A Herman Goering, uno de los más encumbrados barones del
nazismo, se le atribuye la frase "cuando oigo la palabra cultura, saco mi
pistola". Alemanes más modernos y derechistas, aunque no
nacionalsocialistas -como la canciller Angela Merkel y el ministro de Hacienda
Wolfgang Schäuble- podrían decir hoy que "cuando oigo la palabra
democracia, saco mi pistola".
A Herman Goering, uno de los más encumbrados barones del
nazismo, se le atribuye la frase "cuando oigo la palabra cultura, saco mi
pistola". Alemanes más modernos y derechistas, aunque no
nacionalsocialistas -como la canciller Angela Merkel y el ministro de Hacienda
Wolfgang Schäuble- podrían decir hoy que "cuando oigo la palabra
democracia, saco mi pistola".
El llamado a referéndum del gobierno de Alexis Tsipras en
relación con las exigencias de la troika por el pago la deuda griega pone
incómoda a la dirigencia europea. Sobre todo al eje París-Berlín, que comanda
el núcleo duro en la Unión Europea, que al decir del premier heleno, no está
tan interesado en solucionar un tema mínimo como el del default y la posible
salida del euro de uno de los socios como por castigar sus irreverencias y las
de cualquier otro que quiera seguir su camino.
El tema de las decisiones democráticas es un puñal clavado
en la historia de la UE. Es que la consolidación de la entidad como una
asociación política fue acelerada en los inicios del siglo, tras crearse la
moneda común. Los ciudadanos de cada país debía plesbicitar una Constitución
Europea. Todo iba relativamente bien –consultas con poca asistencia pero con
aprobación mayoritaria- hasta que le tocó el turno a franceses y holandeses.
Entre mayo y junio de 2005, hace justo diez años, galos y neerlandeses dijeron
que no. Y la arquitectura armada para sustentar la creación de un estado
supranacional se vino abajo. Fue en ese contexto que se suspendieron las
consultas programadas para Gran Bretaña e Irlanda, cosa de no ir a un fracaso,
mientras la dirigencia del momento armaba un plan B. Ambos referendos fueron
suspendidos ilimitadamente y la única consulta sobre el asunto será el año que
viene, en el Reino Unido. Pero para saber si los británicos quieren permanecer
o no en la UE. Los irlandeses fueron hace poco a las urnas, pero para aprobar
el matrimonio igualitario.
¿Cómo se resolvió el tema de la Constitución? De un modo no
tan prolijo pero a todas luces efectivo: se elaboró un documento que contempla
las mismas prerrogativas y obligaciones de una Carta Magna tanto para países
como a ciudadanos. El Tratado de Lisboa se firmó el 1 de diciembre de 2009 y de
la Constitución Europea no se habla casi ni en los libros de historia. Ese
tratado habla de la composición y funciones del Banco Central Europeo, uno de
los malos de esta película que se despliega sobre la península helénica.
Las controversias entre Schäuble y su par griego, Yanis
Varoufakis, comenzaron ni bien Syriza llegó al gobierno en Atenas, en enero
pasado. Como se recordará, esa elección fue forzada por la crisis política de
los partidos que habían comandado el país desde la caída de la dictadura
militar en 1974 y que eran los responsables de una deuda impagable. En esa ocasión
la dirigencia europea amenazó con los peores infortunios si los griegos no
votaban a un candidato del establishment. No lo decían directamente, pero se
trataba de que no eligieran a quien no prometiera pagar bajo sus reglas.
Tsipras, con una coalición de centroizquierda, venía
creciendo en la consideración popular por los fracasos del bipartidismo. Pero
especialmente por la caracterización que lograron incorporar al sentido común
griego sobre la naturaleza y el origen de la crisis. Los recortes continuos y
la miseria que se extendía sobre capas cada vez mayores de la población
hicieron el resto.
En su discurso del viernes, donde explicó las razones para
llamar a referéndum, Tsipras recordó que en los seis meses su gobierno
"estuvo librando una batalla en condiciones de asfixia económica sin
precedentes, con el fin de poner en práctica su mandato". Y protestó
contra lo que consideró una extorsión de la troika (FMI, BCE y la Comisión
Europea, el Poder Ejecutivo establecido en aquel acuerdo de Lisboa). Agregó,
lapidario, "Grecia es, y seguirá siendo, una parte integral de Europa, y
Europa en una parte integral de Grecia. Pero una Europa sin democracia será una
Europa sin identidad y sin brújula."
