de intolerancia religiosa, y después de llamadas y presiones del gobierno federal, Terry decidió que era hora de guardar los fósforos, al menos por esta vez. Para los que lo tildaron de “cobarde”, dijo que le habían jurado que no se construiría el edificio sagrado en una zona no menos sagrada para el orgullo estadounidense, y que con eso se daba por satisfecho.
Esta noticia, en otro contexto, no pasaría de una boutade, una anécdota sin relevancia periodística. No más de un recuadrito mínimo en alguna columna de Breves, que sin embargo recibió una amplia cobertura en la gran mayoría de los medios de todo el mundo por sus implicaciones, aunque planteó cuestiones éticas para el periodismo. La agencia AP y la cadena Fox, de la derecha yanki, propiedad del magnate australiano Rupert Murdoch, por ejemplo, dijeron que si la quema se produjera no difundirían imágenes, para no hacerse eco de una provocación innecesaria.
En contraposición, a pocos días de que las últimas tropas de combate cruzaran la frontera de Irak, se conoció también un nuevo escándalo que involucra a efectivos militares estadounidenses, esta vez en Afganistán, aunque la noticia no recibió la misma difusión masiva que la posible quema del Corán. Y eso que se trata de un escándalo que no por repetido debe ser escamoteado. Según la información difundida por una revista que circula entre familiares de soldados estadounidenses, Army Times, un grupo de militares había armado un equipo que se dedicaba a matar civiles, a los que hacían pasar por talibanes, y que luego se quedaban con partes de los cuerpos como trofeos de guerra.
Si es verdad que, como decía el viejo Heráclito, la guerra es padre de todos, y que, “a unos ha acreditado como dioses, a otros como hombres; a unos ha hecho esclavos, a otros libres”, es posible que el estadounidense promedio y los académicos conservadores, para aceptar medidas de reanimación económica, necesiten de una guerra que logre unificar a toda la sociedad detrás del esfuerzo bélico, como ocurrió en los años cuarenta.
Pero desde Vietnam a esta parte, cada nueva incursión de tropas estadounidenses no deja más que un reguero de atrocidades, desde la masacre de la aldea de My Lay, en 1968, hasta las cárceles de Abu Ghraib y Guantánamo, pasando por otros “daños colaterales” registrados en estos años. Tal vez sea buen momento, entonces, para que la gran guerra, el padre de todos los combates, no consista en recurrir a la épica para poner en marcha las economías, sino en aplicar las energías de la sociedad en construir una ética. Una ética de justicia y de igualdad social.

Tiempo Argentino
11 Setiembre 2010

Los catalanes quieren su independencia

Comenzó la campaña proselitista para las elecciones regionales por Buenos Aires. Y ante la prensa Joan Puigcercós detalló cómo se fue endureciendo el enfrentamiento con Madrid, que podría llegar al nacimiento de un nuevo miembro de la UE.

