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viernes

Obama, un Nobel entre el humo de la metralla

"Parte de nuestro desafío es reconciliar estos dos hechos aparentemente irreconciliables: que la guerra a veces es necesaria y que la guerra es, de cierta manera, una expresión de desatino humano." La frase resonó en el soberbio edificio de la municipalidad de Oslo, la capital de Noruega. Fue hace cinco años, el 10 de diciembre de 2009, y el que hablaba era el presidente Barack Obama, que había asumido el cargo once meses antes y era todavía una promesa de cambio al punto que le estaban entregando el Premio Nobel de la Paz. Fue más claro aun ese día, como para que ahora nadie se escandalice por lo que hizo desde entonces: "Los instrumentos de la guerra tienen un papel en mantener la paz."
La administración de Obama recomenzó en estos meses una escalada belicista que, muchos creyeron, venía para clausurar un lustro atrás. La enumeración puede resultar redundante, pero los conflictos más candentes sin duda están en el Medio Oriente y Ucrania. Y los ejes para entender lo que ocurre llevan al petróleo –como siempre– y a la geopolítica. Y ambos aspectos se dan la mano en este aniversario del Nobel a Obama.
El presidente Vladimir Putin, en su discurso sobre "el estado de la Nación", avisó ayer que "Rusia no se doblegará ante las presiones de Occidente". El mismo día que un ataque en Chechenia dejaba 20 muertos y el oro negro amenazaba con nuevas bajas, el presidente insistió: "O somos soberanos, o nos disolveremos en el mundo. Y, por supuesto, otras naciones deben entenderlo también."
Cuando el mandatario frenó el ansia de Obama por derrocar al presidente sirio Bachar al Assad, los europeos tuvieron la sensación de que el viejo Oso Ruso volvía a ser una amenaza.
Cierta o no, esa imagen llenó publicaciones académicas, mesas de estrategia y la fantasmagoría popular en los últimos tres siglos, desde el zarismo. Luego el Oso fue rojo y comunista. Pero a la caída de la Unión Soviética, por unos años el plantígrado parecía apaciguado. Fue en ese marco que la Unión Europea y la OTAN, la alianza militar que encabeza Estados Unidos, fueron avanzando hacia territorios de la ex órbita socialista.
Hasta que un día, Putin avisó que los rusos querían volver a ser considerados como potencia. La crisis ucraniana tiene mucho que ver con el intento europeo de marcarle la cancha. La respuesta fue la recuperación de Crimea, un símbolo nacional para los rusos, como ayer recordó Putin. El resto es historia actual: el este de Ucrania quiere anexionarse a la Federación, mientras que el oeste está cada vez más inclinado hacia Europa.
La penúltima jugada de Kiev fue elegir a mediados de año como presidente a un empresario de la industria de la golosina, Petro Poroshenko. Esta semana, el gobierno del "Rey del chocolate", como se lo conoce, designó un nuevo Gabinete con el declarado objetivo de acercarse más a la UE. Para lo cual debió nacionalizar de urgencia a tres extranjeros. Como si fuera poco, que habían trabajado para otros gobiernos. Si se tratara de seleccionados de fútbol, la FIFA los hubiera descalificado: ningún jugador puede integrar equipos de dos nacionalidades distintas.
Natalie Jaresko es hija de ucranianos que emigraron a Estados Unidos. Hizo carrera en el Departamento de Estado tras recibirse en la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard y luego en Chicago. En la actividad privada fue miembro del staff del Western NIS Enterprise Fund y después fundó Horizon Capital, otro fondo de inversiones. Como diplomática, formó parte de la embajada estadounidense en Kiev, donde se mudó definitivamente en 1992, y apoyó con todos los recursos a la Revolución Naranja. Luego encontraría conchabo en el gobierno del luego derrocado Viktor Yushchenko. Ahora estará al frente de la cartera de Finanzas.
En Economía fue nombrado Aivaras Abromavicius. Nacido en Vilna, Lituania, el hombre está casado con una ucraniana y se autodefine como un patriota de la tierra de su esposa. Fue socio y gestor de fondos en East Capital, el más grande de Ucrania. Como quiera que sea, Jaresko y Abromavicius tienen residencia desde hace años en ese país. El caso más complicado de explicar para cualquier ley de residencia es el del nuevo titular de Salud. Aleksandr Kvitashvili nació en Georgia, donde ocupó el mismo cargo entre 2008 y 2010 con el entonces presidente Mijail Saakashvili. En su CV presenta graduación en la Universidad de Tbilisi y en la Robert Wagner de Nueva York. Los tres tuvieron que renunciar a sus anteriores ciudadanías para tomar el cargo, pero no se les exigió saber el idioma, como es de práctica en cualquier país del mundo. Es que Kvitashvili, aunque asegura amar a ese país,  no habla una palabra de ucraniano.
