Albert Einstein fue seguramente el científico más importante del siglo
XX. Nacido en Alemania en 1879, emigró a Estados Unidos a la llegada del
nazismo. Ganó el Nobel de Física en 1921 por el desarrollo de la Teoría
de la Relatividad. Moriría en Princeton, en 1955, no sin antes haber
protagonizado dos hechos antagónicos perfectamente comprensibles en el
marco de la época que le tocó vivir: impulsó el desarrollo de la bomba
atómica por temor a que los nazis produjeran también semejante
maquinaria destructiva, y cuando comprobó el resultado, devino en
ferviente pacifista y luchador por las libertades y el
internacionalismo.
La Albert Einstein Institution (www.aeinstein.org ) fue fundada en 1983
por Gene Sharp, un estadounidense que hoy tiene 85 años y funge de
teórico de la no violencia. El hombre elaboró en un libro bastante
difundido, De la dictadura a la democracia, una serie de estrategias
para luchar –sin armas– contra regímenes no democráticos, en el contexto
de la estocada final contra el bloque socialista, en la segunda mitad
de los 80.
Según explicó este docente en la Universidad de Massachussetts Dartmout,
la base de su ideario es la filosofía de Mahatma Gandhi. De hecho, su
primer texto fue un estudio de los métodos del líder indio, publicado en
1960. Algún mal pensado como el francés Thierry Meyssan, fundador de la
Red Voltaire, una organización internacional que promueve la libertad
de expresión, encontró que el prólogo de ese opúsculo es de Einstein,
que había muerto cinco años antes.
No es la única minucia que anotó Meyssan en un artículo que publicó en
2005 y donde sostiene que Sharp tuvo mucho que ver con el golpe contra
Hugo Chávez en el año 2002. Y asegura que era visible su influencia en
las manifestaciones contra el líder bolivariano a través de la
dirigencia del movimiento Súmate, dos años más tarde. "Siguiendo una
técnica que ya se ha hecho clásica, estos últimos lanzan acusaciones de
fraude electoral y exigen la salida del presidente. Logran sacar a la
calle a la burguesía de Caracas, pero el apoyo popular al gobierno de
Chávez es demasiado fuerte para permitir que sea derrocado", decía el
analista, que atribuía, por supuesto, el origen de la movida a
operaciones de la CIA y de la administración de George W. Bush.
El hallazgo de Meyssan, con todo, fue la trama que sostenía a esos
movimientos golpistas. Principalmente, el material teórico que aportaba
Sharp (en castellano, "filoso"), abonado por un discípulo de fuste como
Robert L. Helvey. Sincero este último, en el prólogo de su libro Sobre
el conflicto no violento estratégico, reconoce que luego de 30 años de
carrera como oficial de Infantería de Marina, las palabras de Sharp lo
convencieron de que todavía tenía "mucho que aportar" a su país. Sobre
todo en un campo que, como militar, le generaba mucha resistencia. "Mi
percepción de la 'no violencia' había estado influida por la época de
Vietnam (de los)hippies, pacifistas y renuentes al servicio militar",
escribió Helvey. Lo más jugoso se lo reservó para contar el encuentro
con el "gurú" de la Einstein. "De lo que trata la lucha no violenta
estratégica es de apoderarse del poder político o de negárselo a otros.
No se trata de pacifismo, o de creencias religiosas o morales", cuenta
que le dijo.
Sharp contempla 198 formas de luchar contra los gobiernos dictatoriales
en cinco etapas escalonadas. Son lo que hoy día se conocen como "Golpes
Blandos", diseñados en principio para socavar al sistema comunista pero
que se extendieron luego en contra de los gobiernos que no agradan a
Washington. La estrategia parte del desarrollo de matrices de opinión
que puntualizan faltas reales o potenciales del gobierno, promoviendo el
descontento y el malestar con temas que afectan la vida cotidiana,
desde la inflación, la inseguridad, las denuncias de corrupción o la
falta de mercaderías básicas. Luego se pasa a la deslegitimación de las
autoridades, la burla, el escarnio. Más tarde se plantea el fomento de
las movilizaciones callejeras y todo tipo de protestas hasta llegar a la
fractura institucional que facilite la caída del gobierno, o algún tipo
de salida que modifique radicalmente el eje de la disputa.
