viernes

Jaque al rey Juan Carlos

Como se hizo costumbre, el rey Juan Carlos I de Borbón habló por cadena nacional para la celebración de la Navidad. Pero esta vez no fue un mensaje vago sobre el significado de la festividad cristiana y tampoco fue en absoluta cadena: en el País Vasco y Cataluña, por distintas razones, hubo canales que eligieron estar fuera de la emisión. No es para menos: el punto central del mensaje fue el delicado momento que vive España y el incierto futuro que le espera al país ibérico en 2014.
Por eso, Juan Carlos –y siempre en los términos en los que un discurso monárquico puede ser explícito– deslizó conceptos que hablan de lo esencial sin necesariamente ponerle nombre y apellido. Dijo, por ejemplo, que "la dificultad para alcanzar soluciones rápidas (a la crisis económica), así como los casos de falta de ejemplaridad en la vida pública, han afectado al prestigio de la política y de las instituciones".
Todos entendieron que se refería a las causas por corrupción que envuelven a la dirigencia del Partido Popular, el del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, acusada de cobros irregulares de aportes empresariales. Pero también el sayo le cabe a su yerno, el ex deportista Iñaki Urdangarín, y la esposa, la infanta Cristina, hija del medio del rey, en un caso de desvío de fondos públicos hacia cuentas personales. El monarca, en ese sentido, se explayó algo más al agregar: "Sé que la sociedad española reclama hoy un profundo cambio de actitud y un compromiso ético en todos los ámbitos de la vida política, económica y social, que satisfaga las exigencias imprescindibles en una democracia."
Pero a renglón seguido introdujo el otro problema que acosa a la sociedad peninsular: el tema de la independencia de Cataluña, la región más rica del reino pero una de las más castigadas por la deuda. "Hay voces en nuestra sociedad que quieren una actualización de los acuerdos de convivencia", registró el rey. Por eso intentó, en su mensaje navideño, dejar en claro que su apuesta es tratar de mantener la cohesión del país, tironeado no sólo por las ansias separatistas catalanas sino por las de otras regiones que están esperando "ver las cartas" de cómo se resuelva el entuerto entre Madrid y Barcelona para actuar en consecuencia.
"El sistema político que nació con la Constitución de 1978 nos ha proporcionado el período más dilatado de libertad, convivencia y prosperidad de toda nuestra historia, y de reconocimiento efectivo de la diversidad que compone nuestra realidad. Conviene que lo tengamos bien presente, pues a menudo se pretende que lo ignoremos o lo olvidemos cuando se proclama una supuesta decadencia de nuestra sociedad y de nuestras instituciones", recalcó el monarca. No es un dato menor el recuerdo a la Carta Magna que se puso en vigencia a poco de que muriera el dictador Francisco Franco. Bueno es recordar que el tirano, que había tomado el poder a sangre y fuego tras derrotar a los republicanos en la cruenta guerra civil (1936-1939), fue el restaurador de la monarquía y desde ese lugar "intervino" en la sucesión de los Borbones, al punto de designar a dedo a Juan Carlos cuando el trono le hubiera correspondido a su padre, Juan, hijo del último rey, Alfonso XII.
Hace 40 años, el joven príncipe designado tuvo que remplazar por un tiempo a Franco, para entonces un anciano achacoso que no se quería retirar. Y comenzó a desplegar tímidamente algunas ideas de apertura que el propio Franco se encargó de interrumpir ni bien volvió a la gestión.
Un año más tarde, el dictador dejaba este mundo y correspondía entonces sí que Juan Carlos asumiera con toda la pompa. Que no lo fue tanta porque en realidad no remplazaba a un rey muerto sino a un tirano que lo había hecho jurar ante los "sagrados" principios del falangismo.
Los últimos deslices del propio rey (como haber ido a cazar elefantes a África en medio de la crisis, o tener una amante alemana, o permitir que un pariente político hubiese utilizado sus influencias para ganar dinero al margen de la ley) debilitaron su figura tanto como la de la monarquía en su conjunto.
Hace unos meses, el músico Carlos Núñez –tan gallego como Rajoy; José María Aznar, el anterior mandatario del PP; Manuel Fraga Iribarne, el fundador del partido de las derechas españolistas; y el mismísimo Franco– explicaba en términos irrefutables que "la unidad española sirvió mientras había riquezas que repartir". En su concepción de la historia peninsular, Madrid logró mantener la cohesión interna entre vascos, catalanes, gallegos, asturianos y castellanos, entre otros, porque en 1492 se lanzaron "a la conquista del sur", esto es, de las riquezas de los árabes que todavía mantenían el dominio en Al Andalus. Ese mismo año, por esas cuestiones sólo explicables por un golpe de suerte, navegantes bajo la bandera de Castilla y Aragón llegaron a América y hubo otro aquelarre de fabulosas riquezas fluyendo hacia el reino.
