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La guerra por los recursos


Difícilmente Grecia, sea cual fuera el resultado de la negociación que encara el premier Alexis Tsipras tras el referéndum del domingo pasado, pase al olvido tan rápidamente como quisieran los popes de la troika europea. Porque la crisis helénica desempolvó viejas rencillas en el mundo académico y desató controversias a granel entre los expertos en esa tan difusa disciplina social que es la economía, con el rol del Estado en el centro del debate.
Los que se anotaron esta vez con una carta abierta a la canciller alemana Angela Merkel son cinco economistas de renombre: un alemán, un estadounidense, un británico, un turco y un francés. Este último, Thomas Piketty, es el autor del best seller El capital en el siglo XXI, y aparece en los medios donde se difundió el texto como el gestor de esta iniciativa a contracorriente de lo que los organismos europeos están exigiendo a Grecia.
"Se le pide al gobierno griego que se ponga una pistola en la cabeza y apriete el gatillo. Tristemente, la bala no sólo acabará con el futuro de Grecia en Europa. El daño colateral matará a la zona euro como un faro de esperanza, de democracia y prosperidad, y podría conducir a largo plazo a consecuencias económicas en todo el mundo", dicen los economistas. Entre las razones para instar a rever la política de austeridad a cualquier precio, recuerdan que "el impacto humanitario (en Grecia) ha sido colosal, el 40% de los niños ahora viven en la pobreza, la mortalidad infantil se disparó al cielo y el desempleo juvenil está cerca del 50 por ciento".
Tras detallar cómo se llegó a esta situación, entre ellas corrupción y fraude en la contabilidad cometida por anteriores gobiernos, más los posteriores recortes salariales, de gastos públicos y pensiones, señalan que los programas de ajuste "infligidos a Grecia han servido sólo para producir una Gran Depresión como no se vio en Europa desde 1929 a 1933. El medicamento prescrito por el Ministerio de Finanzas alemán y Bruselas ha desangrado al paciente, pero no ha curado la enfermedad."
Los otros autores del texto son un ex secretario de Estado del Ministerio de Hacienda germano, Heiner Flassbeck; un catedrático de la Universidad de Oxford, Simon Wren-Lewis;  y dos que en su momento se ocuparon, desde rincones dispares, de la explosión globalizadora a fines del siglo XX –para mejor decirlo, de la doctrina del shock económico-: Dani Rodrik y Jeffrey Sachs, hijos dilectos de la Universidad de Harvard.
Sachs tuvo su cuarto de hora de fama desde que se puso a asesorar al sindicato polaco Solidaridad cuando su líder, Lech Walesa, aspiraba a la presidencia, en1989. También fue "partícipe necesario" en la transición entre la Unión Soviética y la creación de la Rusia capitalista, con Boris Yeltsin, y de las políticas que terminaron por llevar al caos a Yugoslavia, por esos años. Por supuesto, el entonces ministro de Economía argentina Domingo Cavallo también se ufanaba de tenerlo entre sus consejeros. En esa época, Sachs promovía el paso urgente a las políticas de mercado porque el neoliberalismo era la panacea para todos los males. Lo que incluía el desguace de todo lo estatal, a la mayor velocidad posible. Eso que en criollo se llama "desplumar la gallina antes de que chille".
Tardó poco, Sachs, en arrepentirse de su entusiasmo por ese modelo de apertura sin límites. Lo que le llevó darse cuenta de que las mismas instituciones que le habían dado empuje para tirar por tierra con el sistema económico socialista, le daban la espalda cuando comenzó a advertirles sobre los excesos que cometían. Comprendió, entonces, que la teoría fue apenas un buen fluido para llevar adelante reformas que sólo beneficiaron al sistema financiero internacional.
El que lo sabía era Rodrik, cuando se asombró de la perspicacia del Banco Mundial por su "invención y su comercialización del concepto de ajuste estructural", que "incluye en un mismo paquete reformas tanto microeconómicas como macroeconómicas". Y directamente apuntó al corazón de la teoría del shock. "No ha habido un solo caso significativo de reforma librecambista en un país en desarrollo en la década de 1980 que se haya producido fuera del contexto de una crisis económica grave."