Van algunas de las perlitas que propone Sharp. Como para sopesar la
cosa, el punto número 1 es "alocuciones públicas"; el 198, "doble
soberanía y gobierno paralelo". En el medio, y numeradas, "premios
satíricos, gestos groseros, perseguir a las autoridades, burlarse de las
autoridades, abandonar la reunión, dar la espalda, retención de la
renta, cierre patronal, boicots económicos, retiro de fondos y de
créditos, paralización económica, rechazo a la designación de
funcionarios, obstaculización y obstrucción, ineficacia deliberada y no
cooperación selectiva por parte de los agentes del orden, saturar los
sistemas administrativos, trabajar sin colaborar".
Cuando el método se aplicó en Birmania o en la Serbia de Slobodan
Milosevic, pasó por una forma de lucha contra la opresión y un canto de
libertad. Pero era demasiado bueno para dejarlo allí, pensó Helvey, y
terminó promocionado para voltear gobiernos progresistas y sobre todo a
los que brotaron en la década en esta parte del mundo. Es lo que
recriminó Meyssan en 2005, pero el propio Chávez recogió el guante en
2007 para denunciar las acciones de la oposición derechista, amparadas
por la estrategia golpista que diseminaba la CIA a través del nativo de
Ohio.
Fue entonces que Sharp contestó mediante dos cartas públicas. Primero,
al francés, a quien le detalló que no recibía dinero de la CIA ni tenía
contactos con el gobierno. Que lo suyo era una contribución
desinteresada en favor del pacifismo en las luchas políticas. Y que le
haría bien (a Meyssan) corregir los errores en el artículo para crecer
como investigador.
Pero también le escribió a Chávez. Le dijo algo parecido en cuanto a su
inocencia política. Y agregó en su defensa que "la acción no violenta es
una técnica para la resolución de los conflictos, al igual que la
guerra militar, el gobierno parlamentario y la guerra de guerrillas.
Esta técnica utiliza métodos psicológicos, sociales, económicos y
políticos, y se ha aplicado para una variedad de objetivos, tanto buenos
como malos". En resumidas cuentas, tal vez le pasó como a Einstein, que
apuró una maquinaria que al fin de cuentas resulta mortal, pero no lo
admite explícitamente.
Al venezolano le recomienda, como para justificar su neutralidad, que
también escribió otro librito, más corto, junto con Bruce Jenkins, El
anti-golpe, donde alecciona a gobiernos democráticos para defenderse de
ataques destituyentes. Todos los textos mencionados se pueden bajar
gratuitamente del sitio de la Albert Einstein Institution con versiones
en varios idiomas. Lo curioso es que The Anti-coup está solo disponible
en inglés y francés. La edición gala cuenta con un prólogo escrito por
el catalán Federico Mayor, donde anota una frase de Adolfo Pérez
Esquivel: "Resistir es el comienzo de la victoria."
Quizás, como protesta Sharp, sólo pretendió hacer un librito pacifista,
pero todo se salió de cauce. Einstein tuvo esa misma sensación, pero ya
era tarde. Mientras tanto, ese material alimenta las usinas golpistas en
todo el mundo y sirve para justificar terapias de shock económico.
Estos días, el periodista español Ignacio Ramonet visitó el país para
presentar su libro de conversaciones con Chávez. Conocedor de la
realidad venezolana, acuñó la frase "golpe en cámara lenta", para
referirse a las presiones que desde la derecha recibe el gobierno de
Nicolás Maduro. Ataques desde la prensa, desabastecimiento, fuga de
divisas, es decir, el método Sharp con todo su filo. La comparación con
el gobierno de Salvador Allende es de cajón, y los archivos
desclasificados de la CIA muestran que cuando los medios hablaban de
torpeza gubernamental, se trataba de operaciones desestabilizadoras
fríamente calculadas.
Por eso preocupa la visión que muestran los medios concentrados sobre la
situación en Venezuela. El mecanismo de la burla y el escarnio, bien de
operación Golpe Blando, se deslizó ramplonamente en un análisis en el
diario Clarín, donde se considera "probable que Ramonet haya creído
encontrar con esas declaraciones (la comparación Maduro-Allende) una
forma de promocionar su último libro, otra larga entrevista esta vez al
fallecido líder bolivariano Hugo Chávez. Pero lo notable es el
despliegue persistente de un mecanismo de fabulación que parece una
marca común de estos gobiernos de autodeclarada fe progresista. Desde
cualquier mirada es incomparable la actual Venezuela con el Chile de
1973."
Sucede que, a esta altura del campeonato como quien dice, hacer esa
comparación es una obligación moral. El olvido o la alegación de
inocencia, en situaciones semejantes, es un pecado de lesa honestidad.
Porque así como van por Venezuela, también vienen a por todos nosotros.
Tiempo Argentino
Noviembre 8 de 2013
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