Los trabajos y los días
Se venía "el fin del mundo" para la Argentina de los primeros días
de este siglo, con una catarata de desocupados que se sumaban día a día
al escenario de crisis que la Convertibilidad había fomentado durante
una década. Y así como cerraban empresas, también había miles de
trabajadores que se aferraban a sus máquinas para reconstruir empresas
abandonadas por los patrones, en un intento por no quedarse de brazos
cruzados. Fue entonces que el inefable Jorge Asís deslizó en una
entrevista con este cronista una frase lapidaria, aunque también
certera, hay que decirlo, para describir ese momento del país: "Es
increíble, los trabajadores le piden de rodillas a la burguesía que los
explote y ellos se niegan."
Ya había pasado la escandalosa "Ley Banelco", una reforma que mediante
pagos ilegales logró el apoyo de legisladores que votaron reducir hasta
límites insoportables los derechos laborales. Escandalosa, no tanto por
los pagos en sí, como por lo que implicó en términos de la pérdida de
conquistas sociales conseguidas paso a paso por varias generaciones de
argentinos.
La Europa de estos días está en ese momento en que trabajadores
desesperados se enfrentan a condiciones injustas y además indignas con
tal de conservar su empleo.
Como un modo de intentar oponerse a tanta política de ajuste, las
dirigencias sindicales de España, Portugal y Grecia anuncian la
posibilidad de un paro general para el 14 de noviembre. Una huelga a la
que se plegarían millones de víctimas de los ajustes en el sur europeo
pero que se demora en aplicar. En algunos casos, porque se necesitan
permisos de las autoridades, en otros por el temor de los que aún tienen
trabajo a quedarse sin nada.
Paralelamente, la UE, reciente ganadora del Premio Nobel de la Paz por
haber evitado una guerra entre ellos en los últimos 60 años, se reúne en
Bruselas para analizar alguna salida a la debacle continental, y
principalmente para sostener al euro como moneda común.
Oficialmente, centrarán sus debates en "el largo plazo, dejando para
diciembre los asuntos más controvertidos", según reflejan las agencias
noticiosas, que añaden que en la capital belga se "explorará en
particular un nuevo diseño político, económico y fiscal de la Eurozona,
que permita resolver las dificultades que afectan a esos países" (Efe).
Así, en un texto que preparó el titular del Consejo Europeo, Herman Van
Rompuy, se habla de rediseñar a la institución a través de una nueva
estructura "basada en cuatro pilares: unión bancaria, fiscal, económica y
política". Es decir, se habla de cómo resolver el problema de los
bancos interviniendo en las finanzas de cada miembro de ese club ahora
venido a menos para garantizar el pago de la deuda. De crear empleo, al
menos según lo que trascendió, no se dice una palabra. Y eso que hay
casi 25 millones de desocupados listos para dejarse explotar, ahora que
las leyes laborales en la mayoría de los países, incluso, son tan
beneficiosas para los patrones que, por un extraño malabar de la lógica,
ahora deberían estar ansiosos por contratar personal porque les cuesta
menos deshacerse de ellos. Como si para aumentar la cantidad de
matrimonios hubiera que facilitar los divorcios.
Del otro lado del Atlántico, en el segundo debate entre Barack Obama y
Mitt Romney, la palabra "trabajo" fue la más recurrente en la hora y
media de exposición de los dos aspirantes a ocupar el Salón Oval de la
Casa Blanca. Más de un centenar de veces entró en discusión ese drama de
la vida moderna, según testimonió el enviado de Tiempo Argentino Javier
Borelli.
Así, entre los dardos que se lanzaron ante el estrado de la Universidad
Hofstra de Nueva York, Romney dijo que, si Obama logró mejorar algo los
índices de desempleo, fue porque mucha gente simplemente ya no busca
trabajo. Alguna vez otro inefable, Domingo Cavallo, dijo a fines de los
'90 que el índice de desocupación crecía porque los trabajos eran tan
buenos que mucha más gente salía a buscar.
Obama, que esta vez salió al ataque, replicó que el republicano tenía
cuentas pendientes con su pasado como empleador. Y le recordó que varias
de las empresas que estaban a su cargo desde su fondo de inversión Bain
Capital fueron trasladadas a China, dejando a miles de personas en la
calle, un adelanto de lo que ocurriría si es que ganara en noviembre.
Obama no se quedó en eso y recalcó que Romney tenía inversiones en una
compañía que estaba ayudando a las autoridades chinas a espiar a sus
ciudadanos.
El presidente se refería a que el mismo fondo Bain, de acuerdo al The
New York Times, compró hace poco la División Vigilancia de la empresa
china Uniview Technologies, una antigua proveedora del programa Ciudades
Seguras del gobierno que según los críticos más feroces es utilizado
para vigilar a los campus universitarios, templos y otros lugares
públicos. Acotación al margen, nada dijo Obama de la vigilancia sobre
los propios ciudadanos estadounidenses que se hace puertas adentro.
Como sea, los contendientes cruzaron críticas sobre la política
monetaria de China, que en última instancia afecta al trabajador
estadounidense porque quita competitividad a los productos elaborados en
Estados Unidos. Según los analistas, Obama tuvo algo más de
consistencia en sus planteos para recuperar empleos porque habló
específicamente de crear pymes en todo el país, las que como se sabe,
son las mayores proveedoras de fuentes laborales. Y también recordó su
apuesta por el renacimiento de la industria automotriz, que es otra gran
creadora de trabajo indirecto.
El otro tópico relacionado con el empleo fue el de la inmigración.
Romney propuso "detener la inmigración ilegal" y prometió endurecer las
políticas en tal sentido, pero teniendo en cuenta la opinión de los
empresarios. Claro, en Estados Unidos los trabajos peor pagos, esos que
nadie querría hacer a menos que no tuviera otra cosa en que emplearse
–para ser más claros, esos a los que uno va para lo exploten porque no
le queda otra– son hechos por ilegales. Inmigrantes que no pueden darse
el lujo de ir a la huelga porque serán expulsados del país y no podrán
regresar por varios años. Algo que los patrones no ignoran y recurso
usual en zonas fronterizas de América del Norte.
Pero cuando se habla de trabajo y de gente al borde de la desperación,
Romney saca a relucir su origen y su ideología. Porque en el momento en
que hablaba del impulso que le dio a su gestión cuando fue gobernador de
Massachussetts, se mandó otra frase que lo pinta de cuerpo entero (como
aquella de que el 47% que vota a Obama esperan que el Estado le
resuelva sus problemas).
Romney , que quería mostrar su amplitud de género, dijo en el debate
ante el público de Long Island: “Fui a una serie de grupos de mujeres y
les dije: '¿Nos pueden ayudar a encontrar gente?', y nos trajeron
carpetas enteras llenas de mujeres (binders full of women)”, y para
rematarla agregó que las trabajadoras "necesitan ajustar sus horarios
laborales para cuidar de los niños y cocinar en casa".
Cientos de tweets pueblan la red con ironías de todo calibre sobre eso de tener carpetas (o archivadores) repletos de mujeres.
Tiempo Argentino
Octubre 19 de 2012
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