En un discurso en el
que puso todas las cartas sobre la mesa, el vicepresidente de Estados Unidos,
Joe Biden, dijo que pretende una "relación más profunda" con América
Latina, una región que en la última década se va mostrando cada vez menos
propensa a ser el patio trasero del imperio y demuestra con hechos palpables
que ya está jugando en las grandes ligas mundiales en contra de los deseos de
Washington.
Biden habló en el
marco de la 43ª Conferencia de las Américas, un encuentro organizado por el
Departamento de Estado junto con el Council of the Americas, el think tank
creado por el magnate David Rockefeller para fomentar el ultraliberalismo a
nivel regional desde hace casi medio siglo y que solía convocar a ministros y
altos funcionarios de los países latinoamericanos para brindarles su
"bajada de línea" anual. Esta vez la ronda fue más bien escuálida, a
pesar de que pomposamente se la presentó como la ocasión para el relanzamiento
de las relaciones privilegiadas que la administración de Barack Obama pretende
con la región. Los detalles de lo que dijo su compañero de fórmula y los
anuncios muestran sin embargo que la posición de los demócratas no se mueve un
ápice de la postura tradicional de Washington.
"Latinoamérica
siempre nos ha importado, pero ahora aún más por el potencial existente",
apuntó Biden, quien agregó que muchos países del continente, como México,
disfrutan ahora de una mayoría de clase media y de un ambiente democrático
estable que les permite mostrar otra importancia comercial y económica dentro
del Hemisferio Occidental. "Antes nos preguntábamos qué podíamos hacer POR
Latinoamérica, ahora se trata de ver qué podemos hacer CON Latinoamérica",
enfatizó el vicepresidente.
Fue en esa
minicumbre neoliberal que Biden anunció un próximo viaje a Colombia, Brasil y
Trinidad Tobago y una inminente visita de los mandatarios de Chile y Perú a
Washington. "Este es el más activo tramo de relaciones de alto nivel en
mucho tiempo", dijo Biden, quien no olvidó mencionar la posición de su
gobierno en torno de Venezuela. "Cualquier gobierno venezolano tiene una
responsabilidad básica de permitir la libertad de expresión y asamblea, y eso
no está ocurriendo en estos momentos", dijo sin inmutarse el ex senador
por Delaware, el paraíso fiscal de Estados Unidos donde, sin ir más lejos, el
Grupo Clarín armó un conglomerado de empresas con el objetivo de eludir
impuestos, según viene denunciando este diario desde octubre de 2010. Esta
quizá parezca una historia que no viene a cuento, pero hay razones para pensar
que sí.
Lo que sí viene a
cuento es el nuevo rol regional del diario español El País, que desde el
estallido de la burbuja inmobiliaria en ese reino viene en picada en el plano
de su economía. El grupo, que supo ser cabecera de playa de inversiones
españolas en Latinoamérica y se extendió en proyectos propios en todo el
hemisferio, no puede escapar a una deuda de más de 3000 millones de euros y
gran parte de su paquete accionario está en manos de un fondo de inversiones
oriundo de Estados Unidos.
Cuando la enfermedad
de Hugo Chávez, el diario español cumplió un papel destacado como difusor de la
oposición, incluso publicando una foto falsa. Desde fines de marzo, la edición
internacional –que incluye el material online– se elabora desde México DF y
Washington. El editor es el corresponsal del diario en la capital
estadounidense, Antonio Caño. En su edición de ayer, mientras el presidente
Nicolás Maduro viajaba de Buenos Aires a Brasilia en el marco de su gira por el
Mercosur, publicaba un extenso reportaje al opositor Henrique Capriles. En
titulares catástrofe decía: "Maduro se hunde cada día más porque su
Gobierno es ilegítimo". La edición que recibieron los españoles en papel
era un poco más medida y no ocupaba la tapa del diario sino un recuadro
secundario: "Me han robado la victoria electoral", decía Capriles.
El vicepresidente de
Obama quiere acercar lazos con Colombia y Brasil. El primero forma parte de la
llamada Alianza del Pacífico, junto con México y los futuros invitados de la
Casa Blanca, Chile y Perú. Ningún dirigente estadounidense que ande de gira por
la región puede ignorar a Brasil, los otros acercamientos son reveladores de la
estrategia que a pie juntillas siguen las derechas latinoamericanas. Algo que
fue evidente este lunes en Lima, cuando el Congreso peruano aprobó una moción
para retirar al embajador en Venezuela Luis Raygada por su apoyo explícito al
gobierno de Maduro como representante legítimo de la República Bolivariana de
Venezuela. Raygada, incluso, recomendó a sus detractores "tomar una pastilla
de tranquilizante". Dos días más tarde se vio obligado a presentar su
renuncia.
