“Hemos percibido con dolor, a lo largo de los más de 20 años de 
período especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos,
 como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y
 la sensibilidad ante los problemas de los demás”, dijo Castro, tras 
advertir que “una parte de la sociedad ha pasado a ver normal el robo al
 Estado” y explayarse sobre otras costumbres que alarman a la generación
 que protagonizó las luchas contra la dictadura de Fulgencio Batista. 
Luego habló de la nueva política económica no sin antes aclarar cuál es 
el límite para los cambios propuestos: "A mí no me eligieron presidente 
para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución".
El contraste de esta época de transición se percibe en las calles 
de La Habana y del resto del país, donde las nuevas posibilidades de 
desarrollo individual presentan expectativa y la gente va dejando 
lentamente la modorra caribeña o la queja en sordina para plantearse 
nuevas actividades y proyectos.
Para mostrar en qué consisten esos cambios y de qué modo se están 
implementando, el gobierno cubano armó un programa para periodistas de 
todo el mundo ávidos de conocer de primera mano qué ocurre con la isla. 
Entre ellos estuvo Tiempo Argentino, el único medio de América del Sur 
en esta recorrida que se abrió con una presentación del vicepresidente 
del Consejo de Ministros, Marino Murillo Jorge, el jefe de la Comisión 
de Implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social.
 Es decir, el encargado de que la llamada Actualización del Modelo 
Económico Cubano funcione.
Murillo es economista y docente universitario, y recalcó en una 
conferencia de prensa que el nuevo modelo implica que “la propiedad 
social de los medios fundamentales de la producción va a seguir en el 
marco del socialismo”, es decir, bajo control estatal. Pero señaló al 
mismo tiempo que “el Estado no puede ocuparse de todo”. Así se explica 
que el eje de las medidas pase por dejar en manos de sectores no 
estatales o individuos una parte de la creación de riqueza, el 
fundamento de todos estos cambios.
Porque como las autoridades cubanas no dejan de mencionar, la 
economía de la isla necesita lograr eficiencia para mejorar la calidad 
de vida de los ciudadanos y aún sostener los fundamentos de la 
revolución. “Necesitamos crear una sociedad socialista próspera y 
sostenible”, repite Murillo. La frase es el lema para este proceso de 
renovación económica.
Murillo deslizó luego algunos conceptos sobre lo que habrá de 
significar este cambio para una sociedad que viene golpeada por más de 
50 años de bloqueo económico por parte de EE UU y a la que la caída del 
bloque socialista debilitó peligrosamente.
“Las transformaciones comenzaron con la eliminación de 
prohibiciones a la venta de casas y a proyectos en el sector del 
transporte” enumera Murillo, tras recordar que los primeros esbozos de 
esta nueva etapa se fueron dando con los años, desde que en los 90 se 
crearon emprendimientos mixtos para la explotación turística y surgieron
 los primeros cuentapropistas. 
Hoy el número de trabajadores individuales suma 429.500 dirá en su 
momento Carlos Mateu, vocero del Ministerio de Trabajo. Las cifras 
oficiales muestran que en los últimos meses se abrieron 197 
cooperativas, 124 de ellas ya en funcionamiento y 71 más en proceso de 
acreditación. La mayoría de los nuevos emprendedores trabajaban en 
alguna dependencia del Estado, la mayoría de ellas atestadas de 
personal, como registró el propio Raúl Castro al anunciar en 2011 que 
cerca de un millón de empleados públicos deberían plantearse empleos no 
estatales porque el país debía encarar una etapa con mayor eficiencia. 
Es
 que, a diferencia de un país capitalista, el socialismo no se puede 
permitir dejar a la gente en la calle; cuando la crisis de los 90, 
muchos trabajadores de la industria azucarera, por mencionar a una, 
pasaron al estado (ver aparte). “Hoy la desocupación, es decir la 
cantidad de personas que buscan trabajo y no lo encuentran, es del 
3,2%”, detalla Mateu, para quien el desafío es subir los niveles de 
productividad en rubros como la construcción y la agricultura.
Aquí aparece un problema que viene acuciando a Cuba desde hace 
también dos décadas: la doble moneda. Los nativos se manejan en el mundo
 del peso cubano, el CUB, mientras que para el sector relacionado con el
 turismo rige el CUC o peso convertible. Castro ya adelantó que se va 
hacia la unificación monetaria. Murillo especificó que se estudia la 
forma de terminar con esa dualidad económica, social y cultural “pero 
sin aplicar terapias de choques”. Esto es, sin generar un proceso 
inflacionario que termine de licuar los ingresos. Un punto importante es
 que paralelamente habrá de cambiar la política de precios “para 
subsidiar a las personas y no a los productos”.  Otro punto es que los 
cambios también pasarán por una nueva política impositiva, algo a lo que
 la sociedad no estaba acostumbrada (ver aparte).