Fue una respuesta contundente a las versiones que indicaban
que el objetivo de Syriza es irse del euro o de la UE si no se aceptan sus
pedidos de extender créditos y hacer una quita de la deuda. Los alemanes –no
sólo el gobierno de Merkel- consideran que la crisis es culpa absolutamente de
los griegos. Por su indolencia, por haber dilapidado dinero a raudales en la
época de las vacas gordas. La realidad es algo diferente: Grecia disfrutó algo
del Estado de Bienestar y seguramente hubo dispendio en el uso de fondos
públicos. Pero si alguien dibujó los presupuestos fue la banca Goldman Sachs,
que ayudó a maquillar las cuentas para cumplir con las imposiciones del Tratado
de Maastricht, otra de las bases estructurales de la Unión. Así fue que los
gobiernos conservadores y demócratas socialistas obtuvieron más crédito del que
les hubiese correspondido de mostrar los papeles en regla. Cuando estalló la
crisis, en 2008, se reveló la amarga verdad. Hubo algunas publicaciones que
señalaron la responsabilidad de la banca de inversión y hasta de organismos de
control de la UE. Pero era más fácil culpar a los griegos. Y ni siquiera a
todos: a los pobres, que de acuerdo a las exigencias, han sido y deberían
seguir siendo los que paguen los platos rotos de la fiesta.
Varoufakis, que no anda con vueltas, dijo todo esto en las
reuniones con los popes de Bruselas desde que fue ungido ministro. Cómo será de
irritativa su posición en esos lares que en los últimos encuentros el propio
Schäuble exigió que saliera de la sala. No sólo eso, "fuentes" de
Bruselas filtraron a la prensa masiva aspectos de la negociación que hacían
quedar mal parados a los gobernantes griegos. Varoufakis publicó con pelos y
señales cómo se desarrollaron esas negociaciones en su blog
(http://yanisvaroufakis.eu/), para no ser tergiversado.
Tsipras salió reiteradamente a informar a la población sobre
qué se discute y de qué va el referéndum. Para contrarrestar los presuntos
"arrugues" que le atribuyen la delegación griega para llegar a un
acuerdo, la forma de desprestigiar públicamente a Syriza. "Propusimos un
acuerdo más justo socialmente y que haya una negociación sobre la deuda. Si
esto no lo aceptan, ¿qué podemos hacer?", se lamentó el premier.
"Rechazamos las propuestas de las instituciones del 25
de junio por una variedad de razones poderosas. La primera es la combinación de
austeridad y de injusticia social que impondrían sobre una población ya
devastada por ... la austeridad y la injusticia social", puntualizó
Varoufakis, para luego revelar en una entrevista con el portal Bloomberg que
antes de firmar nuevos recortes presupuestarios se cortaría un brazo. Luego
prometió que si el domingo ganara el SI a los ajustes él se iría a su casa.
Tsipras, tras reclamar el voto por el no, dijo que aceptará el resultado, pero
que si su postura resultara perdidosa dejaría el gobierno. "No voy a
firmar un acuerdo así, pero si nos vamos seguramente haya otros que lo
hagan".
Ambos dirigentes, que llevan la voz cantante en este
entuerto, varias veces dijeron que la solución está cerca, pero que el problema
no es económico sino político. Que quieren castigar a Grecia por desafiar el
pensamiento único vigente en Europa. Y si, Syriza es un mal ejemplo que podrían
copiar los españoles y quién sabe, también los italianos –que tienen un
gobierno hace lo contrario de lo que prometió- y los franceses, que quizás
olvidaron su rechazo a la Constitución de hace una década y no encuentran
explicación a lo que en sectores del oficialismo se tilda directamente de
traición de François Hollande a sus electores y al socialismo francés.
Una de las primeras medidas que tomó Tsipras en el gobierno
fue reabrir la televisión pública, cerrada en el marco de los planes de ajuste
perpetuo. Es una herramienta esencial para poder mostrar su versión de los
hechos ante el embate nervioso y criminal de los medios privados, donde las
amenazas y presiones de la UE encuentran cauce privilegiado. Mientras tanto,
los griegos irán a las urnas con una pistola en la cabeza. En enero no le
tuvieron miedo, habrá que ver cómo influye en ellos una semana de corralito.
Tiempo Argentino
Julio 3 de 2015
Ilustró Sócrates
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