Casi cinco siglos más tarde, y cuando del imperio poco quedaba ya que produjera ganancias, nació la efímera Primera República, que duró menos de un año. La Segunda, en 1931, fue más radical y duradera pero terminó con la matanza de más de un millón de personas y dejó un país sumido en la miseria y el atraso más inconcebibles. En total, España fue república por menos de diez años en toda su historia. A esa cifra aludía Juan Carlos cuando hablaba del período más extenso de “libertad, convivencia y prosperidad” de la que disfrutó la nación.
Fue en este período que las empresas con sede en España cruzaron el Atlántico y se quedaron con algunas de las joyas latinoamericanas. Bancos, medios de comunicación, editoriales y empresas de servicios públicos cayeron bajo esta renovada “invasión” española. Eran los tiempos en que Aznar apoyaba un golpe contra el venezolano Hugo Chávez porque así se mostraba más cerca de George W. Bush en el plan de ofrecerse como imperio asociado. Al rey, en esta avanzada, le cabía silenciar a Chávez, como pretendió en una cumbre iberoamericana. Hasta que la crisis económica estalló, y no por casualidad, en Estados Unidos, para echar por tierra los sueños de restauración imperial. También con la posibilidad de grandes negocios que dieran sentido a la unidad, como diría Núñez.
La cuestión catalana es una daga clavada en el futuro español. Los partidos mayoritarios (PP y PSOE) buscan la forma de que el gobierno regional, la Generalitat, no avance con el referéndum planteado para noviembre del año que comienza. O por lo menos, morigerar el resultado. Ni se les ocurre cuestionar a la monarquía. Y es que la institución monárquica fue la única garante de la unidad nacional, como bien se dio cuenta Franco y aceptaron las dirigencias políticas a su muerte. Lo dice claramente, incluso, la Carta Magna.
Al día de hoy es difícil prever qué pasará en Cataluña, porque no es muy factible que la Unión Europea acepte la partición hispana –teniendo tan cerca otra consulta independentista como la escocesa– ni que Cataluña pueda tener el destino próspero que imaginan los más decididos separatistas fuera de la corona.
Por eso en el PSOE ya hay voces que hablan de reformar la Constitución para permitir una amplitud mayor en las autonomías regionales. La vieja lucha entre unitarios y federales, que tanta sangre costó en la historia argentina, no es una novedad tampoco para los españoles. Y los más despiertos entre los aperturistas ya hablan de federalizar la nación para que no se haga trizas en cualquier momento. Grupos de izquierda plantean desde hace tiempo crear una tercera república. Pero no es en esos términos que se planteó el debate. La casa real, a decir de Juan Carlos, está dispuesta a discutir cualquier nuevo "acuerdo de convivencia".
Pero es natural que de dejar el trono ni se habla. Por eso, algunos analistas resaltaron que el monarca haya dejado en claro que no piensa renunciar. El dato, a unos días de que cumpla 76 años, el 5 de enero, es importante. En el año que termina abdicaron Beatriz de Holanda y Alberto II de Bélgica, al llegar a los 75, y tras las sucesivas operaciones a las que debió ser sometido el Borbón, los rumores no cesan. Pero la imagen real y la del sucesor natural, el príncipe Felipe, no dan para intentar ese salto en este momento.
Hace unos días fueron condenados los responsables del vaciamiento de Aerolíneas Argentinas. El principal implicado es Gerardo Díaz Ferrán, otrora fuerte dirigente de la principal cámara empresaria española, nada menos. Mientras tanto, las víctimas del franquismo buscan justicia del otro lado del Atlántico, en la Argentina, porque en su tierra no lo han logrado aún a pesar del tiempo transcurrido.
Todo español de más de 40 años recuerda estos últimos 25 como una era de continua prosperidad, donde el esfuerzo personal parecía tener recompensa y se podía pensar en proyectos. Ahora temen por el futuro de sus hijos ante la amenaza de que privaticen la salud y la educación.
España vivió estos días el azote de un temporal que, entre otros cataclismos, derribó al santuario la Virgen de la Barca, en la Coruña. Al sagrado edificio lo partió un rayo. Para pensar.