El discurso de Biden
y la diatriba de El País se cruzaron con la designación de un brasileño al
frente de la Organización Mundial de Comercio (OMC), la entidad con sede en
Ginebra que tiene como rol fijar las condiciones y los acuerdos para el
intercambio de productos entre los 159 países miembro. El dato no es menor si
se tiene en cuenta que Roberto Azevêdo fue votado para suceder al francés
Pascual Lamy en un final cabeza a cabeza con el mexicano Herminio Blanco.
Los entretelones de
esta elección son por demás reveladores de los cambios que se registraron en el
mundo en lo que va del siglo XXI. Roberto Carvalho de Azevêdo, de 55 años, es
un ingeniero electricista que luego devino en diplomático tras pasar por el
Instituto Rio Branco, que es la escuela de Itamaraty. Cierto que luego se
doctoró en Economía en la "monetarista" Universidad de Chicago, pero
hizo toda su carrera como hombre de la ágil e inquieta cancillería brasileña y es
uno de los que más sabe de comercio internacional en ese organismo, donde es
hasta ahora el embajador brasileño. Brasil precisamente es acusado de encabezar
una suerte de boicot a los avances en la Ronda de Doha, el capítulo agrícola de
la OMC.
El representante
mexicano, en cambio, es un fiel exponente del libre comercio a ultranza.
Herminio Blanco Mendoza, de 62 años, también pasó por Chicago pero siguió sus
enseñanzas al pie de la letra al punto de que es considerado el arquitecto de
la alianza comercial de su país con Estados Unidos y Canadá en el NAFTA y de la
firma de 34 acuerdos de libre comercio.
Estados Unidos, los
27 países de la Unión Europea, Japón y Corea del Sur fogonearon al mexicano
cuando se dieron cuenta de que entre los nueve postulantes que se anotaban en
diciembre pasado no había nadie que les pudiera resolver el problema principal,
que era el de seguir manejando la entidad como lo vienen haciendo desde su
fundación. Es interesante resaltar que, de cualquier modo, el elegido sería un latinoamericano,
aunque representaran dos caras visiblemente opuestas de la forma de encarar la
economía y la distribución de los poderes en el mundo.
"La competencia
para suceder a Lamy, el francés que ha presidido la OMC desde 2005, también
había sido vista por algunos como un sustituto de batallas comerciales más
amplias entre los mundos desarrollado y en desarrollo", describe James
Politi en el británico Financial Times. "Antes de la votación final, los
funcionarios mexicanos reclamaron el apoyo de Japón y Corea del Sur, mientras
que las autoridades brasileñas dijeron que China estaba de su lado",
destaca el Financial Times.
Azêvedo logró el
apoyo de los países sudamericanos y del Caribe, los de África y parte de Asia.
Itamaraty en pleno explicó a representantes de todos los países del mundo las
ventajas de destronar la tradicional alianza de la OTAN del comercio a favor de
un miembro de los países emergentes como Brasil. La designación del Papa
Francisco parece haber tenido un trasfondo similar en torno de soluciones a
problemas globales de otra institución sagrada como la Iglesia Católica, pero
este sí es otro cantar.
El prestigioso diario económico de la City londinense agrega un clarísimo testimonio de Ed Gerwin, analista de política comercial de Third Way, un think-tank basado en Washington. "Hubo un día en que los EE UU y Europa se sentaban en una habitación a decir: 'Este es nuestro hombre', y nadie más tenía ni voz ni voto significativo en el proceso. Esto sin duda ha cambiado y es una buena cosa", reflexiona Gerwin, para explayarse finalmente: "Si realmente queremos someter el comercio basado en normas a todo el mundo, todo el mundo tiene que sentir que están implicados en el proceso."
El prestigioso diario económico de la City londinense agrega un clarísimo testimonio de Ed Gerwin, analista de política comercial de Third Way, un think-tank basado en Washington. "Hubo un día en que los EE UU y Europa se sentaban en una habitación a decir: 'Este es nuestro hombre', y nadie más tenía ni voz ni voto significativo en el proceso. Esto sin duda ha cambiado y es una buena cosa", reflexiona Gerwin, para explayarse finalmente: "Si realmente queremos someter el comercio basado en normas a todo el mundo, todo el mundo tiene que sentir que están implicados en el proceso."
El vicepresidente
chino, Li Yuanchao, llega al país en su primera gira al exterior, que incluye a
Venezuela y debiera leerse como un avance estratégico hacia la consolidación de
nuevos bloques de poder. Si algo saben las nuevas autoridades del gigante
asiático –socio de Brasil en el grupo BRICS– es para dónde soplan los vientos.
Sería interesante
que las derechas latinoamericanas también percibieran estas corrientes, porque
pueden ser brisas que no amenazan con erosionarlos, pero cada vez levantan más
polvareda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario