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Tangos al otro lado de la Cordillera

Es increíble cómo un video tomado por un turista que no llega a los 20 segundos pudo levantar semejante polvareda y sobre todo poner de manifiesto  el clima que aún subyace en una sociedad como la chilena, una de las que más padeció la ola represiva en los '70 de la mano de Pinochet y la escuela de Chicago y que sin embargo es la que menos logró alejarse de aquellos paradigmas. Como se sabe, un grupo de grumetes de la Armada entrenaba en el balneario de Viña del Mar al canto acompasado de "argentinos mataré, bolivianos fusilaré, peruanos degollaré".  
El gobierno chileno se apuró a calificar al hecho de vergonzoso y a exigirle a la cúpula de los marinos una pronta explicación y castigo por el contenido que trasuntaba la consigna –los medios lo tildaron de xenófobo cuando en realidad debería llamárselo genocida– pero sobre todo porque cae en un momento en que Chile se ve envuelto en una situación explosiva en lo interior por un conflicto con la comunidad mapuche que no tiene miras de disminuir y unas relaciones con sus vecinos, principalmente Bolivia y Perú, que atraviesan coyunturas difíciles. En ambos casos como consecuencia de viejas diferencias limítrofes que tampoco son de fácil resolución.
Pero también está complicada la situación política del empresario Sebastián Piñera, de fuertes vínculos incluso familiares con algunos de los mayores exponentes del pinochetismo, como que su hermano José Manuel fue ministro de Trabajo y Previsión Social del dictador y es considerado el padre del sistema de jubilaciones privadas. A la caída vertical de su imagen tras las masivas marchas estudiantiles en reclamo de una sustancial modificación de un régimen educativo hijo de aquella concepción neoliberal del mundo, se suma un escenario económico poco alentador.
Las últimas cifras indican que el superávit comercial del país, una de las claves del crecimiento desde aquellos funestos años, continúa en baja y sin perspectivas de que las ventas puedan equiparar a las importaciones en un corto plazo. La novedad es que el PBI de Perú, por primera vez en décadas, supera al chileno, toda una afrenta en estos tiempos. Para colmo, la ex presidenta Michelle Bachelet sigue cómoda al frente de las encuestas para suceder al mandatario conservador y nadie en su sector está en condiciones siquiera de opacar a la figura de la socialista.
Hace unos días Santiago fue escenario de la Cumbre de la CELAC, esa organización panamericana sin presencia de Estados Unidos y Canadá que nuclea a todos los países sin distingos de pelambre ideológica. Allí Piñera creyó oportuno resaltar esas diferencias, en un áspero discurso con que le trasmitió la presidencia pro tempore al cubano Raúl Castro.
Un poco porque Piñera, que se doctoró en Harvard en aquellos difíciles '70 (se cuenta que su primer día de clases fue justo el 11 de septiembre de 1973, y que su profesor Kenneth Arrow, premio Nobel de Economía, fue el que le dio la novedad) y otro poco porque la derecha chilena, que pudo poner al fin a uno de los suyos en el Palacio de la Moneda por las vías democráticas en 2010, no tiene otra que plegarse a lo que resulta una política de Estado: navegar entre dos opciones. Por un lado, mantiene las leyes esenciales que le dan estabilidad a la economía al precio de mantener un status quo regresivo que los estudiantes se encargaron de poner sobre el tapete. Porque los reclamos que le estallaron a Piñera no difieren de los que durante 20 años la Concertación, la alianza que agrupa al centro izquierda, tampoco escuchó.
La otra pata de ese Estado represivo y para pocos que persiste en el país trasandino es la ley antiterrorista con que suelen ser juzgados miembros de la comunidad mapuche que en la Patagonia chilena reclaman por sus tierras y sus derechos. Un grupo de ellos llegó a estar 87 días en huelga de hambre sin que al gobierno se le moviera un pelo. El ataque incendiario a una familia de agricultores  cerca de Temuco acrecentó la virulencia verbal contra la comunidad y hubo amenazas tanto entre allegados al gobierno como a los colonos. Llegaron a hablar de la existencia de grupos terroristas entrenados por las FARC, una denuncia que no se sostiene con ningún hecho de la realidad pero sirve para encender ánimos temerosos por el incremento del conflicto y la respuesta oficial. De hecho, la zona está virtualmente militarizada para prevenir enfrentamientos. El diario derechista El Mercurio señaló que además hay reuniones semanales entre miembros de las fuerzas de seguridad y la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) para estudiar la cuestión día a día.
