viernes

El Juego de los Tronos no es para cualquiera

Como en Juego de Tronos, nosotros mismos enfrentamos una situación de una complejidad política incomparable, y especialmente sentimos la imperiosa urgencia de tener que hacer algo para cambiar este desastre y empezar a hacerlo ya. Por cada segundo que pasa sin que aspiremos a democratizar los lugares donde se decide lo importante, aumenta sin cesar el enriquecimiento privado ilegítimo y el sufrimiento gratuito de la gente corriente. Democratizar es sencillamente devolver a las personas la capacidad para decidir sobre sus propias vidas, una capacidad que nos ha sido robada y debe ser restituida."
La frase corresponde a un adelanto del libro que Pablo Iglesias acaba de compilar bajo el título Ganar o morir. Lecciones políticas en Juego de Tronos, la serie que hace furor desde hace algunos años, basada en las novelas del estadounidense George R. R. Martin y que detalla las impiadosas guerras dinásticas entre las familias "principales" por el control del poder en el continente de Poniente.
Iglesias se catapultó como líder de un sector en España que reniega de los partidos que gobernaron el país desde el retorno democrático –socialistas y "populares"– a los que acusa de comandar un sistema de castas que se reparten los cargos y lucran para sus propios bolsillos a espaldas del pueblo. Con esa crítica furibunda a lo que llama el "Régimen de 1978" llegó al Parlamento europeo en mayo pasado y aspira a construir una nueva opción para alcanzar La Moncloa más temprano que tarde.
En estos días, la realidad no hizo más que corroborar los argumentos de Iglesias y del partido que pergeñó, Podemos. Es que el gobierno de Mariano Rajoy sacó a subasta el Catalunya Banc, la ex Caixa Catalunya quebrada en 2011 y a la que el estado le inyectó fondos por 12,6 mil millones de euros para que no se fuera a pique definitivamente. Con el argumento de que "nada de lo que deba ser privado quedará en manos del Estado", como dijera algún ex funcionario menemista, se sacó a la venta el paquete nacionalizado. ¿La mejor oferta? Del BBVA, que prometió 1100 millones de euros, bastante más que sus competidores inmediatos pero muy por debajo de los 2500 millones de patrimonio neto que mantiene la entidad. Con lo cual la sociedad española pierde 11,6 mil millones, el equivalente a los recortes en sanidad y educación que forzó el PP para reducir el déficit presupuestario.
El problema financiero no se reduce sólo a España, ya que por estas horas el dueño de un banco portugués fue detenido en el marco de una investigación por blanqueo de capitales. Ricardo Salgado dirigió el banco Espirito Santo –por la familia propietaria– en los últimos 22 años y aparece en medio del escándalo por el giro de fondos provenientes de la institución hacia negocios oscuros tanto en Portugal como en Estados Unidos. Para evitar una corrida, las autoridades económicas habían decretado hace diez días un corralito para sus clientes.
Ese nuevo escenario que reclama Iglesias para España es el mismo por el que los países de esta parte del mundo bregan, con suerte dispar, desde hace diez años. La creación de instancias paralelas y hasta opuestas a los organismos que desde el fin de la Segunda Guerra mundial vienen gobernando el planeta tuvo un notorio avance desde la llegada de Hugo Chávez, Lula da Silva y Néstor Kirchner al poder, a principios del milenio.
La derecha regional, que para sobrevivir no tiene otra que alinearse con los "poderes constituidos" –léase el establishment proestadounidense– intenta por todos los medios poner freno a estos avances. Lo logró en parte con la creación de la Alianza del Pacífico. Pero se le escapa con la Unasur, Celac y también con los BRICS, que tienen una pata asentada en Brasil. Un golpe fuerte contra la unidad fue el derrocamiento del paraguayo Fernando Lugo. Y otro muy poderoso, de consecuencias aún impredecibles, es la arremetida de los fondos buitres contra Argentina en tribunales neoyorquinos. Un juicio punitivo contra la rebeldía de una nación que se opone a los poderes establecidos. Con lo que despierta afinidades y simpatías muy proclives a fomentar esos nuevos escenarios de los que se hablaba.
