Hace poco más de un año el ecuatoriano Pablo
Celi de la Torre llegó a Buenos Aires, una ciudad en la que dice
sentirse particularmente a gusto, para ocupar el cargo de subdirector
del Centro de Estudios Estratégicos del Consejo de Defensa Suramericano.
Una suma importante de títulos académicos –sociólogo, politólogo,
doctor en Filosofía, doctor en Ciencias Políticas Internacionales,
investigador y autor de estudios y publicaciones sobre relaciones
internacionales, seguridad y políticas de defensa– y el ejercicio de la
docencia en universidades e institutos de formación de fuerzas armadas
revelan que Celi de la Torre es un experto en el tema de seguridad
regional. Y su designación llegó cuando los países latinoamericanos
comenzaron a pensar en diseñar políticas comunes que impidan llegar a
instancias bélicas entre naciones hermanas, y eviten caer en la
repetición de escenarios como los de los 70, cuando para los uniformados
el principal enemigo estaba fronteras adentro. Regían entonces
políticas pergeñadas desde la Escuela de las Américas a la medida de las
necesidades estratégicas del Pentágono, que provocaron un divorcio
entre las fuerzas armadas y los pueblos, muy difícil de revertir.
Lo primero que aclara el funcionario regional desde su despacho
en la Casa Patria Grande Presidente Néstor Kirchner es que no hablará,
por cuestiones inherentes a su cargo, de situaciones particulares de
cada país ni de los gobiernos. Lo segundo, que no están sentando las
bases para la creación de una OTAS, una Organización del Atlántico Sur,
similar a la que Estados Unidos y Europa mantienen en el norte, pero sin
participación de las potencias imperiales.
–¿Cuál es el principal objetivo del Consejo de Defensa?
–Partimos del aprovechamiento compartido de recursos donde hay
asimetrías nacionales. Un caso importante, un proyecto que ya está
aprobado por Unasur y en proceso de ejecución, es la construcción del
primer avión de entrenamiento, que se va a realizar en Argentina con la
participación de todos los países de la Unasur, lo que sería un primer
ejemplo de cooperación en la industria militar. Sobre esto hay otro
ejemplo que son los ejercicios Unasur. Ya no sólo se hacen ejercicios
militares con EE.UU. como en el pasado, binacionales. Hoy hay un
ejercicio militar conjunto de Unasur, con participación de todas las
fuerzas armadas de la región a nivel de planificación estratégica. Esto
nos da la medida de que en el corto tiempo de existencia del Consejo de
Defensa se han tomado medidas muy realistas, muy verificables y que, de
hecho, van creando también mucha confianza. En el pasado proclamábamos
un discurso unitario del continente entero, pero todas las fuerzas
armadas funcionaban con hipótesis de conflicto bilaterales, es decir, de
uno con su vecino y viceversa. En este momento, el objetivo es que las
fuerzas armadas tengan una planificación estratégica, una concepción
doctrinaria, un sistema de capacitación, un sistema de relacionamiento
en función de los principios políticos a los que los países están
arribando.
–¿Cuál es la concepción doctrinaria?
–Es un concepto que incluye desde la determinación de cuáles son
los intereses comunes de la región en el campo de la seguridad, cuáles
son los escenarios en los que se inserta la región, hasta cómo definir,
por ejemplo, qué entendemos por seguridad regional, un primer concepto
básico. Y hasta dónde llega la región desde el punto de vista de la
seguridad, cómo pensamos a Suramérica.
–¿Hasta dónde llega en términos físicos o en términos estratégicos?
–Las fronteras de una región dependen de cómo la región se
inserta en los procesos mundiales. La idea es partir de un concepto
estratégico de inserción global, superando lo que fue una reiterada
visión de Suramérica privilegiadamente vinculada con Norteamérica, para
llegar a una Suramérica inserta en el contexto de las relaciones
globales desde el punto de vista productivo, desde el punto de vista
comercial, tecnológico, con el tema de la seguridad y la defensa
respondiendo a la misma lógica de inserción global. Lo que significa
también que los países puedan aproximar sus visiones para tener
actuaciones conjuntas con un libreto común en organismos como Naciones
Unidas, en otras instancias en la región o en el hemisferio. Este es un
primer concepto duro, el concepto de seguridad regional.
Un segundo concepto fundamental es cómo la defensa apoya la
seguridad. La defensa no es autónoma. Las estructuras de defensa están
ligadas con el uso y la organización del aparato militar. No pueden
tener autonomía, deben estar subordinadas a una visión de la seguridad, a
un concepto de la seguridad. Esto es, cómo las estructuras militares de
estos países se insertan en una visión regional de Suramérica; todo
esto ligado con que podamos determinar en conjunto cuáles son los
riesgos, cuáles son las amenazas, cuáles son los espacios de oportunidad
que nosotros encontramos en el plano de la seguridad internacional.
Este es un tema muy importante, porque esta definición es la que va a
marcar en última instancia la orientación de las políticas de seguridad.
