La participación de
Mariano Rajoy en la audiencia con los parlamentarios que le exigían
explicaciones sobre los pagos ilegales en el Partido Popular no fue del todo
feliz. Incluso se hizo muy popular el blooper de cuando leyó su texto
exculpatorio (ni se le pasó por la cabeza a sus asesores dejarlo improvisar)
demasiado detalladamente. Tanto que cuando el texto decía "fin de la
cita", un indicativo de que debía cambiar el énfasis ensayado para
cautivar a los televidentes, el presidente del gobierno español, obediente,
leyó "fin de la cita".
Sin embargo ese es
un detalle menor que sólo sirvió para alimentar las redes sociales por un
tiempo. Lo más sustancioso es lo que eligió soslayar en su discurso preparado
por diligentes asesores de imagen, que a la vista de cómo están las cosas en el
partido que sostiene en la actualidad el ideario neoliberal, vaya uno a saber
cómo habrán de cobrar sus honorarios. Descontando que no hicieron su tarea por
desinteresada militancia política.
Porque justamente el
escándalo que tiñe la política española desde hace meses refiere a la forma en
que los dirigentes del PP cobraron sobresueldos desde casi la creación del
partido, a poco de morir el dictador Francisco Franco, en la segunda mitad de
los años '70. El otro gran escándalo de la España de hoy día envuelve a la
corona de los Borbones y por ahora parece haberse solucionado con la mudanza de
la infanta Cristina a Suiza, cosa de que se haga cargo de los platos rotos su
esposo, el ex deportista Iñaki Urdangarín. Pero esa es otra historia.
En el caso del PP,
el indicado para haberse cargado las consecuencias por el caso de los
sobresueldos era el ex tesorero del partido, Luis Bárcenas. El hombre con el
que Rajoy dice haberse equivocado al darle confianza, está entre rejas desde el
27 de junio y ahora debe tolerar que su propia esposa haya quedado imputada
como su cómplice. No son inocentes, claro, pero el asunto es que ellos fueron
parte de una maquinaria política que ahora le esquiva la nalga a la jeringa y
fue entonces que Bárcenas decidió abrir la boca ante el juez Pablo Ruz. Fue
hace un par de semanas cuando puso en blanco sobre negro lo que significaban
las anotaciones en una libreta muy parecida a la que llevaban antiguamente los
almaceneros. Una contabilidad muy casera en la que figura cada movimiento
económico del PP mientras Bárcenas tuvo injerencia en esas cuentas.
La transcripción de
la declaración, que publicó el diario El Mundo, cercano, hay que decirlo, al
PP, es muy elocuente. El juez le pregunta al ex tesorero qué significan la
anotación “Trajes M.R”. del 18 de abril de 2008 en esa libretita B, donde se
inscribían las operaciones non sanctas. Allí figuran los aportes empresarios y
los pagos a representantes del partido.
"Son gastos de representación del presidente –responde Bárcenas– son unos trajes que se hizo el presidente del partido, Mariano Rajoy, que se pagaron desde esa caja."
"Son gastos de representación del presidente –responde Bárcenas– son unos trajes que se hizo el presidente del partido, Mariano Rajoy, que se pagaron desde esa caja."
–¿Y sabe usted por
qué se pagaron desde esa caja si los define como gastos de representación en la
contabilidad oficial? –inquiere el juez.
–Pues porque
probablemente no hubiese quedado estéticamente muy bien presentar ante el
Tribunal de Cuentas una factura de sastre comprando unos trajes –responde el
atribulado hombre, que ahora enfrenta cargos por una cuenta en Suiza por dos
decenas de millones de euros que asegura –y no estaría mal creerle– que no son
suyos.
Las libretas que
tienen a maltraer al PP datan de los '90, cuando estaba el frente del Ejecutivo
José María Aznar, pero se sabe que todos los dirigentes del partido creado como
Alianza Popular por el gallego Manuel Fraga Iribarne en 1977 cobraron
sobresueldos. Si fuera sólo por los sobrepagos la cosa no sería tan escandalosa
para la sociedad española, que padece una de las crisis más profundas en su
economía desde el fin de la guerra civil.
Pero todo resulta
más irritativo porque esos pagos no permitidos por la ley electoral de ese país
surgen de aportes que hicieron un puñado de empresas que luego recibieron
beneficios con el PP en el poder. Por otro lado, la gran mayoría de esas
empresas son constructoras, precisamente el rubro que con el estallido de la
burbuja inmobiliaria en Estados Unidos a fines de 2007 arrastró al resto de la
economía hispana a una espiral sin fondo. Y para colmo que el PP en el gobierno
aplica medidas que no hicieron sino agudizar los dramas para la gente de a pie.