Es interesante detectar a quiénes incomoda la posición que sostiene el gobierno argentino, sobre todo fronteras adentro. Más allá de que algunos puedan ser socios locales de los buitres, lo que les preocupa no es tanto una cuestión de plata –si esperaron una década para llegar hasta acá bien pueden aguardar otros diez años– sino de obediencia a la ley dictada por el amo. Fue claro el semanario británico The Economist al comparar a la Argentina con el uruguayo Luis Suárez. A ambos los acusan de no querer respetar las reglas. La cuestión es ¿reglas dictadas por quién y en qué contexto? De eso se trata el Juego de los Tronos.
La que fue más clara quizás haya sido la diputada Elisa Carrió. Luego de protestar ante la posibilidad de caer en default, la chaqueña despotricó contra la "malvinización" de la pelea con los holdouts. Según su óptica, la Argentina debería mostrarse sumisa a los cánones para lograr mejores condiciones, algo que la realidad desde el menemato a esta parte se demostró falso de toda falsedad.  
Se entiende que la ex radical tenga prurito en formar parte de un país al que se pueda abochornar por ser un deudor. Que incluso se avergüence de que los argentinos seamos de lo peor de la cuadra por la supuesta despreocupación de funcionarios y consejeros ante semejante catástrofe."
Pero si estos pudorosos críticos buscaran información histórica descubrirían que ningún país estuvo a salvo de crisis como la que asolaron Argentina en el 2001 –y sus consecuencias actuales– y que además, el país ni siquiera es el que más veces pasó por crisis financieras de esta magnitud.
Así lo refleja una producción de la  BBC firmada por Mark Sietz con el explícito título de "¿Cuáles son los peores deudores de la historia?" En esta lista figura en primer lugar España, con 14 defaults, seguida por Venezuela, Ecuador con 11 y, Brasil con 10. Entre los peores que la Argentina, que computa siete reestructuraciones, están Francia, Alemania, México y Chile, entre otros. Con siete "convocatorias de acreedores" figuran también Portugal, Colombia y Uruguay, mientras que Estados Unidos, Rusia y Grecia aparecen con seis, junto con el desaparecido imperio austrohúngaro.                 
Podría recordarse que a las crisis de Alemania se les suma la situación de Prusia, Hesse, Schleswig-Holstein y Westfalia, que se integraron al Reich a fines del siglo XIX. Por otro lado, Berlín  terminó de pagar las indemnizaciones de la Primera Guerra Mundial, establecidas en el tratado de Versailles, el 3 de octubre de 2010. Cierto que esa es otra historia. Pero por lo que parece, para Lilita Carrió mantiene su vigencia, porque la legisladora arremetió contra la visita del presidente ruso Vladimir Putin, a quien califica como "el más perverso de los líderes mundiales" y lo acusó de estar desarrollando "una estrategia de dominación de todo Occidente". Es que, para Carrió, "volver a cometer el error de la segunda guerra sería trágico, hoy debemos conducir a la Argentina a la paz".
Para la derecha gorila, la única explicación para la pérdida de influencia del país desde la década del 40 sería el persistente populismo peronista pero, sobre todo, haber mantenido la neutralidad  con la Alemania nazi, lo que según esta visión del mundo, hizo perder los favores del imperio, que desde entonces apoya el desarrollo del Brasil, que envió un batallón para combatir en Europa. Algo así piensa la derecha brasileña, que ya prometió en boca de dos de sus candidatos, Eduardo Campos y Aécio Neves, que en caso de ganar las elecciones de octubre romperán con el "eje Mercosur-Unasur" para acercarse a la AP.
"Podemos elegirnos a nosotros mismos como buenos al modo de Ned Stark (el Señor de Invernalia en la serie, según describe Iglesias), o como la Khaleesi (Daenerys Targaryen, la heredera de la Casa Targaryen en busca recuperar el trono perdido), podemos aspirar a que todos puedan tener una vida que merezca la pena ser vivida."
De eso se trata.

Tiempo Argentino
Julio 25 de 2014

El banco de los BRICS en combate contra el dólar

Las esperanzas que despertó la cumbre de BRICS en Fortaleza fueron, para algunos medios locales, mayores que las realidades que se podían concretar en la primera participación argentina en ese foro exclusivo. Se juntaban dos escenarios particularmente complicados: por un lado, la crisis con los fondos buitre que jaquea a la Argentina en un momento crítico. Pero paralelamente son muchos los que ansían desde hace décadas la construcción de un poder que contrapese la asfixiante expansión de Estados Unidos hacia todos los rincones del mundo tras la caída de la Unión Soviética a inicios de la década del '90.