Heiner Flassbeck, otro de los autores de la carta, escribió junto con el griego Costas Lapavitsas (ahora integrante del partido Syriza), un libro que exime de comentarios sobre su contenido: Contra la troika. Allí elaboran un plan estratégico para la salida del euro de los países periféricos como única forma de evitar una catástrofe final para unos y otros.
El último de los firmantes es Simon Wren Lewis, quien en su blog http://mainlymacro.blogspot.com.ar/ suele volcar columnas de opinión que reproducen medios de varios países.  Hace algunas semanas hizo una crítica feroz pero esclarecedora de las razones detrás de los últimos recortes del gobierno conservador de David Cameron en Gran Bretaña. "Cuando George Osborne impuso una dura austeridad fiscal en sus primeros dos años como ministro de Hacienda, al menos tenía una excusa. Podía apuntar a Grecia y decir: tenemos que hacer lo que sea necesario para evitar ese destino (…) pero ahora (tras el anuncio de recortar 37 mil millones de libras esterlinas) no hay posibilidad de que el Reino Unido vaya a ser como Grecia". ¿Por qué lo hace entonces? "Es una gran excusa para reducir el tamaño del Estado, sobre todo cuando se ha comprometido a no aumentar la mayoría de los impuestos."
Es que el Estado está en el eje de toda esta presión al gobierno griego, como lo está en los objetivos que la troika exige a todos los países de la eurozona –a la que no pertenece Gran Bretaña pero con cuyos líderes comparte ideales neoliberales- y como está en las exigencias de los buitres financieros.
Michael Hudson (http://michael-hudson.com), presidente del Instituto para el Estudio de Tendencias Económicas de Largo Plazo (ISLET por su siglas en inglés), analista financiero en Wall Street y profesor  Investigación de Economía de la Universidad de Missouri, sostiene que tanto los organismos de crédito como los gobiernos acreedores y los tenedores de bonos "son capturados ideológicamente por guerreros financieros antiobreros y antigubernamentales". Y abunda: "Impuesta por el monopolio de las instituciones financieras intergubernamentales - el FMI, BCE, del Tesoro de EE UU, y así sucesivamente – la influencia financiera del acreedor se ha convertido en el nuevo modo de la guerra del siglo XXI. Algo tan devastador como la guerra militar por su efecto sobre la población: aumento de las tasas de suicidio, esperanzas de vida más cortas y emigración de quienes siempre han sido las principales víctimas de la guerra: los adultos jóvenes”.
"En lugar de ser reclutado por el ejército para luchar contra los enemigos extranjeros –dice el autor de La burbuja y más allá, otro título que evita aclaraciones- son expulsados de sus hogares en busca de trabajo en el extranjero. Lo que solía ser un éxodo rural a las ciudades desde el siglo XVII es ahora un "éxodo deudor" de países cuyos gobiernos deben altas sumas de dinero a los gobiernos acreedores y a los bancos y tenedores de bonos en cuyo nombre se impone su política".
Más aún, estos organismos "transforman la guerra de clases del siglo XIX en una crisis puramente destructiva" con el objetivo casi explícito en Grecia de remplazar al gobierno díscolo de Tsipras por tecnócratas y "ex gerentes  de Goldman Sachs", cosa de imponer "una guerra contra el trabajo -en forma de austeridad- y contra el poder de los gobiernos para determinar su propia política fiscal, su política financiera y su política de regulación pública".
Hudson agrega que "Grecia, España, Portugal, Italia y otros países deudores han estado bajo el mismo modo de ataque como el del FMI y su doctrina de austeridad que llevó a la quiebra a América Latina desde la década de 1970". Y tras proponer nuevas reglas de juego a nivel global, acota que "el derecho internacional debe reconocer que las finanzas se han convertido en el modo actual de la guerra. Sus objetivos son los mismos: la adquisición de la tierra, las materias primas y el monopolio".

Tiempo Argentino
Julio 10 de 2015

Ilustró Sócrates


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