Tiempo Argentino
Diciembre 27 de 2013

Real politik se dice "es lo que hay"

En la misma semana hubo dos noticias auspiciosas para el proceso de integración regional. La primera se produjo en Chile, donde la socialista Michelle Bachelet, al frente de una alianza de partidos de centroizquierda, obtuvo un contundente triunfo sobre Evelyn Matthei y logró sacar a la derecha del gobierno, tras un interregno de cuatro años. La segunda es que el Congreso paraguayo, finalmente, aprobó el ingreso de Venezuela al Mercosur, con lo cual se destraba una situación que mantenía en estado vegetativo al proyecto atlantista sudamericano.
Bachelet dio fuertes señales en su primera rueda de prensa ante periodistas extranjeros. Habló en ese encuentro para propios y ajenos. A los de "adentro", les dijo que ella iba a ser la que designara al futuro gabinete. Fue en respuesta al ex presidente de la Democracia Cristiana, Gutenberg Martínez, quien en uno de esos exabruptos perfectamente calculados para generar debate, se adelantó a "sugerirle" a la médica chilena –que, vale recordar, ya fue presidenta entre 2006 y 2010– que sería bueno evitar que los socios del Partido Comunista obtengan algún ministerio en la futura administración. Los argumentos son los de siempre entre los sectores de la derecha: que el PCCh tiene rémoras antidemocráticas y que se los ve demasiado cerca del "régimen de los Castro".
Pero en esa rueda de prensa la mandataria electa dio otra señal clara de que, como ya lo hizo en su anterior gestión, apuesta por la integración y no ve con malos ojos a sus vecinos del eje atlantista. Cosa de dar pie a la interpretación de que se puede revivir otro ABC como el que Perón-Ibañez-Vargas intentaron con poco éxito en los '50, pero ahora con polleras y mejores perspectivas.
Bachelet no sólo fue la primera presidenta pro témpore de Unasur, sino que fue una firme impulsora de la unidad regional. Y brindó un fuerte mensaje institucional en 2009 cuando la intentona separatista-destituyente de la media luna rica de Bolivia. Incluso apoyó la investigación de la Masacre de Pando, lo que significó un definitivo respaldo al gobierno democrático de Evo Morales y la desarticulación definitiva de la derecha golpista en ese país.
Ahora, Bachelet recordó que la Alianza del Pacífico, que Chile integra con Perú, Colombia y México, no estaba pensada para  ser un eje de poder que compitiera desde el neoliberalismo con el Mercosur. Pero también subrayó que no sería fácil intentar que Chile se integrara a los socios del otro lado de la Cordillera porque hay pactos –sobre todo de libre comercio internacional– que impedirían ser algo más que "compañeros de ruta" hacia la Patria Grande.
De todas maneras, no sólo desde la DC le quisieron marcar la cancha a la chilena. También algunos sectores del empresariado salieron a decirle que las promesas electorales pueden ser altas y nobles y lúcidas, pero si las quiere llevar a la práctica la cosa no le va a resultar tan fácil, por más votos que tenga detrás. Alguno, como el armador Sven von Appen, llegó a decir sin ruborizarse que si las cosas no iban bien (o sea, si por remover demasiado las aguas se producen olas) se podría volver a necesitar de un Pinochet.
En Paraguay, mientras tanto, se dirimían los tramos finales para el retorno de ese país al Mercosur. Cuando Federico Franco tomó el poder interrumpiendo el gobierno democrático de Fernando Lugo, se encontró con una respuesta inesperada, la suspensión de Paraguay de todos los organismos regionales. Como reacción, pretendió hacer "pata ancha" con ofrecimientos de acuerdos fuera de la región, y lanzó bravuconadas de un toque nacionalista que buscaba argumentos en la historia del Paraguay.
Fue así que el Partido Liberal Radical Auténtico quiso comparar al gobierno de facto con la gesta de José Gaspar de Francia o los López en el siglo XIX. Pero a Franco no le daba la talla para tanto, ni mucho menos el Brasil del PT, la Argentina del kirchnerismo o el Uruguay del Frente Amplio se pueden comparar con la triple infamia de Pedro II de Braganza, Bartolomé Mitre y Venancio Flores.
La aspiración de los dirigentes que más avanzaron en la integración –Lula en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina y primero Tabaré Vázquez y luego José Mujica en Uruguay– era potenciar al Mercosur con la incorporación completa de más países. Además de Chile están en la gatera Ecuador y Bolivia. Pero la piedra en el zapato era Venezuela.
Hugo Chávez tenía para ofrecer una ampliación hacia el norte, que pone a Sudamérica mirando hacia el Caribe. Venezuela, ávida de alimentos –que no produce– tiene energía para ofrecer, algo vital para el desarrollo de algunos países. El único problemita era que para la retrógrada derecha paraguaya, Chávez era un dictador y Venezuela un régimen filomarxista, cruz diablo. Que además, intentaba cooptar a los paraguayos de la mano de Lugo.
Por las reglamentaciones internas, la llegada de un nuevo integrante al bloque tiene que ser refrendada por los congresos de todos y cada una de las naciones miembro. El senado paraguayo demoró hasta al hartazgo los pedidos de Lugo. Más aún, uno de los argumentos para derrocarlo fue que había aceptado firmar sin consulta el Protocolo de Usuahia II, que obliga a los integrantes de la Unasur a respetar el régimen democrático.
Junto con la suspensión de Paraguay –y como muestra de que no se iba a tolerar otra interrupción constitucional en esta parte del mundo– los demás miembros del Mercosur aceptaron el ingreso de Venezuela. Fue un trámite administrativo que dejaba abiertas demasiadas heridas. Mientras tanto, la dirigencia (el establishment) de Paraguay se dio cuenta andando el tiempo de que fuera de la unidad regional nada puede ofrecer el mundo ni a ese país ni al resto de sus vecinos, por más oportunidades que parezca haber dando vueltas por allí. A veces la geografía manda y la cuenca del Plata es una unidad territorial difícil de ignorar. El asunto era cómo arreglar el entuerto generado por el golpe y la ampliación del bloque.
Realizadas las elecciones presidenciales, las primeras en saludar al empresario Horacio Cartes fueron la argentina Cristina Fernández y la brasileña Dilma Rousseff. Y ambas dieron un mensaje claro y explícito: queremos a Paraguay de vuelta con nosotros. Pero no a cualquier precio, sino con Venezuela adentro. Con lo cual había que buscar un mecanismo que salvara el orgullo nacional paraguayo luego de tantos conatos agresivos que el PLRA utilizó para justificarse ante un electorado que había elegido a su aliado Lugo como presidente y ahora presenciaba una traición.
Cartes, obviamente, no es Francia ni los López precisamente. Pero tampoco es Bachelet. Más bien uno lo podría acercar a Sebastián Piñera o incluso a alguien más a la derecha. Las leyes represivas o las que hizo aprobar para desguazar el Estado y privatizar todo lo que privatizable y más no dejan lugar a muchas dudas. Tiene muchos otros defectos en su historial, incluso, pero no el de comer vidrio. Por eso forzó a que los colorados acepten levantar sanciones de "persona no grata" a Nicolás Maduro, al que habían acusado de conspirar con los militares paraguayos cuando era canciller de Chávez para que apoyaran a Lugo en el golpe de 2012. Era el paso previo a la aprobación del ingreso de Venezuela.
Ya no está presente el líder bolivariano, y Maduro consiguió una victoria que lo consolida como su sucesor en las municipales del 8 de diciembre. La derecha venezolana, amistosamente cercana del paraguayo, tuvo que comenzar también un replanteo de sus estrategias para la lucha política. No había mucho más para discutir en el Congreso de Asunción. Por eso, primero el Senado, que era el más reacio, y luego Diputados, aceptaron la incorporación de Venezuela al Mercosur, que es como decir que Paraguay aceptaba volver al bloque regional.
Ahora los medios pueden titular que fue Paraguay el que concedió el ingreso de la República Bolivariana al proyecto de integración nacido en Asunción en los '90, o que es el bloque el que obligó a aceptar la realidad que se fue alineando en este año y pico en la región. Lo mismo da. Lo concreto es que se percibe un renacer al menos institucional del Mercosur y nuevos aires para una integración que parecía haber perdido cuerpo meses atrás.
Quizás Bachelet no pueda realizar todo lo que prometió y desea. Seguramente Cartes es un empresario mañero que preferiría ganar más amigos en Washington que en el sur del continente. Pero como dicen del otro lado del Atlántico, lo que manda es la Real Politik. Un concepto que tranquilamente puede traducirse como "es lo que hay". Y sobre esa base habrá que seguir construyendo. ¿O alguien tiene otra opción mejor?