Puigcercós es presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, el partido más antiguo de la región, fundado en 1931, que fue prácticamente devastado en la Guerra Civil, y luego “el último en ser legalizado cuando empezó la democracia, recién en 1979”, recuerda.
Muchos de aquellos catalanes republicanos tuvieron que exiliarse, en su mayor parte en la Argentina y México. Fieles a su tradición, los republicanos de izquierda retomaron la senda progresista y ahora, cuando son el tercer partido político catalán y forman parte de la coalición gobernante, plantean sin tapujos la independencia de Cataluña. “No va a ser sencillo, nada lo es, pero todo indica que es el único camino que nos queda”, dijo Puigcercós en una ronda de prensa ante varios medios gráficos porteños.
El hombre de ERC visitó Buenos Aires como parte de su campaña electoral para los comicios de noviembre, y aquí deslizó sus argumentos en favor del separatismo de una de las regiones más ricas de España. “Por las vías democráticas”, insiste.
“El debate por la relación de Cataluña y España fue empujado por el proceso de reforma de nuestro estatuto”, explica Puigcercós. Y pasa a detallar: “En el año 2003 se creyó que luego de 25 años hacía falta un nuevo código de leyes para regir la comunidad catalana. La idea era ganar más competencias para el gobierno de la región. La reforma del estatuto catalán fue aprobada por el 89 % de los diputados. Era una reforma ambiciosa que se basaba en tres grandes ejes.”
El primero de esos ejes, detalla, es “un tema que siempre está latente entre el centro y la periferia, como es el de al recaudación”.
−Nosotros somos partidarios de aplicar lo mismo que tiene el País Vasco, que es recaudar la administración básica y luego renegociar con el Estado la parte a distribuir. El segundo eje es que pasen al control catalán las grandes infraestructuras, como el aeropuerto de Barcelona, porque creemos que bajo tutela catalana puede convertirse en un aeropuerto de transferencia para el resto de Europa. Ahora todo eso está gestionado desde Madrid y eso nos impide tener un plan de desarrollo propio. El tercer eje es delimitar las competencias de cada uno, lo que es catalán y lo que es español.
−No debe ser algo fácil.
−Hasta ahora hay un conflicto permanente que nos está desangrando ante la opinión pública, porque cada ley que hace el parlamento catalán es recurrida por el gobierno español y viceversa. Hay un solapamiento entre las competencias de cada uno. A grandes trechos, ese es el panorama, esos son los tres ejes, más un cuarto que es más simbólico, como es el reconocimiento de Cataluña como nación. Esto parece algo semántico, nominalista sobre qué cosa es una nación y qué cosa no. Nosotros decimos que no hace falta entrar en el debate, pero se puso en el estatuto la necesidad de reconocer a Cataluña como nación. Tiene un gran valor simbólico que las cortes españolas reconozcan el sentido nacional de Cataluña.
−Y no lo hicieron.
−Este fue el inicio de un conflicto en que estamos desde el 2003, porque el gobierno español y sobre todo el Partido Popular han sido muy duros con Cataluña. Han hecho incluso campañas de boicot contra productos hechos en la región, una campaña permanente en medios de comunicación de Madrid, y se fueron recortando cuestiones esenciales del estatuto. Pero la cuña entre Cataluña y Madrid ha tenido su capítulo final con la sentencia del Tribunal Constitucional tras una serie de enmiendas presentadas por el PP por el reconocimiento de la nacionalidad. Eso echó a la calle a 1 millón y medio de personas, la mayor manifestación en Barcelona, protestando contra lo que consideramos un avasallo del tribunal.
−¿Incide ese tema en las elecciones?
−Hasta esa fecha se iban a dirimir cuestiones normales sobre la gestión de gobierno, pero ahora el debate es cada vez más entre la región de Cataluña y España. La cuestión es que si después de siete años de proceso para la reforma estatutaria el mensaje que nos dan desde Madrid es que no hay nada que reformar y cualquier ley del parlamento de Cataluña sistemáticamente lleva al tribunal constitucional. Nosotros decimos que cualquier pacto debe implicar un cambio en el marco político de Cataluña. Defendemos un referéndum para saber si la gente quiere continuar igual o si quiere una nueva legalidad. Que se vote si se quiere ser un país independiente separado de España.
−¿Hay aprobación a esta medida?
−Una parte importante de la ciudadanía que no era separatista, no era independentista, ahora piensa que la creación de un nuevo Estado libre dentro de la Unión Europea es un objetivo deseable, necesario y lo mejor que le puede pasar a Cataluña. Históricamente estábamos en 10 o 20% de aprobación al separatismo, ahora estamos superando el 45%. Gente de izquierda, de derecha, incluso abstencionistas que ahora deciden dar un paso en un proceso democrático, en un referéndum. Una situación que Madrid está viviendo como un trauma.
−¿Los partidos políticos presentan este tipo de plataformas?
−Todos menos el PP proponen un escenario de futuro diferente para Cataluña. Las corridas de toros se han convertido en un problema nacional, llevaron a un debate histérico de quienes pensaban que fue una estrategia de los catalanes para borrar los símbolos de identidad nacional y cultural de España. Todo se contamina de estos debates.
−¿No acarrearía problemas económicos la independencia?
−Siempre hay consecuencias. Pero con la globalización han cambiado mucho las cosas. Antes, de cada 100 productos hechos en Cataluña, 60 iban al mercado español. Hoy, de cada 100, 25 quedan en el mercado catalán, 25 van a España, 25 a la UE y 25 fuera de la UE.
−¿Qué pasa si gana el referéndum?
−Deberemos sentarnos a negociar con Madrid, que no va a ser fácil, y buscar el apoyo y el reconocimiento de las instituciones europeas, que tampoco va a ser fácil. Somos concientes de que no va a ser un camino llano. Pero allá nadie quiere entender que cuando se quisieron hacer las cosas bien, permanecer dentro de España con un texto estatutario con más poder para Cataluña, se cerraron las puertas.

Tiempo Argentino
27 Agosto 2010