Pero este programa de renovación tiene otra pata, que pasa por las 
inversiones externas. El vicepresidente Murillo no tiene dudas de que 
“es difícil el desarrollo sin inversión extranjera”. De hecho, hay más 
de 190 emprendimientos mixtos, todos ellos con mayoría estatal, en áreas
 como la minería y la generación de energía eléctrica. Los privados, de 
acuerdo a la ley de inversiones en vigencia desde hace años, no tienen 
la propiedad absoluta ni pueden vender sus acciones sin la autorización 
de su socio estatal, según detalla el viceministro de Comercio Exterior e
 Inversión Extranjera, Antonio Carricarte. Lo que ahora el gobierno 
pretende es que quienes se acerquen aporten en cinco temas puntuales, 
dijo Murillo: “tecnología, financiamiento, mercado, empleo y know how 
administrativo”. Para despertar la vocación exportadora de los cubanos y
 estimular las fuerzas productivas internas y sustituir importaciones en
 rubros fundamentales como los combustibles y los alimentos. Pero todo 
esto se irá haciendo en forma paulatina. “El éxito consistirá en 
mantener el equilibrio macro mientras se da espacio al mercado y la 
creación de la riqueza”, sostienen en el gobierno. “Acelerar los cambios
 es peligroso”, entiende Murillo.
El viceministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera cubano 
(MINCEX), Antonio Carricarte, descartó de plano que se vaya a modificar 
la ley de inversiones extranjeras, aunque señaló que la actualización 
del modelo económico podría significar la actualización de algunas 
normativas puntuales. De todas maneras, el funcionario aseguró que se 
estudia una nueva cartera de negocios para ofrecer a socios 
internacionales en áreas clave como la minería, el turismo, energías 
renovables y la industria alimentaria. En tal sentido, y en un aparte 
con Tiempo Argentino, deslizó la propuesta de que empresarios locales 
puedan aportar su expertise en el área de la agricultura y la 
alimentación. 
Al mismo tiempo, Carricarte dio algunas cifras sobre el comercio 
exterior de Cuba. Y computó que el 70% de las exportaciones –unos 10 mil
 millones de dólares– corresponden a la venta de servicios al exterior. 
La cifra incluye al turismo, uno de los motores de la economía actual, 
que ingresa unos 2500 millones de dólares, pero también la oferta de 
servicios de salud, de medicinas y de profesionales a otros países, un 
rubro en que los cubanos figuran entre los más desarrollados del mundo. 
Si bien en este caso los números son menos precisos, algunas fuentes 
estiman en unos 6.000 millones de dólares  la exportación de servicios 
médicos. Gran parte del comercio con Venezuela se basa en este rubro, 
que se intercambia con el petróleo del país bolivariano. Carricarte 
destacó los convenios que se analizan para proveer médicos a Brasil, que
 por otro lado es un fuerte jugador en el mercado cubano, donde 
construye el Puerto Mariel, a unos 30 kilómetros de La Habana, donde 
habrá una zona especial que bien podría servir para la instalación de 
industrias livianas. También es una empresa brasileña la que se asoció 
para la administración del complejo azucarero (ver aparte). El níquel es
 otro importante producto de exportación y si bien una de las minas fue 
cerrada estos días porque daba pérdidas, la planta procesadora Pedro 
Soto Alba, se mantiene a todo vapor. Se trata de una sociedad mixta con 
canadiense Sherrit International, que también participa en plantas de 
generación de energía eléctrica a partir del gas.
La medicina sigue siendo el estandarte de la revolución
Si hubo un área donde la revolución se desarrolló con mayor ímpetu,
 esa es la de la ciencia médica. Así lo destacó Gustavo Sierra González,
 director de Política Científica de BioCubaFarma, el holding creado a 
fines de 2012 para concentrar a las industrias biotecnológicas y 
farmacéuticas cubanas. Y los números lo confirman: un país que tuvo que 
alfabetizar a la mayoría de la población desde 1959 –además de que se 
quedó sin médicos porque la mitad de los 6000 que había en la isla 
emigraron–, hoy se jacta de contar con 236 entidades de ciencia e 
innovación tecnológica, 130 centros de investigación. Además, tiene 528 
investigadores, dos mil científicos e ingenieros y 943 doctores en 
ciencias por millón de habitantes. 