Tiempo Argentino
Diciembre 20 de 2013

domingo

De cocodrilos y carteras: entrevista a Stella Calloni



http://www.accion.coop/wp-content/uploads/2013/12/136-18.jpgCocodrilo que se duerme amanece cartera», dice Stella Calloni, y, didáctica, enseguida explica que en sus charlas y presentaciones siempre tiene en la boca una frase que rescató de la calle. Así, de un modo simple y sencillo, la autora de clásicos del periodismo de investigación como Operación Cóndor, Pacto criminal y el último, Evo en la mira. CIA y DEA en Bolivia, explica lo que llama «sentar las bases programáticas para no ser cartera» en un mundo en que la omnipresencia de los poderes imperiales se filtra incluso a través de la vigilancia electrónica. Una presencia que Calloni identifica, a la manera de Héctor Oesterheld en El Eternauta, simplemente como «ellos».
–¿Cómo sería ese plan para no amanecer cartera?
–Conviene no olvidar el esquema contrainsurgente que se inventó en la Guerra Fría y que después de la caída de la Unión Soviética se estableció con lo que se llama la guerra de baja intensidad. Pero en los años 90, cuando ya las dictaduras dejan de servirles, toman dos medidas importantes: una es el Consenso de Washington, un plan para cambiarlo todo en la parte económica. Lo que la gente más conoce de la otra son los Documentos de Santa Fe, que empezaron a marcarle a Ronald Reagan la política exterior. Pero en 1992, Paul Wolfowitz, una de las grandes cabezas pensantes del neoconservadurismo más duro, elabora un documento para el Pentágono donde está clarísimamente expresada la idea de que, siendo la única potencia existente, Estados Unidos tenía que avanzar hacia el control del mundo. Controlar los recursos naturales, pero, a la vez, si surgía otro gran bloque que le hiciera competencia, tratar de disuadirlo, decirle que ya estaba Estados Unidos para la contención; y si no, tomar otras medidas. Esto fue lo que sucedió con la Unión Europea, a la que fueron erosionando lentamente, con las democracias de seguridad, el control de la Justicia y los parlamentos. Es lo que nos están aplicando hoy. Ellos están trabajando directamente con las Cortes Supremas de América Latina, con los jueces que están y con los que están preparando en sus escuelas de juristas. Wolfowitz hablaba de las guerras necesarias, que son guerras irregulares, guerras psicológicas, atentados encubiertos. Ojo que esto no es televisión…
–Pero primero con Chávez y luego con la llegada de Lula y de Kirchner, hay un proceso diferente en América Latina. ¿Se les escapó la tortuga o también lo tenían previsto?
–No, se les escapó la tortuga. Hay muchas cosas que son imprevisibles. Sí tenían previstos conflictos campesinos, conflictos indígenas, los conflictos de la deuda externa. Quizá pensaron que las dictaduras habían dejado en un estado de ablande a la región y que nunca iba a darse una derrota al neoliberalismo en las calles y en las carreteras de América Latina. Pero en 1989 hubo un gran levantamiento en Caracas, que era el lugar más tranquilo del mundo. El gobierno de Carlos Salinas de Gortari, uno de los más salvajes de México, firmó el Tratado de Libre Comercio, pero en ese mismo día les surge el levantamiento de Chiapas, que es una especie de guerrilla no guerrilla, de guerrilla light. Aunque muchos dicen que eso sí lo habían pensado, eso de instalar guerrillas que pudieran manejar.
–¿La de Paraguay no es un poco eso?
–Pero la de Paraguay no existe, es absolutamente falso que exista un Ejército Guerrillero del Pueblo. Sobre todo que haya nacido en el sitio donde se producía la gran toma de conciencia de los indígenas. Es que ellos habían previsto instalar guerrillas –si era posible– campesinas e indígenas que pudieran manejar para que no cambiara nada.
–El planteo es instalar guerrillas para tener cierto control.
– Ellos tenían el plan de crear una especie de guerrilla contraguerrilla, eso lo desarrollaron en Vietnam. Entraban a poblaciones, parecían compañeros, la población se adhería y después llegaban las tropas y liquidaban a todos.
–¿El objetivo sería buscar una justificación para sancionar leyes antiterroristas?
–Claro, ellos están jugando en todo esto. Hasta este momento, nosotros estamos hablando de los planes de los años 90, cuando se decide también que el Comando Sur se disperse, y empiezan a tener bases por todas partes, que se acompañan con fundaciones como la NED (Fundación Nacional para la Democracia), la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), la fundación Heritage. Aparece el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) por un lado, y el Plan Colombia, la parte militar, por la otra, con las ONG haciendo el trabajo de inteligencia. Era un perfecto esquema de dominación, aunque empiezan a ver que los militares –como lo demostró Manuel Contreras en Chile– se quedan resentidos por lo que les ocurrió luego de haber participado en la represión. Y aparece Chávez en el 92, un militar del viejo cuño. Entonces, empiezan a darle más importancia a las policías o a las otras fuerzas relacionadas con la seguridad. Crearon la Escuela de Policía en El Salvador, que está funcionando hasta hoy, con los mismos esquemas de la Escuela de las Américas, y en la parte civil tienen todo un esquema de contrainsurgencia, en la Justicia, con escuelas empresariales. A ellos les fue fácil ganar un grupo empresarial para formar la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa). Es lo más fácil porque son los que están tentados por el dinero, los que se pueden corromper más fácilmente. En 2001 producen este hecho, porque este hecho, hasta ahora, la forma en que se ha producido –y esto está siendo cada vez más investigado en los Estados Unidos, y cada vez se mete más gente a investigar esto, y persiguen a la gente que sabe algo–…
–¿Está hablando de los atentados?
–Sí, los atentados a las Torres Gemelas…
