Doctorado en la Universidad de Stranford, tres veces becario
Fulbright y docente en varias instituciones del Norte, James Cockcroft afirma
que aprendió mucho más en 1956 en las calles de Cuba, donde coincidió con la
llegada del mítico Granma y fue detenido por la policía de Batista porque lo
creyó un agente de la guerrilla. Ese momento dramático le sirvió para saber lo
que ocurría en la isla y también para aprender el idioma y la historia de los
pueblos latinoamericanos. Un derrotero que lo llevó a enfrentarse al macartismo
en su propio país, del que tuvo que emigrar para no ser perseguido. Ahora vive
en Canadá, recorre asiduamente la región y lleva ya escritos 50 libros, lo que
le permitió mantenerse económicamente cuando los claustros universitarios se le
cerraban. En su paso por Buenos Aires en el marco de la Red de Intelectuales
por la Humanidad contó a este diario cómo ve las cosas en la región, a horas de
que EE UU y Cuba reabran sus embajadas, tras más de medio siglo de
congelamiento de relaciones.
-¿A qué atribuye este acercamiento de Obama con Cuba?
-El 17 de diciembre de 2014, un día histórico, Obama dijo
que había entendido que Estados Unidos se había aislado a sí mismo en este
medio siglo de bloqueo a Cuba y que era momento de comenzar una nueva etapa de
relaciones amistosas. Pero a la vez implementó más sanciones a Venezuela y la
declaró una amenaza a la seguridad estadounidense, eso hay que tenerlo en
cuenta. De todas maneras hay que decir que las clases dominantes de EE UU se
dieron cuenta de que se pierden oportunidades de comerciar con la isla y de
explotar el petróleo de Cuba, que lo tiene. Obama también apeló a esta
estrategia económica.
-Pero también son otros tiempos en la región, ¿no?
-Es cierto que son otros tiempos, y hubo una reacción de las
bases y de los gobiernos y ya sabemos lo que pasó en la Cumbre de Panamá. Fue
Martí quien tuvo una visión de que los americanos del sur debían unirse para
poder responder ante los del norte. Para poder construir Nuestra América sin
diferencias. Para esto es importante el papel de los movimientos sociales,
gracias a los cuales a la región llegó una democracia limitada. Pero esa lucha
permitió la llegada de Hugo Chávez y luego la unificación de los estados, un
proceso desigual pero indetenible. De ahí con este cambio de estrategia del
imperialismo del norte, que había practicado el terrorismo con miles de
muertos, 3400 por lo menos, y miles de heridos y discapacitados.
-Obama tuvo mucho consenso cuando lo eligieron en 2008 como
una esperanza de cambio tras varias décadas de neoliberalismo. ¿Qué pasó luego,
o siempre fue un bluff?
-Siempre fue un bluff, como lo es cualquier candidato que
venga de los partidos políticos. En Estados Unidos un candidato debe pasar una
prueba, una investigación, por parte de la clase dominante. Alguno de esos
nombres son del establishment conocido y la mayor parte no, como un comité
ejecutivo no oficial. Es secreto, pero todo el mundo que estudia la historia de
las elecciones en Estados Unidos se da cuenta de eso. Hay una expresión:
"Hay que pasar la inspección." Significa ser aprobado como persona en
quien la clase dominante puede confiar. Desde el principio muchos de nosotros
nos dimos cuenta de que todos son finalmente un bluff, pero muchos apoyaron con
su voto dos veces a Obama. Porque era el menor de los males. La primera vez
porque creyeron el 10% de su promesas pero en la segunda... En todo caso Obama
es un producto de los grandes poderes económicos, de las compañías de seguros,
representa todo lo malo de liberalismo. Con la crisis de 2008 secuestró el
dinero nuestro y salvó a los grandes bancos y no salvó al pueblo. Él apoya los
Derechos Humanos en todo el mundo pero no los tenemos en EE UU. Obama dice que
las relaciones con América Latina nunca han sido mejores pero lo dice ahora
cuando sucedió la derrota en la cumbre de Panamá. Yo creo que en la segunda
elección votaron a Obama como el menor de los males, sí, y también porque
pensaban que podía usar su lugar para ciertas áreas de interés común como la
salud, de la comunidad negra, pero todos los han criticado por su fracaso en
cumplir con sus promesas de cambio. Muchos atacan a Obama por ser un presidente
negro por adentro pero blanco para afuera.
-¿Por qué no hay un progresismo influyente en EE UU?
-Desde hace muchos años el partido Demócrata está
secuestrado por el ala derecha. En los '50 y '60, durante la guerra fría, aún
en esa época de macartismo y persecuciones, el Partido Comunista de Estados
Unidos apoyó a los demócratas, pero el ala izquierda no existe más, ahora todo
está bajo la mirada del neoliberalismo. Hay dos candidatos principales en las
próximas elecciones que podríamos decir progresistas, que son el senador
independiente de Vermont, Andrews Sanders, autoproclamado socialista, y
senadora por Massachussetts Elizabeth Warren, una mujer que tiene ideas no de
izquierda pero sí a la izquierda de Obama. Pero no la tienen fácil. Aparte de
que es imposible pasar las primarias con un discurso progresista.
-Entre los candidatos republicanos hay dos hispanoparlantes
(Ted Cruz y Marco Rubio) y la esposa de otro (Jeb Bush) es mexicana, pero
ninguno representa a estos momentos de América Latina. ¿Qué pasa con la cultura
en Estados Unidos?
-Están aprendiendo aceleradamente a hablar en castellano
(risas). Tú sabes que los blancos serán una minoría de la población dentro de
20 años. Hay un sistema electoral de racismo y aislamiento de minorías de color
por parte del resto de la sociedad-y por ley en algunos casos todavía-,
sobretodo con los migrantes latinoamericanos y la comunidad árabe, sean
islámicos o no. Todo ese sistema de control se fortalece con el Tea Party y la
ultraderecha y con ciertos sectores conservadores en el mismo Partido
Demócrata. Y esta ultraderecha no se limita al Tea Party, incluye a sectores
medios y aprovecha el reclutamiento de gente pobre, de distintas comunidades,
para decir tenemos negros, tenemos hispanos, somos lo bueno para el país. «
La trampa de la llamada "sociedad civil"
"En mi país he sido declarado como un gringo antigringo"
–Usted se tuvo que exiliar a Canadá, ¿verdad?
–Nací en Estados Unidos (hace 80 años, NdR), pero como
muchos estadounidenses del tiempo de la Guerra Fría tuve que escapar por la
falta de libertad de expresión, del racismo y del sexismo que veía por todas partes.
He sido declarado como gringo antigringo.
–¿Qué consecuencias le trajo su actitud política?
–Muchas consecuencias. Hubo dos macartismos, uno de los '50
y otro del '68, de los '70 que sigue hasta ahora. Los luchadores intelectuales
y no activistas sobrevivieron a la persecución. Yo lo experimenté porque fui
activista, pero logré algunas posiciones durante todos aquellos años de los '70
y '80. Logré ser miembro de una de las facultades de sociología más reconocida
en todo el país, donde se llegó a enseñar a teóricos marxistas o de otras
tendencias, la Rutgers University de Nueva Jersey. Éramos un puñado de
profesores que sufríamos presiones, cada
año trataron de echarme y activistas de movimientos sociales me defendieron.
Finalmente el abogado del sindicato de profesores me propuso aceptar un arreglo
económico y renunciar para mantener mi reputación. Con otro compañero también
harto de la persecución escribimos libros. Desde entonces recibí invitaciones
para ser profesor visitante distinguido en facultades de EE UU y de otras del
mundo, incluso América Latina y Europa. Para defenderme económicamente tuve que
escribir, soy autor de 50 libros.
–¿Cómo se interesó por América Latina?
–Yo era un joven, digamos, rebelde, poeta además. Estaba de
turista en Cuba, en un pequeño pueblo del Oriente, cerca de Santiago. Habían
pasado unas pocas semanas de la llegada del Granma, el histórico barco donde
llegaron Fidel y sus compañeros. Yo no sabía ni una palabra de español y no
sabía que hubo una rebelión, ni que había estado de sitio, pero cuando vi en
los periódicos fotos de jóvenes mutilados por militares y la policía me di
cuenta de que algo muy grande estaba pasando. La policía de Batista me detuvo y
me puso en una celda toda una noche sin explicación.
-¿Cómo fue?
-Estaba caminando por la calle cuando llegaron a
secuestrarme a la cárcel local. Yo no podía defenderme en español pero me
soltaron y yo seguí camino a Santiago, donde esta vez me detuvo una patrulla
militar. Ellos creían que yo estaba haciendo algún tipo de espionaje para los
compañeros de Fidel. Decían que habían matado a todos y que tenían que eliminar
a los que quedaban en las calles. Que yo estaba para entregar mensajes a Fidel,
lo que era una estupidez. Pero me salvé gracias al pueblo cubano y allí aprendí
español pero también la historia de Cuba. La juventud cubana me había recibido
como un amigo. Y entonces me dijeron muy secretamente "Fidel vive" y
me encomendaron que llevara el mensaje a la comunidad cubana en el Bronx, en
Nueva York. Recordé un teléfono y les dije "Fidel vive, la destrucción de
la guerrilla es una mentira de la prensa". Me fui a México a escribir mi
tesis de doctorado. Así me hice militante y me fui metiendo en las luchas
populares. «
Tiempo Argentino
Julio 19 de 2015
La foto es de Tiempo Argentino
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