Gran parte de los ingresos en divisas de Cuba provienen de los 
servicios que presta este cluster productivo de alta especialización. Se
 supone que hay algo así como 40 mil trabajadores de la salud esparcidos
 por el mundo, entre ellos unos  15 mil médicos, 2300 oftalmólogos, 15 
mil licenciados, 5000 técnicos de la salud y 800 empleados de servicio 
en los cinco continentes. Sierra González señaló que en el sector 
farmacológico se desarrollan unas 200 patentes por año y que hay 
proyectos mixtos con laboratorios extranjeros para unos 1600 “objetos de
 invención”. Las vacunas cubanas contra la meningitis y el tétanos se 
venden en todo el mundo y hay tratamientos contra varios tipos de cáncer
 y contra la diabetes mellitus. Mediante acuerdos y joint ventures 
también se producen en el exterior. 
Otro emprendimiento paralelo, el Sistema Ultra Micro Analítico 
(SUMA) desarrolló toda una línea de avanzada para el diagnóstico y la 
prevención. En Argentina tiene acuerdos con el Hospital Posadas, de 
Haedo, donde se utilizan algunos de esos aparatos para operaciones 
cerebrales.
Ricardo Lazo Martínez ahora quiere hacerse la vivienda en el campo 
que usufructúa. Las nuevas medidas se lo permiten. y lo quiere 
aprovechar. El agricultor explota una extensión de "una caballería", una
 medida cubana que equivale a 13,42 has. Tiene un Buick modelo 47 del 
que se siente orgulloso y un tractor soviético. “El bloqueo nos traba la
 compra de insumos”, dice.
Cerca de su campito está la Cooperativa Héroes de Yaguajay, en 
Alquízar, un municipio de la provincia de Artemisa, lindante con La 
Habana. Allí Alfredo Acosta, el presidente de la cooperativa, explicará 
que ahora venden el 53% de su producción al Estado y el resto al 
mercado. Que tienen unas 400 hectáreas donde 200 cooperativistas que 
cultivan todo tipo de productos como tabaco y papas, pero se 
especializan en la cría de búfalos y ganado de la raza Siboney, una 
cruza desarrollada a partir de instrucciones del propio Fidel Castro, 
dice Acosta. Las cifras indican que es una de las más productivas de la 
región y que tienen a unos 600 animales. Por allí también hay otra 
cooperativa de servicios, que hace su aporte en unas 950 hectáreas 
pertenecientes a 114 fincas. 
Las 10 claves de los cambios
1.- El lema es crear “una sociedad socialista prospera y sostenible.
2.- Dejar en manos de particulares rubros de la economía en que el 
estado no es ineficiente. Las grandes industrias seguirán en manos 
estatales aunque pueden participar empresas extranjeras.
3.- Separar las funciones administrativas del estado de las tareas 
propductivas. Mantener el sistema de protección social y el desarrollo 
educativo de la población.
4.- Apostar a los rubros donde Cuba resulta competitiva: salud, 
tanto con personal como investigación y desarrollo de tecnología y 
medicamentos; turismo; algunas industrias extractivas como el níquel; 
energías renovables.
5.- Utilizar la fuerza creativa de los emprendedores individuales para generar riqueza en la sociedad.
6.- Comenzar a aplicar impuestos en áreas donde no eran necesarios 
para redistribuir la riqueza creada.. Apoyo crediticio a nuevos 
emprendedores. 7.-  Que los precios en los productos e insumos 
agropecuarios comiencen a basarse en el mercado y no en decisiones 
administrativas.
8.- Dar tierras improductivas en usufructo a campesinos 
individuales o cooperativas eficientes. Las transformaciones más 
profundas se pondrán en marcha en 2014
9.- Eliminación de la doble moneda. Aumentar niveles de eficiencia 
por aumento de productividad. Subsidiar a las personas y no a los 
productos.
10.- La fuerza laboral de 5,1 millones de personas está empleada 
hoy en un 77% en instituciones estatales y  23% en actividades no 
estatales. Hay 429500 trabajadores cuentapropistas.
El 1 de julio comenzaron a funcionar 124 cooperativas no agrarias y hay otras 71 en proceso de acreditación.