–Usted dice que cada vez hay más pruebas de que fue un atentado armado.
–Sí, un atentado armado. Es muy sospechoso todo, desde la niñería de decir que sube un tipo a un avión y deja su mochila con el pasaporte, deja sus huellas en todas partes; es insólito. Pero todo este esquema les sirve extraordinariamente para imponer reglas de control. Cuando aparece Chávez, ellos creen que lo van a ganar, porque es militar.
–Chávez sorprendió incluso a muchos grupos de izquierda…
–Hay que estudiar a la izquierda, lo que le pasó con la implosión –podríamos llamar– de lo que fue la Unión Soviética. Se desorientó, algunos creyeron que la Historia había terminado, otros se acomodaron en otros esquemas aunque no querían perder su papel de izquierda y los hay que se acercaron a ONGs… Como sea, 2001 les sirvió para hacer todo lo que en otras condiciones no les habría aceptado el mundo. Que alguien declare una guerra preventiva, infinita y sin fronteras; imaginen: borrar las fronteras en un día, borrar la resistencia a cualquier cosa.
–Y espiar electrónicamente, que es lo que ahora aparece.
–Pero espiar, espiaron siempre. Sólo que el espionaje hoy, con la alta tecnología, implica que ya no hay siquiera la posibilidad de estar en tu casa sin que alguien te esté espiando desde alguna parte.
–Como a Angela Merkel.
–Sí, pregúntenle a Merkel… Ellos (por los europeos) se creían que estaban a salvo, pero se han convertido en una especie de colonia. La única que no acepta esto es la Merkel, la única capitalista inteligente que tienen.
–¿Por qué lo dice?
–Porque la Merkel es la única que sabe que quieren borrar a Europa y, como ella además estudió en la Unión Soviética, tiene una formación distinta a la de los demás. Ella se vio venir esto y, entonces, sacrificó a quien fuera con tal de salvar el euro. Ella sabe que esto va contra el euro, que la guerra contra Irak era por petróleo, pero también era contra el euro, que la guerra contra Libia era contra Khadafi, pero era contra el euro.
–Sorprende un poco su visión de Merkel , porque se la ve siempre como ultraconservadora y una fundamentalista de mercado.
–Es que ella es fundamentalista, pero de su mercado, no del mercado de ellos; esa es la diferencia. Ella es la perfecta capitalista porque es capaz de…, miren adónde mandó a Grecia, o adónde mandó a España. Entre los capitalistas europeos, dentro de la pobreza ideológica para defender sus propias cosas, es imposible no establecer una diferencia entre Berlusconi y la Merkel, Hollande y la Merkel. Para entender lo que nos pueden hacer en América Latina, tenemos que estudiar lo que han sido capaces de hacerle a Europa.
– Pero la región se fue integrando más allá de las posiciones ideológicas, porque también forma parte de ese movimiento la Colombia de Santos, el México de Peña Nieto y el Chile de Piñera. ¿Cuál es el plan para esta América Latina, y cómo sigue esta historia?
–A partir de 2001, ellos empiezan a imponer el Acta Patriótica con una vigilancia interna a un nivel que jamás ha existido en Estados Unidos. Es un mundo de Orwell, un mundo bajo el control unilateral de la gran potencia del mundo que a su vez está subordinada –por esta misma situación económica– a los grupos económicos de poder. En los años 90, ellos también se apoderaron de los medios masivos de comunicación. Europa cae en la trampa estadounidense de los medios, porque le van mostrando un mundo inexistente. Yo nunca vi una desinformación tan grande como la que vi en Alemania. Cómo será, que en una charla les dije: «Están durmiendo; ustedes creen que están ayudando a la OTAN, a la democracia en el mundo. Que invadieron Afganistán por democracia. No, invadieron Afganistán por intereses claves en ese territorio. Ningún talibán, ninguno de ellos, tiene el poder de hacer semejante esquema de atentado». Se impuso el Acta Patriótica, las leyes antiterroristas en toda América. Si hubiera habido alguna izquierda organizada como en los años 70, si la izquierda hubiera estado preparada, habríamos podido actuar colectivamente.
–Pero en estos años, ¿no se fue construyendo?
–Se fue construyendo una nueva izquierda, a partir de movimientos sociales que surgieron en algunos países, como Bolivia, donde se terminó imponiendo la guerra por el agua, la guerra contra el apoderamiento del gas. Algunos movimientos sociales se perdieron, pero otros fueron ganados por movimientos de izquierda más serios. Es otra la situación ahora, por eso es el momento de una izquierda absolutamente responsable, muy capacitada. Surge mucha gente con mucha pasión, pero a eso hay que darle capacitación.
–Cuando usted dice eso, ¿es su deseo o es lo que está viendo que ya existe?
–No, no, está comenzando a existir eso, todos los organismos más o menos de izquierda que existen se están preparando. En América Latina, pasó algo que no estaba previsto, y surgieron gobiernos como el de Lula, como los que vinieron después. Chávez me dice en 2006: «La persona que más me acompañó fue Néstor Kirchner, él vio enseguida la necesidad de pelear por la unidad de América Latina, nos hablábamos y nos íbamos para adelante en todo». Estaba Lula, estaba Bachelet en Chile, por eso te digo que no es lo mismo cualquier cosa. Yo creo que la izquierda debe ubicarse en la realidad de cada país. Perdés cuando querés que todo sea de la misma manera. Venezuela tuvo que hacerlo frente al desabastecimiento, los sabotajes; tuvo un golpe militar, un golpe petrolero, un golpe patronal, otro intento de golpe, las guarimbas en 2004, y la escenografía de golpismo que hizo Capriles la noche en que ganó Maduro. Se apoderaron incluso del email de Maduro. Porque vos tomás el gobierno pero no el poder. El poder económico real se ha quedado. La diferencia con una revolución –para decirlo rápidamente, la diferencia con Cuba– es que esa revolución llegó con todo destruido. No había ya más ejército, ni policía, ni todos los grandes empresarios. Acá no ocurrió eso.