Mientras tanto en Estados Unidos, el gobierno anunciaba la postulación de Ashton Carter como nuevo secretario de Defensa para remplazar al republicano Chuck Hagel. Se dijo que Hagel se iba por su oposición a la estrategia de la administración demócrata sobre Irak y Afganistán. El analista Philip Giraldi, un ex CIA especializado en contraterrorismo que ahora es columnista televisivo, sostiene que Hagel –que participó en la guerra de Vietnam– "sabe lo que es la guerra" y por lo tanto no tiene como primera opción a la respuesta militar. Cosa que no ocurre "con el círculo íntimo de Obama", todos ellos académicos de hogares privilegiados cuyos "hijos no van a estar muriendo en algún agujero del infierno" y para los cuales el humo de la metralla "es una completa abstracción".
Carter, egresado también de la Escuela Kennedy de Harvard, fue socio senior en Global Technology Partners, una consultora integrada por ex oficiales del Pentágono que se dedica a asesorar en cuestiones de defensa e inversiones aeroespaciales, y tuvo contrato con Goldman Sachs, el mayor de los bancos de inversiones del mundo. En el gobierno de Bill Clinton fue secretario adjunto de Defensa.
La elección de Obama representa un mentís a su Premio Nobel, porque es volver a los representantes del aparto militar industrial que, por lógica, necesita alimentar sus ingresos mediante la guerra. Pero además es gente que aprovecha ese sistema que el uruguayo Eduardo Galeano considera uno de los mayores inventos actuales, la puerta giratoria.
"Robert McNamara encabezó la empresa Ford, donde hizo lo que pudo contra la naturaleza y contra los peatones distraídos, hasta que un giro de puerta lo lanzó a dirigir la matanza de Vietnam, durante unos cuantos años, y culminó su carrera exterminando países desde el Banco Mundial; Donald Rumsfeld fue jefe de gabinete del gobierno de los Estados Unidos, desde allí la puerta giratoria lo arrojó a una fábrica de Monsanto, la serial killer multinacional, donde legalizó venenos que habían sido prohibidos, hasta que la puerta giró nuevamente y apareció conduciendo la guerra de conquista del petróleo de Irak; Dick Cheney encabezó el Pentágono en el gobierno de Bush Padre y regaló jugosos contratos militares a su empresa Halliburton, y de ahí pasó al gobierno de Bush hijo, donde se ocupó de la demolición y la reconstrucción de Irak en beneficio de Halliburton, siempre en el centro de su generoso corazón."
Como frutilla del postre, los ministros de Relaciones Exteriores de los 28 países de la OTAN votaron el miércoles la creación de una nueva fuerza de acción rápida destinada a intervenir en Ucrania. "Es el mayor fortalecimiento de nuestra defensa común desde el fin de la Guerra Fría", reveló sin recelos el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
El petróleo, en tanto, se mantenía a la baja. En 1971 Richard Nixon dejó de lado la convertibilidad con el oro y para sostener al dólar como moneda como reserva internacional, acordó con los países árabes –especialmente Arabia Saudita– que la venta de petróleo se haga "en verdes". A cambio, garantizó protección militar y política.
Ahora, Arabia lideró el rechazo de la OPEP al planteo venezolano de reducir la producción para incrementar el precio del crudo. La mayor producción mundial, dicen los expertos, se debe a la extracción de esquistos en Estados Unidos mediante el fracking. Desde la ocupación de Irak y Libia, dos grandes productores de la OPEP, el negocio es más controlable para los grandes centros de poder. Por otro lado, el grupo Estado Islámico, que ocupó zonas de explotación en la región, lo vende a precio vil al mercado europeo, alertó el jefe del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), Alexánder Bórtnikov, en un foro en Kazajstan. La baja de precios amenaza a las economías de Venezuela y Rusia, en primer lugar. El rublo ya sufrió las consecuencias y Putin no lo ignora. En Oslo, Obama no había hablado de ese asunto, pero también esta puede ser una amenaza de males mayores.