Enrique Ubieta Gómez, periodista: "Hay que garantizar la posibilidad de explotar al
máximo las capacidades individuales que hemos creado"
“Lo que hay que
entender es que el socialismo no es un lugar de llegada sino un camino hacia
otra parte”, se ataja Enrique Ubieta Gómez, director del mensuario La calle del
medio y autor de varios libros, entre ellos Cuba: ¿revolución o reforma?, para
el cual realizó al menos 8000 entrevistas con jóvenes de todo el país que le
sirvieron para conocer lo que piensan de esta particular etapa de la
isla. 
El periodista, hombre de la primera generación luego de la 
revolución, fue testigo de otros tiempos, y sus charlas con estos chicos
 que nacieron luego del período especial, tras la caída de la Union 
Soviética, cuando todo faltaba a la población, le permitió entender que 
estos cambios de alguna manera son inevitables. 
"Mi generación vivió todo el proceso concientizador de la 
revolución en un momento en que existían situaciones económicas normales
 y solidarias con el campo socialista, cuando había posibilidades de 
satisfacer las necesidades más elementales para todos y, por lo tanto, 
tuvimos otra experiencia vital. Los que nacieron con el período especial
 han enfrentado otra realidad. Yo jamás conocí lo que era la 
prostitución en Cuba, mi padre me contaba, pero para mí no existía. Era 
muy raro encontrar una persona en la calle pidiendo dinero. No existía.
–¿Cómo tomaron ustedes todos esos cambios?
–Con tristeza, con dolor. Mi generación tuvo una preparación 
política profunda y sabemos que no se puede entender un proceso local 
sin entender un proceso global. Hoy existen algunas diferencias sociales
 que no existían en mi época. En los años ‘70 hubo mucha carencia 
material pero la gente vivía con un total acuerdo y vivía la revolución 
con pasión. Yo iba a las fiestas con botas y cuando aparecieron en el 
mercado unos zapatos que imitaban a un modelo italiano, pero de 
plástico, las colas para comprar ese zapato eran gigantescas y nosotros 
íbamos muy felices con esos zapatos. Aquel momento nos abarcaba a todos.
–Era todo más igualitario
–Era mucho más igualitario. En los ‘80 hubo un aparente despegue y 
empezaron a haber más cosas para vestir y para comer. Entonces yo iba 
una vez al mes a comer al Floridita (uno de los lugares preferidos de 
Ernest Hemingway) con mi esposa. O antes de casarme podía hospedarme en 
el Habana Libre una noche o dos noches, y todo ese mundo desapareció con
 la caída del bloque soviético. Eso dejó de existir para las nuevas 
generaciones, que han vivido un mundo mucho más sórdido en los años ‘90.
 Fueron años de apagones, que llamábamos alumbrones, y no tenías nada 
que hacer a la noche, ni ver televisión ni leer, simplemente conversar 
en la calle por el calor, con los vecinos, mirar las estrellas. Yo he 
ido a todas partes en bicicleta. Fue una época muy dura pero era 
igualitaria, era dura para todo el mundo, los vicepresidentes del 
Consejo de Ministros iban en bicicleta. Las nuevas medidas se han tenido
 que tomar para sacar el hocico del agua en medio de un mundo 
capitalista y hostil.
–¿Cómo analizan eso los jóvenes?
–Los muchachos que nacieron en esta nueva etapa nacieron viendo 
esas diferencias, escuchando los cuentos de los padres pero viviendo 
otra experiencia. Con cosas garantizadas que permanecieron intactas 
hasta hoy pero con vivencias personales diferentes, eso no se puede 
obviar. Uno como revolucionario sabe que ninguna realidad subjetiva 
llega para quedarse y es inalterable. Un revolucionario debe actuar 
sobre esas realidades para cambiarla, no a nuestro antojo pero sí con 
nuestra voluntad y conocimiento. Yo creo que estas medidas son para 
salvar la revolución, para conservar lo que hemos alcanzado y buscar 
otro camino para seguir el rumbo. 
–Escuché gente en la calle decir que llegan un poco tarde.
–Yo no sé si llegan tarde, a lo mejor pudieron haberse hecho un 
poco antes, pero yo creo que son medidas que en tanto intentan tomar un 
nuevo camino intentan ser muy pensadas y son fruto de debate y del 
pensamiento de académicos y de políticos y luego de una discusión con la
 gente. Estos lineamientos se discutieron en todos los barrios, las 
escuelas, las instituciones del país para ser aprobadas. 
–¿Implican el fin del igualitarismo?
