Intentos de acuerdos duraderos y efectivos en Medio Oriente
hubo varios desde la Guerra de los Seis Días en adelante. La fórmula Tierra por
paz representa una de esas variantes y ya se había utilizado desde 1977 cuando
Israel daba las últimas puntadas para el tratado que desde un año más tarde le garantizó
la frontera sur. Egipto reconoció al
Estado de Israel, que se retiró de Sinaí. A cambio ambos estados recibieron asistencia
económica de los Estados Unidos, algo de mucho peso en El Cairo como se ve
desde entonces.
Los documentos fueron rubricados por el líder egipcio Anuar
el Sadat y el primer ministro israelí Menajem Beguin ante el presidente
estadounidense Jimmy Carter en la residencia de Camp David. Por este logro
Sadat y Beguin fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz de 1978. Tres
años más tarde, Sadat sería asesinado por un grupo de soldados durante una
parada militar en El Cairo en conmemoración de la guerra de 1973 contra el
vecino del norte. La paz es un reclamo masivo, pero son muchos los que
prefieren la guerra.
Esta misma fórmula de Tierra por paz, que implicaría el
reconocimiento mutuo de la existencia de dos estados y también un arreglo
definitivo para la situación en Cisjordania y Gaza, sufrió varios vaivenes desde entonces. Quizás el momento
culminante de todo este proceso fueran los llamados Acuerdos de Oslo, firmados
en Washington en setiembre de 1993 por Abu Mazen (el actual presidente
palestino Mahmud Abbas), en representación de la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP), el canciller israelí Shimon Peres, el Secretario
de Estado Warren Christopher y el titular de Relaciones Exteriores ruso, Andréi
Kozyrev, ante la atenta mirada del líder de la OLP, Yasser Arafat, el Primer
Ministro israelí, Yitzhak Rabin y el presidente de Estados Unidos, Bill
Clinton.
Como fruto de este acuerdo, Arafat se convirtió en jefe de
un gobierno autónomo con autoridad sobre la Franja de Gaza y Cisjordania. Rabin
firmó también un tratado de paz con el rey de Jordania en 1994. El frente
oriental del Jordan, desde entonces, también quedaría protegido bajo este
paraguas diplomático. Arafat, Peres y Rabin recibieron el Nobel de la Paz en
1994. Sin embargo, como ya se dijo, los halcones no se llevan bien con las
palomas y en 1995 Rabin murió asesinado por integrante de la derecha radical
israelí y estudiante de la Universidad Bar Ilán, ferviente opositor la propuesta de ceder territorios a cambio de
paz.
En julio de 2000, otro demócrata, Bill Clinton, convocó a una
nueva cumbre en Camp David, la residencia veraniega de la presidencia
estadounidense, a la que asistieron
Arafat y el primer ministro israelí, Ehud Barak, quien había servido en
las Fuerzas de Defensa de Israel (la denominación de las Fuerzas Armadas)
durante 35 años. Fueron 15 días de conversaciones secretas de las que
trascendieron detalles contrapuestos según las fuentes. Puede afirmarse que el
gobierno israelí ofreció entonces la devolución de la mayor parte de los
territorios de Cisjordania y de Gaza al igual que la soberanía de Jerusalén
Este. Circuló entonces una frase que Barak le habría deslizado a Arafat: “nunca
recibirás algo mejor de Israel”.
Como sea, el premier fue duramente criticado dentro de
Israel por apostar a decisiones y promesas para las que no tenía espaldas
políticas (como quien dice, por ofrecer más de lo que podría en realidad
concretar) y Arafat, que ya había reconocido formalmente la existencia del
Estado de Israel, rechazó la propuesta porque, según entendió leyendo la letra
chica del contrato, lo que le ofrecían era menos de lo que se anunciaba.
Si no fue la mejor oferta para Palestina, posiblemente esa
fuera la mejor que podía entregar un mandatario israelí. Tan es así que desde
que se conocieron los entretelones de aquella oferta, la sociedad israelí vivió
en permanente debate. Las calles se poblaron por meses, según reflejaban las
crónicas, con carteles que decían "Barak destruye Israel" o
"Barak lleva a Israel al suicidio y a la perdición". Desde la otra
vereda respondían con "Busca la paz y persíguela" o "La mayoría
ha optado por la paz", en referencia a los 12 puntos Barak había sacado
sobre el candidato de la derecha, Benjamín Netanyahu. Sin embargo, la controversia
le costaría el gobierno en marzo del 2001.