Aquí los países están haciendo un esfuerzo muy significativo para poder
aproximar sus definiciones. Hasta hoy cada país define sus riesgos y
sus amenazas. El objetivo es poder identificar cuáles son comunes y, por
tanto, cuál puede ser la base para una acción compartida para esto que
llamamos una seguridad cooperativa.
–¿Cómo se implementa la seguridad cooperativa?
–Unasur es un proceso que tiene sus fases, que van
progresivamente de lo que constituye el acuerdo respecto de un conjunto
de medidas de confianza hacia la construcción de una institucionalidad
más sistémica de cooperación. La conformación del Consejo de Defensa
Suramericano es la expresión institucional de un proceso de
transformaciones muy profundas en las relaciones entre los países de la
región. No existe una estructura institucional precedente; es más, había
una ausencia de espacio institucional para estructurar una cooperación
interestatal en estos ámbitos. La propia aparición del Consejo de
Defensa Suramericano es una muestra de confianza, una muestra de que
hemos avanzado en las relaciones interestatales. Los países ya no ven la
seguridad regional desde la hipótesis de conflictos bilaterales, desde
esa vieja noción de entenderla como requisitos de fuerza, proyecciones
unilaterales de las fuerzas de los países, desde la hipótesis de amenaza
o de la disuasión agresiva, sino más bien desde el principio de la
cooperación.
–El hecho de cooperar implica en sí un cambio radical de la perspectiva de quién es el enemigo del que uno tiene que defenderse.
–El Consejo de Defensa Suramericano no es una alianza militar,
no es un sistema de seguridad o de defensa de acción colectiva. La
misión del Consejo de Defensa no es la predeterminación de enemigos, la
predeterminación de conflictos, las hipótesis de guerra, las hipótesis
de agresión; no es partir de esta hipótesis negativa sino partir de un
acompañamiento positivo a los procesos de integración regional. ¿Qué
significa esto? Que las estructuras de seguridad y defensa deben
acompañar los procesos de consolidación de la cooperación en el campo
económico, en el campo político, en el campo social y, por lo tanto, ¿de
qué tienen que ocuparse la seguridad y la defensa? Del acompañamiento y
el cuidado de los recursos sociales, naturales y estratégicos. El
concepto, entonces, de seguridad y defensa va más allá del ámbito
exclusivamente militar. Esto es lo que ha permitido que el Consejo de
Defensa sea un espacio de diálogo, de intercomunicación de políticas de
defensa nacionales. No existe hoy una política de defensa regional,
existen políticas de defensa nacionales y un espacio de cooperación
entre ellas. En esta perspectiva y con el objetivo de aproximar estas
políticas, de encontrar sus puntos de acuerdo, el Consejo adoptó la
decisión de crear un Centro de Estudios Estratégicos como un espacio
donde los países puedan concurrir con representaciones oficiales para
trabajar instrumentos analíticos, instrumentos metodológicos, propuestas
conceptuales, propuestas doctrinarias, hacia lo que sería la
configuración de un pensamiento estratégico compartido.
–¿Los integrantes del Centro de
Estudios del Consejo de Defensa son militares, son civiles, forman parte
de la burocracia en alguna de las áreas afines de los países?
–El Centro tiene una estructura de trabajo permanente integrada
por delegados de cada país. Estos delegados pueden ser civiles o
militares y están designados por el ministro de Defensa de cada nación.
La intención es que, ya sean civiles o militares, tengan experiencia en
seguridad, en defensa, en políticas de defensa, una formación académica o
institucional que los familiarice con este tipo de temas. Estos
delegados forman un equipo de trabajo permanente que ejecuta las
demandas del Consejo de Defensa.
–¿Cómo funciona?
–Hay un manual de funcionamiento del Centro de Estudios
Estratégicos con tres áreas de trabajo. La primera tiene que ver con
definiciones de política y defensa, la segunda es el área que se refiere
a la institucionalidad de la defensa, el Ministerio de Defensa, las
Fuerzas Armadas, una tercer área son los estudios prospectivos. Por
ejemplo, el Centro va a realizar estudios sobre Suramérica 2025, es
decir, sobre la perspectiva de los recursos estratégicos de la región en
ese horizonte. Además de estas tres áreas de trabajo, el Centro ha
asumido algunas funciones adicionales; una de ellas es ser la instancia
técnica para la ejecución del Registro Suramericano de Gastos en
Defensa. La idea es no solamente tener un registro sino una lectura de
esos datos desde la perspectiva de la integración. Un registro que, por
ejemplo, toma el gasto militar en relación con el PIB, en relación con
los presupuestos estatales, en relación con el número de efectivos de
las fuerzas armadas, en relación con la población. Una serie de
variables que van integrando una lectura del gasto en defensa que además
va a formar parte de una base de datos regionales. Lo valioso es que
se sustenta en el presupuesto oficial y ejecutable. Y que se basa en una
metodología compartida, de tal manera que todos los países informan con
las mismas categorías, lo cual hace que sea homologable y comparable la
información. Es, sin duda, la primera y la mayor experiencia a nivel
mundial de una región que presenta en conjunto la información de gasto
militar.
Revista Acción
Enero 1 de 2013
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