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Evo derogó el decreto que eliminaba un subsidio de Banzer

"Hemos decidido, en esa conducta de mandar obedeciendo, derogar el Decreto 748. Quiero decir que todas las medidas quedan sin efecto. No hay justificación para subir los combustibles y todo vuelve a la situación anterior.” Acompañado por su vicepresidente, Álvaro García Linera, y el canciller David Choquehuanca, el presidente boliviano puso fin a varios días de revueltas en todo el país contra el alza en los combustibles de hasta un 83%, generada por la anulación de un subsidio impuesto hace 13 años, mucho antes de que el Movimiento al Socialismo llegara al Palacio Quemado.
“Durante estos días he escuchado y entendido a mis compañeros que decían que era importante promulgar el decreto, pero que no era oportuno ni era el momento. He entendido perfectamente estas recomendaciones y por eso se abroga el Decreto 748”, explicó Evo Morales, al borde de 2011.
Menudo problema el que acosaba al mandatario aymara, luego de que el gobierno decidiera poner fin a una medida dictada por el general Hugo Banzer en 1997 y que generó una pérdida para el Estado boliviano valuada en más de 1800 millones de dólares en el último quinquenio, y unos 300 millones de dólares sólo en el año que acaba de terminar. La cifra sale de contrastar el costo del petróleo en el mercado internacional –90 dólares el barril estos días– y el compromiso de venta puertas adentro de Bolivia, 27 dólares, diferencia que debe afrontar el erario público.
Fuentes gubernamentales admitieron a Tiempo Argentino que el ahora derogado decreto era seguramente la medida más impopular que había decidido Morales desde que llegó al poder. Pero también remarcaron que era inevitable para eliminar una distorsión que alcanza ribetes escandalosos, en el marco de una economía que no paró de crecer y una sociedad que, poco a poco, va percibiendo el resultado de políticas de distribución por vía de mayores oportunidades de desarrollo social y personal, y mediante formas alternativas de ingresos a los diferentes grupos familiares. Ya sea por créditos para emprendimientos como por bonos de incentivo al estudio –el Juan Pinto–­ o la Renta Dignidad, a los jubilados.
Semejante desnivel en los precios del combustible, en un país productor, permitió varias asimetrías peligrosas para la economía boliviana. Por un lado, miles de pobladores de las fronteras armaron un negocio extra con el tráfico hormiga (cruzar con tanque lleno para vender el contenido del otro lado permite ganar hasta 7 bolivianos (un dólar) por litro de gasolina, entre los 3,74 bolivianos que cuesta de un lado y los 10,52 que se paga en Brasil. El provecho fronterizo incluye el cruce de micros y camiones sólo para llenar los tanques.
Paralelamente, las petroleras dejaron de invertir en exploración y producción puertas adentro, “desalentadas” por los costos reducidos en el mercado interior. Con lo que florece el desabastecimiento. Evo Morales lo dijo claramente cuando recordó que en el último ejercicio se importó combustible por unos 666 millones de dólares. “Compramos en el exterior el litro de gasolina al equivalente a 8 bolivianos para venderlo a 3,74 en Bolivia”, aclaró.
Entre el domingo pasado y el viernes, mientras duró el Decreto 748, el contrabando de gasoil y naftas en las zonas fronterizas disminuyó a la mitad, según indicó el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB Corporación), Carlos Villegas.
El gasolinazo fallido sirvió para mostrar errores en la forma de comunicar las decisiones del gobierno, factura que se cobraron algunos ex aliados. Por un lado, el anuncio del decreto lo hizo el vicepresidente durante un viaje de Morales a Venezuela. En el entorno presidencial afirman que a instancias del propio García Linera, que propuso no exponer a Evo ante la opinión pública con una medida que sabían fuente de rechazo.
“Es un buen momento político, no hay elecciones cerca, la derecha está totalmente derrotada y el oficialismo cuenta con las tres cuartas partes de ambas cámaras”, evaluaron. Los datos macroeconómicos también acompañan. “Sobre 400 bolivianos que era el salario mínimo en 2005, estamos ahora con 800 bolivianos”, resaltó un funcionario de Evo Morales. Y añadió: “en 2005 las reservas fiscales ascendían a 3000 millones de dólares. A fines de 2010, esas reservas superan los 9000 millones de dólares, y el Estado estaría en condiciones de saldar su deuda y tener reservas similares a la de los gobiernos neoliberales del pasado. Es decir, el Estado Plurinacional de Bolivia es solvente, sin posibilidades de entrar en crisis.”
Pero entre los que encabezaron la protesta –donde hubo refriegas, heridos, edificios apedreados y gases lacrimógenos– figuran antiguos aliados del MAS, como el Movimiento Sin Miedo (MSM), de Juan Del Granado y Luis Revilla, quienes se sucedieron como alcaldes de La Paz, y amplios sectores de la Central Obrera Boliviana (COB) –sobre todo de los mineros– que habían amenazado con marchas hacia la capital, remedando otras épocas de triste memoria.
“Así como (el empresario de derecha cruceño) Branko Marinkovic organizaba ataques a las entidades del Estado, hemos visto cómo que se ha procedido ahora; se atacó al Ministerio de Trabajo, a Desarrollo Sostenible, Justicia, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Boliviana de Aviación (BoA), que es de todos los bolivianos, Vías Bolivia fue incendiada, la Alcaldía de El Alto, organizaciones sociales…”, enumeró el ministro de Gobierno, Sacha Lorenti. Tanto Granado como Revilla están acusados de delitos que investiga la justicia, pero más allá de la pureza política de todos ellos, las protestas se montaron sobre un escenario real. El notable aumento en el precio del carburante incide directamente en el bolsillo de los más humildes de manera simbólica, y los incrementos salariales difícilmente puedan contrarrestar esa sensación de que la anulación de un subsidio tiene tintes neoliberales en el país que más avanzó en remediar sus consecuencias. “Es obligación del gobierno cuidar nuestros recursos económicos, pero justamente compensando con políticas sociales, aumentando el salario mínimo nacional”, había anunciado Morales.
¿Por qué el recorte en el subsidio no se hizo de manera gradual? El que responde en este caso es el ministro de Economía, Luis Arce Catacora. “Pensamos en un principio en hacerlo de esa forma, pero la gradualidad en nuestro país se traduce en la viveza criolla, se traduce en acciones que uno asume para tomar ventaja de algo. Estoy seguro de que habría escaseado el diesel, la gasolina…”.
Morales declaró hace algunos días que esperaba superar este primer tramo de quejas generalizadas por el famoso decreto. Que en su gestión había aprendido a que “cuando explicamos con sinceridad y transparencia los compañeros entienden y después manda la racionalidad y no los caprichos de cualquier sector”. Y que, otro aprendizaje, “después de la pelea, viene el cariño, el amor”.
Habrá que ver como recompone el cariño de su pueblo sin que una medida de Banzer siga representando una sangría para su economía.

Tiempo Argentino
Enero 2 de 2011

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