La bravuconada de los grumetes consiguió soliviantar a bolivianos y peruanos. El reclamo de una salida al mar de Bolivia ya es histórico y los escasos avances que hubo sobre todo desde que Evo Morales está en el gobierno se redujeron aun más por la posición de la derecha chilena, que no quiere oír hablar de ceder algo que considera de su soberanía, aunque fue arrebatado en una contienda trinacional en 1879 que la historia demuestra hasta el hartazgo que fue amañada por capitales británicos ligados a la explotación del salitre y el guano.
La última novedad había sido una confusa declaración de Piñera en que se entendía que Chile podía otorgar un trecho de su territorio sin cesión de soberanía. Pero que de alguna manera violaba acuerdos con Perú, que por esas cuestiones de las guerras a nombre de otro, en este caso de empresas británicas de fines del siglo XIX, obligan a que cualquier cambio fronterizo deba ser acordado por ambas partes. Sin embargo, hay otra pastilla difícil de digerir para los peruanos, porque aquellas palabras del chileno dejaban abierta la interpretación de que parte de esa lonja de tierra para Bolivia podía terminar siendo dentro de las actuales fronteras peruanas. Es que en La Haya, Santiago y Lima intentan dirimir por las buenas un tramo de no mucho más de 37 mil kilómetros cuadrados en el mar pero que podría arrastrar algo de superficie terrestre.
Más allá de esos devaneos que mezclan maliciosamente el concepto territorial con la idea de soberanía, pero que no se ocupa del bienestar de los pueblos como objetivo primordial de las élites gobernantes, por estos días mujeres aborígenes del Perú, Bolivia y Chile participarán del Primer Parlamento Nacional de la Mujer Aymara 2013,  que se llevará a cabo en la  ciudad peruana de Puno. Allí debatirán derechos de la mujer, identidad cultural, educación intercultural, igualdad de oportunidades.
En el sur, se desarrollará un encuentro similar dentro de la comunidad mapuche, que incluye nacidos en Chile y en Argentina. La jornada cultural Wiño traule tuiñ –Volvemos a encontrarnos– busca generar espacios de discusión y debate acerca de la identidad, la lucha y proyección del pueblo mapuche a ambos lados de la cordillera.
Los militares chilenos, como se recuerda, apoyaron a los ingleses cuando la insensata guerra emprendida por los dictadores argentinos para la recuperación de las Islas Malvinas. Movida iniciada cuatro años después de que las tropas de los dos  países, que alguna vez compartieron bandera para luchar por la independencia a las órdenes de San Martín y O'Higgins, estuvieron a punto de enfrentarse por el fallo sobre el canal de Beagle.
Entre Argentina y Chile, desde el retorno a la democracia de este lado de los Andes, fueron limando asperezas y construyendo confianza. Raúl Alfonsín había dado una muestra de racionalidad al someter a referéndum el Tratado del Beagle. Carlos Menem se acercó más, cuando en 1990 la Concertación derrotó a Pinochet y cerró el último litigio, el de la Laguna del Desierto. Ya con Néstor Kirchner en el poder, se puso en marcha la Fuerza de Paz Conjunta Cruz del Sur, con militares de las dos naciones, que además completan cursos de cooperación y perfeccionamiento en las respectivas Escuelas de Guerra.
Resultaría impensable plantear un endurecimiento de relaciones por un grupo de jóvenes incentivados por algún oficial con rémoras pinochetistas en un mundo que ya cambió. Lo que termina de marcar esta contradicción es un cartelito sobre una columna de iluminación en la costanera de Viña del Mar al final de ese controvertido video. Allí se invita a un espectáculo de tango en el Cien Club de esa ciudad chilena.
"Después de Argentina, respetando a Japón, somos el país con más tradición tanguera. En pleno siglo XX, Valparaíso y Viña del Mar fueron cuna de grandes orquestas y cultores del tango en general", explicó hace un tiempo Raúl Carreño Varas, académico de la Universidad de Playa Ancha, quien hizo su tesis de Magister en Arte sobre la música del Río de la Plata.
Como suele decirse, para bailar tango y hacer la guerra se necesitan dos. Sectores de la derecha chilena, como en los viejos dancings, están cabeceando a ver si alguno acepta pelea. Adentro o afuera del país.

Tiempo Argentino
Febrero 8 de 2013

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