Esta vez se unieron el deseo y la necesidad de este lado del Plata de lograr apoyos en su pelea de fondo en la Corte de Griesa y la expectativa de poder ingresar a BRICS para potenciar la voluntad de un desarrollo autónomo. Sin embargo, no es eso lo que fue a buscar Cristina Fernández y tampoco es eso lo que le estaban ofreciendo cuando recibió la invitación al encuentro de los presidentes en la ciudad brasileña.
BRICS es una construcción de los principales países emergentes, los que están destinados, según las especulaciones más sensatas, a liderar el mundo del siglo XXI. Cierto que el acrónimo surgió de un evaluador del banco Goldman Sachs (GS), una institución financiera que pocas ganas tiene de que cambie el mundo que hay. Y menos si ese cambio no lo puede controlar, como en cambio lo viene haciendo con la crisis europea. El mismo analista, Jim O'Neill, encontró otra sigla, PIGS (cerdos, en inglés) para definir a los que "se iban a ir para la B", Portugal, Italia, Grecia y España. Países estos donde el GS tiene mucha responsabilidad en el desastre.
En cuanto a los BRICS, puede decirse que hubo acercamientos en Asia de las principales potencias, Rusia, India y China, desde mucho tiempo antes de que O'Neill se pusiera a jugar con acrónimos. La aparición de Brasil en este horizonte se explica por la presencia de Lula de Silva en el gobierno, a partir de 2003. Y la de Sudáfrica le puso la frutilla al postre: sí, la visión del BRICS puede tener relación con factores económicos –representan el 43% de la población mundial y el 21% del PBI y ya explican la mitad del crecimiento mundial– pero mucho más la tiene con la geopolítica.
No solamente este grupo de naciones es fuerte en Asia, de donde son originarias y donde ocupan los primeros lugares en población y PBI. Ahora también tienen un pie en África y otro en América. Por otro lado, lograron unir a tres diferentes culturas que cada una a su manera buscan recuperar los lugares decisivos que han tenido a lo largo de la historia de la humanidad: la China milenaria, la trascendente India y el viejo hálito imperial de los zaristas. Todo bien sazonado con otra tierra que también supo ser imperio como Brasil y el país más europeizado del África negra. Hay que decir que una alianza entre el régimen racista de Sudáfrica ya se había producido durante los años de plomo en el Cono Sur, donde participaron las dictaduras brasileña y argentina. La idea era en esos tiempos setentistas armar una Organización del Tratado del Atlántico Sur de tinte fuertemente anticomunista. Pero esa es otra historia.
Lo cierto es que luego del embate inicial de Washington tras la debacle de la URSS –que a partir de los atentados a las Torres Gemelas avanzó para ocupar espacios territoriales en el entorno de Rusia y de China– se produjo la crisis económica del neoliberalismo y van apareciendo espacios para otros protagonistas en un nuevo escenario. China avanza a paso redoblado desde la apertura económica de 1979, de modo que no sorprende su nuevo rol de gran comprador y gran equilibrador internacional. La India, con el antecedente del gobierno de Rawahalal Nehru para "surfear" entre Moscú y Washington en los años de la Guerra Fría, ya ocupaba un espacio que por desarrollo y población le cabe. A esto se agrega Rusia, que con Putin y a caballo de la crisis europea busca retomar sus antiguas posesiones –con Crimea ya lo logró– y sus áreas de influencia, como hizo en Siria. Tres actores con intereses y armamento nuclear, dos de ellos con un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. No es poco.
Por eso es que a medida que fue pasando el tiempo, BRICS se va consolidando como eje de un poder aún incierto pero creciente. Una característica es que van paso a paso, como dijera un DT argentino. De modo que la ampliación hacia otros actores globales, como sería el caso de Argentina, por ahora deberá esperar. Por otro lado, habrá que analizar si es que es necesario estar en ese club, y de qué modo intervendrían los otros organismos de los que con más pertinencia forma parte el país, como Mercosur, Unasur y la Celac.
A pesar de esto, la sola sospecha de que se pudiera tratar esa cuestión en Fortaleza bastó para que desde una de las centrales empresarias brasileñas se tirara a petardear cualquier ampliación. Lo más probable es que si alguna vez es oportuno contar con un nuevo socio, como todo lo que se hace en BRICS suele obedecer a los tiempos chinos, todos estén avisados de la novedad y no sorprenda a nadie.