Una novela inconclusa
–Mi vida empezó en la poesía. Tengo libros de poesía y de cuentos también, sobre la selva, que están publicados y tienen un prólogo de Juan Gelman y otro de Luisa Valenzuela. Y a mi novela la tengo ahí, nunca la termino.
–¿De qué tema trata?
–La que va a salir ahora es sobre Pancho Ramírez, cuya historia era bellísima, porque él luchaba con su mujer, la Delfina, y lo mataron cuando fue a rescatarla en medio de un combate. El problema era que él había sido de los grandes lugartenientes de Artigas, con quien se da un desencuentro, porque Artigas piensa que lo han traicionado. Artigas y Ramírez tienen un enfrentamiento como entre un padre y un hijo, y yo interpreto los personajes, es ficción absolutamente. Esta novela la escribí cuando era muy joven, hice un boceto.
–¿Qué fue lo que la desvió?
–Me desvió la cuestión política, porque yo sentía que con el periodismo podía hacer un trabajo político, de recuperación de la verdad. Me tocó cubrir todas las guerras, porque yo no estaba pensando que iba a ser corresponsal en lugares en guerra y lo fui…, lo fui.
–¿En qué guerras?
–En todas las de Centroamérica: en El Salvador, en Guatemala, cubrí la guerra contra Somoza de los sandinistas, la guerra de los Estados Unidos contra los sandinistas… Estuve en el bombardeo a Libia en el año 86…
–¿La llegada de los contras a Nicaragua?
–A los 50 años yo estaba subida en la montaña, haciendo coberturas en los lugares donde estaba la resistencia a los contras.
–¿Cuál fue el líder político que más la impactó? Porque entrevistó a los más importantes de este último medio siglo.
–Me impactó, por supuesto, Fidel Castro. Fidel es inconmensurable. Cuando se comprende lo que es la resistencia de esa isla, de poco más de 10 millones de habitantes, a 90 millas de los Estados Unidos, la resistencia a un bloqueo…, porque hay algunos intelectuales que dicen: «Ah, sí, pero ellos se esconden detrás del bloqueo» No, no tienen ni idea de lo que es un bloqueo. Yo quisiera que bajaran a ver la tierra, que bajaran alguna vez, se ensuciaran los zapatos en el barro, caminaran… Eso es lo que decía Khadafi: «El que nunca tuvo hambre ni vivió tirado en la calle no puede saber, no puede sentirlo en la piel». Torrijos también me impactó mucho. También monseñor Arnulfo Romero fue alguien muy especial; lo entrevisté en una noche de tormenta, y para llegar pasé momentos muy duros, porque me di cuenta de que me estaba llevando un tipo que después supe que había hecho lucha libre y le decían «el quebrantahuesos» porque ayudaba a torturar quebrando a la gente. Y la entrada de Monseñor Romero esa noche de lluvia con niños en los brazos, los pantalones arremangados, con la sotana envolviendo a los niños, fue algo impactante. Los traía de una matanza en una aldea. Él iba, estaba con el pueblo, sus homilías; nunca más escucharé algo tan hermoso como las homilías de monseñor Romero.
–Y eso que era un hombre conservador…
–Cuando él llega, era un hombre conservador, rodeado por la alta sociedad, y de repente le matan a dos curas y empieza a averiguar. Y cuando recorre, empieza a conocer la tragedia del pueblo salvadoreño. Me acuerdo cómo finaliza la entrevista. Yo le pregunto: «Entonces, ¿la Iglesia tiene un enfrentamiento con el gobierno?», que entonces era de un militar. Él me dice: «No, el gobierno tiene un enfrentamiento con el pueblo. Y la Iglesia está donde debe estar, el pastor con sus ovejas.» También Arafat me gustó mucho, Khadafi me impresionó; decían que era loco pero me dijo cosas muy sensatas. Verlos morir, verlo a Torrijos morir. Vos morís junto con la gente que muere y con los pueblos.
 Ratoncitos de archivo
«México para mí es inolvidable, porque yo justo llegué exiliada cuando se estaba lanzando un periódico que  desafiaba al sistema, el Uno más Uno. Los que dieron el dinero para esa cooperativa eran los más grandes intelectuales, entre ellos García Márquez y Carlos Fuentes, que después se derechizó mucho, pintores, artistas. Después vino La Jornada (del que Calloni es corresponsal). Yo creo que está surgiendo algo extraordinario en Latinoamérica y tenemos que defenderlo. Nosotros, los adultos, tenemos que defender que no les vuelvan a interrumpir la vida a los jóvenes como nos hicieron a nosotros. Que podamos apoderarnos del siglo XXI y que no nos quiten la posibilidad de la independencia definitiva. Los jóvenes hoy tienen la ventaja de que nosotros hemos sido una especie de ratoncitos de archivo. Miren, si no, la obra tan monumental de Gregorio Selser».
–Hace poco murió su hija Claudia.
–Sí, y él, tan poco reconocido. Una obra monumental que está en todas las universidades del mundo, sobre todo en Estados Unidos. Es muy triste que la Universidad de México haya publicado todos sus documentos, sus libros sobre las intervenciones de Estados Unidos, y nosotros no tengamos nada acá. A mí me da impotencia eso.

