domingo

Una trabajosa tregua

Al cabo de cualquier acuerdo, en el terreno de que se trate, conviene que las dos partes se vayan ganadoras. Eso recomiendan los expertos en negociaciones, cuando ironizan sobre las ventajas de que "el otro se salga con la mía". Cuando de situaciones bélicas se trata, que los dos bandos se atribuyan el éxito no suele ser tan común y al menos para los expertos, incluso puede resultar sospechoso. Por eso, y aun teniendo en cuenta la fragilidad del cese el fuego entre el gobierno israelí y Hamás luego de una semana de ataques en la Franja de Gaza, aparecen también elucubraciones sobre quién ganó qué cosa y quién perdió tras esta nueva escalada de violencia en Medio Oriente. Más allá del dato inapelable de que las pérdidas que realmente valen son las vidas humanas que quedaron truncas.
Conviene entonces hacer un repaso de cómo se llegó a este acuerdo que coloca al presidente egipcio Muhamad Mursi en el centro de la escena como garante de un pacto que se ofrece como duradero en la convulsionada región y a Estados Unidos como "sponsor" de un proceso "apaciguador" que resulta inédito.
Porque como señalan muchos analistas, incluso en Israel, este convenio del que se jactaron Mursi y la secretaria de Estado Hillary Clinton, es algo así como el epílogo de la Operación Plomo Fundido, que dejó un saldo en vidas humanas diez veces superior a este Pilar de Defensa, que empezó el 14 de noviembre pasado. Y es que aquella incursión que acompañó los últimos días de la gestión de George W. Bush y la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama –entre diciembre de 2008 y enero de 2009– significó un llamado de atención para el presidente entrante acerca de cómo venían las cosas en un área tan sensible para el mundo pero particularmente para Estados Unidos, como aliado de Israel.
Poco después de ocupar el Salón Oval, el mandatario demócrata mostraría su deseo de cambiar la relación que Washington venía sosteniendo con el mundo árabe y dio su conocido Discurso de El Cairo, en que tuvo el inusual gesto de tender una mano a esa región hostil a la potencia imperial. Posteriormente comenzaría la llamada Primavera Árabe que, entre otros frutos, sacó del poder justamente a la dirigencia militar egipcia que lo escuchó aquella vez.
Fue así que un islamista moderado asumió el poder en El Cairo y provocó, al menos, inquietud acerca de cómo pensaba moverse en el delicado tablero regional. ¿Iba a mantener los acuerdos de Camp David o se iba a inclinar por viejos amigos más radicalizados de los Hermanos Musulmanes o aún más allá? ¿Qué rol pretendía para sí y para su país?
Hace unos días Obama obtenía su reelección ante un candidato como el republicano, que había dado mayores muestras de compromiso con la causa israelí. Y la expectativa crecía, sobre todo porque la situación en Siria, lejos de mostrar un horizonte cercano, aparenta extenderse en una guerra civil de baja intensidad, trabada porque la oposición no encuentra la forma de derrocar al presidente Bashar al Assad y tanto China como Rusia no se muestran dispuestos a apoyar una expedición como la que ayudó a voltear a Muhamad al Khadafi en Libia. Y además, es inminente una votación en Naciones Unidas para aceptar como observador al Estado Palestino.
No es un dato menor que en Israel también se acercan elecciones generales, adelantadas por Benjamín Netanyahu para enero próximo. Ese detalle, explicaron fuentes de Tel Aviv, podría representar un recrudecimiento de los ataques con misiles desde Gaza hacia territorio israelí, sobre todo en el sur del país. Por lo tanto, aseguraban, debían dar una fuerte señal de fortaleza en momentos tan delicados para el país. No son pocos los opositores a Netanyahu que vieron en Pilar de Defensa una operación principalmente política destinada a fortalecerlo frente a los comicios.
En todo caso, tras un compromiso laboriosamente trabajado por Mursi, que llegó a pedirle colaboración a la presidenta Cristina Fernández, el gobierno israelí mostró como un triunfo que Hamás hubiera prometido poner fin al lanzamiento de cohetes hacia Israel. Lo dijo Netanyahu ante las cámaras de la televisión junto con su ministro de Defensa, Ehud Barak, y el canciller, Avigdor Lieberman, las tres patas de la coalición gobernante. "En este momento, lo correcto para el Estado de Israel es aprovechar esta oportunidad de un cese del fuego prolongado", dijo. Fue Barak quien mantuvo la posición más optimista: "Hamás y la Jihad Islámica recibieron un doloroso golpe", decenas de líderes y altos comandantes resultaron muertos y el sistema antiaéreo Cúpula de Hierro mostró su eficacia con  400 intercepciones a cohetes palestinos, enumeró a su turno.
El titular de Defensa, según los entretelones de una reunión de gabinete que cuenta Barak Ravid en el diario Haaretz de Israel, mantuvo siempre una posición proclive al acuerdo tras la visita de Clinton a Tel Aviv. Y lidió con el canciller Liberman, partidario de ir a fondo en Gaza. "Podemos posponer la propuesta egipcia –habría dicho Ehud Barak en el cónclave ministerial– y avanzar hacia una precaria incursión en Gaza, pero finalmente vamos a terminar igual."
Cuando el líder de Hamás, Jaled Meshal, tuvo que explicar el acuerdo –un documento no firmado en realidad - dijo en cambio que la "entidad israelí" sufrió una "derrota táctica" y tuvo que ceder a "las condiciones de la resistencia palestina". Más aún, anotó en el haber a su demanda de aflojar las restricciones al movimiento de bienes y personas a través de los pasos fronterizos de Gaza. Hamas, en la práctica, también consiguió finalmente el reconocimiento como actor político en Gaza, pero tendrá que demostrar su capacidad de gobierno con el cumplimiento real del cese de hostilidades.
Israel está en condiciones de ganar una guerra con Gaza, porque la diferencia en equipamiento y en preparación militar es abrumadoramente demoledora en su favor. Pero hace tiempo venía perdiendo en la política. No aporta adeptos a su causa cerrar los pasos fronterizos o impedir le llegada de buques por mar para la provisión de alimentos o insumos. Porque además, eso puede ser una justificación para los ataques con misiles. Así lo entendió Barak al decir que "si luego de este acuerdo Hamás continúa disparando, tendremos la legitimación internacional para una incursión terrestre".
Ambos sectores parecen haber aceptado que, como decía Charles-Maurice de Talleyrand, aquel diplomático francés que representó a su país durante el período napoleónico y la restauración monárquica, "nunca estar solo, jamás estar aislado, no importa lo poderoso que se sea. Eso es toda la política exterior".
Pero fundamentalmente, tras décadas de conflicto amplias capas de la sociedad están mostrando su cansancio en ambos lados de la frontera, donde surgen iniciativas tendientes a construir lazos entre palestinos e israelíes. Por aquello que ya decía el viejo Heródoto en Grecia, de que "nadie puede ser tan insensato de preferir la guerra a la paz, porque en la paz los hijos entierran a sus padres, mientras que en la guerra, son los padres los que entierran a sus hijos". 

Tiempo Argentino
Noviembre 22 de 2012

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