La andanada de críticas que despertó la incursión rusa, que
según su versión de los hechos se descargó sobre objetivos de Estado Islámico y
grupos opositores a Bashar al Assad, no se hizo esperar. En primer lugar desde
los medios, que denunciaron que se había bombardeado sobre población
civil. Desde el gobierno de Obama
señalan con insistencia en que no queda claro hacia adónde apunta la metralla
de Moscú, dejando la sospecha de que incluso solo se descargó la metralla
contra grupos opositores indiscriminadamente.
El presidente ruso detalló que fue de un "ataque
preventivo", una respuesta a tono con el concepto aplicado por el ex
presidente George W. Bush luego del 11S, y salió luego a explicar que se trató
de una veintena de incursiones contra un centro de mando yihadista y un puñado
de depósitos de municiones. De paso, se vio en la obligación de desmentir la
información que circulaba a esa altura en los centros del poder mundial.
"Las primeras versiones sobre bajas civiles se produjeron antes de que
despegaran nuestros jets".
Más allá de la veracidad de denuncias y desmentidas, era de
esperarse que cualquier ataque ruso iba a despertar críticas de toda calaña.
Desde que comenzó la llamada Primavera Árabe, la región se convirtió en un
hervidero. Como corolario, se produjeron cambios irreversibles en medio de una
inestabilidad ya crónica, azuzada por la intervención directa o indirecta de
las potencias europeas y organismos vinculados a los servicios de inteligencia
de Estados Unidos.
De allí que lo que para algunos fue la esperanza de extender
procesos democráticos en países que venían padeciendo dictaduras por décadas,
terminó en la destrucción de instituciones políticas, sociales y políticas y su
secuela de miles de muertos en guerras civiles. En ese marco agencias
occidentales financiaron el crecimiento de grupos opositores a los regímenes
que finalmente fueron destituidos. Pero en el caso concreto de Estado Islámico
(EI), Isis o Daesh, según la
denominación que se prefiera para los yihadistas, se fueron sumando sectores
más radicalizados de la sociedad en esa aventura salvaje y demencial.
En su discurso en la Asamblea General de la ONU, primero en
diez años, Putin reclamó una amplia coalición para "afrontar los problemas
que enfrentamos todos, de acuerdo con la ley internacional". Recordó, en
esa ocasión, que hace 70 años una alianza había dejado de lado contradicciones
mayores que las actuales –eran los tiempos de FD Roosevelt y Stalin, por poner
dos ejemplos- para unirse para derrotar a Adolf Hitler. Comparó en el estrado
de la ONU a los nazis con los grupos islamistas radicalizados en su "odio
contra la Humanidad", y destacó que "los países musulmanes tienen que
jugar un papel clave en la coalición, más aún porque el EI no sólo representa
una amenaza directa contra ellos, sino que además ataca a una de las mayores
religiones del mundo por sus métodos sangrientos".
Luego agregó: "En lugar del triunfo de la democracia y
el progreso, hemos conseguido violencia, pobreza y desastre social. Y nadie se
preocupa por los Derechos Humanos, incluyendo el derecho a la vida".
Putin ya había establecido contacto con las autoridades de
Irak e Irán para, junto con representantes del gobierno sirio, crear un centro
de información en Bagdad para analizar la situación. Las potencias europeas
están tratando de encontrar canales de diálogo para resolver la cuestión por la
vía diplomática. Se miran en el espejo del acuerdo nuclear con Irán de los
cinco miembros del Consejo Permanente de Seguridad de la ONU más Alemania.
Consultados por la agencia The Associated Press, fuentes europeas revelaron que
buscan una mesa en la que ingresen además de Gran Bretaña, Francia y Alemania,
Rusia, China, Irán, Arabia Saudita y Turquía. Normalmente Estados Unidos es
reacio a aceptar esas vías políticas cuando no puede mantener las riendas de la
negociación, como parece ser el caso.
Por lo pronto, el secretario de Estado John Kerry se reunió
de urgencia el miércoles con el canciller Sergei Lavrov en una oficina de la
ONU. Al término del encuentro dijeron que habían acordado coordinar las
acciones entre los jefes militares. Kerry y Lavrov, dicen quienes los conocen,
tienen una "buena vibra" y hablan sin tapujos entre ellos. Pero de
allí a que planteen en público el alcance de sus controversias hay un trecho
muy largo.
Lo que divide profundamente a Estados Unidos y sus aliados
de Rusia y Siria –y es un dato público- es que todos plantean como salida para
la guerra civil en ese país establecer un gobierno de transición. Solo que para
los "occidentales" ese régimen debería ser con Al Assad afuera del
gobierno mientras que para los rusos, el
actual mandatario debe ser garantía de cualquier acuerdo futuro. Y adentro.
No sería fácil para Putin "traicionar" a un socio
de años, cuya familia mantiene lazos con Moscú desde la época de la Guerra Fría
a través del padre del presidente, Hafez al Assad, quien gobernó hasta su
muerte en el año 2000. En 1971 se construyó la base militar de Tartus, que es
la única de la época soviética que Rusia mantiene fuera de su territorio, en el
Mediterráneo. La otra gran base, desde la cual controla el mar Negro, es la de
Sebastopol, en Crimea, la península que recuperó el año pasado tras al derrocamiento
de Viktor Yanukovich.
En todo caso, si algo le podrían criticar a Putin sus más
cercanos es no haber decidido la incursión mucho antes, cuando era obvio que
las fuerzas occidentales no iban a cejar en su intento de sacar del poder a Al
Assad y que para ello habían apoyado a grupos opositores con armas,
entrenamiento y dinero. Para entonces, avanzado el año 2011, Putin ya le había
dicho a Obama que no pensaba dejar en la cuneta a Al Assad y mucho menos
abandonar su base militar.
Juntos acordaron en 2013 el desmantelamiento del arsenal
químico de Al Assad, que había sido acusado de utilizar ese tipo de armamento
prohibido contra sus enemigos. El gobernante también está acusado de llevar a
cabo una matanza de opositores. En tal sentido, la Justicia de Francia abrió en
estos días un proceso por "crímenes de guerra" contra el gobernante.
La fiscalía de París analizó miles de fotografías de unas 11 mil víctimas de
asesinatos y torturas entre 2011 y 2013, destacaron los medios galos.
Es cierto que el riesgo de los bombardeos rusos es que la
situación se desmadre, de allí la preocupación de Kerry. Buscaba con
Lavrov algún tipo de conexión para que,
en primer lugar, no se terminen atacando entre los intervinientes, que no sería
exactamente "fuego amigo" pero tampoco son dos sectores enfrentados
militarmente. El peligro de atacar población civil también es alto. Pero si es
por eso, este martes sin ir más lejos más de 130 civiles perdieron la vida en
el distrito yemenita de Taez cuando aviones de la coalición que lidera Arabia
Saudita lanzaron su cargamento mortal contra los invitados a un casamiento,
según confirmaron autoridades de Yemen.
No es la primera vez que sucede en la región, con
protagonistas diversos. Nada garantiza que algo así no ocurra en Siria para
embarrar aún más esa cancha de por sí difícil.
Tiempo Argentino
Octubre 2 de 2015
Ilustró Sócrates
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