Revista Acción
Diciembre 15 de 2013 
(La foto es de Juan Quiles)

viernes

Algo huele mal en Cundinamarca



La guerra por la basura se cobró una víctima de fuste en Bogotá, con la destitución del alcalde Gustavo Petro, a manos del procurador general, Alejandro Ordóñez. Como es fácil suponer, la crisis política que desató el inefable ultra católico que ya se cargó a cerca de 400 funcionarios electos a lo largo y ancho de Colombia, no es por las migajas de un negocio fabuloso sino por lo que significa la medida que se le reprocha al ex guerrillero del grupo M-19: la recuperación para el Estado de un servicio público esencial.
Precisamente de eso se acusa a Petro, quien según la imputación del procurador, "de manera libre, consciente y voluntaria ordenó asignarle la prestación del servicio de aseo a dos entidades sin ninguna experiencia, conocimiento y capacidad", en referencia a los organismos públicos que tomaron la recolección de residuos, lo que para colmo de males, se hizo vulnerando "los principios de la libre empresa y competencia".
Decio Machado es un periodista y consultor radicado en Quito que suele publicar en el periódico Diagonal Global, de España. Allí describe algunos entrelones de este enfrentamiento insólito. Describe a Ordóñez como "hombre que reza diariamente el rosario y sigue los cánones de monseñor Lefebvre respecto a la misa en latín… (que) goza en su curriculum de un extenso historial como guerrero templario, entre los que destacan episodios como la quema de libros de autores como Thomas Mann, Rousseau, Marcel Proust o Víctor Hugo, entre otros, cuando era estudiante en el Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga."
Este ultramontano fiscal de la república ya había exonerado a la senadora Piedad Córdoba, que fungía como facilitadora en las primeras negociaciones del gobierno de Juan Manuel Santos con las FARC, tras acusarla de ser miembro del grupo guerrillero. Machado destaca su militancia en la Orden de la Legitimidad Proscrita, "un verdadero clan religioso que se integra dentro del ala más radical de la iglesia católica". O sea, alguien que no tendría lugar con el actual Papa, sólo que no puede destituirlo.
Como se dijo, la basura es uno de los negocios más redituables en el mundo actual. Cómo será que en algunos países las mafias más poderosas construyen la base de su riqueza sobre la recolección de residuos. Así lo refleja Antonio Nicaso, uno de los que más sabe de la cuestión, que escribió varios libros sobre temas relacionados con la mafia y es columnista en Il Corriere Canadese, de Toronto. En tal sentido, el hombre revela que unas 190 familias controlan el 45% de la gestión de residuos urbanos en Calabria, Nápoles y Sicilia, y desde allí se extendieron a Albania, Bulgaria, Eslovaquia y Rusia. La fruta del pastel, por así decirlo, no es el residuo urbano sino los desechos peligrosos como escorias siderúrgicas, polvo de aluminio, residuos de centrales térmicas, amianto, metales pesados, purines y excrementos ganaderos, baterías, neumáticos, plomo, teléfonos móviles, por los que se paga dinero fuerte y en algunos distritos nadie pregunta dónde diablos van a parar con tal de que se los lleven lejos.
"La mafia se ha dado cuenta de que el narcotráfico representa un gran riesgo; en cambio, el reciclaje y procesamiento de basura es un negocio de alta ganancia y bajo riesgo", corrobora Nicaso. Y no es que habla solamente de su tierra natal; también se refería a su país de residencia, Canadá.
En el caso de Bogotá, capital de Colombia y del departamento de Cundinamarca, no se habla de familias mafiosas, pero sí de empresas que pertenecen a los grupos más poderosos del país como los Patiño Ocampo, Herrera Barona y Losada Salcedo. Una de ellas, Lime, pertenece a la argentina IMPSA. El derrocado Petro las acusa de haber conspirado en su contra porque se quedaron afuera del colosal negocio. Los directivos de algunas firmas le pidieron que limpiaran su imagen, que no tienen nada que ver con el entuerto. Y más allá de que no son niños de pecho a la hora de defender su tajada, en el fondo algo de razón tienen, porque el ensañamiento de Ordóñez con Petro tiene otro cariz, que entrevieron con perspicacia los dirigentes de las FARC que mantienen negociaciones de paz con el gobierno de Santos en La Habana.
"Ayer, de un solo plumazo, Ordóñez nos dio a los alzados en armas una lección sobre lo que para la oligarquía significa la democracia en Colombia y sobre las nulas garantías para un ejercicio político independiente", protestaron ni bien se conoció la destitución del alcalde bogotano. Y defendieron al ex M-19, a pesar de que resaltaron sus diferencias políticas y estratégicas. "Lo que le quieren cobrar al alcalde Petro es la defensa que ha hecho de lo público, por eso, el momento es de lucha por la auténtica democracia, de lucha unitaria y frontal contra el fascismo y la reacción", consideraron en una declaración.