La lista de
aportantes es interesante, porque uno de los principales es Sacyr, una
constructora que en tiempos de auge se dio el lujo de tener una mayoría
accionaria en la Repsol-YPF y que cuando las papas comenzaron a quemar salió a
vender aceleradamente para poder solventar las deudas en la matriz, que la
tienen al borde del nocaut desde entonces. Hoy todavía cuentan con casi un 10%,
importante pero no determinante. Otra gran constructora, OHl figura como la
mayor, con más de un millón y medio de euros, pero hay otras menores como FCC y
Ploder. Todas ellas aparecen no sólo como dadivosos "populares" sino
también como beneficiarios en la concesión de hospitales construidos bajo
modelos de financiación y gestión privada en la Comunidad de Madrid.
De más está decir
que integran los grupos que presionan para la privatización total de los
servicios públicos en lo que todavía queda del Estado de Bienestar español.
Según la Coordinadora AntiPrivatización de la Sanidad Pública de Madrid, estas
empresas cobran un total de 45,15 millones de euros en concepto de canon y para
comienzos del 2012, ya habían recuperado la inversión y les quedaban aún 30
años de canon en los que acumularán un ingreso neto de más de 100 millones de
euros.
Este esquema de
dádivas sirvió para alimentar a los think tanks del libre mercado, como lo
prueba el hecho de que el presidente de la constructora OHL, Juan Manuel Villar
Mir intentó deslindar sus responsabilidades en la trama que retiene a Bárcenas
en prisión reconociendo solamente "donativos menores" a la fundación
FAES.
Esa fundación,
dirigida por Anzar y con sede en Madrid, tiene estrechos vínculos con los
líderes de la derecha vernácula, al punto que en abril pasado el ex presidente
español y el alcalde porteño Mauricio Macri inauguraron el I Foro para América
Latina con la presencia rutilante de unos 80 personalidades destacadas. Entre
ellos estuvieron los ex mandatarios de Uruguay, Luis Alberto Lacalle, y de
Bolivia, Jorge Quiroga; junto con el ex vicepresidente de Perú, Raúl Diez
Canseco; el ex ministro de Economía de Chile, Juan Andrés Fontaine y los
escritores Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza, entre otros.
¿Cómo es que todo
esto salió a la luz? El propio Bárcenas lo revela en su última declaración. El
15 de julio explicó que al principio del escándalo voceros del partido le
habían pedido "que hiciese un comunicado negando los hechos y tal, y yo al
principio me resistí, por eso envié un comunicado al residente del partido en
el que le decía que yo no había provocado la situación". Sucede que el
diario El País había publicado los papeles de la contabilidad B, lo que originó
el entuerto. El periódico, tradicionalmente cercano al PSOE, había recibido la
documentación del ex diputado Jorge Trías, al que el diario El Mundo llama como
el "tercer hombre" en la maniobra. Este ex legislador del PP tenía una
profunda amistad con Bárcenas y siempre trató de dejar bien parado a Aznar.
Dicen que porque no quiere perder su relación con la fundación FAES. Como sea,
el ex tesorero le dijo entonces al juez, sin tapujos, que se decidió a prender
el ventilador cuando Trías le llevó los papeles a El País. "Cuando
empezaron los ataques indiscriminados, con todo tipo de improperios contra mí…
yo le digo a mi abogado: Alfonso, tú sabes que los papeles existían porque te
lo conté… la presión que estoy sufriendo en estos momentos es tremenda, algo
tendremos que hacer."
Quizás esta
declaración, que ocupa 190 folios, en una causa que acumula ya más de 5000,
hubiese salido a la luz en forma segmentada y edulcorada, pero entre los
presentes en el juzgado había alguien relacionado con el Observatorio de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) que de alguna manera aún
misteriosa fue enviando información a uno de los directivos de la ONG, el
abogado catalán Jaume Asens, que fue twiteando lo que iba diciendo Bárcenas en
tiempo real. Hasta que le avisaron al juez, quien ordenó detener unos minutos
la declaración y reconvino a los presentes, al tiempo que anunció un proceso
contra Asens, que no estaba en la sala.
En un artículo que
escribió con otro miembro de DESC, el argentino Gerardo Pisarello, Asens
recuerda al premio Nobel de Literatura Elías Canetti, cuando dice que "el
secreto ocupa la médula misma del poder. No se trata sólo de que no haya poder
sin secreto. Es la propia capacidad de decidir qué puede salir a la luz y qué debe
mantenerse en la penumbra la que constituye la esencia del poder."
"No me voy a
declarar culpable porque no lo soy. No voy a dimitir ni convocar a elecciones
anticipadas", replicó Rajoy, luego de mostrarse como víctima de una trampa
tendida por el hombre al que había ascendido a tesorero. "¿Se han pagado
sueldos? –se pregunta Rajoy–. Sí. ¿Se han pagado remuneraciones complementarias
por razón del cargo? Sí. ¿Se han pagado anticipos o suplidos a justificar por
gastos inherentes al desempeño del cargo? También, como en todas partes",
se excusó, horas antes de que el FMI le pidiera que baje los sueldos de todos
los ciudadanos.
Tiempo Argentino
Agosto 3 de 2013
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