Lo que sí se anunció en Brasil fue la creación de un Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y un fondo común de reservas para casos de contingencia; 50 mil millones de dólares en el primer caso, 100 mil millones en el segundo. La directora del FMI, Christine Lagarde, se apuró a celebrar la iniciativa, con el tono protocolar que se aplica en contiendas de alto nivel como esta. Pero no es una buena novedad para la entidad que forzó medidas neoliberales en todo el mundo con la excusa de la ayuda financiera, de modo que no habrá que augurar una buena convivencia.
Suele decirse que los bancos prestan un paraguas cuando hay sol y lo reclaman cuando llueve. Un banco de los BRICS es la promesa de un banco que preste a los países necesitados cuando llueva y sin exigencias neoliberales. Algo que podría ayudar al desarrollo de la región con créditos accesibles, pero no en este preciso momento. Es que el NBD, que se comenzó a diseñar en 2012, entraría en vigencia recién para 2016.
Lo que gradualmente sí está en marcha es el intercambio de mercaderías en monedas locales entre los socios de BRICS. Acuerdos similares se llevan a cabo entre Argentina y China, y también con Brasil. El Banco del Sur también tiene ese propósito, pero se viene demorando y no son pocos los que acusan de la lentitud al Planalto, que apostó más a sus relaciones extraterritoriales.
Habrá que decir que un banco "multipolar" tendrá que resolver el problema de fondo que subyace detrás de todo este debate: el fetiche capitalista del dólar como moneda de reserva e intercambio. Es decir, que ponga el último remache al féretro de Bretton Woods de 1946, que estableció las reglas financieras internacionales al fin de la guerra. Hay analistas que avizoran que la divisa china, el yuan, será en pocos años un fuerte competidor del dólar, la divisa en que aún se realiza más del 80% del comercio internacional. Pero si es por experiencia concreta, el euro nació el 1º de enero de 1999 para competir directamente con el "verde" y no sólo todavía no lo logró sino que sufre un embate desde 2008 que lo hizo trastabillar bastante. Y para colmo, habrá que ver cómo queda posicionado el euro luego de que Estados Unidos y la Unión Europea firmen el Tratado de Libre Comercio por el que vienen bregando aceleradamente.
Todo tiene que ver con todo, dicen las malas lenguas. Y el derribo del avión de Malaysia Airlines en Donetsk también entra en el inventario de este nuevo escenario global. Aunque es pronto para decir de qué manera.
Se entiende que la urgencia de un título periodístico es abrumadoramente más perentoria que las necesidades de los líderes que se vienen juntando desde hace un quinquenio para buscarle la forma a un mundo multipolar.

Tiempo Argentino
Julio 18 de 2014

Ilustración Sócrates


martes

Alí Rodríguez: Construir una Unasur sobre el modelo de la OPEP



Puede decirse sin dudar que Alí Rodríguez Araque es uno de los fundadores del movimiento chavista. Su antecedente de combatiente, cuando a fines de los 50 recurrió a la lucha armada, como muchos miembros de su generación, ante la falta de apertura democrática en Venezuela tras el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez, pesó años después, ya con Hugo Chávez como líder de la revolución bolivariana, para que  ocupara un puñado de cargos trascendentales para el proceso que se inició en 1999. Fue secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), presidente de la empresa petrolera estatal PDVSA, canciller, ministro de Economía y, desde hace dos años, secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Es, también, un teórico de fuste, y así lo muestra Antes de que se me olvide, el libro construido luego de seis años de conversaciones interrumpidas por la actividad cotidiana con la periodista cubana Rosa Miriam Elizalde y con 200 horas de grabaciones. Ese trabajo, que acaba de ver la luz en Argentina, es una publicación imprescindible para entender el proceso de cambios que transita América Latina desde la irrupción de Hugo Chávez y que ya hizo un camino importante como para poder elaborar teorías al respecto.
Rodríguez Araque recibió a Acción poco antes de presentar el libro en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Llegaba luego de haber presidido la Conferencia de Defensa de la UNASUR que el organismo regional llevó a cabo junto con el Ministerio de Defensa argentino; una suerte de seminario en que se debatió con funcionarios del área de toda la región una cuestión crucial para el futuro de las nuevas generaciones del continente como es la del cuidado y vigilancia de los recursos naturales.
–¿Cuál es la situación actual de UNASUR?