–Hoy llegamos a la comprensión de que no se puede amparar a todo el
 mundo por igual porque hoy no todo el mundo tiene la misma situación, 
sino que tienes que amparar a determinadas personas. No se trata de 
amparar los productos sino a las personas. Eso aparece claro porque 
ahora hay una diferencia entre las personas que no había antes. 
Diferencias que no tienen nada que ver con las que pueden existir en 
otros países. Aquí no hay un Carlos Slim y el 50% de la población bajo 
de la línea de pobreza, por decir algo. Pero no se trata ahora de 
eliminar esas diferencias sino hacer que sean legítimas. Que esas 
diferencias sean fruto de su trabajo. 
–¿Cómo se explican las ineficiencias de las que habla el gobierno en la economía?
–Al caer la economía se cerraron muchos lugares de producción cuyas
 materias primas venían del campo socialista. La industria terciaria, 
los servicios, el turismo, cobraron una importancia mayor. Hay una 
pirámide social que esta invertida cuando el botones de un hotel o un 
taxista o cualquier persona en el mundo de los servicios gana diez veces
 más que un profesional calificado y probablemente gane más que el 
gerente de ese hotel. Cada vez que baja unas maletas con que le den un 
solo dólar ya acumula una barbaridad en el día.
–¿Como se sale de esa doble moneda sin crear un problema mayor?
–Van a aumentar los precios, sin duda. Los precios no pueden estar 
tan bajos como los actuales en moneda nacional. La cuota que yo recibo 
subvencionada por el Estado no me alcanza para el mes completo, pero eso
 yo lo compro con 15 pesos, a lo sumo 20 pesos cubanos. Es nada, con 
menos de un dólar compro una canasta básica para diez, 15 días. Eso no 
se puede sostener respaldando la sobrevivencia de un sector importante 
de la sociedad. Es una economía subsidiada. No podría ser tan barato, 
tampoco puede ser tan caro como es el mundo del CUC, de la divisa. 
Habría que buscar un intermedio. Como todo está subvencionado los 
salarios han permanecido intactos desde los años ‘60, pero incrementar 
el salario es como el huevo y la gallina, tienes que incrementar la 
producción, la productividad del trabajo. Hay que hacer un pacto en 
algún momento donde se logre esto y creo que hacia eso se va. Lo más 
importante no es ahora eliminar las diferencias que existen sino que 
sean el resultado del aporte real y concreto tuyo a la sociedad. Y no 
estamos contradiciendo ninguna máxima socialista, es precisamente lo que
 el socialismo pretende. Lo que hay que garantizar es la posibilidad de 
explotar al máximo las capacidades individuales que hemos creado. Hoy no
 lo podemos hacer desde el Estado. Sencillamente se nos están yendo (los
 profesionales). 
-¿La cuestión es tratar de que no se vayan?
-Yo sé lo que Lenin planteó sobre lo que entrañaba el pequeño 
propietario en términos ideológicos, pero yo no me puedo plantear hoy de
 un modo tan rígido el horizonte de país. Tengo que hacer que este país 
sea próspero económicamente y tratar al mismo tiempo de construir una 
cultura socialista y una cultura lo más igualitaria, no igualitarista, 
lo más igualitaria en oportunidades y al mismo tiempo no consumista en 
los jóvenes. Nuestra principal riqueza hoy son las personas, nuestra 
política va en el sentido de que esas personas puedan realizarse 
espiritualmente, eso incluye laboralmente y eso incluye sus condiciones 
de vida, que puedan al mismo tiempo tener una calidad de vida que el 
país le permita, ese es el enfoque. No hay otro camino, no se vislumbra,
 no lo tenemos en la mano que no sea el que estamos haciendo con mucho 
control. Yo creo que aquí se están enfrentando dilemas en los que no 
había habido necesidad de pensar. Uno de esos dilemas quizás sea el de 
la construcción desarrollista de la sociedad y el concepto del Buen 
Vivir que plantea Evo (Morales). Ahora hay un nivel de debate sobre 
todos estos temas, hay quien está a favor de desarrollar los 
transgénicos cubanos, justamente porque no tendríamos la explotación 
trasnacional de las Monsanto y hay quienes han formado una barricada 
intelectual contra eso. Hay un debate sobre todas esas opciones, pero 
también hay urgencias. Hace algunos años esos eran debates que nada 
tenían que ver con nosotros pero ahora están en el día a día.
Tiempo Argentino
Julio 28 de 2013 
Las fotos son de Diego López
Las fotos son de Diego López
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