Tiempo Argentino
Diciembre 5 de 2014
Ilustró Socrates


lunes

Las luchas por la autonomía

La sorpresa por la presentación de las nuevas camisetas del Barcelona, con la imagen de Messi, Iniesta y Puyol luciendo casi desafiantes la casaca suplente con los colores de la bandera catalana, apareció opacada por los dos atentados que pusieron nuevamente sobre el tapete el problema checheno: las explosiones en el maratón de Boston, que causaron la muerte de tres personas, y la de un coche bomba en la capital de Daguestán, que dejó un saldo de ocho víctimas fatales. En ambos casos sobrevoló el fantasma de grupos separatistas de la república, ex integrante de la URSS que buscan alejar a Chechenia de la influencia de Moscú mediante métodos cruentos. Otra pizca de independentismo sobre vuela Escocia, donde se programó un referendo para el año 2014 con anuencia del primer ministro David Cameron. Los ejemplos son tres de las decenas que pueden computarse con algunas características más o menos comunes: son regiones con una fuerte impronta cultural y lingüística insertas en un marco nacional al que grandes capas de la ciudadanía rechaza en busca de autonomías plenas.
El caso catalán tiene hondas raíces en la historia española. En 2014 se cumplirán 300 años de la Guerra de Sucesión en España, cuando la casa de los Borbones ganó a la austríaca de los Habsburgo el trono madrileño y el 11 de setiembre de 1714 Barcelona cayó en manos de la muy centralista y absolutista casa real de origen francés. La Guerra Civil (1936-1939) encontró nuevamente a Cataluña como uno de los centros de la lucha contra el centralismo, junto con el País Vasco. No por casualidad, los pactos de La Moncloa de 1977, tras la muerte del dictador Francisco Franco y la entronización de otro Borbón, Juan Carlos, consolidaron una monarquía parlamentaria en la que los catalanes y otros pueblos de fuerte nacionalismo como los vascos y los gallegos, pasaron a gozar de una amplia autonomía.
Puede decirse que durante el período de crecimiento de España, tras su ingreso a la Unión Europea y la expansión hacia América Latina de los 90, todo marchaba relativamente bien, salvo las incursiones de ETA, que sin embargo no alcanzaron para hacer temblar el orden establecido, al punto que el año pasado propusieron el fin de la lucha armada para incorporarse a la vida política.
Al estallar la crisis financiera, que en la península golpeó como en ningún otro lado por el modo en que la economía se había basado en la burbuja inmobiliaria, los catalanes comenzaron a desarrollar cada vez con mayor empuje la idea de la independencia. Un poco, porque el centralismo ya no es tan atractivo y otro poco, porque las cuentas reflejan que el aporte de la región a las arcas del país es bastante mayor en términos impositivos que el que reciben como servicios.


El color del dinero
Ciertamente, Cataluña es una de las regiones más prósperas de España y el hecho de formar parte de un colectivo la obliga a colaborar para el desarrollo de otras zonas menos favorecidas. Cosa que en tiempos de vacas gordas tal vez no cuente demasiado, pero cuando el cinturón aprieta resulta irritante para grandes capas de la sociedad. Fue así que el 11 de setiembre de 2012, durante la celebración de la Diada de Cataluña, más de un millón de personas salieron a las calles a pedir por la independencia. Una cifra impresionante si se repara en que la región no tiene mucho más de 7 millones de habitantes. Desde entonces, el independentismo viene creciendo fuerte entre las autoridades –que, bueno es decirlo, son las mismas que antes de la marcha de setiembre en Barcelona– y se promueve un referendo para el año próximo. Madrid tampoco ayuda demasiado y además de mensajes bastante autoritarios del gobierno de Mariano Rajoy, aprobó una ley de educación que limita la enseñanza del idioma catalán en las escuelas públicas que no hizo sino irritar aún más al sentimiento nacional.
El caso escocés tiene otras vertientes pero también hay un contenido económico aparte de cualquier otra consideración cultural. Porque a diferencia de los borbones, la casa real británica otorgó ciertas libertades a sus nacionalidades que, salvo en el caso de los irlandeses, lograron por mucho tiempo calmar ansiedades. Una acción mínima, pero de alto valor simbólico, es que tanto escoceses como galeses e ingleses van con sus propios equipos a los campeonatos mundiales de fútbol y rugby. Así y todo, el descubrimiento de petróleo en el Mar del Norte a principios de los 80, puso a los escoceses de cara a la posibilidad de pensar un futuro más beneficioso sin tener que compartir la enorme riqueza con el resto del Reino Unido. «Es el petróleo de Escocia» es uno de los eslóganes más contundentes al que recurren los nacionalistas. Lo aplicó el ministro principal escocés, Alex Salmond, para llegar al poder y lo usa aún para negociar con Cameron los términos del referendo que se hará en 2014.