–Un proceso de tan vasto alcance como es UNASUR obviamente pasa por distintos momentos. Pero lo que se debe mirar es la tendencia, hacia dónde apunta, hacia dónde avanza. Ya el simple hecho de haber firmado un tratado como el de UNASUR, como el de CELAC –y antes, el haber firmado todos los acuerdos que dieron lugar al ALBA– indica que en toda la región se va conformando una creciente conciencia de que somos lo que somos: una gran nación, que está fragmentada, pero una gran nación. La visión de concebir todo este inmenso territorio de Sudamérica, de 10.800.000 kilómetros cuadrados y poblado por 400 millones de seres, arranca desde ya hace dos siglos. La visión de José de San Martín y de Simón Bolívar no era liberar un pequeño fragmento. ¿Por qué San Martín regresa a los Andes para liberar a Perú, y por qué Bolívar viene desde tan largas distancias como son las llanuras de Venezuela y de Colombia, también cruzando los Andes, para llegar hasta el Alto Perú? Porque tienen una visión de que era necesario derrotar al imperio español hasta el último rincón de esta región. Más allá de la independencia, se veía esto como una sola nación; Bolívar llegó a hablar de una federación de repúblicas. El haber firmado el tratado de UNASUR implica que estamos rescatando ese sueño ancestral de nuestros pueblos, de nuestros líderes.
–¿Cómo se consolida la integración?
–Lo primero es que tengamos una estrategia. Porque todos los acuerdos, hasta en el hogar, o en las relaciones interpersonales, según dicen los que saben de eso, implican una política amorosa en un caso, y una estrategia en el otro, que debe buscar dónde está su principal fortaleza, su principal punto de apoyo. Y por descarte se llega a una conclusión: no es que seamos potencia militar, ni industrial, ni tecnológica y, afortunadamente, tampoco nuclear, sino que somos depositarios de una descomunal riqueza representada por todos los recursos naturales que tú quieras conseguir aquí. No solamente por lo que se encuentra en tierra firme, sino por lo que está alojado en los grandes océanos que bañan estas tierras. Se trata de qué vamos a hacer con esa enorme riqueza natural cuando además –y como contraste– tenemos más de 100 millones de seres viviendo en la pobreza y buena parte de ellos en situación de indigencia.
–En el libro hace hincapié  en el tema de la transculturización. Muchas de esas 400 millones de personas no están enteradas de qué es Unasur o no les interesa o, peor aún, están en contra por razones culturales. ¿Cómo ve esta cuestión?
–El problema de la cultura, tal como yo la veo, es el súmmum de todos los cambios que puedan ocurrir en una sociedad, y hablo de cambios cualitativos. Porque para mí la cultura es, a fin de cuentas, el sistema de valores que mueve a una sociedad, y la cúspide es la ética de la sociedad. A los regímenes feudales corresponde una ética, al régimen capitalista ha correspondido otra ética. Pero la ética en una sociedad que esté verdaderamente al servicio de los pueblos, de una verdadera democracia, ¿cuál es? En mi opinión, es el trabajo, pero si bien el trabajo es la fuente de todas las riquezas, no es la guía ética de todas las sociedades. Pienso que hay cambios profundos de significación histórica en una sociedad cuando se producen cambios culturales, cuando hay una revolución cultural en el más legítimo sentido de la expresión. Es un primer aspecto a tomar en cuenta. Pero la cultura no viene por obra y gracia del espíritu santo; la cultura es la expresión de cambios que ocurren en las estructuras de las sociedades. Al fin y al cabo, la conciencia de las sociedades está determinada por las condiciones de existencia de las sociedades y no al revés. De manera que el primer gran reto –y estábamos hablando de eso– es una estrategia que permita desarrollar todo el poderío material que sirva de sustento para cambios culturales de vastas proporciones en toda la región. No se trata de una ruptura donde ya el pasado quedó liquidado. No. Porque son como afluentes que van discurriendo en distintas direcciones y en distintas épocas en la historia. Porque hay un acervo cultural en nuestra región, sobre todo en nuestros antecedentes, en los pobladores originales de estas tierras. En el Perú hay una civilización, la de los caral, que tiene 5.000 años. ¿Cuántos avances hubo en la sociedad inca, entre los chibchas, entre los aztecas, poblaciones arrasadas por la ocupación del imperio español de aquel entonces? Pero aun así hay una base cultural de gran importancia en toda la región que está llamada a florecer, acompañada de otros cambios que es perfectamente posible alcanzar sumando el concurso de las otras potencialidades que hay en la región.