Las FARC venían insistiendo desde hace meses en la necesidad de una reparación y resarcimiento integral a la Unión Patriótica (UP), el partido nacido en 1985 tras un acuerdo con el entonces presidente Belisario Betancur en un primer intento por retornar a la lucha política del grupo guerrillero más viejo de Colombia. Un plan que terminó desastrosamente para ellos, ya que 4000 de sus militantes fueron masacrados por paramilitares.
El grupo al que perteneció Petro, el Movimiento 19 de abril o simplemente M-19, surgió como respuesta a un fraude en las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970, que dieron como ganador a Misael Pastrana Borrero. Ante la falta de respuestas, de la lucha política pasaron muy rápidamente a la contienda armada. Tuvieron enfrentamientos con el gobierno pero también con los carteles de la droga. A Betancur le propusieron un diálogo de paz que se suspendió luego de la sospechosa muerte del representante del M-19, Jaime Alfonso Bateman, en abril de 1983.
En 1985, un comando del M-19 tomó el Palacio de Justicia en pleno centro de Bogotá, exigiendo el juicio político del presidente. De un modo brutal, el Ejército atacó con artillería e incendió el edificio. La cifra de muertos incluye a unos 35 guerrilleros y 53 personas que estaban adentro. Entre ellos, los magistrados supremos de la nación.
En marzo de 1990, y luego de ingentes negociaciones con las autoridades, el M-19 depuso las armas y se reintegró a la vida política. Uno de los impulsores de esta pacificación fue el propio Petro. Por eso el actual ministro de Trabajo colombiano, Rafael Pardo Rueda, le recordó a Ordóñez que “Petro ha sido leal con la paz que se firmó hace 20 años”.
Y hay que ser leal, cuando el acuerdo firmado entonces no trajo sino desventuras para los guerrilleros que quisieron retornar a la vida civilizada. Por empezar, Carlos Pizarro Leongómez, candidato a la presidencia de Colombia por el partido político Alianza Democrática M-19, sería asesinado un mes más tarde, en abril de 1990. Otros seis altos dirigentes de esa agrupación política serían eliminados en forma violenta, sin contar otros centenares de cuadros medios y bajos.
Ahora, hasta Washington se permitió cuestionar al ultraderechista procurador general colombiano. Lo hicieron intendentes de las más importantes capitales de la región, reunidos precisamente en Bogotá en un encuentro de la Red de Ciudades Suramericanas (Redcisur). En un documento que firmaron los “burgomaestres” de Lima, Susana Villarán de la Puente; Eduardo Paes, de Río de Janeiro; Luis Revilla, de La Paz; Carolina Tohá Morales, de Santiago de Chile; Ana Olivera, de Montevideo; Arnaldo Samaniego, de Asunción; Augusto Barrera, de Quito; y Mauricio Macri, de Buenos Aires, expresaron su solidaridad con el derrocado.
En un extremo está la centroizquierdista peruana Susana Villarán, quien hace casi dos años tuvo que enfrentar un referéndum revocatorio fomentado por la derecha más retrógrada, que no le perdonó una política más enfocada a lo social, que en apenas dos años de gestión había construido cuatro hospitales públicos, entre otros logros. En el otro, el Lord Mayor porteño, proveniente de una familia poderosa que entre sus empresas tiene recolectoras de basura.
Hace un mes, la ciudad de Madrid se llenó de basura por una huelga de trabajadores del sector que protestaban contra los despidos en las empresas proveedoras, que por la crisis vieron reducidos sus ingresos. Alguna vez, la Unión Europea tuvo que tirarle de las orejas al gobierno italiano por las  montañas de basura acumuladas en Nápoles a raíz un conflicto con las empresas.
El problema que justificó la expulsión de Petro fue que durante dos o tres días de diciembre pasado, los residuos se habían acumulado en las calles bogotanas. Las empresas habían dejado de retirar los desechos y la discusión sobre la propiedad de los camiones, que debieron ser del Estado, impidió que se pudieran usar los vehículos.
La extorsión con la basura se parece mucho a la que produce la inseguridad. El resultado puede ser el mismo: tratar de demostrar que el Estado no puede ser eficiente. Y que se le note hasta por el olor. Sobre todo cuando lo que se huele es otra forma de impedir que las fuerzas progresistas puedan cambiar la realidad desde la política.

Tiempo Argentino
Diciembre 13 de 2013