El escritor israelí Amos Oz decía entonces que "ahora
está claro incluso para los extremistas de ambos bandos que la cuestión no es
quién desaparece primero de aquí, sino cuánto recibirá cada uno. Y ese cuánto
ya se ha reducido a unos pocos kilómetros e incluso varios cientos de metros de
Jerusalén". Oz agregaba en agosto del 2000 –citado por el diario español
El País- que "como es natural, esos últimos metros son los más difíciles y
amargos, porque todos los campos de minas de cien años de guerras, campos de
minas físicos y psicológicos, se concentran ahora en la última porción de
tierra en litigio".
La reflexión final
tiene una vigencia que asombra: "Entre el Mediterráneo y el río Jordán
viven ahora más de ocho millones de seres humanos, y casi todos saben que esta
tierra se va a repartir entre sus dos pueblos. E incluso se va a convertir en
una casa bifamiliar. No hay otro camino ni vuelta atrás". Otro escritor
del que se habló en esta serie de artículos, David Grossman, decía en aquel
momento crucial que "estos días, Israel se dirige desde la parálisis y la
desesperación a lo que tal vez sea su gran oportunidad de salvarse a sí mismo
(…) Si los dos líderes (por Barak y Arafat) reunieran valor y dieran el último
paso -el más difícil de todos- para superar las divergencias, quizá podríamos
empezar a vivir una nueva vida aquí".
Hubo nuevos intentos desde entonces, pero todos con
resultado nulo. Incluso el plan de la Liga Árabe de 2002 que ofrecía
reconocimientos mutuos con Israel y la construcción de relaciones comerciales y
diplomáticas normales entre estados a cambio de “una completa retirada de todos
los territorios ocupados desde 1967, incluyendo los Altos del Golan Sirio hasta
la línea del 4 de Junio de 1967, así como los territorios en el sur del Líbano
que permanecen ocupados; una solución justa al problema de los refugiados
Palestinos de acuerdo con la Resolución 194 de la Asamblea General de las
Naciones Unidas y la aceptación del establecimiento de un Estado Soberano
Independiente Palestino en los territorios palestinos ocupados desde el 4 de
Junio de 1967 en la franja de Gaza y Cisjordania, con Jerusalén Oriental como
capital”.
Lo que siguió fue otra historia en que las diferencias se
fueron profundizando a medida que se radicalizaron las posiciones. Israel se
retiro de Gaza en 2005. El pequeño territorio gazatí está virtualmente cercado
por tierra y por mar tanto por Israel como por Egipto. Es conocido que se
construyeron túneles por donde traspasan mercaderías que de otro modo deben atravesar
los pasos controlados por Israel. Por otro lado, Israel autoriza la construcción de nuevas viviendas en asentamientos en los territorios ocupados. Hamas tomó el poder en 2007 y eso fue
suficiente argumento para que desde el otro lado agudizaran los resquemores: Hamas
arroja cohetes y en Israel construyeron un formidable sistema de intercepción
que evita que lleguen a su objetivo. Las desventuras del millón y medio de
pobladores de Gaza escandalizó hasta un acérrimo representante de la derecha
más furiosa como el escritor peruano Vargas Llosa, sin mencionar a una gran
cantidad de israelíes que apuestan por la paz.
El argentino Patricio Brodsky, sociólogo y docente en la
UBA, computa en un trabajo reciente publicado en el sitio Pagina Popular que
desde 1948 “la cantidad total de víctimas del conflicto son unos 15.000
israelíes y 105.000 árabes (árabes de distintas nacionalidades caídos en
guerras, muertos por bombardeos israelíes …) una relación de 7 árabes por cada
israelí muerto”. Las cifras de los últimos operativos son dramáticamente
superiores y durante la operación "Plomo fundido", que pretendía
terminar definitivamente con el lanzamiento de cohetes desde Gaza, entre
diciembre de 2008 y enero de 2009, el número de muertos fue 1.400 palestinos
(en su mayoría civiles) y 13 israelíes. Esa misma desproporción es la que
cuestionan en este nuevo operativo tanto organismos internacionales como
distintos gobiernos, que rechazan todo tipo de acciones terroristas pero al
mismo tiempo señalan la diferencia entre un grupos como Hamas y el poderío del ejercito
tal vez mejor entrenado y pertrechado del mundo.
Continuará con los siguientes temas:
- La vida en Gaza
-¿Es aceptable el argumento de los escudos humanos?
-El modelo boliviano y Nelson Mandela como ejemplos de
integración
Julio 29 de 2014
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