–Cuando se ven las distintas dirigencias regionales, las distintas sociedades y tendencias, parece revelarse un tironeo por coordinar esas diferentes posiciones en torno de la integración.
–Cuando a mí me planteas ese problema, yo tengo un ejemplo a mano, la OPEP. ¿Tú crees que en nuestra América hay regímenes sociales y políticos más diversos que en la OPEP, o visiones políticas o incluso alianzas internacionales más complejas que aquellas que caracterizan a los países que están en la OPEP? Ni aun durante la guerra entre Irak y Kuwait dejó de funcionar la OPEP. ¿Qué tenían en común Muammar Khadafi con el régimen saudita? Y sin embargo allí estaban. Por qué la OPEP ha sobrevivido a todo tipo de conflicto internos y externos desde el 14 de setiembre de 1960 es una pregunta que debemos hacernos. Yo tengo una respuesta, y es que ha sido el acuerdo inteligente entre todos esos países para encontrar una fórmula eficaz para la defensa del derecho de propiedad sobre un recurso natural, el petróleo.
–Claro, pero dos de esos países, Irak y Libia, han sufrido los peores embates del imperialismo, y lo mismo ocurre ahora con Venezuela.
–Pero no por la OPEP sino a pesar de la OPEP. Por supuesto que no nos movemos en el mejor de los mundos. Son contradicciones que derivan precisamente del hecho de tener grandes recursos naturales. ¿Tú crees que a Irak la atacaron porque Saddam Hussein estaba construyendo armas de destrucción masiva, que es lo que dijeron? ¿O porque Irak tiene uno de los más grandes reservorios de petróleo a nivel internacional? ¿Y a Libia por qué? ¿Y a Siria por qué?  Si bien Siria no es un gran reservorio de petróleo –aunque tiene una producción nada despreciable–, es un enclave estratégico muy relacionado con estos temas que estamos comentando.
–Este encuentro que se desarrolló en Buenos Aires, ¿ tiene la importancia de haber puesto sobre el tapete el núcleo sobre el cual se pueden unir las distintas posiciones de los países de UNASUR en torno de la defensa de los recursos?
–Claro, porque la tierra no es un problema de derechas o de izquierdas; la tierra donde están alojados todos los recursos sin excepción es un problema de los pueblos, de las naciones. En Venezuela, por ejemplo, todos los programas políticos de todos los partidos tenían como culminación de sus aspiraciones la nacionalización del petróleo. Por supuesto, cada uno con su propio esquema, nacionalizar para qué, en qué condiciones…
–Y para quién.
–Exactamente. Si tienes una estructura en la que domina un sector de la sociedad, como ocurría en Venezuela, ya se sabe quiénes van a ser los principales favorecidos, además de los grandes consorcios internacionales. Uno de los problemas que coloca a Venezuela en esas tensiones tan fuertes es que es depositaria de las más grandes riquezas petroleras del mundo: 297.000 millones de barriles en un espacio relativamente reducido, grandes reservas de gas, una ubicación estratégica a la cabeza de Sudamérica, frente al mar Caribe. No es un territorio cualquiera, además de las tradiciones que conocemos y además de todo lo que ha significado el liderazgo de Chávez como factor de impulso a la integración sudamericana, latinoamericana y caribeña, a quien (la secretaria de Estado de George W. Bush) Condoleezza Rice calificó como influencia negativa en la región. Eso explica el fondo del problema. Si, por ejemplo, Chávez hubiera dejado tranquilitos los contratos petroleros donde se habían eliminado las regalías, se habían reducido  los impuestos, donde las dudas y controles se resolvían en tribunales extranjeros, y dentro de los cuales las empresas, las grandes corporaciones, tenían la mayoría accionaria –65% de las acciones en las asociaciones estratégicas–, seríamos objeto de las más grandes felicitaciones y elogios a nuestra democracia. Pero las regalías se llevaron al 30%, los impuestos al 50%, las controversias se resuelven en territorio venezolano y la mayoría accionaria la tiene PDVSA. Eso no les gusta ni a las grandes corporaciones ni a quienes les brindan sus apoyos a las grandes corporaciones.
–¿Uno de los temas que se planteó fue el de crear algún tipo de fuerzas armadas comunes para la defensa de los recursos naturales?