Olor a petróleo
Pero algunos estudios encargados a un grupo de especialistas no son tan optimistas sobre el futuro de Escocia fuera del amparo de la reina Isabel II. Un informe elaborado por un equipo del que formó parte el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz determinó que la secesión es viable, siempre y cuando mantenga como moneda la libra esterlina y no dé el salto al euro en el que pensaban los secesionistas. También el Banco de Inglaterra debería seguir siendo el prestamista de última instancia para ese nuevo país. Entre las propuestas de los expertos contratados por Salmond figura también la creación de un «fondo de estabilidad» para gestionar los ingresos del petróleo del Mar del Norte, que la nueva nación pasaría a controlar en más de un 95%.
También tuvo olor a petróleo la separación de Sudán del Sur, formalizada el 9 de julio de 2011 luego de varias décadas de guerra civil por el control de las ricas regiones del sur sudanés. Tras miles de muertos, los líderes de la Unión Africana lograron convencer al sudanés Omar Hasan Ahmad al-Bashir, acusado de crímenes de lesa humanidad durante el conflicto en Darfur, de que una autonomía del sur descomprimiría una situación bélica estancada que no iba a tener fin. Así fue que en los primeros días de 2011 se realizó un referendo que dio como resultado una casi unanimidad en favor de la creación del Estado número 194 de la Organización de Naciones Unidas.
La ONU, en tanto, tiene un problema de difícil solución en los Balcanes, la región europea donde la última de las guerras civiles europeas –y una de las más violentas– dejó un mosaico de nuevos países tras la caída del comunismo en Yugoslavia. Una de esas naciones, Serbia, considera que Kosovo es una provincia autónoma dentro de su propio territorio, según estableció en su Constitución y según mantiene la Resolución 1.244 del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, al cabo de otra guerra civil, desde 1999 el territorio está a cargo de la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo y de la OTAN.
En febrero de 2008, Kosovo se declaró independiente con la anuencia de Estados Unidos y la mayoría de los países de la Unión Europea. La República de Kosovo es reconocida por 98 de los 194 países de la ONU y entre los que se niegan a la secesión aparecen, por supuesto, Serbia, pero también Rusia, China, España y la abrumadora mayoría de los países latinoamericanos.
La negativa española se justifica alegando que aceptar la independencia de Kosovo implicaría tolerar la de Cataluña o el País Vasco. Los chinos tienen su propia complicación en Tibet, una región que goza de autonomía pero busca la independencia desde hace más de 60 años. En Moscú, desde la caída de la Unión Soviética, padecieron una sangría de territorios, entre ellos los países bálticos, Bielorrusia, Ucrania y Georgia, y quieren parar ahí.
Chechenia volvió a ser noticia cuando los hermanos Tsarnaev fueron acusados de haber colocado dos ollas a presión repletas de explosivos cerca de la meta del maratón bostoniano. De una familia originaria de Chechenia, los jóvenes nacieron en Daguestán y fueron criados en Estados Unidos. Según el FBI, el atentado tiene raíz en el fundamentalismo islámico (una venganza por la intervención de tropas estadounidenses en Afganistán e Irak contra el pueblo musulmán, dijeron). Sin embargo, investigaciones periodísticas revelaron que Tamerlán Tsarnaev, el que cayó baleado por la policía, había tenido encuentros en el Cáucaso norte con grupos radicalizados independentistas de Chechenia. Los mismos que hace unos días habrían hecho estallar un coche bomba en aquella ciudad en Makhachkala, la capital daguestaní.


La vía armada
De un modo dramático, Irlanda del Norte padeció durante décadas el azote de la represión del gobierno central británico y el crecimiento de grupos armados como el Ejército Republicano Irlandés (IRA). La respuesta de los grupos paramilitares GAL en España para combatir a la ETA tuvo una orientación similar.
Sin la misma violencia pero con un grado equiparable de insistencia, varios grupos culturales reclaman mayores dosis de autonomía, cuando no la independencia, en otros países europeos. Piensan en algo similar a lo que pudieron lograr, amigablemente, checos y eslovacos en lo que se llamó un «divorcio de terciopelo» en 1993. La Liga del Norte, en Italia, reclama la secesión de la Padania rica e industrializada para no seguir sosteniendo con sus impuestos al sur «pobre y atrasado». Como sucede con catalanes y vascos, hay en este reclamo un fuerte componente de egoísmo federal, aunque en el caso italiano se le agrega una cuota de racismo para nada desdeñable. Son, por lo demás, el ala derecha de la alianza que sostuvo a Silvio Berlusconi en el gobierno.
En Francia, el nacionalismo tiene varias vertientes, algunas vinculadas con España, como la región vasca del noroeste o al sur, en Rosellon, que sería parte de una Gran Cataluña. También ensayan versiones localistas los bretones, donde se propone la igualdad de las lenguas nativas con el francés y un rescate del folklore y los símbolos regionales. Algo similar ocurre en Córcega, la tierra natal de Napoleón. Más drástico, el amplio sur galo reclama la creación del Estado de Occitania, junto con Mónaco y algunos territorios de España (Valle de Arán) e Italia (Valles Occitanos, cerca de Turin).
Un caso particular es el de Canadá, donde la provincia franco hablante de Quebec ya hizo dos referendos para declararse independiente. Pero los secesionistas no tuvieron éxito y siguen bajo el amparo de la corona británica.


Revista Acción
Junio 15 de 2013