sábado

A la cama con el FMI

Resulta fácil comparar al movimiento de los indignados que desde hace días acampan en la Puerta del Sol madrileña con la Primavera árabe que floreció en la plaza Tahrir de El Cairo, a principios de año, o con el tormentoso final del gobierno de la Alianza en la Argentina, caceroleadas incluidas, de una década atrás.
Cierto que hay diferencias que el tiempo se encargará de ir desmenuzando. Pero en el trasfondo de las protestas que pone nervioso al establishment español –y que desgarra la imagen de prosperidad indefinida en la que quería reflejarse esa sociedad– hay mucho del caldo en el que se cocieron el gobierno de Hosni Mubarak y los cinco presidentes que desfilaron en una semana por la Casa Rosada porteña: una profunda crisis económica pero, sobre todo de valores, de esperanzas, de perspectivas en las generaciones más jóvenes, educadas para mejores opciones.
Testimonios recogidos por el diario español Público entre los que duermen en las plazas españolas lo muestran claramente. Miriam, de 25 años, licenciada en Periodismo y Máster en Comunicación y Problemas Sociales, dice que lleva “siete años estudiando y haciendo prácticas. Si no encuentro trabajo en una semana, tendré que volver a la casa de mis padres.” Jesús, de 31 años, licenciado en Geología, está “hasta las narices de lo que veo y lo que hacen (los políticos)”. Laura, de 27 años, licenciada en Ciencias Políticas, piensa que “los políticos que hay ahora no me representan (…) estamos aquí y demostramos que queremos cambiar”.
Son voces que suenan demasiado parecidas a las que hace una semana mostraba Tiempo Argentino en un artículo desde Italia, donde miles de jóvenes con estudios universitarios emigran cada año en busca de mejores horizontes. Voces que podrían calcarse de las que hace diez años manifestaban los argentinos que hacían cola en los consulados europeos. Con ligeras variantes, “el pueblo unido funciona sin partidos” se asimila perfectamente al “que se vayan todos”.
Sucede que estos movimientos de protesta brotaron luego de ajustes brutales ordenados por los organismos financieros internacionales, entre ellos el FMI y sus acólitos locales, y que fueron cumplidos a rajatabla por partidos que prometían lo contrario. Y que contra su ideología, promovieron bajas de salarios, expulsión de trabajadores estatales, recortes de jubilaciones o la elevación de la edad del retiro. Es decir, un impiadoso cambio en las reglas de juego para los que trabajaron toda su vida o los que se quemaron las pestañas para aumentar sus condiciones de ingreso al mercado laboral.
Este fenómeno permanece subterráneo en las sociedades desarrolladas, pero luego de España no son pocos los que auguran nuevos levantamientos en otros distritos más elegantes del planeta. Hace algunas semanas, Paul Krugman, Nobel de Economía de 2008, en una columna que tituló “La educación no es la respuesta”, fue lapidario. “La idea de que enviar más jóvenes a la universidad puede restaurar la sociedad de clase media que antes teníamos es una falsa ilusión. Ya no es cierto que tener una titulación universitaria le garantice a uno un buen trabajo (…) si queremos una sociedad en la que la prosperidad esté bien repartida, la educación no es la respuesta; tendremos que proponernos construir esa sociedad directamente. Tenemos que recuperar la capacidad de negociación que los trabajadores han perdido durante los últimos 30 años para que tanto los empleados corrientes como las superestrellas tengan poder para negociar buenos salarios.”
El sociólogo Isidro López recogió el guante desde la Puerta del Sol, en la presentación del librito La crisis que viene, elaborado por el colectivo Observatorio Metropolitano y publicado por Traficantes de sueños. “Tras el pensionazo y la huelga general, los agentes institucionales clásicos de la izquierda optaron por los pactos (…) La clase media tradicional se proletarizó en todo Occidente durante el ciclo neoliberal, salvo que aquí el espejismo del boom inmobiliario había escondido un fenómeno que ahora ha irrumpido a lo bestia.”
Felipe González, ex presidente del gobierno español por el PSOE, luego de exponer algunos miedos sobre el movimiento 15M (por su primera convocatoria, el 15 de Mayo), señaló a los manifestantes que “no se dejen manipular por nadie, nadie, concreten sus propuestas y ayuden a perfeccionar el sistema”. Pero sin hacerse cargo de la cuota de desconfianza que generan ciertas traiciones al electorado, consideró que hay una “crisis de gobernanza” en la democracia parlamentaria.
En estos días se desarrolló en Roma la Reunión a Nivel Ministerial sobre Gobernanza Global y Reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ese organismo es una de las patas del sistema de gobierno planetario, pero como expresó el canciller argentino, Héctor Timerman, es un anacronismo que refleja el resultado de una guerra “que terminó hace 60 años”, al que es necesario democratizar. Para que, por ejemplo, el veto de una de las potencias de aquella contienda no clausure la voluntad de cambio del resto de la humanidad.
Otro pilar en el sistema de gobernanza mundial, como se sabe, es el FMI, que padece desde hace años una notable pérdida de credibilidad, luego de reiterados fracasos en las predicciones y en la medicina aplicada para remediar los males que causó el mismo modelo económico que defiende. Ahora, además, aparece cuestionado por la presunta incontinencia sexual de su director gerente, el socialista francés Dominique Strauss-Kahn.
Tras la renuncia obligada de DSK, se planteó el debate sobre la sucesión. Y otra vez los países emergentes quieren una cuota mayor de la manija, cosa de gobernar y no simplemente estar obligados a obedecer. Lo que generó un debate inédito desde la creación de la entidad, en 1944.
“Los países en desarrollo tienen derecho de ocupar la conducción del FMI y el Banco Mundial, pero en un escenario donde hay serios problemas en la Eurozona y el Fondo está fuertemente involucrado, existen muchos argumentos en favor de un candidato europeo”, argumentó la canciller alemana, Angela Merkel, para que todo siga igual. En la misma frecuencia se expresaron Nicolás Sarkozy y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.
El economista canadiense Michel Chossudovsky es uno de los tantos que plantean que, más allá de investigar el intento de abuso a la camarera del Hotel Sofitel, hay sospechosos lazos que invitan a pensar en “una cama” contra DSK, un enemigo del Consenso de Washington y aspirante a la presidencia de Francia.
Como aristas de esta posible operación anotó: la jueza que le denegó la excarcelación, Melissa Jackson, es una protegida del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, estrella de Wall Street que hizo fortuna con su agencia de informaciones financieras. El fiscal que elevó la acusación es Cyrus Vance Junior, hijo de Cyrus Vance Senior, secretario de Estado del presidente Jimmy Carter.
“Pero hay más de lo que parece”, señala Chossudovsky en Global Research, y habla de otros lechos. Frank G. Wisner II, destacado oficial de la CIA, se casó con la segunda esposa del padre de Sarkozy, Christine de Ganay. Wisner II, además de ser hijo de Frank Gardiner Wisner I –el cerebro detrás del golpe de la CIA contra el primer ministro iraní Mohammed Mossadegh en 1953– integró el gabinete de Vance Senior, fue embajador en El Cairo y más recientemente enviado por Barack Obama a Egipto para negociar la salida de Mubarak.
¿Será tan así, como creen los franceses?

Tiempo Argentino
Mayo 21 de 2010

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