–Eso estaría mal planteado. Yo prefiero hablar de la defensa de los derechos  de propiedad de los recursos naturales. Es un derecho de nuestros pueblos, de nuestras naciones. Hay una resolución de Naciones Unidas que tiene el número 1.803 y fue aprobada el 24 de diciembre de 1962 que establece como un principio, así lo dice, los derechos permanentes y soberanos de los Estados sobre los recursos naturales. Luego hay todo un desarrollo de esa resolución, de manera que podemos decir que ese es un principio de validez universal. Nosotros debemos tomar ese principio y desarrollarlo en las condiciones de nuestra región.
–¿Cómo será el futuro de UNASUR?
–Yo creo que UNASUR tiene un brillante futuro, siempre y cuando entendamos que es necesaria una estrategia, que es necesario impulsar un acuerdo en torno al mejor aprovechamiento de nuestros recursos naturales y que se acuerden orientaciones para superar los problemas de pobreza y mejorar las condiciones de existencia de nuestras poblaciones.
–¿Hay consenso para lograr eso?
–Bueno, estamos en la búsqueda. Hasta ahora nadie ha dicho que no y eso es un avance importante.
–Hablemos sobre Venezuela, ¿el diálogo con la oposición quedó frustrado?
–El diálogo para garantizar un ejercicio pleno y libre de la democracia es muy importante, pero se necesita la racionalidad de la oposición, porque si por algo se ha caracterizado, lamentablemente, es por su total carencia de ideas. Tú exploras todo lo que dice y escribe la oposición y te preguntas cuál es el proyecto alternativo; hay un gran vacío, pero al lado de eso está el problema del liderazgo. No hay un liderazgo que encarne algo que además no existe, como sería un programa, una visión alternativa. Oigo por allí que el mejor aliado que hemos tenido en Venezuela ha sido la oposición, porque tal vez con una propuesta racional y, por supuesto, con un liderazgo, podría haber hecho un papel mucho mejor e incluso podría haber dado conclusiones importantes en variantes políticas y en el desarrollo de la democracia venezolana. Lamentablemente no ha sido así y una de dos: la actual oposición está dejándose chantajear por un sector violento o bien es otra combinación de la forma de lucha. Es decir, por un lado, un sector actúa en el plano legal, y, por otro, actúa un sector ilegal de manera violenta, como ocurre con estos hechos bien conocidos y que afortunadamente ya han sido controlados. Porque, además, hay una nueva intervención nada oculta y nada enmascarada de Estados Unidos en los asuntos internos en Venezuela. Personeros muy calificados del gobierno norteamericano y del propio Congreso están interviniendo de la manera más grosera, más vulgar, más ordinaria y más brutal en los asuntos internos de Venezuela. Hay una trama allí que va más allá de los problemas de los venezolanos y que tiene que ver, una vez más, con el hecho de que Venezuela tiene un gigantesco reservorio de energía que Estados Unidos, que consume el 25% de la energía del mundo, necesita cada vez más.
–¿No hay a la vez un problema económico importante en Venezuela?
–Sí, por supuesto, uno no puede decir que todo es culpa del imperialismo y que todo es culpa de la oposición. Hay problemas reales de la economía. En estos momentos hay un problema de mucho circulante que ejerce una presión sobre el dólar y ejerce una presión sobre los productos en general. Venezuela tiene un problema estructural y crónico que viene arrastrándose desde los años 30, que es la sobrevaluación del bolívar.
–¿Cómo es eso?
–Con la crisis de los años 30 casi todas las monedas del mundo se devaluaron. Venezuela no devaluó, apreció la moneda; de 5,20 centavos por dólar se llegó a 3,09 centavos por dólar y, desde entonces, eso fue un golpe a la propiedad y la producción agrícola venezolana. De gran exportador de alimentos se transformó en gran importador. Eso no se ha podido corregir a lo largo de la historia. Porque, además, al tener un gran poder de compra y un dólar barato, ha sido más económico importar que producir. Hay problemas que ya se han hecho de orden estructural y eso implica, entre otras cosas, realizar un fuerte incremento de la productividad. Porque Venezuela tiene  el nivel de productividad más bajo de América del Sur. Así, hay una cantidad de problemas que hay que enumerar y señalar con los que tiene que lidiar el actual gobierno del presidente Nicolás Maduro y no son cosas que se pueden resolver en un día, aparte de otros problemas, errores que se han cometido, como ocurre en la efervescencia de todo proceso de cambios revolucionarios.

Revista Acción
Julio 15 de 2014