domingo

Mercados inquietos

Operación crisis global
-¿Cómo van las encuestas?- pregunta John Market, displicente, en un extremo de la mesa oblonga. Afuera se percibe el aroma de las primeras flores de la primavera del 2007 en el hemisferio norte. Zarandea el vaso para que los cubos de hielo dibujen volutas de diferente densidad dentro del whisky. Mira el efecto a contraluz y se pasa el cristal por el rostro, para sentir la paz del frio en las mejillas y la frente.

-No podemos lograr que levante Mc Cain para las generales, y no creemos que Hillary pueda ganar sus primarias- dice Counselor, solícito. Los Market observan la escena en sus sillones de cuero, pero no dicen nada. Esperan el veredicto de John Market, sin dudas el Gran Elector. No hay disensos, no habrá dudas. Cuando se juntan es para rubricar una decisión, no para discutir líneas de acción.

-¿Entonces?- dice John Market, mientras se levanta y camina hacia el ventanal. Del otro lado de los vidrios el jardinero limpia las malezas de la enorme finca, cerca de la cancha de golf y el lago donde se desplazan, lentos u erguidos, los cisnes de cuello negro.

-El plan A es condicionar a Mc Cain, aunque somos viejos conocidos nunca está de más asegurarse.

-No sabemos si podrá ganar las generales, luego de estos últimos desastres de W.- señala John, casi con suficiencia.

-Podemos eliminar al morocho (nigro), siempre para asegurarnos- John Market sobresalta.

-Imposible, las cosas no están para una opción semejante- responde, irritado. La Mesa de los Market permanece en silencio. Sin vacilaciones, harán lo que decida John. Siempre ha sido así. Siempre funcionó.

-El plan B es limarle el prestigio antes de las generales. Intrigas políticas, sexuales, financieras- explica Counselor. John lo mira en silencio

-Podemos birlarle los votos en las urnas, ya tenemos experiencia- abunda, triunfador, el principal asesor de los Market. John sostiene la mirada, esta vez preocupado.

-¿Y si de todos modos gana?- insiste el dueño de casa, con hastío.

-¿Usted cree que esa solución es factible hoy día?- dice, socarrón. Acaba de sacar un habano de su bata de seda roja. Pero no lo encenderá. Por esa cuestión de no contaminar el ambiente. Le servirá para entretener los dedos mientras piensa en voz alta.

-Contamos con la seguridad de que no, porque el descontento de la gente es grande. Pero debía repetir el viejo protocolo antes de avanzar en otra propuesta. Hemos quemado demasiadas posibilidades en estos ocho años, si me permite recordarle- señala Counselor.

-No me lo recuerde, no me lo recuerde- John Market camina nuevamente hacia la gran mesa, donde no vuela una mosca. Se sienta con dificultad, como cansado.

-La pregunta sigue siendo la misma, ¿entonces?-

-Nuestros análisis nos indican que Barack seguirá al pie de la letra lo que esperamos de él. Es un hombre del sistema que nos prometió reforzar el liderazgo de nuestra nación para comandar los destinos de la humanidad con nuestros valores de democracia y libertad. Con los nuestros, no con otros. Pasó por Columbia y por Harvard, está limpio- insiste Counselor.

-¿Ustedes se quedarían tranquilos con esa apreciación?- Pregunta capciosamente John Market. Las voces de desaprobación en la mesa son como un murmullo porfiado.

-Ya ve usted, no están tranquilos - le muestra a Counselor-, y yo me debo a ellos. Necesitamos un plan C. El hombre tiene parte de sangre negra y eso no se borra fácilmente, no lo olvide.

-Entonces no tenemos más remedio que recurrir a una tormenta colosal. No creemos que nadie pueda soportar la amenaza de millones de personas sin trabajo en USA y la presión de gobiernos con otros tantos millones en las calles del resto del mundo- responde Counselor.

Los Market se miran y asienten. Saben que un buen golpe es la mejor forma de conseguir respuestas prontas de gobiernos perturbadores. Ya lo han probado en varias partes del mundo con éxito. No hay motivos para descartar el mismo resultado en esta situación. Gane quien gane.

-Nuestro hombre es bueno, pero si lo tenemos agarrado de las bolas es mejor- remata Counselor, que suele falsear a filósofos de todo el planeta. Los Market aprueban, aplauden, piden a la servidumbre champan francés mientras hacen llamados urgentes por sus celulares satelitales con protección anti-rastreo.
Alberto López Girondo
Diciembre 2008

No hay comentarios: